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LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES:

FINES Y PRINCIPIOS PROCESALES1

Por el doctor
Ricardo Beaumont Callirgos2

La presente ponencia se compone de los siguientes


capítulos: (I) Antecedentes, (II) Fines de los Procesos
Constitucionales, (III) Principios Procesales y (IV) Nota
Conclusiva.

I. ANTECEDENTES

Los fines de los procesos constitucionales y los


principios procesales se encuentran regulados de modo
directo, cuidadoso y puntual, en los artículos II y III del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, CPCo. Debe
quedar claro, desde el inicio, sin embargo, que lo normado en
un Título Preliminar es contenedor de reglas, principios y
valores, que se expresan, directa o indirectamente, en mayor
o en menor grado, en todo el texto legal del correspondiente
cuerpo legislativo al que se adscribe, en este caso, al código
de los procesos constitucionales. Así lo hemos podido
evidenciar desde los códigos civiles y penales de las décadas
de los años 30 y 40 y ocurre ahora con los vigentes Códigos
1
Ponencia presentada al XI Congreso Nacional de Derecho Constitucional a celebrarse en Lima, en el mes de
Agosto 2017, bajo los auspicios académicos de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional APDC y de
la Universidad San Ignacio de Loyola, USIL.
2
Ex Vicepresidente del Tribunal Constitucional. Profesor Principal de Derecho Procesal Constitucional en pre
y pos grado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de Derecho de la Empresa en la USIL.
Profesor principal de la Academia de la Magistratura –AMAG. Miembro de la Comisión Redactora de la Ley
General de Sociedades y Presidente de la Comisión Redactora de la Ley de Títulos Valores. Presidente de la
Comisión Redactora del proyecto de Ley Marco del Empresariado. Elegido por los Decanos de los Colegios de
Abogados del Perú fue Miembro del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial con las mismas consideraciones
que los Vocales Supremos. Fue Vice Decano del Colegio de Abogados de Lima durante la decanatura del
doctor Jorge Avendaño Valdez. Magister en Derecho Civil y Comercial y Doctor en Derecho y Ciencia Política
por la UNMSM.
Civil, Penal, Procesal Civil, Procesal Penal, Tributario, del
Niño y del Adolescente, entre otros. En suma, lo normado en
los títulos preliminares no se agota en su sitio y en su texto;
viene a construir las bases o los cimientos filosóficos de todo
el cuerpo legislativo ad hoc. En esta ponencia, además,
procuramos demostrarlo, quiero decir, ponerlo en evidencia.
“Bien sabemos que el Título Preliminar constituye una
porción normativa que ostenta un lugar privilegiado dentro de
todo el territorio normativo de un Código3. Y es que se nos
presenta como un pórtico hermenéutico que ordena y
sistematiza a toda la legislación que allí se codifica. En los
títulos preliminares se presentan de forma maciza una serie
de normas que no son simples declaraciones o entelequias
estéticas, sino, antes bien, un conjunto de principios
generales que juegan un rol para una interpretación
intrasistemática (dentro del propio código) y extrasistemática.
(…). Otro aspecto importante que cumple el Título Preliminar
(…) puesto que lo que se regule tales como los alcances
mismos, los fines de los procesos, los principios (…) la
interpretación tanto de los derechos humanos como de la
Constitución, no son más que las pautas hermenéuticas en
torno al universo del ordenamiento constitucional peruano”4

II. FINES DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES

II. I. Doctrina

3
Así lo reconoce Rubio Correa, Marcial: Para leer el Código Civil. Título Preliminar. Pontificia Universidad
Católica del Perú. Fondo Editorial. Lima, 1986. Págs. 19 y ss.
4
Eto Cruz, Gerardo. Palomino Manchego, José F. EN TRES ANÁLISIS: EL PRIMER CÓDIGO PROCESAL
CONSTITUCIONAL DEL MUNDO, SU ITER LEGISLATIVO Y SUS PRINCIPIOS PROCESALES. El Derecho Procesal
Constitucional Peruano. José F. Palomino Manchego (Coordinador). Estudios en Homenaje a Domingo García
Belaunde. Fondo Editorial de la Universidad Inca Garcilazo de la Vega. Tomo I. Pags-291-292.
La idea de fines esenciales nos lleva a sostener una
orientación teleológica5. Esta orientación nos lleva a
diferenciarlos de los demás procesos ordinarios (civiles,
penales, laborales, administrativos), habida cuenta que éstos
han sido diseñados fundamentalmente para la satisfacción de
intereses, derechos y pretensiones individuales o subjetivas
de orden infraconstitucional. En tanto que los procesos
constitucionales, además de buscar la tutela de los derechos
constitucionales (dimensión subjetiva), también cuentan con
una dimensión objetiva: la defensa de la posición jurídica de
la Constitución. La dimensión subjetiva de los procesos
constitucionales se fundamenta en las cláusulas
constitucionales que reconocen derechos fundamentales para
todas las personas, así como en aquellas que regulan los
procesos de hábeas corpus, amparo, hábeas data y
cumplimiento. Su dimensión objetiva, en cambio, se
construye a partir de lo establecido en los artículos 38 (deber
de cumplir la Constitución), 51 (supremacía constitucional),
138 (control judicial difuso de las normas inconstitucionales),
103 in fine y 204 (efectos de la sentencia de
inconstitucionalidad) de la Constitución, mediante los cuales
se busca proteger, fundamentalmente, el sistema de fuentes
del ordenamiento peruano, o su regularidad6 en cuya cúspide
se halla la propia Constitución. De ahí que, el Tribunal
Constitucional, siguiendo a Zagrebelsky7 haya señalado que
“la instauración de procesos específicos para la tutela de los
derechos fundamentales ha constituido uno de los objetivos
más importantes que la justicia constitucional ha conseguido.
Ello se explica porque en los procesos constitucionales se
5
Finalista. Doctrina de las causas finales.
6
Kelsen, Hans. La garantía jurisdiccional de la Constitución. (La justicia constitucional). En: Revista
Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional N° 10. México. Julio-Diciembre 2008. Pp. 3-46.
7
Zagrebelsky, Gustavo. ¿Derecho Procesal Constitucional? En: Revista Peruana de Derecho Procesal N° 4,
Diciembre 2001. P. 415.
busca no solo la protección de los derechos fundamentales,
sino también la constitucionalidad del derecho objetivo. De
ahí que se haya señalado que dichos procesos deben ser
capaces de comprender no solo la tutela subjetiva de los
derechos constitucionales, sino también la tutela objetiva de
la Constitución” (sentencia recaída en el Exp. N° 00266-2002-
AA/TC Fj. 5)8.
El ex Presidente del Tribunal Constitucional9 refiere que
“La doctrina constitucional comparada ha establecido que
existen básicamente dos tipos de procesos constitucionales.
En primer lugar, están los procesos destinados al
afianzamiento de los derechos fundamentales; y, en segundo
lugar, los procesos constitucionales que aseguran la
supremacía de la Constitución. (Sagüés, Néstor Pedro.
Derecho Procesal Constitucional. Tomo I Tercera Edición.
Buenos Aires. Astrea. 1992. Páginas 14-15). Los derechos
fundamentales comportan valores que informan todo el
ordenamiento jurídico; de ahí que su tutela y protección no
sólo sea de interés para la persona titular de ese derecho,
sino para la colectividad en general, pues su transgresión
implica un cuestionamiento al propio ordenamiento
constitucional”.
Los fines que los procesos constitucionales se proponen
alcanzar permiten establecer distinciones entre éstos y los
procesos ordinarios (…) por su finalidad, por el rol del juez,
por los principios que orientan los procesos constitucionales y
por su naturaleza. (i) Los procesos ordinarios no tienen como
objetivo hacer valer el principio de supremacía de la
Constitución y no siempre persiguen la tutela de derechos
fundamentales; (ii) En los procesos constitucionales los
8
Landa Arroyo, César. Fines de los Procesos Constitucionales. Código Procesal Constitucional Comentado.
Tomo I. Gaceta Jurídica S.A. Primera Edición. Diciembre 2015. Págs. 22-23.
9
Landa Arroyo, César. Op. Cit Pág. 57 y sgts.
jueces tienen el deber de controlar la actuación de las partes
a fin de conseguir dentro de un plazo razonable, la tutela
efectiva de los derechos fundamentales; (iii) La exigencia del
cumplimiento de los principios procesales, es fundamental e
ineludible para el cumplimiento de los fines de los procesos
constitucionales; y (iv) los procesos constitucionales son
procesos de tutela de urgencia.
El ex Vicepresidente del Tribunal Constitucional, profesor
Ricardo Beaumont10, anota así: “(…) En el marco del Estado
constitucional, el respecto de los derechos fundamentales
constituye un imperativo que el Estado debe garantizar frente
a las eventuales afectaciones que pueden provenir tanto del
propio Estado –eficacia vertical, como de los particulares –
eficacia horizontal, más aun cuando, a partir del doble
carácter de los derechos fundamentales, su violación
comporta la afectación no solo de un derecho subjetivo
individual –dimensión subjetiva, sino también del orden
objetivo de valores que la Constitución incorpora –dimensión
objetiva”.
El profesor de la Universidad de Piura doctor Luis
Castillo Córdova11, respecto al artículo II del CPCo., nos lo
dice de la siguiente forma: “Si se quiere ser riguroso habrá
que precisar que garantizar la primacía de la Constitución es
garantizar la vigencia de los derechos que la Constitución
reconoce (…) de modo que la finalidad esencial de los
procesos constitucionales es una misma: favorecer la efectiva
vigencia de la Constitución, la cual se manifiesta también
asegurando la plena vigencia de las normas
iusfundamentales. Así, de los dos fines esenciales a los que

