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Instituto de Terapia Racional Emotiva – ITRE

La Evolución de la Terapia Racional Emotiva

Pedro Reyes Mispireta


Director
ITRE

La TRE, como la conocemos en Latinoamérica a la terapia racional emotiva


conductual, ha cumplido más de cincuenta años de fundada, 61 años
exactamente, si consideramos su fecha oficial de fundación de 1955. Aunque
para la mayoría, la TRE surgió en los 70´s, pero señalando su apogeo y
reconocimiento como psicoterapia exitosa y “cognitiva”, en los años 90´s.

Su fundador Albert Ellis que siempre fue considerado el guía del movimiento,
ha cumplido varios años de fallecido (falleció en Julio del 2007). Como
carismático líder que fue durante su vida se dedicó a promover la TRE muy
activamente, sea con libros para profesionales, investigaciones, seminarios,
conferencias, entrenamientos, artículos, libros de autoayuda etc. Mientras vivió
su opinión sobre la evolución de la teoría y práctica de la TRE era muy
importante, hasta podríamos decir que definitiva. Ahora no es posible
consultarle. Queda para quienes recogieron sus banderas y asumieron sus
ideales la tarea de ordenar las innovaciones, traducir los aportes de las
diversas escuelas cognitivas y delinear los senderos de evolución que enfrenta
la TRE.

Quizás porque la TRE siempre fue un sistema abierto a la discusión, y muy


comprometida con el desarrollo científico que la revisión de sus postulados
centrales no resultara extraña ni un evento inusitado. Además, son parte de su
partida de nacimiento, la revisión, el debate y el pensamiento crítico, y muy
importantemente: la coherencia.

Si siempre se ha señalado que hay que practicar lo que se predica, si


deseamos que el cliente revise sus postulados y creencias fundamentales,
¿por qué no hacerlo dentro del mismo movimiento? Efectivamente, así se ha
hecho. El compromiso con el pensamiento crítico y anti dogmático de la TREC
lo ha evidenciado promoviendo el debate, escuchando las críticas de otros
modelos con interés, revisando y promoviendo la investigación, y
manteniéndose abierta al desarrollo, tanto de su modelo teórico, como de sus
procedimientos.

Recordemos que mientras Albert Ellis vivió, la TRE ya había señalado una
actitud abierta a la inevitable evolución expresada en la evolución de su mismo
nombre: Terapia Racional Emotiva Conductual.

Ellis presentó inicialmente el modelo como Terapia Racional, justamente en


1955. Luego, él mismo amplio el nombre a Terapia Racional Emotiva cuando
comprendió que su ejercicio y práctica centrada en las emociones no estaba
reflejada en el nombre de la terapia, y finalmente su nombre fue ampliado a
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Terapia Racional Emotiva Conductual, precisamente en 1993, cuando entendió


que había que reflejar una dedicación a las conductas también. Desde ese
entonces el esquema creencias-emociones-conductas quedaría definido y
reflejado en su nombre.

En este articulo pretendemos definir qué es la TRE actualmente, cuál es su


vigencia y alcance, revisar su diálogo frente a los enfoques y descubrimientos
recientes y revisar la evolución de las Terapias Cognitivas.

Mi exposición se ocupará primero de las terapias cognitivas posteriores a la


TRE, la evolución de las terapias cognitivas y sus aportes, posteriormente
sobre la identidad actual de la TRE dejando claro sus principios y
características diferenciales.

La TRE es una escuela cognitiva


El movimiento de las terapias cognitivas fue fundado por la Terapia Racional
Emotiva (TRE) de Albert Ellis y la Terapia Cognitiva Conductual (TCC) de
Aaron Beck hace más de cinco décadas; aún se presentan vigentes y con un
alto nivel de vigor y fortaleza. Actualmente existen cerca de 20 terapias que se
reconocen como cognitivas. Todas han pasado el examen de la evidencia
empírica (ver Handbook of Cognitive Behavioral Therapies de Dobson- 2010) y
que esperan estar aportando nuevas ideas en teoría y métodos. Todas
derivadas de las terapias fundacionales. La TRE es una pieza fundamental en
todas estas.

¿Qué tienen en común con la TRE? ¿Qué plantean de diferente? ¿Qué es una
terapia cognitiva a fin de cuentas?

