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LA GESTIÓN ECÓNOMICA DEL PATRIMONIO


EN LA IGLESIA: UNA REFERENCIA AL
PATRIMONIO CULTURAL

1.- INTRODUCCIÓN
La adecuada gestión del patrimonio en las instituciones de la Iglesia es, casi
siempre, un tema controvertido tanto dentro de la misma Iglesia como visto
desde fuera.

A la hora de enfocar este tema nos encontramos con multitud de posturas:

a) Algunos, desde una postura que podríamos denominar “espiritualista”


defienden que la Iglesia no debe entrar ni mezclarse en temas de gestión
económica. Incluso muchos sacerdotes argumentan que no se hicieron
clérigos para gestionar bienes o administrar fincas, sino únicamente para
anunciar el Evangelio.

b) Otros, por el contrario, gestionan los bienes de una manera absolutamente


personal sin dar pie a la participación de los laicos y con una opacidad a
menudo preocupante.

c) A la hora de gestionar, predomina con demasiada frecuencia lo que


podríamos denominar el paternalismo económico que confunde la
doctrina social con la misericordia gratuita en la gestión y que condena a
la ruina a no pocas instituciones.

d) En el polo contrario nos encontramos algunos nuevos gestores que opinan


que no debe haber diferencia entre la gestión de una actividad de la Iglesia
y otra de naturaleza mercantil.

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En cualquiera de los casos, debemos advertir que la sociedad demanda cada vez
más información sobre la gestión económica en la Iglesia. Es un tema que se sigue
con especial interés.

2. EL PATRIMONIO Y EL PATRIMONIO CULTURAL


Cuando hablamos del patrimonio de la Iglesia estamos refiriéndonos a los
distintos recursos materiales, inmateriales y financieros cuyo depositario y
administrador es una entidad de la Iglesia. Al hacerlo así no estamos
refiriéndonos al concepto de propiedad sino al de control, es decir, bienes
administrados y que, en la práctica, es la Iglesia la que los destina, con frecuencia,
a uno de los fines propios de la misma. Normalmente nos vamos a referir a
patrimonio estable, es decir, recursos que tienen vocación de permanencia en la
entidad.

El concepto de patrimonio cultural tiene difícil definición. En cualquier caso,


entendemos que detrás de estos recursos hay siempre un determinado legado
cultural que preservar, cuidar, administrar y poner al servicio de la sociedad.

Sea como fuere, uno de los temas recurrentes en relación con el patrimonio de la
Iglesia es su propia existencia ¿debe tener bienes la Iglesia? ¿por qué no se
venden y se destinan a los pobres? ¿es moral o lícito acumular bienes?

La respuesta a estas preguntas la encontramos en el Código de derecho canónico.


En su canon 1254 establece que “La Iglesia puede adquirir, retener, administrar y
enajenar bienes temporales para alcanzar sus propios fines”. De esta forma, se
vincula la compra, administración y enajenación de bienes al cumplimento de los
fines propios de la Iglesia.

Será lícito, en consecuencia, disponer de bienes siempre que dicha disposición


esté vinculada al cumplimiento de los fines propios de la Iglesia.

El propio canon 1254 detalla los fines principales:

• Sostener el culto divino


• Sustentar al clero y demás ministros

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• Hacer las obras de apostolado sagrado y de caridad sobre todo con los
necesitados.

En definitiva y al margen de vincular los bienes al sostenimiento del clero, se


enuncian las tres grandes líneas de actuación de la Iglesia:

o Apostolado: Anuncio de la Buena Noticia de Cristo Resucitado a los hombres


o Liturgia: Como expresión viva de la fe que se alimenta y crece
o Caridad: Como experiencia de la presencia de Cristo mismo en el más
necesitado

3.- CLASIFICACIONES DEL PATRIMONIO


Definido el concepto de patrimonio y su finalidad en la Iglesia vamos a analizar
distintas clasificaciones del mismo que nos permitan poder enfocar
adecuadamente la gestión más adecuada teniendo en cuenta sus peculiaridades.

Las clasificaciones que se ofrecen a continuación no pretenden agotar la discusión


sobre el patrimonio, pero si acercar distintos conceptos que deben tenerse en
cuenta a la hora de afrontar la gestión.

Las clasificaciones que veremos hacen referencia a los siguientes aspectos:

3.1. Naturaleza del bien patrimonial


3.2. Tipos de inventarios
3.3. Función del bien
3.4. Entidad depositaria
3.5. Modelo financiero de gestión

Pasemos a analizar cada una de las clasificaciones citadas

3.1. CLASIFICACIÓN DEL PATRIMONIO POR LA NATURALEZA DEL BIEN

Esta clasificación es la más intuitiva y separa los bienes patrimoniales en función


de su naturaleza y realidad en sí misma. De acuerdo con ello tendríamos:

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3.1.1. Patrimonio material o tangible


-Inmueble
-Mueble

3.1.2. Patrimonio inmaterial o intangible


-Fiestas, romerías, peregrinaciones
-Otros elementos

3.1.3- Patrimonio Financiero


-Inversiones en renta fija
-Inversiones en renta variable y mixta
-Otros

3.1.1. Patrimonio material

Se trata de patrimonio de naturaleza tangible y obedece a la imagen convencional


de patrimonio (una catedral, una finca, un cáliz, etc).

Dentro de este apartado conviene diferenciar aquellos bienes inmuebles


(terrenos, edificaciones, etc) de aquellos que tienen naturaleza mueble.

Como veremos posteriormente, es absolutamente imprescindible la realización


de sólidos inventarios que recojan toda la información de estos bienes
comenzando por los inmuebles, aunque el objetivo debe ser disponer de una
ficha de todos los bienes muebles, al menos los que tengan un valor significativo
o se integren en el concepto de “patrimonio cultural”.

3.1.2. Patrimonio inmaterial

Tan importante como el patrimonio material puede ser, en ocasiones, el


denominado patrimonio inmaterial o intangible. Si tomamos la definición de
activo que propone el Plan Contable de entidades sin fines lucrativos veremos
que habla de “bienes, derechos y otros recursos controlados económicamente por
la entidad, como resultado de sucesos pasados de los que se espera que la entidad
obtenga rendimientos aprovechables en su actividad futura” (ej: potencial de
servicio para los usuarios o beneficiarios).

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Más allá de las concepciones estrictamente contables del patrimonio inmaterial


(patentes, aplicaciones…) es incuestionable que la Iglesia administra un
importante patrimonio inmaterial, en su concepción más amplia.

Algunos ejemplos pueden ser el Camino de Santiago, las romerías y


peregrinaciones, las fiestas populares, las procesiones de Semana Santa, etc.

Se trata de bienes que la Iglesia ha mantenido en muchas ocasiones durante


siglos y que tienen una gran trascendencia social. Su custodia y administración
difiere grandemente de los bienes de naturaleza tangible y requieren de otras
fórmulas de gestión.

3.2. CLASIFICACIÓN DEL PATRIMONIO POR TIPOLOGÍA DE INVENTARIO.

La clasificación que aquí estudiamos tiene que ver con lo contemplado en el


Acuerdo de 10 de octubre de 1980 elaborado por la Comisión Técnica Iglesia
Estado Español, en desarrollo del Acuerdo sobre Asuntos Económicos (BOE 9 de
mayo de 1981)

Dicho Acuerdo, que regula la aplicación a la Iglesia del Impuesto sobre


Sociedades, establece en su norma quinta lo siguiente:

Quinta. Afectación de elementos patrimoniales.

1. Los elementos patrimoniales cuya titularidad corresponda a


las Entidades eclesiásticas a que se refiere el artículo IV.1 del
Acuerdo sobre asuntos económicos, se clasificarán en tres grupos:

a) Elementos que forman parte del patrimonio histórico-


artístico de la Iglesia.

b) Elementos afectos a explotaciones económicas.

c) Los demás bienes no incluidos en los dos apartados


anteriores.

2. A los efectos de la inclusión en el apartado 1.b) anterior de


los elementos patrimoniales, se aplicará, en cuanto corresponda,

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lo dispuesto en el artículo 12 del Real Decreto 2615/1979, de 2 de


noviembre.

3. Los elementos patrimoniales se incluirán en libros inventarios


distintos.

4. Lo dispuesto en la Orden de 4 de junio de 1975, será aplicable


a la amortización de los bienes comprendidos en el apartado b) del
número 1 anterior.

