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CONFERENCIA- PRIMERO CONJUTNO TEMATICO

Conferencia 1: Actualidad de la psiquiatría clásica.


Prof.: Leonardo Leibson.

Esta conferencia tiene dos grandes objetivos, el primero es definir, ubicar porqué la psiquiatría clásica
la consideramos actual, ósea que mantiene un interés actual para nosotros también en nuestra cursada
de psicopatología, y el segundo gran objetivo es sistematizar el estudio de las principales entidades o
cuadros clínicos que estamos estudiando para tener una visión más global, más de conjunto de cómo se
ubican estos cuadros.

Vayamos al primer objetivo, ¿Por qué la psiquiatría clásica es actual? Es actual por distintos motivos. En
principio porque es fundadora, porque es la que funda un campo que es el campo justamente donde se
define a ciertas cuestiones como enfermedades mentales. Distinto a las concepciones anteriores, por
ejemplo, de que el loco era alguien endemoniado, ósea la locura ya existía, la locura siempre existió pero,
considerar la locura como un producto del demonio o como un producto de influencias de los humores,
bueno distintas teorías o pseudo teorías que hasta el momento en que se funda el campo de la psiquiatría
como tal, a partir de Pinel, s. XVIII, ese campo, recién ahí, se define a la alienación mental, ósea a la locura
como un nombre científico, que es el nombre de alienación mental y eso aparece como una enfermedad.
Que es una enfermedad que tiene dos grandes consecuencias.

Primero, que, si es una enfermedad, la medicina debe ocuparse de esa enfermedad, ósea debe
ocuparse de diagnosticarla, de tratarla y de dar un pronóstico para esa enfermedad. Es decir, de decir
como esa enfermedad va a evolucionar, qué consecuencias tiene para quien la padece. Pero, además, tiene
una consecuencia que también es jurídica, porque la psiquiatría es también algo que nace entre la
medicina y el derecho porque este gesto de determinar que algunas personas que han cometido actos
delictivos no lo cometen tanto por su mal espíritu, su mal carácter, o por algo de desconocer o de
transgredir la ley, sino porque tienen un estado mental que los lleva a eso, que los impulsa a eso y que
están alienados, que son otros, que no son ellos mismos que no tienen consciencia de sus hechos. Esto es
lo que funda la idea de la inimputabilidad, ósea esas personas que delinquen de esa manera no pueden
ser juzgadas porque no han realmente cometido un delito, sino que han sido de alguna manera llevados
por su estado de alienación mental, por su enfermedad mental a cometer actos irracionales o delictivos,
etc. Por lo tanto, no eran objeto de los tribunales, sino objetos de la medicina. En ese sentido es fundadora,
la psiquiatría clásica, y mantiene de todos modos su vigencia. O sea, todo lo que a lo largo de la historia,
de los 120, 130 años, aprox. que comprenden este periodo que comprende lo que llamamos psiquiatría
clásica, hasta 1920, 1930, todo lo que se elabora como grandes cuadros clínicos, que es lo que vamos a ver
en la segunda parte de esta charla, es lo que va a dar pie a las clasificaciones actuales a las que se usan
actualmente, donde se utilizan las grandes categorías o los grandes cuadros clínicos que fueron definidos,
descritos y concebidos a lo largo de este periodo. Entonces hay una vigencia efectiva porque el actual
manual que se utiliza internacional que es el DSM, el Manual de diagnóstico y estadística producido y
generado por la asociación de psiquiatras norteamericanos, es, sigue las categorías y las clasificaciones
que tenían los autores de la psiquiatría clásica, con modificaciones, por su puesto, pero esas
modificaciones no son sustanciales. Después si queda tiempo vamos a ver un poquito más de eso.

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En segundo término, que está psiquiatría clásica es la referencia inicial, o sea el lugar de donde parten
tanto Freud como Lacan, dado que está psiquiatría es un campo de conocimientos, un campo de saberes
y también una cierta práctica, en la cual, tanto Freud como Lacan se incluyen y el psicoanálisis y la
psicopatología psicoanalítica, nace en el lecho de la psiquiatría clásica, tanto por su terminología porque
la mayoría de los términos que usamos en psicopatología psicoanalítica provienen de la psiquiatría
clásica, o sea los nombres de los cuadros, pero también mucho de los términos que tienen que ver con la
descripción y definición de síntomas o de fenómenos con los que nos encontramos. Y bueno, para Freud
y para Lacan es una referencia inevitable, es el lugar justamente en donde surgen.

También es importante ver en qué el psicoanálisis se distingue de la psiquiatría, en que el psicoanálisis,


dónde, en qué puntos, de qué maneras el psicoanálisis produce una ruptura con este decir de la
psiquiatría. Y no solo produce una ruptura, sino que produce nuevas concepciones en relación con lo que
es síntoma, lo que es la enfermedad, y a lo que es el sujeto, y por lo tanto también a la posibilidad de
tratamiento de estas enfermedades mentales. Insisto, Freud parte de ahí y vamos a buscar toda una serie
de referencias en la obra freudiana a los psiquiatras, por ejemplo, a Krepelin, desde ya, pero también a
algunos otros psiquiatras como Griesinger o Kraftevings, como Halvot Ellis, Miner. Muchos de los autores
que Freud toma como referencias, pero en general para criticarlos, para apoyarse en esto que ellos
plantean y, a partir de ahí, poder emprender un nuevo modo, un nuevo camino para esta práctica. Y
también Lacan, más todavía que Freud, porque Lacan comienza su carrera siendo psiquiatra, dedicándose
a la práctica de la psiquiatría. Elaborando una tesis de doctorado que tiene una temática fuertemente
psiquiátrica y unas referencias bibliográficas psiquiátricas, pero, es Lacan quien a partir de estas
referencias psiquiátricas va a producir una nueva concepción de la enfermedad mental, del síntoma,
siguiendo a Freud por supuesto, y va a plantear una posibilidad de abordaje de la psicosis y de
comprensión y de abordaje terapéutico de la psicosis que es inédita, que es nueva, pero que no deja de
tomar estas referencias. Por ejemplo, si vamos al seminario 3, sobre todo en los primeros capítulos, pero
todo a lo largo del seminario 3, que es el seminario sobre la psicosis, Lacan menciona una y otra vez autores
de la psiquiatría. Algunos para criticarlos muy duramente, otros para apoyarse en alguna de las cosas que
estos autores dijeron y para, como decía, ir más allá. Dice Jaques Alain Miller, en un texto de 1981, "La
relación del psicoanálisis con la clínica psiquiátrica no es de exterioridad, pues el descubrimiento de Freud
está inscripto en estas categorías utilizables" Entonces, vemos que estudiar psiquiatría clásica es
fundamental para poder ubicar y revisar claramente cuales son estos puntos de encuentro, pero, sobre
todo, de desencuentro, de ruptura, entre el psicoanálisis y la psiquiatría clásica y actual.

Por otro lado, la psiquiatría clásica tiene en sí misma un acercamiento a la locura, una mirada,
acordémonos que se trata de la clínica de la mirada, una clínica que se basa sobre todo en la observación,
en la descripción y también a partir de ahí en la clasificación. Pero con toda una riqueza y con todo un
detalle que creo que es una manera muy rica e interesante de aproximarnos a este campo que es el campo
de la psicosis en el sentido clínico del término.

Son textos, los textos de psiquiatría clásica, distintos a muchos, al DSM, por ejemplo, que no es
realmente un texto, es un manual, un método, pero no es realmente un texto de psiquiatría. En estos
textos encontramos estas descripciones que son muchas veces sumamente detalladas y de una gran
agudeza clínica. Y, además tiene un interés adicional que es una clínica que se elabora antes de que
existieran los psicofármacos. Los psicofármacos recién aparecen, tal como los conocemos hoy, recién a
partir de los años 40, 50, después de la Segunda Guerra Mundial y, bueno, eso altera el campo de lo que
es observable en general, los pacientes que llegan, salvo los que llegan primeros episodios, son pacientes
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que de alguna manera ya han sido influenciados o han sido influenciados por la medicación, por los efectos
de la medicación, positivos y no positivos. Pero esta clínica se elabora en un tiempo donde no había
psicofármacos, entonces los cuadros, estaban por decirlo así “más al natural”, de una manera que iban a
seguir su evolución, porque además estos clínicos podían seguir a los pacientes y de hecho lo hacían a lo
largo de años y tenían un interés en apreciar cómo los cuadros iban modificando o no en estos periodos.

Nosotros pensamos la psiquiatría clásica en tres grandes periodos, siguiendo a Lanterí - Laura y a Paul
Berchiere que son historiadores de la psiquiatría, que muy someramente estos grandes periodos son: En
primer término lo que llamamos la clínica sincrónica o, se llama también la época de la alienación mental,
cuyo principal referente es Pinel, que a fines del siglo XIX y siguiendo un poco el movimiento de lo que llevó
a la Revolución francesa, toda una renovación en el pensamiento de esa época y a través de este encargo
de bueno, de ver qué pasaba con los delincuentes, porque todo empieza así. Bueno Pinel decide, o
encuentra un modo, encuentra un método para distinguir aquellos, que como decía antes, que delinquen
porque solamente han cometido una trasgresión a la ley y esos otros que no han podido ser conscientes
de sus actos, que no han podido medir lo que estaban haciendo, que estaban alienados, que son víctimas
de la alienación mental, estos son considerados a partir de ahí, enfermos. Enfermos quiere decir que es la
medicina quien debe ocuparse de ellos. Se generan a partir de eso lugares especiales, eso es lo que funda
los hospicios y los asilos, lugares especiales para el aislamiento y el pretendido tratamiento de estas
enfermedades especiales y, lo cual es interesante, porque si bien es una concepción médica, a su vez, la
psiquiatría queda de alguna manera separada de práctica de la medicina general. Y así fue durante
muchísimos años, incluso hasta el día de hoy donde sigue la discusión acerca de si deben existir hospitales
o lugares donde solamente se atiendan pacientes psiquiátricos o si es atención de pacientes psiquiátricos
debe estar articulada con la atención de las demás prácticas médicas; O sea si la atención de los pacientes
psiquiátricos debe ser en el ámbito de un hospital general. Es una discusión que se mantiene en el día de
hoy y está en cierta medida en un plano preponderante.

Les decía, el principal exponente es Pinel, y su gran discípulo que fue Esquirol y otros autores y esto en
Francia, en la escuela francesa, hay dos grandes escuelas de psiquiatría la francesa y la alemana. En
Alemania el que es como el padre de la psiquiatría es un autor que va a ser citado por Freud, lo van a
encontrar por ejemplo en el historial de Schreber, pero también en algunos otros lugares, es Griesinger,
que bueno, consideraban, además, que la alienación mental era una enfermedad única, o sea existía la
alienación mental que podía tener distintos modos de presentación, pero no se consideraba que esos
modos de presentación fueran distintas enfermedades, sino estados, momentos, estados evolutivos de
esa enfermedad que era La alienación mental. Griesinger en particular hablaba del ciclo único de la locura,
insisto, Freud va a tomar esta idea cuando haga el diagnóstico del presidente Schreber, hacia el final del
historial de Schreber. Y, en ese ciclo de la locura, el sujeto podía atravesar o pasar por distintos momentos,
distintos estados, pero en general, todo eso llevaba a una misma concepción de la enfermedad.

Recién a partir de 1850 y, a partir, de algunos hallazgos de anatomía patológica donde se ve que, para
ciertas enfermedades, por ejemplo, una particular que era la parálisis general, que es un tipo de delirio
megalómano, delirio implica un trastorno del encadenamiento de las ideas, es un trastorno de la ideación, que
supone que las ideas se encadenan de manera que no respeta el juicio de realidad o que no respeta o que no
sigue el juicio de realidad. Y en la megalomanía es un delirio en donde el sujeto está como engrandecido, el yo
está engrandecido, en donde el sujeto se siente llamado a grandes cosas o que realiza grandes proezas o que
podría hacerlas. Es algunas de las formas del delirio. Entonces la parálisis general tiene un delirio
megalomaníaco asociados a trastornos motrices, por eso lo de parálisis. En 1850, Bale, descubre que, los
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pacientes que tenían esa enfermedad, una vez fallecidos, les hace la autopsia y descubre que hay unas
lesiones específicas, o sea que aparecen solo en esos pacientes a nivel meníngeo. Después se supo que
es un estadio avanzado de la sífilis, es una enfermedad que causaba estragos en esos tiempos porque no
había ningún tratamiento específico (para la sífilis), pero eso se supo mucho después. Pero, lo importante
es que se encuentra, entonces, la idea, y es un psiquiatra francés que se llama Falret el que va a plantear
esto con más claridad. Qué hay entonces la posibilidad de que haya ciertas enfermedades, que no sean
una sola, sino que dentro de esa alienación mental se pueden distinguir cuadros clínicos, que son
independientes unos de otros. Independientes quiere decir que no van a tener toda la misma evolución,
que no van a tener toda la misma presentación, que pueden tener consecuencias distintas para quien los
padece.

Empieza así el segundo periodo, que es llamado El periodo de las enfermedades mentales que abarca
la segunda mitad del siglo XIX, hasta principios del siglo XX. Y cuyo máximo exponente es un psiquiatra
alemán Emil Kraepelin, pero que sigue toda esta corriente, o sea Kraepelin sigue tanto al que en Alemania
toma los dichos de Falret, que es un psiquiatra llamado Kahlbaum, también otro psiquiatra francés tuvo
mucha influencia en esto que fue Magnan, y es a partir de ahí que se empiezan a distinguir las distintas
enfermedades mentales como especies naturales. O sea, son enfermedades que tienen una evolución,
una etiología, un supuestamente un tipo de lesión, fisio o histopatológica y un mecanismo fisiopatológico
específico. Más allá de que eso pudiera o no encontrarse en ese momento se lo supone, es una cuestión
de método. Esto de lo Histopatológico, o sea algo que tiene a nivel de los tejidos, o de lo fisiopatológico
que tiene que ver con el funcionamiento nos da la idea de que las enfermedades mentales se consideran
de base orgánica, o sea que implican algún tipo de alteración del sistema nervioso e implican también una
lesión o una alteración del funcionamiento de algún lugar del sistema nervioso que estaba realmente
recién empezando a ser estudiado como tal, incluso en ese momento, fines del siglo XIX - principios del
siglo XX, hay una teoría que supone que hay localizaciones cerebrales, o sea que cada zona de la corteza
cerebral tiene una función específica. Y, además, también se basa en una teoría que es más antigua en
realidad que es la teoría de las facultades mentales, o sea, cuáles son las funciones que tiene lo que
llamamos lo mental. Esas funciones son una larga lista que tiene que ver con la atención, la concentración,
la orientación, la memoria, el juicio, el pensamiento, la sensopercepción, el humor. Es ahí que algunos
psiquiatras, especialmente Kraepelin van a considerar que en función de cuál de estas funciones o
facultades mentales estaría alterada, ya sea en más o en menos, cuál de estas según las funciones serán
los distintos tipos clínicos que se van describiendo y que se van diagnosticando. Ahora después en la
segunda parte nos vamos a ocupar más en detalle de esto.

Finalmente, esta clínica se va a llamar Diacrónica porque tiene en cuenta la evolución de las
enfermedades mentales, Kahlbaum, Kraepelin, series Capgras y De Clerambault van a tener en cuenta
como las enfermedades se inician, se desarrollan, persisten, desaparecen o no. Eso es la evolución, es
como la enfermedad se va desarrollando, como se instala, qué pasa con los síntomas, si aparecen,
desaparecen, si desaparecen y vuelven a aparecer, si actúa por brotes y remisiones, que pasa después de
cada uno de esos brotes. Este es un criterio diacrónico que va a ser uno de los elementos fundamentales
para poder diagnosticar y definir estos cuadros clínicos que llamamos entonces, enfermedades mentales
en plural.

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Finalmente, hay un tercer periodo que ubica Lanterí-Laura, él lo llama El periodo de las grandes
estructuras y tiene que ver con que algo cambia en la manera de concebir el funcionamiento del sistema
nervioso, donde ya no se trata tanto de localizaciones específicas de las zonas de la corteza cerebral, si no
de una idea más gestáltica, de una idea de que el cerebro, de que el sistema nervioso funciona como una
globalidad, como una unidad, una cuestión interconectada, una idea más estructural (no estructural en el
sentido que vamos a usar con Lacan de las grandes estructuras clínicas, sino de cómo esto funciona a
partir de elementos que se combinan, que se conectan entre sí y que van dando resultados en función a
ese tipo de combinatorias). A partir de ahí lo que aparece sin borrar la entidades clínicas descritas en el
periodo anterior, pero con una idea más, estrictamente más psicopatológica, en el sentido de tratar de ir
a buscar, no solo la descripción y la definición y la clasificación de las enfermedades, sino, más
específicamente el mecanismo de formación del síntoma, y las vías o lo que está en juego en cada una de
estas enfermedades en relación a estos síntomas, encontramos ahí algunos autores como Carl Jaspers,
que lo vamos a encontrar en el seminario 3 de Lacan. Jaspers va a ser fuertemente criticado por Lacan,
pero también encontramos a Bleuler (al fundador del término esquizofrenia) y otros que también son
referencia para Lacan como Milcovsky, Seaglass, De Clerambault, etc. 25:11 Esto nos muestra que la
psiquiatría no fue siempre igual así, sin embargo, Paul Bergerie, dice que, a partir de 1930 la psiquiatría
prácticamente no produce más cuadros nuevos, que lo que ya está ubicado y definido y descrito a esa
altura, prácticamente no hay grandes aportes a nivel nosográfico, o sea de las clasificaciones. Si hay
reacomodamientos, algunas entidades pasan de moda, algunas entidades desaparecen, otras toman más
importancia. Pero no hay grandes crisis, ni grandes evoluciones en cuanto a la clasificación, por eso decía
antes que el DSM en definitiva no es más que un retomar estas categorías de la psiquiatría clásica, estas
descripciones de la psiquiatría clásica y darles otro formato, darles un formato más de árbol de decisiones,
darles un formato más pragmático. La intención es darles un formato a teóricos, según lo que ellos
describen o plantean, pero con fines que hacen a la estadística, o sea tratar de obtener un lenguaje común
que no dé lugar a equívocos, a malentendidos. Bien, hasta acá este primer punto de por qué nos interesa
el estudio de la psiquiatría clásica y por qué consideramos que debe formar parte de nuestra formación
en la facultad.

Vayamos ahora a tratar de ver cuáles son los cuadros, obviamente no nos vamos a ocupar de todos los
cuadros clínicos que la psiquiatría clásica describió, porque son innumerables y además sería muy largo,
pero hay toda una larga discusión, los cuadros se producían, se destituían, se discutían, muchos de ellos,
como decía antes, se desaparecieron, pasaron de moda o simplemente no fueron considerados por la
comunidad científica, pero algunos han persistido y quedan hasta el día de hoy y esos son los que
estudiamos y esos son los que nos interesan y esos son los que nos van a dar, además, la base para tratar
de pensar la elaboración Freudiana y la elaboración Lacaniana de la psicosis. Nuevamente, no solo en lo
que estos toman de la cuestión de la psiquiatría, sino en donde tanto Freud como Lacan se distinguen,
plantean otra cosa, rompen con la psiquiatría clásica. Muy someramente, no es un tema fundamental de
esta conferencia, pero podemos decir que, un punto fundamental es que Freud va a acuñar una nueva
descripción del síntoma, donde el síntoma para la psiquiatría es considerado una desviación de la normalidad.
Algo que debería ser de una manera aparece de otra. Delirio, justamente, es aquello que se sale del surco,
etimológicamente el delirio es aquello que se sale del surco, aquello que desafina, porque también tiene que
ver con una lira, un instrumento musical desafinado. La alucinación es considerada una percepción sin objeto,
ósea, es considerada algo que es un error de la sensopercepción, de los sentidos, de los órganos de los sentidos,
se escucha una voz que no está ahí, se ve una imagen que no está ahí, se siente un olor, se siente un tacto,
una presión en el cuerpo que no están ahí. Todos estos son considerados por la psiquiatría desviaciones
de la normalidad, donde el modo de pensar de la psiquiatría, el tratamiento que la psiquiatría pretende dar
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en ese entonces, y actualmente también, es que ese sujeto debe volver a la normalidad de la manera que sea,
por coacción, como lo que era el tratamiento moral de los primeros psiquiatras y hoy en día ya no tanto por
eso aunque también se sigan usando métodos coactivos, pero coactivos quiere decir que fuerzan al sujeto
a reconocer que esta errado que está equivocado, que está diciendo cosas que no se corresponden con la
realidad o sintiendo cosas que no existen, pero hoy en día básicamente a partir de los psicofármacos que son
aquellos medicamentos que de alguna manera tienden a anular estos síntomas. La diferencia es que Freud
considera que si hay un síntoma, si, es una alteración de lo que llamamos la normalidad, pero que ese
síntoma no es exactamente un mal funcionamiento o una desviación, sino que ese síntoma es un modo
de expresar que el sujeto está sufriendo un conflicto, o que está sufriendo los efectos de un hecho
traumático, o que está tomado por algún tipo de fantasía que hace que produzca, entonces, el síntoma
como un intento de respuesta y, así lo va a decir Freud, como un intento de curación con respecto a ese
conflicto, con respecto a ese problema. Esto vale para la psicosis y vale también para la neurosis. Entonces,
el síntoma ya no es simplemente algo que debe ser expulsado o que debe ser abolido, sino que el síntoma
es algo que debe ser tratado y en ese tratamiento supone que debe ser y puede ser escuchado. Que el
síntoma ese tiene algo para decir y que, entonces, ese sujeto tiene derecho a ser escuchado, y que ese es
el modo de abordaje del síntoma. Hay entonces, hay una diferencia ética y una diferencia clínica enorme,
entre el tratamiento y el modo de concepción del síntoma por parte de la psiquiatría y el tratamiento y el
modo de concepción del síntoma por parte del psicoanálisis.

Ahora vamos al segundo punto, donde lo que nos interesa es tratar de ubicar, cuáles fueron los
principales cuadros sobre todo en lo que se refiere a la psicosis que fueron descritos y qué alteraciones
sufrieron a lo largo de este periodo. Este período me refiero al periodo que va básicamente entre 1899,
que es el año en que se publica la 6ta edición del tratado de psiquiatría de Kraepelin, y aproximadamente
1920, 1930 que es a donde llegan los autores que trabajamos, uno de los más tardíos es Clerambault 32:45
y Jasper también más o menos para esa época. Pero abarcan todos esas 2 o 3 décadas del siglo XX, donde
hay toda una discusión muy interesante, que surge y este es el primer punto de esta segunda parte. A
partir de que Kraepelin en su 6ta edición ubica una oposición, que es fundamental para lo que sigue, que
es la oposición entre la paranoia y lo que él llama en ese momento, La demencia precoz o el grupo de las
demencias precoces. Porque antes de 1899 Paranoia era el nombre casi genérico que se usaba para la
locura. O sea, el 80% de los internados en asilos psiquiátricos, en manicomios tenían, llevaban en su
historia clínica el diagnóstico de paranoia. Las paranoias a su vez podían ser combinatorias o fantásticas,
o sea, paranoias combinatorias donde de lo que se trataba era de un delirio, básicamente, más o menos,
sistemático, más o menos coherente, el delirio puede ser coherente, esto es muy importante que lo
tengamos en cuenta. De que algo sea un delirio no es necesariamente que sea incoherente, hay delirios
coherentes y delirios incoherentes. Y las paranoias llamadas fantásticas eran fantásticas porque tenían
algo de lo fantasioso pero en relación a lo alucinatorio, o sea que el sujeto armaba su delirio en relación a
voces que escuchaba, a imágenes que veía sensaciones en el cuerpo, o sea algo que tenía que ver con los
órganos de los sentidos, porque la psiquiatría considera, no todos, pero la mayoría de los psiquiatras
consideran que las alucinaciones son trastornos sensoperceptivos (trastornos que afectan algo de los
órganos de los sentidos). Por eso las alucinaciones se clasifican en visuales, auditivas, táctiles, cinestésicas,
etc. Como decía hasta 1899, la mayor parte de los alienados mentales o de los pacientes locos o psicóticos
eran diagnosticados con este nombre de Paranoia. Y había también lo que se llamaba Los procesos
demenciales, donde se ubicaban algunos cuadros como la demencia paranoide, la hebefrenia, la catatonía
y algunos otros. La demencia paranoide era un delirio con alucinaciones, pero que rápidamente se llevaba
a la demencia. La demencia en general se utiliza para hablar de un deterioro de las funciones mentales.
Deterioro en sentido de un empobrecimiento de las funciones mentales, un enlentecimiento y como algo
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que se va a apagando (el término demencia en general alude a eso). La hebefrenia es un cuadro en donde
hay un empobrecimiento precoz que aparece desde muy joven, adolescentes o muy jóvenes y así a
grandes rasgos. Y La catatonía es un cuadro más bien con síntomas psicomotrices, donde está involucrada
la motricidad del sujeto, ya sea que pueda ir desde tics, movimientos anormales, hasta, bueno, el estado
catatónico, la rigidez catatónica que es donde el sujeto queda tomado en una suerte de parálisis y de
inmovilidad durante un cierto periodo.

Kraepelin va a plantear que la noción de paranoia, el nombre Paranoia debe restringirse a unos pocos
casos, o sea da una definición restrictiva de paranoia, una definición que es famosa, la voy a leer: "Es el
desarrollo insidioso bajo la desentendencia de causas internas y según una evolución continua de un sistema
delirante duradero e imposible de quebrantar que se instaura con una conservación completa de la claridad y
del orden del pensamiento, la voluntad y la acción." Lo remito también al esquema que está en la página 174
del libro Psicopatología, clínica y ética o que está al final del texto de mi autoría que se titula justamente
"Actualidad de la psiquiatría clásica" que está en dicho libro (que se les ha enviado a través de medios de la
cátedra). Esta definición de Paranoia que después Lacan va a retomar para criticarla justamente. Habla de
cómo Kraepelin piensa que se trata de un, básicamente, de algo que tiene causas internas, o sea que no
depende de cuestiones que le pasan al sujeto tanto como de algo que se desarrolla en su interior, que
tiene una evolución continua, o sea que es algo que persiste en el tiempo y que implica un sistema
delirante, o sea un delirio sistematizado, por eso es un delirio que es coherente, un delirio que sigue un
orden de pensamiento adecuado, los pensamientos se van encadenando de manera adecuada, que hay
una ilación, hay un curso del pensamiento que está conservado. Ese sistema delirante es duradero, es
imposible de quebrantar, o sea hay ahí algo de que llamamos la certeza delirante, que al sujeto por más
de que se le puedan dar pruebas o argumentos o lo que fuere, el sujeto va a persistir con esa idea delirante.
En ese sentido dice Kreapeling es que no se lo puede quebrantar y que se instaura con una conservación
completa de la claridad y del orden del pensamiento, la voluntad y la acción. O sea, es un sujeto que piensa
bien, que tiene su voluntad conservada, que tiene su capacidad de actuar conservada. El delirio de todos
modos arma como un mundo para ese sujeto y condiciona su voluntad y su acción, pero la voluntad y la
acción no están en sí mismas alteradas. Lo que está alterado, en todo caso, es el juicio. El juicio que está
desviado, porque el sujeto va a interpretar el mecanismo de este delirio, es básicamente interpretativo, o
sea el sujeto percibe correctamente, pero interpreta erradamente los hechos de su vida cotidiana. Por ejemplo,
puede pensar que, si alguien lo toca, o lo choca que se yo, en la calle, o en el colectivo o bueno porque eso
forma parte de una conspiración que hay en contra de él. Esto es el delirio de persecución, es otra forma
del delirio, entonces hay gente que desea su mal o hay gente que lo está persiguiendo, aunque él no
entienda porqué, etc. Esta versión de la paranoia que define Kraepelin solo puede ser aplicada al 3 o 4 %
de los ingresados en un asilo, antes paranoia se aplicaba al 80%, ahora es el 3% o 4% que podemos
denominar de modo claro y acabado, paranoia. ¿Por qué? ¿Qué pasa con el resto de los alienados
mentales? Y ahí Kraepelin genera toda esta categoría que llama La demencia precoz donde reúne muchos
de los casos que antes se diagnosticaba como paranoia fantástica, también otros cuadros como esta
demencia paranoide, la hebefrenia, la catatonia que eran cuadros que estaban como sueltos, y el ubica
todo eso junto bajo esta denominación de demencia precoz o el grupo de la demencia precoz, grupo
porque implica toda una serie de cuadros que son bastantes disímiles entre sí. ¿Cuál es el criterio de
Kraepelin para hacer esto? Él dice que estos pacientes tienen en común que lo que está afectado en ellos
es la voluntad y la acción, la posibilidad de la acción. Entonces, eso es lo que genera esta debilidad en el
pensamiento, en la acción y en la posibilidad de tener iniciativa, en la posibilidad de tener proyectos, en la
posibilidad de llevarlos a cabo, incluso si se los tiene, pero no pueden llevarlos a cabo. Entonces, la
demencia precoz supone estos sujetos que pueden, además, o no, presentar también delirios. Pueden o
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no presentar alucinaciones, pero no es eso exactamente, para Kraepelin, lo que define el cuadro. Esto
produce un cimbronazo en las clasificaciones, en la idea de la psiquiatría en general y tiene sus grandes
repercusiones en otros autores.

