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DESIGUALDAD Y VIOLENCIA DE GÉNERO:

Un Abordaje Crítico desde la Perspectiva de Género


Paula Daniela Isaía
Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”
Educación Sexual Integral

1. Introducción
Seguramente muchas mujeres escucharon la famosa frase “tenés que comportarte
como una señorita” cada vez que actuaban de manera “disruptiva". Al mismo tiempo, es
muy probable que los varones estén familiarizados con el dicho “los hombres no lloran”. De
esta manera, mujeres y hombres crecieron aprendiendo que estas conductas tienen una
explicación biológica basada en el sexo que les fue asignado al nacer. Esta construcción
social del género afecta las interacciones y relaciones entre mujeres y hombres, dado que se
asignan diferentes roles.
Históricamente, el hombre ha sido el encargado de proteger y proveer a su familia
de los recursos necesarios, en tanto la mujer se ha encargado de las tareas de la casa, la
crianza de los hijos y satisfacer a su marido. La imagen que fue creada del hombre es,
entonces, una de líder dominador; mientras que la mujer es delegada a un rol pasivo, como
si fuera una mera posesión del hombre.
En consecuencia, no resulta arbitrario que las relación entre hombre y mujer sea una
de poder, en la que se afirma la superioridad del hombre y la mujer es considerada inferior.
Esta desigualdad de género se evidencia en los casos más extremos en los que las que las
mujeres ven vulnerados sus derechos, tales como las situaciones de violencia de género,
pero también en acciones que forman parte de la vida cotidiana y suelen ser más difíciles de
identificar.
El propósito del presente informe es analizar las desigualdades entre mujeres y
hombres, a través del lente crítico de la perspectiva de género. De esta forma, se busca
cuestionar las ideas que normalizamos con respecto al género, con el objetivo de seguir
abriendo el camino a una mayor igualdad, de acuerdo con lo establecido en el tercer eje de
la Resolución 340 del Consejo Federal de Educación (2018). Para esto, se incluirán en este
informe las perspectivas de dos autores: Bonino Méndez, Luis, y Eisler, Riane.
2. La socialización de los roles de género
La popular frase “boys will be boys” aparece en numerosas películas, canciones y
libros, justificando el comportamiento agresivo o violento de los chicos en el mero hecho de
ser varones. Si bien muchos creen que estas conductas son parte de la naturaleza del varón,
en realidad son el resultado de una socialización androcrática, según la teoría del guión de
Silvan Tomkins (1996). Es decir, chicos y chicas internalizan los roles preestablecidos por una
cultura en la que el varón tiene una posición de superioridad con respecto a la mujer.
Por supuesto, este aprendizaje se da de manera continua y reiterativa, en todos los
ámbitos de la vida humana. En los medios de comunicación, en los hogares y espacios de
reunión, en el trabajo y, también, en la escuela. ¿Cuántas madres y cuántos padres han
castigado a sus hijas por actuar de manera violenta, pero no a sus hijos? ¿Cuántas veces han
reforzado los docentes la idea de que las chicas no deben pelearse porque “eso no es de
señoritas”? Así, se van catalogando las conductas y emociones según el género, asociando lo
violento y agresivo con lo masculino, y lo empático y pasivo con lo femenino.
La superioridad de la masculinidad y la inferioridad de la feminidad mantienen a
hombres y mujeres en una constante relación de dominador-dominado. En esta relación
asimétrica, es el hombre quien tiene el poder de controlar a la mujer a través de diferentes
formas de dominación. El grado de explicitud de estas formas de dominación varía
enormemente, ya que no se deben considerar solamente los casos de violencia extrema,
sino también todas esas prácticas cotidianas que influyen en la normalización de los roles de
género y constituyen actos de violencia contra la autonomía de la mujer.

