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APERTURA MASTER LACAN C 4.

Sobre el estadio del espejo

Fue en el Congreso de Marienbad (31 de julio de 1936) donde tomó su

lugar este primer pivote de nuestra intervención en la teoría psicoanalítica. Se

encontrará una referencia irónica a él en las pp. 174-175 de estos Escritos, con

indicación del tomo de la Encyclopédie française que da fe de la fecha de sus

tesis (1938). Habíamos descuidado en efecto entregar el texto para la memoria

del Congreso. Lacan

“El estadio del espejo. Teoría de un momento estructurante de la constitución

de la realidad, en relación con la experiencia analítica”, fue presentado el 3 de

agosto de 1936 en el XIV Congreso de la Asociación Internacional de

Psicoanálisis (I.P.A), en Mariembad, cerca de Austria. Un escrito significativo

porque supone el inicio de una travesía discursiva en Lacan al poco tiempo de

haber leído la tesis con la que se doctoró en psiquiatría. El texto de 1936 parte

de observaciones descritas por la psicología sobre el interés manifiesto del niño

por su imagen en el espejo entre los seis y los dieciocho meses. Lacan lo

reelaborará y presentará de nuevo en 1949, en el XVI Congreso de la IPA, en

Zurich, como El estadio del espejo como formador de la función del yo [je], tal

como nos es revelado en la experiencia analítica.

1
La primera escritura del Estadio del espejo, Lacan (1936), propone una

alienación fundamental en la que el niño se confunde con su imagen

adelantándose al dominio de su corporalidad. Este hecho Freud lo conceptúa

en relación a la noción de narcisismo, siendo la identificación con la imagen el

mecanismo que se pone en juego. En la reelaboración citada, Lacan (1949),

sitúa la experiencia especular como un momento fundamental, lógico, de la

constitución del yo.

Las referencias de Lacan en los desarrollos del estadio del espejo cuentan con

la actualidad de las investigaciones en psicología infantil, psicología

comparada, la teoría de la Gestalt, etología, filosofía y con la teoría generada

en el ámbito post freudiano sobre la imagen del cuerpo, en especial con las

producciónes de Schilder1 y de Wallon2, siendo el texto de Schilder un escrito

de importancia capital en el ámbito de la Ego-Psychology, de la doctrina del

Self y de la teoría de la relación de objeto.

Hasta 1953 en las formalizaciones teóricas del estadio del espejo Lacan usa el

término imaginario como adjetivo para calificar la relación con el otro, el

semejante. A partir de 1953 articula la noción de imaginario a las de real y

simbólico en términos sustantivos refiriéndose con él a la dimensión subjetiva

más próxima a la imagen, al yo y a la fenomenología ilusoria de la captación, la

apariencia y el señuelo.

En filosofía y en psicología el término imaginario en función sustantiva significa

la imaginación, la facultad consciente de representarse las cosas en el

1
Schilder, P. (1983). Imagen y apariencia del cuerpo humano, Buenos Aires: Paidós.

2
Wallon, H. Los orígenes del carácter en el niño. Los preludios del sentimiento de personalidad (1934),
Nueva visión,

2
pensamiento con independencia de la realidad. Lacan se apoya en la

fenomenología de Hegel, Husserl, Heidegger y Kojève y en la fenomenología

existencial de sus contemporáneos, Sartre y Merleau-Ponty, investigaciones

filosóficas en torno a la existencia del hombre a partir de la conciencia de sí.

Desde 1953 conceptúa lo imaginario como el ámbito de las ilusiones del yo, la

sugestión, el engaño, la alienación y la fascinación asociados a la experiencia

de segmentación entre el yo (moi) y el sujeto (je), haciendo de lo simbólico el

lugar del significante y de la función paterna y de lo real lo imposible de

simbolizar. El sujeto, je, es inidentificable, a diferencia del yo que es lo que

resulta de la alienación significante; este sujeto está representado por el

intervalo significante cuyo registro, el del significante, se instituye por el hecho

de que un significante representa a un sujeto para otro significante3.

También a partir de 1953 la noción de imago, tan importante en el primer

tiempo de la elaboración lacaniana, perderá relieve.

Toma como paradigma la imago del seno materno que determina la vida del

hombre, imago anclada en el psiquismo cuya sublimación resulta

especialmente difícil, como lo pone de manifiesto el apego del niño pequeño a

las faldas de su madre o la duración a veces anacrónica de dicho lazo; imago

que siendo necesaria al comienzo de la vida, su persitencia deviene mortífera.

La imago más que una imagen es un esquema imaginario adquirido mediante

el cual el sujeto se enfrenta a otro, mientras que para la psicología —de corte

fenomenológico y fundada en la filosofía del cogito cartesiano— la imagen es la

imagen mental de la conciencia imaginativa, caracterizada por su ineficacia.

El estadio del espejo, su funcionalidad, muestra los efectos del campo

perceptivo sobre la realidad psíquica, cómo en la especie humana la imagen de

3
Lacan, J. “Posición del inconsciente”, Escritos 2, Buenos Aires Siglo XXI, 1998 p. 819.

3
propio cuerpo estructura ortopédicamente al ser hablante rectificando la

dispersión del cuerpo que marca los primeros meses de vida. La unificación

alcanzada se opone a la incoordinación, a esa dispersión primera del cuerpo.

Además de las aportaciones del psicoanálisis, la filosofía y la psicología para la

formalización de la noción de imaginario, Lacan estudia las aportaciones de la

etología contemporánea siendo determinantes las nociones de Umwelt e

Innenwelt, de Jakob von Uexküll, biólogo alemán (1864-1944),

circunscripciones etológicas en torno a la realidad en las especies animales,

incluida la humana. La Umwelt indica que el medio del animal es ante todo un

medio fabricado por él en función de su constitución y refleja la Innenwelt, es

decir lo que el animal es como organismo.

Wallon4 describe los cambios observados en el interés manifiesto del niño ante

su imagen reflejada en el espejo; cambios que dan cuenta del progreso

realizado por el bebé desde una percepción parcial de su cuerpo a una

percepción global; desde una percepción como existencia en dos espacios

(propia al cuerpo y exterior al mismo) a una existencia en un espacio unificado

donde la realidad de la imagen tiene valor virtual. Según Wallon, las

experiencias del niño frente al espejo dan prueba de la génesis del sujeto

psicológico y cronológicamente las localiza así: Hasta el tercer mes,

aproximadamente, el niño se muestra insensible ante las imágenes que se

forman en un espejo. En el curso del cuarto mes fija su mirada en el espejo,

pero observa allí su reflejo como si le fuera extraño: “[...] el niño mira como lo

haría frente a un extraño que viera por primera vez; tres días después le sonríe.

Manifestación de interés que lo muestra sensible a la representación del rostro

humano, pero que no se reproduce hasta quince más tarde. En consecuencia,

4
Wallon, H (1934/ 1975). “El cuerpo propio y su imagen exteroceptiva” en El origen de carácter en el
niño: los preludios del sentimiento de personalidad, Buenos Aires, Nueva Visión.

