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UNIDAD 2

Resolución de
conflictos

Curso: Herramientas para la Resolución de


conflictos
HERRAMIENTAS PARA LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

Unidad 2: Resolución de conflictos


Orígenes e impedimentos para resolverlos; Conflicto oculto-supuesto-real; Manipulaciones; Triángulo
dramático.

Personalidad, manipulación y conflicto

Análisis transaccional: teoría de la personalidad y conducta social

El análisis transaccional es una teoría de la personalidad y todos/as desde que nacemos hasta que morimos,
damos cabida en nuestra conciencia a distintos patrones de conducta. Tal parece que el ser humano fuera
una grabadora o una computadora: guarda datos por largos periodos, registra patrones de conducta
correspondientes al “estado del yo” Padre, estado del yo Adulto y estado del yo Niño y los almacena. De
pronto, de la noche a la mañana, pese a que hayan transcurrido años, los patrones de conducta salen a flote;
actitudes y maneras de proceder llevan al individuo a reproducir patrones o grabaciones asimiladas.

El análisis transaccional es una teoría de la personalidad y de la conducta social, y un sistema comprensivo


de psicoterapia ideado por Eric Berne. Éste buscó el mejor camino para que los pacientes incrementaran su
autonomía para reencontrarse con sus potencias personales, su espontaneidad e intimidad, capacidades
inherentes a todos/as nosotros/as pero limitadas por el estrés y los traumas del desarrollo.

El análisis transaccional se fundamenta en que existen en nosotros tres “estados del yo”: (Padre, Adulto y
Niño) que deben ser autónomos y, por lo mismo, nuestra meta terapéutica es su libertad. El análisis
transaccional es muy atractivo ya que se aplica a situaciones individuales, de pareja y familiares, así como a
la educación de los/as niños/as y adolescentes. De hecho, su empleo ha sido de gran importancia en
organizaciones tanto privadas como gubernamentales.

Si bien es cierto que Eric Berne planteó que la personalidad se forma por tres componentes estructurales
básicos llamados “estados del yo” (Padre, Adulto y Niño), también lo es que esquematizó las formas de
comunicación, cuando describió tanto el envío como la recepción de los estímulos y respuestas en el diálogo
entre las personas, y que llamó análisis de las transacciones.

Los “estados del yo”

Eric Berne los define como "componentes estructurales de la personalidad". Los presentó en un diagrama
formado por tres círculos uno sobre otro que engloba cada uno de ellos a los estados Padre, Adulto y Niño
(con mayúsculas para diferenciarlos de las personas reales). Berne define el “estado del yo” como una forma
distinta de sentimiento y de experiencia, relacionada con una correspondiente pauta consciente de
comportamiento.

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Es fácil advertir que en el comportamiento humano de un momento a otro, siempre se experimentan cambios
en la manera de ser, estar y actuar. En la vida personal, con frecuencia en periodos cortos de tiempo, un
mismo individuo muestra actitudes distintas, a veces contradictorias entre sí, derivadas de la amplia gama de
sus rasgos de carácter. Pareciera que en cada persona coexistieran varias personalidades.

Constantemente actuamos de manera inadecuada, provocando en los demás fricciones y alteraciones que
desembocan en agresividad e inadaptación. Cuando reparamos en nuestras acciones, nos sentimos a
disgusto, confusos y frustrados; sin embargo, a veces también actuamos adecuadamente y, en consecuencia,
tenemos satisfacciones, sentimientos de plenitud y respuestas constructivas por parte de quienes nos rodean.

Es evidente, como afirman Stanley y Brown, entre otros, que cada persona se relaciona con los/as otros/as,
utilizando una de estas tres estructuras de personalidad - Padre, Adulto, Niño-. Desde luego, es imposible
adoptar las tres posturas a la vez; se entiende que se adoptan de una en una, es decir, cualquiera puede
actuar primero como Adulto, responder después como Padre y reaccionar inmediatamente como Niño.

