Está en la página 1de 26

Suscríbete a DeepL Pro para poder traducir archivos de mayor tamaño.

Más información disponible en www.DeepL.com/pro.

Crecer sexualizados
Cuestiones de poder y violencia
en la vida de las bailarinas
exóticas

JENNIFER K. WESELY
Universidad de Florida Central

En una sociedad patriarcal moderna, las mujeres reciben a menudo el mensaje de que
su apariencia y sexualidad dictan su valor como seres humanos. Algunas poblaciones,
como las bailarinas exóticas, capitalizan esta construcción recibiendo recompensas
monetarias por el consumo i'isual y físico de sus cuerpos sexuales. A través de
entrevistas con bailarinas exóticas, la autora inuesfigstes las claves de que estas
mujeres se sexualicen a una edad temprana, a menudo a través del abuso. La autora
indaga en la forma en que negociaron tanto su sexo infantil como el adulto, y hon' esta
inflexión con sentimientos de poder y de falta de poder y sus elecciones men- tuales para
convertirse en bailarinas. Este estudio demuestra la complejidad de las vidas de estas
mujeres, que intentan recuperar el poder vendiendo sus cuerpos sexualizados o por
dinero mientras siguen sufriendo abusos en este contexto.

EL PODER Y EL CUERPO SEXUALIZADO

Según el pensamiento feminista moderno, el cuerpo femenino


está estructurado como objeto de deseo (hetero)sexual en una
cultura patriarcal. Esta objetivación sexual se convierte en una
faceta importante de la identidad femenina y en una
herramienta de opresión (Bartky, 1990; Bordo, 1993; Chapkis,
1986; Griffin, 1981; Martin, 1992). Las mujeres aprenden que se las
valora por sus cuerpos (hetero)sexuales, pero aunque dediquen
energías a perfeccionarlos, el ideal sigue siendo, en gran medida,
el mismo.

NOTA DEL AUTOR: El autor desea dar las gracias a la Dra. Jana Jasinski, al Dr. Earl
Wright y al Dr. Mel Fugate por sus útiles comentarios y opiniones sobre los borradores
de este manuscrito. Por su orientación durante el proceso de disertación, del que se
deriva este artículo, muchas gracias a las doctoras Maria Allison, Kathleen Ferraro y M.
A. Bortner. Gracias también a las mujeres que compartieron sus relatos y a los dos
revisores anónimos de Violence Against lVomen por sus sugerencias, especialmente en
cuanto a bibliografía relacionada.
VIOLENCE AGAINST WOMEN, Vol. 8 No. 10, Octubre 2002 1182-1207
DOI: 10.1177/107780102236533
O 2002 Sage Publications
1182
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1183

inalcanzable. Así, la objetivación sexual de la mujer se convierte


en un medio de reforzar y recordar a las mujeres su estatus
inferior. Además, cuando otro les hace conscientes de su
fragmentación, las mujeres se ven obligadas a verse a sí mismas
como objetos. Este es el caso de los gritos que se dirigen a una
mujer mientras camina por la calle.

Si bien es cierto que para estos hombres no soy más que, digamos,
un "buen pedazo de culo", hay algo más implicado en este encuentro
que su mera percepción fragmentada de mí. Después de todo,
podrían haber disfrutado de mí en silencio. Podría haber pasado de
largo sin convertirme en piedra. Pero tienen que hacerme saber que
soy un "buen culo": Hay que hacerme ver como ellos me ven. (Bartky,
1990, p. 27)

Es esta visión sexualmente objetivada de los cuerpos femeninos la


que más atención presta a las mujeres (Bartky, 1990; Chapkis,
1986).
Feministas francesas como Irigaray (1985a, 1985b) y Cixous y
Clement (1986) han descrito la cultura patriarcal moderna como
"falocéntrica", en la que el falo representa simbólicamente el
poder masculino patriarcal, y explican las formas en que una
sociedad que gira en torno al poder fálico excluye a las mujeres.
Estos estudiosos sugieren que, en una cultura falocéntrica, las
mujeres tienen poco control en los ámbitos legítimos de poder. No
controlan la configuración de las leyes, el lenguaje o el
desarrollo del pensamiento; están excluidas de los ámbitos
político, social y económico que crean y perpetúan las relaciones
de poder. Privadas de estos tipos de poder en una sociedad
falocéntrica, Irigaray (1985b) observó que, de este modo, las
mujeres sólo son valoradas como objetos sexuales
mercantilizados. Las mujeres entran en el mercado de la única
forma que se les permite en una cultura falocéntrica:
sustituyendo la posesión del poder fálico por sus cuerpos
sexualizados, su feminidad, como objeto de intercambio (Irigaray,
1985a, 1985b). Sin embargo, esto no supone una verdadera
apropiación de la economía fálica, porque no eleva el estatus de
las mujeres a la categoría de competidoras iguales en un
mercado que las explota. Por el contrario, mantiene su
condición de objeto.
Interpretaciones feministas como las de Irigaray (1985a,
1985b) puede aplicarse a la industria del trabajo sexual. Se podría
argumentar que el baile exótico refleja las formas en que las
mujeres intentan alcanzar alguna forma de poder en una sociedad
falocéntrica. Como describieron Ronai y Ellis (1989) en su estudio
sobre el baile exótico,
1184 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

La interacción en el bar también refleja la dinámica de poder en la


sociedad mayoritaria. Como grupo subordinado, las mujeres en
general han respondido a la macromanipulación de las
instituciones sociales por parte de los hombres utilizando la
micromanipulación -comportamientos y prácticas
interpersonales- para influir en el equilibrio de poder (Lipman-
Blumen, 1984). Las mujeres del bar juegan a un juego que conocen
bien; de alguna forma, se han visto obligadas a jugarlo durante años.
(Ronai & Ellis, 1989, p. 295)

En una sociedad que devalúa a las mujeres y les concede poca


influencia en esferas más amplias, Ronai y Ellis (1989) han
sugerido que las mujeres aprenden a satisfacer diversas
necesidades manipulando a nivel micro. Una forma en que esto
ocurre es a través de dinámicas interpersonales que enfatizan y
recompensan los comportamientos sexualizados y la apariencia
de las mujeres. Sin embargo, esta evaluación deja poco espacio
para los aspectos fluidos y múltiples del poder. Por ejemplo,
aunque Foucault (1988, 1995) sostenía que los individuos
reproducen relaciones de poder dominantes a un nivel micro, más
tarde se centra en la agencia individual a la hora de crear y
recrear significados del yo. En la misma línea, las interpretaciones
feministas han sido criticadas por representar a las mujeres de
forma demasiado unidimensional, como receptoras pasivas de
significados opresivos, en lugar de como agentes implicadas en
luchas continuas. De hecho, la continua negociación de la
identidad de las bailarinas puede estar enredada en los
significados básicos que impregnan la conciencia diaria de todas
las mujeres -cada vez que "se les hace saber que soy un 'buen
pedazo de culo' " (Bartky, 1990, p. 27)- y en la sofisticada lucha
por sentir que controlan su identidad y se sienten poderosas en la
sociedad. ¿Cómo negocian las mujeres, especialmente las
bailarinas, esta paradoja? "¿Cómo valoramos nuestra sexualidad
cuando 'ser valoradas por nuestra sexualidad' es un instrumento
primordial de nuestra opresión?". (Nagle, 1997, p. 6). Se trata de
un conflicto para las mujeres, sobre todo para las que cobran por
representar su cuerpo precisamente de la forma que se considera
opresiva.