4
es una manifestación todavía muy intermitente, como ocurre habitualmente en

casos en que siendo experiencias muy novedosas solo pueden producirse en

condiciones muy favorables”. Hacia el sexto mes, de acuerdo a la experiencia

reseñada por Darwin con su propio hijo, el niño sonríe a su imagen especular y

enseguida sonríe a la imagen de su padre reflejada en el espejo. Pero, al

escuchar la voz de éste detrás de sí, se voltea sorprendido, indicando con este

gesto que aún no logra hacer coincidir en el espacio y el tiempo la presencia

real del progenitor o de ese otro humano que lo sostiene en brazos, con la

imagen reflejada del mismo. El niño percibiría la conexión entre la imagen y el

modelo, pero no lograría establecer la relación de dependencia entre ambos;

atribuye tanto a la una como a la otra una realidad independiente. Hacia el

décimo mes, frente al espejo, el niño extiende los brazos hacia la imagen y la

observa si se lo llama por su nombre. El júbilo impregna la escena. Establece

en ese tiempo la relación entre su imagen reflejada y su imagen real,

subordinando la imagen reflejada a la imagen real. Ahora bien, para unificar su

yo en el espacio, dice Wallon, el niño debe realizar dos operaciones: Admitir la

existencia de imágenes que tienen la apariencia de la realidad y afirmar la

realidad de una existencia que escapa a la percepción. El niño se confronta a la

existencia de imágenes sensibles (subjetivas) que tienen lugar en un espacio

imaginario, y de imágenes de la realidad externa pero sustraídas a la

percepción sensorial. Hacia los doce meses, el reflejo en el espejo es ahora

vivido como un verdadero sistema de referencias que permiten orientar sus

gestos hacia las particularidades de su cuerpo.

Wallon sostiene que el niño para aceptar el hecho de su existencia espacio-

temporal debe subordinar progresivamente los datos de la experiencia

inmediata a la pura representación, pasar de la percepción de un doble real a la

percepción de un doble virtual. La “prueba” del espejo serviría al niño, dice

Wallon, para introducirse en el juego de la diferenciación y de la equivalencia

5
de las imágenes. A través de esta experiencia se formaría la idea de un cuerpo

propio que lo conducirá a la unidad del yo. Así, la noción de cuerpo propio es

concebida por Wallon como el resultado de la integración progresiva del cuerpo

físico a su yo, indicación crucial para Lacan.

De James Mark Balwin, Lacan retoma las indicaciones acerca del gesto

jubiloso del niño frente a su imagen especular: “ [...] este acontecimiento puede

producirse, como es sabido desde los trabajos de Balwin, desde la edad de

seis meses y su repetición ha atraído con frecuencia nuestra meditación ante el

espectáculo impresionante de un lactante ante el espejo, que no tiene todavía

dominio de la marcha, ni siquiera de la postura en pie, pero que a pesar del

estorbo de algún sostén humano o artificial, supera, en un jubiloso ajetreo las

trabas para suspender su actitud en una postura, más o menos inclinada y

conseguir para fijarlo, su aspecto instantáneo de la imagen”5. Lacan ve en este

regocijo la confirmación del reconocimiento de su imagen especular en un

momento en que se encuentra sumido en una dependencia absoluta del otro

porque aún no tiene dominio motor y es inmaduro neurológicamente. El

pequeño, sobreponiéndose a tales limitaciones, se precipita ante su imagen

especular con entusiasmo.

Lacan convierte la experiencia del espejo en un estadio al extraerlo de toda

referencia a la vivencia efectiva del cuerpo, a una maduración psicológica o al

progreso del conocimiento, contexto en el que Wallon plantea la cuestión.

Wallon reflexiona sobre la psicogénesis del cuerpo propio y la unidad del yo en

el marco de una psicología centrada en la primacía de la conciencia donde lo

inconsciente no tiene lugar y toman la imagen como un objeto sensorial. Dónde

5
Lacan, J. (1972), “El estadio del espejo como formador de la función del yo [“je”] tal como se nos
revela en la experiencia analítica”, Escritos 1, Buenos Aires: Siglo XXI.

6
Wallon busca verificar progresivamente la puesta en marcha de una capacidad

funcional objetiva, Lacan destaca un momento de elección, un franqueamiento

que aloja en un proceso de advenimiento subjetivo que cuestiona la

homogeneidad del tiempo cronológico. Lacan dirá incluso, insight, para aludir a

la inscripción, esclarecimiento, configuración, momento lógico, deducible: “[...]

no es de historia sino de insight configurante, por lo cual lo designamos como

estadio, aunque emergiese en una fase”6.

La psicología gestalt sostiene que la percepción está influenciada por el

contexto y la configuración de los elementos percibidos; las partes derivan de

su naturaleza y su sentido global y no pueden ser disociados del conjunto, ya

que fuera de él pierden todo su significado. Es la teoría de la Gestalt, no la

psicología desde aquí orientada, la que interesa a Lacan, para confrontar su

teorización del estadio del espejo a la psicología genética liderada en Francia

por Wallon.

Lacan con la teoría gestáltica y su uso en el ámbito de la psicología infantil, con

las aportaciones de la etología y las de la fenomenología busca esclarecer la

qué opera psíquicamente en la captura de la imagen que organiza la realidad

corporal. En consecuencia, la formalización del estadio del espejo se sostiene

en una tesis sobre la trasformación del ser hablante en relación a la asunción

de una imagen, de una gestalt que en el estadio del espejo es la forma del

cuerpo propio.

¿Qué aporta la etología al texto de Lacan sobre el estadio del espejo? Desde

1935, los trabajos de Lorenz y Tinbergen (premios Nobel de medicina en 1973

por sus descubrimientos sobre la organización y elicitación de los patrones de

conducta social e invididual) ponen en evidencia la presencia en el animal

6
Ibidem, p.7.

7
emisor de un mecanismo desencadenante que activa en el animal receptor un

mecanismo innato de desencadenamiento capaz de producir una acción

manifiesta. Después de los desarrollos de la teoría de la Gestalt sobre la noción

de forma, la etología extiende y extrema la función estructural de la imagen y

sus efectos formativos sobre el organismo animal y su capacidad para

organizar la relación con el otro. Es el caso de la eficacia de la imagen en la

paloma —indicado por Harrison y consignado en las Actas de la Real Sociedad

Británica, en 1939—, que precisa, para la maduración de sus gónadas

sexuales de la vista de un congénere. Los efectos son los mismos si se trata de

la vista de un congénere real, macho o hembra, o de la vista de la propia

imagen reflejada en el espejo; reflejo que la paloma toma como otro real. La

etología, da cuenta de la eficacia de la imagen como pura materialidad: la vista

de la imagen produce efectos sobre el real del organismo. De aquí Lacan

extrae las consecuencias para el psicoanálisis mostrando la efectividad de la

imagen en el terreno del psiquismo, la eficacia de la imagen en su función

constituyente.

Entre los mamíferos, el humano es el único en no alcanzar su madurez

fisiológica sino hacia el décimo mes, conservando varios meses después de su

nacimiento reflejos que son secuelas de la vida intrauterina, los que testimonian

de la inmadurez de su sistema nervioso central (a propósito de las sensaciones

interoceptivas, reguladoras de la funciones viscerales invloluntarias, los

estudios del tema dicen que en los primeros seis meses de vida domina el

malestar). Para Lacan, la asfixia del nacimiento, el frío relacionado con la

desnudez del tegumento, el malestar laberíntico (que no es ajeno a la

satisfacción experimentada por el niño al ser acunado), son sensaciones que

hablan del tono penoso de la vida orgánica que impregna estos primeros

meses y que el cuidado materno, por muy esmerado que sea, no logra atenuar

completamente. Añade que la causa de este malestar radica en una

8
insuficiente adaptación ante la ruptura de las condiciones del ambiente y de la

nutrición brindadas por el equilibrio parasitario de la vida intrauterina. El

momento en que el bebé se sobrepone a este malestar provocado por el

retraso físico, coincide con aquel en cual logra reconocer su imagen en el

espejo.