Antes de seguir, también Kraepelin es el responsable de definir, describir, lo que llama La psicosis
maniacodepresiva, esto hoy en día como nombre a desaparecido, o no se utiliza tanto, quiero decir, lo que
sí está, ustedes habrán escuchado seguramente, es El trastorno bipolar. Que no es exactamente lo mismo
que la psicosis maniacodepresiva, pero está basado en ello. La psicosis maniacodepresiva supone la
alternancia de estados maníacos y de estados depresivos, en la psicosis maniacodepresiva lo que está
afectado principalmente es el humor. El humor puede ser estar exaltado, entonces esa es la manía, donde
hay un humor exaltado, el sujeto es alguien eufórico, es alguien que manifiesta no sólo alegría, sino una
convicción y una fruición por la vida, que se acompaña además de un accionar, de un accionar muy activo,
muy profuso, donde además emprenden grandes proyectos, que en realidad después no puede terminar
de llevar a cabo, hay hiperactividad y también una hiperactividad a nivel mental o sea lo que se llama la
taquipsiquia (el pensamiento que está acelerado). Y esos estados maniacos o hipomaniacos (si no llegan a
ser tan extremos), se alternan con episodios depresivos, o sea donde hay todo lo contrario, donde el humor
está deprimido, donde hay tristeza, donde hay abulia, donde no hay actividad, donde hay anhedonia (nada
que genere placer, nada que cause gusto, nada interesa) y se suma muchas veces, actividad delirante,
puede haber un delirio de ruina, como Freud lo va a describir cuando habla de la melancolía y estos dos
estados, el maníaco y el depresivo se alternan a veces con periodos de aparente normalidad o de cierta
normalidad, o sea donde no hay ni una ni otro entre uno y otro. Insisto esto es lo que hoy en día aparece
en los manuales y en la práctica generalizada como trastorno bipolar, si bien el trastorno bipolar ha
adquirido una extensión mayor que lo que Kraepelin llamó psicosis maniacodepresiva, entonces el
trastorno bipolar puede aplicarse también a procesos que no calificaríamos como psicóticos.

¿Qué pasa con esta clasificación de Kraepelin?


Vamos a seguir los destinos que tuvo la paranoia por un lado y la demencia precoz por otro.
La paranoia encuentra bastante rápidamente eco en la psiquiatría francesa y hay básicamente dos
autores Serieux y Capgras que escriben en 1911, un tratado acerca de lo que ellos llaman "Las locuras
razonantes". El título en sí parece un contrasentido, Lacan dice en realidad que es un contrasentido, porque
si alguien está loco no puede razonar, sin embargo, ellos dicen: son locuras que razonan, que razonan
correctamente. Y esas locuras razonantes siguen, básicamente la descripción de lo que Kraepelin
denomina paranoia pero ellos distinguen dos tipos de delirios: el Delirio interpretativo que sigue realmente
la descripción de Kraepelin de la paranoia y otro delirio que lo toman como otra forma de estas locuras
razonantes que se llama Delirio de reivindicación, donde en rigor no es exactamente lo mismo porque es
un delirio parcial, sectorizado y que tiene esa idea, una idea fija, una idea, llaman ellos, obsesiva que tiene
que ver con una reivindicación, o sea con la idea de que se les ha hecho un prejuicio y que tienen que ser
compensados por ese prejuicio y también lo que ellos llaman una exaltación maníaca justamente, usan el
término maníaco, pero donde maníaco quiere decir una hiperactividad, donde son sujetos que actúan muy
tenazmente para obtener ese tipo de reivindicación. El dato importante es que aun cuando obtengan algún
tipo de recompensa o de gratificación o de reconocimiento de cierto prejuicio, porque muchas veces algo
de ese prejuicio no tiene por qué ser delirante, ese prejuicio puede ser real, el problema no es tanto ese
sino la manera en que los sujetos llevan adelante su reivindicación, aunque haya algún tipo de
reconocimiento eso puede calmar el delirio por un tiempo, pero después el delirio vuelve a aparecer,
vuelve a insistir y vuelve a encontrar argumentos que generalmente no son los argumentos de la realidad
o de la lógica, o incluso de las leyes sino que son argumentos producidos por su delirio. Esta diferencia
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entre delirio de reivindicación y delirio de interpretación se conecta con otro autor que nos importa que
es Clerambault, que fue maestro de psiquiatría de Lacan, al que Lacan reconoce y dice "fue mi único
maestro en psiquiatría". Clerambault es un autor distinto, menos sistemático, fue un autor que produce
una serie de cuadros de una manera menos metódica, pero dice, el delirio de interpretación si es una
locura razonante, pero los delirios de reivindicaciones Clerambault los ubica en otra categoría, a los que
llama psicosis pasionales, porque dice que no tienen tanto el punto de partida en una idea si no en algo
pasional, en una cosa afectiva, en lo que él llama el núcleo ideoafectivo inicial, donde se trata de algo más
del orden de los sentimientos y que a partir de eso se genera el delirio. El delirio de reivindicación en
realidad Clerambault lo articula con otros dos delirios que son: El delirio Erotómano, es el delirio de estar
convencido, de tener la certeza de alguien me ama, sea un hombre, sea una mujer, pero que ese alguien
me ama, el delirio de celos es pensar que ese alguien que me ama esta con otra persona entonces me ha
abandonado y la reivindicación tiene que ver con que una vez que me ha abandonado hay del lado del
sujeto un enojo o un reclamo o una reivindicación que se le exige a ese sujeto del que se suponía, que se
creía en realidad porque no es una suposición, es una certeza de que ama al sujeto en cuestión.
Clerambault elabora entonces esta idea de las psicosis pasionales que es una idea realmente muy
interesante y que es toda una versión. Fíjense cómo la noción original de Kraepelin de paranoia en algún
sentido se va diluyendo. Esto es lo que va a decir Bercherie, que la noción de paranoia como categoría
clínica se va diluyendo y se convierte más bien en una cuestión descriptiva, general, como un rasgo de
carácter, como un tipo de carácter, así lo describe Clerambault, dice, “el paranoico delira con su carácter”
que hace que la noción de paranoia como diagnóstico se pierda. De hecho, el nombre Paranoia no existe
en el DSM, si existe el trastorno delirante que es prácticamente lo mismo, pero con otra denominación.

Lacan, justamente, al principio del seminario 3 va a reivindicar la idea de la paranoia y piensa que hay
que volver a sostener esa categoría clínica. También Freud, cuando Freud discute el diagnóstico de
Scherber le parece que lo de la demencia precoz lo más interesante es la parte paranoica.

Vuelvo un poquito atrás. De hecho, Kreapelin describe una de las formas clínicas de la demencia precoz
que es la forma paranoide de la demencia precoz, donde la forma paranoide de la demencia precoz se parece
mucho a la paranoia en el sentido de que hay un delirio, de que predomina un delirio, pero las diferencias,
básicamente son que ese delirio no es un delirio tan sistematizado como el delirio de la paranoia
propiamente dicha, es un delirio más deshilvanado, más deshilachado, menos consistente, y que además
se va como desarmando en el tiempo, el sujeto no puede sostenerlo tan sólidamente como en la paranoia
propiamente dicha. Además es un delirio que en general no tiene tanto ese mecanismo interpretativo, sino
que es a partir del mecanismo alucinatorio, o sea que suele acompañarse la demencia precoz de forma
paranoide con alucinaciones visuales y sobre todo auditivas que son las que muchas veces determinan y
construyen, muchas veces el delirio se construye, el delirio se construye alrededor de esos fenómenos
alucinatorios, o sea el sujeto escucha voces o ve cosas o muchas veces hay alucinaciones más cenestésicas
que son sensaciones corporales a partir de las cuales aparecen la ideas de un daño en el cuerpo, de un
trastorno del cuerpo que hacen a ese delirio. Otro detalle que Kraepelin ubica del lado de la demencia
precoz es que en la demencia precoz de forma paranoide puede haber lo que él llama un síndrome de
posesión corporal, o sea, fuertes alteraciones de las imágenes del cuerpo y de la vivencia del cuerpo donde
el sujeto siente que tiene dentro de su cuerpo o un animal u otra persona o alguien que le comanda el
cuerpo o que le ha tomado partes de cuerpo, que le roban pedazos del cuerpo, bueno, toda una variedad
de fenómenos, cosa que él dice que en la paranoia eso no ocurre jamás, dice: no puede haber en la
paranoia verdadera delirio de posesión corporal. Esto tiene que ver con que la demencia precoz tiene lo
que se llaman formas clínicas, o sea distintos modos en que se puede presentar y esas formas clínicas son
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la forma paranoide, la forma hebefrénica y la forma catatónica. Otro dato importante de la demencia
precoz es que la demencia precoz evoluciona por brotes y remisiones. O sea si la paranoia es un delirio
continuo y constante que no decrece, en la demencia precoz aparecen episodios donde los síntomas
florecen y los síntomas pueden ser muy variables, puede haber desde delirios, alucinaciones, pero también
puede haber trastornos del humor, de excitación, trastornos de ¿?auguria 55:32 , etc Distintos momentos
sintomáticos que muchas veces aparecen, desaparecen y van dejando como una marca de deterioro, el
sujeto se va deteriorando y de ahí el nombre de demencia; Va perdiendo la vitalidad, la riqueza, va
perdiendo la posibilidad de actividad, la voluntad y se va en ese sentido empobreciendo, se va como
apagando, esa es la idea de Kraepelin. Justamente la demencia precoz va a ser retomada y rebautizada por
Bleuler, entre 1908 y 1911. Bleuler es un autor suizo que conoce de alguna manera algo de la obra de
Freud, a través de Jung que era un médico de su servicio en una clínica suiza, y de alguna manera Bleuler
toma muy parcialmente y muy sesgadamente algunos elementos de la teoría Freudiana, que en ese
momento era una teoría incipiente pero que ya tenía toda una serie de desarrollos. Y Bleuler va a decir
que esta definición, esta descripción de Kraepelin de la demencia precoz es una descripción brillante, de
toda una serie de cuadros clínicos muy frecuentes, pero lo que este autor critica es el nombre, él dice no
es demencia y no es precoz, porque en rigor, demencia, ese el uso que conocemos más actualmente, pero
también era el uso de ese momento. La demencia no tiene que ver tanto con la pérdida de la inteligencia
o el empobrecimiento del pensamiento, si no que la demencia estrictamente hace a la pérdida de
funciones como la memoria, la atención, la orientación, que determinan o denuncian un estado de
deterioro generalmente orgánico de algo del sistema nervioso o más que nada de la corteza cerebral. La
enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, es un ejemplo típico de demencia, son personas que comienzan
a tener olvidos cada vez más importantes, que se desorientan, que se pierden, que no pueden mantener
la concentración, etc. En cambio, Bleuler que es un clínico muy agudo dice, “no, pero los pacientes que
Kraepelin llama demencia precoz en general conservan tanto la atención, la memoria, la capacidad de
pensamiento, la orientación, no son pacientes que están confusos, desorientados, perdidos en la vida, no,
y tampoco es tan precoz, porque sí ni por su edad de inicio”. Kreapelin supone que la demencia precoz
empieza en la adolescencia o en la primera juventud y Breuler supone que puede comenzar mucho más
adelante y que tampoco es precoz en tanto al deterioro. Kreapelin supone que bastante rápidamente aquel
que esté afectado por demencia precoz tiene un proceso de deterioro de esta demencia en el sentido que
la entiende Kraepelin de este empobrecimiento, de este apagamiento. Bleuler en cambio dice “no, eso
puede extenderse más en el tiempo y puede ser variable”, flexibiliza ciertas cuestiones que en Kraepelin
aparecen como muy estrictas y rígidas. Y Brauler, entonces, además dice, bueno que él propone llamar
esto que Kreapelin llama demencia precoz con otro nombre y le pone el nombre Esquizofrenia, el nombre
implica que hay una hipótesis ya más que nada psicopatológica, no solo descriptiva con respecto a porqué
se produce esa enfermedad, ese trastorno. Y lo que Bleuler supone es que hay un trastorno en la
asociación de ideas, que entonces hay un problema en la conexión de las ideas entre sí y que esas
conexiones entre las representaciones, estrictamente hablando, pueden bloquearse, pueden desviarse,
pueden perderse y que eso explica para él, el funcionamiento de la manera de pensar y de actuar de estos
pacientes, por eso Bleuler llama esquizofrenia que quiere decir literalmente: Mente partida, o sea esquizo
es escisión, y phrenos es uno de los términos griegos para mente o para lo psíquico. Un funcionamiento
mental quebrado, partido, escindido, esto justamente es algo que Freud va a criticar a Bleuler, dicho sea
de paso, porque Freud va a decir si la mente es escindida de por sí, Freud piensa que lo psíquico está
escindido entre lo CC y lo ICC, Lo CC, PRCC por un lado y lo ICC por otro, entonces dice, ¿Cómo se le va a
poner por nombre algo que forma parte de una característica general de la mente humana? Bleuler, sin
embargo, plantea este término y ese término es el que como todos sabemos triunfa y de hecho hoy en día
esquizofrenia es uno de los diagnósticos más utilizados, más aplicados, en los servicios de salud mental o
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de psiquiatría, sobre todo en los pacientes que están internados en esos servicios. O sea, prácticamente
esquizofrenia se ha convertido en un sinónimo de psicosis y se ha extendido como una mancha de aceite
cubriendo prácticamente todo el campo de la psicopatología. Bleuler, entonces propone que hay una
triada fundamental para diagnosticar la esquizofrenia que es lo que él llama la ambivalencia afectiva, osea
si alguien siente amor y odio simultáneamente o alegría y tristeza simultáneamente, lo que él llama el
autismo, que no tiene que ver con lo que hoy en día entendemos como el autismo infantil. El autismo
supone a alguien que está encerrado en su propio mundo, sólo referido a sí mismo, que pierde la
posibilidad de conexión con el exterior, con los afectos y con los vínculos del exterior y también un
trastorno en la asociación de ideas que como les decía antes para Bleuler el trastorno fundamental.
También para Bleuler, y esto es interesante, tanto en los delirios como en las alucinaciones pueden estar
o no, no determinan el diagnóstico Esquizofrenia, pueden aparecer o no aparecer, pueden aparecer y
desaparecer, pero no son pathos, no son lo que llevan o le dan nombre a la enfermedad. La demencia
precoz de Kraepelin se transforma en esta esquizofrenia de Bleuler, que también en rigor, hoy en día es el
grupo de las esquizofrenias porque incluye toda una serie de cuadros bastante diversos entre sí. Por eso
también Bleuler sostiene que hay formas clínicas de esquizofrenia que son básicamente la paranoide, la
hebefrénica, la catatonia y, agrega también, una forma simple que es una forma donde lo que prima son
los síntomas que hoy se llaman negativos, o sea más bien la abulia, los trastornos de asociación, este
empobrecimiento afectivo, la indiferencia afectiva y que son sujetos que aparecen ya de entrada como
empobrecidos, apagados, dispersos. Bien, un detalle más y es que hay otras críticas que se le hacen a
Kraepelin por este grupo de las demencias precoces y ahí surge un cuadro que aparece en la psiquiatría
francesa, lo menciono porque Lacan habla de esto en algunos lugares, que es La psicosis alucinatoria
crónica, que la describe un psiquiatra francés llamado Gilbert Ballet y que implica que lo que hay en ese
cuadro son alucinaciones y un delirio, generalmente, producido alrededor o a partir de esas alucinaciones
con distintas formas de aparición y desarrollo, pero donde no implica ningún deterioro y tampoco implican
esa degradación tan violenta que supone la demencia precoz.

Para terminar. Kraepelin a la vuelta digamos de todas estas discusiones, en su octava edición de su
tratado en 1913, va a plantear que va a incluir algunos matices, básicamente dos cuestiones que nos
interesan, por un lado, dentro de la paranoia sigue sosteniendo su definición de paranoia incluye lo que él
llama El delirio de querulancia que se parece, aunque no coincide exactamente a este delirio de
reivindicación que planteaban Series y Capgras en Francia unos años antes. No es otra forma de paranoia
si no una forma clínica, una variante clínica de la paranoia, o sea es una paranoia que toma otras
vestimentas. Por otro lado, incluye otro cuadro clínico que llama las parafrenias que las ubica entre la
paranoia y la demencia precoz, sigue sosteniendo el término demencia precoz, pero incluye una serie de
cuadros que llama parafrenias que son de alguna manera, una combinación de paranoia y demencia
precoz, porque implican generalmente la presencia de un delirio bastante bien sistematizado y persistente
en el tiempo, pero un delirio que muchas veces se combina con alucinaciones, con fenómenos
alucinatorios y que evoluciona de una manera más constante, o sea sin deterioro, sin esa degradación o
demenciación de la personalidad o de la actividad psíquica del sujeto. Y también mantiene, eso sí, la
psicosis maníaco- depresiva que como les decía implica en la actualidad el nombre actualmente de
Trastorno bipolar.

Tener presente que la psiquiatría clásica no es algo que ya pasó, sino que sigue vigente y tiene una gran
riqueza estudiarla y ver qué podemos rescatar de ello, y ver cómo el psicoanálisis ahí va a ubicar una
diferencia ética y clínica con estas posiciones y estas concepciones de la psiquiatría.

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CONFERENCIA 2 -La Crisis Paradigmática en el Campo Psi Actual
Presenta Santiago Mazzuca, profesor de la Cátedra II de Psicopatología.

Esto quiere decir que, no vengo precisamente a traerles buenas noticias, a decirles que todo está bien,
que todo va a estar bien, más bien tengo que decirles que considerado en su conjunto y especialmente
desde una perspectiva epistemológica en el campo psi, de la salud mental, las cosas están muy mal, que
estamos sumergidos en una crisis grave, hasta un poco bochornosa, que dura ya alrededor de medio siglo
y que no hay ningún signo de que la salida esté a la vista.

Tal vez, puede a alguien sentir que, es poco contenedor de mi parte, que recién está empezando la
cursada y siendo que quizás muchos de ustedes recién se están introduciendo en este campo psi, que en
vez de dirigirles yo algunas palabras reconfortantes venga yo a plantearles un problema grave y, sin
embargo, yo diría que llamar a las cosas por su nombre también puede ser una forma de contención, de
sostén, incluso de aliento, probablemente no tanto para el momento exactamente actual donde uds tienen
otras prioridades en el comienzo de cursada de esta materia, pero en algún momento del futuro cuando
el peso de esta crisis paradigmática les caiga sobre la cabeza, cosa que seguramente ocurrirá si es que se
deciden aventurarse como practicantes en este campo posiblemente en ese momento sea de algún valor,
de alguna utilidad, haberse planteado ciertos problemas de frente, de raíz, sin disfraces. La verdad, me
parece que no suele hablarse mucho de este asunto de la crisis paradigmática en la facultad a pesar de
que es algo de los más manifiesto que está por todos lados. Quizás sea interesante preguntarse por qué
no hablamos de esto, quizás sea porque sea incómodo, embarazoso, es un poco Cómo hablar del Rey
desnudo, pero al mismo tiempo somos nosotros los desnudos, en parte seguramente también porque es
difícil, porque hay implicados problemas epistemológicos muy serios, delicados, complejos. Sin embargo,
cómo les digo, me parece por decir así que es saludable que hablemos y pensemos un poco sobre esta
cuestión.

Para concluir esta especie de introducción:

Quiero anticipar cuáles son las 3 partes en las que quiero organizar esta conferencia:

1. Voy a intentar describir, comentar, este estado de crisis paradigmática actual y el modo en que nos
interpela y nos fuerza a tomar posición.
2. Intentar reflejar esta crisis paradigmática nuestra, actual en el espejo de la historia de la psiquiatría
clásica, con la que ustedes están empezando a familiarizarse, porque nos puede ayudar ese espejo a
iluminar un poco mejor nuestra crisis actual, a captarla mejor en sus alcances.
3. Intentar argumentar algo de lo que es nuestra posición (cátedra), en medio de esta crisis
paradigmática actual, que es también una manera de dar algunas razones de que nuestro programa de
psicopatología sea psicoanalítico y lacaniano, cuando podría ser también de otra manera.

PRIMERA PARTE: LA CRISIS PARADIGMÁTICA ACTUAL

¿Qué significa esto de “Crisis Paradigmática”?

Probablemente ustedes hayan estudiado ya esas nociones introducidas por Kuhn, en la epistemología
de la ciencia. Cuentan ustedes con un texto de Godoy, que forma parte de la bibliografía obligatoria,
titulado: “La Psicopatología: de la psiquiatría al psicoanálisis” en el cual se presentan también estas nociones.

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Un estado de ciencia normal supone que hay vigente un paradigma, que es algo así como un conjunto
de cuestiones, saberes, prácticas, puntos de referencia, creencias, que son universalmente aceptados y
asumidos por una cierta comunidad científica y que por lo tanto constituyen el marco que define y sostiene
la actividad científica en ese campo. Un paradigma implica un consenso general, eventualmente puede no
ser del todo explícito o incluso no del todo consciente, pero es un consenso.

Que vivimos desde hace décadas en crisis paradigmática, quiere decir simplemente que no hay ninguna
cosa fundamental en la cual todos los participantes del campo psi estemos de acuerdo, no hay ningún
marco general que organice, oriente, de sentido al conjunto de nuestras elaboraciones de saber y nuestras
prácticas. Empezando por el objeto, por ejemplo. ¿Cuál es nuestro objeto de estudio? ¿Las cogniciones?,
¿el pensamiento consciente?, ¿ciertos patrones de pensamiento inadvertidos?, ¿los pensamientos
inconscientes?, o, ¿es nuestro objeto un cuerpo enfermo de lenguaje?, como planteaba Fabián desde su
primera comunicación, o, ¿sería nuestro objeto la actividad neuronal del cerebro que uno puede suponer
en la base de la mente, la cc? no son cosas equivalentes ni parecidas, esas, que mencione, suponen
perspectivas más bien inconciliables o al menos inconmensurables entre sí. De ninguna manera
constituyen un objeto consistente, bien definido y esa es una de las primeras cosas que necesita una
disciplina científica, un objeto definido.

Esto lo vamos olvidando con el paso del tiempo, nosotros, cada uno de los docentes, por ejemplo,
generalmente vamos encontrando una posición y nos vamos olvidando de que existen otras.

Porque hablamos entre nosotros los que tenemos una cierta afinidad, porque circulamos en nuestra
zona de Confort en zona de Confort digamos pero para ustedes los estudiantes debe ser más notaria la
disonancia epistemológica que integra en esta de polifonía de nuestra carrera, en nuestro campo pueden
cursar un cuatrimestre en una materia donde les aseguran una cosa pero en otra luego les Proponen algo
muy distinto o incluso hasta lo contrario y cada cátedra o corriente teórico-clínica hablan como si fuese la
única, como si los demás no existieran. En mi época de estudiante eso era así en el mejor de los casos,
porque había momentos peores corrientes que se acordaban de la otra pero no para conversar o para
interrogarse sobre los propios fundamentos sino para denigrar al otro, burlarse, ponerlo en ridículo, como
si degradar al otro lo volviese a uno más digno de lo que es, idea absurda, pero práctica humana bastante
difundida.Y ustedes están estudiando algunos de alguna manera algo de los determinantes estructurales
con el estadio del espejo, espero que sea algo que no ocurra tanto en la facultad. Y si, en vez del objeto
nos preguntamos por la práctica, por la terapéutica por ejemplo, cuál es el objetivo de un tratamiento
psicológico, eliminar los síntomas, readaptar al paciente al funcionamiento social, a las exigencias sociales,
adaptarlo a sus propios ideales que pueden ser distintos o no se trata de adaptarlo a ningún ideal sino de
acompañarlo a hacerse cargo de su deseo, que es otra cosa diferente, o quizás un tratamiento apunta a
producir un síntoma, no eliminarlo sino producir un verdadero síntoma incurable que le permita a un
sujeto orientarse en la oscuridad de la existencia, otra vez son perspectivas muy diferentes.

Y efectivamente dos tratamientos distintos desde perspectivas diferentes pueden orientar a un mismo
paciente en direcciones muy divergentes y a veces opuestas, con consecuencias muy diferentes y a
menudo importantes, drásticas, sobre su vida. En esa polifonía de la crisis paradigmática entonces, es
inevitable adoptar una posición, hay que decidir una posición que tendrá consecuencias importantes sobre
los pacientes que uno trate, pero, la decisión es nuestra, es una responsabilidad que puede resultar un
poco pesada a veces, pero es ineludible, se impone por la estructura misma de los seres hablantes. Y en
cada pregunta fundamental que uno pueda plantear en nuestro campo: por el objeto, por el tratamiento
y tantas otras, nos encontramos con que no existe ninguna respuesta aceptada de manera general, hay
muy diferentes respuestas posibles según cual sea la posición que se adopte. En definitiva, lo único
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fundamental que realmente compartimos todos en nuestro campo psi es este fracaso, el fracaso de
ponernos de acuerdo en un marco racional común de consenso general.

Otra cuestión, que es una de las cuestiones que resulta más central para nuestra materia es la del
diagnóstico, ahí vale la misma lógica de crisis, cada practicante tiene que adoptar una posición, si en el
acto diagnóstico se trata de reconocer un determinado cuadro presente en un paciente, es ante todo la
posición del que observa la que determina los cuadros que podrá ver y los que no. Si la clínica,
especialmente la clínica psiquiátrica es una clínica de la mirada, resulta que hay muy diferentes maneras
de mirar, porque mirar es una actividad, no es la recepción pasiva de un dato real en bruto, la mirada actúa
sobre lo que se ve, lo organiza, lo recorta, le da forma, lo hace aparecer. Y según el enfoque ante un mismo
real se pueden ver cosas muy distintas, se puede jugar con el foco de una cámara y producir cuadros,
fotos, muy diferentes a partir del mismo real, y más impactante resulta cuando se trata de la mirada
humana pura, sin intervención de aparatos.

No sé si vieron alguna vez esas imágenes en tres dimensiones, en alguna época estaban de moda, ahora
seguramente las haya en internet, si no las vieron nunca las pueden buscar. Si consiguen situar el foco de
la mirada más adelante o más atrás del papel o de la pantalla, lo cual es más difícil que jugar con el foco
de una cámara porque no estábamos acostumbrados a manejar el enfoque ocular nuestro, de nuestros
ojos de manera voluntaria, pero si lo consiguen ven aparecer de pronto una imagen que antes era
completamente invisible.

Se entiende que la mirada en nuestro caso es la actividad clínica, si la clínica es una observación,
distintas maneras de mirar, es decir, distintas formas de hacer clínica, de ejercer la clínica, distintos
métodos clínicos dan como resultado distintos cuadros observables en un mismo paciente, y así como no
se puede pintar un cuadro desde 8 lugares al mismo tiempo, sino que hay que elegir un punto, una
perspectiva, así también es necesario, es inevitable, adoptar una perspectiva, una cierta posición clínica
para poder abordar el campo psi, posición que determinara lo que se ve y lo que no. Si viviéramos en un
campo psi en estado de ciencia normal, no sería preciso que cada uno tomará estas decisiones, el
paradigma decidiría por nosotros. Al no haber paradigma cada uno es responsable de la posición que
adopta.

Quisiera destacar que estas posiciones por decidir tienen una dimensión ética, que trasciende el saber
técnico o científico, que lo perfora. Hay una dimensión de las preguntas, de las cuestiones que es técnica,
que se responde con un saber técnico científico. Cómo construir una bomba atómica, es una pregunta
técnica, ahora, si convenía o no dar el paso de construirla por primera vez, no es una pregunta técnica, no
se la podía responder con un saber científico, era una cuestión ética que atormentó a Einstein en su
momento. Ahora bien, en esa dimensión ética de la cuestión, en esa posición ética, uno no parte entonces
de un saber, se parte más bien de un deseo, es un poco al revés de lo que supondría el sentido común, no
es que haya que saber primero para decidir después. No es que uno conoce primero exhaustivamente a
una pareja, se asegura de saber bien con quien está para después casarse, ocurre más bien al revés, uno
se casa para poder saber después, para descubrir con quién se casó. Es una estructura de apuesta, de
apuesta deseante, esa apuesta, esa decisión no se funda solamente, o incluso no se funda tanto en un
saber, el saber viene como efecto y no será el mismo según la posición que se adopte. Por supuesto que,
esa posición inicial de deseo no es nunca tampoco una última palabra, conduce a una elaboración de
saber, que a su vez repercute sobre el punto de partida, lo puede confirmar, cuestionar, reformular, hay
una especie de dialéctica entre el deseo y el saber ahí. Pero el deseo lleva un poco la delantera, en cualquier
caso, es un camino con vueltas, con accidentes, con bucles como decía Fabián recientemente.

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Una palabra sobre nuestra vocación docente, por lo menos la mía, es que si estoy en esta cátedra es
porque adopté una posición lacaniana en el campo,¿quiere decir que mi deseo es que ustedes se
conviertan también en lacanianos? -no-, ustedes serán lo que quieran o lo que tengan que ser, tendrán
que encontrar, descubrir o producir cada uno su propia posición y nadie tiene el derecho de decirles que
una posición es mejor que otra, porque no hay un saber que las abarque, que pueda dar cuenta de todas
y compararlas, son más bien inconmensurables unas con otras. Lo que sí me gustaría y de alguna manera
es un deseo que me lleva a lo largo del tiempo estas cuestiones, es que ustedes se vuelvan responsables
de la posición que adopten y ese volverse responsables no se funda en tener un supuesto saber infalible,
sino más bien en haber situado y asumido cada vez más a fondo el punto de agujero que hay en el
saber, ese punto donde no existe una respuesta única. Cada uno desde la perspectiva que vaya eligiendo,
vaya como sacándole punta cada vez más a las preguntas, a las cuestiones, los problemas, esos puntos de
fracaso, de agujero en el saber. Vamos a intentar hacerlo un poco ahora entonces y volvemos a
preguntarnos: ¿Qué hay en el corazón de esta crisis paradigmática actual en el campo psi?, ¿por qué no hay
un saber que nos reúna, que nos abarque, que nos soporte de modo general, como campo?, ¿qué estatuto
tiene este fracaso nuestro?, ¿de qué naturaleza es este agujero en el saber que se impone desde hace
décadas?, ¿será un mero defecto nuestro, casi como personal, es que no somos lo suficientemente buenos
teóricos, o buenos clínicos?, o ¿habrá razones más estructurales de este fracaso, de esta crisis?

