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Sobre el objeto de estudio del psicoanálisis y el de otras prácticas clínicas.

Ramiro Ariel Fernández.

Resumen: en este trabajo se realiza un aporte para mejorar la delimitación del objeto de
estudio sobre el que opera el Psicoanálisis de Lacan. Para ello se lo contrastará con otras
prácticas clínicas y su objeto: la medicina, la psiquiatría, la neuropsicología, la psicología,
el psicoanálisis freudiano y el freudo-lacaniano. Se enriquecerá esta propuesta
desarrollando el marco contextual en el que se produce el Psicoanálisis y llega hasta
nuestros días.

Es habitual comprobar que a diferencia de otras prácticas o disciplinas ante el


psicoanálisis suele haber un conjunto de dudas respecto a su incumbencia, método y objeto.

Por este motivo, procuraremos repasar cuál es el objeto sobre el que opera el psicoanálisis
para diferenciarlo de otras disciplinas clínicas bajo la consideración según la cual la
rigurosidad en la definición del objeto de estudio produce un progreso en el campo
disciplinar del que se trate.

En el caso del Psicoanálisis que obedece a la obra de Lacan, la búsqueda de rigurosidad y


mayor grado de diferenciación de otras prácticas, contribuirá a realizar un aporte en
dirección a precisar sus invariantes estructurales, los cuales podemos equiparar con el
llamado “oro puro del psicoanálisis” que extraeremos de aquel apólogo freudiano según el
cual todo lo que no es oro en el psicoanálisis será cobre.1

Comencemos por situarnos contextualmente. En primer lugar, dejemos establecido que


suele llamarse psicoanálisis a la práctica clínica que inventara Sigmund Freud a fines del
Siglo XIX y comienzos del Siglo XX. Como neurólogo vienés formado en la escuela de
Volm Helmholst en el método anátomo clínico para diagnosticar enfermedades
neurológicas, Freud se dirige a Francia a formarse en el Hospital de la Pitié-Salpêtrière en
París. Llega al sector de neuropatología dirigido por el famoso neurólogo francés Jean
Martín Charcot, profesor de anatomía patológica y titular de la cátedra de enfermedades
del sistema nervioso, cuya investigación general ponía el acento en la sintomatología
clínica, a diferencia de lo que sucedía en la escuela alemana donde el acento se ubicaba en
1
Freud, S.: Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. Obras Completas. Tomo XVII. Amorrortu. Bs. As.
1986.

1
lo anatómico. A su regreso a Viena, a raíz de esta formación y en su intercambio con Josep
Breur produce una teoría sobre las psiconeurosis que finalmente termina por quedar a su
nombre dados los avances y las modificaciones que propone en el camino que será el suyo.
Logra dar este paso al poner a hablar a las parecientes ubicadas en los cuadros de la
neurosis denominada histeria, una patología que interpelaba las concepciones teóricas de la
época.

Por medio de un desafío abierto a las ideas de la medicina de la época Freud construye el
dispositivo terapéutico que denomina psicoanálisis, que adquiere una fuerza tal que solo
puede medirse a partir del efecto que produce en términos de acontecimiento discursivo,
produciendo un quiebre, un antes y un después, tal vez comparable al paso que dio Pinel al
liberar de las cadenas al alienado. Barbara Cassin2 llama a Freud acertadamente “el
partero”, ya que da nacimiento a un campo que bien puede considerarse como una instancia
histórica dialécticamente superadora, pero justamente porque el objeto de abordaje por
donde irrumpe el psicoanálisis, la histeria, se encontraba en “el punto justo donde la
incidencia de la palabra podía evidenciar ese hueco que es la consecuencia de que el goce
desempeña la función de estar fuera de los límites del juego”3, tal como lo afirma Lacan.

Pues bien, al estudiar la teoría de Freud se vislumbra que sus desarrollos se tuercen hacia
una psicología de la que quizás, eventualmente nunca salió. El psicoanálisis de Freud se
revela como una psicología dado que el aparato psíquico con el que opera -si bien afirma
que está en un espacio ideal como el que se encuentra entre los lentes de un telescopio-,
reside dentro de un individuo, problema que Lacan llama prejuicio paralelista.

Los post-freudianos, continuadores de la obra de Freud, acentuaron el camino hacia la


psicología desvirtuando lo esencial de lo que puede hallarse en los primeros pasos
freudianos.

Fue necesario esperar hasta la mitad del Siglo XX para que Jacques Lacan pudiera
denunciar dicho desvío y rescatar el paso subversivo que Freud expresó en la creación del
psicoanálisis, pero en este caso produciendo una nueva teoría completamente opuesta a la

2
Cassin, B.: Jacques el sofista. Lacan, logos y psicoanálisis. Ed. Manantial, Bs As. 2013. p.45
3
Lacan, J.: El Seminario 16, De otro a otro. Paidós, Bs. As. 2016. P.195.