El malestar orgánico del bebé permitiría explicar el retraso afectivo observable

en los niños nacidos antes de término. Esta prematuración de los primeros

meses contrasta con su marcado interés por la imagen del semejante, en

particular por su rostro; interés precoz observable a partir de los 10 días de su

nacimiento, antes que la coordinación motriz de los ojos se haya desarrollado.

De aquí se deduce que en el ser humano la imagen del cuerpo del otro

antecede a la propia, que el niño da prueba de reconocer primero el rostro de

quien le otorga los primeros cuidados mientras solo da signos de reconocer el

propio hasta el sexto mes.

Las experiencias recogidas por Wallon con diferentes animales y niños

pequeños dejan ver la preeminencia de la imagen del cuerpo propio en el

humano, frente a lo que ocurre en la especie animal donde solo la imagen del

congénere tiene un rol en su comportamiento y relación al otro de su especie.

Lacan califica este interés de estructural: a causa del retraso del desarrollo la

maduración precoz de la percepción visual toma su valor de anticipación

funcional. De aquí la importancia de la estructura visual en el reconocimiento

precoz de la forma humana. Entonces, cuerpo inacabado en el terreno de lo

real orgánico y anticipación imaginaria de la aprehensión y dominio de la

unidad corporal en el plano psíquico, la forma total del cuerpo gracias a la cual

el sujeto se adelanta ilusoriamente a la maduración orgánica.

9
Para concluir, Lacan ubica la experiencia del espejo como la "estructura

ontológica del ser humano" en la que el sujeto (je) -construcción simbólica

diferente del yo (moi), efecto de lo imaginario - se aliena una imagen por efecto

de la identificación y de la función de la imago-. La imago es el fundamento de

lo que Lacan denomina "pensamiento identificatorio", función que caracteriza

las relaciones del ser humano con sus semejantes. "La imago del otro está

ligada a la estructura del propio cuerpo y más precisamente a sus funciones de

relación"7. En esta experiencia especular se parte de una insuficiencia del

neuroeje, motriz, a una anticipación mental de dicha insuficiencia, con el paso

de un cuerpo fragmentado, a una forma "ortopédica" de su totalidad". Si bien

esto supone un triunfo para el infans expresado lúdicamente en los

movimientos, también supone el inicio de las discordancias que el sujeto (je)

tendrá que resolver con respecto a la realidad, de la cual el yo actúa como

intermediario.

Lacan, con la teoría de la prematuración del nacimiento interroga la teoría

adaptativa, de actualidad en la psicología de comienzos del Siglo XX, y

muestra cómo la configuración psíquica del sujeto no depende ni va al ritmo del

desarrollo neurológico: las sensaciones extero, propio o interoceptivas

(informan respectivamente del medio externo, de la situación del cuerpo en el

espacio y de los procesos internos del organismo) no estarán suficientemente

coordinadas hasta después de un año de vida, tiempo en el que se irá

completando el reconocimiento del propio cuerpo y correlativamente la noción

de lo que le es exterior.

El estadio del espejo como formador de la función del yo... en

“Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente

freudiano” (1960). La identificación a una forma supone, como toda

7
Lacan, J (1978). La familia, Buenos Aires-Barcelona: Ed. Argonauta, pp.47-48.

10
localización, significar el espacio, acotarlo; y toda acotación implica relación

con las ideas de de contigüidad, continuidad y lugar. Así, vamos leer estos

textos desde la negatividad como término constituyente de los ideales de la

persona, en tanto que toda identificación a algo, como afirmación, contiene la

negación de lo otro. La identificación a una forma exterior es lo que permite al

infans discriminarse en la realidad como otro, diferenciarse para ser por

mediación del vínculo simbólico.

El estadio del espejo8, en la construcción de 1949, plantea las funciones del Yo

en oposición al discurso del cogito cartesiano y a las contradicciones del

discurso postfreudiano en relación al “yo autónomo” o primacía del Moi como

figura objetivada de sí mismo. “Pienso, luego soy” es la experiencia filosófica

de la búsqueda del sujeto, y el intento de localizar al sujeto en una garantía. El

descubrimiento freudiano, el inconsciente, exige una formulación negativa, la

del sujeto que es en lo que se manifiesta por su ausencia, en lo que choca en

el discurso o en lo que se presenta como efecto de lo involuntario.

Entendemos este estadio como una identificación imaginaria que da lugar a

una transformación efecto del asumir una imagen, “una identificación en el

sentido pleno que el análisis da a este término”9. El infans construye su unidad

alrededor de la imagen de su propio cuerpo en el espejo, se reconoce en una

forma, y asume ese reconocimiento con júbilo; esa forma, que Lacan llama

ortopédica de su totalidad, proviene de la exterioridad y constituye la instancia

primaria del yo, situándolo como Yo ideal.

8
La primera elaboración sobre el estadio del espejo fue presentada por Lacan en una comunicación al
XIVo Congreso Internacional de Psicoanálisis, Marienbad, 1936; este texto es inédito. El estadio del
espejo como formador de la función del yo... es el texto de la comunicación presentada por Lacan en el
XVI Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Zurich, en 1949. Escritos 1. S XXI,1998
9
Ibíd pg.87

11
Esta actividad, que se va produciendo entre los seis y dieciocho meses,

constituye el yo como sede de las identificaciones secundarias, y manifiesta “la

matriz simbólica en la que el yo se precipita en una forma primordial, antes de

objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el

lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto”10. La dimensión

cautivante de esta imagen unificada que el niño encuentra en el semejante, no

es ajena a las condiciones particulares de la naturaleza humana; Lacan nombra

esa particularidad como “verdadera prematuración específica del nacimiento en

el hombre”, prematuración derivada del atraso del desarrollo del neuroeje y que

se manifiesta en el adelantamiento funcional que en relación a este atraso

representa la precocidad de la percepción visual.

En el período pre-especular el niño se experimenta fragmentado e indistinto de

lo otro exterior. Muestras de esa experiencia de fragmentación se localizan en

el texto de las creaciones artísticas (Lacan cita las pinturas de J. Bosco), en los

sueños, y en el plano orgánico en los síntomas histéricos de escisión

esquizoide o de espasmo. La identificación a la imagen del semejante facilita la

ilusión de completud de la que procede la investidura libidinal que el infans

produce sobre la imagen con la que se identifica. Esta investidura que se

muestra en la complacencia del control de la imagen especular, no implica el

control dinámico del cuerpo en el lactante en estado de desamparo, como lo

nombra Freud.

Al estadio del espejo sucede la incorporación dialéctica que articula el yo(je)

con las elaboraciones sociales. Esta dimensión conjuga el ser con la

negatividad existencial en tanto que el yo se asienta sobre la función de

desconocimiento, porque el niño se experimenta en primer lugar como otro: soy

en otro, otro que es esa imagen invertida y simétrica del semejante que permite

10
Ibíd pg. 86

12
fijar un sentimiento de sí que se opone a “la turbulencia de movimientos con la

que se experimenta”.

Esta formalización especular en la que interviene el espacio como condición, es

la que le permite establecer una relación entre el organismo y su realidad.

Decíamos que la identificación a una forma supone significar el espacio,

delimitarlo. Así, desde esta primera identificación podemos hablar de la

experiencia del límite que, conceptuado por Hegel, contiene el momento de la

negación. Sin ese momento de experiencia del límite, de la negación, no hay

momento de afirmación. Así, el sujeto se inscribe en una ambivalencia

primordial en el sentido de que es efecto de una identificación del sentimiento

de sí con la imagen del otro11, y es esa imagen del otro la que cautiva el

sentimiento de sí. Esto determina un efecto de alienación en el sentido de que

“ser otro” se experimenta como pérdida y esa pérdida, determinada por la

relación simbólica, es la que la que vincula al sujeto con lo social.