3. Prácticas de dominación y violencia cotidianas: Los micromachismos


Dada la relación asimétrica que recompensa a los hombres y deja en desventaja a las
mujeres, los primeros buscan mantener el status quo y su dominación sobre el otro grupo.
Bonino Méndez (2004) sostiene que los micromachismos son justamente la manera en que
los varones reafirman su posición de poder y someten a la mujer en la vida diaria.
El autor diferencia tres tipos de micromachismos. En primer lugar, los coercitivos, en
los cuales el se hace uso de la fuerza. Algunas maniobras coercitivas son la intimidación, el
control del dinero y el uso expansivo del espacio físico. En segundo lugar, se encuentran los
micromachismos encubiertos, denominados de esta manera ya que el hombre oculta su
objetivo de dominación. Estos son más sutiles, y comprenden el abuso de la capacidad
femenina del cuidado, la explotación emocional, la desautorización y el paternalismo. En
tercer lugar, el autor menciona los micromachismos de crisis, que son utilizados cuando el
varón ve amenazada su posición de poder; es decir, cuando percibe un “desequilibrio”
debido al aumento del poder de la mujer. Dentro de esta categoría se incluyen el pseudo
apoyo, la desconexión y el distanciamiento, y dar lástima.
Las maniobras enumeradas no solo son usadas contra las esposas, sino también
contra las madres y las hijas. Estos actos cotidianos impactan en la autonomía de estas
mujeres, quienes experimentan malestar al sufrir estos actos de dominación. Identificar y
reflexionar sobre estas “microviolencias” resulta, entonces, clave para seguir transitando el
camino hacia la erradicación de la violencia contra las mujeres.

4. La violencia de género como resultado de la erotización de la dominación


Se ha mencionado anteriormente que, de acuerdo con la teoría del guión, la
construcción social de la masculinidad está asociada a lo violento y lo dominante. El varón
debe ser fuerte y agresivo, debe expresar su enojo por medio de la violencia y reprimir toda
emoción “femenina” que lo haga parecer débil. Al mismo tiempo, debe conseguir someter a
la mujer para alcanzar, según Eisler (1996), “el goce de vencer al oponente”.
La asociación del sexo y la violencia está presente día a día en los medios masivos de
comunicación y en los productos culturales, pero no se limita a esos espacios: incluso en el
uso del lenguaje encontramos múltiples ejemplos concretos que evidencian esta erotización
sistemática de la dominación, tales como los insultos “hijo de puta” o “zorra”.
Eisler sostiene que, así como sucede en las fuerzas armadas, la deshumanización del
enemigo tiene como resultado el condicionamiento de los varones. Al estar desensibilizados
por estar expuestos a imágenes violentas, son más propensos a tolerar e incluso disfrutar de
la violencia y la dominación de un otro.
A pesar de que se tiende a catalogar a los hombres que violan y matan mujeres
como “locos” o “degenerados”, hombres y mujeres se encuentran inmersos en una cultura
androcéntrica en la que hasta en publicidades se presenta a la mujer como un objeto pasivo
de conquista. Por lo tanto, si estas conductas son adquiridas, es imprescindible empezar por
revisar las concepciones de lo “masculino” y lo “femenino” presentes en las sociedades.

5. Conclusión
En conclusión, la realización de este informe ha arrojado luz sobre la compleja
relación entre desigualdad de género y violencia, desde una mirada crítica basada en la
perspectiva de género. Se ha realizado un recorrido por las definiciones y tipos de roles de
género, desigualdad y violencia, buscando abordar la violencia de género de manera
integral para poder reconocer comportamientos violentos más sutiles.
Como futuros docentes formados en Educación Sexual Integral (ESI), debemos
buscar la transformación y el cambio del status quo para poder garantizar la equidad de
género, según lo estipulado en los ejes conceptuales. Para esto, es necesario continuar el
diálogo y la reflexión sobre estas cuestiones, con el objetivo de revisar las formas de pensar
y los modos de actuar para no seguir perpetuando la violencia contra las chicas, las
adolescentes y las mujeres.

6. Bibliografía
Bonino Méndez, Luis (2004). “Micromachismos, La violencia invisible en la pareja”.
Revista Las Cibeles, Madrid.
Eisler, Riane (1996). “Placer Sagrado, Nuevos caminos hacia el empoderamiento y el
amor”. Editorial Cuatro vientos, Santiago de Chile.
Resolución CFE N°340 de 2018. Por la cual se establecen los Núcleos de Aprendizaje
Prioritarios de ESI para los niveles Inicial, Primario, Secundario y Formación Docente.
22 de mayo de 2018.

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