En consecuencia, desde el punto de vista legal los bienes de las Iglesia se dividen
en tres grupos:

a) Elementos que forman parte del Patrimonio Histórico artístico. Se trata de


una lista cerrada de aquellos bienes que cumplen los requisitos
correspondientes.

b) Elementos afectos a explotaciones económicas. Bienes aplicados a estas


finalidades, con independencia de que dichas explotaciones sean
declaradas exentas.

c) Resto de bienes no incluidos. Aquí se incluirán todos aquellos bienes


afectos a fines propios de la Iglesia y que no están declarados bienes del
patrimonio histórico (parroquias, oficinas de curia, etc.) así como aquellos
bienes que transitoriamente no están afectos a ninguna actividad.

Esta clasificación comienza a ser relevante de cara a la gestión, ya que los bienes
declarados patrimonio histórico-artístico tienen sus peculiaridades de
administración, muy diferentes de los no declarados así. Por otro lado, las
explotaciones económicas requerirán otros planteamientos muy diferentes.

Lo más relevante de esta norma es la obligación de mantener libros inventarios


distintos.

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3.3. CLASIFICACIÓN DEL PATRIMONIO ATENDIENDO A LA AFECTACIÓN A


LA ACTIVIDAD

Esta clasificación del Patrimonio intenta hacer referencia al destino que tienen
los bienes en función del empleo que se viene realizando de los mismos.

De acuerdo con ello tendríamos:

a) Bienes afectos directamente a actividades religiosas

b) Bienes afectos a explotaciones económicas

b.1)-Finalidad directa
b.2)-Finalidad indirecta
b.3)-Finalidad de rendimiento

c) Bienes con uso mixto

d) Bienes sin uso

3.3.1. Bienes afectos a actividades religiosas

Serían los bienes ordinarios de la Iglesia. Sobre ellos no recae ningún tipo de
explotación económica (parroquia, casa rectoral, locales de Cáritas, etc).

Como veremos, en relación a estos bienes, la gestión tiene que ver con el
aprovechamiento adecuado de los mismos en función del plan pastoral
establecido a priori y su capacidad para generar valor.

Cobrará importancia en este campo la gestión adecuada de los gastos.

3.3.2. Bienes afectos a explotaciones económicas

Cuando hablamos de bienes afectos a explotaciones económicas nos estamos


refiriendo a aquellos donde se desarrolla una actividad encaminada a la
producción o distribución de bienes y servicios que son transmitidos a terceros
mediante precio.

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Ordinariamente, detrás de las explotaciones económicas suele intervenir un afán


de lucro, aunque no es necesariamente así en las entidades no lucrativas, ya que
en ocasiones el objetivo puede ser la actividad económica en sí, por los efectos
que ella produce.

En todo caso, lo importante, como veremos posteriormente, es el concepto de


sostenibilidad o viabilidad económica como la capacidad de seguir prestando
servicios en el futuro.

En cuanto a los bienes afectos a explotaciones económicas, podemos distinguir


tres grupos atendiendo a la finalidad de la explotación económica que se trate

• Patrimonio adscrito a explotación con finalidad directa

Se trata de bienes que se emplean en actividades económicas relacionadas


directamente con los fines propios de la Iglesia. Entre ellos podríamos destacar:

-Casas de Espiritualidad
-Colegios
-Residencias de ancianos
-Centros sociales
-Museos
-Editoriales religiosas
-Librerías religiosas
-Medios de comunicación temático-religiosos

Este tipo de explotaciones económicas cumplen en sí mismo los fines propios de


la Iglesia y su gestión debe ser medida, en primer lugar, en función de este factor.
Incluso es admisible que, desde el punto de vista estrictamente económico, no se
logre el equilibrio financiero por sí mismo, siempre y cuando esté garantizada la
financiación de la actividad por otras vías.

Igual que en el caso anterior, cobra especial relevancia el concepto de viabilidad


financiera, como la capacidad para seguir prestando servicios en el futuro.

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• Patrimonio adscrito a explotación con finalidad indirecta

Se trata de bienes y derechos que se adscriben a explotaciones económicas que


están relacionadas de manera indirecta con los fines propios de la Iglesia. La
diferencia entre relación directa o indirecta no es fácil siempre, pero aquí nos
referimos a actividades que pueden influir en la sociedad y la persona para un
tipo de desarrollo integral en los términos de la doctrina social de la Iglesia.

Entre estas actividades podríamos enumerar:

 Colegios mayores
 Medios de comunicación generalistas
 Editoriales
 Librerías
 Empresas de comercio justo
 Empresas de inserción laborar
 Otras actividades generales con posibilidad de influir positivamente en la
sociedad

En este caso, la viabilidad económica de la actividad cobra más importancia en


tanto en cuanto la aportación a los fines de la Iglesia es indirecta. No obstante, si
en el caso anterior podría aceptarse un desequilibrio económico asumible, en
este caso sólo podría aceptarse de manera coyuntural o puntualmente y siempre
que, a medio plazo, se lograra el auto sostenimiento económico.

• Patrimonio adscrito a explotaciones cuya finalidad es el rendimiento


económico

Hasta ahora, hemos visto la situación del patrimonio adscrito a actividades


(económicas o no) relacionadas con los fines propios de la Iglesia. Ahora bien, es
posible vincular los bienes a otras entidades que no tengan nada que ver con
dichos fines.

Recordemos que el canon 1254 vinculaba la compra, retención, administración o


enajenación de bienes a “alcanzar” los fines de la Iglesia.

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El canon no explicita el modo en que dichos bienes permiten alcanzar los fines de
la Iglesia por lo que en nuestra opinión cabría la posibilidad de realizar otras
actividades siempre que se cumpliesen los siguientes requisitos:

1) El objeto en sí de la actividad económica no entraría en colisión con los


fines propios de la Iglesia.
2) Se respetase en todo momento en la ejecución de la actividad los
principios básicos de la doctrina social de la Iglesia.
3) La actividad económica debe generar beneficios que sean aplicados a los
fines propios de la Iglesia. En este sentido, no sería admisible mantener
este tipo de actividades en pérdidas recurrentes.

En este tipo de actividades se encuadran, por ejemplo, la elaboración de dulces


de los monasterios de clausura, lavanderías, hospederías, servicios
informáticos…, así como la realización de tómbolas, sorteos, etc., donde la
finalidad de la Iglesia se encuentra en la aplicación de los rendimientos. Un
ejemplo también habitual es el arrendamiento de bienes inmuebles o la
explotación de parkings.

Dado que el foco principal de estas actividades es la obtención de un excedente,


a la hora de gestionar las mismas (y salvando el cumplimiento de los principios de
doctrina social) hay que afirmar que dicha gestión no debe diferir, en esencia, de
la gestión adecuada en el ámbito civil.

3.3.3. Bienes con uso mixto

Una variante de todo lo anterior, pero que tiene mucha tradición en la Iglesia, se
produce cuando un determinado bien se emplea simultáneamente para distintos
usos y encuadrados en la distinta tipología aquí enunciada.

Un caso típico es el de una Catedral con horario de visita cultural o un bien en el


que se realizan actividades propias y actividades económicas.

En estos casos es muy importante ser capaz de separar ambas administraciones


y contabilidades estableciendo un sistema que tanto a nivel interno como externo
ofrezca información clara de ambos destinos.

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Especial interés tiene este asunto desde el punto de vista fiscal ya que habrá que
analizar todos los aspectos derivados de una doble actividad, mercantil y no
lucrativa, desde el punto de vista de todos los impuestos y de las relaciones
cruzadas que puedan existir, para evitar contingencias.

3.3.4. Bienes sin uso

Por último, puede ocurrir que en un momento puntual nos encontremos con
bienes que no tengan ningún uso concreto.

Desde nuestra concepción tenemos que asumir que esta situación tiene que ser
necesariamente coyuntural y por un periodo tasado de tiempo.

Como hemos comentado, la Iglesia solo puede tener bienes para el cumplimiento
de sus fines por lo que esta situación “sin uso” debe estar plenamente justificada
y debe existir un plan concreto para su empleo. Así aconteció, por ejemplo, con
los solares sin edificar para la construcción de parroquias o con bienes a la espera
de ser rehabilitados para su puesta en marcha.

3.4. CLASIFICACIÓN DEL PATRIMONIO EN FUNCIÓN DE LA ENTIDAD


DEPOSITARIA DE LOS BIENES

Un elemento clave en la gestión del patrimonio de la Iglesia lo constituye la


realidad jurídica que hay detrás de los bienes que son objeto de administración y
control.

Desde esta perspectiva podemos diferenciar los siguientes tipos de entidades en


el ámbito diocesano:

3.4.1-Obispado y Curia diocesana

Se trata de aquellos que están adscritos y bajo el control directo del Obispado.
Este tipo de bienes no plantean especial dificultad en su administración ya que
figuran a nombre del Obispado y se regirán por las normas generales de la
diócesis.

El máximo responsable es el Obispo, que cuenta con el Ecónomo y con el Consejo


de Asuntos económicos.