Como les había anticipado, para avanzar en este punto, vamos a intentar servirnos del espejo o la caja
de resonancia que nos ofrece la historia de la psiquiatría clásica, mediante los paradigmas o las clínicas
que distinguen en ella, Lantérí-Laura y Bercherie.

SEGUNDA PARTE: NUESTRA CRISIS ACTUAL A LA LUZ DE LOS PARADIGMAS DE LA HISTORIA DE LA


PSIQUIATRÍA

(No puedo desarrollar mucho ahora esos 3 paradigmas, pero ya fueron presentados en algunas
comunicaciones orales anteriores y los encuentran más desplegados en tres autores de la bibliografía
obligatoria: los capítulos de Bercherie, otro de Leibson y otro de Godoy).

Lo que me interesa ubicar ahora, es lo que define el método clínico propio de cada uno de los dos
primeros paradigmas, es decir, cuál es su manera particular de observar, describir, analizar y agrupar los
síntomas en cuadros.

Por eso reuní algunas características principales, distintivas de esos métodos en un cuadro adjunto a
esta grabación. La clínica sincrónica, tiene en cuenta solamente los síntomas actuales, solamente los
síntomas positivos, se interesa especialmente en los síntomas más notorios, evidentes, indiscutibles, y
sobre todo mantiene una desconfianza hacia las teorías explicativas, lo cual incluye las teorías sobre la
etiopatogenia, es decir la causa y el mecanismo de producción de cada cuadro. En cambio, la clínica
diacrónica, tiene en cuenta toda la evolución, atiende tanto a los síntomas positivos, como a los negativos,
se interesa especialmente por pequeños signos que pueden parecer secundarios o a veces pasar
desapercibidos, pero que terminan resultando esenciales para el diagnóstico, y sobre todo considera que
cada cuadro tiene su propia etiopatogenia específica y que esa etiopatogenia tiene un lugar importante en
la delimitación de los cuadros clínicos. Cada una de esas características metodológicas es importante por
sí misma.

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Las dos clínicas (P. Bercherie) y sus paradigmas (G. Lantéri-Laura)
(nombre en Bercherie) C. Sincrónica C. Diacrónica

(paradigma en Lanterí- («de la alienación («de las enfermedades mentales»)


Laura) (época) mental») (nace fines XVIII) (culmina fines XIX)
(representante) PINEL KRAEPELIN

METODO CLINICO Sólo sincronía (actual) Toda la evolución


Sólo signos presentes También signos “negativos” Pequeños
Signos más notorios signos “secundarios” Etiopatogenia
Desconfianza de la teoría específica.
(incluida patogenia)

Para ayudarlos a captar de modo más vívido, lo que está en juego en el pasaje de un paradigma, del
primero al segundo, quisiera servirme de la diferencia que se hace en medicina entre síndrome y
enfermedad. Un Síndrome es simplemente un conjunto de signos y síntomas, en medicina se suele llamar
Signo a lo que se puede observar o medir directamente, por ejemplo, la fiebre. Y se llama Síntoma a lo que
sólo podemos conocer por el relato del paciente, por ejemplo, los dolores. Entonces un Síndrome, es
simplemente un conjunto de signos y síntomas que los clínicos deciden agrupar y ponerle un nombre porque
suelen presentarse juntos esos signos y síntomas, lo cual hace suponer que hay alguna relación entre ellos.
Por ejemplo, un síndrome gastrointestinal, que reúne dolor de panza, inflamación, descompostura,
náuseas, vómitos. En cambio, hablar de una enfermedad, requiere correlacionar esos signos y síntomas con
una causa y un mecanismo conocidos. Por ejemplo, un síndrome gastrointestinal, puede estar causado por
una intoxicación, pero también podría estar causado por una infección, y en ese caso serían enfermedades
distintas. Entonces el síndrome y la enfermedad no tienen una relación fija, un mismo síndrome puede
deberse a enfermedades distintas y, a su vez, una misma enfermedad se puede manifestar a través de
distintos síndromes, conocer el síndrome (el diagnóstico del síndrome), nos dice poco acerca del cuadro,
nos informa solo su apariencia exterior digamos, el diagnóstico de la enfermedad nos dice mucho más,
nos habla del proceso mórbido, patológico, que se desarrolla en el organismo. El diagnóstico del síndrome
en general no nos permite saber mucho del pronóstico, el diagnóstico de la enfermedad en cambio sí, y
sobre todo el diagnóstico del síndrome no ayuda mucho para encontrar un tratamiento específico, de
fondo, causal. Conocer el síndrome nos puede servir para suavizar algunos síntomas, pero no para
combatir su causa que es la enfermedad en sí. En cambio, alcanzar el diagnóstico de la enfermedad, es la
clave para encarar un tratamiento de fondo que elimine la enfermedad, si es que se puede.

Se dan cuenta entonces que, todo el valor de nuestra medicina moderna reside en poder dar ese paso
del síndrome a la enfermedad. Esta diferencia nos permite captar grosso modo, pero de una manera
rápida y simple, el enorme alcance de lo que está en juego en el pasaje del primer paradigma al segundo.
Porque el método clínico de Pinel, que resulta tan efectivo para fundar la psiquiatría moderna, tiene el
problema de que solo sirve para delimitar síndromes, pero no enfermedades. Ese rechazo, esa
desconfianza de Pinel hacia la teoría, su empirismo un poco ingenuo, lo dejan en una posición que está en
tensión con la medicina científica de su época. En ese mismo momento, el resto de la medicina está
conquistando un estatuto científico porque adopta el método que se llamó anatomoclínico, que

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correlaciona todo el tiempo los signos y síntomas, que observan los clínicos con ciertas lesiones orgánicas,
anatómicas, que son las que permiten explicar y explicar justamente con teorías complejas, que involucran
el conocimiento de la anatomía, del funcionamiento del organismo, permiten explicar la causa y el
mecanismo específicos de cada cuadro clínico. Pinel, aunque se considera a sí mismo parte de la medicina,
seguramente no es casual que para fundar el campo de la psiquiatría haya tenido que ubicarse en tensión,
en una cierta ruptura respecto de lo que convertía en científico al método clínico médico, en la misma
época. Entonces, lo que motivó el movimiento hacia el segundo paradigma fue la ambición de ir más allá
de los síndromes, para descubrir las verdaderas enfermedades psiquiátricas, ese movimiento supuso la
articulación de varios pasos clínico-epistémicos. Primero Bale descubre en 1822, el correlato
anatomopatológico de la PGP, la Parálisis General Progresiva, que era un síndrome que ya conocía la
clínica sincrónica, pero Bale no comprendió el alcance epistémico de su descubrimiento ni sacó las
consecuencias sobre el método clínico, por eso lo más importante, lo que resultó clave fue la lectura
novedosa que hizo de ese descubrimiento otro psiquiatra, francés, Farrel hacia 1850, que es el que se dio
cuenta que Bale no había descubierto el correlato anatómico de un síndrome ya conocido por la clínica
sincrónica, sino que había descubierto lo que parecía ser la primera verdadera enfermedad en el campo
de la psiquiatría. A partir de ese momento, se volvió imperioso transformar el método clínico para buscar
activamente las verdaderas enfermedades, había que reorganizar la observación para poder descubrir los
signos esenciales que permitan distinguir las enfermedades. ¿Cómo encontrar esos signos?

Lo primero es reagrupar bien a los pacientes, de la buena manera, es decir, poner juntos a los que tiene
la misma enfermedad, para estudiarlos, no a los que tienen el mismo síndrome. Ahora, ¿cómo agruparlos
por la enfermedad cuando todavía no se conoce a las enfermedades?, ahí aparece la importancia de la
evolución, básicamente la idea es que todos los pacientes que evolucionen igual serán porque tenían la
misma enfermedad, aunque los cuadros iniciales parecieran muy diferentes y en cambio todos los que
evolucionen distinto será porque tenían diferentes enfermedades, aunque al principio su presentación
sindromática fuera casi idéntica. Por supuesto que la idea no es tener que esperar durante años la
evolución y el desenlace para poder hacer el diagnóstico de un caso, de la enfermedad, la idea es
poder hacerlo desde el principio, entonces una vez reagrupados de la buena manera los pacientes (según
la enfermedad), se estudia en detalle todas las historias clínicas, buscando cuales son los signos que están
presentes en todas, que tienen en común siempre, esos cuadros, quizás pequeños, quizás habían pasado
desapercibidos, pero esos son los esenciales que van a permitir hacer el diagnóstico de la enfermedad
desde el principio. Ese es un trabajo monumental, es una empresa heroica y ambiciosa, que
efectivamentecumplieron varios psiquiatras de la época para transformar la psiquiatría en una rama de la
medicina científica que esté a la misma altura de todas las demás y ese esfuerzo nos dejó como resultado,
como herencia un tesoro semiológico muy valioso, de signos, síntomas y, especialmente, la delimitación
de ciertas entidades clínicas, que son las que ustedes están estudiando ahora: la paranoia, la demencia
precoz, la locura maníaco depresiva, etc, que tienen una consistencia y un valor clínico extraordinarios y
que se usan muchísimo todavía ahora.

El reconocimiento de esos cuadros para esa segunda clínica sigue siendo nada más que una apuesta,
una conquista provisoria, mientras no se descubra el correlato anatómico que permita explicar su
mecanismo orgánico, recién ahí se completaría realmente con éxito total la fundación de una nueva clínica
psiquiátrica de las enfermedades mentales. Pero resulta que esos hallazgos anatómicos se demoran, no
aparecen y no aparecieron y los psiquiatras habían transformado realmente su método clínico para
ponerlo a la altura de la medicina científica, y lo razonable habría sido esperar que obtuvieran su justa
recompensa, los hallazgos anatómicos, pero no, eso no llego nunca, es una traicionera puñalada del
destino.
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Hay un fracaso anatomopatológico del segundo paradigma, que es uno de los principales motivos de
su caída, que resulta sospechoso, cada vez más sospechoso, primero, Pinel funda la psiquiatría moderna,
supuestamente como parte de la medicina pero, curiosamente para poder hacer eso debe adoptar un
método clínico que está en tensión, en ruptura con la medicina científica de su misma época y después
cuando vienen los nuevos psiquiatras que transforman completamente ese método, los ponen patas para
arriba para ponerse a la altura de la medicina científica, resulta que el resultado tampoco es el esperado,
hay un fracaso rotundo en ese plano de la anatomía patológica. En ese momento tan delicado del segundo
paradigma, tan floreciente, pero tan amenazado por su falta de hallazgos anatómicos irrumpe el
descubrimiento de Freud, la invención de Freud.

Pero acá tenemos que prestar una atención especial, porque para lo que es nuestro tema de esta
conferencia, tendríamos que distinguir dos invenciones de Freud, la segunda cronológicamente, yo diría
que es la que para ustedes es más familiar, es la invención de una teoría psicopatológica: la represión, la
escisión psíquica, que a través de Bleuler es lo que va a rescatar un poco a la psiquiatría de su fracaso
anatomopatológico, pero hay otra invención de Freud inmediatamente anterior que es un poco más
extraña todavía, que es la invención de un agujero en el saber médico. Freud no proviene de la psiquiatría
sino de la neurología. La neurología estaba en una situación bien distinta de la psiquiatría porque la
neurología sí había cumplido con éxito la operación de convertirse en una verdadera rama de la medicina
científica porque apoyaba su práctica clínica en explicaciones orgánicas basada en su conocimiento de la
anatomía del sistema nervioso. Sin embargo, la neurología quedó puesta temporalmente en una situación
embarazosa similar a la de la psiquiatría cuando aparecieron las parálisis histéricas, que desafiaban la
autoridad científica de los neurólogos, porque no encontraban por ningún lado su mecanismo orgánico y
en principio los neurólogos esperaban y confiaban en que terminarían por aparecer las benditas lesiones
orgánicas y mientras tanto las daban por descontadas y las llamaban lesiones funcionales, que quería decir
algo así como lesiones que nunca nadie vio, ni se sabe si existen. Eso era así hasta que aparece un tipo, un
neurólogo, un científico, que se toma el asunto en serio, se pone manos a la obra y demuestra
científicamente que es imposible explicar científicamente con la ciencia médica, el mecanismo de las
parálisis histéricas, el tipo es Freud, por supuesto, y ese es su descubrimiento primero, su invención
primera que nadie en la época registro. Freud lo hace en el texto donde compara las parálisis histéricas
con las orgánicas. Ese descubrimiento de Freud va a ser clave para nosotros, en nuestro tema, va a ser
nuestra clave, un hallazgo inmediatamente anterior a la invención del psicoanálisis, y Freud no lo hace
como psicoanalista, lo hace como neurólogo, científico. Freud da a luz un agujero en el saber de la ciencia
médica sobre el organismo, Freud, con un método científico impecable, riguroso, haciendo actuar su
propio saber médico, de neurólogo, demuestra científicamente que ese mismo saber suyo, en que está
apoyando y garantizando su demostración está agujereado porque es definitivamente incapaz de explicar
para siempre, jamás, los síntomas histéricos, el cuerpo histérico. Es un poco una proeza de Freud,
epistémica y subjetiva, Freud opera ahí su propia conversión de médico neurólogo científico en un hombre
desnudo, después se teje su traje de psicoanalista.

Freud abandona su saber médico ahí, abdica de ese saber, porque descubre de golpe su caducidad
absoluta ante el cuerpo histérico, Freud descubre una ruptura entre el síntoma histérico y el saber médico,
entre el cuerpo histérico y el saber médico de la anatomía, del organismo. Después si inventa el
psicoanálisis, con su hipótesis de la defensa, de la escisión anímica como mecanismos psíquicos, ustedes
conocen la continuación de la historia o la pueden repasar en los textos de Claudio y de Leonardo. Bleuler
adopta esa hipótesis y con eso da inicio al tercer paradigma.

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Lo que yo quería destacar ahí, es el engaño epistémico de Bleuler, que tiende a pensar que el invento
de Freud, su hipótesis, rescata a la psiquiatría de su fracaso anatomopatológico, especialmente porque
Bleuler sigue pensando ese mecanismo psíquico como si fuese en último término orgánico, anatómico,
Bleuler, no tiene idea de la subversión epistémica que produjo Freud como condición inmediatamente
anterior a desarrollar esa hipótesis sobre ese mecanismo, esa subversión freudiana no fue asimilada ni
por Bleuler, ni por la medicina, ni por la psiquiatría, ni por la cultura en general, se sigue esperando que la
medicina como ciencia del organismo humano encuentre la causa y la explicación orgánica de los
trastornos mentales, no se toma nota de que en el punto de partida del descubrimiento de Freud lo que
hay es una ruptura entre el organismo de la medicina y el cuerpo de los seres hablantes, no se toma nota
y mientras tanto el fracaso insiste furiosamente, en la historia y en la actualidad.

TERCER PARTE: ¿CUÁL ES NUESTRA POSICIÓN EN MEDIO DE ESTA CRISIS PARADIGMÁTICA?

Yo diría que nos tomamos muy en serio la crisis paradigmática actual, el fracaso que implica en términos
epistémicos, diría que lo tomamos mucho más en serio de lo que se suele hacer en el campo psi, lo mismo
con la historia de la psiquiatría que considerada en términos epistémicos es justamente la historia de un
fracaso. No nos espantamos ante este fracaso, tampoco lo ignoramos ni pretendemos que se disipe solo,
más bien pensamos que hay que asumirlo de raíz para extraer sus consecuencias, extraer una ganancia
de saber sobre nuestra estructura a partir de la exploración del agujero mismo del saber, y pensamos que
eso es exactamente lo que hizo Freud en ese texto sobre las parálisis histéricas, no solo en ese texto, su
invención del psicoanálisis es la prolongación de esa operación. Por eso si Freud es, para nosotros un
maestro, si tiene una autoridad muy especial, es porque supo descubrir y revelar su propia castración,
porque supo formular más radicalmente que nadie antes el agujero de su propio saber, hasta hacer
aparecer la imposibilidad de estructura, que hay en ese saber. Si Freud por ocuparse de ese cuerpo
histérico tuvo que abdicar a su saber médico, que es el saber científico sobre el cuerpo humano, pensamos
que eso enseña algo sobre la relación entre el cuerpo histérico y el saber científico, y si después las
hipótesis freudianas resultan válidas más allá de la histeria, para eliminar el conjunto del campo
psiquiátrico y de la subjetividad en general, algo enseña eso sobre la relación entre la ciencia y la
subjetividad, que es una relación problemática y que nos concierne.

Lacan por su parte, entre los continuadores de Freud, es seguramente el que más seriamente se ocupó
del problema de la relación de la subjetividad con la ciencia, tal como se revela en la experiencia freudiana.
Lacan se ocupó de eso a lo largo de toda su enseñanza, con múltiples desarrollos que no podemos retomar
ahora. Yo voy a intentar transmitirles, de manera breve y más bien coloquial, algo de lo que me parece que
Lacan revela sobre la estructura de esta tensión entre la ciencia y la subjetividad, los seres hablantes.

Lacan se pregunta en su seminario 2, ¿Por qué no hablan los planetas?, -y se responde- porque la ciencia
los hizo callar. Y efectivamente, los planetas igual que todo el cosmos, fueron entidades hablantes, durante
toda la historia de la humanidad, las visitas de cometas, los fenómenos climáticos, los eclipses, siempre
funcionaron como signos para nosotros, signos esparcidos por la naturaleza con la cual los seres hablantes
siempre mantuvimos una relación justamente hablante, poblada de sentidos, de interpretaciones. Ahora,
desde el momento en que la ciencia moderna que se constituye alrededor de los siglos XVI y XVII, descubre
las leyes que gobiernan de manera implacable el movimiento de los planetas, su valor de signo humano,
hablante desaparece. Ya no podemos espantarnos de la misma manera que antes ante un eclipse, por
ejemplo, porque ya no podemos suponerle un sentido, interpretarlo como un mensaje de los dioses. Si la
astronomía revela las leyes que determinan la producción de un eclipse, que permiten anticipar con
exactitud y certeza todo lo que se va a producir en el próximo milenio, su valor de signo, de acontecimiento
significativo, desaparece. La ciencia hace callar a la naturaleza entera cuando reduce su comportamiento
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a puras leyes matemáticas, leyes astronómicas, físicas, químicas, no importa tanto en qué nivel se sitúan
en este punto, la cuestión es que son leyes matemáticas, esa parece ser la esencia de nuestra ciencia
moderna, que descubrió la matemática de lo Real, y a partir de ese momento, lo Real deja de hablar. Lo
que define a nuestra ciencia moderna, con esa potencia nunca vista antes sobre lo Real, potencia que
transformó completamente nuestro mundo, que nos permite que yo esté hablándole solo a un aparato y
que ustedes estén escuchando esto quién sabe cuándo y dónde. Lo que define a nuestra ciencia moderna
no parece ser el empirismo en sí mismo, si Aristóteles tiene la idea de que el humo sube porque tiene su
hogar en el cielo y que las piedras caen porque tienen su hogar en la tierra, la verdad es que la evidencia
experiencial lo respalda, eso no significa que eso sea científico en nuestro sentido moderno. Lo que define
a nuestra ciencia moderna, es que encuentra la matemática de lo Real, la naturaleza que está escrita en
caracteres matemáticos, dice Galileo. A partir de ahí, la ciencia tiene lo real en la palma de su mano, pero
al mismo tiempo lo hace callar, ¿por qué? -podríamos decir, quizás forzando un poco los términos- porque
la matemática es una lengua bien hecha y no es nuestra, está en lo Real. Habrán notado ese aforismo de
Condillac, que recuerdo a Bercherie, según el cual la ciencia no es más que una lengua bien hecha. Habría
que aclarar que: “una lengua bien hecha, no es una lengua”.

La matemática de lo real es “una lengua” (porque no lo es), sin equívocos, al mismo tiempo y por eso
mismo tampoco es habitable por el sentido, la matemática no tiene sentido, 2 + 2 = 4, eso no es amable,
ni agresivo, no es bueno ni malo, es. Mientras eran juegos practicados solo en la mente de los hombres
parecían juegos inofensivos, pero la ciencia moderna redescubre la matemática en lo real, en la materia,
no somos nosotros haciendo cuentas, las cuentas andan solas, están ahí en lo Real, gobiernan lo Real, sin
intenciones ni sentido. Los números no son un lenguaje humano, están en lo Real, no son simbólicos como
los significantes, son reales. La más mínima mota de polvo sabe más matemática que nosotros, el sistema
solar sabe más matemática que nosotros, baila a la perfección al compás de la música de los números, no
tiene margen para equivocarse, no tiene margen para tomar la palabra. Entonces, si la ciencia moderna
hizo callar a los planetas y a la naturaleza en general es porque demostró que están hechos de números
en lo Real. Nosotros somos otro asunto, estamos hechos de la lengua, la lengua humana imperfecta,
defectuosa, tramada de vacío y fracaso, no es tanto que la lengua esté fallada, la lengua es básicamente
falla y nada más, la lengua no está hecha de números sino de significantes, y los significantes no son más
que la encarnación de la ausencia, el vacío, la falta, por eso fallamos siempre, pero también gracias a eso,
soñamos y somos habitados por el sentido. La ciencia moderna hace más que callar a los planetas, los
sume en un silencio, silencia la naturaleza entera, al universo entero, material. Descubrir que la materia
física está regida por el número en lo Real, es al mismo tiempo revelar que no es lenguaje. Si lo real de la
materia es matemático, el lenguaje está excluido de ahí, entonces no solamente no hablan los planetas,
tampoco podemos ya hablarles nosotros. El real material de la ciencia sabe más matemático que nosotros,
pero desconoce por completo las lenguas humanas, no podemos hacerle ya un canto ritual a la naturaleza
para invocar las lluvias. La ciencia moderna excluye el lenguaje de la naturaleza, de lo real material, pero
como la subjetividad misma está hecha de lenguaje, eso equivale a entender que la ciencia moderna
excluye la subjetividad de su objeto. Desde que surgió esta ciencia, vivimos en un universo vaciado de
subjetividad, no es admisible para la ciencia suponer una subjetividad en lo real material, no hay
subjetividad para la ciencia en su objeto, al mismo tiempo resulta ser un contrasentido pretender una
ciencia de la subjetividad, son campos excluyentes. El problema es que nosotros mismos también somos
parte de la naturaleza de lo real material, especialmente nuestros cuerpos, entonces esa exclusión, que
produce la ciencia, entre lo real material y la subjetividad nos cae encima de la cabeza, o mejor dicho entre
el cuerpo y el alma, entre lo somático y lo psíquico. En este asunto quizás el científico más elocuente sea

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Descartes, fue un científico eminente que tuvo un dote muy importante en la constitución de la ciencia
moderna en la matematización del espacio. Ahora con sus términos luminosos podemos decir:

Una cosa es la Res extensa, otra es la Res cogitans, y eso es muy elocuente sobre la estructura de esa
operación, que funda a la ciencia moderna. La res extensa es el campo de la ciencia y la res cogitans es el
campo de la subjetividad. Las ciencias surgen a condición de concebir una barrera infranqueable entre
esas dos sustancias, no hay subjetividad posible para la ciencia, y no hay ciencia posible de la subjetividad.
Y el ser humano queda desgarrado entre esos dos campos incomunicados, el cuerpo forma parte de la
Res extensa y el alma de la Res cogitans. Justamente eso es lo que hizo posible el surgimiento de la
medicina moderna como ciencia, la medicina moderna es la ciencia del cuerpo humano, eso significa que
se ocupa del cuerpo entendido como una máquina, una maquinaria que responde a un funcionamiento
regido también por la física, la química, la biología y vaciada de subjetividad, eso es el organismo humano
para la medicina, y la ciencia marcha sobre ruedas mientras se respeten sus límites, pero lo imposible de
la ciencia surge cuando se pretende encontrar la anatomía patológica de síntomas subjetivos por ejemplo,
que es lo que le ocurrió a la psiquiatría moderna, o también cuando se le presta oído a un cuerpo que no
es el organismo, que es lo que hizo Freud. Por supuesto, que no somos objetores ni enemigos de la ciencia,
tanto Freud como Lacan, estuvieron imbuidos del espíritu científico, ambos sostuvieron de punta a punta
de su producción, un efecto de reflexión y argumentación orientado a elaborar racionalmente su
experiencia. Pero sí se trata de reconocer las condiciones de posibilidad de la ciencia, así como sus
imposibles. La ciencia moderna surge gracias a, a condición de, una delimitación muy específica de su
objeto, que es lo matemático en lo real, en esa ciencia hay lugar para la medicina moderna, es más, esa
ciencia es la que dio lugar a la medicina moderna que estudia el cuerpo como organismo, como máquina
biológica, regida por leyes que en definitiva están determinadas por la matemática, física, química. La
medicina se ocupa del organismo como parte de la Res extensa, ahora a Freud le tocó descubrir que no
era del todo cierto que la ciencia hubiese conseguido silenciar por completo el cuerpo y que no era cierto
tampoco, que la subjetividad pudiese divorciarse del cuerpo. Freud se encuentra con otro cuerpo, uno que
no se reduce al organismo, es decir, a lo real callado. Freud se reencuentra con el cuerpo hablante, que es
lo que fue el cuerpo para los seres humanos a lo largo de toda su historia antes de la aparición de la ciencia
moderna. No podemos hacer un abordaje estrictamente científico de ese cuerpo hablante, es imposible,
intentamos hacer lo más parecido que podemos, lo más racional que podemos, es decir, un abordaje que
vaya descubriendo y se atenga a los lineamientos de la estructura, que intente formalizarla a esa
estructura, pero no es la estructura del real matemático, es otra estructura, es nuestra estructura, la
estructura del lenguaje, de la lengua. Este cuerpo también es real pero no es el real del número, no es el
real del organismo, es otro real, es el real del cuerpo hablante, un poquito más misterioso quizás, quizás
también más divertido o a veces más inquietante, es el real de un cuerpo que llegó a ser tocado -no
sabemos muy bien cómo- por la lengua, los cuerpos celestes son inmunes a la lengua, lo inanimado, lo
vegetal y en buena medida todos los organismos vivos que no somos nosotros los humanos, son inmunes
a la lengua, nosotros no. En nosotros, a diferencia de ellos, la lengua también habita lo real, entra en lo
real del cuerpo. La lengua está hecha de significante y el significante está hecho de otra materialidad que
la de la Res extensa, es una materialidad extraña, más sutil, hecha sobre todo de ausencia, la lengua
introduce en el cuerpo la relación con la ausencia, convierte los orificios del organismo, en agujeros
corporales, en zonas erógenas; esos agujeros ya no son meramente orificios orgánicos, son agujeros
cavados en el cuerpo por el otro, por la presencia y la ausencia del otro.

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Creanme que los desarrollos de Freud sobre la Pulsión, por ejemplo, se iluminan con una luz nueva
cuando Lacan revela que tienen la estructura del lenguaje, que el goce es efecto del significante sobre lo
real del cuerpo, que es la relación hablada con el otro, desde antes de haber adquirido dominio de un
idioma, lo que convierte al cuerpo en un cuerpo erógeno, que Lacan a veces llama, sustancia gozante.

Volviendo para terminar sobre nuestro programa y el diagnóstico, digamos que, si no podemos
formular verdaderas enfermedades mentales en el sentido médico científico, en lugar de eso hacemos
algo que de todas maneras consideramos inspirado en el espíritu racional y argumentativo de la ciencia,
que es formular las estructuras de la subjetividad: Neurosis, Psicosis, Perversión, desde nuestro punto de
vista. Queson los modos de estar constituidos los seres hablantes, es decir, los cuerpos hablantes, en su
relación con el lenguaje que los infecta, los trastorna, los mortifica y los reanima. Neurosis, Psicosis,
Perversión son tres modos de estar constituido el ser hablante, es decir, el cuerpo hablante en relación
con el lenguaje, son tres modos de dar tratamiento al trauma de la lengua, tres modos de reaccionar a su
intrusión, de arreglárselas con sus efectos. Los efectos del lenguaje, ese virus que introduce en el cuerpo
la relación con la ausencia como tal, con el agujero, con la falta, que están en el corazón de todas las cosas
propiamente humanas, el goce, la angustia, el deseo, el amor.