Los "estados del yo" son circunstancias a partir de las cuales nos relacionamos con los demás. Dichas
circunstancias permiten identificar la existencia de grabaciones y mandatos en el Yo Padre, el Yo Adulto o el
Yo Niño, según el caso.

En el “estado del yo” Padre residen los conceptos aprendidos de la vida; en el “estado del yo” Adulto los
conceptos razonados de la vida y en el “estado del yo” Niño, los conceptos sentidos de la vida.*

Eric Berne definió a los “estados del yo” como los "componentes estructurales de la personalidad y los
representa así". Cada “estado del yo”, dijo Berne, tiene un "sistema de emociones y pensamientos
acompañados de un conjunto afín de patrones de conducta La observación científica del comportamiento
humano ha permitido apreciar que la conducta diaria del individuo se gobierna por las "diversas partes" de su
personalidad, y que ésta provoca en los demás, respuestas emocionales diferentes, mismas que llegan a
automatizarse al grado de no poder controlarlas”.

Es evidente que el/la ejecutivo/a, el/la funcionario/a público, el/la maestro/a, el/la estudiante o el ama de casa
a veces responden impensadamente a los estímulos del comportamiento y deterioran las relaciones que
mantienen con los demás en el momento de conversar, de estar en una reunión o de exponer una cátedra.
Estas reacciones, que pueden ser de ira, de alegría, de represión severa e, incluso, de rechazo, originan una
comunicación más lenta, de manera que los efectos de la interacción entre quien habla y quien escucha, entre
quien emite un mensaje y quien lo recibe, generan mecanismos de ajustes emocionales, tanto en el emisor
como en el receptor, mecanismos que se traducen, en muchas ocasiones, en pérdida de tiempo.

En comunicación, la regla mínima de que "al buen entendedor pocas palabras", ha resultado una verdadera
patraña; quien rige sus actos de comunicación a la sombra de este principio, tiene altísimos riesgos de
fracasar, porque nadie más alejado de la verdad que aquel que considera al interlocutor o a los asistentes a
una junta con el mismo marco de referencia Los mandatos del Padre Crítico Negativo aniquilan la
individualidad de los demás y eliminan la autoestima del interlocutor. En cierto sentido, hay una tendencia

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oculta de desvaloración. Es fácil identificar sus mandatos en tanto que se manifiestan como si la razón
estuviese sólo de su parte. Ante él, no hay razonamiento que valga: la razón entera, absoluta y sin regateos
sólo le pertenece a él.

Las expresiones: "Aquí se hace lo que yo digo y ya", "Aquí mando yo, los demás obedecen", "Siéntate y
come", "Tú no sirves para nada", "Nunca serás un hombre", "Jamás serás mujer", son, entre otras, unas de
las grabaciones en que se originan.

Con este tipo de frases y actitudes se envía un mandato oculto al interlocutor, quien frena su capacidad de
niño/a para vivir, crecer, divertirse, aprender, defenderse y ser él/ella mismo/a.

El padre crítico negativo envía, además, mensajes de lástima o de burla en forma descarada o encubierta. En
los mensajes de lástima, el padre envía al niño, aunque muchas veces de manera velada, una sensación que
lo hace sentirse desvalido y expresiones, de quienes tutelan la conducta de los jóvenes, como: "claro, tenías
que ser tú: por todos lados demuestras que eres idiota"; censuras gestuales como entrecejos fruncidos,
señalamientos con el dedo índice; actitudes de recriminación como desaprobar acremente sus calificaciones,
diciéndole: "Qué estúpido eres"; o mensajes encubiertos como: "Tú qué sabes tanto y estudias duro ¿cómo
es posible que te haya ido tan mal?", contribuyen a devaluar al sujeto y a programarlo para transformar otros
mensajes similares de maestros, jefes y ejecutivos en puntos de referencia para perder el tiempo. A estos
mensajes ocultos, relativos al rol de familia, profesional, de pareja o social, se les denomina "mensajes brujos",
emitidos por el padre protector y que veremos a continuación:

Decálogo del padre protector

1. Confío en ti.

2. Estoy orgulloso de ser tu padre (o madre).

3. Estoy contento de ser tu padre (o madre).

4. Tienes derecho de disfrutar y ser feliz sin penitencia.

5. ¿Qué necesitas? ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?

