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Índice
1.- Definir el problema en términos de conducta. ………………………… 3

2.- Analizar la conducta en su contexto más próximo. …………………… 3

3.- Propuesta razonada para modificar la conducta problema ……………. 6

4.- Reflexión ……………………………………………………………… 7

5.- Referencias bibliográficas ……………………………………………. 8

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1.- Definir el problema en términos de conducta.
Siguiendo con el caso de Pablo, un niño de 6 años con un Trastorno Negativista
Desafiante, la conducta seleccionada se caracteriza por repetir frecuentemente las
siguientes acciones: se enfada con los compañeros cuando estos no quieren jugar con él
en el recreo y cuando no quieren hacer con él las actividades que se proponen en clase,
contestándoles con insultos y frases como: “sois tontos”, “os vais a arrepentir por no
querer jugar conmigo”, “como no os pongáis conmigo os voy a pegar”, “sois malos
amigos” u “os voy a hacer la vida imposible”. Esta conducta se da con frecuencia a lo
largo de toda la jornada escolar independientemente de la hora y del día de la semana.
El alumno realiza acciones contra sus compañeros que lo contradicen o que se muestran
contrarios a su voluntad como: les tira del pelo, les empuja, les escupe, les pega y les
tira de la ropa. En los momentos en los que el resto de compañeros juegan con Pablo,
forman con él grupos de trabajo, y llevan a cabo las actividades que Pablo plantea como
juegos cooperativos (fútbol, balonmano), cuando no se le niega las actividades que
propone, no se producen las conductas descritas anteriormente.
Otra acción destacable es golpear objetos, como las mesas o la pizarra, cuando
se le niega algo que desea, como; por ejemplo: cuando quiere jugar al fútbol en
Educación Física y la profesora indica que van a hacer una actividad de expresión
corporal. Esta actitud la lleva a cabo tanto con los profesores como con los compañeros.

2.- Analizar la conducta en su contexto más próximo.


Pablo García Jiménez es un niño de 6 años y 2 meses de edad que nació en
Cádiz, ciudad actual en la que vive. Cursó el segundo ciclo de Educación Infantil en el
C.E.I.P. Tartessos, donde actualmente está matriculado en 1º de Educación Primaria.
La conducta problema que se ha escogido es la agresión física por parte del
alumno a objetos y personas, debido a la alta frecuencia y gravedad de la misma, unido
a la presencia de esta en varios entornos, el familiar y escolar, aunque nos centraremos
en este último a la hora de llevar a cabo nuestro análisis.
En cuanto al análisis topográfico de la conducta, a nivel motor, el alumno lleva
a cabo gestos que muestran cierta tensión muscular como mandíbula rígida, cierra los
puños y frunce el ceño. Se puede observar cómo el niño expresa su enfado contra sus
compañeros empujándoles, tirándoles del pelo, pegándoles o escupiéndoles. Además,
algunas veces golpea objetos, con las manos o los pies. A nivel fisiológico, el alumno
incrementa su tasa arterial en segundos, es decir, se pone colorado, empieza a sudar y se
muestra sofocado. En casos muy extremos, el niño llora, respira de manera acelerada y
tiene temblores y taquicardias. A nivel cognitivo, el alumno antes de realizar la
conducta, comienza diciendo “vais a hacer que me enfade”, “me estoy poniendo muy
nervioso”, “la voy a liar” o “al final os pego”. Durante la conducta, el niño verbaliza “ya
lo habéis conseguido, habéis hecho que me enfade”, “sois tontos”, “sois malos amigos”,
“os odio”, “voy a romper esto” o “no voy a parar hasta que no me hagáis caso”. Una vez
que finaliza la conducta, comenta “me he puesto así por vuestra culpa”, “todo esto es
por vuestra culpa” o “no quiero que me habléis nunca más”.

El momento en el que se mostró el problema con menor intensidad, coincide con


la primera vez que apareció esta conducta. Cuando la profesora de Infantil (4 años)
propuso una actividad en la que los alumnos debían ponerse por parejas para hacer un