Yo espero, que estas consideraciones les aporten unos argumentos, para el hecho de que se van a pasar
un año estudiando una psicopatología cuyo programa, está armado en torno a estas categorías clínicas
psicoanalíticas: neurosis, psicosis, perversión, no porque sea la única posición posible, no porque sea
mejor que otras, pero si pensamos que es una posición argumentada, sostenida en algunas
consideraciones clínicas, éticas, epistémicas, eso es lo que quería transmitirles y ojalá que eso les aporte
algo de material para su propio trabajo, largo seguramente, de ir construyendo su propia posición en este
campo difícil. En todo caso, en lo unico que podriamos comenzar por ponernos todos de acuerdo,
independientemente de la posición teórica que adopte cada uno, es en que la psicopatología tiene un valor
de síntoma para nuestra época, síntoma que nos señala esta crisis paradigmática en la que estamos todos
sumergidos, síntoma para nosotros, síntoma para nuestro campo psi, para nuestra carrera de psicología,
pero también para nuestra época en general. ¿Qué puede esperar nuestra época de nosotros, tanto
estudiantes como docentes en la cursada de esta materia, psicopatología? y pienso, que como mínimo se
espera que hagamos un abordaje de lo psi, de los psicológico, de la subjetividad, en términos de la
distinción entre salud y enfermedad, que introduzcamos la oposición salud/ enfermedad, que proviene de
la medicina científica en lo psíquico y que lo hagamos de manera científica, pero si lo encaramos de manera
seria y rigurosa, va resultando que eso se va demostrando imposible y que nos topamos con un impas,
ese mismo de la psiquiatría, que quiso, pero que por ahora nunca pudo delimitar verdaderas
enfermedades mentales y ocurre entonces, que cuando queremos introducir las nociones de salud y
enfermedad, en el campo de la subjetividad, esas nociones se vacían de contenido científico y se van
cargando de otros, a menudo ideológicos, mientras tanto, dicho de sea de paso, la cultura no acepta nada
de esto, por todas partes se pretende de nosotros, profesionales del campo psi, que distingamos la salud
de las supuestas enfermedades y sobre todo que nos sepamos arreglar con ellas, que demos respuestas.
Entonces, la psicopatología se vuelve un problema, un traspié para nuestra época científica. Hay algo en el
corazón de la psicopatología, en su núcleo, en su asunto esencial, en su naturaleza, hay algo rebelde, que
resiste a la fan cientificista de la época, algo hace síntoma ahí y quién sabe acaso ese síntoma que es la
psicopatología si se lo sabe atender tenga todavía algo por enseñar a nuestra época, es decir a nosotros
mismos. Así, que la invitación que les hacemos es a tomar ese síntoma en serio Y ver qué podemos
aprender explorándolo, haciéndonos cargo de él.

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CONFERENCIA 3- Narcisismo y Cuerpo:

Corto de YouTube: “palabras en el aire” se trata de una carta que vuela buscando su destinatario, pero
esa carta va a otros destinatarios equívocos y produce alegría.

Enlace de youtube https://www.youtube.com/watch?v=Z3fCNSR3m8M&ab_channel=HermiMarske

Hola, mi nombre es Tomasa San Miguel San Miguel Según mis anotaciones vengo dando esta clase
desde el año 2011. Esta es una sensación muy extraña, así que voy a grabar lo que vengo pensando al
respecto en mi celular, le hablo a mi celular, en parte, porque podemos decir que esta conferencia estará
dada, estará ofrecida cuando reciba algún comentario, pregunta, queja pedida y entonces allí
efectivamente habrá sido dada la clase. Esto me recuerda a una hermoso corto que encuentran en youtube
en el programa caloi en su tinta, para los más jóvenes diré que Caloi es el padre de tute, para los ya no tan
jóvenes tute es el hijo de caloi y también, hay que decirlo, cada uno es cada cual, este primer conjunto tbn
se trata de eso del padre y su transmisión. El corto se llama “Palabras en el aire” se trata de una carta que
vuela buscando su destinatario y los equívocos alegres que se producen. Hubo una época en que se
mandaban cartas, solo se tenía noticia de que esa carta había sido recibía cuando llegaba la carta que
respondía a la anterior, lo interesante, es que el acto de recibir esa carta escribía la existencia de la primera,
un poco, siempre más allá de su contenido entonces me dispongo a escribir esta carta, nunca escribo en
este formato las clases que doy, eso obviamente tiene ventajas y desventajas, sin embargo ellas tienen
una orientación, por un lado una orientación anticipada que es lo que yo quisiera transmitir en el marco
de nuestro problema, y el tema que corresponde a tal a cual momento de la cursada; La otra orientación
bastante más efectiva, hay que decirlo, es el intercambio con los estudiantes. Nunca es tan claro quién
enseña y quién aprende en ese encuentro. Con “intercambio con los estudiantes” me refiero no solo a sus
preguntas o comentarios, agregados, acotaciones sino también a sus gestos, el mate que va y viene, las
complicidades los guiños los bostezos, eso orienta mucho, los murmullos y una especie de clima que se va
creando y que hace que uno sopese la orientación que se va donda a lo que va diciendo es precisamente
la presencia del cuerpo y su resonancia lo que ahí contingentemente orienta la clase.

En estos días, preparando esta clase, soñe que iba a independencia, “independencia” -fijense- y me
encontraba con amigos, compañeros, con estudiantes, nos poníamos a charlar en el hall era una
celebración, habíamos vuelto, entonces llegaba medio tarde a la clase - eso tampoco es novedad en
mi- tarde a la clase, es decir al aula a encontrarme con uds, el aula era la 119, nuestra aula, pero bueno,
las asociaciones sobre el número me las reservo, es interesante resaltar ahí el anhelo, más que nostalgia
esto es una extrañar y habla del cuerpo, con esa extrañeza y extrañando un espacio que hemos construido,
nos disponemos aún en este tiempo de espera incierta a dar y espero que recibir esta conferencia, tiene
el impulso de una carta que se echa a volar de una mensaje, que con la excusa y el argumento de enseñar
algo tiene una trama donde sostener, entretener, un deseo en un momento difícil.

Narcisismo y cuerpo, esta unidad tiene dos grandes ejes:

1. Las nociones introductorias del psicoanálisis Freudiano/ Lacaniano


2. Psiquiatría clásica

Estos son los dos pilares que luego se convierten en miles de temas y matices, -no miles, exagero un
poco, pero digo dos pilares que sostienen nuestra orientación la psicopatología psicoanalítica desde la
lectura de Freud y Lacan. Desde esta orientación, entendemos a psicopatología como el encuentro fecundo
entre psicoanálisis y psiquiatría, sin embargo, hay una de esas disciplinas: la psiquiatría que estaba desde
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antes y el psicoanálisis resulta de ese campo, incluso en su articulación (la de la psiquiatría) con la
neurología de su época.
La psiquiatría clásica, entonces, antecede a la obra de Freud, le sirve de interlocución a Freud y también
a Lacan en sus elaboraciones, pero no es solo por eso que nos disponemos a estudiarla, es también
necesario estudiar la psiquiatría clásica primero porque ella fundó un campo de la que somos tributarios
como psicoanalistas y segundo porque posee una riqueza clínica, semiológica, que hoy es necesario
recuperar para hacerle la contra al DSM que como manual clasificatorio que quiere ateórico y
aideológico- como si eso existiera- es un producto muy vendido en este capitalismo.
En ese marco hay al menos tres clases dedicadas al narcisismo y a la lectura lacaniana de este concepto,
es decir, el estadio del espejo y los esquemas ópticos.
¿Por qué darle importancia a este tema? Pienso que en ese encuentro entre psiquiatría y psicoanálisis
que funda la psicopatología, y digo encuentro porque doy por hecho que un encuentro es un desencuentro
al mismo tiempo. La cuestión de la realidad, del cuerpo y del yo sea quizás en ese encuentro/ desencuentro
la que produce más asperezas entre ambas disciplinas, es sobre este eje que se definen dos éticas
distintas. Con el psicoanálisis afirmamos que estas tres dimensiones se construyen y se pueden perder;
Esta afirmación tiene un alcance psicopatológico porque sobre sus matices y detalles que hacemos pie al
momento del diagnóstico estructural, a partir de un decir singular y en transferencia y tiene un alcance
clínico que vía el deseo del analista define nuestra praxis, esa construcción puede hilvanarse en el
dispositivo a partir de un encuentro con el analista que no reenviará al paciente a ninguna realidad
existente normal o adaptada sino que intentara su construcción o reconstrucción según el caso y la verdad
subjetiva que allí se juegue. Sostener que la realidad no es algo que está allí para ser aprendida, percibida,
conocida, por el sujeto a través de los sentidos, es en una invención freudiana, afirmar que la realidad no
precede al sujeto, sino que depende de una construcción y que, así como se construye se puede perder,
define una clínica y por lo tanto una ética. Es por eso por lo que ninguna de las estructuras psicopatológicas
que Lacan dice encontrar en Freud, (neurosis, psicosis, perversión) se definen por un apartamiento de la
norma, entender que la realidad objetiva será leída e interpretada por cada sujeto nos aleja de cualquier
delirio de normalización o cualquier cosa que se le parezca.

Lo vemos en este momento, la catástrofe sanitaria es mundial y su consecuencia económica, sociales,


políticas son un universal, un para todos, sin embargo, la singularidad resiste y se expresa en cada uno
tejiendo una respuesta frente a la crisis, en términos de Freud ningún consejo vale para todos. Entonces,
el concepto de narcisismo es clave para el primer tramo de la cursada porque es a partir de él que se
constituyen estas tres dimensiones.

¡¡Hoy, nos centraremos en la relación NARCISISMO-CUERPO dividido el desarrollo del tema en 4 puntos!!
1) De la conducta a la conjetura.
Para Freud el narcisismo es una hipótesis no una conducta.
2) Narcisismo como operador diagnóstico entre psicosis y neurosis.
3) Autoerotismo y Narcisismo
4) Narcisismo o cuerpo

1. De la conducta a la conjetura., freud en su texto Introducción al narcisismo 1914 Freud:


Va del fenómeno a la estructura, inicia con la definición de Naked quien dice que “el narcisismo es una
conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un
objeto sexual” pág. 70, aclarando que en este tratamiento alcanza la satisfacción plena según Naked. Lo

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que quiero resaltar allí es que lo define como una conducta. Freud a partir de tomar la definición de
narcisismo como conducta llegan a lo que él llama una conjetura, y en otro momento llama supuesto
necesario, define al narcisismo como “colocación de la libido” puede formar parte del desarrollo sexual,
regular del hombre. Define al narcisismo como colocación de la libido, es decir que el supuesto necesario
Freudiano es que el cuerpo propio es el primer objeto libidinal del sujeto, y esto es lo esperable en el
desarrollo libidinal, esto significa que no solo no responde a una patología, sino que, pág 72 “Freud dice
que “es el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación de la que
justificadamente se atribuye una dosis a todo ser vivo”. hasta aquí quiero resaltar dos cuestiones: El
narcisismo es la investidura libidinal que constituye, construye, crea el cuerpo, el yo y la realidad.
En este caso nos vamos a centrar en la constitución del cuerpo, es importante subrayar ahí que
estas dimensiones no son dadas de entrada, no preceden al sujeto, el cuerpo no es el organismo, el cuerpo
“es una constitución nueva en la economía libidinal de un sujeto”. Ahora bien, vale preguntarse de dónde
viene esta dosis, ¿qué quiere decir que todo ser vivo cuenta con una cantidad de narcisismo? Si está vivo
ese ser es porque la libido ha investido sus pulsiones de autoconservación, no alcanza con las pulsiones
de autoconservación para constituir un cuerpo que pueda vivir, eso no le viene dado en su ser de viviente,
en su organismo, los casos de hospitalismo lo demuestran. En el cachorro humano el desvalimiento es
fundante, por más que alguien reciba estrictamente los cuidados necesarios para su supervivencia
(alimento, temperatura) muere si no hay otro que le hable, lo acaricie, lo mire, le cante, lo ame y lo desee.
Bastante dramáticamente estamos asistiendo al enfermarse y morir en aislamiento, también asistimos a
gestos éticos y singulares que resisten a esto, trabajadores de la salud que hacen de “mensajeros”- así lo
llaman ellos, prestando sus celular a los internados para que se comuniquen con sus seres queridos, a eso
ni más ni menos se están dedicando muchos analistas que trabajan en los hospitales, es decir su
intervención consiste en habilitar una palabra que como analistas sabemos vital, habilitar a que un cuerpo
se anime por la musicalidad de una voz, la apuesta es decidida que el aislamiento sea físico pero no
corporal, que como decía el otro día Basol en una entrevista, que se sostenga el acercamiento subjetivo,
es una decisión ética, -me parece a mí profundamente marcada por la ética del psicoanálisis-, entonces,
ese complemento libidinoso no es una carga genética, no es heredado no es orgánico, podemos agregar
hoy, no es contagioso, sin embargo es con otro, entonces la pregunta es:

¿De dónde viene?


En la pág. 88 Freud aclara esta cuestión cuando dice “el narcisismo del niño es el renacimiento del
narcisismo de los padres” el niño tratado como su majestad él bebe. El narcisismo del niño entonces es la
transmisión del narcisismo de los padres, la clase de Bugacoff lo subrayaba con mucha claridad, el
narcisismo implica el lazo con el otro, no es una etapa que se conforma de una vez y para siempre, ni una
etapa que habría que superar, el narcisismo, Según Freud es depósito libidinal que persiste, es una
organización libidinal en relación a los otros semejantes (otros con minúscula) y también en relación al
Otro de lo simbólico, allí en donde el que nace es alojado de tal o cual manera y recibe determinado lugar
en la estructura. El narcisismo como organización libidinal está en relación con los semejantes y al Otro de
lo simbólico. De esta operación depende que el cuerpo se constituya como objeto de la libido, es originario
ese narcisismo en el sentido de constitutivo, es una operación que hace que el yo y el cuerpo se
constituyan, en tanto la libido los inviste como objetos que no estaban hasta el momento. EL PRIMER
OBJETO DE AMOR (libidinal) EN EL SER HABLANTE ES SU PROPIO CUERPO, antes de elegir un objeto ajeno,
antes de que se constituya la elección de objeto como un objeto otro, el primero objeto de amor es su
propio cuerpo, su yo, su sí mismo. Pero es necesario subrayar que ESTO OCURRE SI SOLO SI ES UN OBJETO
VALIOSO PARA EL OTRO. Entonces aquella dualidad Freudiana que se juega entre pulsiones de
autoconservación Vs pulsiones sexuales tambalea. El yo, el sí mismo, el cuerpo propio es un objeto libidinal
25
y el narcisismo como fase intercalada entre autoerotismo y elección de objeto una operación necesaria en
la constitución del ser hablante.

2. Narcisismo como operador diagnóstico entre psicosis y neurosis


En la diferencia que hace Freud entre Psicosis y neurosis el narcisismo cobra un papel importante
motivo crucial que lo lleva al narcisismo primario y normal es incluir en la teoría libidinal a la esquizofrenia
de Bleuler o la demencia precoz de Kraepelin, este es el punto de originalidad freudiana que Bercherie
destaca. La etiología, es decir, la causa de la enfermedad es situada respecto de la libido y sus vicisitudes
en el desarrollo del ser hablante.
Freud advierte que en la psicosis los pacientes presentan dos síntomas fundamentales, el delirio de
grandeza y el extrañamiento de su interés por personas y cosas del mundo exterior (vivencia de fin
de mundo) aquellas cosas, actividades, intereses que funcionaban y armaban la realidad del cuerpo del
sujeto, se van cayendo, hasta en algunos casos llegar a un aislamiento total. El mundo ha desaparecido en
la medida en que se ha desinvestido, se ha retirado la libido que lo construía y sostenía.

Contándoles esto, recuerdo un paciente que llegó a la guardia del hospital traído por la policía, luego de
estar 10 años encerrado en su habitación, es a partir de una salida intempestiva que se ocasiona un
episodio en la calle con un vecino, a partir de lo cual alguien llama a la policía y afortunadamente lo traen
al hospital. Nos cuenta un episodio ocurrido hace 10 años en el cual le exploto la cabeza, en un principio
estuvo muerto, luego resucitó, lo que él llama su “retiro” responde a una indicación de dios, dios le ha
dicho que él es el único que lo puede salvar, ni médicos, ni psicólogos, ni nada, solo dios, lo que desde el
fenómenos es encierro, inadaptación, enfermedad, en él era su intento de curación, el problema se
desencadena justamente en el momento en que sale porque desobedeció a dios y no sabe por qué lo hizo,
(son sus palabras), eso en todo caso y con cierta displicencia, quizás como auxiliares minúsculos de dios,
nosotros, eso en todo caso haberlo desobedecido era lo que nos proponía trabajar en el tratamiento, y es
sólo a partir de eso que acepta la internación. También Schreber en sus memorias afirma haber estado
muerto, ubicaremos con detalle en el segundo conjunto temático los efectos de la pérdida de realidad. Lo
que quiero subrayar ahora era el acto freudiano.

El acto freudiano que produce al afirmar que “la realidad de un sujeto se sostiene de su libidinización y
allí hay una verdad del sujeto”, entonces, la realidad existe si se inviste y esta investidura arma y desarma
la realidad. Podemos decir articulando los tres registros que la realidad es la trama imaginaria/simbólica
que recubre lo real, es decir, lo indecible, lo imposible, lo que vuelve siempre al mismo lugar, lo que no
tiene nombre. Aclarando que esta trama imaginaria/simbólica no recubre completamente lo real y
aclarando por otro lado que ese real puede irrumpir entonces de modo traumático. Freud avanza y se
pregunta ¿cuál ha sido el destino de esa libido retirada del mundo exterior? Allí ubicamos al articulador
que le permite distinguir neurosis y psicosis. En la psicosis la libido fue al yo y de esto da cuenta el delirio
de grandeza como primer intento de tratamiento al avance de una cantidad. Dice que, el delirio de
grandeza amplifica un estado que ya antes había existido y en la neurosis por otro lado, la libido que se
retira de un objeto por la represión, porque eso es inconciliable para el yo, inviste a los objetos de la
fantasía; En ambos hay un retiro de la libido, pero al mecanismo de la psicosis donde este retiro de la libido
parece ser total lo llama retracción y al de la neurosis que es un retiro parcial lo llama introversión. En
ambos hay pérdida de la realidad, esto le permite a Freud situar el narcisismo como punto de fijación que
opera como predisposición a enfermar y en ese punto distingue incluso dentro de la psicosis a la
esquizofrenia como fijación al autoerotismo -luego lo retomaremos- de la paranoia cuya fijación se

26
centraría en el narcisismo, fijación que da cuenta del punto más endeble del edificio en la economía
libidinal del sujeto, por eso predisposición a enfermar.

Recuerdo ahora a un paciente internado en la sala de salud mental que pedía que ajustaremos la sabana
a su cuerpo, porque según nos explicaba si no lo hacíamos con suficiente precisión, el cuerpo se le
desarmaba, brazos y piernas se le desprendían y le costaba mucho reunirlos como parte de una unidad,
lo cual conllevaba un sufrimiento insoportable, también según sus palabras, el ajuste de las sabanas
funcionaba como solución precaria que efectivamente había que ajustar a cada rato. Testimonios de la
fragmentación esquizofrénica que revelan la ausencia de la operación narcisista constitutiva. También lo
encontramos en las memorias de Schreber, cuando testimonia lo que sucede en su esofago, en su cerebro,
en sus órganos genitales, testimonia su despedazamiento corporal luego tratado, elaborado con la
formación delirante como una operación necesaria para lo que él llama su misión, ser la mujer de dios
para una dar lugar a una nueva raza.

Hasta aquí entonces hemos situado que la introducción al narcisismo como concepto le permite a freud
distinguir neurosis de psicosis, es a partir de los síntomas que lee en la psicosis que debe suponer un
estadio donde la libido toma al yo, y al cuerpo como objeto, si la libido en la psicosis vuelve al yo es porque
ya estuvo allí, por eso llama a este último narcisismo secundario Pág. 73: “es el que nace por
replegamiento de investiduras de objetos se edifica sobre la base de un narcisismo primario”, “nos
formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos en el
fondo ella persiste y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que
emite”. Es en este punto en donde supone un traspasamiento de una a la otra y da dos ejemplos extremos
de esta circunstancia, la vivencia de fin de mundo es el repliegue de toda la libido sobre el yo y el delirio
de grandeza el intento de tramitación, por un lado, toda la libido sobre el yo. Luego da el ejemplo del
enamoramiento como la locura contraria, toda la libido está volcada sobre el objeto. Ubicamos así
entonces una nueva dualidad freudiana, sobre la cual apoyar la noción de conflicto como clave para
neurosis y psicosis.

3. Autoerotismo y narcisismo (trataremos la disyunción entre ambas)


Freud sitúa al autoerotismo como primario pág. 74“las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales
por tanto algo tiene que agregarse al autoerotismo una nueva acción psíquica para que el narcisismo se
constituya”. agrego otra cita: (en tres ensayos pág. 164/165) “las pulsiones parciales singulares aspiran a
conseguir placer cada una por su cuenta desconectadas entre sí”, está haciendo referencia entonces a la
satisfacción anárquica de las pulsiones parciales en las zonas erógenas, bordes, aberturas, cortes de lo
que aún no se constituye como cuerpo en tanto superficie o unidad. La nueva acción psíquica es la
constitución de esa superficie corporal a la que Freud se refiere en “el yo y el ello” como un acto constitutivo
e inédito. En términos del yo se constituye como síntesis ilusoria lugar de desconocimiento donde creo
reconocerme, una especie de parche donde suturar la falta enferma, es la ilusión del reconocimiento “ese
soy yo”, justamente en el lugar en donde me desconozco como sujeto libidinal. En términos del cuerpo
también como unidad ilusoria y lugar de reconocimiento en la imagen sostenido por su lugar de ubicación
en el otro del lenguaje pero en este caso se refiere más al tener “tengo un cuerpo” (Lacan Seminario 23)
con el cuerpo se trata de un tener, ese tener un cuerpo es una construcción subjetiva que requiere trabajo
y además no se realiza de una vez y para siempre, tener un cuerpo puede implicar el trabajo subjetivo y
deseante de tener otro cuerpo de ajustarlo de acomodarlo es un punto de llegada más que de partida.

27
Lacan lee el narcisismo freudiano con el estadio del espejo, entiende que esa nueva acción psíquica es
la identificación a una imagen total que funciona como complemento ortopédico para la prematuración
del ser hablante, está precipitación a una imagen total y jubilosa validada por el otro de lo simbólico tiene
como condición en los esquemas ópticos que el cuerpo real sea inaccesible para la imagen virtual, oscura
intimidad lo llamara Lacan a esta dimensión inaccesible del cuerpo propia de los seres hablantes. Que las
pulsiones autoeróticas son iniciales lo leemos con Lacan como efecto del encuentro del viviente con el
lenguaje. Lo que trabajamos en esta unidad como primer efecto del lenguaje, primer efecto del lenguaje
es la fragmentación y pérdida sobre el goce del ser viviente, sobre el goce del instinto. Es por este efecto
que en el ser hablante lo imaginario la eficacia de las imágenes está perturbada, no así en los animales
donde hay continuidad entre el organismo y la imagen. Este primer efecto del lenguaje fragmenta la unidad
que suponemos, aunque no lo sabemos del instinto, es el lenguaje subvertiente del significante suelto de
corte, que marca o traza aquello que en su inscripción produce una pérdida y al mismo tiempo una
recuperación de goce, de esa operación resultan las zonas erógenas como agujeros, bordes de ninguna
totalidad, es el efecto -diríamos articulando los registros- de lo simbólico en lo real.

El significante produce entonces un corte y una pérdida, al mismo tiempo que inocula un goce, una
satisfacción pulsional, parcial y anárquica, pérdida de la naturalidad del instinto e incorporación de un goce
nuevo, al mismo tiempo que aceptación de un imposible ¿cuál imposible? La complementariedad con el
objeto de que ya leemos en Freud y que Lacan resumirá en su axioma “no hay relación sexual”.

Si el ser hablante por incidencia del lenguaje pierde la continuidad entre lo imaginario y lo real y su
conducta no está predeterminada por el instinto, la relación al cuerpo y a los otros encontrara su
orientación en el complejo de Edipo y el nombre del padre o en una suplencia, una invención frente al
trauma de la lengua.

Esto último se articula entonces a lo llamado segundo efecto del lenguaje, el de unificación articulado a
la inscripción del significante en nombre del padre. El efecto de unificación es un efecto de lo simbólico en
lo imaginario, unificación de las pulsiones parciales en la libido, constitución del cuerpo como unidad; En
este sentido es la castración como operación estructural que separa el goce del cuerpo, operación a partir
de la cual puede constituirse el cuerpo como imagen y unidad. El cuerpo se constituye como unidad
imaginaria en la medida en que se ha perdido un goce, al tiempo que esa pérdida se inscribe como falta.

No todo investimento libidinal pasa por la imagen especular hay un resto el objeto a no
especurabilizable que permite la constitución del cuerpo en tanto no se presentifica, Freud habla de un
resto (de satisfacción) que debe ser tomado como ajeno, “un resto que le es ajeno, un resto de satisfacción
que le es ajeno” a partir de la acción específica del otro y es necesario que ese resto sea separado del
cuerpo para que se constituya el yo realidad definitivo y el cuerpo como objeto libidinal, también el deseo
y la pulsión.

4. Narcisismo o cuerpo.
El cuerpo solo se constituye con la organización narcisista que es una operación de unificación, el cuerpo
es una construcción, se nace con un organismo no con un cuerpo. Conviene que hablemos de lo que en el
cuerpo no es imagen narcisista, hemos subrayado la dimensión de tener un cuerpo de la imagen que
funcione como reconocimiento y que no se ilusione como simple (síntesis), pero no todo. La satisfacción

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pulsional no se anula en la conformación del cuerpo como objeto libidinal, el síntoma neurótico da cuenta
de ello.

1893 Freud plantea diferencias clínicas entre las parálisis orgánicas y las histéricas que permite realizar
un exhaustivo diagnóstico diferencial. En las parálisis histéricas la delimitación de ese síntoma es una
delimitación exacta y la intensidad es excesiva, estas características no confluyen en las parálisis
orgánicas, concluye que la anatomía no explica las parálisis motrices histéricas y se pregunta Freud de qué
naturaleza es entonces la lesión que ocurre en este tipo de parálisis que no responden a la anatomía, la
histeria se comporta como si la anatomía no existiera. pág. 206 “toma los órganos, la histérica toma los
órganos en el sentido vulgar popular del nombre que llevan”, “es la concepción trivial popular de los
órganos y del cuerpo en general la que está en juego en las parálisis histéricas, así como en las anestesias
histéricas etc.”, “Esta concepción no se funda en un conocimiento ahondado de la anatomía nerviosa, sino
en nuestras percepciones táctiles y sobre todo visuales” pág. 207”.
Subrayemos entonces esa concepción del cuerpo, esa concepción trivial, popular de los órganos y del
cuerpo se sostiene, se soporta sobre todo de las percepciones visuales, es decir de la imagen. “Para la
histérica el brazo es la extremidad superior, tal como se dibuja bajo los vestidos”, nos dirá Freud, es
interesante ubicar al cuerpo en este punto como una envoltura, es la imagen la que lo viste, para Freud el
cuerpo es un cuerpo de nombres, de representaciones palabras, fundado en la imagen que vemos y que
con una vestimenta, refrán el hábito hace al monje, encubre lo real del cuerpo, retomando lo dicho antes
de la oscura intimidad inaccesible para el ser hablante citado por Lacan en sus escritos.

Freud define la lesión de las parálisis histéricas como una alteración de la concepción o de la
representación, una alteración de la idea de brazo. “Esa lesión consiste en que la representación queda
inaccesible al comercio asociativo por el valor afectivo que comporta y que en tanto exceso ha devenido
trauma”. En estas primeras elaboraciones, Freud dirá que esa representación pasa a formar parte de un
grupo psíquico segundo y es por eso por lo que se produce la parálisis como síntoma histérico, ese síntoma
que nada sabe de la anatomía. Es aquí en donde vamos a situar otra parte del cuerpo NO narcisista, que
incluso agujerea el narcisismo, el cuerpo afectado por una impresión que deviene exceso y se manifiesta
en síntoma cuyo sentido se van a enlazar a una satisfacción en el cuerpo; Así leemos que el cuerpo se
constituye para Freud en tres vertientes (1. la imagen, 2, idea o representación de ese cuerpo, 3. el valor
afectivo, la impresión, el afecto asociado a una representación). de estas tres vertientes se sirve freud para
pensar el cuerpo del ser hablante, allí se postula que el síntoma se produce en tanto que la imagen de la
zona afectada y la idea de esa zona quedan por fuera del comercio asociativo, fuera de las
representaciones que constituyen justamente el yo y el cuerpo como síntesis y quedan fuera del comercio
asociativo por el efecto que tiene un excedente, un exceso de afecto que inviste a esa representación.

En el síntoma entonces se trata de otro cuerpo, un cuerpo afectado por la satisfacción, por la pulsión,
por el deseo, por un recorte, por una zona donde se expresa una fantasía.

En 1971 Lacan dice “el cuerpo está hecho para gozar”. es una frase que resume bastante esta otra
vertiente del cuerpo no narcisista que estoy intentando transmitir:
Por un lado, tenemos el síntoma y el goce del síntoma que agujerea el narcisismo, pero también otra
vertiente del cuerpo como superficie de goce en tanto agujereado, un goce que quizás se manifiesta en la
resonancia del cuerpo, el cuerpo como superficie aguecada donde el decir hace eco y en ocasiones conlleva
un saber hacer con ese punto de fijación, con ese punto de goce, un saber hacer que vaya más allá del
síntoma neurótico que es satisfacción, pero también sufrimiento. Si el lenguaje deja una marca, una traza,

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afecta al cuerpo de un imposible, hay lo imposible de decir porque faltan las palabras y hay ausencia de
relación sexual porque el objeto no es complementario. Freud dice “el lazo entre objeto y pulsión es
contingente” y conviene aflojar los lazos entre pulsión y objeto, hay entonces los goces del cuerpo, el
síntoma neurótico es uno de ellos, según Lacan “conviene ventilarlo”. Hay también otro goce en el cuerpo,
el de la afectación alegre, el de la voz que resuena, el cuerpo de la poesía, del amor, del deseo, de la danza.