Hemos leído la relación del niño con su propia imagen como operación

mediada, en primer lugar, por la función de desconocimiento en el principio de

la formación del Yo. Vamos a comentar el uso que Lacan hace del modelo

óptico12 como soporte analógico para comprender la función del Otro en las

elaboraciones del narcisismo designadas como Yo ideal e Ideal del yo.

“La función del modelo es dar una imagen de cómo la relación con el espejo, o

sea la relación imaginaria con el otro y la captura del Yo ideal, sirve para

arrastrar al sujeto al campo donde se hipostasía en el Ideal del Yo”13


11
La tópica de lo imaginario. S I, Los escritos técnicos de Freud. Paidós, 1983.
12
La tópica de lo imaginario. S I, Los escritos técnicos de Freud. Paidós, 1983.
5. Observación sobre el informe de Daniel Lagache.E 2, pp.650-660. Podemos decir que esta
construcción de Lacan, ilustrada por el uso del modelo óptico de Bouasse y su desarrollo, alcanza como
analogía para explicar la estructura del sujeto en términos de la tópica freudiana, estructuralistas y
topológicos.
13
Ibíd. pg.659.

13
El sujeto se hipostasía en el Ideal del yo; leemos hipostasía como operación en

la que un término, el sujeto, se enmascara por la acción de otro, del discurso.

El campo semántico del término “hipostasía”, significado en los distintos

campos del saber, se ciñe alrededor del manifestar y soportar un cambio. En

patología alude a los efectos de la gravedad sobre un cuerpo inmovilizado.

Cambio y muerte en el lugar del Ideal del yo. Esta localización del sujeto que

Lacan nombra como hipostática es lo que en esta ocasión nos permite articular

la lectura de su construcción de 1948, en la que plantea la formación del yo

como efecto de la función desconocimiento, con el desarrollo que presenta en

1960, en el que plantea la función idealizante que da ilusión de identidad al

sujeto, ocultando la falta de significante en el Otro. De alguna manera podemos

decir que el Ideal del yo es lo que permite la ilusión de garantía que busca el

cogito cartesiano.

En óptica hay leyes que enuncian las condiciones de producción de una

imagen. Lacan recurre al modelo referido para representar las localizaciones y

la dinámica de los tres registros en el aparato psíquico. Vamos a leer el uso de

este modelo en “La observación sobre el informe de Daniel Lagache” (1960) al

servicio de “hacer funcionar en la estructura las relaciones del Yo Ideal con el

Ideal del Yo”14.

La óptica geométrica se ocupa de estudiar los fenómenos de radiación

luminosa que condicionan la relación entre un objeto y su imagen. La noción de

imagen virtual responde a la producida por un objeto en una superficie plana

i’(a); se percibe en inversión simétrica horizontal y reducida, ya que se produce

en otro plano. Si la imagen es producida por una superficie cóncava implica

una ilusión óptica, un engaño, y se comporta para el que la percibe como un

14
bíd. Pg.651

14
objeto i(a); esta producción responde a la noción de imagen real, y se da en

inversión simétrica en el mismo plano. La percepción de la imagen real

depende de la posición del observador, porque fuera de determinado cono de

reflexión la ilusión no se produce. En La tópica de lo imaginario15, Lacan señala

que lo más peculiar de este comportamiento es que “podemos producir

imágenes virtuales de esos objetos que son las imágenes reales. En este caso,

el objeto que es la imagen real recibe el nombre de objeto virtual”16.

Lacan introduce en el esquema la función del Otro con la letra A para nombrar

el espejo plano; ocurre que el sujeto no accede a la imagen real i(a) sino

mediante una proyección en A. La imagen real es la que organiza la realidad

dando soporte a la función de la imagen especular. Allí localizamos el

narcisismo primario en el espacio que designa la imagen real i(a).

A es lo que le permite realizar la imagen virtual i’(a), y es esta mediación la que

introduce la dimensión secundaria de la identificación narcisista, la

identificación con el otro que permite situar la relación imaginaria y libidinal con

el mundo. Es A, el Otro, lugar de la palabra, el que permite realizar la imagen

virtual que fija lo que funcionará como Ideal del yo. Así, decimos que la

estructuración imaginaria se efectúa por la mediación del registro simbólico,

“así quedan circunscritas en la realidad, con el trazo del significante, esas

marcas donde se inscribe la omnipotencia de la respuesta. No es vano si se

llama insignes a esas realidades. Ese término es aquí nominativo. Es la

constelación de esas insignias la que constituye el Ideal del yo”17

Lo que también muestra el modelo es que la producción imaginaria está

regulada por la posición del que permite ver la imagen real, y de la posición del

15
Los escritos técnicos de Freud, S 1. Paidós, 1983.

16

17
Los escritos técnicos de Freud, S 1. Paidós, 1983.

15
espejo plano, de su grado de inclinación. Este juego posicional indica que es la

relación simbólica la que determina el lugar desde donde la imagen virtual i(a)

se ve, y ese lugar desde donde el sujeto se ve no es el lugar desde donde se

mira: se ve en el Otro, lugar del discurso, y el punto desde donde se mira

también está en el espacio del Otro18. Otro que da lugar al espejismo del Yo

ideal y que organiza toda relación con el otro. Otro que como espejo en A, si

modifica su posición, por rotación, modifica la imagen virtual, reduciéndola

hasta su desaparición. Es esta reducción, mediada por la localización

simbólica, la que permite saber de la posición en la estructuración imaginaria.

18
Ibíd, pg.124.

16
Sobre “Función y campo del lenguaje y de la palabra y el
lenguaje en psicoanálisis”

La escisión de SFP, en 1953, da lugar a la elaboración Función y campo de la

palabra y el lenguaje en psicoanálisis19, informe teórico contemporáneo del

Discurso de Roma, que sostiene que el sujeto del inconsciente es una

producción del Otro, representable en el habla.

En el primer apartado de este escrito, "Palabra vacía y palabra plena en la

realización psicoanalítica del sujeto" propone la palabra articulada a las

nociones de sujeto y discurso e indica que toda palabra es una llamada,

antecedente de lo que después formulará como demanda, matriz del grafo del
19
Lacan, J. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, Escritos 1, Paidós, Buenos
Aires, 1988, pp. 240-257.

17
deseo. No hay palabra sin respuesta. Toda palabra es una llamada al Otro e

implica el par presencia-ausencia, núcleo de la teoría del símbolo para Lacan y

rasgo diferencial del significante a partir del principio diacrítico de Saussure (un

significante es lo que no son los otros). Par mínimo que se funda en la

presencia - ausencia del Otro; un Otro no empírico sino estructural, existente

en la naturaleza de la palabra.

Lacan insiste en señalar que la palabra a confesar se confiesa en la palabra

misma, que no hay un más allá de ella ni un más acá de ella; que la conducta

es palabra; que la verdad del sujeto, sujeto del Otro, está en el discurso mismo

aunque no esté presente en toda manifestación verbal del Otro. La verdad,

idealizada en este momento del texto de Lacan, está en la palabra plena;

plenamente presente en las formaciones del inconsciente. Una verdad que se

crea; más del orden de la presencia que de la re-presentación en tanto se

presenta ocasionalmente y cifrada. Freud en el Proyecto... , ya se percató de

que la verdad se sostenía en una ficción. La llamó proton pseudos,

aristotélicamente. Introdujo el sintagma al pensar el caso Emma, la chica que

hizo una fobia que le impedía entrar en la tienda. Proton pseudos, mentira

original de la que se deduce que toda estructura significante, al representar a

un sujeto, entraña esta dimensión de engaño.