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3.4.2-Fundaciones Pías no autónomas

Se trata de aquellos bienes adscritos a fundaciones reconocidas desde el punto


de vista canónico pero que no tienen reconocimiento civil, por lo que son
administradas, con carácter general, por la administración diocesana en los
mismos términos indicados en el epígrafe anterior.

La única diferencia reseñable es que este tipo de fundaciones tienen, de


ordinario, afectados los frutos de sus bienes a una determinada finalidad, que
debe ser respetada en todo caso.

En algunas diócesis estas fundaciones plantean algunos problemas de gestión


operativa por el elevado número de instituciones existentes que requeriría una
agrupación.

3.4.3-Instituciones diocesanas con personalidad jurídica propia

En este punto nos referimos a algunas instituciones de la Iglesia que pueden llegar
a disponer de personalidad jurídica independiente, pero que a todos los efectos
dependen de la diócesis.

Un ejemplo típico es el Seminario. Este tipo de instituciones tienen un


administrador a su cargo y deben rendir cuentas a la administración diocesana a
todos los efectos. En parecidas circunstancias se encuentran las Residencias
Sacerdotales, el Museo diocesano, etc.

3.4.4-Parroquias y otras circunscripciones territoriales

En España existen aproximadamente 23.000 parroquias. Todas ellas, con carácter


general, disponen de un templo, locales anejos y en algunos casos otros bienes
adscritos a la misma como vivienda parroquial u otras propiedades.

Todas las parroquias gozan de personalidad (c.515 §3) y están encomendadas a


un párroco bajo la autoridad del Obispo diocesano (c.515 §2). El párroco es el que
representa a la misma en todos los negocios jurídicos y debe cuidar que se
administre de acuerdo con las normas de los cánones 1281-1288 (c.532).

A este respecto hay que recordar “la administración de los bienes eclesiásticos
corresponde a quien de manera inmediata rige la persona jurídica a quien

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pertenecen esos bienes, si no determinan otra cosa el derecho particular, los


estatutos o una costumbre legítima y quedando a salvo el derecho del Ordinario
a intervenir en caso de negligencia del administrador” (c.1279 §1).

El tema de bienes adscritos a las parroquias es un asunto complejo por varias


razones:

• En algunas diócesis los templos figuran a nombre de la diócesis, mientras


que en otros están a nombre de las parroquias.
• Casi el 50% de las parroquias operan con el CIF de los Obispados como si
las parroquias no tuvieran personalidad jurídica independiente, a pesar de
lo previsto en las normas canónicas y también civiles (acuerdo sobre
Asuntos Jurídicos de 3 de enero de 1979).

En cualquier caso, es evidente que, al margen de la cierta autonomía en la gestión


que puede disponer el párroco, es preciso establecer unas normas de obligado
cumplimiento en el ámbito diocesano (c.1276 §2) que permitan al Ordinario
ejercer su labor de vigilancia sobre “todos los bienes pertenecientes a todas las
personas jurídicas públicas que le están sujetas…” (c.1276 §1).

Esta labor de vigilancia, que el Obispo puede encomendarle al Ecónomo


diocesano, no supone suplantar en la administración, pero si permite la
inspección, comprobación de cuentas, y supervisión de la actividad, con
independencia de la aprobación explícita de todas aquellas operaciones de
administración extraordinario previstas en la normativa.

3.4.5-Asociaciones y Fundaciones Canónicas públicas aprobadas por el


Ordinario e inscritas en el Registro de entidades religiosas (incluidas cofradías y
hermandades)

Este grupo contempla todo el patrimonio que gestionan las asociaciones y


fundaciones canónicas de naturaleza pública aprobadas por el Ordinario que
tienen personalidad jurídica civil reconocida en tanto en cuanto se han registrado
convenientemente en el registro de entidades religiosas. En este apartado se
contemplan, por ejemplo, todas Cofradías y Hermandades inscritas.

Hay que tener en cuenta que, dada la naturaleza pública de estas instituciones,
el patrimonio que gestionan se considera a todos los efectos patrimonio eclesial

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que debe ser protegido de manera singular. Estas instituciones actúan en nombre
de la Iglesia y son erigidas por la autoridad eclesiástica competente (cc. 301 §3 y
312).

La gestión de estas entidades corresponde a los responsables de las entidades


aunque “bajo la superior dirección de la autoridad eclesiástica de la que se trata
en el c. 312 §1, a la que debe rendir cuentas de la administración todos los años”
(c. 319 §1). El hecho de que la propuesta de nombramiento de responsables deba
ser elevada a la autoridad eclesiástica que, incluso puede intervenir la entidad y
nombrar a un Comisario, confiere una especial responsabilidad al Obispo
Diocesano, tanto a nivel interno eclesial como externo.

3.4.6. Asociaciones y Fundaciones Canónicas privadas aprobadas por el


Ordinario e inscritas en el Registro de entidades religiosas (incluidas cofradías y
hermandades)

Aunque desde el punto de vista civil, no hay diferencia entre las asociaciones y
fundaciones públicas y privadas, en el ámbito interno de la Iglesia hay varias
diferencias substanciales:

 El patrimonio de estas entidades privadas no se considera patrimonio


eclesiástico, no es patrimonio de la Iglesia. Esto tiene especiales
consecuencias en caso de disolución (c.326§2).

 La labor de control del Ordinario del lugar sobre estas entidades es mucho
menor que en el caso de las públicas, que tienen obligación de rendir
cuentas a la autoridad eclesiástica competente. En este caso, el código
establece únicamente una labor de vigilancia (c.323 §1, c.305 y c.325 §1)
ya que la gestión se realiza de acuerdo con los estatutos propios.

 La autoridad eclesiástica no erige la asociación, sino que su labor se centra


en la aprobación de los estatutos (c.322 §2).

Dada esta diferencia entre el tratamiento canónico de ambas realidades y su


reconocimiento a efectos civiles, desde la Conferencia Episcopal se recomienda
que, en el caso de que asociaciones y fundaciones privadas quieran acogerse al
régimen fiscal especial previsto para las entidades no lucrativas, los criterios de

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control y rendición de cuentas sean los mismos que para las entidades públicas.
Lo ideal es que ello conste en los estatutos de la entidad.

Para llevar a cabo esta labor es muy conveniente que el Obispado cree una oficina
de transparencia y rendición de cuentas tal y como fue creada por la Conferencia
Episcopal Española en 2016.

3.4.7. Asociaciones y Fundaciones civiles impulsadas por la Iglesia o con


presencia mayoritaria de miembros de la Iglesia o nombrados por ella

Bajo este epígrafe se incluyen un conjunto de entidades de naturaleza


estrictamente civil, no canónica, pero en los que la presencia de miembros de la
Iglesia en su Patronato puede ser relevante (incluyendo el Obispo de la diócesis)
o incluso mayoritaria.

Hay que tener muy en cuenta que estas entidades no gozan del amparo de los
Acuerdos Iglesia-Estado y tendrán el régimen legal correspondiente a su
configuración jurídica.

Todo esto puede llevar a una cierta confusión a la hora de manejar el patrimonio
y la toma de decisiones.

Adicionalmente, hay que tener en cuenta que el concepto de responsabilidad


subsidiaria ante una eventualidad se asocia con frecuencia al concepto de
control, en el sentido de la capacidad de nombrar miembros en el Patronato, por
lo que podría darse el caso de que la Iglesia incurriera en responsabilidad sobre
la actuación de estas entidades, a pesar de no tener control sobre ellas dada su
naturaleza, por el simple hecho de poder determinar un conjunto de miembros
del Patronato con capacidad de decisión.

Hay también dentro de este epígrafe un conjunto de entidades donde lo público,


lo privado y lo eclesiástico están unidos en una entidad con presencia del Obispo,
del Alcalde y de otras personas relevantes del entorno social. Cada caso de esta
naturaleza hay que analizarlo pormenorizadamente, dado que hay un riesgo
probable de que cualquier anomalía por la gestión patrimonial pueda afectar a la
reputación de la Iglesia.

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Por último, dentro de este epígrafe existe un conjunto de entidades promovidas


por instituciones o personas de la Iglesia, cuyos objetivos se podrían enmarcar
dentro de los fines propios de la Iglesia pero que, a la hora de establecer su
configuración jurídica optan por ser una entidad civil, no religiosa.

Este hecho suele obedecer a dos razonamientos:

 Evitar su reconocimiento público como entidad religiosa (clave R en CIF)


que puede cerrar puertas a la hora de concursar y obtener fondos públicos.
 En otros casos, el fin es el de no someterse al control de la autoridad
eclesiástica, aunque para ello deban someterse a la autoridad civil.