EL CONTINUO DE LA SEXUALIZACIÓN Y EL
ABUSO SEXUAL

La construcción sexual del cuerpo de la mujer en la sociedad


patriarcal moderna tiene múltiples dimensiones. Por un lado, se
presenta a las niñas como objetos sexuales maduros a edades
cada vez más tempranas. Esto perpetúa lo que Davis (1999)
llamó la "explotación sexual normativa de los niños" (p. 95). Los
mensajes culturales presentan
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1185

"versiones distorsionadas de la sexualidad infantil y su supuesta


Capacidad de seducción" (Davis, 1999, p. 95). Bass y Thom-
tOn (1991) señalaron que la sexualización de las niñas es
evidente en la publicidad, los medios de comunicación y la
pornografía. Las construcciones sociales del atractivo sexual
contribuyen a la infantilización de las mujeres adultas (Bartky,
1990) y a la representación de los niños como objetos sexuales
adultos (Kilbourne, 1987, 2000). "Hacer que los niños pequeños
parezcan sexuales es algo muy peligroso porque despierta el
interés sexual. Como el niño tiene ese aspecto, el razonamiento
se convierte en que
ser sexual con ella no es tan malo" (Boles citado en Davis, 1999,
p. 115). Las construcciones patriarcales de la objetivación y el
dominio masculino del cuerpo femenino se extienden, de forma
aterradora, a los cuerpos de los niños.
De hecho, más allá del continuo de la sexualización de las
niñas se encuentran las formas en que tales construcciones
emergen en los textos de violencia. Para empezar a calibrar las
formas en que el abuso sexual en la infancia ha afectado a las
mujeres adultas, es útil examinar los informes existentes. Davis
(1999) afirmó que el 60% de las niñas de 13 años o menos
experimentan sexo involuntario en forma de incesto, abuso
sexual, violación o sexualidad coercitiva. Tanto los niños como
las niñas no denuncian los abusos sexuales (Becker, 1988), y
algunos afirman que no se denuncian a las autoridades más de 2,4
casos de cada 1.000 (Finkelhor, 1994). Los resultados de la
Encuesta nacional sobre la violencia contra las mujeres (Tjaden
& Thoennes, 2000) indican que el 9% de las mujeres encuestadas
(N= 8.000) fueron violadas antes de los 18 años. De las violadas,
el 21,6% tenía menos de 12 años y el 32,4% tenía entre 12 y 17
años cuando se produjo la violación (Tjaden & Thoennes, 2000).
La Oficina de Estadísticas de Justicia determinó que el 86% de
todas las víctimas de agresiones sexuales son mujeres 9% de las
víctimas menores de 6 años, 73% de las víctimas menores de 12
años y 82% de las víctimas menores de 18 años (Snyder, 2000).
Lo más probable es que los agresores sexuales de víctimas
jóvenes sean miembros de la familia. Por ejemplo, sólo el 3% de
los agresores sexuales de niños menores de 6 años eran extraños
(Snyder, 2000). El abuso continuado en el entorno familiar puede
alimentar la desesperación de la víctima por escapar. Chesney-
Lind (2001) señaló que el 70% de las niñas de la calle huyen de
casa para escapar de la violencia. De hecho, un estudio de
mujeres sin hogar y fugitivas y sus experiencias de abuso
sexual precoz (Tyler, Hoyt, & Whitbeck, 2000) descubrió que la
exposición al abuso influye en la necesidad de estas jóvenes de
una temprana
1186 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

independencia. Además, la independencia temprana parece


influir en la probabilidad de que las jóvenes se dediquen al
trabajo sexual. Por ejemplo, en su estudio de 20 bailarinas
exóticas, Sweet y Tewksbury (2000) descubrieron que la
independencia temprana era el factor más influyente en la
elección de una carrera de bailarina exótica para las mujeres que
entrevistaron. Las chicas fugitivas corren un mayor riesgo de
victimización y a menudo recurren a comportamientos como la
prostitución para sobrevivir en las calles (Chesney-Lind, 2001).
De hecho, Monto y Hotaling (2001) descubrieron que un número
considerable de prostitutas eran menores cuando empezaron a
trabajar. Además, Sweet y Tewksbury (2000) determinaron que
los índices de abuso sexual infantil de las bailarinas exóticas eran
superiores a los de la población general: El 33% de las bailarinas
habían sufrido abusos sexuales en su infancia.
Sin embargo, es una simplificación excesiva afirmar que
existe una relación directa entre el abuso sexual infantil y el
trabajo sexual de adultos. Una comprensión más completa de las
mujeres que son bailarinas exóticas debería incluir un análisis de
las formas en que describen haberse sentido sexualizadas cuando
eran niñas y en qué puntos del continuo se sitúan estos
sentimientos. La sexualización de las niñas contribuye a la toma
de conciencia del valor de cambio del cuerpo sexuado femenino
y de esta toma de conciencia se derivan sentimientos
contradictorios de impotencia y empoderamiento. El abuso
sexual forma parte del continuo de sexualización que influye en
estas luchas, como se evidencia en un estudio de caso de incesto
detallado por Russell (1995). Russell describió el modo en que la
violación de Lara por parte de su abuelo durante la mayor parte
de su infancia la entrenó para ser sexualmente pro- vocativa y un
objeto de deseo disponible para los hombres. Al mismo tiempo,
Lara también aprendió que podía manipular a los hombres (y así
adquirir una sensación de poder sobre ellos) gracias al deseo que
sentían por su cuerpo. Aunque Lara no se prostituyó (lo que
Russell sugiere que se debe, en parte, a su comprensivo marido),
tuvo múltiples aventuras sexuales autodestructivas en las que
reproduce los conflictos de poder de su incesto.

BAILE EXÓTICO

A efectos de este artículo, el baile exótico se define como el


trabajo sexual que implica bailar en topless o desnuda. Muy poca
literatura sobre el baile exótico femenino examina de forma
específica los contextos más amplios de la sexualización, el
abuso y el poder de las mujeres, tanto en su faceta de bailarinas
como de bailarinas.
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1187

Niños y adultos. Lewis (2000) señaló que la mayor parte de la


literatura sobre baile exótico se ha centrado en tres áreas
principales: las motivaciones para entrar en la industria y la
posterior socialización, el estigma asociado con el baile y cómo
los bailarines manejan el estigma, y los patrones de interacción
entre bailarines y clientes. Los trabajos anteriores hacían hincapié
en la desviación (Skipper & McCaghy, 1970, 1972,
1978) y la "intimidad falsificada" (Boles y Garbin, 1974; Enck y
Preston, 1988). Algunos estudios recientes sobre el trabajo
emocional en el contexto del trabajo sexual contribuyen al
análisis de la violencia y el poder (Chapkis, 1997; Lever &
Dolnick, 2000; Wood, 2000). El presente estudio contribuye a la
literatura existente explorando nuevas relaciones entre el
continuo de sexualización experimentado por las mujeres de este
estudio, cómo absorbieron y negociaron su yo sexual y los
significados del poder, y cómo esto se cruzó con sus elecciones
de convertirse en bailarinas. Sugiero que las mujeres
entrevistadas a menudo se sintieron impotentes como resultado de
experiencias tempranas de sexualización, a menudo
relacionadas con abusos, e intentaron recuperar este poder
como bailarinas adultas. Sin embargo, el contexto de la danza
contribuyó a menudo a la violencia que sufrieron las mujeres,
desafiando así sus intentos de sentirse poderosas como seres
sexuales adultos.

MÉTODO

La fuente primaria de información para este estudio


consistió en entrevistas cualitativas en profundidad con 20
bailarinas exóticas actuales y antiguas de un área metropolitana
del suroeste. Se utilizó un muestreo intencional para acceder a
esta población (Babbie, 1995). Durante 8 meses, de marzo a
noviembre de 2000, utilicé técnicas de bola de nieve para
contactar con mujeres por teléfono o en persona en clubes
locales de baile exótico para solicitar, concertar y realizar
entrevistas. Los contactos iniciales procedían de diversas
fuentes, incluidos mis estudiantes universitarios que conocían a
gerentes de clubes o trabajaban como bailarinas. Una vez
establecido el contacto inicial, se solicitaba una entrevista. Las
entrevistas tuvieron lugar en varios clubes privados y
ubicaciones mutuamente convenientes, incluida mi oficina de la
universidad,
la casa de la entrevistada, o un restaurante o bar local.
Aproximadamente la mitad de las mujeres cambiaron de fecha al
menos una vez, y al menos cinco entrevistas solicitadas no se
completaron debido a la pérdida de contacto con la entrevistada.
Las entrevistas, que duraron una media de dos horas, se grabaron,
transcribieron y codificaron. También seguí
1188 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

con llamadas telefónicas, en las que recibí aclaraciones sobre


diversas cuestiones que habían surgido durante la entrevista.
Las entrevistas se estructuraron en torno a una serie de preguntas
orientativas, que correspondían a áreas temáticas generales. Estas
áreas temáticas incluían preguntas relacionadas con la historia
familiar, las relaciones, las motivaciones para bailar, las
percepciones de la identidad de género, los conceptos corporales,
el poder y el control, y la violencia y el abuso. A lo largo del
estudio se fueron añadiendo y modificando preguntas,
especialmente cuando surgía un patrón basado en los relatos de
las mujeres. Por ejemplo, al principio planteé pocas preguntas
sobre el consumo de drogas, pero me di cuenta de que este tema
era especialmente importante a medida que las mujeres hablaban
de sus experiencias, así que empecé a incluir más preguntas
sobre las drogas.