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dibujo y el problema llegó cuando tenían que decidir sobre qué iba a ser el dibujo, pues
Pablo no se ponía de acuerdo con su compañero. Comenzó a enfadarse, a ponerse muy
colorado, a cerrar los puños con fuerza y tiró un lápiz al suelo. Al percatarse la
profesora, acudió rápidamente y habló con ellos llegando a un consenso, lo que hizo que
Pablo aceptara, se relajara y recogiera el lápiz. Esta situación duró 2 minutos y se repitió
en otras veces en las que no se hacían las cosas que él quería.
Se dieron situaciones que hicieron que la conducta de Pablo se agravara
haciéndose más significativas, observándose diferencias con la conducta anteriormente
descrita, ya que ha pasado del golpe o tirada de objetos al golpe a compañeros, como
describimos a continuación, aumentando la frecuencia en la que se dan.
En este sentido, cuando se pudo ver la conducta problema con mayor intensidad
en Pablo fue a principio de curso en el momento en el que sus compañeros no quisieron
estar con él en el equipo de fútbol del campeonato de la escuela. Cuando la tutora
preguntó cuáles eran los equipos, ninguno de ellos mencionó su nombre. Esto provocó
que el alumno se levantara y dijera: “¿qué pasa que no os queréis poner conmigo o
qué”, “siempre igual”. Ante esto, varios alumnos explicaron que Pablo era “un pegón” y
por eso no estaba en el equipo. En consecuencia, el alumno se dirigió hacia el niño que
había dicho esa frase mientras que se iba poniendo cada vez más colorado, cerraba los
puños y comenzaba a temblar. Cuando llegó a la mesa de su compañero, empezó a
pegarle al mismo tiempo que le decía frases como: “vosotros sois tontos”, “nunca
queréis jugar conmigo” o “si yo no estoy en el equipo nadie va a jugar”, mientras que
lloraba. La profesora tuvo que actuar rápidamente, separó a Pablo de este alumno y lo
expulsó de la clase. Cuando el alumno salió del aula comenzó a pegarle patadas a la
puerta, lo que provocó que la tutora tuviera que actuar parando al alumno y, en
consecuencia, recibió un puñetazo. Este episodio duró unos 10 minutos y se ha repetido
en algunas ocasiones, aunque con una intensidad menor.
Actualmente, podemos decir que la conducta del alumno es más próxima a la
que acabamos de describir que a la anterior, debido a que las conductas son más
frecuentes y van dirigidas hacia personas. Del mismo modo, las consecuencias para el
alumno y para el entorno también son más negativas y tienen consecuencias más
graves.
En cuanto al análisis funcional de la conducta, respecto a los antecedentes de la
misma, esta ocurre cuando sus iguales lo rechazan en actividades grupales, cuando no se
lleva a cabo una actividad del gusto del alumno o con las vivencias de situaciones
estresantes para él, como ser llamado “pegón” por parte de sus compañeros.
Observándose la conducta problema claramente disminuida cuando se hace lo que él
quiere y/o le apetece.
Dichas conductas dieron como consecuentes los castigos y llamadas de atención
constantes por parte de la tutora al alumno durante las clases, unido a las continuas
quejas por parte del colegio a la familia. Lo que da lugar a las siguientes repercusiones:
que el profesorado se sienta desbordado y con miedo al no saber manejar muchas de las
situaciones que tienen lugar en el aula. Todo ello contribuye a que su ámbito social y
académico se vean afectados y su adaptación al centro resulte más difícil, siendo evitado
en la mayoría del tiempo por parte de sus compañeros/as.
La causa de la conducta puede adjudicarse al no conocimiento de la gestión de
emociones por parte del alumno debido a la marcha de su padre por trabajo fuera de la

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ciudad, haciendo que lo vea poco y no conviva con él, lo que le genera sentimientos
negativos de continuo enfado e irritabilidad, que provocan un comportamiento bastante
agresivo en el contexto escolar.
En la situación familiar, ambos padres son conscientes de la gravedad de la
conducta de su hijo y tienen pocas herramientas para poder solventarla, sobre todo la
madre que reconoce que el comportamiento de Pablo ha cambiado bruscamente, lo que
les genera preocupación ya que piensan que puede afectar a su desarrollo personal y
académico. La situación familiar, ha provocado una disminución de la comunicación
entre los padres, y entre ellos y Pablo. Esto da lugar a que las actividades compartidas
sean escasas reduciéndose a las rutinarias. En este sentido, el niño se levanta muy
temprano para ir al colegio, cuando acaba, va a casa de su tío hasta por la noche, cuando
su madre le recoge, lo ducha, le da de cenar y lo acuesta sobre las 11 de la noche.
En cuanto a las buenas conductas de su hijo, su madre suele halagarlo y
elogiarlo (refuerzo positivo). Mientras que cuando estas son negativas, qué son las más
frecuentes, recibe un golpe en el trasero (castigo positivo), a lo que el niño responde por
lo general llorando.
En relación con los datos psicológicos, lo que más destaca es la evolución del
alumno a raíz del diagnóstico de TND. Su creatividad e imaginación se han visto
afectadas, del mismo modo que su rendimiento. A nivel afectivo y motivacional, ahora
se muestra enfadado, triste, encerrado en sí mismo y con baja autoestima, mientras que
antes era muy cariñoso, alegre y obediente. Del mismo modo, no le gusta prestar sus
juguetes, es controlador con sus cosas y no cuida bien ni sus materiales ni los de los
demás.
Haciendo referencia al estado actual del niño, el alumno no muestra un aspecto
descuidado, aunque se tiene ojeras observándose una falta de sueño en este. Además, su
capacidad de responder a los estímulos es adecuada y es capaz de reflexionar y pensar.
En lo relacionado con el juego, el niño prefiere jugar solo, y en los juegos
grupales, hay que recalcar que no cumple las reglas, que se muestra desinteresado en
estas actividades y que se aburre con facilidad. Con los profesores, teniendo en cuenta
que estos son los adultos con los que se relaciona el niño en el contexto escolar, es
destacable la dificultad de interacción con los mismos.
Se muestra interesado por el fútbol y por los aparatos tecnológicos tales como
Nintendo, ordenadores, ... Esto se tendrá en cuenta a la hora de determinar los
reforzadores para modificar su conducta.