En el caso de bienes que tradicionalmente eran de la Iglesia, su conversión en


fundaciones civiles plantea serios interrogantes. Primero por la propia naturaleza
del instrumento (dejan de ser administrados por la Iglesia) en segundo lugar
porque pasan a ser controlados por el Protectorado Civil, al que se debe rendir
cuentas y presentar el plan de actuación, pudiendo el citado Protectorado
intervenir en determinadas operaciones, prohibir otras, etc…

3.4.8. Cofradías, hermandades, grupos parroquiales y otras realidades sin


personalidad jurídica independiente

Por último, nos encontramos con realidades en nuestra Iglesia que carecen de
personalidad jurídica independiente pero que actúan como si la tuvieran.
Ejemplos de ello son los grupos y realidades de una parroquia o las cofradías y
hermandades que no han alcanzado personalidad independiente.

En este grupo nos encontramos con una realidad muy compleja porque,
oficialmente, desde el punto de vista civil, dichas realidades no existen. En
consecuencia, su actividad económica y patrimonio solo puede depender de:

 Los responsables de la entidad a título personal: ello se produce, por


ejemplo, cuando a la hora de disponer de una cuenta corriente ésta se abre
a nombre de personas físicas al no existir una entidad jurídica que sea
titular. Ello genera una contingencia fiscal enorme a los titulares de la
cuenta, ya que todos los ingresos podrían ser imputados como una renta
gravable.

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 La parroquia o entidad donde opera. Suele ser lo más habitual, pero hay
que tener en cuenta que, en ese caso, todo el patrimonio, así como las
operaciones económicas que se realicen, son responsabilidad de la
parroquia de manera directa aunque, en práctica, funcionen con
autonomía.

3.5. CLASIFICACIÓN DEL PATRIMONIO SEGÚN EL MODELO FINANCIERO


QUE LE ACOMPAÑA.

Otro aspecto relevante a la hora de gestionar el patrimonio eclesial es el modelo


financiero con el que se va a gestionar y que, en nuestra opinión, debe estar
predefinido.

3.5.1. Bienes/actividades a financiar:

Se trata de aquellos recursos empleados en una actividad que se considera


fundamental para el cumplimiento de fines de la entidad religiosa y que va a
precisar el empleo de determinados recursos económicos sin retorno.

En la práctica, la mayoría de los bienes en la Iglesia que se emplean implican la


aplicación de recursos (gastos) sin contrapartida monetaria. El ejemplo típico
puede ser una parroquia, la vivienda del sacerdote o el gasto en actividades
catequéticas.

3.5.2. Bienes/actividades auto sostenibles:

En este caso, los recursos patrimoniales aplicados a una determinada actividad


van a ser capaces de generar ingresos suficientes para que dicha actividad se
sostenga sin precisar aportaciones adicionales. El objetivo, por tanto, no es
obtener un excedente económico (aunque no se renuncie a él) sino que la
actividad sea capaz de auto sostenerse.

3.5.3. Bienes/actividades financiadoras:

Se trata de aquellos recursos que, con independencia de la actividad concreta en


que se emplean, tienen entre sus objetivos la obtención de remanente que pueda
ser empleado por la entidad en sus fines propios.

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Consideramos absolutamente fundamental tener definida con anterioridad al


inicio de cualquier actividad el modelo en el que vamos a operar, ya que los
sistemas de gestión a emplear serán muy diferentes.

Un problema muy habitual en la Iglesia es confundir la capacidad financiadora de


los bienes, merced a un voluntarismo que pretende ir más allá de lo que los bienes
y la actividad pueden ofrecer. Así se presentan actividades que nunca serán
sostenibles como si lo fueran, generando a posteriori frustración y serios
problemas económicos.

También hay que destacar que la definición del modelo financiero puede ser
dinámica y variar en el tiempo. Es posible que un patrimonio/actividad que, en
un primer momento, requiriera financiación pueda, con el paso del tiempo,
caminar hacia al auto-sostenimiento.

La inclusión de los bienes/actividades en uno de los tres modelos dependerá de


la casuística y naturaleza de la actividad. Sólo aquellos que sean considerados
prioritarios pueden incluirse en el modelo de bienes/actividades financiadas,
debiéndose clasificar al límite de lo asumible con un férreo control
presupuestario.

Por otro lado, aquellos bienes/actividades que no forman parte del núcleo central
de los fines tienen sentido únicamente en modelos financiadores o como mucho
auto sostenibles.

Por último, caben algunos modelos mixtos, siempre que estén bien definidos.
Pongamos un ejemplo; es posible aplicar patrimonio a una actividad editorial,
donde unos libros deban ser editados por la especial contribución a la cultura y a
la fe (a pesar de que sean deficitarios), junto con otros libros, en ocasiones menos
prioritarios, que sean financiadores con el objetivo final de que la actividad en su
conjunto se auto sostenga y adquiera viabilidad.

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4.- LA GESTIÓN ECONÓMICA DEL PATRIMONIO


La gestión económica del patrimonio en la Iglesia se puede definir como todas
aquellas actuaciones con implicación económica, encaminadas a la protección,
uso y aprovechamiento de los bienes controlados por una entidad con el fin de
que los mismos puedan cumplir adecuadamente los fines.

De la definición expuesta se derivan algunas características:

• La gestión económica implica una actuación concreta de los responsables


de la gestión
• Dicha actuación tiene que tener implicaciones de contenido económico
• Las actuaciones de la gestión económica tienen como objeto adquirir,
proteger, usar o aprovechar los bienes
• La gestión de los bienes se haya asociado a aquellos objetivos que se hayan
marcado previamente
• La gestión económica tiene como objetivo que los bienes cumplen
adecuadamente los fines propios de la Iglesia que se le han encomendado

4.1. ALGUNOS CRITERIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL

En el ámbito de la gestión económica eclesial conviene tener en cuenta los


principios básicos de la doctrina social, aplicable a la gestión económica en
general, pero que en la gestión económica eclesial adquiere un especial interés.
Recordemos algunos puntos fundamentales:

1) Bien común: entendido como el “conjunto de condiciones de la vida social


que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro
más pleno y más fácil de la propia perfección” (164 del CDSI). No es
simplemente la suma de los bienes de cada sujeto.

2) Solidaridad: Unida al bien común la solidaridad parte del hecho de la


igualdad en la dignidad de todos los hombres y pueblos. Y en la conciencia
de deuda que tiene el hombre en la sociedad en la que está inserto (194
CDSI).

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3) El destino universal de los bienes y la propiedad privada. “Todo hombre


debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su
desarrollo” (172 CDSI). La Iglesia reconoce el derecho a la propiedad
privada (176 CDSI) y el papel del libre mercado (374 CDSI), pero ambos
deben estar orientados al cumplimiento de su fin social (178 CDSI): la
búsqueda del bien común.

4) La subsidiariedad: Mediante la cual “todas las sociedades de orden


superior deben ponerse en una actitud de ayuda, por tanto, de apoyo,
promoción y desarrollo, respecto a los menores” (186 CDSI). Este principio
otorga también a la Iglesia un papel de promotor de actividades en el
ámbito social que el Estado debe respetar y promocionar en tanto cree
valor social.

5) La participación: Es una consecuencia de la subsidiariedad (189 CDSI) en


la cual, el individuo como tal o asociado contribuye a la vida cultural,
política, económica y social de la comunidad a la que pertenece, siempre
orientada al bien común.

La concesión de estos elementos lleva a la construcción de una nueva forma de


entender la economía, donde se reconoce el papel de la empresa (339
Compendio DSI) empresario y el beneficio (340 CDSI), a la vez que se explica la
función social que debe tener al servicio del hombre y su desarrollo integral.

4.2. DIMENSIONES DE LA GESTIÓN ECONÓMICA

A la hora de aproximarnos al análisis de la Gestión económica, lo podemos hacer


desde varios enfoques atendiendo a las diversas dimensiones que tienen.

En concreto, podemos analizar las gestiones desde cuatro dimensiones distintas:

 Dimensión legal
 Dimensión finalista
 Dimensión económica
 Dimensión comunicativa

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Estas cuatro dimensiones van a dar lugar a distintas aproximaciones al concepto


de gestión con campos de actividad diversos. Veamos cada uno de ellos en
detalle.

5.- DIMENSIÓN LEGAL DE LA GESTIÓN


Los bienes que integran el patrimonio de la Iglesia deben cumplir todos los
requerimientos legales relativos a su adquisición, tenencia, uso y en su caso
enajenación.

Veamos algunos de los aspectos fundamentales ligados a esta vertiente o


dimensión de la gestión.