LAS MUJERES
En este estudio se utilizaron seudónimos en todos los casos para
proteger la identidad de las entrevistadas. La raza/etnia de estas
mujeres era muy variada, y se autoidentificaron como 1
hispana/hawaiana,1 afroamericana, 1 afroamericana/hispana, 2
puertorriqueñas, 1 mexicoamericana, 1 filipina/blanca, 1 nativa
africana, 1 costarricense/siciliana y 10 caucásicas. Las edades de
las mujeres en el momento de la entrevista oscilaban entre los 19 y
los 40 años, con una media de 26,6 años. Entrevisté a 9 bailarinas
actuales y 11 ex bailarinas, pero estas categorías son bastante
fluidas. Por ejemplo, varias "antiguas" bailarinas no bailaban en
ese momento, pero no habían descartado volver a la industria; del
mismo modo, algunas bailarinas "actuales" habían estado
"intermitentes" durante años, aunque estaban involucradas en la
industria en el momento de la entrevista. La edad a la que
empezaron a bailar oscilaba entre los 14 y los 29 años, con una
media de 19 años. La media de tiempo que trabajaron como
bailarinas fue de 5 años, pero osciló entre 1'A meses y 17 años.
Una mujer era graduada universitaria, 1 había abandonado los
estudios secundarios, 5 tenían estudios de bachillerato y el resto
tenía algún crédito universitario. En el momento de la entrevista, 5
estaban matriculadas en la universidad.
En cuanto a las relaciones, 6 mujeres estaban casadas, 3
comprometidas, 4 mantenían relaciones heterosexuales serias (2
cohabitaban), 3 tenían citas casuales y 4 estaban solteras y sin
pareja. Seis tenían hijos y 6 reconocieron haber abortado una o más
veces. La mayoría sufrió algún tipo de abuso en la infancia
(aunque no siempre sexual). Nueve fueron violadas o
molestadas cuando eran niñas.
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1189

Niños o adolescentes, 3 de los cuales fueron abusados


sexualmente o violados por sus padres y 6 por alguien ajeno a la
familia. Seis declararon haber sufrido negligencia o abusos
emocionales por parte de su madre, padre o ambos, y 6
sufrieron abusos (no sexuales) por parte de sus padres. Como
adultos, 7 habían mantenido o mantenían relaciones íntimas
violentas.

DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

En esta parte del artículo analizaré las cuestiones de


sexualización y poder que se pusieron de manifiesto en las
conversaciones con las mujeres del estudio. Comenzando con
la creciente conciencia de su objetivación sexual a una edad
temprana, ilustro las formas en que aprendieron a construir
significados relacionados con el poder. Continúo abordando las
experiencias de abuso sexual de las mujeres y cómo esto contribuyó
a sus sentimientos de impotencia. De forma aproximadamente
cronológica, las secciones siguientes rastrean los conflictos de
poder e impotencia arraigados en el cuerpo sexualizado a medida que
se trasladan a las vidas adolescentes y adultas de las mujeres. Abordo
cómo las mujeres aprendieron a utilizar sus cuerpos sexualizados para
sentirse poderosas, pero también cómo estas construcciones
objetivadas perpetuaron los sentimientos de impotencia, tanto antes
como durante su entrada en el ambiente del baile. Para introducir el
tema, cada sección está precedida por una cita de una de las mujeres.

"VEÍA A LAS MUJERES COMO JUGUETES, PARA SER USADAS".


No abusaron sexualmente de mí. Sin embargo, abusaron
sexualmente de mí. Todos sufrimos abusos sexuales. Las
imágenes y actitudes, la realidad que respiramos como el aire,
nos llega a todos. Nos moldea y distorsiona, poda algunas de
nuestras ramas más tiernas, confiadas, encantadoras y amorosas.
Aprendemos que así es una mujer. Esto es lo que los hombres
piensan de las mujeres. Esto es lo que nos enseñan a pensar de
nosotras mismas. (Bass & Thornton, 1991, p. 53)

Resulta útil observar el conjunto de comportamientos que


contribuyeron a que las bailarinas fueran conscientes de su
cosificación sexual como niñas. Obviamente, estas experiencias
no se limitan a quienes se convierten en trabajadoras del sexo.
Sin embargo, es importante darse cuenta de la omnipresencia de
esta cosificación sexual y de cómo puede o no contribuir a los
conflictos relacionados con el poder y las decisiones que se
toman sobre el cuerpo para estas mujeres.
1190 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

mujeres. Así lo ilustran las formas en que las mujeres del estudio
describen sus experiencias.
Las mujeres recordaron haber aprendido a una edad temprana
que actuar de forma provocadora y hacer hincapié en su
sexualidad les proporcionaba atención y, a veces, incluso una
sensación de poder. A veces esto lo aprendieron de sus padres
o de otros adultos y, otras veces, experimentando con distintos
comportamientos. Sheila dice: "Siempre fui coqueta, intentando
llamar la atención de los hombres. En el instituto, me votaron
como la más coqueta". Describe que se hizo "muy buena en el sexo,
porque así es como se consigue a un hombre. Siempre me vestía
sexy y acaparaba toda la atención". En parte, Sheila lo atribuye
a la creencia infantil de que, tras la muerte de su madre, su
padre se volvió a casar para tener sexo. Recuerda una situación
en la que su madrastra recibía a su padre en el aeropuerto desnuda
bajo un abrigo de piel. "Recuerdo que siempre pensé en mi
cabeza, siempre tuve la impresión de que el sexo era lo
importante para un hombre. Eso es lo que querían los
hombres. Incluso con mi madrastra, sabíamos lo que hacía [mi
padre]". Además de esta observación, Sheila se sentía
excluida del amor y el afecto por el comportamiento de su
padre y pensaba que el sexo era una forma de conseguirlo.
Dice: "Antes de esto, durante toda mi vida, sólo tenía sexo
para conseguir afecto. Y nunca fue realmente como si fuera
bueno para mí". Los comportamientos coquetos y
sexualizados de Sheila eran mecanismos arraigados en la
complicada necesidad de afecto y en la creencia de que ésta era
la única forma en que los hombres prestaban atención a las
mujeres.
Gina quedó destrozada por el hecho de que su padre
engañara a su madre con la mujer con la que luego se casó, y
pensó que lo hizo porque la nueva mujer era "más suelta, más
sexy". Dice: "Así que tal vez, creo que en algún momento me
dio la idea de que así es como se conquista a un hombre: a través
de la sexualidad, siendo abierta, experimental". Más adelante
en la entrevista, añade,

Me di cuenta muy pronto de que la sexualidad era sin duda una


forma de llamar la atención... Recuerdo que estaba en octavo
curso y pensaba: "De mayor quiero ser conejita de Playboy".1
Quería ser animadora de los Dallas Cowboys por la misma razón.
En cuarto grado, ¡intentaba usar jeans Jordache ajustados! Porque
sabía que si mi trasero se veía bien en ellos llamaría más la
atención.

Otras mujeres describieron haber recibido mensajes similares. Kate anota,


Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1191

Creo que me di cuenta del poder que tiene una mujer con los
hombres. Recuerdo que una vez hablé con mi padre, no me
preguntes por qué. Pero él dijo que las mujeres tienen este control
sobre un hombre cuando se trata de cosas sexuales. Que los hombres
no tienen opción. Trató de discutir conmigo, que los hombres no
pueden controlarse a sí mismos. Lo que siempre me ha enfadado,
porque sabía que tenía esa mentalidad cuando era más joven, pero
no lo entendía del todo. Porque tenía aventuras. Mi madre
también, me enteré más tarde, pero él puede haber argumentado
ese punto sólo para sentirse mejor.

A lo largo del proceso de sexualización, estos ejemplos se


volvieron cada vez más inapropiados y abusivos para las
wonnen. Por ejemplo, de niña, Marie se vio afectada por las
revistas pornográficas de su padre que se exhibían en su casa.
Sabiendo que pertenecían a su padre y viendo por sí misma las
imágenes que mostraban, dice,

Pude ver cómo las wonnen usaban sus cuerpos para conseguir lo
que querían... Pude ver cómo las mujeres estaban en las revistas
Playboy y cómo usaban sus cuerpos. Esto me dijo: Así es como se
obtiene el máximo uso de lo que tienes.

Más adelante, los comportamientos de su padre hacia ella


eran cada vez más perturbadores.

Cuando era niño, mi padre era muy mujeriego. Era el tipo de


hombre que tenía que hacer comentarios sobre los pechos o el
trasero de alguna chica. C u a n d o empecé a bailar, veía a las mujeres
como juguetes, para ser usadas.