CONCLUSIÓN
1. El cuerpo es una construcción no es el organismo. Se tiene y se puede perder.
2. El cuerpo es imagen tratada como un objeto libidinal, el narcisismo lo constituye.
3. El narcisismo como concepto le permite a Freud una distinción entre neurosis y psicosis, respecto
de las causas y del mecanismo de formación de síntomas.
4. No todo el cuerpo es imagen, hay agujero en la consistencia imaginaria entonces hay síntoma como
satisfacción pulsional y también hay encuentros e invenciones sobre el fondo de lo que no hay.

sabiendo que esta carta se ha hecho un poco extensa, los despido.

pd. Comentarios y preguntas a tomasasanmigle@hotmail.com, ahi quizas la carta habrá llegado a


destino.

pd. Roberto Juarroz le dice a Alejandra Pizarnik: “La soledad es un engaño. O una forma de soledad. El ser
sano no está solo. Pensar no es soledad. La poesía no es soledad: no hay poesía sin presencias. En una ocasión,
Antonio Porchia me dijo: La compañía no es estar con alguien sino en alguien.”

CONFERENCIA 4- NARCISISMO Y GOCE

Presenta Marcelo Barros profesor de la Cátedra.

Nuestro tema es narcisismo y goce que son dos conceptos distintos, uno de Freud y el otro es de Lacan. El
concepto de goce es un concepto complejo, sería más correcto hablar de los goces más que del goce, pero
en este caso vamos a hablar de narcisismo y goce como dos naciones: una freudiana y la otra lacaniana,
es decir, que en conjunción y no en en disyunción.

San Agustín dice que la historia de la humanidad es la historia de la lucha entre el amor a sí mismo y el
amor al otro. Uno podría objetar esa definición tan estrecha o se la puede pensar como estrecha desde
las ciencias sociales como una simplificación, alguien preferiría hablar de lucha de clases o de la historia
decir, en otros términos. También es cierto que desde la psi

coanálisis uno podría objetar esa división entre el amor a sí mismo y el amor al otro porque uno podría
decir que el amor al otro a veces el narcisismo está depositado decir en otra persona y que uno puede
amarse a sí mismo en el otro, sobre todo decir si el otro es un reflejo especular de mi propio yo y de hecho
hasta el yo, el yo mismo -y esto es lo que dice Lacan-, el yo mismo es un otro, el yo mismo es un objeto,
somos un objeto narcisista, un objeto que tiene una carga libidinal muy importante y que tiene una
función: el yo tiene una función y el yo es una función, es una función de desconocimiento,
¿desconocimiento de qué? para simplificar: el yo es una función de desconocimiento de la castración,
es decir, que el yo es un objeto en principio con el cual obturamos la falta, ese narcisismo o este objeto

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puede no ser necesariamente la propia imagen especular sino que eso puede estar desplazado hacia un
ideal del yo en ese sentido (hacia un ideal del yo o hacia una persona que que uno ama como así mismo).
Entonces, en ese sentido uno puede cuestionar la caracterización de San Agustín, sin embargo, si uno toma
lo que San Agustín dice como la oposición entre el amor a sí mismo y el amor al otro. Y, acá la palabra Otro
la ponemos con mayúscula en el sentido del otro o lo otro como radicalmente otro, como algo que no es
mi reflejo especular sino que el otro como algo que es ajeno a mí yo, que es verdaderamente otro y que
sería el destinatario de lo que Freud llama “libido del objeto” porque la libido del objeto no es la libido
puesta en mi semejante sino que la libido del objeto es justamente aquella libido que está puesta sobre el
objeto de mi deseo y que justamente el objeto de mi deseo es un objeto que cuestiona mi narcisismo. En ese
sentido hay un conflicto entre el yo narcisista para Freud y la libido de objeto como causa del deseo, hay
una oposición entre el narcisismo y el deseo, y que, en ese sentido uno podría decir que la frase de San
Agustín es cierta desde un punto de vista freudiano en tanto para Freud una forma, una de las posibles
formas de plantear el conflicto psíquico esencial es entre el yo y la libido de objeto o -si ustedes quieren-
entre el narcisismo y aquel aspecto de la sexualidad porque el narcisismo es una sexualidad puesta en el
yo, hay un conflicto entre el yo y el narcisismo y aquella parte de la sexualidad que nos lleva hacia lo otro,
que nos lleva hacia lo que es diferente, eso es algo que nosotros vemos hoy en el mundo no solamente a
raíz de esta pandemia que nos afecta y que pone de manifiesto, quizá más que nunca, diferencias de
aptitudes respecto de la solidaridad y la actitud hacia el otro, sino que es algo que se viene planteando
desde antes de la pandemia la actitud o el problema del inmigrante, del otro, del extranjero, del extraño,
de qué lugar se le da decir a eso, de qué lugar se le da a esa persona. En ese sentido el narcisismo no
solamente se opone a la libido de objeto y al deseo sino que también se opone a la transferencia y en este
sentido podemos establecer una oposición entre narcisismo y transferencia una oposición que ya
aparecen en las primeras clasificaciones nosológicas de Freud cuando él habla de psiconeurosis narcisistas
que serían aquellas posiciones subjetivas o aquellas afecciones resistentes al dispositivo analítico no
tratables por el dispositivo analítico y, las neurosis de transferencia que si son tratables a través del
psicoanálisis.

Bien, uno puede cuestionar después esta clasificación, esta primera clasificación que Freud hizo. Pero
es cierto que la transferencia supone una dirección al otro, la transferencia supone cierta localización de
la libido del objeto porque lo que se transfiere justamente en la transferencia es la libido del objeto y de
hecho en el amor sobre todo decir cuando se ama al otro en tanto otro y esta sería como la gran pregunta
¿no?: ¿puede haber un amor más allá del narcisismo?, ¿puede puede haber un amor que sea algo más que
amarme a mí mismo en el otro?, ¿un amor que se dirija al otro en tanto otro? bien a esto es a lo que Freud
le llama libido del objeto y que es la que está en juego en la transferencia. Justamente el narcisismo es algo
que hace obstáculo a la transferencia. La experiencia analítica es una experiencia de la propia división
subjetiva, la experiencia analítica es una experiencia de la castración en tanto de algún modo es una
experiencia del inconsciente, es una experiencia que nos muestra la experiencia analítica que no somos
amos, no somos los amos como nos creemos que somos de nuestros pensamientos, de nuestras palabras,
de nuestros discursos, y no dominamos nuestro cuerpo, no dominamos nuestros síntomas, no
dominamos nuestras asociaciones y no dominamos al partenaire del amor, al partenaire de la libido de
objeto ¿no? justamente el partenaire, el amor, el partenaire de la libido de objeto es algo que pone en
juego o pone en jaque al narcisismo, es algo que divide al sujeto, nos divide a veces y el sujeto se
pregunta: ¿Por qué me enamoré de esta persona? o ¿qué tiene esta persona que me puede? que por ahí
hace que ciertas actitudes narcisistas por fortuna cambian Freud cita a un místico que decía “donde nace
el amor muere el yo, ese déspota sombrío “ y, está bien ubicar al yo narcisista como “un déspota” en el

31
sentido de que el yo narcisista es una función de desconocimiento y es una función de desconocimiento
porque es una función de dominio es alguien que se pretende amo del propio cuerpo y amo de sus
elecciones, pero lo cierto es que uno no desea lo que uno quiere, uno no desea lo que se le canta o aquello
que tiene ganas. El deseo ocurre, ocurre o no ocurre, uno puede tener muchas ganas de enamorarse de
una persona o puede tener muchas ganas de excitarse sexualmente es decir con una persona. El yo podría
querer elegir a un partenaire que digamos le convenga según las directivas del ideal, pero en realidad las
condiciones eróticas, las condiciones del amor ya sea un amor tierno, un amor sensual, un amor con
enamoramiento con proyección de pareja o que sea un amor ocasional, momentáneo y pasajero no es
algo que dependa de la voluntad del sujeto, si es algo que sucede como la creación, como el arte; Había
un pintor que se llamaba Whistler que decía: “art happens”, el arte sucede, el arte ocurre. En ese sentido
es decir la pareja cuando realmente la pareja es un destinatario de la libido de objeto porque lo que se
transfiere sobre el otro es un objeto parcial inconsciente, no sabemos qué tiene esa persona que nos
enamora, no sabemos que tiene pero sentimos como que tiene algo algo íntimo nuestro, algo íntimo pero
que es algo íntimo y desconocido -y acá yo traería un poco el mito que Lacan retoma en el seminario de la
angustia-, el mito de Adán y Eva: como el objeto de amor de Adán según el mito el objeto de amor de Adán
que es Eva está hecho con una parte del cuerpo de Adán que él ha perdido, decir con una costilla perdida
quiere decir que hay un objeto que se ha cedido al campo del otro, no es que el sujeto lo cede
voluntariamente, hay una operación que es lo que Lacan y Freud llaman castración que es haber perdido
algo hay un objeto perdido y justamente decir la castración es una ley que determina que debemos buscar
o tratar de reencontrar ese objeto perdido, ese objeto de la falta en el campo del otro en el exterior, no en
nosotros mismos. En ese sentido uno puede decir que el sujeto deseante, el sujeto deseante empujado
por la libido del objeto es un sujeto de la falta es un sujeto al cual le falta algo y que por eso desea, mientras
que el sujeto narcisista sería un sujeto que vive en la ilusión de la completud porque la completud es una
ilusión. El narcisismo por eso decimos que es una función de desconocimiento lo decimos con Lacan que
el narcisismo es desconocer, es decir, a esa falta, el narcisismo es creer que podemos bastarnos a nosotros
mismos, que podemos no depender de nadie, que podemos no deberle nada a nadie, podríamos decir
que el sujeto narcisista es un sujeto sin gratitud como decía Melanie Klein, ella Melanie Klein tenía un
trabajo que es un clásico del psicoanálisis: “Envidia y gratitud”, el sujeto narcisista es un sujeto sin gratitud,
es un sujeto que cree no deberle nada a nadie y que en el fondo aun cuando pueda tener conductas que
desde afuera puedan verse como altruistas es alguien que está centrado en sí mismo, centrado en su
propio yo, en su egocentrismo, egocentrismo que puede estar depositado decir en un ideal muy noble
pero a veces hay gente que es muy idealista y que pone todo por los ideales y no registra a las personas
que tiene al lado, hay gente que es decir ama a la humanidad en un sentido abstracto y que por ahí son
incapaces de un amor que tenga nombre porque en realidad el verdadero amor empieza por un nombre
dice Lacan, es decir, ahí en el nombre, en el nombre de alguien concreto singular ahí empieza el amor, la
humanidad aparece en principio es decir como una decir como una abstracción sobre la cual también si
yo me pienso como un benefactor de la humanidad mi narcisismo se puede ver muy gratificado.

Una cuestión que es importante clínicamente tener en cuenta es que el narcisismo no es solamente
glorificarse a uno mismo, no es verse al espejo y creer que uno es Gardel, que uno es lo más, que uno tiene
todas las perfecciones. Hay narcisismo siempre que está presente está ilusión de completud, esta ilusión
que desmiente la castración, no necesariamente esa ilusión de completud tiene que estar puesta en el
propio yo, justamente lo que vamos a ver es que el neurótico es alguien que puedes sentirse impotente,
puede criticarse a sí mismo, puede sentirse que es el peor de todos, no el mejor de todos, sino el peor de
todos. En este sentido yo diría que manía y melancolía son como dos polos, dos polos de inflación y

32
deflación del narcisismo y dónde incluso el sujeto de allí donde el sujeto resalta sus miserias resalta sus
miserias, su impotencia, sus defectos, ahí hay un narcisismo porque el sujeto se da demasiada importancia,
es un modo de darse demasiada importancia cuando uno exagera los propios defectos y donde además
hay un regodeo en el sujeto de narrar su propia miseria porque además es el efecto que el sujeto tiene le
da un ser, le da a un ser una consistencia y justamente la experiencia analítica tiende a cuestionar el yo
soy, la experiencia analítica tiende a cuestionar esto porque yo puedo decir yo soy el peor de todos y es
un modo de decir “yo soy”, puedo decir soy el peor de todos, puedo decir soy el mejor de todos, igual yo
soy decir ahí, la experiencia analítica cuestiona es decir ambas cosas justamente el sujeto dividido, el sujeto
barrado es más bien un sujeto cuestionado en su ser, es un sujeto indeterminado y es un sujeto que se
hace una pregunta, justamente por eso despliega la pregunta por su ser y por su deseo. En ese sentido
volviendo al mito de Adan y Eva, ustedes piensan “bueno, entonces, Adán ama a Eva, a la mujer porque
ella es la depositaria de un objeto que él ha perdido, de una parte, perdida de su cuerpo y que nunca y
que nunca reencontrara y entonces esto pone en falta, en este caso al sujeto que es que es Adan, es un
sujeto en falta es un sujeto deseante es justamente decir porque ha perdido algo que desea y que su deseo
se orienta hacia algo exterior, hacia algo otro. Ahora bien, supongamos que hubiera habido en Adán una
falla en la constitución de su aparato subjetivo o no una falla que tal vez se constituyó de un modo diferente
al sujeto neurótico y supongamos que esa carga de objetos depositada en Eva sea una carga de objeto
lábil que en realidad ese amor no sea un verdadero amor y el objeto perdido vuelva a su cuerpo, pongamos
que la costilla perdida vuelve al cuerpo de Adán, esto es lo que Freud llama: retracción libidinal que no
hay que confundir con la introversión libidinal. La introversión libidinal es satisfacer mi deseo en objetos
de la fantasía pero hay libido de objeto lo que pasa que está puesta en la fantasía, podríamos decir que la
esencia de la neurosis para Freud es justamente el estado de introversión de la libido y que si lo
queremos decir en términos de Lacan es la sustitución del acto por la fantasía, en lugar de llevar a
cabo un acto yo satisfago masturbatoriamente, no necesariamente tiene que haber una acción
masturbatoria real pero satisfago mi deseo en sueños diurnos, en ensoñaciones y me contento con eso y
esas sensaciones además son narcisistas y sostienen la ilusión de completud, evitan la castración, evitan
la angustia de lo que es el encuentro con lo otro porque siempre encontrarse con el partenaire del amor
o con el partenaire del deseo, afrontar los desafíos del deseo siempre trae angustia, trae nervios, pueden
ser nervios lindos, pero trae nervios, hay que tener cierto coraje para enfrentar las vicisitudes del deseo.

En general el sujeto neurótico evita eso prefiriendo el partenaire de la fantasía porque el partenaire de
la fantasía es dócil. Es dócil el partenaire de la fantasía mientras que el partenaire real es un partenaire del
otro y es un otro y entonces está el desafío de enfrentarse con lo otro y con las diferencias. Ahora
supongamos que éste Adan no sea un neurótico sino que sea alguien que opera lo que Freud llama una
retracción de la libido al yo, quiere decir que está libido de objeto se reintegra, vuelve al yo y entonces ahí
se produce para Freud una estasis libidinal quiere decir una pérdida de la condición deseante, podríamos
decir que la retracción libidinal lleva a un estado narcisista del sujeto que hace que el sujeto pierda su
condición de sujeto del deseo y el primer efecto de esto y uno lo ve en ciertos prolegómenos de episodios
psicóticos puede empezar por una depresión o por una hipocondría, pongamos que Adán empieza a sentir
que tiene algo raro en su cuerpo que algo raro hay en él. Empieza a pensar si hay algo extraño dentro de
su cuerpo, si está enfermo de algo, quizá piensa que tiene cáncer, quizá piensa que tiene leucemia, o que
está enfermo de esto de lo otro, empieza a tener ideas hipocondríacas, una angustia hipocondríaca, una
pérdida de interés por el mundo, a veces esto puede ser tan intenso esta angustia hipocondríaca puede
llegar a ser tan intensa que el sujeto se melancolice y se suicide, a veces hay muchos sujetos psicóticos que
no llegamos a saber que son psicóticos porque no se desencadena, no llega a desencadenarse eso y la

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angustia puede llegar a ser tan intensa que el sujeto lleva a cabo un pasaje al acto Pero otra posibilidad
sería que Adan piense que lo han envenenado y ahí ya hay un delirio, ahí ya hay algo paranoide, ya ahí hay
una idea “me están envenenando” o “alguien está influyendo en mí desde afuera” no sé a través de rayos
o de un aparato de influencia o como Schreber a través de ciertos milagros dios provoca estas cosas es
decir en mi cuerpo, hay un otro maligno que me está produciendo esto. Este delirio ya es un modo de
reconstruir la realidad para el sujeto, restituye el lazo es decir entre el sujeto y la realidad. En ese sentido
esto es para dar un ejemplo de la relación de la oposición entre narcisismo y libido del objeto y donde
también debemos recordar que siempre si bien el narcisismo implica goce, hay aspectos pulsionales
incluso goces pulsionales que son incompatibles con la imagen narcisista. Y, son incompatibles con la
imagen narcisista cuando son incompatibles con el ideal, justamente la neurosis se produce porque el
yo reprime o desconoce o no se permite el acceso a ciertos deseos, no se permite determinados
actos porque no son compatibles con lo que el ideal dictamina. El ideal es una demanda del otro, es el
otro que dictamina, dice “te quiero así”, o “tenés que tener esta imagen para ser amable desde la mirada
del ideal”, cuando el sujeto lleva a cabo algo que no va en la dirección del ideal entonces ahí hay conflicto,
ustedes van a ver un caso es decir el caso del hombre de las ratas, es un caso de Freud donde la neurosis
o una de las posibles desencadenantes de la neurosis es una elección matrimonial que tiene que hacer el
sujeto y donde se le da el problema de elegir entre la mujer que verdaderamente ama, que
verdaderamente desea y que realmente le interesa o la mujer que le conviene socialmente, la mujer que
conviene según los ideales sociales de vida, los ideales de su familia, la mujer que el ideal marca como
ideal narcisista que le conviene para él una mujer, digamos de una clase en este caso en el caso del hombre
de las ratas, una mujer de una clase social elevada, mientras que él se ha enamorado de una mujer
justamente otra de otra clase social, una mujer diferente que pone en cuestión sus ideales, sus intereses
narcisisticos, en ese sentido el narcisismo quisiera, es decir que el narcisismo desmiente o desconoce la
castración es lo mismo que decir que desmiente o desconoce la no existencia de la relación sexual, es otro
modo de decir lo mismo porque en el fondo la ilusión narcisista, la ilusión narcisista de sentirme completo
-ustedes fíjense y esto es algo que Lacan usa muchas veces, Lacan habla de la esfera como una
representación imaginaria del narcisismo: vieron cuando alguien dice esto me salió redondo, la idea de lo
redondo como lo perfecto no?, ahora lo redondo también puede ser una burbuja o un globo, el globo es
una metáfora por lo menos para nosotros para los argentinos es una metáfora de la mentira del engaño
esto es un globo y es algo que es pura imagen pero que hay vanidad adentro, hay pura imagen. Esta idea
de la esfera redondita tan bonita y perfecta es también la idea de la pareja complementaria y
complementada ¿no? la media naranja y la media naranja media naranja y media naranja hacen una
naranja toda redondita y perfecta, algo así como la luna de miel también redondita la luna y todo perfecto.
Y, donde en esa buena forma -fíjense que lo redondo el círculo en la esfera es una Gestalt-, la Gestalt es
algo que cierra cierra aparece como completo, como cerrado clausura, como clausurar todo debate
clausurar todo conflicto “me salió redondo”, es decir, a esto no le falta nada, es negar eso es desconocer,
eso es desconocer que toda pareja heterosexual, homosexual toda relación de 2 de lo que sea: hetero,
homo, trans, queer, no binario, etcétera, dos personas de lo que sea no importa cuán, como se
autodefinan, esas dos personas lo que el psicoanálisis dice es que no hacen uno. La no relación sexual
quiere decir que esas dos personas jamás van a ser uno, que es un poco el mito del andrógino. Entonces,
hacer uno sería media naranja y media naranja, la pareja ya habla de una paridad que, ¿puede haber una
paridad? sí por supuesto a nivel de los derechos civiles y ciudadanos y puede haber una paridad jurídica
en el sentido de una igualdad de derechos, pero lo cierto es que en la relación humana, en la relación
afectiva y con convivencia o sin ella -sea la pareja heterosexual o sea homosexual-, el otro es otro y ninguna
pareja es verdaderamente pareja sino que en toda pareja hay disparidades hay desencuentros si hay algo
que no que no cierra y justamente decir la operación analítica va en contra de esa clausura.
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La operación analítica más bien tiende a abrir o a tratar de evitar que el sujeto persista en esa ilusión,
en ese engaño, en ese desconocimiento porque además esto lleva, cuando el sujeto sostiene esa ilusión,
ese desconocimiento, ese engaño el sujeto entonces no soporta las diferencias, no soportan las diferencias
porque no soportan la castración, no soporta su propia condición sexuada y su propia condición mortal
porque la muerte y la sexualidad son las dos cosas que ponen objeción a las pretensiones del narcisismo
de tener un control absoluto sobre nuestra vida.

Por eso, yo quisiera terminar acá esta exposición (decir muy breve) recordando dados los tiempos que
están corriendo en este momento, hoy es 7 de mayo de 2020 estamos en plena cuarentena aquí han en
Buenos Aires y quiero recordar un pasaje de la novela la peste de Albert Camus donde el habla del
humanista y por el humanista se está refiriendo al sujeto de la modernidad, el sujeto de la modernidad es
un sujeto bien narcisista por eso Freud hablaba de una degradación general de la vida erótica justamente
porque hay una degradación del deseo, el sujeto consumidor del capitalismo es un sujeto que obtura
su división subjetiva, embota su deseo, no quiere saber nada de su deseo y desconoce su deseo a
través de los goces del consumo, de la adicción compulsiva, es decir, a lo que sea a sustancias ilegales
o legales o actividades es decir perfectamente legales, es decir, el trabajo también puede ser algo que esté
al servicio de no pensar y de no hacerse ninguna pregunta y entonces Camus dice que él sujeto de la
modernidad el humanista no cree en la plaga, no cree en los azotes de la naturaleza porque él cree, el
sujeto de la modernidad cree que puede controlar la naturaleza, se cree tan poderoso que se cree en
posición de proteger a la naturaleza de sí mismo, le perdona la vida a la naturaleza y por eso la mete en
reservaciones, cree que puede confinar a la naturaleza en reservaciones como se confinaba a los pueblos
originarios, cómo se confinaba al otro, cree que puede hacer lo que quiera con su cuerpo, a veces cree que
puede hacer lo que quiere con el cuerpo del otro. Lo que dice Camus es que este sujeto de la modernidad
es un sujeto que sólo piensa en sí mismo y no cree en la plaga, no creer en la plaga es no creer en lo real
en lo que Lacan llama lo real, no cree en el trauma, no cree en aquello que puede cuestionar nuestro
saber, que puede cuestionar la autoridad o la soberanía de nuestro yo. Por eso un pensador argentino
que se llamaba Óscar Masotta que fue quien introdujo a Lacan en la Argentina y yo diría más, se introdujo
a Lacan en la lengua castellana, Óscar Masotta decía: ¿Por qué se reprime la sexualidad?, ¿por qué el yo no
quiere saber nada de la sexualidad? ¿por qué la sexualidad es algo de lo cual no queremos saber? Y
Massota dice: lo que no se quiere saber de la sexualidad es que no hay saber sobre la sexualidad, no hay
un saber de manual o un saber hacer, no hay un saber que nos permita dominar el deseo, no hay algo así
como eso. El deseo ocurre y frente al deseo al sujeto no le queda otra que inventar, no le queda otra que
la invención, esto que los griegos llamaban poiesis y que llamamos poesía y que es algo más que declamar
o recitar versos o escribirlos, sino que hay función poética toda vez que inventamos algo o creamos algo en el
lugar de la relación sexual que no existe.

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CONFERENCIA 5 – LOS DOS EFECTOS DE LA ESTRCUTURA DEL LENGUAJE
Fabián Schejtman

Hola ¿cómo les va? Estamos en el borde de la 5ta semana de clases, es decir, estamos ya aproximándonos
al final del primer conjunto temático. En este conjunto hemos abordado fundamentalmente dos ejes de
trabajo: La relación entre la psiquiatría y el psicoanálisis. Hemos examinado especialmente el surgimiento,
el desarrollo y porque no decirlo también, el ocaso de la psiquiatría clásica y también nos hemos ocupado
de transmitir algunas nociones introductorias psicoanalíticas a la psicopatología, es decir, no se trata de
nociones introductorias al psicoanálisis. Ustedes al psicoanálisis ya han sido introducidos por la asignatura
“Psicoanálisis Freud” ¿no? se trata de nociones psicoanalíticas que nos van a permitir, ya nos están
permitiendo hasta cierto punto, pero sobre todo esto va a ser más evidente en el segundo conjunto
temático, en el tercero y en el cuarto. Nos van a permitir un abordaje de los temas y de los problemas
psicopatológicos que tenemos que encarar. Verán ustedes especialmente ya en el próximo conjunto
temático la potencia clínica de estas nociones, especialmente aplicadas al distingo freudiano mayor que
Lacan retoma, que es la oposición neurosis-psicosis y podrán comprobar hasta qué punto nos son
imprescindibles estas nociones para el desarrollo de todas las problemáticas psicopatológicas que vamos
a desarrollar en el año.

De todos modos, hasta aquí, el trabajo con estas nociones fue algo desordenado, naturalmente es así,
es complicado saber por dónde se entra al campo del psicoanálisis, con qué noción, cuál es la primera,
cuál es la segunda, pues no hay un orden, uno podría decir que se va avanzando en espiral y entonces en
algún momento surge la necesidad de introducir un punto de capitón, un nudo. Y es lo que pretendo hacer
precisamente en la clase de hoy bajo el título “Los dos efectos de la estructura del lenguaje”. Si hasta este
momento hemos dado algunas vueltas en torno a estas nociones psicoanalíticas introductorias, como si
fuese una especie de calesita, pues bien, en algunas de esas vueltas debía llegar el momento como se dice
habitualmente de sacar la sortija ¿la atraparán ustedes? la verdad es que no está asegurado. Pero en
principio, mi objetivo en esta clase es el intento de entregarles a ustedes una clave de ordenamiento
retroactivo, de todas estas nociones que venimos introduciendo desde nuestra primera semana de
cursada. Ahora bien, que uno le pase alguien la clave no quiere decir que de inmediato pueda utilizarla
para descifrar aquello a lo que se aplica, porque la clave en sí misma puede ser un enigma, puede ser
enigmática, y de hecho esta clave lo es.

Los invito, entonces a que abran ustedes, el documento pdf que está allí linkeado debajo de este audio
que estamos escuchando en nuestro blog de clases grabadas y van a encontrar allí la clave que quiero en
principio transmitirles, la clave está de algún modo cifrada en este cuadro de los dos efectos de la
estructura del lenguaje que encuentran ustedes en este documento, en este archivo PDF. Es preciso que
ustedes entren a ese documento, lo abran y lo tengan a la vista durante todo el desarrollo de la clase
puesto que a él nos vamos a dedicar.

De inicio, este archivo con este cuadro de los dos efectos de la estructura del lenguaje les puede parecer
a ustedes una perfecta sopa de palabras, letras y colores. Al comienzo puede ser y de hecho lo es, un caos
perfectamente indiferenciado. Bueno, nuestra tarea hoy es poder deslindar algunas relaciones simbólicas,
van a ver, vamos a tomar seguramente pares de nociones que nos van a permitir entonces producir efectos
de lectura que, inicialmente ordenando este cuadro, les permita ordenar todo el trabajo que hemos estado
haciendo hasta aquí. De modo que la clase de hoy, bajo el título “Los dos efectos de la estructura del

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lenguaje” tiene, insisto, esta función de nudo, esta función del punto de capitón, esta función de clave
ordenadora.

Ustedes me dirán y a sus docentes en las comisiones, si efectivamente, finalmente ha producido ese
efecto.

La clase de hoy por lo demás, tiene alguna bibliografía de referencia, pueden encontrar un desarrollo
comprimido de lo que vamos a desplegar en mi artículo “Una introducción a los tres registros”
especialmente en el punto que he llamado “Los objetos a y los dos efectos de la estructura del lenguaje”
pero también habrá alguna referencia al texto freudiano “Introducción del narcisismo” y también a un
pequeño párrafo del escrito de Jacques Lacan llamado “La dirección de la cura y los principios de su poder”.
Probablemente haga referencia también a algunos párrafos del seminario 14 de Lacan, “La lógica del
fantasma” y del seminario 20 “Aún”.

Y ahora si nos introducimos en “Los dos efectos de la estructura del lenguaje”, si ustedes toman el
documento este, verán ustedes que hay allí en azul están marcados los dos efectos que queremos
destacar. Un efecto de fragmentación y un efecto de unificación. El cuadro puede ser como les decía antes,
una sopa de letra, de palabras, de colores. Pero ya allí en azul ustedes tienen una oposición freudiana que
es la base sobre la que vamos a sostener la introducción a este cuadro, que es la oposición finalmente
entre autoerotismo y narcisismo.

Si hay alguna idea que sobresale del texto “Introducción del narcisismo” en freud, es que efectivamente
el narcisismo es algo que hay que introducir puesto que no está de entrada. La idea de freud es que de
entrada más bien hay autoerotismo, es decir, fragmentación en el nivel que él llama la satisfacción
anárquica de las pulsiones parciales y quien de ustedes no sabe, que freud propone allí que es preciso un
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nuevo acto psíquico para que el yo se constituya a partir del autoerotismo. Es decir, que es preciso un nuevo
acto psíquico para que se pase de esa fragmentación inicial a esa ilusoria unificación (vamos a llamarlo así)
que es el narcisismo freudiano respecto del cual Freud sitúa allí la constitución del yo. Así que de entrada
de todo ese mar de palabras y de colores y letras, se puede ya ubicar una primera oposición freudiana que
va a sostener, insisto, esta propuesta de los dos efectos de la estructura del lenguaje que es la oposición
autoerotismo-narcisismo. Y los efectos de la estructura del lenguaje son no otros que estos dos: la
fragmentación y la unificación. Ahora bien, lo que conviene comenzar destacando es que estos dos
efectos de la estructura del lenguaje que ahora llamamos fragmentación y unificación son productos de
operaciones, es decir, son efectos propiamente de operaciones y estas operaciones son operaciones
simbólicas.