5.1. LA PROTECCIÓN DE LOS BIENES

El primer elemento de la dimensión legal se refiere al adecuado sistema de


protección y custodia de los bienes del patrimonio eclesial. En este sentido
conviene incidir en los siguientes aspectos:

1) Todos los bienes deben estar adecuadamente catalogados e


inventariados. El inventario deberá estar realizado de acuerdo con la
clasificación citada anteriormente y reflejado en el acuerdo de 10 de
octubre de 1980.

2) En los casos correspondientes debe tenerse acreditada la adquisición de la


propiedad por los métodos ordinarios del Derecho. Aunque este asunto
pueda parecer intrascendente hoy en día es necesario poder argumentar
adecuadamente la legítima propiedad de los bienes.

3) En el caso de los bienes inmuebles propiedad de la Iglesia, conviene


tenerlos adecuadamente inscritos en el Registro de la propiedad. Es cierto
que dicha inscripción no otorga la propiedad de los mismo, que se
adquiere por los métodos válidos en derecho, pero si la defiende frente a
posición hostiles de terceros.

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Si hasta 2015 existía el procedimiento de inmatriculación por certificación,


en la actualidad la Ley hipotecaria sigue estableciendo mecanismos de
inscripción que deben ser tenidos en cuenta.

4) Unido a la protección legal, la Iglesia debe disponer de los pertinentes


seguros que garanticen una adecuada protección del patrimonio ante
siniestros que puedan acontecer. Los seguros deben estar adecuadamente
calculados para cubrir plenamente un siniestro posible.

5) Además de los seguros, en ocasiones será necesario aplicar estas medidas


de seguridad para garantizar la adecuada protección.

5.2. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA CANÓNICA

El código de derecho canónico regula algunos aspectos relacionados con la


gestión del patrimonio que conviene conocer. Entre los más destacables podrían
ser:

1) Realización del inventario detallado de bienes tanto muebles como


inmuebles (c.1283)
2) Cuidar y proteger los bienes con la diligencia de un buen padre de familia
(c.1284 §1)
3) Cobrar diligentemente las rentas y productos de los bienes y aplicarlos a
los fines previstos (c.1284§2)
4) Hacer las cuentas de la administración al final de cada año
5) Se recomienda la elaboración de presupuesto pudiéndose regular en el
derecho particular (c.1284§3)
6) Realizar los contratos de trabajo de acuerdo con la normativa civil,
pagando los salarios justos y honestos (c.1286)
7) Realizar la rendición de cuentas al Ordinario del lugar (c.1287§1)
8) Realizar la rendición de cuentas pública a los fieles acerca de los bienes
que ellos entregan a la Iglesia (c.1287§2)
9) Diferenciar en la gestión, la administración ordinaria de los actos de
administración extraordinaria, recabando los permisos oportunos
(c.1291§1)

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5.3. NORMATIVA CIVIL Y FISCAL

Las entidades de la Iglesia además de la normativa canónica, están a todos los


efectos afectados por la normativa civil.

• Un primer aspecto lo encontramos en la normativa fiscal que es necesario


conocer y aplicar. En este punto conviene recordar una vez más que las
entidades de la Iglesia pueden acceder al régimen fiscal especial que
contempla la ley del mecenazgo y que es común a estas entidades
(fundaciones, asociaciones de utilidad, federaciones deportivas…).
• Impuesto sobre bienes Inmuebles. Estos bienes se encuentran exentos del
impuesto salvo en aquellos casos en los que se realizan actividades
económicas no exentas en el inmueble.
• Impuesto sobre Actividades económicas: Por la ley 49/2002, se está exento
cuando la actividad se ha declarado exenta del Impuesto sobre sociedades.
• ICIO: En la actualidad, las entidades del artículo IV del Acuerdo Iglesia
Estado gozan de exención del Impuesto por los Acuerdos salvo en aquellos
bienes donde se realizan actividades económicas, que si tributan (salvo en
el caso de la enseñanza concertada).
• Tasas: Están obligados al pago de los mismos con carácter general.
• Contribuciones especiales: los bienes de las entidades del artículo IV del
Acuerdo económico están exentos de contribuciones en términos
equivalentes al ICIO.

Al margen de lo anteriormente descrito, hay un conjunto de obligaciones legales


de distintos ámbitos, a saber:

Obligaciones mercantiles

Todos aquellos bienes afectos a explotaciones económicas tendrán las


obligaciones de naturaleza mercantil que derivan de la legislación y que conviene
conocer y cumplir siempre.

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Obligaciones conveniadas.

En algunos casos, los bienes del patrimonio cultural están afectos a convenios de
colaboración con entes públicos o privados donde se imponen determinadas
cargas que hay que cumplir en todo caso.

Obligaciones de transparencia

Aunque este tema lo analizaremos en otro epígrafe, la ley de transparencia


impone que en el caso de recepción de ayudas por un determinado importe o
cuando se celebran convenios hay que cumplir determinados requisitos de
información.

Otras obligaciones

Adicionalmente la percepción de dinero público conlleva la adecuada justificación


atendiendo a la naturaleza de la percepción, de acuerdo con la ley de general de
subvenciones y sus desarrollos.

6.- DIMENSIÓN FINALISTA DE LA GESTIÓN


Como hemos comentado anteriormente, los bienes no constituyen un bien
absoluto en la Iglesia sino que únicamente la Iglesia dispone de ellos para el
cumplimiento de sus fines.

Recordemos que esos fines, principalmente se concretan en cuatro:

1. Sustentar honestamente al Clero y sus Ministros


2. El ejercicio del apostolado, es decir, el anuncio de la Buena Noticia al
mundo entero
3. El mantenimiento del culto, es decir, la celebración pública de la fe, que se
concreta, entre otros aspectos, en la administración de los sacramentos
4. El ejercicio de la caridad, es decir, la vivencia de la fe, encontrando en el
rostro del más necesitado a Cristo mismo

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6.1. ELEMENTOS DE LA DIMENSION FINALISTA

La dimensión finalista de la gestión consiste en decidir cuál va a ser el destino de


los bienes de la Iglesia, como se van a emplear, cómo se va a cuantificar su
“rentabilidad” y de qué manera se va a evaluar y rendir cuentas.

6.1.1. Finalidad del bien y modo de empleo.

La finalidad y destino de los bienes es decidida por la máxima autoridad de la


entidad eclesiástica. Le corresponde, en consecuencia, aplicar los bienes a la
finalidad más adecuada, aunque en nuestras circunstancias la naturaleza del bien
o la carta modal por la cual el bien fue adquirido condicionará su uso o aplicación.

Cualquier actividad en el seno de la Iglesia requiere de este proceso básico de


reflexión y decisión. ¿Qué vamos a hacer?, ¿qué pretendemos conseguir?, ¿a
quien encargamos la tarea? Evidentemente, este proceso de reflexión
corresponde realizarlo al más alto nivel jerárquico de la entidad religiosa.

6.1.2. Definición de objetivos.

Es de gran importancia haber definido con toda claridad la finalidad del bien para
poder hacer una adecuada evaluación del mismo. La definición debe ser realista
y debe conllevar un “presupuesto” de los objetivos a alcanzar en el marco del
Plan Pastoral establecido.

Definidos los objetivos, debe establecerse un plan de actuación que incluya todos
los elementos humanos y materiales a emplear para su consecución. Sólo
aquellos objetivos que han sido previamente definidos y cuantificados pueden
ser evaluados y podremos dar una opinión de la actividad realizada.

En este sentido, deberíamos evitar objetivos muy genéricos de imposible


medición. En la medida de lo posible, toda actuación debe ser susceptible de
medición cuantitativa o cualitativa, a través de los oportunos indicadores.

Pongamos un ejemplo: para medir el objetivo de la penetración del diario de Cope


en los programas generalistas se estableció como indicadores el número semanal
de inserciones de contenidos identitarios en determinados tramos horarios, con

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distintas variedades. Este indicador permite comparar semana a semana y mes a


mes la evolución de un elemento cualitativo.

6.1.3-Seguimiento y evaluación de la actividad

La dimensión finalista de la gestión implica hacer un seguimiento completo de la


actividad realizada de acuerdo con los objetivos establecidos, ya sean
económicos como no económicos.

En este campo puede ser de gran interés la elaboración de un cuadro de mando


que refleje los indicadores establecidos y su grado de cumplimiento para poder
evaluar la actividad real y poder tomar decisiones de futuro con datos objetivos.

6.1.4-Rendición de cuentas

Aunque el tema de la transparencia lo abordaremos posteriormente, la rendición


de cuentas forma parte esencial de la vida de la Iglesia. Dentro de esta dimensión,
es muy importante la comunicación a la sociedad de lo que realmente hace la
Iglesia.