También dirigió sus críticas a su cuerpo, especialmente a su


pecho poco desarrollado. "Además, mi padre solía decirme
todo el tiempo, todo lo que necesitas son tiritas para un
bañador. Pon dos tiritas aquí. Me lo decía constantemente". De
adulta, se sintió obligada a ponerse implantes mamarios porque
le avergonzaba mucho el tamaño de sus pechos, señalado
inicialmente por su padre. El COmentario abusivo del padre de
Marie le quita poder al quitarle de las manos los significados
de su cuerpo. Esto se cruza con otros mensajes que recibió de
las revistas pornográficas sobre el poder de la sexualidad
femenina. De un modo muy real, a una edad temprana ya había
aprendido la paradoja: el mismo cuerpo que da poder a las
mujeres también representa la pérdida de ese poder.
1192 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

"Y ME VIOLÓ EN MI PROPIA


ItOOM TRES VECES. TENÍA 12".

Estas experiencias en un extremo del continuo de la


sexualización a veces desembocaron en situaciones más
extremas y horribles de abuso y violencia. Como demostraré más
adelante, la vida adulta de las mujeres está ligada a sus intentos
de recuperar parte del poder que les fue arrebatado a través del
abuso sexual. A través del abuso sexual infantil descrito aquí,
queda claro cómo se les robó inicialmente este poder.
En mi estudio, 9 -es decir, casi la mitad- de las mujeres
fueron abusadas o violadas cuando eran niñas o adolescentes.
Al igual que ocurre con el abuso sexual infantil en la
población general, es probable que esta cifra sea inferior a la
real. Además, algunas de las mujeres habían reprimido
recuerdos, se habían disociado o tenían problemas mentales o
emocionales para hacer frente a la situación, lo que podría haber
impedido un relato completo del abuso. Varias de las mujeres eran
conscientes de la forma en que habían afrontado los abusos
sexuales que sufrieron de niñas y los explicaron. Roxy fue
víctima de abusos sexuales por parte de su padre cuando era
pequeña, pero estos recuerdos no salieron a la luz hasta los 20
años.

Eso es como que todavía... Recuerdo cosas, ¿pero eran realmente


memorias? Cosas como comportamiento inapropiado u otras...
¿realmente sucedieron? ¿Estaba fantaseando? El abuso, creo
que tenía unos 4 años. No soportaba llevar vestidos. Lo odiaba.
Recuerdo que mi padre me agarraba por el cuello y me
sujetaba. Y si yo forcejeaba o lloraba, él se reía. Así que dejé de
llorar.

En otra situación, Skye reconoció las formas en que se disociaba


del abuso, desarrollando lo que ella llama una "sana per-
sonalidad escindida". Aquí relata la violencia traumática de su
padre.

Si no cortaba el césped, [mi padre] me golpeaba en la cabeza


con un bate de béisbol de aluminio. Me tiró por la ventana
de un segundo piso cuando tenía 10 años. Volví a casa del
campamento de Girl Scouts, a mi madre le habían dado una paliza de
muerte, se fue a casa de mi tía con mi hermana, sin pensar que
yo volvía a casa. Llegué pronto a casa, él estaba allí, mi abuela
estaba en la habitación de al lado y dice que no oyó nada. Y me
violó en mi propia habitación tres veces. Yo tenía 12 años. Así
que la mayoría de mis amigos y demás eran mayores. Cualquiera
te dirá que cuando
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1193

pasar por algo así, mentalmente, eres mucho mayor. Te ves


obligado a ser un adulto. Y eso es exactamente lo que me pasó a mí.
Desarrollé una sana doble personalidad ... A una edad temprana,
aprendí a saber lo que los psiquiatras querían. ¿Por qué
decirles? ¿Para qué? No eras el niño de 12 años que quemaba
las sábanas de su cama, que se quedaba en el armario esperando
a que viniera alguien, y que a la mañana siguiente viniera tu
padre, porque nos habían educado como católicos, a decirte [que]
tenías que ir a la iglesia a confesar tus pecados por lo que le
habías hecho.

El abuso sexual infantil de Roxy y Skye provocó una respuesta


psicológica orientada a ayudarlas a sobrevivir a su terrible
experiencia. Al principio de su vida adulta, estas respuestas
salieron a la superficie y Roxy y Skye empezaron a enfrentarse a
los innombrables abusos que sufrieron. Sus vidas actuales están
atormentadas.
Algunas de las mujeres también hablaron de situaciones en las
que sufrieron abusos sexuales durante la infancia por parte de
un conocido. Valerie sufrió abusos sexuales por parte de los
hijos de su niñera cuando ella tenía 5 años y ellos 12. Nadie lo
sabía. Nadie lo sabía. Ella dice,

De pequeña abusaron sexualmente de mí y no tenía padre. Fui


abusada sexualmente por los hijos de mi niñera cuando tenía 5
años. Tuve un gran cambio de personalidad, pero mi madre no lo
vio porque empecé el jardín de infancia al año siguiente.

Sheila tenía 15 años cuando un hombre la violó mientras estaba


desmayada; nunca se lo contó a su familia porque sabía que no
la apoyarían. En lugar de eso, al llegar a casa, los esquivó en el
salón y se fue inmediatamente a ducharse.
En una familia violenta, las madres y los hermanos también
suelen ser víctimas. Aunque cuando eran niñas, las mujeres de
este estudio no eran plenamente conscientes del alcance de la
violencia doméstica en sus hogares, muchas recordaban claramente
sucesos concretos. Jessie dice,

Mi padre era muy abusivo con mi madre, así que crecimos viendo eso.
Muy abusivo físicamente, también. Cuando tenía 14 años, dejé la
escuela, y me encontró con dos de mis amigos en la casa. Estaba
muy enojado. Yo llevaba aparato y me golpeó con el puño
cerrado en la cara. Me rompió todo el labio. Así que recuerdo esa
vez, y recuerdo que él y mi hermana de 16 años se pelearon, y él
la estaba estrangulando. Yo tenía 12 años.
1194 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

Tanto Marie como Roxy, que fueron maltratadas por sus padres,
también confesaron la violencia de su padre contra su madre.
Roxy describe lo siguiente:

Mis padres estuvieron casados 13 años, pero nunca estuvieron


juntos de verdad. Mi padre era jugador y acabó yendo a la
cárcel por drogas... Había muchos abusos físicos, y ella
siempre tenía novios, mi padre novias, y yo siempre estaba en
medio de todo.

Otros quedaron traumatizados por la violencia sexual que sufrieron


familiares, como Kate, cuya madre fue víctima de una violación.
Las mujeres que sufrieron abusos sexuales infantiles u
observaron violencia en sus hogares describieron situaciones en
las que se sentían impotentes. Cuando eran niñas y adolescentes,
se sentían incapaces de pedir ayuda a nadie, como recuerda
Sheila. A veces se sentían impotentes para detener los abusos de
sus seres queridos. Más directamente, a menudo perdían el poder
sobre sus propios cuerpos cuando eran maltratadas por otra
persona. Así pues, las experiencias violentas a las que
sobrevivieron las mujeres de este estudio restringieron su poder
individual: el poder sobre sus cuerpos, su sexualidad y sus
elecciones y vidas. Sin embargo, incluso las personas que se
encuentran en las situaciones más desesperadas tienen cierta
capacidad de acción; del mismo modo que las mujeres no son
meras receptoras pasivas de los significados patriarcales, las
mujeres de este estudio negociaron constantemente los
significados del poder en sus vidas y dentro de sí mismas.
Gordon (1997) señaló: "Incluso quienes viven en las circunstancias
más terribles poseen una humanidad y una subjetividad
complejas y a menudo contradictorias que no se vislumbran
adecuadamente considerándolas víctimas o, por otro lado,
agentes sobrehumanos" (p. 4). Las formas en que las mujeres
negociaban entre los polos del poder y la impotencia en relación
con sus cuerpos sexualizados se hicieron más evidentes a medida
que se hacían adultas.

"TIENES QUE JUGAR EL JUEGO".