El movimiento de las llamadas terapias cognitivas poseen, por lo menos, los


siguientes postulados en común:
1. Las cogniciones afectan y determinan las emociones. Estas a su vez
afectan y determinan los comportamientos.
2. Las cogniciones pueden ser monitoreadas y modificadas. Cuando eso
ocurre se produce un cambio en las emociones y por lo tanto,
igualmente en el comportamiento.
3. Es posible generar procedimientos para que los usuarios aprendan a
generar mejores cogniciones que aumente su bienestar y
funcionamiento.

Todas las terapias y modelos de ayuda que postulen estos tres principios, se
les puede llamar cognitivas. Estos fueron los postulados básicos de la TRE y
de la TCC.

Adicionalmente, en muchos casos de enfoques cognitivos, existen un amplio


espectro de muchos otros puntos comunes como la manera de entender los
procedimientos de ayuda, la cooperación guiada, el papel de las emociones, el
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rol activo del profesional, los valores mismos de la profesión y muchos


aspectos más.

Como en toda actividad humana, a medida que evoluciona surgen


inevitablemente mayores distinciones ahí donde en un inicio habían muy
pocas. Ocurre en las ciencias como en las artes, y en la TRE y el movimiento
de la Terapia cognitiva, no es diferente. Revisemos algunos aspectos.

El tema de lo cognitivo
La TRE inicialmente habló de pensamientos, en el sentido de interpretaciones.
Luego amplió e incluyó tanto evaluaciones como creencias en un sentido de
jerarquías cada vez más profundas y abstractas. Esto es lo que se conoció
inicialmente como cogniciones. El término cognitivo ha evolucionado y
derivado en muchas más concepciones.

Cognitivo: con el devenir del tiempo fue ampliándose a mayores distinciones,


se incluyó el diálogo interno, los pensamientos automáticos, luego las
creencias (el papel de la TRE en esto fue muy importante), el lenguaje, la
atención hasta incluir conceptos tales como: distorsiones cognitivas, creencias
nucleares, esquemas personales, constructos personales, significados,
representaciones mentales, procesos cognitivos, metacogniciones, etc.

Esto fue alentado por los avances en neuropsicología, en filosofía de la mente,


y de las ciencias cognitivas, así también con el surgimiento de nuevas
escuelas y nuevos teóricos, y por supuesto por los mismos terapeutas
racionales emotivos en su práctica. Lo cognitivo fue creciendo, hasta alcanzar
las distinciones señaladas.

¿Qué entendemos finalmente por cognición? ¿Y de qué cogniciones estamos


hablando a fin de cuentas?
Lo cierto es que podemos entender lo cognitivo como los procesos
mediacionales asociados al procesamiento y generación de información para
la organización de la acción. Esto implícitamente ya habla de procesos
mentales.

Las terapias cognitivas son escuelas que asumen a la mente como una
entidad crucial e importante, quizás lo más importante. La analogía más
ilustrativa es la de la computadora u ordenador, y asociar a la mente como una
computadora o serie de computadoras que procesan información para tomar
decisiones con fines adaptativos. Es indudable que la experiencia humana
está centrada en la búsqueda, construcción y alteración de significados, pero
¿todas las cogniciones son objeto de intervención en los procesos de ayuda?

Wessler (1982) ya establecía que es posible que no toda cognición sea


pertinente para ser objeto de intervención en el proceso de ayuda. Hay
procesos de procesamiento de información visual por ejemplo, que son
imposibles de hacer conscientes y que dudosamente participan directamente
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en las dificultades personales que involucran la búsqueda de bienestar y


autorealización, en la perturbación emocional o las dificultades
interpersonales.

El mundo cognitivo que nos resulta pertinente son aquellas cogniciones que
participan en la formación de la visión del mundo y su dirección en él, aquellos
que determinan los objetivos de las personas, sus emociones, sus reacciones,
sus relaciones interpersonales, su sentido de realización personal y calidad de
vida.

En palabras de Mahoney (1995), la psicoterapia cognitiva se concibe como un


ejercicio aplicado de ontología (teorías personales sobre la realidad y el ser) y
de la epistemología (teorías sobre el conocimiento y el sujeto cognoscente)

Ciertamente la TRE es una escuela psicoterapéutica cognitiva interesada en la


psicología cognitiva y ciencias cognitivas en general, pero no absorbidas por
ellas. Sus objetos y fines son diferentes. Aunque existe en la TRE una
disposición curiosa y amplia en la revisión del papel de las cogniciones en la
regulación emocional y conductual del ser humano.