6. Tendrás éxito en lo que te propongas.

7. Cometiste un error. No importa: cualquiera se equivoca.

8. Estuviste muy bien ¡Bravo!

9. Siempre podrás contar conmigo aún en los momentos difíciles.

10. Te quiero y mereces que te quiera.

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Estado del yo niño

La autenticidad es característica esencial de las emociones en el/la niño/a. En análisis transaccional, se


califican de emociones auténticas: la alegría, el afecto, el sexo, la tristeza, el miedo y la ira, que el/la niño/a
manifiesta de manera natural, ya que, desde muy pequeño/a, todas se hallan presentes en su incipiente
potencialidad de comunicación. Esta expresión legítima de las emociones, es fundamental para el desarrollo
integral de la persona; y su bloqueo conlleva riesgos serios, sobre todo si la represión se acompaña de
mandatos alojados en el padre protector negativo o el padre crítico negativo.

Tiene una importancia particular precisar que las emociones auténticas salen a flote con relativa facilidad en
el/la niño/a; sin embargo, cuando crece, no las expresan con la misma espontaneidad porque las detiene o
las controla.

Así, lenta pero inexorablemente, el/la pequeño/a transforma su emoción por el mandato brujo del “estado del
yo” Padre, en una actitud rebuscada de sonrisa o de tos y cumple, la orden del mandato de no manifestar su
emoción auténtica.

El/la niño/a, que nació libre, con la inhibición de sus emociones auténticas, se reprime por un freno que
proviene del padre y que lo programa para una adaptación represiva al medio social donde ha de
desarrollarse. En consecuencia, el “estado del yo” Niño se divide en dos grandes partes: el niño natural o libre
y el niño adaptado o programado.

El/la niño/a libre vive y disfruta, de manera natural, hechos y circunstancia vital; expresa en forma espontánea
las emociones auténticas que afloran tal como las siente.

Las emociones auténticas se dividen, según los conceptos sociales, en agradables y desagradables. Entre
las agradables se encuentran la alegría, el afecto y el sexo; entre las desagradables la tristeza, el miedo y la
ira.

El estado del yo adulto

Llamamos Adulto al “estado del yo” mediante el cual el individuo es capaz de percibir objetivamente un hecho,
una acción, un fenómeno físico, químico fisiológico o psicológico. El Adulto tiene también la capacidad para
procesar datos históricos de su vida y dar la respuesta conveniente; en fin, aplica la razón en su devenir diario;
se sitúa en el "aquí y ahora", y desde esta posición calcula sus actitudes con base en la experiencia adquirida;
tiene presente y evalúa los datos del exterior y de las fuentes internas del Padre y del Niño, al mismo tiempo
elige el “estado del yo” que conviene usar, de acuerdo con las circunstancias en que se encuentra.

En el Adulto reside la capacidad de razonar, investigar, almacenar datos y experiencias que le permiten al
individuo pensar con base en la realidad en que vive y se desarrolla; de esta manera, el Adulto capta la
información de experiencias vivenciales percibidas de sí mismo y del medio ambiente que le rodea; forma,
así, mediante los sentidos, un "banco de datos" en el que selecciona o retiene la información que utiliza

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cuando una motivación excita los procesos electromagnéticos que se convierten en estímulos y provocan
acciones físicas o psíquicas.

Al Adulto corresponden los juicios lógicos apoyados en la realidad, mismos que le permiten razonar, decidir y
actuar con los demás, de acuerdo con el momento en que vive. También le corresponden los juicios lógicos
apoyados en la realidad, a través del intelecto, utilizando la voluntad para controlar sus acciones, las que se
exteriorizan en la conducta.