6.2. TIPOLOGÍA DE ACTIVIDADES POR SU FINALIDAD

La dimensión finalista de la gestión, como ya se comentó en la clasificación del


patrimonio, distingue tres grupos de finalidades.

6.2.1. Finalidad directa

Se trata de aquellas actividades cuya labor de manera directa afecta a uno de los
fines propios de la Iglesia. Estas actividades revisten dos formas distintas

• Actividades no económicas. Es decir, hablamos de las actividades


desarrolladas en las parroquias, catequesis, pastoral, labor propia de
fundaciones y asociaciones, cofradías, hermandades, etc. Esta actividad,
desde el punto de vista civil, no se considerará actividad o explotación
económica.

• Actividades económicas. Se trata de actividades que pueden tener en el


ámbito civil intención lucrativa, pero que las instituciones de Iglesia las

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realizan para el cumplimiento de sus fines propios. Algunos ejemplos


pueden ser:

-Casas de Espiritualidad
-Centros de enseñanza
-Hospitales
-Residencia de Ancianos
-Museos
-Editoriales religiosas
-Librerías religiosas
-Medios de comunicación temáticos
-Tanatorios

En este tipo de actividades, lo que resulta prioritario es el cumplimiento de los


objetivos planteados de acuerdo con la finalidad directa de la actividad.

6.2.2. Finalidad indirecta

Se trata de aquellas actividades que de manera directa no realizan los fines


propios de la Iglesia pero que contribuyen de una manera complementaria a la
labor eclesial.

La diferencia entre finalidad directa o indirecta no siempre es clara. Algunos


ejemplos los podemos encontrar en:

• Colegios Mayores
• Medios de comunicación generalistas

Lo importante, al igual que en el caso anterior es poder cuantificar de manera


adecuada el impacto que tiene la actividad en la sociedad.

En estos casos, además de atender a la finalidad indirecta, es muy relevante que


la actividad tenga viabilidad y sostenibilidad económica dado que, de lo contrario,
será difícil justificar su existencia y permanencia en el tiempo.

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6.2.3. Finalidad por rendimiento

En este último caso, el patrimonio se afecta a actividades que no tienen por qué
tener una vinculación con los fines de la Iglesia. Su principal finalidad en sí misma
es la obtención de recursos económicos para acometer actividades propias.

Cuando se aplica el patrimonio, ya sea inmueble o financiero, a esta finalidad hay


que tener en cuenta:

 La inversión debe realizarse en actividades que sean plenamente


compatibles con los fines propios de la Iglesia
 La forma en la que se deben llevar a cabo debe cumplir todos los requisitos
de la doctrina social. Especialmente relevante cuando estamos hablando
de patrimonio financiero. Ejemplos habituales pueden ser:
1. Hospederías
2. Fabricación y venta de bienes (dulces)
3. Prestación de servicios informativos
4. Alquileres
5. Gestión de inversiones financieras

En este campo, es especialmente relevante una adecuada gestión económica


profesional, de la que hablaremos en el siguiente apartado.

7.- DIMENSIÓN ECONÓMICA DE LA GESTIÓN


Cuando nos acercamos a esta dimensión, estamos considerando la aplicación de
la herramienta de gestión con contenidos económicos para la administración de
los recursos de la Iglesia encaminados al cumplimiento de sus fines y a la
sostenibilidad de los recursos.

Un elemento clave en la gestión económica de la Iglesia es, precisamente, la


sostenibilidad. Frente a las actividades económicas realizadas por la empresa,
cuyo objetivo económico ordinario es la obtención de un excedente, en las
entidades no lucrativas el principio básico es el de sostenibilidad como la
capacidad de poder seguir prestando servicios en el futuro, garantizado un
modelo financiero asumible.

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Dicho modelo financiero dependerá de la actividad que se trate y de su finalidad.


Por ejemplo, es normal que haya actividades que sean claramente deficitarias
(por ejemplo, una universidad) pero que la entidad religiosa la considere clave
por lo que, en este caso, el gestor deberá buscar la fórmula para garantizar su
financiación presente y futura.

Entre los elementos fundamentales de la dimensión económica de la gestión


vamos a definir los siguientes:

1. Definición del perímetro da actuación, organigrama de funcionamiento y


objetivos
2. El presupuesto como herramienta de control
3. La contabilidad y los sistemas de control interna
4. Otras herramientas de gestión para la sostenibilidad

7.1. DELIMITACIÓN DEL PERÍMETRO DE ACTUACIÓN, OBJETIVOS Y


GOBIERNO CORPORATIVO

Los tres primeros elementos a la hora de gestionar el patrimonio eclesial intentar


responder a las preguntas:

¿qué gestionar?

¿para que gestionar?

¿Quién y cómo gestionar?

Iremos respondiendo de manera ordenada y sistemática a estas cuestiones.

7.1.1-Perímetro de actuación y tipología de gestión

El primer elemento tiene que ver con la delimitación del patrimonio y entidades
(actividades), que van a ser objeto de control y gestión.

Este asunto es especialmente complejo cuando estamos hablando de diócesis y


en consecuencia de la responsabilidad del Obispo diocesano que es al que le
compete “gobernar la Iglesia particular que le está encomendada con potestad
legislativa, ejecutiva y judicial” (c.391§1).

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Por tanto, si hablamos de la gestión económica de una diócesis debemos tener


en cuenta que la delimitación jurídica de las entidades de la Iglesia y su conversión
al ámbito civil no siempre es fácil. Si hablamos desde el punto de vista de la
gestión de los bienes el tema se complica.

En primer lugar, hay que destacar que el c. 1279 § 1 indica que “la administración
de los bienes eclesiásticos corresponde a quien de manera inmediata rigen la
persona a la que pertenecen esos bienes ...”. Ello se otorga un amplio margen de
actuación a los titulares de dichos bienes.

Por otro lado, al obispo diocesano le compete “gobernar la Iglesia particular que
le está encomendada con potestad legislativa, ejecutiva y judicial” (c. 391 § 1). De
acuerdo con lo anterior, vemos que el Obispo diocesano tiene capacidad de
gobierno y administración de bienes sobre la Iglesia particular que se le ha
encomendado mientras que, a su vez, debe vigilar diligentemente la actividad de
las personas jurídicas públicas aprobadas por la propia diócesis. Dicho esto,
consideramos Iglesia Diocesana a efectos de gestión y control integral, las
siguientes entidades:

a) Organismos de la curia diocesana. Se trata de las figuras contempladas en


los cc. 469 a 494 así como el consejo presbiteral, el colegio de consultores
(cc 495 a 502), el Consejo pastoral (cc. 511 a 514) y el cabildo de canónigos
(cc. 503 a 510), aunque tradicionalmente haya gozado este último de gran
autonomía.
b) Instituciones diocesanas como el seminario, la casa sacerdotal, la casa de
espiritualidad y aquellos centros de formación que carezcan de
personalidad jurídica civil propia.
c) Parroquias, capillas y santuarios diocesanos.
d) Fundaciones pías no autónomas.
e) Fondos diocesanos (fondo común diocesano, fondo de sustentación del
clero, etc.), integrados en la diócesis.
f) Explotaciones económicas que figuren a nombre del Obispado. Si las
actividades están a nombre de empresas que sean participadas
mayoritariamente por el obispado, no habrá que integrar contablemente
la actividad, aunque dependan en su funcionamiento del mismo, aunque
habrá que tener en cuenta el valor contable de las participaciones según
las normas contables.

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g) Grupos y realidades parroquiales o diocesanas sin personalidad jurídica


propia que actúan bajo el paraguas de la Iglesia.
h) Bienes patrimoniales que estén a nombre del obispado o de alguna de las
entidades indicadas anteriormente.

Por otra parte, el obispo diocesano ejerce labores de control y vigilancia en otras
instituciones como son:

• Fundaciones y asociaciones canónicas públicas erigidas por el Obispo e


inscritas en el Registro de entidades religiosas
• Fundaciones y asociaciones canónicas privadas inscritas
• Fundaciones civiles en las que participen en su patronato eclesiásticos
incluyendo al Obispo (o representante) y sobre las que se ejerce algún tipo
de control o influencia.

Es muy importante tener definido el ámbito de actuación de la gestión económica


y la capacidad de actuación, que no siempre es la misma en el ámbito diocesano.
Aquí tendríamos que definir distintas capacidades de actuación.

• Actuación económica plena. Se trataría sobre todo de la administración


diocesana, curia o instituciones diocesanas sin estatutos con autonomía
económica.

En este primer caso, el Obispo y en función de las normas canónicas y


diocesanas, tiene plena capacidad de gestión y operación sobre la
actividad pudiendo establecer objetivos, líneas de actuación, participar de
la gestión del día a día, etc.