No es suficiente con el querer decir la verdad; se suele decir sola cuando la


intencionalidad tropieza. “Seamos categóricos, no se trata en la anamnesia

psicoanalítica de realidad sino de verdad, porque es el efecto de una palabra

plena reordenar las contingencias pasadas dándoles el sentido de necesidades

por venir, tales como las constituye el poco de libertad por medio del cual el

sujeto las hace presentes"20.

20

18
En F y C Lacan sostiene la articulación verdad - censura: si no hay censura no

hay verdad, porque para que haya verdad ha de haber seres que hablen y

estén sometidos a la represión. Que la verdad esté escrita en otra parte no

significa que esté dicha, pero en otro lugar sino que hay que descifrarla. Las

formas que presenta Lacan en este escrito son netamente freudianas: el

síntoma de conversión histérico, o sea lo que se descifra como una inscripción;

los recuerdos, formaciones que remiten a los recuerdos encubridores; el

lenguaje propio de los pacientes; las tradiciones y leyendas, lo que Freud llamó

“novela familiar” y las huellas de una ficción en la que ubicar lo censurado y lo

que lo delimita, la versión de la que el sujeto dispone en relación a su historia.

Versiones del poder del Otro, al fin y al cabo.

La primera experiencia del niño es una experiencia de impotencia, en la que el

Otro se manifiesta potencialmente, se constituye como un poder en la realidad.

El Otro puede, pero nada explica su presencia o su ausencia. En este vacío se

instala la imagen del semejante como aquel que puede, una imagen en la que

el sujeto se enajenará. En este escrito, el Otro, el lenguaje, introduce la falta en

la que se instala el circuito especular narcisista recubriéndose así dos faltas en

una operación derivada de la falta en lo simbólico, ya que es en el vacío que

existe en la estructura del lenguaje dónde se produce el engaño imaginario, la

relación del yo con su semejante. Al hilo de la constitución de lo faltante,

propone un acercamiento técnico en relación al análisis de las resistencias.

Lacan separa la agresividad, generada en el circuito especular, de la pulsión de

muerte, que reside en la cadena significante. Esta diferencia conceptual lo

aparta de la mayoría de los analistas de su época, proclives a las tesis

kleinianas del sadismo primario (lo veremos en el caso Dick, de Klein) y no

hacia la del masoquismo primario freudiano. Señala también que toda

intervención en el ámbito del yo genera agresividad ya que se ubica en el

ámbito dual. Por otra parte, expone también que no toda presentación del

19
inconsciente es significativa ya que en términos analítico las unidades son

significantes por lo que su significación no está preestablecida como en otras

producciones discursivas. Así, analíticamente no se opera sobre partes del yo

sino sobre partes del discurso y esta operación, de ser interpretativa no tendrá

una correspondencia al modo de una traducción simultánea entre los términos,

porque no hay correspondencia entre las dimensiones consciente e

inconsciente del discurso. Entonces ¿desde dónde operar si no hay traducción

simultánea y si las formaciones del inconsciente pueden operar como

resistencia? Lacan opera con la temporalidad, con la ocasión adecuada para

intervenir, “…es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del

sujeto. Por eso la suspensión de la sesión de la que la técnica actual hace un

alto puramente cronométrico, y como tal indiferente a la trama del discurso,

desempeña en él un papel de escansión que tiene todo el valor de una

intervención para precipitar los momentos concluyentes"21 . La puntuación

concierne a momentos del análisis que no han de coincidir con la sesión como

unidad. Las sesiones, en su ritmo y en su duración, deben adecuarse a la

temporalidad de cada sujeto no pudiendo establecerse un tiempo adecuado a

priori porque la especificidad subjetiva no es unificable: la puntuación crea la

significación como efecto retroactivo del discurso de la intención: el sujeto

recibe su mensaje invertido; recibe del Otro su propio mensaje ya que al

puntuarlo estamos señalando el sujeto del inconsciente. “El inconsciente es

aquella parte del discurso concreto en cuanto transindividual que falta a la

disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso

consciente"22.

La noción de tiempo es compleja. Asociada a la de ser o ajena a la misma, las

elucubraciones sobre su existencia y su consistencia recorren la historia del

21

22

20
pensamiento. No vamos entrar en las complejidades del concepto asociado a la

ontología, nos acercaremos a la lógica del tiempo asociado a la praxis analítica,

al tiempo del caso articulado al acto analítico en el texto de Lacan,

causa de la disidencia entre los analistas de IPA y Lacan.

En el reglamento de la IPA de 1949, según recoge Roudinesco, “… no hay

ninguna mención a la obligación del terapeuta de respetar un tiempo fijo de

duración de las sesiones. No obstante, era admitido desde hacía veinte años

en la IPA que los análisis didácticos deben durar al menos cuatro años, a razón

de tres, cuatro o cinco sesiones por semana, de al menos cincuenta minutos

[...] Los analistas didácticos se someten a una regla implícita, pero no

teorizada, que fija la duración de la sesión en tres cuartos de hora”23, mientras

que Lacan propone un tiempo, significado en la puntuación que no es ajeno al

sujeto. Un tiempo lógico, ni cronológico ni ontológico, sino articulado a los

momentos que se generen analíticamente en cada sesión a lo largo de un

análisis: “Es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del

sujeto. Por eso la suspensión de la sesión –de la que la técnica actual [es La

historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado en el presente”.

decir, la de la IPA] hace un alto puramente cronométrico, y como tal indiferente

a la trama del discurso– desempeña en él un papel de escansión que tiene

todo el valor de una intervención para precipitar los momentos concluyentes”24.

La norma cronológica no es la ordena la sesión ni la duración del tratamiento,

lógicamente. Es la producción del caso, literalmente, la que organiza el tiempo

analítico porque el inconsciente es atemporal 25,”Los procesos del sistema Inc.

Se hallan fuera del tiempo; esto es, no aparecen ordenados cronológicamente,

23
Roudinesco 1986:242.

24
(Lacan 1966:252; 1984:I, 242, revisión de L. T. de la versión de T. Segovia).

25
el inconsciente es “atemporal” (Freud 1976:XIV,184)

21
no sufren modificación alguna por el transcurso del tiempo, y carecen de toda

relación con él. También la relación temporal se halla ligada a la labor del

sistema conciencia"26. Freud, a partir del caso Emma, elabora su concepto de

la Nachträglichkeit, temporalidad donde lo posterior hace inconsciente a lo

anterior (el histérico padecer de reminiscencias), concepción que implica la

superación de la teoría traumática que plantea el síntoma como efecto de un

trauma previo.

Hay algo en el sujeto que está más allá de su intención y, fundamentalmente,

de su intención de decir la verdad. El inconsciente atemporal de Freud es el

inconsciente de la repetición que se manifiesta en la neurosis de transferencia

reeditando el pasado: el paciente transfiere al analista los impulsos infantiles y

fantasías. No transfiere el pasado, sino la presentación del pasado porque “La

historia es el pasado historizado en el presente”27. "Lo que enseñamos al sujeto

a reconocer como su inconsciente es su historia; es decir que le ayudarnos a

perfeccionar la historización actual de los hechos que determinaron ya en su

existencia cierto número de "vuelcos" históricos. Pero si han tenido ese papel

ha sido ya en cuento hechos de historia, es decir en cuanto reconocidos en

cierto sentido y censurados en cierto orden"28.