Es lo simbólico, es decir, la estructura del lenguaje, lo que produce esos dos efectos: el primer efecto de
fragmentación y un segundo efecto de unificación. Y, entonces vale la pena que ustedes desde el vamos
en relación con este esquema distingan las operaciones de sus efectos. Las operaciones en este cuadro estan
marcadas con un color rojo la primera, con un color amarillo la segunda. A la primera la vamos a llamar
trauma, eventualmente llegaremos a ubicar allí la identificación que freud llama primaria y a la segunda
operación la vamos a llamar castración, es la que está ubicada allí en amarillo. De modo tal que allí vamos
a ubicar un primer efecto de la estructura del lenguaje, un efecto que ahora voy a adjetivar como
traumático que es el efecto de fragmentación producido por esa operación que Freud llamó identificación
primaria. Y luego un segundo efecto del lenguaje, el efecto de unificación que no es sin la operación, que
vamos a ver en qué consiste, pero que en principio Lacan lee en Freud como castración. Agreguemos por
último para terminar de deslindar la cuestión de las operaciones y de los efectos, que la primera operación
se produce ya sobre un campo, es decir, que no se opera sobre nada si no se opera sobre un campo y
entonces consideramos un tiempo anterior al de la fragmentación por mítico que ese tiempo sea, a eso lo
llamamos tiempo cero.

Ven ustedes entonces que el cuadro de los dos efectos de la estructura del lenguaje supone 3 tiempos:
-Un tiempo cero (Tiempo 0)
-Luego viene la operación primera que es el trauma, que hemos llamado identificación primaria.
- Un tiempo segundo (Tiempo 1), al que llamamos tiempo uno, que es el efecto de fragmentación
producto de ese trauma que hemos ubicado en el nivel de esa identificación primaria.
-Y luego un tiempo tercero (Tiempo 2), que acá ubicamos con el número dos porque contamos al
tiempo cero como primero y ese tiempo segundo es la unificación producto de la operación de
castración.

Ven ustedes que podríamos decir, que la estructura del lenguaje opera aquí como un rastrillo, un
rastrillo de dos dientes, introduciendo podríamos decir así, en lo real “dos cortes” y esos dos cortes
establecen entonces tres campos. El primer diente de la estructura del lenguaje, lo llamamos identificación
primaria traumática, establece un distingo entre un tiempo cero y un tiempo uno y luego el segundo diente
de ese trastillo es el que viene a instituir una separación entre el tiempo uno y el tiempo dos.

Caractericemos en primer lugar el pasaje del tiempo cero al tiempo uno: insisto que se trata del tiempo
cero porque es un tiempo mítico, es decir que lo suponemos lógicamente pero no es que hay seres
hablantes allí, puesto que de lo que se trata en el tiempo cero es del tiempo de la existencia del viviente.
Podemos hablar allí de una relación que tiene el viviente con el objeto de la necesidad, es decir hablamos
allí de lo que se llama usualmente el instinto, en donde se produce la satisfacción de las necesidades. El

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sujeto animal si queremos llamar de algún modo, al que estoy llamando viviente, se encuentra sin ninguna
mediación en principio con el objeto de que viene a calmar la necesidad. El instinto no es otra cosa que
ese saber que le permite al viviente alcanzar la satisfacción de necesidad en un objeto que viene a
acoplarse precisamente a ese empuje que va del viviente hacia él. Lo que llamamos trauma que no es otra
cosa que el aprendizaje de una lengua para Lacan es precisamente el trastorno absoluto que introduce
para el viviente el encuentro con el otro del lenguaje. Suponemos un tiempo mítico en donde el viviente
no ha sido tocado por el lenguaje y una operación primera que con freud llamamos identificación
primaria y que precisamente no debe confundirse con la identificación especular, que es la que forma
el yo porque esa va a ser secundaria. Esa identificación primaria traumatiza al viviente, mortifica al
viviente, trastorna todas funciones vitales. Lo hemos trabajado ya en alguna clase, desde la alimentación,
hasta el sueño y la reproducción dejan de ser funciones naturales para el ser hablante y están
precisamente enloquecidas por el hecho de haber tenido que hacer pasar la necesidad por lo que Lacan
llama los desfiladeros de la estructura del significante. Como un efecto de esa operación traumática, de
haber sido tomados por el otro del lenguaje, lo que tenemos ya no es el instinto, si no la pulsión, más aún
las pulsiones parciales, lo que Freud llamó satisfacción anárquica de las pulsiones parciales en el nivel de esa
fragmentación propia del tiempo que freud llamó autoerotismo. Quisiera detenerme por un momento en
una definición bastante temprana que Lacan da de identificación primaria para que vean porque yo sitúo
a esa operación en ese lugar, en ese lugar entonces de pasaje del tiempo cero, de ese tiempo mítico en el
que el viviente satisface sus necesidades por la vía del instinto, ese pasaje de ese tiempo cero al tiempo
uno, que es propiamente, el tiempo en el que el ser hablante se presenta fragmentado en el nivel de esos
plurales que ustedes encuentran en el autoerotismo, en lo que Freud llamó pulsiones parciales, zonas
erógenas de ningún cuerpo (porque el cuerpo no se ha formado aún como totalidad), objetos de las
pulsiones parciales, es decir el tiempo de la fragmentación. Voy a detenerme entonces en una definición
que Lacan da, de identificación primaria retomando a Freud y modificando algunas cuestiones que Freud
plantea respecto de esa identificación. El texto es “La dirección de la cura y los principios de su poder” pág
598 de mi edición del tomo 2 de los escritos (voy a leer la frase entera, después vamos a desmenuzarla un
poquito)

Lacan dice: “conviene recordar que es en la más antigua demanda donde se produce la identificación
primaria, la que se opera por el poder absoluto materno, a saber, aquella que no sólo suspende del aparato
significante la satisfacción de las necesidades, sino que las fragmenta, las filtra, las modela, en los desfiladeros
de la estructura del significante.”

Vamos paso a paso:

Lacan dice que es en la más antigua demanda donde se produce la identificación primaria→ se trata
precisamente, de una demanda que le llega al viviente por parte del Otro primordial, una demanda que es
insensata, que Lacan dice está operada por el poder absoluto materno. Hay allí una diferencia con Freud,
ustedes están acostumbrados a leer la identificación primordial en Freud como una identificación con el
padre, así dice efectivamente en “Psicología de las masas y análisis del yo”. En todo caso, en “El yo y el ello”
Freud agrega que esa identificación puede ser al padre o a la madre, porque dice que en realidad no hay
distingo entre el padre y la madre en ese tiempo tan primordial, que en realidad es mítico. Digámoslo con
todas las letras: todo lo que en Freud es primario, la represión primaria, el masoquismo primario, la
identificación primaria, es mítica. O podríamos decirlo con Lacan, es estructural, es decir, no se ubica en la
diacronía de la vida de un sujeto, más bien funda la posibilidad de la existencia de un ser hablante, con
Freud diríamos instituye el aparato psíquico, no hay aparato psíquico antes de esa identificación.
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Bueno, les decía entonces que en “El yo y ello” Freud señala que puede no ser el padre, puede ser al
padre o a la madre o que no hay diferenciación en todo caso en ese tiempo mítico, para un ser hablante
entre el padre y la madre.

En el caso de Lacan, lo que está indicando es que se trata de la demanda que proviene del Otro
primordial, la demanda que se opera, por lo que llama aquí, el poder absoluto materno.

De todos modos, como una nota a pie de página, vale la pena indicar que un Lacan posterior en su
seminario 22 RSI, sorprendentemente vuelve a la posición freudiana de “Psicología de las masas”,
destacando que esa identificación primaria sería una identificación con el padre, más aún, con el amor del
padre. Se ve que aquí la cuestión radica en poder eventualmente determinar qué es lo que traumatiza. ¿Es
el padre?, ¿es la madre? En última instancia si se trata del traumatismo que proviene del lenguaje. Pero no
vayamos tan lejos, cerremos la nota al pie de página y volvamos ahora, al planteo de la dirección de la cura
en el nivel de ese poder absoluto materno. Uno diría, se va a producir a partir de esa identificación
primordial un sujeto que queda sujetado al puro capricho del Otro primordial, al puro capricho de los
significantes que provienen de ese Otro primordial. Uno podría decir que en Freud esto está ligado a esos
cuidados maternos iniciales, a partir de los cuales la madre erogeneiza el cuerpo del niño, insisto, no
tenemos cuerpo en el sentido de lo imaginario. Estoy hablando más bien de un organismo o del viviente
que es tomado por esos significantes insensatos primordiales que opera esa demanda materna caprichosa
y que viene a recortar en ese organismo, lo que Freud llama, zonas erógenas, son zonas de ninguna
superficie total porque la superficie como unidad se va a constituir secundariamente con el narcisismo.
Acá lo que tenemos más bien, es la posibilidad de pensar la constitución no de un cuerpo como totalidad,
sino de esa fragmentación inicial que Freud ubicó en el nivel de las zonas erógenas y de una satisfacción
anárquica que Freud señaló, se da en el nivel de las pulsiones parciales.

Volvamos ahora al fragmento de “La dirección de la cura y los principios de su poder” que estamos
comentando, allí Lacan decía “conviene recordar que es en la más antigua demanda donde se produce la
identificación primaria, la que se opera por el poder absoluto materno”, y esto es lo que quiero destacar ahora
“a saber, aquella que no sólo suspende del aparato significante la satisfacción de las necesidades, sino que las
fragmenta, las filtra, las modela en los desfiladeros de la estructura del significante. Es decir, en esta
identificación primordial, el poder absoluto materno produce un efecto de fragmentación de la necesidad. En el
encuentro con el otro del lenguaje, el viviente sufre el poder fragmentador del significante. Esa es la entrada al
campo del autoerotismo y lo que da paso de la necesidad a las pulsiones parciales, es la fragmentación del
organismo viviente en el encuentro con el significante.”

Esos significantes que dan a luz a un sujeto, que no es todavía un sujeto que es representado por un
significante para otro significante, sino que lo que se produce más bien, es la identifijación del sujeto a
esos significantes primordiales. El sujeto que es producto de esa identificación primaria es un sujeto
SUJETADO a esos significados primordiales, que no quieren decir nada porque son s1, s1, s1, s1. No
tenemos todavía el par discursivo s1, s2. Es la marca insensata que le viene al viviente del Otro y que como
si fuera una vaca ésta lo yerra, le deja una marca, así el sujeto que es producto de esta identificación
primaria es un sujeto que queda fijado, identifijado a ese S1. Lo ven en el cuadro de los dos efectos de la
estructura del lenguaje, S1 sobre sujeto tachado s1/$. Hay una petrificación del sujeto en esa identifijación
a los significantes del Otro primordial.

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Se ve muy bien entonces que esa identificación primaria no es imaginaria, es propia y puramente
simbólica. Es la identificación a los significantes del Otro primordial. Esa demanda puede estar
ejemplificada en el nivel de ese puro capricho de la madre en un respira… en un vive… en un come. Se trata
de notar hasta qué punto el viviente es traumatizado por esos s1, que provienen de esa demanda
primordial ejercida por el poder absoluto materno. Esos s1 no tienen ninguna significación, podemos decir
que tienen incluso una función de nominación. Otro ejemplo que podríamos dar es el de dar nombre,
alguien recibe un nombre, uno podría decir que el nombre se recibe del otro, no se elige en principio el
nombre que el otro nos propone, nos da. Nadie elige la lengua en la que habla, podemos plantearlo
también desde esa perspectiva y por eso les decía con Lacan, que el trauma es el aprendizaje de una lengua
y no por nada a esa lengua que nos traumatiza se la denomina “lengua materna”. Uno es introducido en
el baño del lenguaje, en la bañadera del lenguaje, pero esa bañadera es particular, no es lo mismo que los
introduzcan a ustedes en una bañadera de lengua inglesa, de lengua japonesa, de nuestro castellano, del
porteño… Quiero decir, nadie elige la lengua en la que habla y lo que hay allí es una enajenación simbólica,
una alienación en los significantes del otro. El sujeto nace de algún modo pasivo respecto a ese impacto
de la lengua en su organismo. El viviente es impactado por la lengua y eso deja marcas en el cuerpo, en un
cuerpo que todavía insisto, no es la totalidad narcisista.

Nos estamos refiriendo de algún modo a la entrada del viviente en el campo del lenguaje y a los efectos
de mortificación e incluso de desvitalización (lo encuentran así en el cuadro) que tiene este primer
movimiento. Este primer movimiento que hace pasar de ese tiempo mítico, (tiempo cero, tiempo del
viviente), a este tiempo uno que es el tiempo de la fragmentación que Freud llamó autoerotismo. Para
Freud en el inicio hay autoerotismo, es decir satisfacción anárquica de las pulsiones parciales. Lo que
estamos tratando de pensar ya con la enseñanza de Lacan es que el autoerotismo es producto de la
operación simbólica que Freud llamó identificación primordial. Opongamos entonces, el Viviente al Sujeto
que es producto de esta identificación primordial, de esta identificación simbólica. El Sujeto que es
producto de esa identificación, insisto, no es un Sujeto deseante, no es un Sujeto que está representado
por un significante para otro significante.

Lacan en su seminario 10 y también en la presentación que hizo a la traducción francesa de las


memorias del presidente Schreber a este sujeto del autoerotismo, lo llama Sujeto del goce. Hay que decir
que ese Sujeto del goce, es un sujeto del goce en dos sentidos muy distintos, por eso tienen en el cuadro
destacado ese “del” porque en realidad uno podría decir que es el sujeto del goce en el sentido del genitivo
subjetivo, es un sujeto que está inmerso en el mar del goce autoerótico. Esto si pensamos las cosas del
lado del Sujeto. Del lado del Sujeto el goce que está en juego es este de la satisfacción anárquica de las
pulsiones parciales. Pero si lo pensamos en el sentido del genitivo objetivo, en donde es el Sujeto el objeto
del goce, uno podría decir que este es un Sujeto que está sujeto al goce del otro. Que está sujeto al goce
caprichoso de ese poder absoluto materno. Es por eso por lo que ustedes encuentran a ese “del” destacado
en cursivas porque allí hay dos goces en juego.

El goce autoerótico, insisto, que es producto del enloquecimiento del instinto por haber sido tomado
en el baño del lenguaje, pero, además, destaquemos la sujeción de ese ser hablante al capricho del otro
primordial, es decir que estamos sujetos al goce del Otro primordial, un goce que en términos lógicos por
ahora no tiene ningún límite, van a ver ustedes que el límite se va a introducir con la segunda operación
que va a producir el segundo efecto de la estructura del lenguaje.

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Podría decirse si me siguen hasta aquí, que la primera operación es una alienación a los significantes
del Otro primordial y de ese modo uno queda alienado, enajenado, sujetado a ese goce del Otro primordial
y vamos a ver que a la segunda operación más bien hay que ubicarla como una separación respecto de
ese capricho del Otro primordial. Y quien no sabe que la función del padre entendida por Freud en término
de castración, ha sido retomada por Lacan en la perspectiva de posibilitar algún tipo de límite a ese poder
absoluto materno (pero eso lo vamos a ver después y no quiero anticiparme demasiado).

Quisiera destacar todavía dos cosas más en este pasaje del tiempo cero al tiempo uno:
Por una parte, que esos significantes a los que el Sujeto constituido en ese tiempo primordial se aliena,
se identifica, esos significantes van a formar parte de lo que Lacan llama “el núcleo del ideal del yo” el ideal
del yo, como ustedes saben, lo hemos estado estudiando, es una instancia simbólica, se constituye en esa
identificación primaria. Lean “Psicología de las masas y análisis del yo” y van a ver que Freud dice “El niño
toma al padre como su ideal en esa identificación primordial”, es importante destacarlo porque el ideal del
yo va a tener su función luego en la identificación especular que forma al yo en el estadio del espejo, una
función capital va a sostener esa identificación imaginaria, pero para que la sostenga tuvo que ser
constituido primordialmente. Por eso estoy destacando que uno de los efectos de la identificación
primordial también, además de la constitución de este Sujeto que es llamado del goce, es la constitución
del núcleo del ideal del yo que es un S1, Lacan lo llama un rasgo unario, un significante que no tiene ningún
sentido, que no está encadenado a otro.

Recuerden que yo acabo de decir que los significantes a los que el viviente se identifija y por esa vía
deviene un sujeto del goce, son s1, s1, s1, es decir, que no tienen ningún sentido en sí mismo y el núcleo
ideal del yo es tan insensato como esos significantes que no están encadenados.

El núcleo del ideal del yo proviene entonces de esa operación inicial traumática de nominación. Una
insignia que le viene al Sujeto del Otro y por la cual se constituye él, el Sujeto como tal. Es decir que no
había Sujeto antes de esta operación, pero tampoco había ideal del yo. El núcleo del ideal del yo proviene
efectivamente de esta identificación primordial que no comporta más que la alienación del viviente a los
significantes del Otro, del Otro con mayúscula.

La segunda cuestión que quiero destacar respecto de este pasaje del tiempo cero al tiempo uno, es que
si bien hay en él una pérdida del goce puesto que toda operación significante, el significante supone un
límite al goce y en este caso se ve muy bien que se trata de un efecto de mortificación, uno podría decir
que el viviente tiene acceso, precisamente, al goce de la vida y esta alienación simbólica lo que introduce
es una suerte de desvitalización, captamos allí hasta qué punto el significante introduce un límite al goce.
Esto lo dice Lacan en el seminario 20. Al mismo tiempo en ese mismo seminario Lacan propone que el
significante es la causa del goce, ¿cómo entender que el significante al mismo tiempo limite el goce y sea
la misma causa del goce? basta ser freudiano para saber que, por ejemplo, si ustedes imponen un límite a
la satisfacción pulsional, la pulsión encuentra sus vías para seguir satisfaciendose. Le cortan una cabeza a
la satisfacción pulsional y como Hidra (como en el mito griego) le crecen dos cabezas más. En la estructura
cada vez que hay pérdida de goce hay recuperación de goce. A colación podría traer un ejemplo freudiano
que viene al caso. En un texto de Freud, que se llama: “Sobre la conquista del fuego” Freud señala en ese
texto y en otros textos de esa misma época, que para que haya avances culturales tiene que haber una
renuncia a una satisfacción pulsional y, entonces, se pregunta en ese texto sobre la conquista del fuego,
¿Cuál es la renuncia pulsional que tuvo que producirse para que la humanidad conquiste el fuego? Freud
propone que la renuncia que hubo que introducir para mantener el fuego vivo, es la renuncia a la

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satisfacción de apagarlo. Es decir, la renuncia a la satisfacción uretral, a la satisfacción urinaria. Aquellos
que hayan ido a campamentos juveniles como yo cuando era joven, recuerdo cómo se apagaba el fogón,
la ronda de varones se bajaba la bragueta y en fin…meaban sobre el fuego y se apagaba el fuego. Freud
está señalando, esto es lo que quiero destacar, que para que el fuego se mantenga vivo, hubo que
renunciar a la satisfacción de apagarlo. Se ve el avance cultural que en este caso supone el dominio del
fuego, es correlativo de una renuncia pulsional. Hay que renunciar a la satisfacción de apagar el fuego, uno
diría allí -bueno, se renuncia al goce de apagar el fuego y se accede a algunos avances culturales-. El asunto
es que el goce permanece vivo de todos modos, encuentra una vía para satisfacerse. Si ustedes leen el
texto que en la edición de Ballesteros continua a “Sobre la conquista del fuego”, es la carta de Freud a
Albert Einstein, “El porqué de la guerra”. Allí en esa carta Freud un poco pesimista le explica a Einstein, que
los humanos de todos los tiempos entraron en guerras porque encuentran una satisfacción muy particular
en quemar al prójimo. Así que vean ustedes, hay una renuncia a una satisfacción, que es la satisfacción al
apagado urinario del fuego para mantenerlo vivo, pero esa renuncia es seguida por una recuperación de
goce que no es otro goce, no es otra satisfacción en este caso que aquella que proviene del hecho de
quemar al hermano, de quemar al semejante, de quemar al otro con el fuego que hemos dejado vivo. Esta
es la idea de Freud, cuando uno renuncia a una satisfacción otra viene en su lugar. Entonces lo que estamos
localizando aquí, es que, en el lugar de esos goces de la vida, lo que nos queda como recuperacion de ello
es el goce pulsional, podríamos decir si ustedes quieren que el goce pulsional es lo que nos queda de vivo
allí donde hemos renunciado al goce de la vida por esa identificación primordial. Por lo demás, nota al pie
de página, que Lacan escriba a la pulsión con un matema que se indica así, $, Sujeto, rombo, D (mayúscula),
dice muy bien que la pulsión proviene del efecto de esa demanda primordial del poder absoluto materno
sobre el viviente que hace de él un sujeto del goce. No hay pulsión en los animales. En la animalidad, Freud
habla de instinto. Ubica para los seres hablantes lo que llamó Trieb (la pulsión), pues bien, la pulsión, la
satisfacción pulsional anárquica que Freud encontró en el autoerotismo es un efecto simbólico, es un
efecto de la estructura del lenguaje, es un primer efecto de la estructura del lenguaje que es un efecto de
fragmentación.

Sigamos un poquito adelante ahora.


Es preciso ponerle un límite al goce pulsional, aquel que introdujo la identificación primaria, para que
el cuerpo se constituya como una unidad, para que el cuerpo se constituya como una ilusión de unidad
que no es otra cosa que lo que Freud encuentra bajo lo que llama el yo. Y bien, ¿Cuál es el nombre
freudiano del límite que es preciso introducir respecto del goce autoerótico para que el yo se constituya
como unidad? No estoy hablando (¡cuidado!) del nuevo acto psíquico todavía, estoy hablando de la
operación que va a posibilitar el nuevo acto psíquico. Van a ver ustedes que el nuevo acto psíquico va a
ser una identificación, pero esa identificación que va a ser imaginaria va a estar soportada por una
operación simbólica, una segunda operación simbólica que es la que va a permitir la unificación. Este año,
tanto leyendo el caso Schreber, como el caso del Hombre de las Ratas van a encontrar ustedes una
definición muy sorprendente de lo que es “Padre” para Freud, de lo que es la función del padre para Freud.
Freud va a decir que la función del padre es venir a oponerse, venir a limitar el goce autoerótico, lo van a
encontrar tanto en el historial de Schreber como en el historial del Hombre de las Ratas.

Equiparemos, por el momento, la operación de la castración a esa función del padre y digamos que es
la castración lo que le pone un límite al goce autoerótico y limitar el goce autoerótico va a ser fundamental
para considerar la posibilidad de la constitución de un cuerpo como unitario.

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Piensen ustedes a la castración como una tijera, es importante destacarlo porque a veces se piensa que
la castración, la función del padre vendría a instaurarse para operar una separación respecto a una
dualidad narcisista y la castración sería entonces tercera respecto de esta dualidad. Nosotros vamos a
considerar, por el contrario, que cualquier narcisismo precisa de la castración para instituirse como tal,
van a ver ustedes que, si el narcisismo es una defensa contra la castración, es necesario suponer a la
castración como una operación lógica anterior. Piensen ustedes, por ejemplo, para darles una imagen de
esto, en esas guirnaldas que se construyen a partir de un recorte sobre el papel crȇpe (crepé) con una tijera
que va formando unos hombrecitos, que van luego a poder estirarse y van a tener ustedes la guirnalda de
los hombrecitos tomados de la mano. Esos hombrecitos tomados de la mano que han formado sus
cuerpecitos individuales, aun cuando formen masa (tenganlo presente, el yo y la masa) se soportan de la
operación de recorte, no hay cuerpo que no se constituya a partir de que algo de papel crepe caiga. Para
pasar del autoerotismo al narcisismo, es preciso suponer la operación del recorte de la castración que
haga que algo del goce autoerótico se pierda, se caiga.
Así define a la castración Jacques Lacan, en el seminario 14, “La lógica del fantasma”, dice: “La castración
es la separación del goce del cuerpo”, pero agreguemos, no hay un cuerpo antes de esta operación, el cuerpo
se constituye precisamente por ese recorte que introduce la castración, no sobre el cuerpo unitario que va
a ser más bien el efecto de esa operación, la castración opera un límite sobre el goce autoerótico. Hace
que, haya un resto de goce autoerótico que se deje caer, fuera de lo que va a ser un cuerpo constituido
precisamente por esta operación de la castración.

Entonces rebobinemos, sobre el viviente se produce una primera operación que es una operación
traumática que supone la alienación a los significantes del Otro primordial, supone la mortificación del
goce de la vida y lo que queda en su lugar es la satisfacción anárquica de las pulsiones parciales,
fragmentacion, autoerotismo.

Estamos ubicando ahora una segunda operación, que es la castración que es la introducción de la
función del padre, en el sentido de que opera allí una separación del goce que permite instituir un cuerpo
como unidad. Esto es la castración soportando la constitución del narcisismo. Ya han estudiado ustedes la
necesidad de que haya una instancia simbólica, el ideal del yo, que sostenga la identificación imaginaria a
partir de la cual el yo se constituye como unidad, Yo estoy agregando ahora un segundo elemento de lo
simbólico (no el ideal del yo -vamos a ir ahora en seguida a eso-) si no la operación de la castración que
regulando el goce autoerótico instituye la posibilidad de una unificación narcisista. Vuelvo sobre la imagen
de los hombrecitos tomados de la mano que logran precisamente, una imagen unificada a nivel del yo, o
a nivel de la masa. Ustedes ya están al tanto de la analogía entre la constitución del yo y la constitución de
la masa. Logran tomarse de la mano y hacer masa, gracias a que operó el recorte de la castración y que
dejó caer algunos pedacitos de papel crȇpe instituyendo al cuerpo como unidad. No hay unidad ilusoria si
no a partir del tijeretazo de la castración. Primero está el corte y luego la superficie se constituye como
unidad.

En el nivel del goce, uno podría decir que el goce autoerótico se limita, se ordena, se encarrila bajo los
límites de la carretera principal. Una de las vertientes del goce que Lacan llamó fálico, es esta precisamente,
supone un goce limitado bajo los auspicios del Nombre del Padre, bajo los auspicios de la castración. El
goce fálico es un goce ordenado, cuando digo ordenado está muy bien que se introduzca allí el equívoco,
van a ver ustedes que por una parte se trata de un goce regulado, pero no deja de entreverse también una
dimensión compleja que vamos a poder estudiar como “superyó”. Guido Crivaro, introdujo algunas

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perspectivas respecto de esto en el clip de video de esta semana y yo lo voy a retomar la próxima semana
en otro clip.

En principio van a ver que el goce fálico es un goce complejo, pero es un goce que supone la operación
de la castración, es decir, que tenemos allí con la segunda operación (la operación de la castración) una
modificación en la economía de goce, una vez más podríamos decir, se pone un límite, se pierde el goce
autoerótico (hay que agregar, no todo) y se instituye un goce ordenado, un goce fálico, un goce que se deja
encarrilar por la carretera principal. Pueden ver en el esquema, precisamente en el nivel del goce, esos
tres goces: el goce de la vida, la operación de identificación primaria traumática que hace que uno pierda
el goce de la vida, que en su lugar viene el goce autoerótico que es ya un resto del goce de la vida en el ser
hablante y luego tenemos el nivel del goce fálico allí introducido por la castración que ha regulado el goce
autoerótico. Agreguemos, ya lo habíamos anticipado, que, en esta segunda operación, la operación
también deja pasar un resto de goce autoerótico y así como en la primera operación algo del goce de la
vida queda en el goce autoerótico, pues en esta segunda operación, algo del goce autoerótico, un resto de
goce autoerótico queda a nivel de los síntomas neuróticos.
Por más que se inscriba la función del padre, por más que opere la castración, van a ver ustedes que la
imagen narcisista, la unidad no es más que ilusoria y en el nivel de los síntomas siguen satisfaciendose las
pulsiones parciales, de modo que también en este campo y lo ven en estas dos flechitas verdes que están
destacadas en las dos operaciones, hay un resto de goce que se filtra porque ni la identificación primaria
logra terminar absolutamente con el goce de la vida, ni la castración logra terminar con el goce autoerótico
que persiste en el nivel de la satisfacción de las pulsiones parciales en los síntomas neuróticos.

Vamos a decir que, el narcisismo es un intento de unificación de las pulsiones parciales, pero esas
pulsiones parciales, perviven, sobreviven al impulso unificador y en los síntomas neuróticos, quizás el
síntoma conversivo histérico lo muestre mejor que ninguno, tienen ustedes allí, la parcialidad
sobreviviendo.