10
Beaumont Callirgos, Ricardo. Comentarios al Código Procesal Constitucional Gaceta Jurídica. Noviembre
2011. Página 34.
11
Castillo Córdova, Luis. Estudios y Jurisprudencia del Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica.
Primera Edición enero 2009. Pág. 12.
alude el artículo II del CPCo., el segundo –la vigencia efectiva
de los derechos constitucionales, aparece como una
concreción del primero –la plena vigencia de la Constitución”.
El contenido normativo de la Constitución obliga pero no de
cualquier manera, sino que lo hace como norma suprema 12,
esto quiere significar, en primer lugar, que existe jerarquía
entre las fuentes normativas13 y, en segundo lugar que el
rango supremo corresponde a la Constitución, y por debajo
de ella se colocan tanto las normas emanadas del poder
público (las normas con rango de ley y las normas
reglamentarias), así como las emanadas del poder privado
(normas estatutarias o normas contractuales).14 De modo que
la validez jurídica de unas y otras depende de su
ajustamiento (formal y material) a la Constitución.15
“Es a través de los procesos constitucionales que se
garantiza jurisdiccionalmente la fuerza normativa de la
Constitución16. En lo que respecta al control difuso17, éste se
ha previsto para favorecer la vigencia plena de la
Constitución, tanto frente a normas con rango de ley como
frente a normas de rango infralegal, a las que hoy en día se
ha de agregar las normas privadas. (…) En lo que respecta al
control concentrado, se han recogido dos mecanismos que
apuntan a la preservación de la Constitución como norma
jurídica fundamental. El primero, es el proceso de
inconstitucionalidad (artículo 200.4 de la CP) (…) El segundo
es el proceso de acción popular (artículo 200.5 de la CP) el

12
Artículo 51 de la CP: “La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior
jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del Estado”.
13
Exp. N° 00017-2006-PI/TC Fj 13.
14
Exp. N° 03574-2007-PA/TC Fj. 39
15
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Págs. 13 y 14.
16
Exp. N° 0030-2005-PI/TC Fj. 46.
17
Artículo 138 de la CP: (segundo párrafo) “En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma
constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre
toda otra norma de rango inferior”.
cual se ha destinado a analizar la constitucionalidad de las
normas de rango infralegal por parte del Poder Judicial (…).
En uno y otro caso, también el control de la constitucionalidad
debería ser posible respecto de normas privadas.”18
El profesor universitario Eto Cruz19 explica así el tema de
los fines de los procesos constitucionales: “La doctrina
constitucional comparada ha establecido que existen
básicamente dos tipos de procesos constitucionales. En
primer lugar, están los procesos destinados al afianzamiento
de los derechos fundamentales; y, en segundo lugar, los
procesos constitucionales que aseguran la supremacía de la
Constitución. (…). Precisamente, el Código Procesal
Constitucional (artículo II del Título Preliminar) ha establecido
que los procesos constitucionales tienen como finalidad, por
un lado, garantizar el principio jurídico de la supremacía
constitucional (artículo 51 de la Constitución) y, por otro,
preservar la observancia de la vigencia de los derechos
fundamentales de la persona (artículo 1 de la Constitución)”.
El artículo 13 del Reglamento Normativo del Tribunal
Constitucional hace referencia a que los pronunciamientos
que expide en los autos que conoce, establecen
jurisprudencia constitucional. En efecto, según la doctrina y la
normativa dictada al efecto, ésta tiene dos vertientes, a saber:
la doctrina jurisprudencial (tercer párrafo del artículo VI del
TP) y los precedentes vinculantes (artículo VII del TP).

II.II. Jurisprudencia Constitucional

18
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Pág. 15.
19
Eto Cruz, Gerardo. El Desarrollo del Derecho Procesal Constitucional a partir de la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional Peruano. Editorial ADRUS SRL. Cuarta edición. Octubre 2011. Pág. 175.
A continuación, en palabras del mismo TC 20, los fines de
los procesos constitucionales:

1. “(…). De esta manera, el diseño del proceso


constitucional se orienta a la tutela de dos distintos tipos
de bienes jurídicos: la eficacia de los derechos
fundamentales y la constitucionalidad del derecho
objetivo, toda vez que por su intermedio se demuestra la
supremacía constitucional. Y es que gracias a ello, este
Colegiado cumple sus funciones esenciales, tanto
reparativas como preventivas”. (STC Exp. N° 2877-2005-
PHC/TC Fj. 5).

2. “El Derecho Procesal Constitucional debe ser


considerado como un Derecho Constitucional
concretizado (…), el Código Procesal Constitucional
debe ser entendido, comprendido y analizado de
acuerdo con los contenidos existentes en la Norma
Fundamental. Tan cierto es eso que los fines del proceso
constitucional, que el propio Código reconoce en el
artículo II de su Título Preliminar, son la primacía
constitucional y la protección de los derechos”. (STC
Exp. N° 07873-2006-PC/TC Fj. 7).

3. “(…) detrás de la constitucionalización de procesos


como el de hábeas corpus, amparo, hábeas data y de
cumplimiento, nuestra Constitución ha reconocido la
íntima correspondencia entre la doble naturaleza
(subjetiva-objetiva) de los derechos fundamentales y la
doble naturaleza (subjetiva-objetiva) de los procesos
constitucionales”. (STC Exp. N° 0023-2005-PI/TC Fj. 9).