Frente a la reminiscencia Freud descubre que el análisis no se agota ni con el

saber ni con el recuerdo; la repetición persiste. La repetición y la historia no

están necesariamente asociadas: la primera se despega del acontecimiento a

recordar para volverse parte de la estructura. Este límite, presente ya en

Recordar, repetir y elaborar produce en Más allá del principio de placer un

26
(Freud, El inconsciente, 1915, Pág. 2073)
27
Lacan, J., Seminaire Les écrits techniques de Freud (1953-1954), sesión del 13 de enero de 1954.

28
Lacan, J. (2000). Escritos1. Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. México D.F:
Siglo XXI.p. 251.

22
movimiento en la teoría psicoanalítica y Freud conceptúa la compulsión a la

repetición como actuación de la pulsión de muerte. Es la estructura misma. No

se repite por historia, se repite por estructura.

La puntuación la realiza el Otro y este es el lugar del analista, el Otro que

decide el sentido del mensaje. No hay un sentido intrínseco al mensaje: quien

lo decide es el Otro. El problema es que el analista crea que es ese Otro y dirija

la cura, por ejemplo, hacia la identificación de la parte buena del Otro, óptimo

cacho del yo que representado por el analista.

La novedad de Freud reside en el uso de esta palabra dirigida a un Otro para

reconstruir la historia. “Sus medios son los de la palabra, en cuanto que

confiere a las funciones del individuo un sentido; su dominio es el del discurso

concreto en cuanto campo de la realidad transindividual del sujeto; sus

operaciones son las de la historia en cuanto que constituye la emergencia de la

verdad en lo real”29. La idea de interlocución determinada por la su teoría de la

intersubjetividad está ordenada por el diálogo que se establece entre el sujeto y

el Otro, tenidos ambos por sujetos. No se trata de la relación emisor-receptor

en la teoría de la comunicación, sino de una estructura simbólica en la que “la

alocución del sujeto supone un ‘alocutario', dicho de otra manera que el locutor

se constituye aquí como intersubjetividad”30, orden en el que el sujeto, como ya

hemos referido, recibe su propio mensaje, mensaje del Otro, en forma invertida.

El lugar del interlocutor es un lugar necesario en la estructura del

descubrimiento del inconsciente: hace falta que alguien esté allí para escuchar,

o lo que es lo mismo, para producir un mensaje: la transferencia es estructural,

inseparable del Otro; diríamos que es la que establece su orden.

29

30

23
Nota sobre el caso Dick de Melanie Klein, leído con Lacan.

Melanie Klein, la clínica extraordinaria que puso en cuestión el núcleo duro de

la teoría freudiana, la función paterna, y otros supuestos, los que sostenía la

escuela de Anna Freud que brevemente podemos enunciar así: el psiocanálisi

infantil no es posible porque el niño no produce asociaciones verbales como el

adulto, porque el complejo de Edipo no es interpretable y porque el mundo

infantil, en construcción, requiere medidas propedéuticas y educativas antes

que las propiamente analíticas. Aún así, y sin el favor de Freud, Klein sostuvo

su propia posición teórico-clínica, al margen de las derivas analíticas

impregnadas por la dimensión educativa. Y con todo ello hizo críticamente,

haciendo pasar el cuerpo teórico freudiano por la transmisión analítica: la

formación analítica en su dimensión extensa, universitaria, necesariamente

articulada a una práctica que consiste en el análisis personal, el control y la

propia práctica clínica. Se formó con Ferenczi, Abraham y Jones.

Transcribimos unas notas sobre las nociones de posición esquizoparanoide,

posición depresiva, reparación, objeto y proyección tal como se presentan en el

tesauro del trust que ostenta su legado, aunque en el momento del tratamiento

de Dick estas dimensiones de la teoría no estaban conceptuadas. El significado

esencial de la expresión 'objeto interno' se refiere a la imagen mental y emotiva

de un objeto externo que se ha incluido dentro del yo. El carácter del objeto

interno se matiza con aspectos del yo que se han proyectado en el mismo. A lo

largo de la vida, se sucede una compleja interacción entre el mundo de las

figuras internalizadas y los objetos del mundo real (que obviamente también

están en la mente) a través de ciclos repetidos de proyección e introyección.

24
Los objetos internos más importantes son los que derivan de los padres, en

particular de la madre o del pecho en el que el recién nacido proyecta los

aspectos relativos a su amor (pulsión de vida) o su odio (pulsión de muerte). Se

considera que, al ser llevados al yo, estos objetos son experimentados por el

niño en forma concreta como algo físicamente presente en el cuerpo, que es

causante de placer (pecho objeto parcial interno bueno) o de dolor (pecho

objeto parcial interno malo). La visión del niño de la motivación de estos objetos

está basada en parte en la percepción precisa que el niño tiene del objeto

externo, y en parte en los deseos y sentimientos que el niño ha proyectado

dentro de los objetos externos: un deseo malévolo de causar daño en el objeto

malo, y un deseo benévolo de causar placer en el objeto bueno.

Los objetos internos se experimentan relacionándose entre sí en la interioridad

del yo. Permiten el identificarse con ellos y asimilarlos, y pueden sentirse como

separados del yo aunque existiendo dentro de él. Para la teoría kleiniana, el

estado del objeto interno es de suma importancia para el desarrollo y la salud

mental del individuo. La introyección de un objeto bueno estable y la

identificación con el mismo son cruciales en relación con la capacidad del ego

para integrar diversos aspectos de si mismo y de sus experiencias. Los objetos

internos dañados o muertos provocan una enorme ansiedad y pueden llevar a

la desintegración de la personalidad, en tanto que los objetos que se

consideran en un buen estado promueven la confianza y el bienestar.

Los objetos internos pueden existir en varios niveles, pueden ser más o menos

inconscientes y más o menos primitivos. Los objetos internos infantiles son

experimentados inicialmente de forma concreta dentro del cuerpo y de la

mente, constituyen un nivel primario de la psique del adulto y agregan fuerza e

influencia emocional a las percepciones, sentimientos y pensamientos

posteriores. Estos objetos pueden ser representados frente al yo en sueños y

en fantasías y en otros órdenes del lenguaje y plantean una conceptuación

25
confusa en la medida que son descritos desde perspectivas metapsicológicas y

fenomenológicas. Desde el punto de vista metapsicológico los primeros objetos

internos son, en parte, una creación de las pulsiones de vida y de muerte, que

pueden afectar a la estructura del yo y que constituyen la base del Super -Yo.

Desde el punto de vista fenomenológico, son el contenido de una fantasía

inconsciente, teniendo efectos en la realidad.

La conceptuación de objetos internos está inextricablemente ligada a la teoría

kleiniana de las pulsiones de vida y de muerte, a sus ideas acerca de la

fantasía inconsciente y a sus teorías sobre el pasaje de la posición

esquizoparanoide a la posición depresiva, movimiento que implica un cambio

de funcionamiento del objeto, de parcial al objeto total. Esto implica que no

existe una definición cerrada que abarque este concepto.

El proceso de reparación permite leer las dinámicas de la simbolización en los

procesos de integración objetal y es lo que se conforma en la fase que Klein

llama posición depresiva, posterior a la posición esquizoparanoide,

“determinada por la constelación de ansiedades, defensas y relaciones de

objeto, objetos internos y externos, que Klein considera característica de los

primeros meses de vida de un recién nacido y que en distinta medida persiste

en la niñez y la vida adulta. La concepción contemporánea de los estados

mentales esquizoparanoides es que éstos tienen importancia significativa a lo

largo de toda la vida. La principal característica de la posición

esquizoparanoide es la escisión, tanto del yo como del objeto, en lo malo y lo

bueno, comienzo en el que la integración entre ellos es escasa o nula”.