A lo largo del continuo, algunos aspectos de la sexualización que


experimentaron de niñas y adolescentes enseñaron claramente
a las mujeres cómo utilizar sus cuerpos para manipular a los
hombres, llamar la atención y sentirse poderosas. Otras formas
más extremas de sexualización eran explícitamente violentas y
consolidaban los sentimientos de impotencia que las mujeres
tenían sobre sus cuerpos. Las mujeres recibieron la
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1195

Los mensajes confusos de que los mismos cuerpos degradados,


violados y maltratados también significaban la identidad femenina y
les otorgaban cierta forma de poder. Las complejas formas en que
estos mensajes se interrelacionaban para las mujeres (como
niñas) parecían conducir siempre de vuelta a la
cuerpo: Como centro de sentimientos de poder y de
impotencia, el cuerpo sexualizado se convirtió en el único
punto claro de identidad para el desarrollo del sentido del yo.
Como resultado, muchos siguieron intentando alcanzar
sentimientos de poder a través de estos cuerpos a medida que
crecían, y sus intentos se vieron reforzados de forma intermitente
por respuestas
que recibieron.
De hecho, algunas describieron cómo utilizaron su
sexualización y objetivación en su propio beneficio. Gina
mencionó una situación en la que aprendió que podía utilizar su
atractivo sexual para manipular a un hombre, en este caso a su
profesor del instituto.

[El profesor] era el tipo de chico que se quedaba mirando el


culo de todas las chicas cuando entraban en clase. Quiero decir,
definitivamente un acosador sexual. ¿Me molestaba? No. Lo
utilizaba a mi favor para poder entrar en clase 10 minutos tarde y
no tener que preocuparme por ello. Meneaba un poco el culo y
le sonreía. Y nunca me pondría una multa. Mi hermana tenía un
problema con este tipo de atención, así que lo denunció por acoso
sexual. Pero las dos recibíamos exactamente el mismo tipo de
atención y yo lo tomaba como algo manipulable, mientras que mi
hermana lo tomaba como: "Dios mío, me está mirando de una
forma espeluznante y no me gusta".

Cuando era adolescente, utilizar su cuerpo sexualizado para


manipular a un hombre hacía que Gina se sintiera poderosa. En
lugar de dejarse utilizar por los hombres, Gina siente que es a
través de su yo sexual como realmente utiliza a los hombres.
Rita también aprendió a utilizar su cuerpo sexual de esta manera. Ella
dice,

Y aprendí, no sé a qué edad, pero aprendí que la gente sólo me


prestaba atención porque era guapa o porque era sexy. Me doy
cuenta todo el tiempo que me escapo con asesinato la mitad del
tiempo. Cuando voy a la tienda, coqueteo un poco o llevo una
camiseta escotada, y sabes que están mirando. O los vaqueros
ajustados o algo así. Y te lleva tan lejos.

Cuando se lo aclaré preguntándole: "¿Así que usas tu sexualidad, o


tu atractivo, para conseguir lo que quieres?". Respondió: "Para
abrir puertas, sí. Y lo uso. Así es exactamente como consigo lo
que quiero.
1196 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

Tienes que jugar el juego". Este "juego" es exactamente lo que


Irigaray (1985b) quería decir con el poder del falo, un juego que
las mujeres no pueden ganar.

Esto no quiere decir que ella no vaya a darles una carrera por su
dinero, que no se convierta en una rival formidable en el mercado
de los equivalentes sexuales, o que a él no le parezca que todo el
oro del mundo se ha establecido como su capital. ¿O quizás ha
sido chapado sobre ella? Su cuerpo transformado en oro para
satisfacer sus instintos autoeróticos, escoptofílicos y posesivos.
(pp. 114-115)

En sus interacciones con los hombres, los mascarones de proa


del poder fálico, las mujeres utilizan su sexualidad para obtener
recompensa. Como muchas mujeres, aprenden a "jugar el juego".
Estos privilegios, sin embargo, tienen poco impacto en las
desigualdades estructurales: un pase tardío, un descuento. A las
mujeres no se les permite actuar dentro del mercado; los
pequeños privilegios que reciben sirven para mantener la cultura
falocéntrica.

"VIVÍA EN UNA CASA QUE NECESITABA


PARA SALIR DE AQUÍ".

Los sentimientos de poder derivados de las respuestas


positivas a sus cuerpos sexualizados estaban relacionados con el
atractivo que el ambiente de la danza exótica ejercía sobre
estas mujeres. Sin embargo, los motivos de poder que
menciono aquí no deben trivializarse; a menudo, sus decisiones
de convertirse en bailarinas exóticas y sacar provecho de sus
cuerpos sexualizados tenían su origen en la desesperación. En
consonancia con los debates de Sweet y Tewksbury (2000) sobre
la independencia temprana, muchas de las mujeres encontraron en
el dinero que recibían por sus cuerpos sexualizados una poderosa
recompensa que les permitía escapar de un entorno abusivo.

Conocí a un tipo a través de un amigo, mucho mayor que yo, por


aquel entonces tenía 33, 34 años, y yo casi 14. Trabajaba en un
club de striptease. Trabajaba en un club de striptease, y yo salía
un poco con él, y empecé a conocer a gente con la que él salía.
Tan pronto como mis padres se durmieron, salí de allí. Una cosa
llevó a la otra, y lo siguiente que estoy en el escenario. Salía con
chicas con mucho dinero y vivía en una casa de la que tenía que
largarme. ¿Cómo sales de casa y sobrevives si no tienes dinero?
Respuesta fácil... Y así es como empecé a bailar. Hice lo
suficiente para salir de la casa. [Skye]
Wesely / DAMACIÓN EXÓTICA Y PODER 1197
SEXUALIZADO

El intercambio de cuerpo y dinero es un trueque desigual, pero


el dinero Sl nificaba el poder, una presencia tangible que
lograba ganancias mate- riales definitivas. Proporcionó a Skye
la oportunidad de controlar su propio bienestar, al menos lo
suficiente para salir de un hogar violento. Ver el dinero como
poder es especialmente relevante porque, debido a experiencias
vitales como la de Skye, las mujeres suelen tener menos recursos
y, por tanto, menos oportunidades de "manipular la
macroestructura" (Ronai & Ellis, 1989, p. 295).
Las mujeres se sentían poderosas por la facilidad con la que
convencían a los hombres para que pagaran una buena cantidad
de dinero por echar un vistazo a sus cuerpos y unos instantes de
su tiempo y de la forma en que podían acaparar la atención y la
adulación del cliente. En
ROnai y Ellis (1989) señalaron: "Ser las proveedoras y las
guardianas de la sexualidad siempre ha proporcionado un
poderoso control a las mujeres... esta función es aún más
importante para aquellas mujeres que hacen de la excitación sexual
una ocupación" (p. 295). En relación con esto, Gina States,

El poder aparece cuando hay intercambio de dinero. Está el "te


controlo durante los próximos 3 minutos" -un baile dura 3 minutos-
"controlo todo lo que piensas, hago que me desees. Con todo.
Durante los próximos 3 minutos". Es casi como si se sentaran ahí
y se entregaran a ti. Y he tenido chicos que me dicen: "Dios mío,
eso es mejor que el sexo que he tenido". Y me hace sentir muy
poderosa.

Al igual que en la historia de Sansón, que pierde su fuerza


cuando le cortan el pelo, Gina sugiere que es casi como si los
clientes renunciaran a su voluntad cuando le entregan su dinero.
En su descripción, el hombre suplica, abandonando
voluntariamente el control de los símbolos de poder -tanto su
dinero como su deseo sexual- y dirigiéndolos a Gina.

"AHORA ES MI OPORTUNIDAD DE VENGARME".

Las mujeres consideraban que los sacrificios de los clientes


eran merecidos. Skye determinó que sentirse poderosa de este
modo era una compensación por haber sido víctima de abusos
sexuales cuando era niña. Describe su actitud hacia los clientes
dirigiéndose específicamente al poder: "Como perdí ese poder de
niña, voy a usarlo en tu bolsillo". Paula también percibía el
dinero
1198 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

y la atención que recibía de los clientes como reparación por su


pasado. Ella dice,

También es una cuestión de ego... Un tipo se inclinó en el


escenario y me besó los pies. Como si yo fuera un dios. Y sé que
estos hombres están encantados con la idea de mí. Que van a ir a
casa oliendo sus camisas, acostados en sus camas junto a sus
esposas, pensando en mí. Hay algo sobre... Estando en todas las
casas de acogida que he estado, algo que siempre he querido es
ser recordado. Ahora es mi oportunidad de vengarme.

Para Paula, bailar le confiere un estatus de símbolo sexual que graba


su imagen a fuego en la mente de sus clientes, que son
incapaces de olvidarla. Otras dicen sentirse poderosas porque han
conseguido manipular a los clientes para que les den aún más
dinero. El poder aparentemente recuperado inclina la balanza
de un modo que hace que las mujeres se sientan superiores al
cliente masculino.