20
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Págs. 393 a 404.
4. “La condición de órgano de control de la Constitución
que se ha atribuido a este Tribunal Constitucional, es
una competencia asignada por el Poder Constituyente, y
no por ningún poder constituido. El Congreso de la
República es uno más de los poderes constituidos, entre
los cuales se encuentra este mismo Tribunal
Constitucional. Y si la Constitución le ha encargado a
aquel, entre otras funciones, la función legislativa, a este
Colegiado (Tribunal Constitucional) le ha encargado,
entre otras, la de controlar la producción legislativa, a fin
de que no se transgreda el principio de supremacía
constitucional. El Tribunal Constitucional en cuanto
Poder Constituyente Constituido, se encarga de
resguardar la sujeción del ejercicio del poder estatal al
plexo del sistema constitucional, la supremacía del texto
constitucional y la vigencia plena e irrestricta de los
derechos esenciales de la persona”. Exp. N° 00002-
2001-AI/TC Fj. 1 y Exp. N° 02409-2002-AA/TC Fj. 1a).

5. Si el petitorio de la demanda es entendido en el


sentido (…) que la demanda habría de ser declarada
improcedente en aplicación de lo establecido en el
artículo 5.1 del CPCo., obligado como está el juez
constitucional a que los procesos constitucionales
cumplan su finalidad de proteger la primacía de la
Constitución y los derechos constitucionales (artículo II
del TP del CPCo.), debe él interpretar el petitorio de la
forma que posibilite al demandante la obtención de tutela
jurisdiccional de su derecho constitucional (…)
Precisamente a tal cometido sirve el principio de
suplencia de queja deficiente. Se trata de un principio
implícito de nuestro derecho procesal constitucional y
que se deriva del citado principio teleológico enunciado
en el artículo II del TP del CPCo. Conforme a él tiene el
juez Constitucional el deber de enmendar el petitorio de
la demanda cuando éste ha sido erróneamente
formulado o expuesto en forma ambigua u obscura.
(STC Exp. N° 4885-2007-PHD/TC Fj. 4 y 5).

6. “(…) Por tanto, así como el proceso de hábeas data


tiene por objeto esencial la protección de los derechos a
la intimidad, acceso a la información pública y
autodeterminación informativa, el proceso de
cumplimiento tiene por finalidad proteger el derecho
constitucional de proteger la eficacia de las normas
legales y actos administrativos. (…) Con este proceso
constitucional el Estado social y democrático de derecho
que reconoce la Constitución (artículos 3 y 43), el deber
de los peruanos de cumplir de respetar y cumplir la
Constitución y el ordenamiento jurídico (artículo 38) y la
jerarquía normativa de nuestro ordenamiento jurídico
(artículo 51) serán reales, porque, en caso de la
renuencia de las autoridades o funcionarios a acatar una
norma legal o un acto administrativo, los ciudadanos
tendrán un mecanismo de protección destinado a lograr
su acatamiento y por ende, su eficacia.

7. (…) A su turno, el inciso 1 del artículo 102 de la


Constitución establece que es atribución del Congreso
de la República dar leyes. Consecuentemente, de las
normas citadas (artículos 51, 200.4 y 102.1) se colige
que, en nuestro ordenamiento jurídico el primer rango
normativo corresponde a la Constitución y el segundo a
la ley. (STC Exp. N° 0022-2004-AI/TC Fj. 13). Según el
principio de supremacía de la Constitución, todos los
poderes constituidos están por debajo de ella; de ahí
que se pueda señalar que es lex superior y, por tanto,
obliga por igual tanto a gobernantes como a gobernados,
incluida la administración pública. (STC Exp. N° 0042-
2004-AI/TC Fj. 8).

8. La Constitución contiene un conjunto de normas


supremas porque estas irradian y esparcen los
principios, valores y contenidos a todas las demás
pautas jurídicas restantes. En esa perspectiva el
principio de jerarquía deviene en el canon estructurado
del ordenamiento estatal. El principio de jerarquía implica
el sometimiento de los poderes públicos a la
Constitución y al resto de normas jurídicas (…). Así una
norma es jerárquicamente superior a otra cuando la
validez de ésta depende de aquella. El artículo 51 de la
Constitución afirma los principios de supremacía
constitucional (…). La Constitución es una especie de
super ley, de norma normarum, que ocupa el vértice de
la pirámide normativa. (STC Exp. N° 0047-2004-AI/TC
Fj. 55).

9. “La Constitución es la norma de normas que disciplina


los procesos de producción del resto de las normas y por
tanto, la producción misma del orden normativo estatal.
(…). La Constitución como fuente suprema:
 Crea los órganos encargados de la producción
normativa;
 Otorga competencias materiales;
 Determina los procedimientos para la producción
normativa;
 Establece los límites materiales para la elaboración
normativa; e
 Impone los contenidos normativos (STC Exp. N°
0047-AI/TC Fj. 11).

10. “De conformidad con el artículo 38 de la Constitución


‘todos los peruanos tienen el deber (…) de respetar,
cumplir (…) la Constitución (…)’. Esta norma establece
que la vinculatoriedad de la Constitución se proyecta
erga omnes, no sólo al ámbito de las relaciones entre los
particulares y el Estado, sino también a aquellas
establecidas entre particulares. Ello quiere decir que la
fuerza normativa de la Constitución, su fuerza activa y
pasiva, así como su fuerza regulatoria de relaciones
jurídicas se proyecta también a las establecidas entre
particulares, aspecto denominado como la eficacia inter
privatos o eficacia frente a terceros de los derechos
fundamentales. En consecuencia, cualquier acto
proveniente de una persona natural o persona jurídica de
derecho privado que pretenda conculcar o
desconocerlos (…) resulta inexorablemente
inconstitucional. (STC Exp. N° 1124-2001-AA/TC Fj. 6).

III. PRINCIPIOS PROCESALES

Los principios procesales pueden definirse como


aquellos principios generales del Derecho que “sirven para
describir y sustentar la esencia del proceso” 21 el cual es,
llegar a la solución justa de las controversias que puedan
21
Monroy Gálvez, Juan. Introducción al Proceso Civil. Tomo I. Temis de Belaunde & Monroy. Santa Fe de
Bogotá. 1996. Pág. 80.
discutirse a su interior. Son principios jurídicos normativos, no
son meras declaraciones de intenciones del legislador, sino
que son realidades jurídicas plenamente vigentes y deben ser
invocados y aplicados en el devenir de todo proceso
concreto.22
El ex Presidente del Tribunal Constitucional, García
Toma23, transcribe la opinión del doctor Espinoza Zevallos en
los términos siguientes: “Son aquellos postulados axiomáticos
que sobre la base de su consistencia lógica (…) determinan
la naturaleza, la razón de ser o esencia de los procesos
constitucionales: la defensa de la Constitución y la protección
de los derechos fundamentales”.
El profesor García Toma explica que entre las
principales características que ostentan los principios
procesales contenidos expresa o implícitamente en el Código
Procesal Constitucional se tienen las siguientes: “(i) Exponen
postulados o axiomas que alcanzan a todos los procesos
constitucionales reconocidos en la Constitución; (ii) Exponen
postulados o axiomas que permiten eventualmente cubrir las
áreas incompletas o lagunosas del CPCo.; (iii) Deben ser
aplicados por los operadores jurisdiccionales o pueden ser
invocados por las partes para su utilización; y, (iv) Tienden a
satisfacer y permitir alcanzar los fines concretos de los
procesos constitucionales.