¿Qué tan cognitivas son las terapias cognitivas?


Existe una amplia gama de énfasis en cuanto al papel de la cognición en las
diversas escuelas cognitivas. Desde ese punto de vista, podríamos decir que
existen tres corrientes principales dentro del movimiento:

1. El ala constructivista
2. Las terapias contextuales y
3. Las posiciones centrales, moderadas e integrativas

El constructivismo es una corriente filosófica y epistemológica que surgió en el


siglo XX y que tuvo influencias en pedagogía, psicología y por supuesto, en
psicoterapia. El postulado central es que no existen datos u observaciones
independientes de los observadores y por lo tanto no existe conocimiento
objetivo posible, la realidad es construida por el observador. El concepto de
cognitivo en sí, es claramente constructivista ya que implica la concepción de
un rol activo del sujeto mediante la construcción de significados (Lo que la TRE
llamaría originalmente creencias). González Moreyra, psicólogo cognitivo
peruano, planteó que existen dos tipos de constructivismo. El constructivismo
radical y el constructivismo crítico o moderado El constructivismo radical
sostenido por Maturana, Watzlawick y Von Foester y el constructivismo crítico
sostenido por Popper, Kuhn, Bachelard (González Moreyra 1995). Todo esto
en el plano epistemológico. Las diferencias entre ambos están nuevamente en
los distintos énfasis.

Las posturas radicales son acusadas de caer o fomentar un subjetivismo


extremo que llega al solipsismo. Si no es posible un conocimiento
independiente del observador ¿cómo es posible que interactuemos y
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coordinemos acciones juntas, generemos tecnología y modifiquemos nuestro


entorno?

El constructivismo crítico soluciona ello planteando la verificación


intersubjetiva, la aceptación que el conocimiento es un esfuerzo humano
transitorio elaborado por consenso, usando la contrastación racional con los
datos. Para el constructivismo crítico que la mente construye la realidad
significa que usa elementos de ella, como puede interpretarlos y tiene acceso,
y que el constructivismo radical puede llegar a plantear que no existe ninguna
realidad sino sólo construcción: No hay realidad sólo actividad mental.

Las terapias constructivistas, cuyas figuras más importantes son Guidano y


Liotti y Semerari, terapeutas cognitivos europeos y Michael Mahoney,
terapeuta americano, que en 1983 son más cercanas a las teorías radicales y
reclama para sí mismas una auténtica interpretación cognitiva. Dichas
escuelas son las terapias constructivistas, de constructos personales,
constructivista post-racionalistas y las terapias narrativas.

Estas escuelas llegaron a acusar a las terapias fundadoras, como la TRE de


ser racionalistas, es decir partidarios de un realismo ingenuo, defender la
objetividad como accesible a través de la razón, y entender el problema del
sufrimiento humano como estrictamente producto de una distorsión de la
lectura objetiva de la realidad.

Ellis rechazo que la TRE fuera racionalista en el sentido del positivismo lógico,
o que sostuviera una concepción de la mente como un agente pasivo, reactivo
o reflejo y hasta ingenuo realistamente. Una revisión muy cuidadosa de los
trabajos de Ellis e incluso de Beck verá muchas coincidencias y paralelismo
con el constructivismo. El punto de distanciamiento es la posición radical de
asumir que toda la realidad existe en la mente del sujeto. Para Ellis la palabra
racionalidad posee un sentido más cercano al que le brinda el constructivismo
crítico. Aunque Ellis no lo dijo explícitamente, la TRE (y muchas terapias
cognitivas) se apoyan más en el modelo del constructivismo crítico.
Ciertamente con el devenir del tiempo las posiciones radicales se han ido
moderando y su discurso atenuándose.

Los aportes constructivistas


Las diferencias en el ejercicio de trabajo entre las terapias constructivistas y la
TRE no suelen ser muy evidentes, o incluso inexistentes. Ambos colocan al ser
humano en un rol activo de su vida y le brindan herramientas cognitivas
emotivas y conductuales de trabajo para darle control sobre su destino. El
control interno, la autoregulación emocional y de los constructos, la
importancia de la valía personal y de la autoaceptación incondicional, son
puntos de mutua confluencia. Así mismo la metodología de trabajo, el dialogo
socrático, el enfoque centrado en las emociones y creencias, son
coincidencias plenas.
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Las diferencias entre ambos enfoques están alrededor del discurso


epistemológico pero sólo cuando el constructivismo se torna radical y
abandona un tono moderado o crítico. Sin embargo, no quisiéramos minimizar
este aporte de la epistemología constructiva crítica a la terapia cognitiva y a la
TRE, que al sustentarlo de manera consistente nos ha brindado mucha fuerza
a la teoría cognitiva. Pero este no es el único aporte importante.