Pasemos ahora al tiempo dos, ya más decididamente situados en ese tercer tiempo, que es el tiempo
dos, recuerden que allí contamos primer tiempo cero, segundo tiempo uno y tercer tiempo el dos.
Tenemos allí la unificación a la que Freud llamó narcisismo, insisto esa unificación es producto de la
castración. No hay narcisismo sin ese recorte, sin ese límite que la castración introduce al goce autoerótico,
pero, no es la castración el nuevo acto psíquico. El nuevo acto psíquico al que se refiere Freud, en
introducción al narcisismo y que permite pasar del autoertositmo a la constitucion del yo, Lacan lo propone
con su Estadio del Espejo en el nivel de una Identificación Especular, una identificación imaginaria que no
se confunde y que se distingue muy precisamente de esa identificación primaria puramente simbólica que
hizo del viviente un ser hablante o un sujeto del goce. Estamos aquí en el tiempo dos, en el nivel propio
del estadio del espejo, en el que el Sujeto se identifica con una imagen amable, que Freud llamó yo ideal,
que está provista, que está sostenida del lugar del ideal del yo. La imagen amable, el yo ideal, es una
instancia precisamente imaginaria, pero está soportada del lugar del ideal del yo, que como ustedes saben
es una instancia simbólica. Ahora, pueden ustedes agregar que esa instancia simbólica ideal del yo se
constituyó primariamente en el nivel de esa identificación simbólica, en esa identificación primaria. Luego
de constituido el núcleo del ideal del yo en esa identificación primaria, puede servir de soporte a las
identificaciones imaginarias que vienen a constituir el yo secundariamente y a darle su carácter narcisista.

Tienen allí ustedes en el esquema, en el cuadro de los dos efectos de la estructura del lenguaje, en la
última columna, en el tiempo dos, el esquema por el cual pueden ustedes ver cómo se constituye ese i(a’)

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(que es el yo) a partir de la imagen especular i(a) (que es el yo ideal) sostenido por el ideal del yo I(A). Quiero
destacar en este punto entonces, la confluencia en el nivel del Estadio del Espejo, de lo que llamamos
precisamente constitución del yo como una imagen unificada a partir de la imagen amable, yo ideal, que
se le entrega al infans desde el lugar del ideal del yo, es el lugar del ideal del yo el que garantiza que ese
que está allí en el espejo es el niño que se está mirando. La confluencia de esa identificación imaginaria
con lo que Lacan llama primer tiempo del edipo.

Piensenlo un poquito, en el primer tiempo del edipo, el niño queda identificado a la posición de falo de
la madre. Pero ¿Cómo llega el niño a identificarse a la posición de falo de la madre? para que el niño se
ubique como falo de la madre, el deseo de la madre que es un deseo loco es un deseo caprichoso, tuvo
que haber sido interpretado fálicamente. Vean ustedes que, para venir al lugar de falo de la madre, es
preciso la intervención de algo que Lacan llama también “metáfora paterna”. Es sorprendente, pero hay
que entenderlo de esta manera: la metáfora paterna sostiene el despliegue de los tres tiempos del edipo
y está presente ya en el primero porque no habría ninguna posibilidad de identificación con el falo de la
madre, si el deseo de la madre no se hubiera ya interpretado como deseo del falo y esa interpretación está
a cargo de esa operación metafórica por el cual el Nombre del Padre sustituye al Deseo de la Madre e
interpreta ese deseo loco, ese deseo caprichoso lo que hemos llamado en última instancia poder absoluto
materno, lo interpreta como deseo de falo. Luego de interpretado el deseo de la madre como deseo de
falo el niño puede venir a identificarse a ese lugar. Y esta es la cuestión central que quiero destacar: No
hay forma de constituirse como un yo amable para el otro, si no a partir de esa operación de castración,
de la introducción de la ley paterna que posibilita que el niño venga a ese lugar de falo de la madre. Estoy
tratando de acercar, vean ustedes, el Estadio del Espejo por el cual se constituye el yo como imagen
amable, unificada con los tiempos del complejo de edipo y especialmente el primero, ya soportado por la
operación de la metáfora paterna que hace del Deseo de la Madre deseo del falo y que permite al niño
venir a ese lugar de falito de la madre.

Vamos a decirlo así para concluir este breve desarrollo: el niño precisa esa garantía que le viene del
lugar del ideal del yo para identificarse con el yo ideal. El niño precisa que ese lugar del otro sea
interpretado fálicamente para venir a ubicarse como falo materno.

Desde el lugar del ideal del yo se le dice al niño “ese sos vos, Pedrito”, desde el lugar del ideal del yo el
adulto que lo encarna le dice al niño “ese sos vos, mi querido juancito, sos mi falito” Subrayo así la
confluencia del estadio del espejo con el primer tiempo del complejo de edipo, establecer un yo
unificado es establecer un yo fálico. Es establecerse como falo del otro. El narcisismo supone esa
dimensión fálica y aquí no hay diferencia de los sexos en principio, vamos a decir no se trata de tener, se
trata de ser el falo. Una niña puede ser el falo de la madre, un niño puede ser el falo de la madre. El lugar
de falo de la madre espera al sujeto por venir. En la metáfora paterna Lacan lo llama “significado al sujeto”
es la significación fálica que la metáfora paterna le otorga al ser del sujeto. Y, en esa significación
consolidamos una imagen ilusoriamente unificada. De modo que yo supongo, ustedes estarán ya bastante
cansados de la idea de que primero hay una diada narcisista de la madre y el niño y que vendría la
castración a introducir allí una separación que permitiría separar, en todo caso, al niño de la posición fálica,
pues no, les estamos dando una versión más lógica de la cosa.
El narcisismo supone a la castración como una operación que lo sostiene y que lo promueve, por lo
menos en una primera dimensión de esta operación de castración. La castración permite la conformación
del cuerpo como unidad. El Nombre del Padre interpretando el Deseo de la Madre como deseo de falo le
ofrece al niño la posibilidad de una identificación con esa imagen fálica. Luego veremos la consideración
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de un padre real (no es él al que me estoy refiriendo por el momento) que venga allí a separar en el nivel
del tercer tiempo del edipo, al niño de esa identificación con el falo de la madre. Pero estoy señalando que
la metáfora paterna como tal es una operación simbólica, sostiene los tres tiempos del edipo y permite la
entrada al edipo. Muy precisamente vamos a ver en la psicosis, Lacan lo plantea en el seminario 3, plantea
la psicosis como fuera de edipo y no por nada, sino porque precisamente falta esta operación de
separación que va a permitir la conformación del cuerpo como unidad. Van a ver ustedes que la
esquizofrenia va a dar testimonio más que ninguna otra psicosis de esa fragmentación en la que queda
inmerso el sujeto por no contar con el Nombre del Padre, con esa operacion de castracion que permite en
otros casos la conformación de esa unidad narcisista, y veremos que si en la psicosis (no en la
esquizofrenia) en la psicosis paranoica u otras se logra esa unificación, va a ser a partir de que se instituya
algún tipo de suplencia respecto de esta operación de castración que como ven es la que posibilita la
unificación.

Como en todas nuestras clases nosotros vamos en espiral y ahora voy a dar una segunda vuelta por
este esquema, -así que, quienes no sacaron la sortija hasta ahora quizás puedan hacerlo en esta segunda
vuelta de la calesita- tomando como eje, no tanto a el sujeto, es decir, no tanto al sujeto, al viviente, a la
conformación del yo y del cuerpo si no al objeto. Vamos a plantear ahora, lo que yo he llamado “las 5
versiones del objeto a” porque Lacan no concibe al objeto a, del mismo modo siempre, si no que me
parece, que pueden, en todo caso ordenarse al menos 5 versiones del objeto a, que voy a plantear de esta
manera:

En primer lugar, a1: lo estoy ubicando, vean el esquema (en el cuadro de los dos efectos de la estructura
del lenguaje), lo estoy ubicando en el tiempo cero, es lo que Lacan llama a veces el objeto perdido
freudiano. Podríamos decir, por ejemplo: Das ding, la cosa. La cosa se pierde por el hecho de habitar el
lenguaje, el significante mata la cosa. No es que haya la cosa en la animalidad, no es que haya la cosa en
el nivel del viviente, la suponemos perdida una vez que entramos al campo del lenguaje.

a2: lo ubico en el tiempo mismo de la primera operación, del traumatismo que supone la identificación
primordial. Es el agujero, porque Lacan también llama objeto a, a eso, Lacan llama objeto a, al objeto
perdido freudiano a1, pero también llama objeto a, a la nada, al agujero que queda en la estructura por el
hecho de que para los seres hablantes no hay el objeto necesario. Porque el objeto perdido freudiano es
el objeto que si lo hubiese pues habría la relación sexual, pero ete aquí que no la hay. Es decir, es el objeto
que si lo hubiese habría esa complementariedad con el objeto de que, precisamente, está perdida por el
hecho de hablar. En el lugar de ese objeto de la necesidad, de ese objeto perdido primordialmente queda
un agujero en la estructura y a eso también Lacan lo llama objeto a2.

a3: son los objetos pulsionales que vienen a suturar ese agujero dejado en la estructura por el hecho
de que no hay el objeto necesario, los objetos de las pulsiones parciales. Lacan en un texto que se llama
“Nota italiana” los llama a estos objetos pulsionales “sustancias episódicas” el objeto oral, el objeto anal,
dos objetos que tienen una marca freudiana, a los que Lacan agrega “el objeto escópico y el objeto
imbocante” es decir, el objeto oral el pecho, el objeto anal la caca, el objeto escópico la mirada, el objeto
invocante la voz. Son los objetos de las pulsiones parciales que vienen a ubicarse en el mismo lugar de la
falta del objeto que supone esa pérdida original por el hecho de haber sido tomados por el lenguaje.

Sirvamonos de dos metáforas para ilustrar el pasaje a nivel del objeto, en esa primera operación de
identificación primordial trauma del pasaje de ese a1 pasando por el a2 al a3.

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Planteemonos en primer lugar qué quiere decir el objeto perdido freudiano, como puede haber un
objeto perdido que nunca se tuvo?, se trata de un objeto perdido desde siempre.

Movámonos hacia la escuela secundaria donde nos han enseñado que al final de la era paleozoica y
comienzos de la mesozoica existía en la tierra un supercontinente que se llamaba Pangea y que los
continentes actuales fueron desprendiéndose de ese supercontinente Pangea a partir del movimiento de
las placas tectónicas, así es que no había islas en algún momento. Es decir, que, si alguna vez se forma una
isla, esa isla se formó a partir del desprendimiento de la isla respecto de algún continente. Este es el punto
y esta es la pregunta que les hago ¿la isla estuvo alguna vez en el continente? precisamente se trata de
demostrarles que no, que no había islas, pero tampoco continentes, porque el continente se refiere a la
isla. La isla se constituye como perdida, se constituye como separada, no es que alguna vez se la tuvo, no
es que alguna vez estuvo en el continente, del mismo modo hay que pensar ese objeto perdido freudiano,
como un objeto que nunca se tuvo y que está perdido desde el vamos.

Luego, insisto queda a2, el agujero en la estructura que también es llamado por Lacan objeto a y que
no es otra cosa que la marca que deja el objeto que falta desde siempre.

Por fin tenemos esos objetos pulsionales, a los que como les decía recién, Lacan llama sustancias
episódicas que no son sino lo que nos queda de vivo a los seres hablantes una vez que se impuso esa
operación de mortificación que nos arrancó de la vida y nos puso en este mundo que es el mundo
palabrero en el que nosotros existimos.

Para abordar estos objetos pulsionales quisiera dirigirlos al mito de Aquiles, a que ustedes se detengan
en lo que él llamaba “el talón de Aquiles”, es decir, su punto vulnerable. Aquiles era inmortal salvo que lo
hieran y de hecho fue así, en ese talón. Ocurre que cuando Aquiles nació, su madre, Tetis, que intentó
volverlo inmortal, lo sumergió en el río Estigia que es el río que, si ustedes sumergen allí, ahí logra la
inmortalidad, sólo que para sumergirlo lo tomó del talón derecho y lo introdujo en ese baño lenguajero
que de algún modo lo mortifica inmortalizándolo. Lo que quiero destacar es que cuando uno sumerge al
viviente, Aquiles en este caso, en este baño lenguajero del Estigia, hay algo vivo que no es tocado en el río
del lenguaje, algo que queda como real y que, en este caso, no es otra cosa más, que su talón. Es decir, ese
talón es lo que queda de vivo en Aquiles, es lo que queda de vulnerable en Aquiles, ese talón viene a figurar
para nosotros estos objetos pulsionales que son los que nos queda de vivo una vez que hemos sido
mortificados por el trauma de habitar el lenguaje. La satisfacción autoerótica freudiana, es lo que queda
de vivo en el ser hablante y el lenguaje permanentemente intenta limitarla, regularla, apagarla y eso, es
decir, ello resiste. Recuerden que el Ello es resistencia, no es el inconsciente palabrero que insiste. El Ello
es la resistencia de la satisfacción pulsional, es decir la resistencia de lo vivo al carácter mortificante del
lenguaje. Lo que Lacan llama objeto a, en el nivel pulsional, localiza el punto en el que lo real del goce
resiste a la mortificación lenguajera. El lenguaje con todo intenta apagar ese goce, la operación de
castración es el segundo intento del lenguaje por apagar el goce, ahora ya no apagar el goce de la vida,
apagar el goce del resto que nos queda en el nivel de la satisfacción autoerótica. La castración es el intento
de limitar, de suavizar, de amortiguar lo traumático que ha dejado en el organismo viviente ese goce
autoerótico.

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¿De qué modo se regula el goce de las pulsiones parciales? Lacan ubica allí la coordinación del objeto a
con la castración, con un matema que tienen allí ubicado en el cuadro de los dos efectos de la estructura
del lenguaje, en la zona amarilla, es decir, la segunda operación. El matema es a/ - 𝛗

A eso Lacan lo llama Agalma en el seminario 8 y lo llama también, allí, la coordinación del objeto
pulsional con la castración. Esto no es otra cosa y es el a4 (la cuarta versión del objeto a) es el objeto
pulsional en tanto que velado fálicamente, recubierto por brillos fálicos. Es el objeto a, ahora, ya no en su
dimensión pulsional, si no en tanto que, coordinado con la castración, falta. Si falta el objeto a, puede ese
objeto pulsional devenir causa del deseo. Porque el objeto que causa el deseo es precisamente este objeto
a4. Se ve con mucha claridad allí, me parece a mí, la diferencia entre el objeto pulsional que es el objeto
del goce, del goce de las pulsiones parciales y el objeto que causa el deseo que supone ya la coordinación
de los objetos pulsionales con la función de la castración, es decir, con la función del padre. Eso permite
que el objeto pulsional no esté presente, sino que falte es por eso se escribe la letra phi 𝛗 que es la letra
del falo imaginario con el signo de la negación -, es la castración imaginaria que viene a vestir lo real del
objeto a. De ese modo el objeto a alcanza brillo fálico y se vuelve un objeto eventualmente deseable.

Tomemos algunas ilustraciones más, ven ustedes que apelar a esa dimensión de la ilustración puede
servirnos para poder aprehender lo que intento transmitir y vayamos por ejemplo a una película de Alan
Parker que se llamaba Birdy, traducida al castellano como “Alas de libertad”. Se trata allí de dos tipos que
han vuelto de la guerra de Vietnam, uno es un psicótico bastante evidente, está encerrado en una especie
de pajarera puesto que se cree pájaro, de allí el nombre de la película “Birdy”, y su amigo el neurótico que
intenta rescatarlo, ayudarlo. En uno de esos auxilios que el amigo le propone, sale como se hacía en esa
época en Norteamérica en esa época y se van a alguna playa por allí con dos jovencitas, el neurótico se va
con la suya a hacer lo que le da la gana en los médanos, y se queda el psicótico que se cree pájaro con la
jovencita que le tocó en suerte. La joven se le acerca, se le insinúa, se saca la camisa, baja un bretel, toma
una de sus manos (del muchacho) y se la lleva al seno, así que deja que el muchacho le toque una teta. Al
tipo no le pasa demasiado. Pasada la escena habla con el amigo y el amigo neurótico le pregunta qué tal
la paso, si se divirtió y el psicótico le cuenta que no sabe por qué la mujer le tomó una de sus manos y la
puso sobre una de sus glándulas mamarias. Este es el punto: hay allí la evidencia de que hay un objeto que
no se ha revestido fálicamente, es decir que una teta no es una glándula mamaria. Lo real del objeto tiene
que revestirse fálicamente, debe tener brillo fálico para que eso cause el deseo. Van a ver ustedes la
dificultad que en algunas esquizofrenias es bien evidente para que el objeto se vuelva causa de deseo. Si
la psiquiatria clasica, Kraepelin especialmente, pudo destacar la falta o el trastorno en el nivel de la
voluntad, la falta de la voluntad en el nivel de lo que él llamaba demencia precoz. En psicoanálisis vamos
a poder ubicar allí, una dificultad en el nivel de deseo toda vez que el objeto pulsional no se coordinó con
la función de la castración, que es lo que vuelve al objeto pulsional un objeto que causa el deseo. Eso en
el nivel del ejemplo del objeto oral. Vayamos al objeto anal: cuando a Lacan le toca en el seminario 10
revisar la fase anal tal como Freud la describio en los niños, lo que destaca sobretodo es que en el nivel
del objeto anal se trata de la prevalencia de la demanda del otro. El objeto anal no es, dice Lacan en el
seminario 10 el seminario de la angustia un puro y simple excremento, es el excremento en tanto que es
demandado por el otro y demandado en condiciones muy precisas, es esa caquita que le pide la madre al
niño y que le dice “entrega el regalito para el tio, para el primo, para el papá”. No es la caca a secas, es una
caca revestida fálicamente, es una caquita que tiene brillo fálico, no es un soretito es un tesoretito, es una
caca, es una caquita que se ha vuelto un tesoro para el otro. A eso lo estamos ubicamos en el nivel de este
a4 que supone la coordinación del objeto pulsional, del objeto como real, con la dimensión fálica, con la
dimensión de la castración que lo vuelve un objeto deseable.
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Con todo hay que distinguir el objeto deseable que es un señuelo del que causa el deseo y acá está la
diferencia entre el a4 y el a5. En a4 yo estoy ubicando al objeto pulsional en tanto que falta, cuando se
coordinó con la función de la falta, el objeto pasa detrás del sujeto y causa al sujeto desde atrás. Lo que el
sujeto tiene delante son objetos que son señuelos, son objetos no que causan el deseo, no son el objeto
causa del deseo, son los objetos deseables, los objetos del deseo, la dimensión más imaginaria del objeto.
Yo ubicaría allí la dimensión 5, la quinta versión del objeto a, que es la versión más imaginaria que Lacan
describe i(a). ¿Cuál es el primer objeto a, a5?, ¿Cuál es el primer objeto a imaginario? uno podría decir que
es el yo ideal. Y es el yo ideal a partir del cual el yo del sujeto se constituye, el yo del sujeto como un objeto
amable, como un objeto unificado es el primer objeto de amor. Ese es un objeto a5. El amor en su vertiente
imaginaria se ubica en el nivel de ese objeto a5. Entonces, por favor no confundir estas últimas dos
dimensiones del objeto. El objeto a4, proviene de la operación de la castración en la medida en que la
castración hace que el objeto pulsional se pierda y cause desde atrás. Allí, entonces el objeto funciona
como causa del deseo. Y luego tenemos los objetos imaginarios a5, que son los que se le muestran al
sujeto por delante y con los que se identifica para tener desde allí una imagen amable con la que constituir
un yo.

Podemos terminar este recorrido por los objetos a, tomando todavía una metáfora más: es la del burro
y la zanahoria.

Hemos dicho que el objeto que causa el deseo es el objeto pulsional en la medida en que falta. De modo
tal que vamos a situar, y lo tienen escrito allí en la tercera columna, al objeto a causando el deseo del sujeto
a→ $ (a minúscula, flecha, sujeto barrado) el objeto causa desde atrás, causa el deseo desde atrás. ¿Y qué
tiene adelante el sujeto? tiene los objetos del deseo, los señuelos, los i(a). Fíjense que en este esquema yo
he interpuesto entre el sujeto barrado y esos objetos i(a) es decir la 5ta versión del objeto a, una línea de
puntos, una línea discontinua que no es otra cosa que un “vidrio”, pongámoslo de este modo, porque el
sujeto ve a esos señuelos a través del vidrio, pero, a la vez, encuentra un reflejo de sí. De modo que en
esos objetos señuelos se encuentra a algo de sí. El amor en este punto es narcisista. En el vidrio ustedes
pueden ver del otro lado del vidrio, pero hay un reflejo de ustedes que hace que siempre reencuentren
algo familiar, es decir algo yoico en los objetos de amor. Algo del objeto a, que causa el deseo de atrás,
también se refleja allí. Pero eso no hay que verlo porque eso ya en realidad está puesto entre paréntesis.
La idea de Lacan es que el objeto pulsional, la dimensión real del objeto no es especularizable. No es
especularizable mientras el velo se mantenga, en algún teórico yo ya me he referido a una definición de la
angustia que da Lacan en el seminario 10. Lacan dice “la angustia surge cuando falta la falta”. Acá pueden
darle una vuelta más a esa cuestión, extraer la potencia de ese aforismo lacaniano viendo que cuando falta
la falta del objeto, ese objeto pulsional que tendría que haber causado desde atrás porque falta y el deseo
solamente está causado en la medida en que el objeto falte, cuando falta esa falta, es decir cuando falta la
castración, el objeto que estaba atrás pasa adelante y allí surge la angustia como tal. La angustia es la señal
de la irrupción de lo real del objeto que se ha desvelado y nos desvela. Incluso nos impide a veces dormir.
Nos despierta en medio de un sueño de angustia. Puede decirse que el burro persigue a sus zanahorias,
sus zanahorias son estos señuelos, estos i(a), estas versiones 5tas del objeto a. Los persigue en la medida
que no los alcanza y eventualmente cuando los alcanza encuentra diferencia, señalada ya por Freud, entre
lo esperado y lo hallado. No era eso y sigue buscando y sigue buscando al próximo señuelo. Se engaña
entre los señuelos hasta que aparece de golpe lo que no engaña. La angustia es la certeza de encontrarse
frente a un objeto que debía faltar y de golpe aparece. De golpe irrumpe como presencia. ¿Por qué irrumpe
como presencia cuando debería faltar? Porque hay algo en la función de la castración que allí donde se
inscribe, se inscribe fallidamente, de modo tal que, aunque opere esa función que nos hace perder esos
50
restos de goce autoerótico, hay determinados momentos en la existencia en donde trastabilla esa función
de la castración y eso que debía faltar pues ya no falta. O para decirlo con Lacan, falta la falta, trastabilla la
castración y hay presencia de la dimensión 3 del objeto a, de la dimensión pulsional y eso supone la
irrupción de angustia. Insisto entonces para ir terminando (me falta todavía una cuestión más) pero para
ir terminando con esto del burro y la zanahoria. El burro persigue las zanahorias (y además se le aleja cada
vez más) en la medida en que no se presente delante de él, el objeto que en verdad causa su deseo, mejor
seguir persiguiendo la zanahoria un tiempo y no angustiarse entre el objeto que causa el deseo y que debe
permanecer causando desde atrás.

Volvamos ahora sobre el cuadro general para indicar dos cuestiones más: la castración en verdad no es
la introducción de la falta en la estructura como tal, hemos visto que la falta se introduce en el nivel de esa
identificación primordial que precisamente vuelve perdido de modo radical al objeto freudiano, a la cosa.
Así que hay una falta de objeto que está en juego allí, que yo he nombrado a2, que no está operada por la
función de la castración, que, es decir, por la función del padre, sino por el lenguaje. La falta está
introducida por el ser hablante por el hecho de habitar el lenguaje. Lo que estamos viendo ahora es que
en realidad la castración no es la introducción de la falta en la estructura sino su redoblamiento simbólico.
Es importante destacarlo, porque es en verdad solamente cuando es redoblada esa falta que es
introducida inicialmente por el lenguaje que cobra efectivamente toda su eficacia. Les voy a dar una última
ilustración para que ustedes entiendan el movimiento que estoy planteando ahora, ¿Ustedes saben lo que
es un gol en un partido de fútbol? un gol en fútbol acontece en principio, según el reglamento, cuando la
esfera, la pelota atraviesa toda su circunferencia la línea final entre esos tres palos que se llaman arco de
fútbol. Tiene que transponer enteramente esa línea de meta, porque si una fracción de la pelota queda allí
tocando la línea de meta debajo del arco eso no es gol. Es por eso por lo que hay muchos casos en los que
uds saben, se arman dificultades y la pelota pega en el travesaño y luego no se sabe bien si entro
enteramente en el arco o si alguna fracción de la pelota quedó sobre la raya. Entonces, ¿Cuándo se
convierte un gol? El gol no se convierte cuando la pelota entra o no entra al arco, el gol se convierte
únicamente cuando una instancia simbólica que se llama árbitro de fútbol, convalida, insisto con una
operación simbólica que en este caso es tocar el silbato, darse vuelta (girar) y señalar el centro del campo
de juego, recién allí en el marcador aparece “1 - 0” y la verdad no vamos a ir a constatar, en principio, por
lo menos no hasta antes de la introducción del VAR y la tecnología, si la pelota cruzó enteramente o no. Lo
que importa acá es la intervención simbólica del árbitro, que puede dar en lo simbólico un gol cuando el
gol no aconteció en lo real o al revés, puede no dar como un gol algo que efectivamente debiera ser gol si
es que uno utiliza algunos medios tecnológicos para poder verificarlo. Estoy diciendo, que la castración es
la operación simbólica que redobla una falta introducida por el hecho de habitar el lenguaje. Va a ser
importante, porque cualquier ser hablante queda a merced de esa falta inicial, de esa falta que está
introducida en lo real por habitar el lenguaje. Es una falta que la introduce la primera operación y es lo que
hace que, en ningún caso, en ningún ser hablante tenga una relación natural con el objeto, sino que el
objeto natural esté perdido de entrada. Es necesario que ese “esté perdido de entrada” sea redoblado por
la operación de la castración, es decir, una operación simbólica que venga a redoblar, a nombrar esa falta
como “falta fálica” para que allí se comience a articular algo de lo que Lacan llama deseo. Ven que vamos
precisando un poco mejor los términos. La castración no es la introducción de la falta en la estructura, la
falta en la estructura la introduce el lenguaje en ese primer tiempo que llamamos traumático, es una falta
que desde lo simbólico se introduce en lo real. La operación primera es asimbólica, identificación primaria,
identificación simbólica, traumática introduce una falta en lo real. Bueno, la segunda operación es un
redoblamiento de la primera. La castración es lo que le da nombre a la falta introducida por el lenguaje.
La castración es el nombre de la falta.
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Por fin podemos concluir, (lo vamos a retomar en clases posteriores) la primera operación introduce al
viviente al campo del lenguaje, es importante porque cualquier ser hablante está allí, en el lenguaje,
autistas, psicóticos, neuróticos. Todos los seres hablantes estamos en el lenguaje y somos traumatizados
por esa operacion primera que se llama identificación primaria. Alienación en los significantes del otro. Es
decir, estar sometido a ese virus lenguajero, esa enfermedad del lenguaje a la que nos hemos referido ya
oportunamente. Luego, otra cosa es estar en el discurso, lo ven ustedes en el esquema, estar en el lenguaje
es subsidiario de esa primera operación que yo destaco en rojo, luego estar en el discurso supone la
operación de la castración o de lo que haga sus veces. Porque no vamos a decir que el psicótico está
absolutamente fuera del discurso, está, dice Lacan, a veces dice, lo dijo así en alguna oportunidad, fuera
de los discursos establecidos. Está fuera del discurso edípico, no está afiliado al club del edipo, pero eso
no le impide, eventualmente, inventarse alguna suplencia discursiva que le permita paliar o tramitar ese
“fuera de discurso” que Lacan específicamente ubica para la esquizofrenia. En un texto que se llama “El
atolondradicho” Lacan dice el esquizofrénico “fuera de discurso”. Estoy destacando que una cosa es estar
en el lenguaje, haber sido tocado por el traumatismo de habitar lenguaje y otra cosa es que opere o no
opere la función de la castración que nos introduce en el ámbito discursivo y entonces vamos a entender
más adelante que el psicótico quede para Lacan, específicamente el esquizofrénico, fuera del discurso. Lo
que no impedirá que eventualmente encuentre algunas suplencias que moderen, no de modo estándar,
es decir, no de modo edípico, ese traumatismo del que estamos suspendidos todos los seres hablantes.

Espero haber introducido unas claridades y oscuridades, pueden escribir a la dirección de la cátedra o
consultar en el campus. Un saludo. ¡¡Adiós!!

CONFERENCIA 6 - ¿QUE QUEDA DEL PADRE? METAMORFOSIS CONTEMPORANEAS DEL ORDEN


FAMILIAR
Presenta Claudio Godoy, profesor adjunto de la Cátedra

La conferencia lleva por título ¿Qué queda del padre? Metamorfosis de la familia contemporánea, y
podríamos comenzar preguntándonos ¿Qué es un padre? Es una pregunta freudiana fundamental, junto
con ¿Qué desea una mujer? También podríamos decir ¿Qué es una mujer? Me parece que estas dos
preguntas atraviesan toda la obra de Freud, y de alguna manera la de Lacan también, me parece que ese
es el punto que vamos a tratar de ver. Pero también preguntarnos qué queda del padre, es también qué
es una familia y qué es una familia hoy.

El psicoanálisis, entonces podríamos decir que tempranamente se hizo estas preguntas ¿Por qué? Lacan
en el Seminario 23 y señala lo siguiente: “Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que los otros
han querido, somos hablados por nuestras familias” Es decir, que incluso podríamos decir, tal vez esto fue
una de las primeras definiciones del inconsciente en Lacan, decir el inconsciente es el discurso del otro. Y
acá lo plantea somos hablados por nuestras familias, y ese modo en que somos hablados por nuestras
familias implica que con sus palabras se teje un destino, un destino porque ese modo en que somos
hablados, podríamos decir, está lleno de malentendidos, de secretos, de secretos como veremos de goce,
los secretos de goce en una familia. Y quizás el secreto de goce fundamental, como voy a retomar luego,
es la pregunta ¿De qué gozan los padres?