III. I. Dirección Judicial del Proceso

(Sub Principio de Elasticidad)


(Sub Principio de Impulso Judicial)

22
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Pág. 48.
23
García Toma, Víctor. Código Procesal Constitucional Comentado. Homenaje a Domingo García Belaunde.
Jhonny Tupayachi Sotomayor (Coordinador). Editorial ADRUS SRL. Segunda Edición. Julio 2011. Pág. 15.
En los procesos constitucionales, el rol del juez como
director del proceso supone una mayor dirección de la
actuación de las partes, a fin de conseguir, dentro de un plazo
razonable, la tutela efectiva de los derechos fundamentales
lesionados o amenazados. De otro lado, si bien es cierto que
los principios recogidos en el artículo III del Título Preliminar
del Código, nominalmente, son compartidos con los procesos
ordinarios, es indudable que la exigencia del cumplimiento de
principios como los de publicidad, gratuidad, economía
procesal, socialización del proceso, impulso oficioso,
elasticidad y de favor processum o pro actione, leídos y
aplicados a partir de lo establecido en la Constitución, no son
sólo fundamentales sino también ineludibles para el
cumplimiento de los fines de los procesos constitucionales.
Finalmente, los procesos constitucionales por su
naturaleza subjetiva-objetiva no solo protegen los derechos
fundamentales entendidos como atributos reconocidos en
favor de los individuos, sino también, en cuanto se trata de
respetar los valores materiales del ordenamiento jurídico,
referidos en este caso a los fines y objetivos constitucionales
de tutela de urgencia.
Esta doble dimensión se advierte cuando en el marco de
un proceso de protección de derechos fundamentales, como
el hábeas corpus, el amparo24, hábeas data25 o cumplimiento,
el juez como titular de la faz objetiva del proceso le
corresponde tutelar no sólo un específico derecho en una
situación concreta, sino también interpretar la norma (de
rango legal, reglamentario o privada) conforme a la
24
STC Exp. N° 01124-2001-AA/TC a través de la que se inaplicó el artículo 34 del Texto Único Ordenado del
Decreto Legislativo N° 728 que establecía la indemnización como única reparación frente al despido
arbitrario.
25
STC Exp. N° 02579-2003-HD/TC, mediante el cual se inaplicó el artículo 43 de la Ley N° 26397, Ley Orgánica
del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), que prohibía expedir certificaciones o informaciones de
cualquier género a particulares o autoridades respecto a los datos contenidos en los registros del CNM, ya
que el mismo resultaba contrario al derecho de acceso a la información pública.
Constitución, o, inaplicarla por su inconstitucionalidad,
mediante el control difuso; o, declarar ‘un estado de cosas
inconstitucionales’26.
Al respecto puede comentarse el caso de la STC Exp.
N° 00017-2008-PI/TC, mediante la cual se declaró
inconstitucional una ley que prohibía la creación de filiales
universitarias, pero además se declaró como ‘un estado de
cosas inconstitucionales’ la situación de la calidad académica
del sistema universitario peruano.
Si bien existen procesos que tienen por finalidad
esencial garantizar los derechos constitucionales y otros el
principio de supremacía constitucional, o lo que es lo mismo,
la condición de norma suprema que tiene la Constitución; tal
división no debe considerarse en términos absolutos, en el
sentido de que unos procesos exclusiva y excluyentemente
protegen derechos y otros cautelan de manera exclusiva y
excluyente la supremacía jurídica. La finalidad de los
procesos constitucionales es única, la ya señalada en el
artículo comentado, y la prevalencia de uno u otro fin en un
determinado proceso constitucional, es relativa y flexible,
dado que por ejemplo, el amparo, si bien protege
primordialmente derechos, no es menos cierto que tutelando
derechos se protege también la supremacía constitucional,
ello porque los derechos son parte de la Constitución, y por
ende, también gozan de su carácter normativo.
26
STC Exp. N° 05567-2007-PA/TC en la que el Tribunal Constitucional declaró como estado de cosas
inconstitucionales, es decir contrarios al derecho a la pensión y la tutela jurisdiccional (en su dimensión de
derecho a la ejecución de las sentencias constitucionales) y con efectos que van más allá del caso concreto
resuelto, la estrategia procesal implementada por los Estudios de Abogados que contrataba la Oficina de
Normalización Previsional (ONP) de interponer procesos de amparo contra resoluciones judiciales (recaídas
en otros procesos de amparo o en proceso contencioso administrativo) en las que se reconocía, con
autoridad de cosa juzgada, la lesión al derecho a la pensión de los demandantes y se ordenaba a la ONP a
proceder al reconocimiento del derecho, pago de pensiones e intereses legales devengadas. Estos amparo
contra resoluciones judiciales se interponían con la única finalidad de dilatar la ejecución de las sentencias
así como de evitar el goce efectivo del derecho a la pensión de quienes habían salido vencedores en los
procesos contra la ONP.
Por tanto, todos los procesos constitucionales, en mayor
o menor medida, tienen por finalidad proteger los derechos
constitucionales y garantizar la supremacía jurídica de la
Constitución, según dispone el artículo II del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional27.
Y volviendo, en lo tocante al Principio de Dirección
Judicial del Proceso y en particular al Proceso de Amparo
(artículos 37 a 60 del CPCo.), la doctrina nacional28 enuncia
un muestreo a nivel de “deberes” y en esta forma registra, por
ejemplo, el deber de:
 Impulsar de oficio los procesos;
 Adecuar la exigencia de las formalidades a los
fines del proceso;
 Interpretar el contenido y alcances de los
derechos constitucionales en conformidad con los
Tratados Internacionales en materia de DD.HH.;
 Preferir la norma constitucional antes que la legal;
 Interpretar y aplicar las leyes según los preceptos
y principios constitucionales conforme a la
interpretación del TC;
 Aplicar el derecho que corresponde al proceso;
 Declarar fundada la demanda aunque haya
ocurrido la sustracción de la materia;
 Remitir la notitia criminis al fiscal en los procesos
constitucionales fundados donde se haya
cometido delito;
 Los jueces superiores de integrar las sentencias
que omitan algo;
 Tramitar con carácter preferencial los procesos
constitucionales; y

27
Landa Arroyo, César. Op. Cit. Pág. 24-25.
28
Eto Cruz, Gerardo. Gaceta Jurídica. Código Procesal Constitucional Comentado. Op. Cit. Págs. 28-29
 Exigir apariencia de buen derecho –bonus fumus
iuris, y peligro en la demora –periculum in mora,
para la expedición estimativa de una medida
cautelar.
También la misma doctrina nacional29 nos comenta
los siguientes principios en los términos que a
continuación se expresan.
Sobre la dirección judicial del proceso: (i)
instauración del principio dispositivo superando el
principio dispositivo30; (ii) la realización de alguna
actuación probatoria; y, (iii) si la pretensión está
planteada de manera incorrecta o si la norma de
derecho aplicable ha sido invocada erróneamente,
aplique la suplencia de queja deficiente31 en el marco del
iura novit curia.
Referente al mismo tópico32 este principio tiene por
finalidad permitir que el Estado imponga la vigencia del
sistema jurídico que ha propuesto y no, como se
consideró en el S XIX, un medio para que los particulares
discutan sus derechos privados, razón por la cual tenían
el monopolio de su control, dejando al juez como un
notario que sólo protocolizaba las actuaciones de las
partes y terminaba dándole la razón a quien mejor había
probado o alegado, que casi siempre era quien contaba
con un óptimo asesoramiento técnico, surgido de una
superior capacidad económica. El principio aludido le