Cuando se utiliza al Adulto, se usan palabras como pienso que conviene ¿por qué?

El tono de voz es modulado, lo que significa que el individuo ha pensado antes de hablar; la expresión facial
es serena y denota concentración y se adoptan posturas de una persona atenta y activa.

Por otra parte, el Adulto actúa también positiva o negativamente, esto es, dentro de los sistemas de conductas
ok o no ok.

El Adulto ok busca y almacena información adecuada a la realidad, y utiliza este acopio de datos para razonar
y tomar decisiones, pero siempre considera que lo que haga o diga, no lo perjudique ni a él ni lesione a los
demás. Con esta conducta, el individuo se hace responsable y es autónomo.

El Adulto no ok, por el contrario, carece de información y no se preocupa por obtenerla, o lo que es peor,
acepta una mala información programada en la irrealidad, cuyo razonamiento, falso e inadecuado, se basa
en hechos y pensamientos que lo conducen a una actitud deshonesta. Además, acepta los mensajes del
Padre no ok y del Niño no ok, de manera que, los deberes y sentimientos captados en forma inadecuada,
influyen en las decisiones que el individuo toma ante sí mismo y para con los demás.

No basta la razón. No alcanza el mejor proyecto

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Manipulación y triángulo dramático

El triángulo dramático está formado por tres personajes: el perseguidor, el salvador y la víctima. Cada uno de
estos actores debe existir para que la tragedia de manipulación se cumpla.

La manipulación está basada en una serie de intentos deshonestos para que a través de ellos se realicen los
deseos de una persona, aunque esto implique que el otro sujeto tome decisiones de las que no está
plenamente convencido.

La mejor herramienta del manipulador es la debilidad del manipulado; sin embargo en el primero existe un
miedo a la negación de su petición.

Hoy y siempre ha existido la manipulación en las relaciones cotidianas entre las personas. El ser humano
padece de un miedo interno a pedir directamente a otra persona, grupo o familia lo que desea de ellos; quiere
fervientemente que los demás adivinen sus necesidades y se las satisfagan pero teme una negativa, un no a
la petición directa que pudiera hacer; tiene miedo a recibir un no como respuesta que lo aniquilaría, a que el
ego sienta que, cuando no es complacido, se derrumba.

Por eso, para lograr a toda costa lo que quiere de otros, utiliza subterfugios, para alcanzar a toda costa lo que
quiere de otros.

Juan José Tapia considera que el manipulador obtiene de otras personas lo que él cree que no puede alcanzar
por sí mismo, y que el manipulado vive en la fantasía de que si no da lo que se le pide, puede ocasionar un
daño e, inclusive, una desgracia al manipulador, de la cual se sentirá responsable o culpable.

Manipular implica intentos deshonestos al dirigirse a otros de una manera insana para que cumplan sus
deseos, aun cuando no quieran o no puedan dar lo que se les ha pedido.

En el análisis de la manipulación, el manipulador utiliza una debilidad de la persona manipulada para alcanzar
sus objetivos, en vez de pedir, directamente, satisfacer sus necesidades. La causa, repito, es el miedo a que
el otro se niegue o no cumpla sus deseos. Cuando esto sucede el individuo que manipula y también el
manipulado, asumen un papel que Stephen Karpman identifica con tres roles: el rol de perseguidor, el de
salvador y el de víctima; papeles que funcionan de manera dinámica y cambiante, como se observará más
adelante al ver con mayor claridad que los papeles giran; que la víctima a veces se cambia en salvador y el
salvador, en perseguidor y éste desempeña el papel de víctima y así, sucesivamente, según se comprobará
cuando se analice el triángulo dramático de Karpman

La manipulación se define como la maniobra o manejo que se planea y se ejecuta con el fin de llevar a otros/as
a decir o hacer algo que el manipulador desea. Tapia la define como la utilización de una persona por otra, o
de unas personas por otras, para satisfacer sus propias necesidades y lograr que haga o diga algo sin contar
plenamente con su voluntad.