Desde fuera del centro, esta conducta se está tratando de la siguiente manera: el
alumno acude de forma regular al psicólogo infantil de la seguridad social, desde
principios de año, sin mostrar grandes cambios. En adición, el tutor se ha puesto en
contacto con la madre para realizar una serie de intervenciones, las cuales se han
llevado a cabo de forma esporádica debido a la falta de tiempo de la madre. Es difícil
abordar el tema con un progenitor que pasa la mayor tiempo fuera de casa y otro que
tiene que trabajar como dependiente de forma ininterrumpida. Por consecuencia, las
terapias e intervenciones propuestas a cabo por el tutor para que se realicen en el
domicilio son inviables. De todas estos intentos de control, ninguno ha resultado
verdaderamente eficaz.

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3.- Propuesta razonada para modificar la conducta problema
Las conductas que queremos reforzar con nuestra intervención son conductas
afectivas y emocionales positivas, como dar abrazos o hacer cumplidos, que
contrarresten los comportamientos agresivos del alumno.
Para ello, vamos a emplear diferentes técnicas de reforzamiento positivo, puesto
que consideramos que los castigos, en general, y concretamente los negativos, son
técnicas invasivas.
En un primer momento, será un programa de refuerzo fijo, es decir, cada vez que
el niño realice la conducta que queremos reforzar le daremos un estímulo apetitivo en
cuanto esta finalice. Cuando observemos que la conducta se está empezando a
incrementar, pasaremos a un programa de refuerzo intermitente, en el que se dará un
estímulo apetitivo después de un número indefinido de veces que se dé la conducta, ya
que consideramos que es el más eficaz para generalizar una conducta en los distintos
contextos.
En efecto, con el reforzamiento positivo se pretende incrementar una conducta
positiva a través de la presentación de estímulos apetitivos para el alumno. Los
estímulos pueden ser materiales, como balones; sociales, como elogios “estoy muy
orgullosa de ti” o “estás comportándote genial” por parte de sus compañeros y los
profesores y reforzadores de actividad, como poder jugar al fútbol.
Asimismo, cabe destacar que estos halagos por parte de los/as maestros/as se
realizarán delante de los compañeros/as de su grupo con el objetivo de promover una
mejora en el ámbito social con sus iguales. Como consecuencia, estos actos harán que el
alumno note sus aciertos, aumente su autoestima y enfrente las próximas dificultades
con una mejor predisposición.
Del mismo modo, queremos implementar técnicas de instigación, concretamente
de modelado, que consisten en darle al alumno un modelo de la conducta que queremos
incrementar, sobre el que debe fijarse, tanto en la conducta en sí como en sus
consecuencias. Estas técnicas también buscan incrementar conductas que no se poseen,
que como ya hemos comentado anteriormente, es lo que pretendemos con nuestra
propuesta.
Para ello, podemos proponer al alumno el visionado de una serie de vídeos en
los que aparece una situación parecido a las que él produce, pero con una respuesta
distinta a la que él da; por ejemplo, un vídeo en que se muestra cómo varios niños
juegan al fútbol (ya que el alumno se encuentra muy interesado en esta tarea), cuando
llega uno que les pregunta si pueden jugar con ellos, a lo los otros responden que no. La
actitud de este alumno sería la de preguntar a sus compañeros por qué no quieren jugar
con él, si ha ocurrido algo que haya dado lugar a esta situación, etc. Después de visionar
el vídeo, se debería hacer una reflexión con el alumno sobre qué han visto, cuál ha sido
el problema, cómo lo han resuelto, cómo hubiera actuado él en su caso, si hubiera hecho
lo mismo, qué consecuencias tiene la conducta del niño, etc.
Una vez que esto se lleve a cabo, se pasará a comentar con el alumno la
conducta llevada a cabo por el niño del vídeo, que es la que queremos que este
desarrolle o incremente. Le daremos instrucciones para llevarla a cabo, le explicaremos
las diferencias entre estas conductas y las que él lleva a cabo, le haremos ver cómo se