2
de Freud en la que se distancia de los desvíos de la teoría freudiana por medio de su
completa inversión.

Sin embargo, al parecer la historia demuestra sus búcles una vez más ya que los seguidores
de Lacan, o por lo menos aquellos que tomaron las riendas del movimiento psicoanalítico
deshicieron el efecto subversivo de su teoría y enseñanza al fusionarla con los elementos
psicológicos de la teoría de Freud y creando lo que se ha dado en llamar: freudo-lacanismo,
un oxímoron imposible de sostener si no es a costa de degradar la invención lacaniana hacia
el materialismo ingenuo freudiano.

Pero el panorama no es tan desolador ya que a raíz del trabajo colectivo realizado en
APOLa4 ya en el siglo XXI y en torno a un Programa de Investigación Científica es
podemos afirmar que en la actualidad el único psicoanálisis diferenciable de otras prácticas
homónimas es el psicoanálisis de Lacan, denominado así en oposición tanto al psicoanálisis
freudo-lacaniano en tanto que indefectiblemente este último cercena la novedad propia de
la obra de Lacan, como del freudismo o paradigma freudiano, máquina devoradora de todo
desarrollo que se inscriba bajo el nombre de Psicoanálisis5.

En lo que sigue vamos a dar un paso en dirección a profundizar esta diferencia explorando
los objetos de estudio de distintas disciplinas clínicas existentes en la actualidad incluyendo
al psicoanálisis y sus variantes, para avanzar en dirección a mejorar nuestro conocimiento
sobre sus invariantes estructurales, sus rasgos diferenciales y su campo de aplicación.

Seremos generosos y comenzaremos por la Medicina. Se trata quizás de la primera de las


prácticas clínicas y la que ha dejado al psicoanálisis un campo abierto cuando el médico
dejó de escuchar a sus pacientes para ocuparse exclusivamente de la prescripción y
administración de estudios, fármacos y protocolos. Lacan dice en ocasión de las
conferencias dictadas en su visita a Estados Unidos que: “el psicoanálisis fue la última flor
de la medicina6”, solo que una flor que no encontraba lugar en el repertorio sistematizado

4
Apertura para Otro Lacan. Sociedad Psicoanalítica formada en torno a un Programa de Investigación
Científica en Psicoanálisis. www.apola.com.ar
5
De esta manera se expresó Alfredo Eidelsztein en la clase del 20 de mayo 2020 en el marco del Seminario
anual “El nuevo psicoanálisis de Jacques Lacan” en APOLa.
6
Lacan, J.: Conferencias y Charlas en Universidades Norteamericanas. Yale University, 24 de noviembre de
1975. Traducción de Ricardo Rodríguez Ponte para uso interno de la EFBA. Pág 15.

3
de la medicina de la cual partió, lo que es mucho decir y nos sirve para pensar el
surgimiento histórico del psicoanálisis.

Pero vamos a centrarnos entonces en el objeto de estudio y abordaje de la medicina, el cual


con más o menos matices se trata “de las distintas expresiones en el ser humano del proceso
salud-enfermedad en toda su extensión, en el cual interviene desde la prevención de la
enfermedad hasta los cuidados paliativos para acompañar al individuo a dar su último
suspiro”. Resumiremos de esta manera el objetivo de una práctica tan vasta como antigua.

En segundo lugar, revisemos a la Psiquiatría, especialidad de la medicina de relativa


reciente aparición, que de acuerdo a la Enciclopedia libre “es la especialidad
médica dedicada al estudio de los trastornos mentales de origen genético o neurológico,
con el objetivo de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas con
trastornos mentales y asegurar la autonomía y la adaptación del individuo a las condiciones
de su existencia. También se dedica al estudio del encéfalo y lo que está funcionando mal
dentro de él, no solo de las enfermedades mentales.”

Si bien esta definición que nos da la Enciclopedia libre nos muestra unilateralmente solo
una corriente de pensamiento en la psiquiatría, nos habla también de un estado de situación
a nivel masivo. Sabemos que Lacan era psiquiatra y discutía con las corrientes más
organicistas de la psiquiatría apoyándose en las que se alineaban con la orientación
contraria, lo que se observa claramente en el debate que sostiene con Henry Ey y
reproduce en su escrito “Acerca de la causalidad psíquica” 7. Debate de increíble actualidad
y que al leerlo produce la impresión de estarse frente a un enfrentamiento que es el eslabón
de una cadena cuyo fin se pierde en el pasado pero que se conecta directamente al futuro.