29
Gaceta Constitucional. Op. Cit. Págs. 31 a 63.
30
Antes, el juez asumía un rol pasivo; ahora uno preponderante. El juez debe investigar la verdad por todos
los medios a su alcance. Le faculta para continuar de oficio el proceso y para dirigirlo con iniciativas
personales.
31
STC Exp. N° 02302-2003-AA/TC Fj. 30
32
Código Procesal Constitucional. Centro de Estudios Constitucionales. Tercera Edición. Samuel B. Abad
Yupanqui, Jorge Danós Ordoñez, Francisco J. Eguiguren Preali, Domingo García Belaunde, Juan Monroy
Gálvez y Arsenio Oré Guardia. Lima 2008. Páginas 35 en adelante.
otorga al juez la posibilidad de adecuar el trámite a los
fines trascendentes del proceso.
Este principio ha sido invocado por el Tribunal
Constitucional para justificar la intervención del Pleno en
una causa que por su competencia formal debía ser
resuelta por una sala. Cfr., con el Exp. N° 1317-2008-
PHC/TC Fj. 2.
También la doctrina nacional33 nos informa que en
cuanto a la dirección judicial del proceso, lo que se busca
simplemente es que la regularidad formal no constituya
un óbice insuperable para la prosecución del proceso. Se
consagra así, sin decirlo expresamente, el principio de
elasticidad.34
El ex Magistrado del Tribunal Constitucional,
Ricardo Beaumont35, autor de esta ponencia, para el
Congreso Nacional de Derecho Constitucional
APDC/USIL, 2017, anotaba así: Respecto al principio de
elasticidad propuesto por la doctrina y la jurisprudencia
del TC, podemos transcribir lo siguiente “(…) impone a la
jurisdicción ordinaria y a la constitucional exigir el
cumplimiento de las formalidades solo si con ello se logra
una mejor protección de los derechos fundamentales; por
el contrario, si tal exigencia comporta la desprotección de
los derechos y, por ende, su vulneración irreparable,
entonces las formalidades deben adecuarse o, de ser el
caso, prescindirse, con el propósito de que los fines de
los procesos constitucionales se realicen debidamente”
STC Exp. N° 266-2002-AA/TC Fj. 7.

33
Eto Cruz, Gerardo. Op. Cit Pág. ….
34
Mesía Carlos. Exégesis del Código Procesal Constitucional. Gaceta Jurídica Tercera Edición. Abril 2007.
Página 81.
35
Beaumont Callirgos, Ricardo. Op. Cit. Pág. 39.
El magistrado del Tribunal Constitucional36
Espinoza-Saldaña lo titula “dirección e impulso judicial
del proceso” y lo comenta así: ‘Si buscamos promover la
existencia de un juzgador comprometido con la
supremacía constitucional y lo que ella involucra, se hace
indispensable un tránsito del llamado juez espectador al
juez director del proceso. Los jueces en general y los
juzgadores constitucionales con mayor razón, no podrán
ser convidados de piedra o meros observadores de la o
las controversias sometidas a su conocimiento’. (…). En
el Código Procesal Constitucional peruano encontramos
varias menciones expresas a este principio y no
solamente en el Título Preliminar. Como muestra está lo
dispuesto, por ejemplo, en el artículo 106 de la ley, donde
se le conmina al juez que impulse de oficio los procesos
de inconstitucionalidad una vez admitida la demanda.
Una cobertura similar se deja a la discrecionalidad del
juez de amparo en el artículo 53 del presente Código”.
Referente al impulso procesal de oficio. (i) Viene a
ser un sub principio, en tanto expresión concreta del
principio de dirección judicial. (ii) Obligación impuesta al
juez constitucional de continuar el proceso a través de la
ejecución de todos los actos que lo conduzcan a prestar
tutela jurisdiccional a los justiciables37. “Fenómeno en
virtud al cual se asegura la continuidad de los actos
procesales y su dirección hacia el fallo definitivo”.38
El CPCo., habilita al juez y al Tribunal Constitucional
a impulsar de oficio los procesos constitucionales salvo
36
Espinoza-Saldaña Barrera, Eloy. Introducción a los Procesos Constitucionales. Comentarios al Código
Procesal Constitucional. Susana Castañeda O. Edgar Carpio Marcos. Luis Sáenz Dávalos. Jurista Editores EIRL,
Primera Edición Febrero 2005. Página. 33.
37
Cfr. STC Exp. N° 09599-2005-PA/TC, Fj. 6
38
Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Tercera Edición. Depalma, Buenos Aires. 1988.
Pág. 172.
en los casos debidamente señalados en el propio
Código. Así, por ejemplo, no es posible impulsar de oficio
el proceso de amparo, hábeas data o de cumplimiento si
es que ha habido desistimiento de la acción, conforme al
artículo 49 del Código39; tampoco si el titular del derecho
no ratifica la demanda ni la actividad procesal del
procurador oficioso (artículo 41)40.
El profesor Eto Cruz41 comenta así: “Este principio,
se podría aseverar, viene a ser un sub principio, del
principio de dirección judicial que se manifiesta en una
serie de facultades que el Código le ha conferido al juez
operador intérprete de la norma constitucional, para
conducir y hacer avanzar autónomamente el proceso –
sin necesidad de intervención de las partes, a fin de
lograr la consecución de sus fines”.
En lo referente al principio de dirección judicial del
proceso el TC ha dicho “(…) siendo la Constitución una
Norma Fundamental abierta, encuentra en el Derecho
Procesal Constitucional un instrumento concretizador de
los valores, principios y derechos constitucionales, de
manera tal que, en última instancia, éstos informan el
razonamiento y la argumentación del juez constitucional
por lo que el principio de dirección judicial del proceso se
redimensiona en el proceso constitucional en la medida
en que la jurisdicción constitucional no es simple
pacificadora de intereses de contenido y alcance
subjetivos, sino del orden público constitucional en
39
Artículo 49 “En el amparo no procede la reconvención ni el abandono del proceso. Es procedente el
desistimiento”.
40
Artículo 41 “Cualquier persona puede comparecer en nombre de quien no tiene representación procesal,
cuando ésta se encuentra imposibilitada para interponer la demanda por sí misma, sea por atentado
concurrente contra la libertad individual, por razones de fundado temor o amenaza, por una situación de
inminente peligro o por cualquier otra causa análoga. Una vez que el afectado se halle en posibilidad de
hacerlo, deberá ratificar la demanda y la actividad procesal realizada por el procurador oficioso”.
41
Eto Cruz, Gerardo. Op Cit. Pág. 207.
conjunto. Con relación a la Constitución, la jurisdicción
constitucional no actúa ni puede actuar como un órgano
neutro, sino, por el contrario, como su principal promotor.
STC N° 00005-2005-PCC/TC Fj 4.
Respecto a la adecuación de las formalidades al
logro de los fines de los procesos constitucionales.
Principio de elasticidad. (i) El sacrificio de las formas en
los procesos constitucionales no significa que los jueces
puedan desconocer de por si las disposiciones que el
CPCo., recoge, sino que estas interpretaciones deben
ser entendidas, comprendidas o integradas ‘desde’ y
‘conforme’ a la Constitución, de modo tal que la finalidad
sustantiva de los procesos constitucionales resulte
optimizada por dicha interpretación y la vigencia efectiva
de los derechos fundamentales y la defensa del orden
público constitucional no quede subordinado al respeto
de las formas por las formas”42; y, (ii) Cfr. STC. 00987-
2014-PA/TC Fj. 19.
Sobre lo mismo, en el Libro anotado supra, del CEC,
del TC se lee: “(…) Así por ejemplo, una demanda no
debe ser rechazada por faltarle la firma del abogado, si el
juez considera que la urgencia de tutela coloca a la
exigencia de tal formalidad en un plano absolutamente
secundario respecto a la necesidad de admitir y dar
trámite al proceso constitucional.
En palabras del TC “no significa (…) crear ex novo
reglas procesales aplicables a tal (o cual) tipo de proceso
sino tan solo preferir los principios procesales del artículo
III del TP CPCo., desechando la aplicación de todo
criterio procesal que resulte incompatible con su
finalidad”43. Por eso es que la aplicación del principio de
42
STC Exp. N° 00005-2005-CC/TC FFjj 7-8
43
Exp. 00048-2004-PI/TC Fj. 5
elasticidad demanda una argumentación suficiente por
parte del juez que lo aplica.44
Referente a la continuidad del proceso
constitucional frente a la duda de su conclusión. (i) En
caso de duda se prefiere la continuidad del proceso: pro
homine libertatis; (ii) Si se pretende concluir el proceso
quien habrá de salir victorioso es el presunto agresor;
ante tal situación es lógico que se debe preferir la
continuación del proceso, hasta que éste llegue a su
destino final, hasta la resolución final que defina si existió
o no un agravio que retrotraiga las cosas al estado
primigenio de disfrute de los derechos constitucionales
afectados. Subyace el principio de tutela judicial efectiva
y el debido proceso. (ii) Cfr. STC Exp. N° 00025-2005-
PI/TC y 00026-2005-PI/TC. Fj. 15.
Sobre el tópico, en el Libro del CEC del TC anotado
supra, se lee: “(…) Se le denomina principio favor
processum y también principio pro actione en la doctrina
y jurisprudencia argentina y española, respectivamente.
Consiste en la facultad que tiene el Juez de decidir a
favor de la admisión de la demanda o de la continuación
del proceso, en aquellos casos en los que tenga una
duda razonable respecto a si se está ante un caso de
improcedencia de la demanda o de conclusión del
proceso”.
En palabras del TC “si el legislador prevé la
obligatoriedad del agotamiento de la vía administrativa,
una exigencia derivada del derecho de acceso a la
justicia es que este sea configurado de la manera más
breve como sea posible, pues de ese modo se optimiza
mejor el principio pro actione” (…) “no pueda
44
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Pág. 57.
considerarse un privilegio del Estado o acaso como una
medida que, irrazonable y desproporcionadamente,
disuada, imposibilite o impida el acceso del particular a
un tribunal de justicia”.45
“Por ejemplo, si interpuesta la demanda existe
incertidumbre sobre su improcedencia por una de las
causales contempladas en el artículo 5, no queda más
remedio que admitirla y darle el trámite que corresponde.
Lo mismo acontecerá si no hay certeza sobre su
conclusión. En este hipotético caso se impone la
continuación de las fases procesales pendientes hasta el
fallo firme y definitivo. Así mismo, en relación con el
amparo, se deberá admitir la demanda si no hay claridad
sobre si está agotada o no la vía previa”.46
Sobre el pro actione en la STC 2763-2002-AA/TC,
se dijo “este Tribunal señaló que el derecho de acceso a
la justicia tiene base constitucional, puesto que se trata
de un contenido implícito del derecho a la tutela
jurisdiccional, este último, reconocido en el inciso 3) del
artículo 139 de la Constitución”.