Creo que los hombres son en su mayoría idiotas. No pensaba


que fueran tan estúpidos hasta que empecé a ser bailarina.
Regalan su dinero. Y realmente piensan que cuanto más dinero
gasten, más tiempo les van a dedicar... He visto hombres que
vienen todos los días. Pero ella no los quiere, quiere su dinero.
Y uno pensaría que son lo suficientemente inteligentes como
para saber eso. [Lana]

Al conseguir el dinero y la atención de los hombres, las


mujeres sienten que recuperan un poder que habían perdido.

"ES UNA LUCHA CONSTANTE


ENTRE EL PODER Y LA DEBILIDAD".

La sensación de poder, sin embargo, estaba plagada de


complicaciones. Tan fácilmente como se alcanzaba, también se
borraba. No todos los consuetudinarios responden con
adulación; algunos ignoran y denigran a las mujeres. Además,
este poder sexual que alcanzan las mujeres nunca es gratuito.
Sentirse en control porque un cliente afirma que un baile es
mejor "que algunas relaciones sexuales que ha tenido" sigue
reduciendo el intercambio al valor de su cuerpo sexuado. El
intercambio de cuerpo por dinero dificultó que las bailarinas
evitaran reducir su propio cuerpo a su peso en dólares,
especialmente en tiempos
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1199

Cuando el dinero escaseaba y los clientes se negaban a prestarles


atención, el significado unidimensional de sus cuerpos como
mercancía hacía que su sensación de poder retrocediera. En esos
momentos, sus cuerpos no les "pertenecían", sino que estaban
"colonizados" (Cixous y Clement, 1986) y controlados por los
clientes. Valerie señaló: "Todo lo que haces durante el día es
preguntarle a alguien: '¿Valgo 5 dólares para ti? "Del mismo
modo, Sheila afirma

Te estás vendiendo a ti mismo. Bien podrías estar en Van Buren o


algo así. Tienes que ir a estos tipos diferentes, piensas que son la
escoria de la tierra de todos modos, pero estas personas, tienen
tu medio de vida en sus manos ... Siempre está el hecho de
quién tiene realmente el control. Ellos tienen el control, porque tienen
el dinero. Es una lucha constante entre el poder y la debilidad.

A veces, como se indica en la siguiente cita de Samantha, las


mujeres establecen sus propias reglas sobre las situaciones en las
que bailarían o no, eludiendo así un sentimiento de
vulnerabilidad ante el cliente.

No me molesta que los clientes se queden mirando mi cuerpo,


pero creo que sí lo haría si trabajara en un club de topless, cosa
que ya he hecho antes. Creo que es degradante porque te dan
como un billete de un dólar, te meten dinero en el bikini. Yo lo
veo como dinero. Si estás en el escenario, das bailes de mesa por 5
o 10 dólares. Estoy vendiendo mi cuerpo por esa cantidad. Pero
cuando trabajo en una sala privada, hago mi precio. Si no me gusta
lo que me dan, no tengo que hacerlo y no me siento explotada.

Sin embargo, las preocupaciones económicas también obligaron


a las bailarinas a aceptar trabajos que de otro modo habrían
evitado y que las hacían sentirse vulnerables y degradadas. Por
ejemplo, Marie trabajó en una despedida de soltero para ganar
dinero extra.

Se suponía que una prostituta vendría después de que yo me fuera


para ocuparse del soltero. Supongo que la prostituta cogió todo el
dinero y se fue. Entonces yo estaba allí y me miraban como:
¿Cómo vas a ocuparte de él? Les dejé eyacular sobre mis pechos
... Y eso fue lo peor que he hecho. Fui a casa, me duché, me
lavé y lloré. Me senté en el suelo de la ducha y lloré. Me sentí
como si me hubieran violado. Me sentí tan asquerosa cuando salí
de esa casa. Lloré todo el camino a casa.
1200 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

Utilizar su cuerpo para obtener una recompensa económica


aumentaba la probabilidad de que Marie se sintiera fuera de
control; a medida que aumentaba su necesidad de ganar más
dinero, también lo hacían las exigencias sexuales de la situación.
Marie se sintió violada en extremo, reducida a un cuerpo
sexualizado que comprometía por dinero.
Las experiencias de las mujeres se movían entre estas arenas
de poder y vulnerabilidad. Gina describe,

Estar en el escenario es otro momento poderoso. Cuando todo el


mundo te está mirando, estás dando un buen espectáculo, son
las 4:00 de un viernes, y tienes la atención de todo el mundo y
la gente está gritando y gritando, y los chicos se acercan y tiran
dinero en el escenario, sí, te sientes muy poderoso. Porque
tienes la atención de todo el mundo, justo ahí, en tu mano. Pero
al mismo tiempo, cuando es viernes a las 4:00, y todo el mundo
está viendo el escenario 2 porque Pamela Ander- son está en él,
eso realmente te destruye.

De este modo, el dinero y la atención que recibe una bailarina


se desvían fácilmente hacia otra, y el poder se pierde. Marie
muestra una lucha similar.

No, no creía tener control sobre mi cuerpo. Pero tienes control


sobre cuánto te burlas de alguien y cuánto no. Tienes el control,
estás en el asiento del conductor. Puedes romperlas o hacerlas
cuando quieras. Pero pierdes el control de tu cuerpo cuando entras
ahí. Porque no es tuyo, es de otra persona. Ellos deciden lo que
queda bien y lo que no... A eso me refiero cuando digo que entras
por la puerta y pierdes el control de quién eres. Pero tienes el
control de la situación. Puedes buscar a un tipo en el club y sabes
que es vulnerable, y sabes que tiene una cartera llena de dinero y
puedes sacar cada dólar de esa cartera. Y saber que puedes
hacerlo es lo que te da poder.

La declaración de Marie oscila entre afirmaciones de poder sobre


los clientes - "tienes el control sobre cuánto te burlas de alguien",
"estás en el asiento del conductor", "puedes romperlos", "puedes
sacar hasta el último dólar de esa cartera"- y sus sentimientos de
vulgaridad a manos de los clientes - "pierdes el control de tu
cuerpo cuando entras ahí", "ellos deciden lo que queda bien y lo
que no", "pierdes el control de quién eres". Al menos en parte, la
negociación gira en torno al poder de ganar dinero de los clientes
utilizando el cuerpo sexual y la
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1201

impotencia resultante de que los clientes determinen por qué


cuerpos van a pagar y qué expectativas tienen de esos cuerpos. Al
igual que ocurre con las experiencias de abuso, el control del cuerpo
se retira a la mujer. Además, los significados de poder
arraigados en el privilegio social y económico son
cualitativamente diferentes de las ventajas temporales tenuemente
basadas en las condiciones del cliente. Estas diferencias influyen
en las luchas que experimentan las mujeres en el club y
confunden las distinciones entre poder e impotencia.

"LAS MUJERES NO CONSIGUEN NINGÚN nESrECTO DE


TODA MANERA, PERO CUANDO UN TÍTULO BAILA, ESO
LO HACE ACEPTAR".

El ambiente del baile, con su evidente enfoque en el


intercambio del cuerpo de las mujeres por dinero, puede
exacerbar claramente los sentimientos de confusión sobre el poder
que ya existen. Estos sentimientos están relacionados con el hecho
de que los clientes sólo pagan por cuerpos sexuales, que poco tienen
que ver con la personalidad individual de la bailarina. Esto queda
ilustrado por la reacción de Julie ante los clientes masculinos del
club de baile exótico en el que trabajaba.

Empecé a creer que los hombres sólo necesitaban una cosa en la vida
... Entraban en el club, hablaban de sus vidas, de su casa, y
hablaban de lo gordas y feas que eran sus esposas. Hablaban de
sus gordas y psicópatas esposas, y luego ... "Inclínate para mí, perra,
y te daré algo de dinero. Luego me iré a casa con mi esposa
psicópata y ella nunca sabrá que estuve aquí. Ni siquiera sabrá por
qué me la estoy follando esta noche. Me la estoy follando porque
estaba mirando tu coño o tu culo" ... Porque allí conocí a hombres
de todas las clases sociales, y todos tenían el mismo objetivo. El
mismo objetivo. Déjame ver tus tetas. Déjame ver tu culo.