“La posición depresiva es una constelación mental que Klein define como

esencial en el desarrollo de un niño y que normalmente se experimenta por

primera vez alrededor de la mitad del primer año de vida. En el curso de la

26
niñez temprana y de manera intermitente durante la edad adulta, se retorna a la

posición depresiva produciéndose nuevas y refinadas elaboraciones de la

misma”. En esta posición aparecen señales de la transacción perversa,

procesos maníacos como falsa reparación y procesos depresivos como

condición necesaria para operar simbólicamente. La resolución insuficiente de

la reparación en la posición depresiva puede dar lugar a sintomatizaciones

patológicas en otros momentos de la vida. “El anhelo de lo que se ha perdido o

dañado con el odio viene acompañado del sentimiento de culpa y del impulso a

reparar lo dañado. En la medida que aumentan las capacidades del ego, el

mundo se percibe de una manera más rica y realista. Disminuye la necesidad

de control omnipotente sobre el objeto, que ahora se siente más real,

separado. La maduración, por tanto, está íntimamente ligada a la pérdida y al

duelo. El reconocimiento del otro como algo separado del yo implica la

aceptación de las otras relaciones del objeto, aparte de la que mantiene con

uno mismo. Por tanto, ser consciente de la situación edípica acompaña

inevitablemente la posición depresiva. El dolor y la ansiedad depresiva

emergentes son contrarrestados por defensas maníacas y obsesivas y por una

retirada a la escisión y paranoia de la posición esquizoparanoide. Las defensas

pueden ser pasajeras o volverse rígidamente estables, lo cual impide el

enfrentar y elaborar la posición depresiva.

La expresión 'posición depresiva' se usa de diferentes maneras que a su vez se

relacionan entre sí. Puede hacer referencia a la experiencia infantil de esta

integración del desarrollo, y en modo más general, a la experiencia en

cualquier etapa de la vida de la culpa y la pena profunda relacionada con

ataques de odio y con el estado dañado de objetos externos e internos. El nivel

del sentimiento catastrófico varía en una escala que va desde el duelo normal

por la pérdida hasta la depresión severa. Esta expresión también se aplica de

manera genérica para hacer referencia al “funcionamiento de posición

27
depresiva”, donde se entiende que el individuo puede asumir responsabilidad

personal y percibirse a sí mismo y al otro separadamente”.

El caso Dick. Dick, presentado por Klein. Klein presenta a Dick, un niño de 4

años que trató analíticamente durante dos. La pobreza de vocabulario y

desarrollo intelectual del niño era la que correspondería a un niño de año y

medio, más o menos. Dick carecía de expresiones afectivas y era indiferente a

la presencia o ausencia de la madre, de la niñera o de otros objetos. No

jugaba, no manifestaba angustia ni intereses en relación al entorno; articulaba

sonidos ininteligibles que repetía con frecuencia (Klein, 1964: 211).

Klein observa la torpeza de Dick y su desinterés por entender o hacerse

entender. Y así lo constata su madre, interpretando que el niño hace lo

contrario de lo que se espera de él. Pero en Dick, la supuesta rebeldía o la

obediencia no indican afecto alguno. Es un niño que no juega, no llora, no

llama; parece que no registra a los demás ni se interesa por los otros objetos.

Nota biográfica. El niño tuvo una lactancia deficitaria y estuvo a punto de morir

de inanición. La madre, una mujer extraordinariamente angustiada, expresó el

rechazo al bebé desde que lo parió; pensaba que su hijo era anormal. Cuando

empiezan a darle alimentos sólidos, los rechaza y no ingiere alimentos que no

tengan la consistencia de la papilla. Sufrió trastornos digestivos, intestinales y

urinarios que debieron afectar a su desarrollo. Pero fue un bebé cuidado; tuvo

el cuidado necesario, el que evoca lo que Spitz designó “síndrome de

hospitalismo”, pero en el primer entorno familiar (madre, padre y primera

niñera) no recibió amor alguno.

Cuando Dick tuvo dos años, las cosas cambian: los padres contratan a otra

niñera y pasa una larga temporada con su abuela. Ambas mujeres son atentas

28
y afectuosas con el niño y Dick empieza a caminar, aprende palabras nuevas

que parece usar al margen de la significación, produce ecolalias, emite

ruidos… Parece que estos cambios facilitan cierta adaptación al entorno, pero

no dan lugar a modificaciones significativas.

Klein entiende que no le concierne el lenguaje que habita, aunque observa que

algo le articula al mundo: su interés por los trenes y las estaciones y el abrir y

cerrar de las puertas, brecha que Klein tiene en cuenta para tratar de construir

lo que le va a permitir delimitar el campo del Otro. Observa que “en Dick el

simbolismo no se había desarrollado; no existía en su mente ninguna relación

afectiva o simbólica con las cosas de su ambiente. Ninguno de los actos

casuales relacionados con ellos estaba coloreado por la fantasía, siendo

imposible considerar dichos actos como representaciones simbólicas” (Klein,

1964: 214).

Melanie Klein lo recibió así: Dick31 llega al despacho de Klein acompañado de

su niñera. Cuando la niñera sale de la sala no expresa alteración alguna ni se

interesa por los objetos del contexto. Klein lo acoge en silencio. Al cabo de un

rato Klein toma dos trenes de la caja de juguetes, uno grande y otro pequeño, y

los coloca ante el niño: “Tren papá” y “Tren Dick”. Dick toma un tren, lo

desplaza y dice “estación. Klein responde: “La estación es mamá. Dick entra en

mamá”. El niño suelta el tren y trata de esconderse. Escucha otra palabra:

“Negro”, dicho con insistencia. Klein sigue: “Está negro en mamá. Dick está en

lo negro de mamá”. Dick se inquieta y pregunta por la niñera: “La nana” y Klein

responde: “La niñera vendrá pronto”. Dick se tranquiliza. Klein considera que el

de Dick por los trenes, las puertas y las cerraduras está en relación a lo que

estos objetos representan como entradas y salidas del cuerpo maternal (en los

31
Los padres de Dick eran miembros de la Sociedad Británica de Psicoanálisis.

29
picaportes corresponden al pene de su padre y al suyo). Esta fascinación tiene

una fuente común, a saber, la penetración del pene en el cuerpo de la madre.

Sobre la praxis de Klein en relación al caso Dick. Klein sostiene que toda

producción en el consultorio es en transferencia analítica y representa

contenidos discursivos dirigidos al analista, y que a interpretación es la base de

la técnica analítica, siendo la angustia el motor de la misma y lo que permite al

analista acceder a las formaciones del inconsciente infantil. En el trabajo con

niños, el juego es la actividad simbólica que equivale a la producción onírica o

asociativa del adulto.

Desde 1927 a 1932, Klein concentra su investigación en la elaboración de la

“fase” que llama apogeo del sadismo o sadismo máximo. En este momento,

1929, Klein habla de sadismo, de sadismo máximo, y de situaciones

ansiógenas. En “La importancia de la formación del símbolo en el desarrollo del

Yo”, son estas nociones son esenciales para dirigir la cura. Klein sostiene que

la crueldad y la agresividad que caracterizan la primera infancia se re-

presentan simbólicamente en el juego mostrando el sadismo infantil, al menos

en el orden de la fantasía, siendo la violencia y pulsión de muerte los factores a

destacar en el universo fantásmático de los niños.

Así, la primera realidad del niño es fantasmática y está constituida por un

universo en el que los objetos son equivalentes y causa de angustia. Los

contenidos imaginarios del vientre maternal constituyen los prototipos de todos

los objetos externos ya que el cuerpo de la madre es el prototipo del mundo.

