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La Europa del Antiguo Régimen
“Hay en cada Estado tres tipos de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo de las cosas que dependen del
derecho de gentes, y el poder ejecutivo de las cosas que dependen del derecho civil (poder judicial). Por el
primero, el príncipe o magistrado hace las leyes. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe
embajadas, establece la seguridad, previene invasiones. Por el tercero, castiga los crímenes y juzga diferencias
entre particulares. (...) Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se mueven en la misma persona o el
mismo cuerpo, no hay libertad; falta la confianza por que puede temerse que el monarca haga leyes tiránicas y
las ejecute él mismo. No hay libertad si el poder de juzgar no está deslindado del poder legislativo y del poder
ejecutivo. Así, los reyes que han querido hacerse absolutos o despóticos han comenzado siempre por reunir en
su persona todas las magistraturas” Montesquieu “El espíritu de las leyes” 1740.
“La soberanía no es otra cosa que el ejercicio de la voluntad general, no puede ser nunca enajenada, y el soberano
que no es más que un ser colectivo, no puede ser representado más que por él mismo. (...) Luego que el pueblo
está legítimamente constituido en cuerpo soberano, toda jurisdicción de gobierno cesa, y la persona del último
ciudadano es tan sagrada e inviolable como la del primer magistrado, porque ante el representado desaparece el
representante.”
J. J. Rousseau “El contrato social” 1772.
“En su obra, Smith concibe la economía como un ‘ser vivo’, un organismo natural y, por lo tanto, regido por
leyes que están más allá de la voluntad de los hombres para controlarlas. Esas leyes, para que funcionen bien,
no deben ser perturbadas. La libre iniciativa individual en materia económica, la libre competencia, el libre
juego de la oferta y la demanda, la propiedad privada, el libre comercio entre las naciones, entre otras, son las
leyes naturales de la economía.
Mientras esas leyes actúen libremente, sin interferencias de ningún tipo, la economía progresa. Pero si el Estado
o los particulares intervienen para distorsionarlas, sobreviene el fracaso y la crisis: trabas comerciales, aranceles,
subsidios, controles monopólicos de precios, son todos elementos nocivos que desvirtúan la necesaria ‘armonía
natural’ de la economía.” Extraído de Autores Varios “Historia II” Ed. Santillana.