Continuemos dando un paso más, ahora sobre las Neurociencias, que se encuentran
comandando el paradigma de las Ciencias Humanas ya que se busca que todo sea
explicable en términos cerebrales para que sea considerado científico, error propio de la
opinión común, materialismo biologicista en el que se apoyan gustosas la psiquiatría, la
psicología y otras nuevas tendencias clínicas.

7
Lacan, J: Acerca De la causalidad psíquica. Escritos 1. Edit. Siglo XXI. Bs. As. 2008.

4
Pero atención, los avances en neurociencias, tanto como en cualquier otra rama de las
ciencias deben ser celebrados, por ejemplo los que se relacionan a la detección y abordaje
de las demencias o los avances que impactan en el tratamiento de los problemas del neuro-
desarrollo en enfermedades que son de incumbencia neurológica. Es necesario realizar estas
aclaraciones ya que de lo contrario y tal como sucedió en sus orígenes se levantará contra el
psicoanálisis el argumento de considerarlo oscurantista y retrogrado, siendo que es
justamente de eso de lo cual este se separa: tanto de lo neuro como del oscurantismo.

Al dirigirnos al interior de la neurociencia tenemos funcionando en la actualidad a la


Neuropsicología, una combinación entre neurología y psicología que desarrolló el discípulo
de Vygotsky, Alexander Luria luego de la Segunda Guerra Mundial. La Neuropsicología
entonces se ocupa de las lesiones y los daños de las estructuras del sistema nervioso
central que llevan a experimentar dificultades en los procesos de carácter cognitivo,
psicológico, emocional y en el comportamiento individual que se cuantifican en las
disfunciones de las capacidades mentales superiores (memoria, lenguaje, funciones
ejecutivas, praxias, atención) y es sobre este funcionamiento que se opera con el fin de
rehabilitarlo, mantenerlo y /o mejorarlo. Por fuera de este su terreno, la neuropsicología se
comporta de manera muy osada en cuanto a los espacios sobre los que pretende avanzar,
pero con claras limitaciones en sus posibilidades de abordar lo más abstracto del
funcionamiento mental que postula.

Continuaremos entonces con la Psicología. Practica sobre la que el psicoanálisis se asentó


en Argentina en tanto que a nivel de la reglamentación nacional son los psicólogos quienes
pueden administrar psicoterapia, sin distinción de orientación teórica. También pueden
hacerlo a nivel legal los médicos siendo que la diferencia con los psicólogos, además de
formativa, reside en la capacidad fármaco-terapéutica que está en sus manos.

En cuanto a la Psicología Clínica hay consenso entre psicólogos e investigadores: es


la ciencia que estudia la conducta, los procesos psíquicos y la mente con el fin de observar,
describir, explicar, predecir y controlar el comportamiento humano global. De esta
definición vamos a destacar que su objeto es entonces la conducta, los procesos psíquicos y
la mente, siendo que en dichos procesos psíquicos y en la mente, cuando no en la conducta
como expresión, se encuentra el inconsciente freudiano. Lo que nos lleva directamente al

5
inconsciente propio del psicoanálisis de invención freudiana, de los llamados pos-
freudianos y de los freudo-lacanianos ya que podemos considerar que el objeto de estudio y
abordaje de todas estas disciplinas con sus diferencias, son los procesos psíquicos
inconscientes.

Antes de pasar al Psicoanálisis de Lacan repasemos: la Medicina opera sobre las


expresiones físicas en el ser humano dentro del proceso salud enfermedad.

La Psiquiatría como especialidad médica trabaja sobre los trastornos mentales de origen
genético o neurológico y también con patologías del encéfalo.

Luego mencionamos la Neuropsicología, disciplina de las Neurociencias que aborda las


disfunciones producto de los daños que se producen en el sistema nervioso central.

También mencionamos a la Psicología que se ocupa de la conducta, los procesos psíquicos


y la mente.

Por último mencionamos al psicoanálisis freudiano y al freudo-lacaniano, cuyo objeto de


estudio son los fenómenos inconscientes en los que hay que destacar que en el primero el
prejuicio paralelista mantiene a estos fenómenos atados a lo que produce un individuo, y en
el segundo la degradación que se produce en la mixtura de lo freudiano con lo lacaniano lo
arrastra indefectiblemente hacia un materialismo biologicista e individualista oculto tras la
utilización de conceptos de cuño lacaniano.

Podemos decir entonces que todas estas disciplinas -con las salvedades que corresponda- 8,
se mantienen dentro de la racionalidad de la ciencia y bajo la denominación de ciencias
humanísticas, del hombre o humanas, siendo que para Lacan “no existe el hombre de la
ciencia, sino únicamente su sujeto”.9

Por lo tanto, podemos entender que estas disciplinas se hallan produciendo una maniobra
sobre el saber que rechaza, desmiente, deniega el surgimiento de la verdad10.