Freud descubre rápidamente estas cuestiones, porque cuando él pasa de lo que era el método hipnótico
catártico y empieza el método psicoanalítico, éste se sostiene fundamentalmente en la idea de la
asociación libre. Es decir, que alguien hable sin restricciones, y lo sorprendente es que cuando se le pide
52
a alguien que hable sin restricciones su discurso va hacia el discurso de los padres. O sea, esto es lo
interesante, porque Freud no les decía, hábleme de sus padres, decía: diga todo lo que se le ocurra con
esto. Y tarde o temprano el discurso de los sujetos recaía en el discurso de los padres. En el discurso del
otro, podríamos decir. ¿Por qué? Porque lo que descubre el psicoanálisis es que el sujeto habla del otro
del que proviene, lo cual nos permite situar un par de cuestiones:

Primero es que el psicoanálisis piensa que no somos auto engendrados, por eso hablamos del otro del
que provenimos y que allí se teje algo de la singularidad de nuestro origen. Es decir, algo fundamental en
la estructuración del sujeto y en la orientación del deseo humano, así como entonces su relación con el
goce y con su posición sexual que es un resultado de esto. Entonces, esta pregunta de qué es un padre,
tiene, yo diría, tres perspectivas en Freud que podríamos distinguir:

- Una, la más clásica, la más conocida y comentada, es la teoría del complejo de Edipo, que no voy a
retomar porque ya han tenido clases al respecto, pero donde la función paterna cumple una función,
podríamos decir, de límite, de ley, de exogamia, de interdicción del incesto. Ligada también entonces a
la amenaza de castración y las identificaciones resultante del complejo de Edipo.

- La otra perspectiva fundamental, la encontramos fundamentalmente en la construcción del mito de


Tótem y Tabú, que lo podríamos leer entonces como la respuesta de Freud, bajo una forma mítica, de
cómo surgió la paternidad. Qué es lo mismo prácticamente que decir cómo surgió la civilización, ya que
el ser padre no es para nada algo natural, sino fundamentalmente, yo diría, un acto social y jurídico. Es
decir, que de alguna manera el surgimiento de la paternidad en el mito freudiano es como se pasa de una
especie de comunidad proto humana a una sociedad humana, como se pasa de la naturaleza a la cultura,
como se pasa del genitor, podríamos decir a El padre, que es otra cosa. Porque el padre, incluso podemos
decir en la tradición grecolatina, el padre, como es la frase que citaba Freud también, “la madre es cierta,
el padre siempre es incierto”. Podríamos decir que, hasta los estudios de ADN y genéticos, del padre no
había ningún nexo natural que verificara la paternidad. La paternidad era fundamentalmente un acto de
reconocimiento. La paternidad siempre estuvo ligado más bien a una función, podríamos decir, de adoptar
a un hijo, en el sentido de reconocerlo como tal, era un acto formal. Por eso digo que no es un acto natural,
sino fundamentalmente social y jurídico, ante la sociedad, incluso el acto que hacían los griegos y los
romanos era el acto de levantar al recién nacido frente a otros. Ese acto de levantarlo era el modo de
reconocerlo y adoptar una responsabilidad en torno a la crianza de ese hijo y al mismo tiempo, la donación
del nombre que planteaba la filiación. Es decir, que, en ese sentido, podríamos decir el ser padre implica
una dimensión simbólica, no hay padre sin lo simbólico, en ese sentido, sin ese marco simbólico. Lo que
intentaba plantear Freud bajo esa forma de, podríamos decir, del asesinato del proto padre y el
surgimiento de la ley.

Si el padre edípico y el padre de Tótem y Tabú son dos versiones del padre en Freud, a la cual podríamos
agregar, un poco continuando la línea de Tótem y tabú, también del Moisés y el monoteísmo y los textos
donde Freud ubica en la perspectiva religiosa del padre, no es casual que Lacan también para hablar de la
función paterna, evocara eso al hablar de nombre del padre, como dice la religión también “el nombre del
Padre” o “Dios Padre”. Y aparte de todo el desarrollo de Freud sobre el monoteísmo, en el judaísmo y luego
en el cristianismo, y la función del padre y el hijo en la religión.

- Pero más allá de eso, yo quería destacar una tercera vertiente que me parece que es fundamental. La
tercera vertiente es cómo, podríamos decir, en los casos clínicos freudianos aparece otra cara del padre.
No es tanto el padre de la ley es más bien el padre ausente, el padre impotente, el padre disminuido. Y

53
esto es algo en lo cual se va a centrar mucho Lacan, fundamentalmente en un texto que se llama El mito
individual del neurótico, donde él va a retomar esto, pero también algo que ya está en un texto muy inicial
de Lacan, que se llama Los complejos familiares de 1938. Es decir, que, al lado de esa función del padre,
equivalente a la ley y agente de la castración, que funda la posibilidad del deseo o de la función simbólica,
etcétera, tenemos lo que Lacan va a llamar el padre humillado como forma contemporánea de la
paternidad. Es decir, es el padre disminuido, carente, ridículo, frágil, carente de autoridad. Y que, en la
neurosis, esta era una de las hipótesis como muy iniciales de Lacan, que de alguna manera podríamos
decir la neurosis contemporánea viene a tratar de suplir a ese padre disminuido, carente, sea inventándose
una especie de padre ideal que viene a suplir esa discordancia entre la función paterna, podríamos decir,
y el funcionario. Esta función simbólica del padre como ley, y el funcionario que viene encarnarla, que
aparece disminuido, humillado, carente. Entonces, la neurosis, la hipótesis, una de las primeras hipótesis
de Lacan como lee esto es decir bueno, la neurosis crea como una especie de padre ideal que viene a,
padre ideal o padre más o menos terrible, o padre aplastante u opresivo, son como las dos caras en que
la neurosis arma una versión paterna que viene a tratar de resolver esa discordancia entre la padre ley y,
es decir, entre la función simbólica paterna y el padre humillado, el funcionario frágil que la encarna.

De alguna manera Lacan, tempranamente en 1938, trata de explicar esto, e incluso él trata de ubicar en
torno a este tema de la declinación paterna, lo que va a llamar declinación del imago paterno, el
surgimiento del psicoanálisis. ¿Cómo es esta esta hipótesis? En 1938, ya muy tempranamente, pensemos
las primeras décadas del siglo XX, Lacan ya señala que habría lo que se llama una declinación del imago
paterno. El concepto de imago es un concepto entonces muy primitivo de los primeros tiempos de Lacan,
que después no va a utilizar y que podríamos decir de alguna manera, convergen ahí los aspectos
simbólicos e imaginarios de la función paterna. Entonces, la hipótesis de Lacan es que ese declive del imago
paterno está vinculado al surgimiento del psicoanálisis, es decir, de lo que él va a llamar la gran neurosis
contemporánea. El psicoanálisis surge porque algo se empezó también a modificar, en cómo se sostenía la
institución familiar.

En este aspecto Lacan se basa fundamentalmente en 1938, en un sociólogo francés, que está
consideraba también como uno de los padres de la sociología, que es Emil Durkheim. Emil Durkheim, tenía
una tesis en un artículo que se llama La familia conyugal, donde la idea de él es que la familia ha estado
embarcada en un proceso de reducción cuando observamos la historia de la familia, lo que era las familias
en la antigüedad, a lo que es la familia contemporánea. Ha habido lo que él llama una “contracción de su
composición”. Antiguamente incluía al padre, la madre y todas las generaciones originadas en ellos, salvo
las hijas y sus descendientes, mientras que a partir de la Modernidad incluye solo al marido, la mujer y los
hijos menores. Esto es lo que Durkheim llamaba la familia conyugal, correspondiente también a nuestras
formas más contemporáneas. Este movimiento de contracción iría ligado, según Durkheim, también, a una
declinación de la autoridad del padre, una limitación de los derechos del padre en pos de los derechos de
los otros miembros de la familia. Lo cual produce un efecto de dilución de la autoridad paterna y de lo que
era la patria potestad. Pensemos que el pater, el pater familia romano podía decidir incluso la vida o la
muerte de los hijos, él era una encarnación de la ley en la familia. Podía entonces, la patria potestad,
señalaba que estaba por encima de todos en la familia de la autoridad del padre era ser el jefe de la familia,
encarnaba las virtudes morales, patrimoniales y religiosas, funcionaba de algún modo como la encarnación
de Dios en la familia y gobernaba sin límites sobre el cuerpo de las mujeres y sus hijos, todos bajo su
regulación.

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Entonces vemos que la familia moderna ha ido produciendo una reducción de esa función del padre.
Entonces, porqué Lacan diría que esa declinación del imago paterno, es decir, de cómo la función paterna
está sostenida en lo cultural y en lo social y en los ideales, la familia en una época dada, esa reducción está
ligada al surgimiento del psicoanálisis. Porque podríamos decir que cuando el imago paterno estaba
fuerte, estaba fuertemente sostenida, eso velaba las fallas del Padre y eso lo constatamos en distintos
órdenes. Cuando ciertas funciones están muy fuertemente sostenidas social y culturalmente, sostienen
más al funcionario, podríamos decir que antes se generaba toda una autoridad y un respeto que alguien -
que se yo- fuera un juez, que alguien fuera un doctor, que alguien fuera un profesor, por ejemplo,
pensemos el ejemplo de un profesor de secundario: En otra época, cuando el profesor llegaba, los
estudiantes se quedaban en silencio, se ponían de pie al lado de sus pupitres hasta que el profesor les
decía que se sienten y en silencio absoluto escuchaban la clase y escuchaban la clase aunque el profesor
sea un boludo, aunque fuera un mal profesor, las burlas irían de costado, serían sutiles. Pero ¿Por qué? Se
sostenía la función, la función era lo que daba autoridad, aunque el funcionario fuera malo.

En cambio, justamente cuando el imago paterno entra en declinación, se expone al funcionario, se


espera que él sostenga la función, y entonces es en ese sentido que el psicoanálisis es la época, para Lacan,
de la declinación del padre, donde empieza a surgir esa divergencia y donde es el neurótico el que, como
decíamos antes, trata de suplir esa discordancia con una versión idealizada, terrible o aplastante.

Bien, en ese sentido, entonces, ¿Cuáles son, lo que podríamos pensar, alguno de los síntomas de la
declinación del padre? Vamos a tratar de ver cuáles son las consecuencias de eso, así como el psicoanálisis
tuvo que ver con los inicios de esta cuestión, hoy podemos ver otros aspectos de lo que podríamos llamar
nuestra era post paterna. Es decir, que ya estamos habitando en una época que podríamos llamar post
paterna, distinta de la del patriarcado, y aunque quedan restos y se denuncian cuestiones del patriarcado,
como nos demuestran Lacan y Durkheim, esto viene en decadencia ya hace rato y creo que, del siglo XXI,
efectivamente, es la era post paterna.

Y en ese sentido, ¿Cuáles son algunos de sus síntomas? Bueno, justamente podríamos decir esto que
llamaban en el año 1938 declinación del imago paterno, en el año 69 lo va a denominar la evaporación
del padre. O sea, estamos en la época de la evaporación del padre, y cuando la función paterna se evapora,
lo que se impone, podríamos decir, y esto es algo que claramente surge en nuestra época, es el goce sin
límite. Porque si decíamos que la función del padre en Lacan es unir el deseo con la ley, quiere decir que para
que haya deseo tiene que haber algún límite al goce. Esa es la clave, podríamos decir, esa función paterna, en
tanto que permite la salida a la exogamia y demás, marca justamente que la constitución del sujeto como
deseante, implica desprenderse de ese goce incestuoso que metaforiza ese goce sin límite.

Y nuestra época, por eso yo decía, si se evapora el padre, surge el goce sin límite bajo la forma del consumo.
Es lo que Lacan también trató de formalizar bajo el nombre de discurso capitalista, pero bajo la forma
entonces de que el sujeto contemporáneo es un sujeto que se define en tanto consumidor. Es en esa
perspectiva que el objeto no aparece como perdido, sino que aparece ilusoriamente como algo que puede
adquirirse en el mercado. Es en ese sentido que es un sujeto que se cree libre, sin límites, sin lazos que lo
aten, y donde estaría movido fundamentalmente entonces, por la voluntad de goce ávido de consumo.

Es decir que el gran problema de nuestra época es que se ubica en el objeto, o como diría Marx en la
mercancía fetichizada, aquello que podría resolver el dolor de existir. Esta es la gran paradoja, o sea que, a
diferencia de todo lo que venimos trabajando, de la idea de que hay algo que se pierde y que se funda el
deseo, acá está el engaño de que el objeto no está perdido, sino que se puede comprar. Que se puede comprar

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y que se puede gozar inmediatamente, es decir que el sujeto contemporáneo, no sólo del querer gozar de
todo, sino todo y ya. Pero, el problema, lo que se revela, es que cuanto más consume, está más
insatisfecho. Es decir, que esa búsqueda del gozo inmediato, lo que refuerza, en definitiva, es la
insatisfacción y la falta del límite del no poder parar. Ese es el punto fundamental.

Es decir que, en este aspecto, el problema que con el patriarcado caiga toda idea de función paterna,
sería perder la idea de que el deseo se sostiene a partir de definir un punto de imposibilidad. Que la ley
del deseo surge a partir de definir un punto de imposibilidad, un punto de imposibilidad con respecto a
ese goce que en el psicoanálisis tiene distintos nombres, goce incestuoso, el goce de la cosa, goce absoluto,
rechazo del límite, que en definitiva muestra que tiene una dimensión mortífera, contraria al deseo.
Justamente el goce inmediato es lo opuesto al deseo, porque el deseo justamente implica ese exilio
primordial, podríamos decir, esa prohibición de lo inmediato, de lo más próximo, es tomar el camino más
largo, la búsqueda, los sustitutos, la exogamia, la separación, podríamos decir de la familia original, es el
exilio, es ese trauma necesario de salir de donde hemos empezado.

Es decir, que lo que nos muestra esta cuestión es lo que vamos a tratar de pensar también bajo la forma,
bajo la forma de lo que podríamos llamar, ¿Qué es lo que constituye a un sujeto?, ¿qué es lo que va a ser
irreductible para la constitución de un sujeto? Porque lo que vemos es que son necesarias dos funciones
esenciales, así Lacan lo va a retomar en un texto que se llama La nota sobre el niño. En esta reducción de la
familia ¿Cuáles son las funciones básicas que se requieren para que se constituya un sujeto?

La primera que señala Lacan allí es la relación con un deseo que no sea anónimo. En ese sentido,
podemos poner en relación esto con las observaciones que hacía René Spitz con los casos de hospitalismo
en los recién nacidos. Es decir, casos de recién nacidos que pasan a una sala colectiva donde hay unas
enfermeras que cuidan sus necesidades básicas a estos niños. Pero claro, ahí no hay ningún deseo con
nombre, podríamos decir, son personajes anónimos que cuidan. Y lo que observaba René Spitz es que, en
ese contexto, los niños caían en el marasmo y en la muerte. Es decir, que entonces, para que se constituya
un sujeto se requiere un deseo que no sea anónimo. Es decir, que esté singularizado de alguna manera
y a partir de allí se juzgan, dice Lacan, las funciones de la madre y del padre: “De la madre, en tanto sus
cuidados llevan la marca de un interés particularizado, aunque lo sea por la vía de sus propias carencias”. Es
decir, entonces la función materna es la que brinda cuidados, pero que llevan esa marca de un interés
particularizado. Me parece que este es un punto fundamental que podamos juntar con lo anterior. Es decir,
si es un interés particularizado primero no es anónimo, pero segundo, también está particularizado en las
singularidades de su propia vida y de su propio inconsciente. Y por eso agrega Lacan, “.... aunque lo sea por
la vía de sus propias carencias”. Es decir, que los cuidados maternos se sostienen y llevan las marcas de las
carencias de esa madre. Es, de alguna manera, lo que llama acá carencia Lacan, lo podemos pensar bajo
la forma de la castración en Freud, y por eso el hijo es el falo. Cuando Freud dice el hijo como falo para la
madre está aludiendo a que se vincula a su castración, es decir, al interés particularizado a partir de sus
propias carencias.

Y si esa es la función materna, el padre lo define y dice, “en tanto su nombre es el vector de una
encarnación de la ley en el deseo”, “una encarnación de la ley en el deseo”, entonces es lo que señalamos
antes, como que la función paterna no opone la ley al deseo, sino que, al contrario, es la ley que posibilita,
que es condición de posibilidad el deseo mismo. Y su nombre es un vector, también es es el el vector que
encamina, podríamos decir, el deseo. Podemos retomar acá una metáfora que seguramente van a
escuchar varias veces en los comentarios del Segundo conjunto temático, cuando Lacan en el Seminario 3
define al padre como una carretera principal, porque la carretera principal es lo que brinda una

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orientación en la que vectoraliza (vectoriza), la que lleva hacia algún lugar y en este caso es la que permite,
ese vector nos conduce en la relación con el deseo.

Entonces, esta definición es muy importante porque nos habla primero de la dimensión residual de la
familia contemporánea, de todo ese conglomerado amplio que era la familia en la antigüedad se redujo
como a esas funciones básicas, pero que también deja abierta a que estas funciones aisladas como
irreductibles, puedan encarnarse de maneras diversas a la pareja tradicional, según el modelo patriarcal,
heterosexual, monógamo. Abre, tal vez interroga sobre otras posibilidades en torno a este punto. Es
interesante, tal vez, les recomiendo la serie “Poco ortodoxa” que se está dando Netflix en este momento,
porque ahí se ve muy bien el contraste extremo entre estas dos perspectivas, entre la perspectiva
contemporánea y esa perspectiva tradicional.

Entonces, la cuestión del padre es importante tener en cuenta cómo se articula en en esta doble
perspectiva que aparece claramente formulada por Lacan, especialmente también cuando él formula Los
tres tiempos del Edipo. Es decir, que la función paterna no sólo está ligada a la prohibición, sino también
a la donación. Y eso es lo que Lacan trataba de situar fundamentalmente en el tercer tiempo, lo que
llamaba El tercer tiempo del Edipo, porque el tercer tiempo es lo que Lacan llamaba La función del Padre
Real, que tenemos que diferenciar de la función imaginaria del Padre, del Padre terrible, y la función
simbólica del Nombre del Padre. Podríamos decir que tanto el Padre imaginario, como el Nombre del
Padre pueden funcionar perfectamente sin que alguien encarne esa función. En cambio, el Padre real
claramente para Lacan es necesario que alguien lo encarne.

¿De qué manera? Fíjense que lo interesante del padre real no es el que prohíbe, sino es el padre
donador, es el padre de la donación. Y, donación en dos planos, porque decía Lacan que el padre real es
el que tiene que dar pruebas de dar el falo. Pruebas de dar el falo en dos direcciones, tanto a su mujer que
es la madre de ese hijo, como al hijo. Esa es la donación, que es también una transmisión y un testimonio
en el doble aspecto. Entonces, ¿Qué quiere decir donador, en el sentido de dar el falo a su mujer madre?
Es justamente en ese sentido, por ejemplo, es algo que se va a ver muy claramente cuando trabajemos el
historial del Caso Juanito de Freud, que es un chico que, podríamos decir, aparece sumamente angustiado
porque queda más bien como empantanado o tomado, capturado en el deseo materno. O sea que el
deseo materno es necesario para alojar un hijo, pero también puede tener un costado devorador y es
necesario salir.

Es decir, que para constituirse como sujeto hay que ser alojado en un deseo, pero también hay algo
que nos permita trascender de ese deseo para constituirnos a su vez en deseante.

Es decir, que, en el Caso Juanito, esa función paterna separadora clave, en un momento clave no ocurre
y Lacan dice, “Bueno, si Juanito pudiera pedirle algo a su padre, le diría Padre, por favor, follátela un poco
más”, -dice fóllate porque es la traducción española- Pero ¿Qué quiere decir eso? Justamente que una
manera de poner en juego la separación de esa madre con ese hijo que es su falo, es justamente abrir la
diferencia entre madre y mujer. Es decir, que el deseo de esa mujer no quede totalmente canalizado en el
hijo. Porque pueden imaginarse que, si no es fácil para un hombre hacerse cargo del deseo de una mujer,
es mucho menos fácil para un hijo hacerse cargo solo. Por eso es por lo que Juanito, le pediría al padre
follátela un poco más, es decir, “hacete vos un poco más cargo del deseo y del goce de esta mujer, y no me
dejes toda esa tarea a mí solo”, cosa que me resulta muy angustiante, diría Juanito, “y me tengo que
inventar cosas para tenerle miedo, para salir de ese lugar”. Bueno, eso ya será trabajado y comentado en
su momento.

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Y con respecto al hijo, también es como un acto de transmisión, porque podríamos decir que de alguna
manera el padre le dice al hijo “como yo no has de ser, no te acostarás con tu madre, pero como yo has de
ser, podrás buscar una mujer en la exogamia y salir de este lugar”. O en el caso de la niña, como decía
Lacan, la niña sale del Edipo a través de la transmisión paterna, también sabiendo dónde ir a buscar el falo.
Es decir, de alguna manera Lacan lo pensaba en ese momento como esa transmisión encarnada en torno
a la cuestión de la función fálica, pero pensada en términos de una transmisión del deseo. Una transmisión
del deseo que permite ir más allá de esa familia constitutiva, originaria.

Entonces podríamos decir que, en esta época post paterna, donde no funciona tanto la autoridad
sostenida en la tradición, en la solidez de las funciones ancladas en lo simbólico o en la legalidad
burocrática, cada vez más lo que se pone en juego es cómo cada uno lo sostiene en acto, cada uno lo
sostiene en su performance, lo cual remite también podríamos decir de alguna manera, para tomar las
definiciones de autoridad que daba en sociología Max Weber, es más la autoridad carismática. Lo que pasa
es que la autoridad carismática puede sostenerse o legítimamente en el acto y en el deseo, como esto que
referíamos en relación con el Padre, o a veces en el puro semblante del espectáculo y la impostura que va
con eso.

Entonces, el hombre post paterno podríamos decir que también este declive en relación con la
dimensión paterna también tiene sus consecuencias en el hombre, lo que podríamos llamar el hombre
post paterno. El hombre post paterno puede tener distintas caras, una cara puede ser la de ser un niño,
es decir, es el hombre que no puede asumir responsabilidades, que no puede establecer cierto tipo de
lazos, que no puede sostenerse. Lacan cuenta una anécdota de un autor que se llamaba André Malrobo,
que, en un momento, durante la guerra se encuentra con un sacerdote y le pregunta a este sacerdote, dice
“usted que escuchó tantas vidas, tantas confesiones, ¿a qué conclusión llega? Este sacerdote le dice “que
no hay más personas adultas”. Es lo que Lacan va a llamar el niño generalizado y bueno, cierta dimensión
del hombre post paterno que encontramos hoy es a veces el niño parte del niño generalizado. Lacan
también lo comenta en el seminario 4, cuando se pregunta si ciertas formas del hombre contemporáneo
no es el hombre pasivisado, se pregunta él, el hombre al cual dice las mujeres tiene que bajarle hasta los
pantalones.

Es decir que, hay también una crisis de lo viril que puede manifestarse bajo estas formas infantilizadas
del hombre o bajo, yo diría, las formas extremas de degradación de lo viril que podemos ver en las formas
de violencia bestializada de los hombres, especialmente muchas veces dirigida hacia las mujeres, pero que
da cuenta más bien de los hombres desorientados de nuestra época, sea el hombre pasivisado, el hombre
infantilizado o el hombre brutalizado, como figuras sintomáticas de esa decadencia que tiene que
encontrar otro tipo de soluciones. Y ahí podemos pensar un poco la segunda parte del título de esta
conferencia, que son las metamorfosis de la familia contemporánea. Es decir, que, de alguna manera, el
siglo XXI nos presenta una vertiginosa aceleración de las configuraciones familiares. Esto constituye un
cambio inducido, por una parte, por la crisis de la familia patriarcal tradicional, aquella en que el hombre
proveedor sostenía la autoridad sobre las mujeres y sus hijos, manteniendo la unidad familiar, modelo que
dominó la organización social, el derecho, la producción y la cultura desde hace siglos y afirmado
fuertemente en la pareja heterosexual.

La crisis de la familia y la crisis del matrimonio, y que surge también cuando surge, podríamos decir una
idea que es muy moderna, que es la idea de que el matrimonio debería sostenerse en el amor. Esa es una
locura relativamente reciente. Las familias nunca se definían en términos, los matrimonios no se definían
en términos del amor, sino de arreglos entre familias. Cosa que se ve muy bien también en la serie “Poco

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ortodoxa”. A un sujeto se le decía desde chico “vos te vas a casar con tal o con cual”, eran arreglos entre
familia, y el deseo iba por otros lados, tanto sean sus formas sublimadas o en sus formas
extramatrimoniales o en las formas prostibulares. Pero había una discordancia entre el amor,
especialmente entendido como amor pasión y ligado a la sexualidad, la familia era una entidad procreativa
y de lazo entre las familias. Todo esto entró en crisis, especialmente de una manera muy marcada en el
siglo XX. También la crisis fue producida en parte por el capitalismo y la incorporación de las mujeres en
el mercado de trabajo. Pero también por la ciencia, que desde la creación de la pastilla anticonceptiva que
acentúa la separación entre la sexualidad y la reproducción, las técnicas de fertilización y las más recientes
manipulaciones genéticas, han, también, empezado a configurar de una manera totalmente distinta a la
familia. La ciencia ha emprendido una deconstrucción de la maternidad al fragmentarla entre los óvulos y
el útero, los cuales pueden tornarse a su vez mercancías que se compran, se alquilan. Uno puede comprar
óvulos, puede alquilar vientres, se pueden prestar, se puede ir a un banco de esperma, etcétera. Y todo
esto se combina en diversas proporciones.

Se constata de esta manera, entonces la separación cada vez más radical entre procreación y sexualidad,
pero no con el argumento de disfrutar más de la sexualidad, como lo fue en el siglo XX, el advenimiento
de la pastilla anticonceptiva, sino para obtener el dominio científico de la procreación. Lo cual trae un
montón de problemas e interrogaciones. A su vez, podríamos decir, la clínica actual presenta a muchos
sujetos que desconectan sus síntomas de cualquier discurso, historia familiar, sumergidos más bien en un
pragmatismo de los vínculos donde evalúan sólo si una relación les sirve o les suma o si les conviene
soltarla. Es como si fuera una especie de cálculo de utilidad.

Por eso las familias devienen por esta vía, en un artificio listo para armarse, desarmarse, ser usado,
disolverse o descartarse, y adquieren configuraciones cada vez más inestables y móviles en un carácter
más bien de tipo reticular, que, de formación cerrada, de conjunto cerrado. Esto, de todos modos,
podríamos decir, no implica la desaparición de la familia conyugal tradicional, pero sí demuestra
claramente el fin de su hegemonía frente a la multiplicidad creciente de nuevos modos de montaje
familiares que son paralelos a la crisis del matrimonio heterosexual como institución.

Se constata entonces la dificultad creciente del sujeto contemporáneo para enlazar la vida amorosa, la
vida sexual, el trabajo y la familia. El retraso en la formación de las familias, sus fragilidades, rupturas y
reconfiguraciones sucesivas, a su vez, nos muestran la multiplicación de hogares unipersonales o de un
solo progenitor, lo cual revela entonces una tendencia a una diversificación en acelerado aumento. A
diferencia de los años 70, cuando se proclamaba su disolución, en los años 70 ciertos grupos más extremos
de izquierda señalaban que la revolución tendría que implicar la disolución de la familia burguesa. Hoy, al
contrario, resulta progresista reivindicar el derecho a formar una familia prescindiendo del modelo
patriarcal heterosexual.

Esto separa más radicalmente, no sólo la reproducción y sexualidad, sino también las funciones
maternas y paterna de la sexuación. Es decir, que, como señalaba antes en esa referencia de Lacan, esa
que llamaba él deseo anónimo, la función de los cuidados maternos y unir el deseo a la ley, hay que ver
cómo pueden encarnarse de maneras distintas a como lo han hecho en la familia heterosexual tradicional.
Es decir, que no podemos pensar que eso está cerrado o que esas funciones no se van a cumplir si no es
de la manera tradicional.

Estas nuevas modalidades de ensamblado familiar entonces ponen en cuestión esas categorías clásicas
y tradicionales, y nos interrogan sobre los distintos modos en que pueden anudarse. Nunca, como en la

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actualidad, se ha hablado tanto de armar una familia. Lo que pone de relieve su carácter no sólo de
montaje, sino también de puzzle, de rompecabezas que debe resolverse de manera singular, sin contar
con los ideales tradicionales. Es decir, que podemos pensar que, a la tradición, ahí cuando decae las formas
tradicionales de proceder o de constituir una familia, lo que surgen son las formas de invención, pero las
formas de invención son más singulares. Antes el sujeto tenía que cargar con el peso de responder a la
tradición y hacer lo que la tradición esperaba de él. Es decir, que la sostenga y que la prolongue. Ahora el
sujeto padece más bien el peso de tener que encontrar su propia invención.

Si el surgimiento del psicoanálisis respondió a los síntomas de la gran neurosis de comienzos del siglo
XX, podemos pensar que también el psicoanálisis tendrá que saber interpretar los síntomas resultantes
de las invenciones que surgen en nuestra época, porque sabemos que no hay familia sin síntoma, sea la
tradicional, sea la nueva, cada familia portará sus secretos, sus marcas y sus síntomas. Tendremos que
interrogar entonces esa diversificación del concepto de familia, cuyos límites y contornos aún son difíciles
de precisar y tendremos que estar abiertos a seguir interrogandolas e interrogandonos junto a ellas.

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