Los dramáticos comentarios de Julie son indicativos de la


inherente reducción de las mujeres a sus cuerpos cosificados en
el entorno del baile. Dolorosamente consciente de cómo se
percibe su cuerpo, se da cuenta de que está siendo fragmentada
en partes corporales concretas que son intercambiables y carecen
de significado individual para el cliente.
Como clientes que pagan, algunos clientes también pueden
sentirse con derecho a los cuerpos sexuales de las mujeres y
actuar en consecuencia. Esto está relacionado con la
"justificación ideológica del cliente para creer que las
trabajadoras 'le deben' un servicio respetuoso,
independientemente de su propio...".
1202 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

comportamiento" (Chapkis, 1997, p. 81). Aunque las mujeres se


mueven entre grados de poder e impotencia mientras trabajan
como bailarinas, a veces es difícil evitar sentirse impotentes a
manos de violaciones motivadas por el derecho. Por ejemplo,
Valerie afirma

A las mujeres no se las respeta de ninguna manera, pero cuando eres


una bailarina de tetas, está bien, eres una puta de todos modos.
Cuando eres una bailarina, está mucho más bien que te falten al
respeto. Lo juro, es como un mecanismo en su cerebro se activa
como: Ya haces esto [trabajo sexualJ, sabes. Es realmente
enfermizo. Mi idea es que deberías hacer una pequeña prueba.
Conoce a un tipo en un club y dile: "Oh, no quieres nada
conmigo. ¿Y por qué no? Bueno, soy una bailarina en topless.
¡Sólo mira cómo cambia su cara!" ... Míralo transformarse en una
persona totalmente diferente.

Los comentarios de Valerie sugieren que los sentimientos de poder


derivados de hacer que un cliente pague por ver su cuerpo se ven
fácilmente alterados cuando los clientes sienten que tienen derecho
a esos cuerpos. Entonces el escenario pasa del ámbito del
intercambio al de la violencia, que recuerda más a las formas en
que los cuerpos de las mujeres fueron sexualizados o abusados
sexualmente cuando eran niñas y adolescentes.
Como parte de la construcción del derecho, los clientes decían o
hacían cosas que hacían que las bailarinas se sintieran violadas
por su impotencia ante la situación. Incluso las palabras que
utilizaban los clientes a veces cambiaban la dinámica, de modo
que las bailarinas se sentían comprometidas y degradadas de un
modo que no podían controlar.

Siempre hay un cliente que arruina todo lo demás. Estás en la cima


del mundo, yo soy el poderoso, hasta que te llega el cliente que
te habla sucio demasiado o te hace sentir así de grande. Y te
sientes como un ratón. Y estás tan avergonzado y mortificado. Y te
sientes como una mierda... A veces los chicos llegan al límite y
dicen cosas realmente desagradables, vulgares, y te dan ganas
de llorar. Quieres estar como: ¿Por qué siento que tengo que hacer
esto, yo soy el que se dejó engañar en esto, yo soy el que está
perdiendo aquí, estoy perdiendo un pedazo de mí cada vez que
hago esto. [Rita]

La sensación de perder parte de uno mismo a manos del cliente


se pone de manifiesto cuando los comentarios reducen a los
bailarines a significados degradantes. Las bailarinas se
esfuerzan por mantener la sensación de control y poder, pero
se ven cuestionadas por la suposición de que tienen derecho a
ello.
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1203

Las bailarinas se sentían especialmente impotentes cuando


los clientes fisi-
violado sus cuerpos.

Creo que todos los bailarines tienen alguna historia que contar. Es
ese tipo de ambiente en el que los chicos sienten que pueden.
Estamos ahí fuera, somos vulnerables, y ellos pueden. Paseamos
junto a los clientes y mucha gente nos toca el culo, eso pasa
constantemente. Hay reglas allí, pero las reglas siempre se están
torciendo. En mi vida, las reglas siempre han sido torcidas. [Angel]

Para hacer frente a estas violaciones arraigadas en los


sentimientos de derecho de los clientes, algunas mujeres
intentaron contextualizarlas como una parte esperada del trabajo.
Irene afirma,

Los tíos del club te agarran el culo, te agarran las tetas, te tocan la
pierna. Me tocaban todo el tiempo. Los tíos hacían cosas groseras,
pero pensé que era lo normal. No te gusta, pero lidias con ello.
Para ganar dinero.

Esta actitud transaccional desmiente la violación que ha


necesitado la respuesta orientada a la transacción. Al fin y al
cabo, la decisión no fue una elección de la bailarina para
ganar dinero. Más bien, el cuerpo fue violado sin su
consentimiento y luego puesto en el contexto de una transacción
monetaria. De hecho, la sensación de pertenencia por parte del
cliente confunde y complica las decisiones que toman las
mujeres, y a veces incluso se las quita de las manos. Así, aunque
se sientan poderosas por la atención y la recompensa monetaria
que reciben por el desempeño de sus cuerpos sexualizados, los
clientes deciden por qué cuerpos pagarán o no y cómo los
tratarán. Como resultado, el cuerpo sexualmente objetivado se
convierte tanto en fuente de poder como en raíz de la falta de
poder para las bailarinas, que luchan por negociar estas
contradicciones.

CONCLUSIÓN

En una sociedad patriarcal, el cuerpo femenino suele


construirse como un objeto sexual (Bartky, 1990; Bordo, 1993).
A medida que maduran, todas las niñas aprenden la importancia
de sus cuerpos sexualizados. Descubren que sus cuerpos suelen
ser el centro de atención de los hombres. Pueden
1204 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

también se dan cuenta de que a veces se piensa que el valor de


sus partes sexuales eclipsa otros aspectos de su identidad, como
su inteligencia, ambición, fortaleza o humor. Además, la
sensación de poder que se obtiene cuando se puede utilizar el
cuerpo sexualizado para llamar la atención de los hombres,
distraerlos o manipularlos apenas se puede comparar con el
poder de los hombres en los ámbitos social, político, económico
o cultural (Irigaray, 1985a, 1985b). Sin embargo, las
recompensas a nivel micro que reciben las mujeres por sus
cuerpos sexualizados a menudo refuerzan la preocupación
femenina por la apariencia sexualizada. Estas lecciones de vida
también contribuyen a la idea de que las mujeres pueden
capitalizar con éxito el valor de sus cuerpos sexuados.
No es probable que las experiencias a lo largo de un continuo
de sexualización descritas por las mujeres de este estudio se
limiten a las mujeres que trabajan en la industria del sexo. Sin
embargo, al investigar a una población que se ve recompensada
económicamente por vender sexo, podemos ver más claramente
los problemas de sexualización que impregnan la vida infantil y
adulta de las mujeres. Para estas mujeres, la sexualización
adoptaba múltiples formas, pero era especialmente evidente en
los claros mensajes que recibían sobre el valor del cuerpo
sexuado femenino. Además, muchas de ellas sufrieron abusos y
violencia sexual. Debido a estas diferentes experiencias de
sexualización, algunas de las cuales las empoderaron y otras las
hicieron sentir impotentes, las mujeres de este estudio
aprendieron a una edad temprana el para-doku del poder
arraigado en sus cuerpos sexuales.
En concreto, recordaban haber observado y experimentado
comportamientos que dejaban claro que las mujeres podían
llamar la atención con sus cuerpos sexualizados y, gracias a ello,
aprendieron a utilizar sus cuerpos para manipular a los hombres.
Sin embargo, también aprendieron de niñas que su poder sexual
era limitado: Aunque podían utilizar sus cuerpos sexualizados
para manipular a los hombres, eran los hombres quienes
controlaban las formas en que estos cuerpos se sexualizaban. Las
estrechas y proscritas definiciones de la sexualidad femenina que
fragmentan el cuerpo en partes eran las únicas imágenes que
podían utilizarse para manipular. Así, las mujeres aprendieron a
sentirse poderosas utilizando una sexualidad que ellas mismas no
descubrieron ni crearon.
En casi la mitad de los casos, la sexualización estaba
directamente relacionada con el abuso. Los cuerpos que las niñas
empezaban a descubrir ya no les pertenecían; no sólo eran
definidos por los hombres, sino que eran utilizados y desechados
por ellos. El abuso sexual infantil que muchas de las
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1205