III. II. Gratuidad en la actuación del demandante

Sobre la gratuidad en la actuación del demandante:


(i) Cfr., artículo 139.16 de la Constitución Política, CP.; (ii)
Cfr., STC Exp. N° 01606-2004-AA/TC Fj. 4 “(…) el
recurrente tiene expedito su derecho para promover su
recurso de casación en las condiciones de gratuidad
establecidas en el artículo 55 de la Ley 26636”; y, (iii) El
último párrafo del artículo III en comento expresa: “La
gratuidad prevista en este artículo no obsta el
45
Exp. N° 00010-2001-AI/TC Fj. 3.
46
Mesía Carlos. Op. Cit. Pág. 63.
cumplimiento de la resolución judicial firme que disponga
la condena de costos y costas conforme a lo previsto en
el presente Código”.
“Este principio se encuentra plenamente justificado
en el hecho de que es vital que no exista ningún tipo de
elemento que obstruya el acceso a los medios de
salvación de los derechos constitucionales o de los
medios que tienden a hacer efectivamente vigente el
orden constitucional47. Y es que este principio contiene
‘un mandato constitucional que exige la remoción de los
obstáculos que impidan el ejercicio pleno de los derechos
fundamentales’48. En suma, es absolutamente correcto
que esto se haya previsto de modo expreso y claro, por
el legislador; sin embargo, valga también la precisión de
que todo esto es sin perjuicio de lo que prevén los
artículos 16, 56 y 97 del CPCo.
“Sería contrario a la tutela jurisdiccional el cobro de
tasas judiciales, con mayor razón si quien debe
interponer la acción acredita insuficiencia de recursos
para litigar. Esto no supone, sin embargo, que el actor del
proceso constitucional quede liberado del pago de costas
y costos si es que se demuestra que actuó con temeridad
a lo largo del proceso”,49
“El Código no ha extendido el beneficio de la
gratuidad a los sujetos emplazados en la relación
procesal; esto es, a los presuntos agresores, por lo que
su participación supone el pago de tasas judiciales y
demás gastos judiciales realizados en el proceso. En el
fondo, nos encontramos ante una discriminación positiva
entre pues quien es emplazado y peor aun tratándose de
47
3 Castillo Córdova, Luis. Op Cit. Pág. 51.
48
Cfr. Exp. 1607-2002-AA/TC Fj. 6
49
Mesía, Carlos. Op. Cit. Pág. 63
los procesos que vertebran lo que Mauro Cappelletti
denominó la jurisdicción constitucional de la libertad, se
trata aquí de personas que están siendo violadas o
amenazadas en complejos y heterodoxos derechos de
estirpe constitucional. En esta perspectiva es que se
manifiesta esa suerte de discriminación positiva, es decir,
tratar de igualar a los desiguales”.50