Propone la precocidad de los procesos que tienen lugar en el individuo desde

el primer año de la vida del niño de pecho, en particular la precocidad de la

aparición del conflicto edípico y del superyó, contraviniendo la teoría freudiana

de los estadios (oral, anal, genital y Edípico que se desarrolla entre los 2 y los 5

30
años, siendo el superyó su heredero. Klein en “Sobre los estadios precoces del

conflicto edípico”, sitúa el conflicto edípico en torno al segundo semestre del

primer año de vida del niño de pecho, tiempo en el que aparece un superyó

precoz y feroz.

La lectura de Lacan en el Seminario 1. Cuando Dick empieza el tratamiento

con Klein, su pobreza imaginaria no le permitía poner valor los objetos que

construyen el mundo. El objeto de la cura es poner en marcha el proceso de

simbolización en un niño, Dick, cuyo ego no está constituido. La realidad no

está constituida: Dick está en la realidad en estado puro, dice Lacan. Está en lo

indiferenciado.

La lectura de Lacan de este caso está articulada a los primeros aportes sobre

el estadio del espejo y al uso del esquema óptico como modelo al que recurre

para dar cuenta de la constitución del yo. Hay algo estructural con lo que Dick

se enfrenta: lo negro, lo vacío como hiancia donde el sujeto responde: “En esa

hiancia sólo cuentan un número muy limitado de objetos, que el niño ni siquiera

puede nombrar (...) Ciertamente, dispone ya de cierta aprehensión de los

vocablos, pero no ha realizado la bejahung: no los asume”32 “… este niño es

dueño del lenguaje pero no de la palabra… es dueño del lenguaje pero no

habla… el lenguaje no se ha enlazado con su sistema imaginario…”.

Klein, dice Lacan, le suelta a Dick una verbalización brutal del mito edípico, y

va a tener efectos en este niño cuya profunda indiferencia, apatía, ausencia,

muy distinta a la de los neuróticos; un niño cuyo ego no esta formado ni la

realidad simbolizada. Dick vive en un mundo no humano… La constitución de

un mundo humano implica que los objetos se multipliquen con una riqueza que

32
Lacan,J. Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud, p. 114.

31
es lo que constituye su originalidad. Esto sucede por un proceso de expulsión

ligado al instinto de destrucción.

Lacan sigue a Klein en estos procesos identificatorios que son previos a la

identificación yoica. A medida que se producen eyecciones fuera del mundo

primitivo del niño que aún no está organizado en una realidad propiamente

humana, surge un nuevo tipo de identificación; esto es lo que no puede

soportarse y la ansiedad surge ahí, al mismo tiempo. Normalmente el sujeto da

a los objetos de su identificación primitiva una serie de equivalentes

imaginarios que aumentan los engranajes de su mundo y cada vez que la

ansiedad detiene la identificación definitiva, la fijación de la realidad, esboza

identificaciones con otros objetos. Estas idas y venidas (eyección -

identificación -angustia- nuevas eyecciones y equivalencias imaginarias),

proporcionan un marco a ese real infinitamente más complejo que es el real

humano. Dick no puede lograr ni siquiera este tipo de identificación que sería

ya un esbozo de simbolizacion. Está en la realidad pero vive en una realidad

donde no hay yo ni otro. El mundo propiamente humano es comunicable,

nombrado, pero no es así para Dick, y Klein se atreve a hablar a un ser que no

responde. Dick, al no poder realizar esas “idas y venidas” identificatorias, esta

fijado a una realidad que no conoce desarrollo alguno. Esta realidad está

simbolizada en una única identificación primaria que tiene ese nombre: lo

negro, y aunque cuenta con un número limitado de objetos - vocablos respecto

a los cuales no ha realizado la Bejagung, no los asume.

En el caso de Dick los tres registros se perciben, están aflorantes. En lo

simbólico, el lenguaje, algo sucede porque Klein le habla. En lo imaginario son

esos juegos de proyecciones, introyecciones, expulsiones en que el sujeto que

ha proyectado su sadismo lo ve retornar de los objetos y se ve bloqueado por

un temor ansioso. El problema reside en la articulación de lo simbólico y lo

32
imaginario en la constitución de lo real [real por realidad, aquí]. Lo real humano

no es algo dado, sino que se constituye a partir de la articulación de los otros

dos registros.

Lacan se pregunta ¿cómo es posible que el yo cuyo desarrollo prematuro

(empatía prematura según Klein) traba el desarrollo, al desarrollarse abra las

puertas de la realidad? Evidentemente no es desde el yo el lugar desde el que

estas puertas se abren para el sujeto como lo demuestra a partir de la propia

experiencia de Klein. La pobreza imaginaria de Dick, destacada por Klein, no le

permite la transposición imaginaria a través del juego, ese orden que hace del

ser humano el único animal que posee un número infinito de objetos a su

disposición.

En Dick lo simbólico no se enlaza a lo imaginario: este niño pronuncia vocablos

que no dirige a nadie: no hay llamada. el lenguaje está interrumpido a nivel de

la palabra. (Lacan, 188:135). Dick está en el lenguaje, claro, pero es dueño del

mismo hasta cierto punto, porque no es hablado por él; porque el Otro no

responde: La llamada hablada implica una respuesta; Dick no responde porque

la palabra no le ha llegado. La palabra le llega cuando Klein le habla: “Dick tren

pequeñito, tren grande papá tren” (Lacan, 185:136). Un injerto de

simbolización. A partir de aquí Dick progresa: El niño verbaliza por primera vez

una llamada hablado, se angustia y llama a Melanie. Una llamada verbalizada

que implica una primera respuesta y por tanto una primera comunicación. Al

margen de las sesiones, la relación del niño se desarrolla edípicamente: “la

actitud hacia la madre y la niñera se vuelve afectuosa y normal, desea su

presencia, quiere que le presten atención y se entristece cuando lo dejan.

También con su padre muestra indicios cada vez mas claros de actitud edípica

normal”33. Se precipita en una serie de equivalencias de los objetos que se

33
Klein, 1964, p. 217)

33
sustituyen unos a otros, desplegando así su mundo. Klein describe una serie

de efectos: angustiarse ante la partida de la niñera, acoger con placer su

retorno, preguntar por ella en su ausencia, interesarse por las palabras

tranquilizadoras, recordarlas y repetirlas correctamente, interesarse por los

juguetes, enriquecimiento de vocabulario, interés creciente por las cosas y sus

nombres, aparición de tendencias agresivas y del deseo de hacerse

inteligible…

Dick logra simbolizar la realidad a partir del injerto simbólico con el que opera

Klein (Lacan, 1985: 137). Para Klein se trata de abrir las puertas del

inconciente; para Lacan este tratamiento prueba que el inconsciente empieza a

existir para Dick a partir del discurso que pone en marcha Klein, manifestación

empírica del axioma “el inconsciente es el discurso del Otro”.

El desarrollo no es un resultado evolutivo, se produce “en la medida en que el

sujeto se integra al sistema simbólico, se ejercita en él a través del ejercicio de

una palabra verdadera, ni siquiera es necesario que esta palabra sea la suya”34

A modo de colofón, podemos decir que Lacan considera este caso

especialmente significativo porque muestra de un modo reducido el juego

recíproco de estos tres grandes términos, tres sistemas de referencia que son:

lo imaginario, lo simbólico y lo real, tres registros que él ya introdujo y sin los

cuales no se entiende nada de la técnica y la experiencia freudiana35.

34
Lacan, S1, p. 138)

35
Lacan, J. S1, p. 119

34
35

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