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siente el niño del vídeo después de la conducta y que lo compare como cómo se siente
él cuando se producen situaciones familiares, etc.
Por último, proponemos técnicas de autorregulación emocional con las que
pretendemos darle al alumno herramientas para que gestione su enfado y frustración
cuando no ve satisfechos sus intereses.
En primer lugar, proponemos la técnica de la tortuga, que consiste en hacer que
el niño piense que es una tortuga, que debe meterse en su caparazón, cuando se sienta
amenazado o enfadado. Cuando el niño se mete en su caparazón, se siente seguro y esto
le permite tranquilizarse.
Para implementar esta técnica, en primer lugar, debemos presentarle al niño el
Cuento de la tortuga; a continuación, le enseñaremos técnicas de relajación muscular
que deberá llevar a cabo en aquellos momentos en lo que “se mete en el caparazón”, es
decir, cuando se sienta enfadado o frustrado. Consideramos que esto es importante
puesto que el alumno presenta tensión muscular cuando lleva a cabo la conducta, por lo
que estas técnicas irían orientadas a que el alumno relajará sus músculos. Después, una
vez que el niño sabe cuándo debe meterse en el caparazón y qué debe hacer allí, le
enseñaremos un guía para resolver un problema, que debe ser la misma que la hemos
indicado con la técnica anterior de modelado. Por último, una vez que el niño “haya
salido del caparazón”, debemos hacerle preguntas como: “¿cómo te sientes?” o “¿estás
más tranquilo?”. Hay que tener en cuenta, que con esta técnica no queremos que el niño
reprima sus emociones, sino que aprenda a gestionarlas hasta buscar una solución
correcta y positiva.
La puesta en práctica de todas estas técnicas operantes seguramente no provoque
un cambio rápido y radical en su conducta, pero irán contribuyendo a que poco a poco
se obtengan resultados más eficaces y duraderos.

4.- Reflexión: ¿Por qué es importante realizar una evaluación funcional de una
conducta problema? ¿Qué aporta a la intervención?
La evaluación funcional de una conducta problema es importante de realizar
debido a que nos aporta mucha información sobre el grado de afectación del niño, así
como de sus compañeros, familiares y resto de su entorno, siendo estos ámbitos bastante
útiles a la hora de aportarnos información sobre la conducta, lo que nos permitirá
conocerla en mayor profundidad y desde diferentes perspectivas. Además, esta nos
permite conocer en detalle muchos elementos que influyen en la conducta del alumno y
que de otra manera no se tendrían en cuenta. De esta manera, no nos quedamos
solamente con la descripción de la conducta, sino que vamos más allá permitiéndonos
conocer aspectos como a qué puede deberse, las ocasiones en las que se dan más, ...
Por otro lado, la evaluación es fundamental a la hora de diseñar una
intervención, ya que nos orienta para tratar las carencias, dificultades y otras
deficiencias concretas que presenta el alumno en cuestión. De este modo, se podría
llevar a cabo una intervención más adecuada y acertada que permita hacer frente a los
problemas que son inherentes a la conducta del alumno.
Según UNIR, (2021) al llevar a cabo la intervención en Psicología se pretende
ayudar a superar los problemas tanto del sujeto como del entorno del mismo, o al menos
reducirlos y para ello, se llevan a cabo técnicas psicológicas. A través de la misma, se
realiza una evaluación, seguimiento, valoración del desarrollo de esta y puesta en
marcha de estrategias.
Para concluir, podemos decir que la intervención depende de la evaluación y
viceversa, por lo que son procesos imprescindibles. Así pues, cuanto más especificado

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esté este apartado, mejor intervención se podrá realizar, ya que esta será más ajustada a
este alumno en concreto.

5.- Referencias Bibliográficas

 Aguilera, L. (20 de noviembre de 2018). Qué es la Técnica de la Tortuga y cómo


aplicarla correctamente. Psico Ayuda Infantil.
https://www.psicoayudainfantil.com/tecnica-de-la-tortuga/

 Bados, A. y García-Grau, E. (2011). Técnicas Operantes. Facultad de


Psicología. Universidad de Barcelona.

 UNIR, Universidad de Internet. (21 de mayo de 2021). La intervención en


Psicología: objetivos y ejemplos.
https://www.unir.net/salud/revista/intervencion-en-psicologia/

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