• Actuación económica efectiva con limitaciones. Se trata de aquellos


organismos diocesanos que tienen sus propios estatutos. También
podríamos incluir aquí a las empresas propiedad del obispado,
fundaciones pías, etc.

En estos casos, se prevé un control real por el obispado que podrá fijar
objetivos y líneas de actuación respetando la naturaleza de la institución.
No obstante, el día a día se le encarga a una persona o o grupo de personas
que actuarán de acuerdo con los estatutos y siguiendo las directivas
marcadas.

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• Actuación económica de supervisión, control, labor legislativa y


actuación extraordinaria. Nos referimos aquí especialmente a las
parroquias, que tienen en el párroco la persona responsable de la
administración de la administración de los bienes. No obstante, en estos
casos, aunque el párroco es el responsable o titular de la parroquia, el
obispado ejerce una importante labor de:

1) Fijación de criterios comunes a las parroquias


2) Supervisión de la actividad
3) Controles económicos
4) Legislación sobre determinados aspectos, pudiendo fijar tributos
moderados, etc
5) Actuación en el caso de administración extraordinaria

• Actuación de vigilancia, control y nombramiento de responsables. En el


caso de las fundaciones y asociaciones públicas de fieles del obispado tiene
un papel más reducido, pero también relevante ya que nombra a los
responsables y le deben rendir cuentas, teniendo capacidad para
intervenir en caso de urgencia, nombrar un comisario, etc.

Por otra parte el obispado, salvo en casos muy tasados, no tiene capacidad
para intervenir en el día a día de las entidades, que está gestionada por
unos responsables, de acuerdo con lo que marcan sus estatutos.

• Actuación de vigilancia canónica. En relación con las asociaciones y


fundaciones privadas el obispado tiene un mero deber de vigilancia
genérico que salvo que esté legislada otra cosa, ni siquiera se concreta en
una obligación de rendir cuentas.

Este es un asunto delicado ya que una cosa es la legislación canónica y otra


la civil, donde en caso de presentarse dificultades en la entidad es muy
probable que se planteen responsabilidades subsidiarias.

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7.1.2-Objetivos de la gestión económica

Analizado el perímetro de actuación, pieza clave de la gestión, la siguiente es la


determinación de los objetivos económicos y no económicos de los recursos
encomendados a la entidad.

En este aspecto es muy importante la combinación entre los temas pastorales o


finalistas y los factores económicos.

La economía debe estar siempre sometida a los criterios pastorales, pero


sabiendo siempre que los recursos son siempre escasos y que tomar una decisión
supone siempre, en términos económicos, renunciar a otras tantas.

En definitiva, se trata de un problema de priorizar decisiones, cuyas opciones y


sus consecuencias económicas se han analizado previamente, de manera que el
decisor decide teniendo en cuenta todas las posibles consecuencias. Muchos
vemos el problema de la gestión aquí, en no haber evaluado claramente las
alternativas, tomando las decisiones sin datos.

Una vez tomadas las decisiones, comienza el campo de acción de los gestores que
deben aplicar criterios de racionalidad económica.

7.1.3. El gobierno corporativo

Por gobierno corporativo se suele entender el conjunto de principios y normas


que regulan el diseño y funcionamiento de los órganos de dirección y control de
una determinada entidad.

Se trata, en definitiva, de enumerar los criterios en virtud de los cuales una


entidad establece los sistemas de gobierno y control, qué cargos unipersonales o
colectivos van a asumir las distintas responsabilidades, cómo se va a realizar la
supervisión, etc.

El Derecho canónico establece, de entrada, un conjunto de figuras con


competencias, desde el Romano Pontífice hasta los rectores de Iglesias y
capellanes (Constitución Jerárquica de la Iglesia, parte II del Libro II). Por su parte,
en cada diócesis se establece su propio reglamento de la Curia.

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Todo lo anteriormente expuesto puede dar lugar a lo que, en el ámbito civil se


suele denominar Plan estratégico y que, de manera sólo parcial, se suele
contemplar en el Plan Pastoral Diocesana.

7.2. EL PRESUPUESTO COMO HERRAMIENTA DE CONTROL

Delimitados los objetivos, el perímetro de actuación y el sistema de gobierno


corporativo, el siguiente paso es la elaboración de los correspondientes
presupuestos.

El presupuesto se configura como la expresión cifrada y sistemática del total de


gasto previsto necesario para acometer las tareas priorizadas y previamente
establecidas y los mecanismos de financiación de las mismas.

En la medida de lo posible, las diócesis deben tender a elaborar un presupuesto


integral que tenga en cuenta todas las cantidades sobre las que el obispado ejerce
una labor de gestión de recursos humanos o materiales.

La definición de ese perímetro no es sencilla, pero hay que tender a una visión
amplia del concepto de Iglesia.

Los presupuestos precisan una labor técnica compleja y la necesidad de que las
entidades que cuelgan de las mismas elaboren sus propias propuestas de
presupuesto. Dichas propuestas presupuestarias (por ejemplo, las de las
parroquias) no deberían estar cerradas ni darse como definitivas, hasta que no
fueran verificadas por el Obispado que debería comprobar que las mismas se
ajustan a los criterios y objetivos establecidos por el obispado y se adaptan a
criterios de comunión y solidaridad.

7.3. LA CONTABILIDAD COMO HERRAMIENTA DE CONTROL DE GESTIÓN

Establecidos los objetivos y plasmados en un presupuesto, comienza la labor de


gestión de la entidad, donde la contabilidad puede jugar un papel muy relevante
como herramienta de control y seguimiento.

En este sentido es muy importante dar pasos en el implantar el adecuado sistema


de información contable y de control interno que sea homologable con los
estándares del mundo civil.

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En las diócesis es importante que se vayan dando pasos en la homologación de


los sistemas para el conjunto de entidades que entran a formar parte del
perímetro de consolidación.

Unido a la contabilidad y a la adecuada rendición de cuentas, tanto a la autoridad


eclesiástica como a los fieles, es importante establecer normas adecuadas de
control interno referidos a los principales elementos patrimoniales y a las
principales operaciones a realizar, que den constancia y fidelidad a la información
remitida.

En este campo, la Conferencia Episcopal está trabajando en la implantación


progresiva tanto a nivel diocesano como parroquial de un ERP de gestión que
pueda facilitar enormemente la labor.

7.4-OTRAS HERRAMIENTAS DE GESTIÓN

La Iglesia debe incorporar, junto con la contabilidad, algunas otras herramientas


para optimizar la gestión económica de su patrimonio. Algunas de ellas podrían
ser:

a. Personal con cualificación. Con independencia del tipo de vinculación


(laboral, mercantil, voluntariado) las personas que se encargan de la
gestión del patrimonio deben reunir criterios de profesionalidad y
cualificación adecuados siendo imprescindible, para cargos de
responsabilidad, una clara identidad eclesial

b. Recursos mínimos necesarios. Es imprescindible dotar a las


administraciones y gerencias de las instituciones de los recursos mínimos
para poder llevar a cabo su labor con profesionalidad

c. Manuales de buenas prácticas. Junto con una adecuada contabilidad y un


buen sistema de control interno (incluyendo un manual de operaciones) la
buena gestión debe incluir protocolos de actuación para las principales
operaciones

• Manual de prevención de blanqueo de capitales, regulando


especialmente las operaciones con dinero efectivo, que deben
reducirse a las imprescindibles

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• Manual de inversiones financieras. Con protocolo de inversión


claras y transparentes
• Manual de compras y adquisición de servicios. Donde se
establecería la forma de licitar y contratar, duración del contrato,
etc
• Manual de contratación de obras
• Manual de contratación de personal
• Manual de convenio con entidades públicas y privadas

d. Definición del modelo de sostenibilidad: soluciones creativas e


innovadoras

Con todo lo anterior hay que ser capaz de generar nuevos modelos de
sostenibilidad para las instituciones y para su patrimonio.

Se trataría de analizar las posibilidades que brindan, por ejemplo, las nuevas
tecnologías y los nuevos entornos para aprovechar adecuadamente nuestros
recursos

Pongamos algunos ejemplos:

 Uso mixto religioso cultural del patrimonio. Tal y como ya acontece en


muchos monumentos que incluyen la doble actividad. En este sentido, hay
algunas soluciones innovadoras como la “pulsera turística” de Toledo que
aglutina un conjunto de monumentos a ser visitados y que está teniendo
un gran éxito
 Uso mixto religioso turístico. El aprovechamiento de casas rectorales y
otros espacios para destinarlos al turismo permite conservar el patrimonio
y darle una utilidad social.
 Cesión de explotación de actividades a la iniciativa privada. Son varias las
diócesis o instituciones que determinadas actividades son cedidas a
empresas para su adecuada explotación a cambio de un canon. Ello va
desde la gestión de un parking, hasta la cesión de explotación de
determinadas visitas turísticas.