8
Salvo el freudo –lacanismo que cabe señalar que considera que el Psicoanálisis no es ciencia pero que de
todas formas opera bajo la lógica de un sujeto suturado ante determinados problemas donde la sutura se
precipita.
9
Lacan, J: La ciencia y la verdad. Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008. p.817
10
Además de la característica más importante que Lacan le impone a la verdad, de solo ser posible de ser
medio-dicha, me gusta siempre considerar aquella que utiliza al cerrar su texto “Acerca de la causalidad

6
Este rechazo de la verdad se produce en la sutura que se opera en aquello que
paradojalmente emerge como resultado de las exigencias que se le imponen a este mismo
saber para que sea considerado científico.

La Ciencia moderna según Lacan se “muestra definida por el no-éxito del esfuerzo por
suturar”11, el efecto que produce el discurso científico en tanto que es contrario a lo que
considera lo constituye como tal.

El Psicoanálisis de Lacan trabaja con el Sujeto de la ciencia pero tal como lo postula para la
Ciencias Conjeturales, en la forma de: “un sujeto no suturado pero calculable”.12

Esta doble condición que se expresa en el sujeto, de ser exigido por el discurso dominante
de la ciencia y la expresión constante de su correlato antinómico, produce un malestar que
se moldea de acuerdo a las tendencias que las variables epocales imponen. Dicho malestar
puede ser abordado por cualquiera de las disciplinas mencionadas con anterioridad, pero
estas indefectiblemente buscarán adecuar dicho malestar a sus propios esquemas de
comprensión por medio de la acción de un sujeto completo y racional sobre su objeto
definido y sin fisuras, con resultados variables y a definir en cada caso.

Habiendo realizado este pequeño recorrido digamos entonces siguiendo a Lacan en la


Ciencia y la Verdad13 que el objeto del Psicoanálisis es la función que desempeña el objeto
a en tanto que se inserta en la división del sujeto, donde se estructura el campo
psicoanalítico.

Por lo tanto, digámoslo mejor: el objeto del psicoanálisis no es el objeto a 14, sino la función
que este desempeña sobre la división del sujeto de la ciencia, manteniéndolo no suturado y
por medio de la posición epistemológica que queda cifrada su álgebra. Siendo que esta a es
la escritura de la pérdida radical de la completud, de aquello que no puede terminar de ser
psíquica” en Escritos 1, donde en palabras de Max Jacob postula que “lo verdadero es siempre nuevo”.
11
Lacan, J: Op. Cit., p.818.
12
Lacan, J: Op. Cit., p.820.
13
Lacan, J: Op. Cit.
14
La cita exacta de la cual se purifica esta afirmación es: “El objeto del psicoanálisis (anuncio mi color y
ustedes lo ven venir con él), no es otro sino lo que he adelantado ya de la función que desempeña en él el
objeto a. ¿El saber sobre el objeto a sería entonces la ciencia del psicoanálisis? Es muy precisamente la
fórmula que se trata de evitar, puesto que ese objeto a debe insertarse, ya lo sabemos, en la división del
sujeto por donde se estructura muy especialmente, de eso es de donde hemos partido hoy, el campo
psicoanalítico”. Op. Cit. p820.

7
aprehendido en la estructura del lenguaje. Ese resto elidido, falla estructural que determina
el no-éxito de los esfuerzos por suturar al sujeto de la ciencia.

Por estos motivos podemos afirmar que el matema que Lacan elige para la trasmisión del
psicoanálisis hacia su porvenir, en la fórmula que denomina discurso del psicoanálisis, se
compone en primer lugar del objeto a en el lugar del agente, que de acuerdo a la legalidad
que le asigna ocupa el lugar rector del matema cuaternario. Es la hipótesis sobre el objeto a
como posición ética y epistemológica lo que da inicio y habilita la posibilidad de que se
estructure el campo del psicoanálisis.

El objeto a en el lugar de causa de la división, invita al sujeto a ser escuchado, es decir,


construido, y le impone en ese hecho un esfuerzo de trabajo; generando un derrotero serial
en el que se llevará a cabo un agotamiento lógico, al modo de la demostración matemática;
y la construcción y deconstrucción de todas las posiciones en las que se encuentra cifrado el
malestar y que se ordenaran a partir de los significantes amo que se develen como producto
del trabajo que se le ha impuesto al sujeto.

Y por último, el lugar rector del objeto a como agente sobre el sujeto, se sostiene en el
hecho de que es de un saber de lo que se trata, de un saber no sabido ocupando el lugar de
la verdad.

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