Para que exista manipulación es necesaria la intervención de un manipulador y un manipulado, y se presenta


como una fórmula matemática planteada de la siguiente manera:

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Como salvador, por ejemplo, una mujer espera a su esposo por la noche y no se duerme aunque sea muy
tarde y tenga sueño; cuando él llega, ella siempre le recrimina diciendo: “mientras tú llegas, sabes que no
puedo dormir”. Con esa actitud busca provocar culpa en el marido y lo obliga a llegar temprano para no
sentirse culpable. Regularmente, el marido, cuando por alguna circunstancia no puede llegar a tiempo, se
siente mal (culpable); sabe que su esposa lo espera, que no se duerme y siente culpa, emoción que no lo
deja tranquilo en donde se encuentre.

El manipulador, normalmente, utiliza el miedo, la culpa o el soborno para lograr su objetivo, regulando o
amenazando con quitar afecto, tiempo, información o bienes materiales.

Stephen Karpman presenta un triángulo de vértice inferior y base superior en donde coloca la postura del
padre crítico negativo como perseguidor; el padre protector y sobreprotector, y el niño adaptado a la víctima.

Se le da el nombre de triángulo dramático porque en él la tragedia de manipulación se cumple


irremisiblemente.

El rol o papel de salvador se cumple sobreprotegiendo de tal manera, que el manipulador con su melosidad
impide que otros lleven a cabo su cometido, deteniendo así el desarrollo y crecimiento de los demás.

El rol o papel de víctima se cumple bajo la influencia destructiva del perseguidor o del salvador o de los dos
juntos y puede comportarse como sumiso, actuando temerosa y desvaloradamente; o bien, como rebelde,
oponiéndose agresivamente, almacenando rencor y sintiendo los rebusques (emociones aprendidas).

El perseguidor manipula, provocando miedo; el salvador, culpa o soborno; la víctima manipula con miedo al
salvador y con culpa o soborno al perseguidor. De esta forma, los roles giran en los vértices convirtiéndose
en un triángulo dinámico.

Ocupar un papel o rol en el triángulo dramático es, de algún modo, entrar a la manipulación y tener
consecuencias inadecuadas, además de recibir caricias negativas o caricias positivas inconvenientes (la
caricia es una forma de reconocimiento).

Las personas que piensan que las falacias son una verdad, no pueden tomar determinaciones propias,
dependen de los demás y hacen responsables a otros de lo que le acontezca en su vida.

La realidad es que las personas son responsables de sí mismos y por consecuencia, de lo que hagan y digan;
ellas/os y solamente ellas/os son quienes con sus conductas y actitudes se siente bien o mal.

Ahora bien, la manipulación aparece cuando:

1. El manipulador tiene el control de sus fuentes.

2. Cuando alguien detecta el poder para obtener lo que necesita.

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Cuando el manipulador tiene el poder o el control de las fuentes de poder, busca la forma de dirigir a la víctima
desde el rol de perseguidor o de salvador, utilizando desde el estado del yo padre, las necesidades de la
víctima: el afecto, el tiempo, la información y los bienes materiales.

Cuando necesita obtener el poder, utiliza el rol de víctima, valiéndose de la creencia imaginaria de que el
perseguidor o el salvador lo consideran desvalido y sin capacidad de sobrevivir, sino a través de lo que ellos
le puedan dar.

Juan José Tapia considera que el manipulador obtiene de otras personas lo que él cree que no puede alcanzar
por sí mismo, y que el manipulado vive en la fantasía de que si no da lo que se le pide, puede ocasionar un
daño e, inclusive, una desgracia al manipulador, de la cual se sentirá responsable o culpable.

Para lograrlo utiliza:

1. Afecto a través de los estímulos que proporcionan las caricias y el reconocimiento como una necesidad
vital para el hombre que se apoya en situaciones falsas para hacer sentir bien o mal a otra persona.

2. Tiempo a través de la necesidad que él o la otra persona tienen de ocupar su tiempo, sea por remembranzas
de otra época o con la intención de permanecer en un futuro cerca de ella.