Las experiencias de las mujeres influyeron en sus conceptos de


poder y en las decisiones que tomaron más adelante. Por ejemplo,
algunas se sintieron obligadas a abandonar el entorno familiar lo
antes posible para escapar de nuevos abusos, y el dinero ganado con
el baile exótico facilitó este proceso. Además, intentaron
contrarrestar la sensación de impotencia derivada de los abusos
asociando el dinero que recibían a cambio de su baile con
significados de poder. La recompensa en metálico se percibía a
veces como una reparación por parte de todos los hombres que
habían abusado de ellas en el pasado. De hecho, las mujeres
hablaban de conseguir hasta el último dólar del cliente porque, por
fin, podían utilizar a los hombres como ellas mismas habían sido
utilizadas durante tanto tiempo. De este modo, fueron capaces de
desafiar la impotencia derivada de sus experiencias infantiles y
negociar otros significados del poder.
Este estudio se presta a una comprensión más profunda del
clima en el que maduran todas las jóvenes. Las experiencias de
las bailarinas son una ilustración de lo que ocurre en la vida de
muchas jóvenes en una cultura patriarcal moderna. Debemos
cuestionar una sociedad que se centra tan intensamente en el
cuerpo de las mujeres excluyendo otras facetas importantes de la
identidad, una cultura en la que las niñas son sexualizadas a
edades cada vez más tempranas. Las vidas de las participantes en
este estudio revelan lo que ocurre con las mujeres en general: que
el cuerpo sexualizado de la mujer puede ser a la vez objeto de
atención y violación, el mayor poder y la más profunda
impotencia. Sin embargo, sus experiencias sugieren que las
mujeres no se limitan a estos extremos. Por el contrario, las
mujeres de este estudio desafiaron las definiciones limitadas de
poder que giraban en torno a sus cuerpos, utilizando su atractivo
objetivado para influir en sus oportunidades y circunstancias
vitales. Es importante darse cuenta de que las mujeres pueden
enfrentarse y se enfrentan a los límites de su poder negociando
diferentes significados de sus cuerpos sexualizados. Sin embargo,
en el caso de estas mujeres, estas negociaciones y resistencias se
limitaron a sus cuerpos, en lugar de ampliarse a otros contextos
de existencia. Estas restricciones corporales de los significados
del poder en una sociedad patriarcal están íntimamente ligadas a
la identidad femenina, y hasta que no dejemos espacio para la
creación de nuevas formas de poder, no se aliviará la opresión de
las mujeres y la violencia contra ellas.
1206 VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES /
Octubre 2002

REFERENCIAS

Babbie, E. (1995). La práctica de la investigación social. Belmont, CA:


Wadsworth. Bartky, S. (1990). Femininity and domination. New York: Routledge.
Bass, E., y Thornton, L. (1991). Nunca se lo conté a nadie: Writings by women survivors of childhood
o6uso secreto. Nueva York: HarperPerennial.
Becker, J. V. (1988). Los efectos del abuso sexual infantil en delincuentes sexuales
adolescentes. En G. E. Watt & G. J. Powell (Eds.), Lasting effects of child sexual abuse
(pp. 193-207). Newbury Park, CA: Sage.
Boles, J., y Garbin, A. (1974). The strip club and stripper-customer patterns of interaction.
Socio/ogy Grid Social Research, 58, 136-144.
Bordo, S. (1993). Insoportable u'ocho. Berkeley: University of California Press.
Chapkis, W. (1986). Secretos de belleza: Women and the politics ofappearance. Boston: South End.
Chapkis, W. (1997). Litre set acts: Women performing erotic labor. New York: Routledge.
Chesney-Lind, M. (2001). ¿Qué pasa con las chicas? Delinquency programming as if gender
matter. Corrections Today, 63, 38-45.
Cixous, H., y Clement, C. (1986). The newly born woman (B. Wing, Trans.). Minneapolis:
University of Minnesota Press.
Davis, N. J. (1999). Vouth crisis: isrowittg up in e high-risk society. Westport, CT: Praeger.
Enck, G., y Preston, J. (1988). Intimidad falsificada: A dramaturgical analysis of an erotic
performance. Dniiant Braotiior, 9, 369-381.
Finkelhor, D. (1994). Información actual sobre el alcance y la naturaleza del abuso sexual infantil.
The Puture of Children, 4, 31-53.
Foucault, M. (1988). Technologies of the self. En L. H. Martin, H. Gutman, & P. H. Hutton
(Eds.), Technologies o/the set/ A se "iiiisr with Michel Foucault (pp. 16-49). Amherst:
Universidad de Massachusetts Press.
Foucault, M. (1995). Discip/tire and piinisit (2ª ed.). New York: Vintage.
Gordon, A. (1997). Ghostly matters: Haunting and the sociological itnagination.
Minneapolis: University of Minnesota Press.
Griffin, S. (1981). Pornography and silence. Nueva York: Harper & Row.
Irigaray, L. (1985a). This see which is not one (C. Porter, Trans.). Ithaca, NY: Cornell
University Press.
Irigaray, L. (1985b). Specufuitt of the other woinati (G. Gill, Trans.). Ithaca, NY: Cornell
University Press.
Kilbourne, J. (1987). Sfif/ killing as so/t/y [Película]. Cambridge, MA: Cambridge
Documentary Films.
Kilboume, J. (2000). Lifting as softly Ill [Película]. Northampton, MA: Media Education
Foundation.
Lever, J., y Dolnick, D. (2000). Clientes y prostitutas: Seeking sex and intimacy. En R.
Weitzer (Ed.), See/or sa/e (pp. 85-100). Nueva York: itoutledge.
Lewis, J. (2000). Controlling lap dancing: Law, morality, and sex work. En R. Weitzer
(Ed.), 5ez/or sale (pp. 203-216). New York: Routledge.
Martin, E. (1992). La mujer en el boJy. Doston: Beacon.
McCaghy, C. H., y Skipper, J. K. (1972). Stripping: Anatomía de un estilo de vida desviado.
En S. Feldman & G. Thielbar (Eds.), L/esty/es: Diversity iif Aniericati society (pp. 362-
373). Boston: Little, Brown.
Monto, M., y Hotaling, N. (2001). Predictors of rape myth acceptance among male clients of
female street prostitutes. Violence Against Wometi, 7, 275-293.
Nagle, J. (Ed). (1997). Putas y otras feministas. New York: Routledge.
Reid, S. A., Epstein, J. S. y Benson, D. E. (1994). Identidad de rol en una ocupación
devaluada: The cause of female exotic dancers. Sociologies/ T-ocus, 27, 1-16.
Wesely / BAILE EXÓTICO Y PODER SEXUALIZADO 1207

Ronai, C., y Ellis, C. (1989). Turn-ons for money: Interactional strategies of the table dancer.
Journal o/Contemporary Etlwogriiphy, IB, 271-298.
Russell, D. (1995). The making of a whore. Violence Against Women, 1, 77-99.
Skipper,J. K., & McCaghy, C. H. (1970). Stripteasers: The anatomy and career contingencies
of a deviant occupation. Social i'robferns, 17, 391-405.
Skipper, J. K., & McCaghy, C. H.{1978). Teasing, flashing, and visual sex:Stripping for a liv-
ing. En J. Henslin & E. Sagarin (Eds.), The sociolof;y of sex (pp. 171-193). New
York: Schocken.
Snyder, H. (2000). Sexual assault of yoti fig children as reported to lan' tnforcemetit: Yictiri, inci-
dent, and offender characteristics. Washington, DC: U.S. Department of Justice, Bureau of
Justice Statistics.
Sweet, N., y Tewksbury, R. (2000). "¿Qué hace una buena chica como tú en un sitio como
éste?": Pathways to a career in stripping. Sociological Spectrum, 20, 325-343.
Tjaden, P., & Thoennes, N. (2000). full report of the preualetice, incidence, and coiiscqtieitces of
violence against women.- findings from the Nat ioiial Violence A f;ainst Worien Suniey.
Wash- ington, DC: Instituto Nacional de Justicia y Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades.
Tyler, K. A., Hoyt, D. R., & Whitbeck, L. B. (2000). The effects of early sexual abuse on later
sexual victimization among female homeless and runaway adolescents. Journal ofltiter-
personal Violence, 15, 235-251.
Wood, E. A. (2000). Working in the fantasy factory: The attention hypothesis and the enact-
ing of masculine power in strip clubs. |oitrnal of Conternyora ry Etliitograpliy, 29, 5-31.

Jeririi/er K. Wesely es profesora adjunta en el Departamento de Sociología y


Atmthtopología de la tfriirersity of Central FloriJa, y se doctoró en la School of
Justice Sttidies de la Arizotta Stole University en mayo de 2001. Su tesis se titula
"Experiencias vividas y género negociado: T-einnle Exotic Dancing, Body
Technologies, and Violence". Continúa estudiando el género y el
cuerpo,/octisin# on león u'omeii tiegotiate ponder and ideittity meanings iii a
range of sittiations and stibciiltiires that iitclude domestic violetice, exotic
flu nciiig, sJ'o r I, a and the on tdoors. En su rt'searcli, rt'lntee la socia1, em todiecl
cotistrucciones de la tnnsculinidad rinden la feminidad a cuestiones de iiiequnlidad acaban con la
injusticia
#nJ busca soluciones.

También podría gustarte