Los principales aportes de las terapias constructivistas están en que


introdujeron la perspectiva ontológica a la psicoterapia cognitiva. Ellos
trabajaron lo que llamaron la formación del self partiendo de los estudios sobre
el apego humano. Guidano y Liotti (1983) los promotores constructivistas de
este giro se ocuparon de la teoría del apego de Bolwbi (1977). Este
investigador de formación psicoanalista, inicialmente se interesó en la etología
de Lorenz y la psicología cognitiva de Piaget, para derivar en investigar la
relación temprana del niño con sus cuidadores. Finalmente se desvió de la
explicación sexual y egoísta del apego humano, sustentada por el
psicoanálisis de la época, para plantear la necesidad del niño de poseer
cuidadores afectivos que le brindaran seguridad y afecto, y reivindicar el apego
humano. Esto trajo serios problemas iniciales a Bolwbi con sus colegas
psicoanalistas, muchos años antes que fuera, finalmente, reivindicado.

Esa base segura del apego seguro con sus cuidadores, generaba un
empoderamiento que brindaba libertad y capacidad de exploración al niño. La
teoría del apego revolucionó la perspectiva educativa, familiar y social sobre la
infancia y generó muchos cambios cruciales en la sociedad actual, tales como
las políticas de los orfanatorios, la psicoterapia infantil, la educación primaria,
etc.

Guidano, Liotti y Semerari (1983) plantearon una lectura cognitiva de la


formación del self usando estos estudios. Este si-mismo se desarrolla flexible y
capaz de organizar la experiencia humana, cognitiva y emocionalmente, en
función de la calidad de las tempranas experiencias de apego. Si el sí-mismo
crece rígido y distorsionado debido a dificultades tempranas con sus
cuidadores, sus dificultades serían cognitivas y afectivas, generando
esquemas de acción desadaptativos.

El objetivo de la psicoterapia es modificar estas estructuras cognitivas muy


profundas, partiendo desde las estructuras cognitivas más superficiales. Las
coincidencias con Ellis y la TRE son muy claras. Ellis resaltaba que la creencia
que demandaba la aprobación de los demás es una fuente muy importante de
la ansiedad e inseguridad en los adultos, más no en los niños (ver razón y
emoción en psicoterapia de Ellis). A los cuales les admitía la necesidad de
tener seguridad y aprobación adulta. Consideraba que esta necesidad
exagerada de aprobación en los adultos debía ser modificada para beneficio
de la persona. Ellis nunca se refirió a la teoría del apego o a Bolwbi, sin
embargo, ambos enfoques coincidían en el camino de cambio de estas
creencias, de lo superficial a lo más profundo.
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Las terapias contextuales


Cuando surgieron las terapias cognitivas existían las terapias conductuales
como alternativa a las terapias dinámicas y humanistas. Las terapias del
comportamiento se mostraban muy orgullosas de ser las terapias realmente
científicas, ya que se basaban en la teoría conductual del aprendizaje y la
psicología experimental al contrario del psicoanálisis e inclusive del
humanismo.

Asignaban al ambiente un rol muy importante y absoluto en la gestión del


comportamiento mediante los programas de refuerzo. Desechaba al mismo
tiempo las emociones, el pensamiento, el lenguaje, la memoria, en suma,
todos los procesos cognitivos y motivacionales-emocionales. Skinner (1904-
1990) su fundador, es reconocida como una figura de la psicología mundial por
sus aportes en el campo del aprendizaje aunque sus postulados fueron muy
controversiales en su época. Defendió y postuló el conductismo radical que
inspiró a las terapias comportamentales. El paradigma conductual consistió en
centrase en el análisis de los antecedentes y consecuentes de un
comportamiento encerrando la mente en una caja negra. (Se postulaba que la
mente era innecesaria como constructo explicativo). Las terapias conductuales
y el análisis de conducta demostraron un éxito importante inicialmente,
sobretodo con niños y adolescentes y poblaciones especiales, pero se mostró
insuficiente para la mayoría de problemas. Finalmente, se vio superada con el
surgimiento de la psicología cognitiva y de las terapias cognitivas.