III. III. Economía Procesal

En lo que respecta a la economía procesal: (i) “Debe


tratarse de obtener el mayor resultado posible con el
mínimo de empleo de actividad procesal”. "El proceso se
realiza procurando que su desarrollo ocurra en el menor
número de actos procesales” artículo V del TP del CPC.
Ahorro de tiempo, de gastos y de esfuerzos en el
proceso. El principio procesal de celeridad debe ser
interpretado tomando en cuenta el principio de dignidad
humana y las garantías que ofrece el Estado Social y
Democrático de Derecho; y, (ii) Cfr. STC Exp. N° 00987-
2014-AA/TC., Fj. 18.51
Sobre el tema, dice Monroy52 que “el cumplimiento
de los actos con prudencia, es decir, ni tan lento que
parezca inmovilidad ni tan expeditivo que se renuncie al
cumplimiento de formalidades indispensables, es la
expresión adecuada de este principio. Esta es la
economía de tiempo; el gasto como otra materialización
del principio de economía procesal, tiene como finalidad
50
Eto Cruz, Gerardo. Palomino Manchego, José F. Op Cit. Pág. 296
51
“Por lo que hace al principio de economía procesal, este Tribunal ha establecido que si de los actuados
existen los suficientes elementos de juicio como para emitir un pronunciamiento sobre el fondo pese al
rechazo liminar de la demanda, resulta innecesario obligar a las partes a reiniciar el proceso, no obstante
todo el tiempo transcurrido. Con ello no sólo se posterga la resolución del conflicto innecesariamente, sino
que, a la par, se sobrecarga innecesariamente la labor de las instancias jurisdiccionales competentes”.
52
Monroy Gálvez, Juan. 1996. Introducción al Proceso Civil. Santa Fe de Bogotá. Temis. Tomo I., página 99.
impedir que los costos procesales produzcan indefensión
en cualquier etapa del iter procesal. La economía de
esfuerzo supone la omisión de actos procesales que
estando regulados, resultan innecesarios para la
obtención de los fines del proceso. El principio obliga a la
justicia constitucional soslayar los trámites superfluos o
redundantes de modo que se obtenga una sentencia
justa con el menor trabajo de jueces y auxiliares”.
Sobre lo mismo, en el Libro del CEC del TC se lee:
“(…) es una manera de que los actos no proliferen en un
proceso… es prever que hayan momentos estelares en
los que se ejecuten conjuntamente la mayor cantidad de
actos procesales. Esto se conoce con el nombre de
principio de concentración. Cfr., el artículo 53 del CPCo.
Corresponde al juez constitucional “detectar y
desvirtuar aquella conducta procesal que,
intencionalmente o no, dilate los procesos ocasionando
un gasto innecesario de tiempo, energía y dinero”.53
Sobre economía procesal, el ex Magistrado del TC
Eto Cruz54 transcribe dos parágrafos de la STC 5951-
2005-PA/TC Fj. 2 “En el presente caso, se ha producido
un rechazo liminar de la demanda conforme lo dispone el
artículo 47 del Código Procesal Constitucional. Sin
embargo, considerando que el demandante cuestiona la
existencia misma del proceso administrativo sancionador,
se observa que en el caso no se cumplen ninguno de los
supuestos de improcedencia a que se refiere el artículo 5
del referido Código; siendo así, corresponde declarar la
nulidad de todo lo actuado y disponer la admisión a
trámite de la demanda. No obstante, este Tribunal estima
que, pese al vicio en que se ha incurrido, existen en el
53
Exp. N° 00029-2007-PI/TC Fj. 9
54
Eto Cruz, Gerardo. Op. Cit. Pág. 203.
expediente suficientes elementos de juicio para conocer
del tema de fondo; por lo tanto, atendiendo al principio de
economía procesal emitirá pronunciamiento respecto de
si la sola existencia del procedimiento administrativo y la
posibilidad de imponer una sanción administrativa al
demandante implica una amenaza a su derecho al
debido proceso, concretamente de la garantía ne bis in
ídem.
El ex Magistrado García Toma55 al comentar el
principio de economía procesal, nos transcribe la opinión
de dos destacados juristas: “Tal como señala Rogelio
Moreno Rodríguez (Diccionario de ciencias penales.
Buenos Aires. Ad hoc. 2001) este ‘abarca todos los
mecanismos aptos para lograr un rápido y eficiente
diligenciamiento de los actos procesales’. Más aun, como
señala Eduardo Couture (Fundamentos del Derecho
Procesal Civil. Buenos Aires. Depalma. 1988. Pág. 189)
‘Una necesaria proporción entre el fin y los medios debe
presidirla economía del proceso’.

III. IV. Principio de Inmediación

En lo tocante al principio de inmediación 56: (i)


Respecto al HC cfr., los artículos 27, 30 y 31; y en el
Amparo, artículo 53; y, (ii) Cfr. STC Exp. N° 06846-2006-
PHC/TC Fj. 5 y STC Exp. N° 00048-2004-PI/TC Fj. 4 57.
Efectivamente, en palabras del Tribunal Constitucional
55
García Toma, Víctor. Op Cit. Pág. 22.
56
Expresión típica: oralidad: “Implica inmediación. Exigencia de que el juzgador se haya puesto en contacto
directo con las demás personas que intervienen en el proceso sin que exista entre ellos elemento alguno
interpuesto. Montero Aroca, Juan.
57
Cfr. Artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos “Toda persona tiene derecho a ser
oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal, civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.
“no sólo es posible, sino, en determinados casos,
indispensable, que el juez canalice ante sí la mayor
cantidad de elementos que le permitan arribar a una
decisión fundada en derecho, esto es, a concretizar el
valor justicia al interior del proceso”.
Este principio de inmediación “busca el
acercamiento espontáneo del juez a las partes para
recibir de ellas mismas su visión de los intereses en litigio
(inmediación subjetiva). Pero también el principio de
inmediación supone el contacto directo del juez con todos
los instrumentos y lugares que guardan íntima relación
con el proceso (inmediación objetiva)”.58
“En suma, el principio de inmediación en el proceso
constitucional tendrá especiales peculiaridades, en la
medida en que, conforme prescribe el artículo 9 del
propio Código, en los procesos constitucionales no existe
etapa probatoria. La norma establece que sólo son
procedentes los medios probatorios que no requieren
actuación, lo que no impide la realización de las
actuaciones probatorias que el juez considere
indispensables, sin afectar la duración del proceso (una
exhibición, una inspección ocular). (…). Así, en el caso
del Hábeas Corpus, la demanda puede establecerse
verbalmente donde se levantará acta ante el juez o
secretario (artículo 27). Y en el caso de las detenciones
arbitrarias, el juez puede constituirse al lugar de los
hechos, pudiendo verificar en tal hipótesis la detención
indebida y ordenar al instante la libertad y en los otros
supuestos distintos a la detención arbitraria (artículos 30
y 31). Señalemos que en el trámite del Amparo, el
artículo 53 establece que si el juez lo considera
58
Mesía Carlos. Op Cit. Pág. 64.
necesario, realizará las actuaciones que considere
indispensables, sin notificación previa a las partes.
Inclusive, puede citar en audiencia única a las partes y a
sus abogados para realizar los esclarecimientos que
estime necesarios. Los mismos aspectos procesales del
Amparo pueden aplicarse en el caso del Hábeas Data,
como lo tiene estipulado el artículo 65 del Código.” 59