3. Información porque el conocimiento puede utilizarse como fuente de control y determina ventajas sobre
otras personas, ya sea en lo científico, en lo político, en lo religioso o en lo social, recurriendo a la intriga, la
maledicencia, el rumor o el secreto.

4. Bienes materiales que son aparentemente necesarios para la vida o para obtener mayores comodidades
que, socialmente, proporcionan una forma de seguridad.

Cuando una persona adopta cualquiera de los roles del triángulo dramático, es porque se encuentra
funcionando en el sistema de conductas no ok. Las conductas negativas pueden enviarse desde el padre
crítico no ok, como perseguidor; del padre protector no

Cuando una persona utiliza, para satisfacer sus necesidades psíquicas, sociales, políticas, económicas,
sexuales, etcétera, cualquiera de los papeles implícitos en el triángulo dramático de Karpman, fundamenta
sus acciones en juegos psicológicos que la colocan automáticamente en el sistema de conducta no ok.

Manipular o ser manipulado es una práctica patológica que les hace, tanto al manipulador como al
manipulado, no aplicar los valores humanos, no permitir a los demás ser como son ni aceptarlos con sus
fortalezas y debilidades. El respeto al ser humano se manifiesta en los valores fundamentales: el amor a
nuestros semejantes y a sí mismo; la verdad que elimina la ocultación de la realidad; la honestidad que evita
el abuso y practica la equidad y la igualdad que deben tener los seres como individuos pensantes y sensibles
a los estímulos internos y externos; la libertad, la justicia, la responsabilidad y otros tantos valores que, al
ejercitarlos, evitan totalmente la manipulación.

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Por lo tanto, invitar al lector a no manipular es evidente por sí mismo. El análisis de la manipulación da la
oportunidad de rebuscar nuestras necesidades y no ser directos en nuestras necesidades, tal vez por miedo
a recibir una negativa a nuestras peticiones, pero si así fuera, es mejor que vivir en una falsa esperanza. Es
necesario y más sano el riesgo del “sí” o del “no” de la otra persona, que iniciar un juego que ha de llevar al
drama de la vida.

Día con día vivimos la manipulación en los medios políticos, económicos, sociales y aun en los espirituales.
Abandonar la manipulación le permite al ser humano la salud biológica, psíquica, familiar y social.

“Para complementar estos conceptos consulte el video de la clase 2.

Bibliografía:

- BERNE, Eric. (1976) Análisis transaccional en psicoterapia. Ed. Psique. Buenos Aires.

- BERNE, Eric. (1957) "Estados del Ego”, en American Journal Psychother. No. 11.

- BERNE, Eric. (1972) Hacer el Amor. Ed. Tiempo Nuevo. Buenos Aires.

- BERNE, Eric. (1974) ¿Qué dice usted después de decir: ¡Hola!? Ed. Grijalbo. Buenos Aires y México.

- BERNE, Eric. (1974) Juegos en que participamos. Ed. Diana. México.

- KAPLAN Sergio. (2011). Negociar con el Diablo. Ed. Libros del Zorzal.

- KAPLAN Sergio. (2016). Negocia con Sabiduría. Ed- Libros del Zorzal.

- KARPMAN, Stephen. (1980) Comunicación personal. Curso Superior. Colegio Nacional de Medicina
Psicosomática. México.

- KERTÉSZ, R. y otros. (1973) Introducción al análisis transaccional. Ed. Paidós. Buenos Aires.

- KERTÉSZ, R. Induni G. (1977) Análisis transaccional en el desarrollo de las organizaciones. Año 1. No. 1.
Buenos Aires.

- TAPIA, J. J. Estrategia de la okeidad. Ed. Okeidad. Buenos Aires, 1978. pp. 127-139.

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- VILLEGAS MALDA, J. y L. Roberto. El tiempo y yo en un encuentro. Análisis Transaccional. Edic. Galas de

México, 1980. pp. 240.

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