Muchos terapeutas conductuales fueron migrando a ese modelo ya que


resultaba más cercano al modelo científico y por supuesto más fértil y
poderoso, prefiriendo mantenerse dentro de la terapia cognitiva-conductual
(pero quizás debieron llamarse conductual-cognitivo).

Aunque parecía que el conductismo prácticamente había desaparecido bajo la


sombra de la terapia cognitiva-conductual, con el resurgimiento de las terapias
contextuales en los primeros años del nuevo siglo reapareció un derivado
moderno: el contextualismo.

Señalando que la crítica cognitiva al conductismo fue injusta y que su enfoque


anti-mental fue metodológico pero no esencial, le abrieron la puerta a los
fenómenos cognitivos y emocionales, e incorporaron muchas más influencias
desde las terapias cognitivas como la TRE, las terapias fenomenológicas como
la Gestalt hasta escuelas filosofías como el Budismo Zen y el existencialismo.

Primero, elaboraron la teoría de marcos referenciales o RFT (Hayes 2000) que


buscó reformular el papel del contexto en la elaboración de los procesos
cognitivos como el lenguaje, y más importante todavía, darle soporte
epistemológico al nuevo conductismo. Posteriormente, trabajando
ambiciosamente en la elaboración de una terapia que incorporara los aspectos
más resaltantes de la herencia psicoterapéutica. El resultado son las terapias
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de la tercera ola: Terapia cognitiva centrada en Mindfullness, Terapia


Dialéctica Conductual, Terapia Metacognitiva y sobretodo la ACT o Terapia de
aceptación y compromiso.

Este esfuerzo tiene muy poco del conductismo radical, o nada, apenas el
énfasis asociacionista epistemológico, pero mucho de las terapias cognitivas.
Aún así Hayes remarca que la ACT es radicalmente conductual, porque
enfatiza tomar acción para maximizar la salud mental y la adaptación. Para
aumentar la confusión, las terapias de la tercera ola no pretenden cortar con
las cognitivas y se asumen merecedora de estar en el movimiento cognitivo.

Sus aportes
Partiendo desde el análisis de los contenidos psicológicos de la TRE, pusieron
mucha atención a lo que la TRE llamaba procesos circulares, y ellos señalarían
como metacogniciones. Desde 1980, la TRE descubrió la importancia del doble
circuito de emociones de los clientes cuando desarrollaba ansiedad a la
ansiedad. Por ejemplo, “No soportaría entrar en pánico, debo evitarlo a toda
costa, sería terrible” y recomendaba romper ese circuito discutiendo la “C”
secundaria.

El afronte de las terapias contextuales sugiere que el cambio que necesita el


cliente es dejar de pelear con las emociones y creencias asociadas, aceptar la
experiencia. Por ejemplo, “Esta experiencia es parte de la vida, puedo
aceptarla y contemplarla” poniéndole mucho énfasis en cambiar los esquemas
evitativos del cliente por esquemas de aceptación y de compromiso. Este
aporte coincidente con la práctica circular de la TRE, ha generado un marcado
interés.

La ACT y la dialéctica comportamental han ido un poco más allá al trabajar


explícitamente el tema de los valores con el cliente. Se define valores como
esquemas autoreforzadores de la experiencia de la vida del cliente. Esto da
una dimensión existencial a la terapia cognitiva. La coincidencia con la TRE se
da nuevamente, ya que la TRE considera que las personas son felices cuando
se dedican a objetivos fundamentales personales en el sentido de una misión
vital.

Otro aporte interesante lo constituye el Mindfullness o conciencia plena. Desde


los años setenta que la psicología médica exploraba las posibilidades de la
relajación mediante la respiración o el entrenamiento autógeno para el
tratamiento de enfermedades psicosomáticas y el tratamiento del dolor crónico;
al mismo tiempo, exploraba prácticas orientales tales como el yoga, la
meditación y el budismo zen, pero, es con las terapias de la tercera ola que
han tomado fuerte impulso y aceptación al probarse empíricamente sus
beneficios.