Por otra parte, hay que hacer un proceso de reflexión sobre la explotación del
denominado patrimonio inmaterial de la Iglesia, siempre en los límites razonables
que deben operar.

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8.- DIMENSIÓN COMUNICATIVA DE LA GESTIÓN


Hasta este momento hemos analizado los elementos clave de la gestión desde el
enfoque legal, el enfoque estrictamente religioso o finalista y la dimensión
económica.

Abordamos ahora la 4ª parte que no es otra que la dimensión comunicativa, es


decir, el traslado a la sociedad de la actividad que ha realizado la entidad religiosa.

Hay que reseñar que a día de hoy hacer una buena comunicación es casi tan
importante como la labor realizada en si. De hecho, una de las opiniones
generalizadas en la sociedad es que en materia comunicativa la Iglesia tiene
mucho camino que recorrer. Es opinión muy habitual de aquellos que conocen
por primera vez los datos de actividad eclesial el decir que por qué la Iglesia no lo
ha contado antes.

La dimensión comunicativa de la gestión tiene como finalidad dar cuenta a la


sociedad de la manera en que la Iglesia da cumplimiento a sus fines con los
recursos disponibles y aporta valor a la persona y la sociedad en distintos
ámbitos: pastoral, litúrgico, educativo, cultural, asistencial…

Desde hace unos años, la dimensión comunicativa de la gestión se ha unido al


concepto de transparencia. No es este el especio para disertar sobre la
transparencia, su concepto y características, pero si para hablar de la
transparencia en el ámbito de la Iglesia.

Por transparencia en la Iglesia entendemos ese esfuerzo que debe realizar la


institución para dar a conocer a la sociedad en su conjunto una imagen fiel de su
situación, su organización, su actividad y su impacto en la sociedad. La
transparencia no implica tener la obligación de comunicar todo, pero si aquello
que es relevante e impacta en la sociedad.

Asimismo, vemos que en el ámbito de la transparencia en la Iglesia hay distintos


aspectos a considerar:

1. La obligación legal
2. La demanda social
3. La captación de recursos

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4. Dar razon de nuestra fe y evangelizar

8.1. TRANSPARENCIA Y LEGALIDAD

La legislación en materia de trasparencia es relativamente reciente en nuestro


pais. En concreto, estamos hablando de la ley 19/2019 de 9 de diciembre de
transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno.

Se trata de una normativa cuyo ámbito de aplicación se centra en el sector público


aunque también incluye algunas obligaciones para las entidades privadas,
pudiendo estar incluidas las entidades de la Iglesia.

En su artículo 3 indica que las disposiciones del capítulo II son de aplicación a “las
entidades privadas que perciban durante el periodo de un año ayudas o
subvenciones públicas en una cuantía superior a 100.000€ o cuando al menos el
40% del total de sus ingresos anuales tengan carácter de ayuda o subvención
pública, siempre que alcancen como mínimo la cantidad de 5.000 €”

Dado que la mayoría de las diócesis perciben ayudas o subvenciones por importe
superior a 100.000€ parece claro que están incluidas en este artículo.

Ello supone los siguientes requisitos:

1. Debe disponerse de un portal de transparencia diocesana


2. Dicho portal debe tener condiciones de accesibilidad y la información debe
ser comprensible, de acceso fácil y gratuito, a disposición de personas con
discapacidad en medios y formatos adecuados, conforme al principio de
accesibilidad universal y diseño para todos
3. El portal debe contener información sobre la estructura de la institución y
su gobierno corporativo
4. Deben figurar todos los contratos o convenios celebrados con la
Administración Pública
5. Deben figurar información sobre las subvenciones y ayudas públicas
incluyendo importe, objetivo , finalidad y beneficiarios
6. Debe figurar asimismo, toda la información que se considere relevante

Por otro lado el artículo 4º de la Ley indica que: “las personas físicas y jurídicas
distintas de las referidas en los artículos anteriores que presten servicios públicos

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o ejerzan potestades administrativas estarán obligadas a suministrar a la


administración , organismo o entidad de las previstas en el artículo 2.1 a la que se
encuentren vinculadas, previo requerimiento, toda la información necesaria para
el cumplimento por aquellos de las obligaciones previstas en este título. Esta
obligación se extenderá a los adjudicatarios de contratos del sector público en los
términos previstos en el respectivo contrato”.

Ello parece obligar a instituciones de la Iglesia en relación con las actividades


concertadas con materia educativa, sanitaria o asistencial. El artículo no es muy
preciso y admite interpretaciones, por lo que conviene a estas instituciones
mantener esta información a disposición

8.2. TRANSPARENCIA COMO DEMANDA SOCIAL

Al margen de las disposiciones estrictamente legales, lo que resulta evidente es


que, a día de hoy, hay una enorme demanda social de trasparencia. Se reclama
transparencia al sector público, a los partidos políticos, a las entidades no
lucrativas y por supuesto, a la Iglesia.

Son muchos los grupos sociales interesados en conocer la actividad y la economía


de la Iglesia. Veamos algunos de ellos:

 Entidades públicas: Demandan a la Iglesia una información sobre los


fondos recibidos, la forma de administrarlos, el destino y el impacto social.
 Donantes y asignantes: Tienen el derecho a recibir información sobre el
destino de los bienes entregados.
 Miembros de la comunidad cristiana: Demandan información de la
actividad de la que son parte activa.
 Usuarios y beneficiarios: Quieren conocer los mecanismos de
funcionamiento y gestión que les han permitido beneficiarse de la acción
de la Iglesia.
 Sociedad en general: Quiere conocer cómo funciona, si cumple con lo que
predica, cómo gestiona su dinero y qué aporta a la sociedad en su
conjunto.
 Grupos “hostiles”: Están pendientes del cumplimiento escrupuloso de
todas las disposiciones legales.

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La información que se suministra, por tanto, debe estar preparada para atender
las demandas del mayor número de usuarios.

8.3. TRANSPARENCIA Y CAPTACIÓN DE RECURSOS

La comunicación nunca se presenta como algo neutral. Tanto el formato como el


contenido impactan al receptor y provocan una determinada reacción.

En este sentido, la apuesta por la transparencia que debe hacer la Iglesia puede
ponerse también al servicio de sostenimiento de las entidades eclesiales.

Está totalmente demostrado que cuanto más transparente es la entidad, más


invita a participar activamente en la vida de la Iglesia y a colaborar con su
sostenimiento. Un ejemplo son aquellas parroquias que publican y entregan
mensualmente sus cuentas al os fieles y con ello, logran una mayor implicación.

En la comunicación conviene destacar siempre aquellos elementos que incitan a


una mayor corresponsabilidad que parte de los fieles, exponiendo con claridad y
verdad las actividades y las necesidades que tienen.

8.4 LA TRANSPARENCIA: DAR RAZÓN DE LA FE Y HERRAMIENTAS DE


EVANGELIZACIÓN

La iglesia debe comunicar lo que hace porque forma parte de su misión en el


mundo. La Iglesia es depositaria de una buena noticia, del Kerigma, que cambia
el corazón del hombre. La evangelización, razón de ser de la Iglesia (“Id al mundo
entero y proclamad el Evangelio (Mc 16,15) no es algo teórico; a la fe y a la
predicación la acompañan signos “los ciegos ven, los cojos andan..” (Mt 11,5)

Es preciso ofrecer una imagen global y unitaria de la Iglesia, que anuncia la Buena
Noticia, la vive y alimenta y se da a los demás.

La comunicación de la actividad realizada es una oportunidad para acercarse al


corazón del hombre que necesita esta Buena Noticia, confirmando con hechos
concretos “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16).

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8.5.- INFORMAR Y COMUNICAR

Las diócesis españolas y aquellas instituciones de Iglesia con actividad relevante,


deben disponer de un portal de transparencia donde al menos queden reflejados:

a. Datos históricos de los bienes (procedencia, propietario, administrador,


etc)
b. Gobierno corporativo: Es decir, conjunto de normas que regulan el
funcionamiento de la institución, organismo, etc
c. Modelo económico: Explicando las fuentes de financiación, el empleo de
los recursos, los convenios con entidades públicas o privadas
d. Convendría disponer de un resumen, al menos de las cuentas, que hayan
sido revisadas externamente
e. Estudios de impacto de la actividad. Realizados por empresas externas de
prestigio que puedan avalar la actividad de la Iglesia

Toda la información debe ser clara, veraz, oportuna, sintética, relevante, fiable y
pertinente para dar a conocer el verdadero rostro de la gestión y con ello de la
propia Iglesia.

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