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El Imperio Romano comenzó a mostrar síntomas de crisis en el siglo III dC. A partir del siglo XIX, los historiadores han debatido las causas de la decadencia, incluyendo cambios climáticos, degeneración racial, crisis política, económica y social, e invasiones germánicas. Diocleciano reformó la administración y el gobierno en el siglo III dC estableciendo la tetrarquía con dos Augustos y dos Césares. Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los habitantes libres
El Imperio Romano comenzó a mostrar síntomas de crisis en el siglo III dC. A partir del siglo XIX, los historiadores han debatido las causas de la decadencia, incluyendo cambios climáticos, degeneración racial, crisis política, económica y social, e invasiones germánicas. Diocleciano reformó la administración y el gobierno en el siglo III dC estableciendo la tetrarquía con dos Augustos y dos Césares. Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los habitantes libres
El Imperio Romano comenzó a mostrar síntomas de crisis en el siglo III dC. A partir del siglo XIX, los historiadores han debatido las causas de la decadencia, incluyendo cambios climáticos, degeneración racial, crisis política, económica y social, e invasiones germánicas. Diocleciano reformó la administración y el gobierno en el siglo III dC estableciendo la tetrarquía con dos Augustos y dos Césares. Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los habitantes libres
Lectura introductoria A partir del siglo III el Imperio Romano empieza a mostrar claros síntomas de crisis que se acentuarán en los siglos posteriores. Desde el siglo XIX la historiografía ha tenido interés por demostrar las causas de la decadencia y desaparición de la estructura imperial de Occidente. Se han barajado numerosas hipótesis para explicar esta situación: cambios climáticos que habrían provocado una desertización de las tierras con un lento proceso de despoblación; degeneración racial debida al mestizaje con elementos semíticos y germánicos; crisis política; crisis moral; crisis económica; conflictos sociales y también las invasiones de los pueblos germánicos. En realidad, el fenómeno se explica como un conjunto de crisis (política, económica, social, religiosa), es la combinación de múltiples factores que operaron de forma diferente en las distintas partes del Imperio. Por lo que se refiere a la organización administrativa y militar del Imperio va a operarse una profunda transformación con Diocleciano. La forma de gobierno mediante la que se consiguió superar la profunda crisis política del siglo III es denominada por la historiografía actual como ‘Tetrarquía’. El término nos sitúa ante cuatro personas que ostentan determinadas atribuciones sobre las que recae el peso del gobierno: dos Augustos y dos Césares, organización novedosa y original que va a suponer el asentamiento de la monarquía dioclecianea. También, y de la mano de los emperadores Diocleciano y Constantino, el Imperio va a recibir una nueva delimitación administrativa que culminará en praefecturae y dioceses. Resulta complicado analizar y describir los poderes del Príncipe, que se nos presenta como absoluto y emanado de la divinidad (dominus, dominus et deus, dominus et princeps) en este período. El proceso de la romanización jurídica en el Imperio se cierra en el año 212 en el que el emperador Caracalla concede, a través de la Constitutio Antoniniana, a todos los habitantes del Imperio, a excepción de los ‘dediticios’, la ciudadanía romana. Culmina de esta forma el proceso de territorialización del derecho romano. Suponía, en principio, la desaparición de los ordenamientos jurídicos indígenas existentes en todas las provincias del Imperio y la aplicación inmediata del ius civile. La puesta en práctica de esta disposición no fue tarea fácil. Hay que tener en cuenta distintos elementos: diferente grado de romanización de las provincias, diferente grado de cultura de las mismas, imposibilidad de conocimiento total de las normas del ius civile, la crisis generalizada que se desencadena a partir del siglo III. El nuevo escenario jurídico ha sido calificado por la historiografía actual como ‘derecho romano vulgar’.