Conciencia plena, práctica común en las terapias de tercera generación, se


puede definir como prestar atención de manera particular sin emitir juicios (o
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relativizarlos haciéndoles objeto de contemplación igualmente) manteniendo la


mente en el presente de una manera concentrada, y sosteniendo una actitud
de apertura y curiosidad frente a la experiencia.

El entrenamiento del cliente en las prácticas de aceptación y compromiso, que


incluyen su descubrimiento de valores y el entrenamiento de la conciencia
plena, son prácticas que enriquecen la TC y son plenamente coincidentes con
la TRE. Sin embargo, la TRE sugiere que las técnicas de aceptación y
conciencia plena no deben estar al mismo nivel que la reestructuración
cognitiva, siendo más importante enfocarse primero en el cambio de creencias
y la construcción de una filosofía personal.

¿Qué diferencias y semejanzas existe entre la TRE y las demás terapias


cognitivas a fin de cuentas?
Para graficar apropiadamente la identidad de la TRE, sus fronteras y terrenos
superpuestos con las terapias cognitivas usaremos la clasificación de Mahoney
y Arnkoff que en 1978 agruparon las terapias cognitivas en tres clases, en
función de sus distintas metas:
1. Terapias de Reestructuración Cognitiva (o cambio de creencias)
2. Terapias de Coping Skills (o habilidades de adaptación)
3. Terapias Centradas en Soluciones
Y agregar una cuarta medida que esta en la dimensión existencial que es muy
propia de la TRE, es decir, la persecución en el marco del tratamiento de
fomentar en el individuo un propósito claro en de su existencia.

Las terapias cognitivas asumen las tres primeras metas de trabajo, pero su
diferenciación está más en la jerarquía de estas. Las terapias de la tercera ola
por ejemplo le dan a estas tres metas casi un igual trato. La TRE considera
que es más importante la reestructuración y la construcción de una filosofía
personal de vida.

He aquí algunas diferencias importantes:

La TRE
• Posee un énfasis en el desarrollo de una filosofía personal de
bienestar que otros enfoques cognitivos no poseen. Pone como punto
central el cambio de mentalidad antes que métodos de alivio temporal,
la resolución de problemas y las técnicas de desarrollo de habilidades,
que las concibe como complementarias antes que nucleares.

• Entiende que el individuo es arquitecto de su destino. Es crucial


trabajar en brindar control interno a la persona sobre su vida, sus
procesos cognitivos y emotivos de una manera activa. A largo plazo les
brinda autodirección y tolerancia.

• Considera que lograr una aceptación incondicional de sí mismo, una


filosofía racional sobre la valía humana, y superar la tendencia a la
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comparación esencial entre las personas son puntos nucleares del


trabajo de ayuda.

• Considera que los postulados culturales y científicos fomentan la


perturbación cuando plantean una exacerbación humana de la vanidad
y el egocentrismo. Desde ese punto de vista, la TRE posee un interés
más filosófico, ético e ideológico que la mayoría de enfoques cognitivos
asimilando los aportes de Alfred Adler, Carl Rogers, Víctor Frankl, Karen
Horney, y Rollo May.

• Asume la epistemología constructivista crítica como una opción


cognitiva y científica que hace posible fomentar el científico y filósofo
que toda persona posee en su interior. Se muestra contrario a un
relativismo cultural que asume cualquier creencia como igualmente
válida.

• Defiende su postura a favor de la racionalidad. Entendida como una


mirada pragmática, flexible y constructiva de entender el bienestar y las
opciones personales que se debe interpretar en el contexto e historia del
individuo pero sosteniendo ser contraria al dogmatismo, la inflexibilidad y
la intolerancia. Manifiesta que existe mucha evidencia social e histórica
que prueba que los seres humanos pueden generar creencias,
emociones y comportamientos irracionales (como el nazismo, la
discriminación, la esclavitud y demás)

• Acepta que el conocimiento es relativo al observador y que nunca


conocemos la realidad sino las representaciones de esta. Considera,
que esto no puede eliminar la facultad del raciocinio y la apertura a
la evidencia. La validación intersubjetiva y el conocimiento como
provisional y la actividad mental como un permanente esfuerzo
aproximativo, cada vez mejor, son corolarios nucleares.

• Le da un nivel jerárquico más alto a las técnicas de reestructuración


cognitiva-emotiva considerando las demás técnicas centradas en
soluciones de problemas y desarrollo de habilidades como valiosas y
complementarias pero subordinadas a los objetivos filosóficos más
importantes.

• Le da mucha importancia al trabajo emocional y considera que el


cambio es posible cuando las personas aceptan sus emociones, siendo
capaces de regularlas y gestionarlas.

• Está a favor de las técnicas y ejercicios evocativos de emociones como


la imaginación racional emotiva, la silla vacía y otras. Se muestra
cautelosa frente a las técnicas bioenergéticas, catárticas, reichianas y
hasta gestálticas o cualquier técnica que se centren en exacerbar
emociones.
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• Diferencia entre emociones perturbadoras y emociones sanas.


Considera que así como puede haber creencias irracionales pueden
existir emociones tóxicas. Algunas terapias cognitivas no son tan
enfáticas.

• Fomenta el optimismo y el sentido del humor como parte de una


filosofía sana. En especial considera que la práctica del humor para lidiar
con las vicisitudes de la vida es una parte importante de una filosofía
sana de vida. Se muestra cautelosa y reservada con los enfoques
excesivamente optimistas que señalan que con una actitud positiva
puede generar y “atraer” acontecimientos favorables. Conceptúa el
optimismo como una actitud mental que fomenta el afrontamiento del
infortunio de una manera filosófica, antes que su evitación. Las cosas
malas pasan pero no tiene sentido añadir sufrimiento psicológico
innecesario a estas dificultades.

• Posee la visión de que los seres humanos están orientados a metas que
valoran. Es positivo orientar a los seres humanos a descubrir esos
valores y fomentar que organicen su vida alrededor de ellos, antes que
buscar recompensas monetarias, consumistas y frívolas. Las
compensaciones monetarias y de popularidad son importantes pero no
prioritarias.

• Le da un rol central al trabajo de la causalidad circular (o


Metacognición) que no le da la TCC de Beck y en ello coincide mucho
con las terapias de tercera generación. Un trabajo fundamental es
detener los circuitos de retroinformación perturbadoras.

• Plantea una causalidad más amplia y contextual que muchas terapias


cognitivas, que llamamos causalidad circular interpersonal,
traduciendo los aportes de las terapias sistémicas y familiares.
Conceptúa que los seres humanos permanentemente interpretan a los
otros en sus intenciones y acciones generando a su vez emociones y
acciones de retorno que pueden generar conflictos y perturbaciones.
Estos circuitos de mutua interpretación afectan las interacciones
humanas en aspectos cruciales tales como las relaciones amorosas,
familiares, sexuales, sociales y hasta laborales. Cuando los seres
humanos poseen metacogniciones de estas causalidades pueden
generar mejores comunicaciones e interacciones. No existe precedentes
en las demás terapias cognitivas de estos aportes.

• Considera que el vigor, la energía, fuerza y enfocamiento son aspectos


muy importantes de la estrategia de cambio del profesional y que son
buenas ideas para una filosofía personal de bienestar. Esto se expresa
en la tolerancia a la incomodidad, la congruencia con los valores, la
aceptación de la experiencia y la autoaceptación de sí mismo.
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• Considera que el profesional se debe enfocar en los esquemas


creencias-emociones-conductas, en sus niveles de metacogniciones y
metaemociones, o causalidad interpersonal y pudiendo llegar a trabajar
abc, más contextuales que involucran las causalidades
interpersonales.

• Aunque muy clara en su teoría general, es muy abierta al movimiento


integrativo de psicoterapias. Considera que algún día dejaremos de
hablar de las escuelas psicoterapeutas para simplemente hablar de
psicoterapia. El desarrollo de los estudios e investigaciones basadas en
la evidencia irán fomentando cada vez mayor afinidad teórica y practica.

• Considera que las habilidades personales del terapeuta, la aplicación


misma de la TRE por parte del profesional en su vida personal para lidiar
con sus procesos personales e interpersonales son puntos cruciales
para generar profesionales competentes que realmente ayuden a sus
clientes. La TRE no está de acuerdo con generar una distancia y
jerarquía entre profesional y cliente.

• Fomenta la salud, el bienestar, la realización humana y la auto ayuda de


una manera muy importante, no restringiéndose a fomentar la TRE en el
mundo académico y entre los profesionales de la psicoterapia. Ve con
buenos ojos el desarrollo del coaching racional emotivo y de su
aplicación en diversos contextos educativos, organizacionales y
sociales.

Bibliografía

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