III. V. Principio de Socialización Procesal

En lo que concierne al principio de socialización del


proceso: (i) Equiparación que debe hacer el juez
constitucional del ciudadano frente al Estado y también
del individuo más débil frente a un ente colectivo privado
de gran poderío económico. “El trato igual a los
desiguales se ha reputado con razón como la suprema
injusticia”60; y, (ii) “Es una de las manifestaciones del
tránsito del Estado Liberal hacia el Estado Social, de
manera tal que la falacia formalista en virtud de la cual el
principio de igualdad solo adquiere plena vigencia con
una conducta absolutamente pasiva y contemplativa del
Estado sucumbe ante los principios del
constitucionalismo social según los cuales ante los
múltiples factores que puedan situar a las partes en una
evidente situación de desigualdad, resulta imperativa la
intervención judicial a efectos de tomar las medidas
correctivas que aseguren un proceso justo”61.
Sobre lo mismo en la obra del CEC del TC notada,
se lee: “(…) facultad concedida al juez de intervenir en el
proceso a fin de evitar que las naturales desigualdades
59
Eto Cruz, Gerardo. Palomino Manchego José F. Op Cit. Pág. 300.
60
Bidart Campos, Germán J. Derecho Constitucional. Realidad, Normatividad y Justicia en el Derecho
Constitucional. Vol. II. Ediar. Buenos Aires, 1963, p. 159.
61
Cfr. STC 00048-2004-PI/TC Fj. 4.
en que concurren los litigantes ante él sean de tipo racial,
sexual económico, social, técnico o de otra naturaleza,
determinen el resultado del proceso”.
Se trata de hacer realidad otro valor constitucional:
el valor igualdad. “la solución justa sería impensable si se
permite que las desigualdades que traen las partes al
proceso logre manifestarse en el desarrollo del mismo y
en la sentencia final”; en palabras del TC, “deber del juez
de evitar que las desigualdades materiales existentes
entre las partes impidan la consecución de una decisión
judicial que sea reflejo cabal de la objetividad del
Derecho”62
“De este modo, el principio de socialización se
vincula con el debido proceso y la tutela judicial efectiva,
pues de nada serviría el acceso a la justicia si la
aplicación de las normas procesales terminan
desvirtuando el derecho sustantivo y, por consiguiente,
convirtiendo el acceso a la justicia en una simple
formalidad, en un mero cascarón".63
Como anota Carrión Lugo “este principio preconiza
el rechazo de fallos que sean el resultado de la influencia
del poderoso económicamente o del influyente
políticamente. Ningún elemento que no sea el derecho
debe servir para inclinar la injusticia a favor de uno u otro
litigante”64. Subyace en el principio de socialización del
proceso el parámetro normativo de la propia Constitución
que regula la igualdad ante la leu (2.2 de la CP). Sin
embargo, esa igualdad es insuficiente. En efecto, enseña
el profesor Bidart Campos que ‘la igualdad ante la ley,
entendida como la unidad de una misma ley para todos
62
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Pág. 55 y también Cfr. Exp. N° 00048-2004-PI/TC Fj. 4
63
Mesía, Carlos, Op. Cit. Pág. 65.
64
Citado por Eto Cruz y Palomino Manchego. Op. Cit. Pág. 301.
los individuos uniformados, es la igualdad injusta, porque
rechaza algo que la justicia impone: tratar de modo
distinto a quienes son también distintos”.65
El profesor principal de la PUCP66 doctor Espinoza-
Saldaña comenta así el principio de socialización: “Si
tomamos en cuenta que el Perú es un país pluricultural, y
donde además, nos guste o no, existen notorias
desigualdades económicas y sociales, además de
prácticas discriminatorias en temas tan sensibles como
raza o género, no puede ni debe dejarse de lado lo que
involucra el principio de socialización del proceso. No
puede dejar de apreciarse, como bien dejaba anotado
Hernando Devis Echandía, que cuando hablamos de
socialización nos encontramos en rigor refiriéndonos a
dos situaciones. A la posibilidad de que en el curso del
proceso las partes gocen de iguales oportunidades para
su defensa, y al rechazo de procedimientos que
establecen o reconozcan privilegios en base a
consideraciones raciales, económicas o sociales”.

III.VI Interdicción de la Arbitrariedad, Autonomía


Procesal e Interpretación Conforme a las Normas
Internacionales sobre derechos Humanos.

El ex Presidente del Tribunal Constitucional, doctor


César Landa67 anota como primer principio del derecho
procesal constitucional, el de ‘Interdicción de la
Arbitrariedad’. Expresa: “La Constitución establece
como deberes primordiales del Estado ‘defender la
soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los
65
Bidart Campos, Germán J. Op. Cit. Pág. 158 y ss.
66
Espinoza-Saldaña Barrera, Eloy. Op. Cit. Pág. 36.
67
Landa Arroyo, César. Los Procesos Constitucionales en la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Palestra Editores SAC. Abril 2010. Pág. 32.
derechos humanos, proteger a la población de las
amenazas contra su seguridad y promover el bienestar
general que se fundamenta en la justicia y en el
desarrollo integral y equilibrado de la Nación (artículo 44),
así mismo, que el poder del Estado emana del pueblo.
Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y
responsabilidades que la Constitución y las leyes
establecen (artículo 45). De donde se establece
positivamente el deber estatal de tutelar los derechos
fundamentales; así como, negativamente, el principio de
interdicción de la arbitrariedad. (…). Así la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional ha proscrito los excesos del
poder por parte de los órganos del Estado y de los
particulares (…). Dicho principio tiene un doble
significado: (a) En un sentido clásico y genérico, la
arbitrariedad aparece como el reverso de la justicia y el
derecho. (b) En un sentido moderno y concreto, la
arbitrariedad aparece como lo carente de
fundamentación objetiva; como lo incongruente y
contradictorio con la realidad que ha de servir de base a
toda decisión. Es decir, como aquello desprendido o
ajeno a toda razón de explicarlo. STC Exp. N° 0090-
2004-AA/TC Fj. 12.
El mismo profesor principal de la PUCP menciona
como segundo, el Principio de Autonomía Procesal.
Explica que ‘el juez constitucional goza de un margen
razonable de flexibilidad en su aplicación de manera que
toda formalidad resulta finalmente supeditada a la
finalidad de los procesos constitucionales. (…) El TC es
titular de una autonomía procesal para desarrollar y
complementar la regulación procesal constitucional a
través de la jurisprudencia. (…). Este sacrificio de las
formas procesales sólo puede encontrar respaldo en una
única razón: la tutela de los derechos, por lo que toda
práctica procesal que se apoye en este andamiaje teórico
para atropellar los derechos o para disminuir su cobertura
debe ser rechazado como un poder peligroso en manos
de los jueces. Cfr. STC N° 4119-2005-PA/TC Fj. 38.
En lo tocante al principio iura novit curia y suplencia
de queja, el profesor principal de la PUCP afirma: “El
objeto de la demanda está constituido por dos elementos:
el petitum y la causa petendi. El petitum se expresa en el
pedido de una resolución judicial que tutele el derecho
violado, la causa petendi se manifiesta en la
identificación y determinación del hecho constitutivo del
derecho a tutelar, además del hecho que determina el
interés de obrar en juicio. La causa petendi es entonces
la razón, el por qué, o, más exactamente aun, el título de
la demanda”.68
El magistrado del Tribunal Constitucional Espinoza-
Saldaña lo explica así: “En cualquier caso, debe quedar
claro que la actuación jurisdiccional a la cual venimos
haciendo referencia, el ejercicio del Iura Novit Curia, tiene
que efectuarse muy cuidadosamente, pues no puede
constituirse en el pretexto para que el juzgador se
subrogue en el lugar de las partes, y las haga decir lo
que ellas no quisieron decir. Dicho en términos más
técnicos, el uso de Iura Novit Curia no puede ir contra la
congruencia judicial, contra el deber del juzgador de
emitir sentencias conformes a las peticiones de las
partes. Es por ello que la aplicación del Iura Novit Curia
no le permite al juez alterar los hechos, variar el objeto de
la pretensión o petición concreta que se le hace, o
68
Landa Arroyo, César. Op. Cit. Pág. 38.
subsanar las imprecisiones en las cuales podría haberse
incurrido para determinar el objeto de la pretensión. La
labor de dirección e impulso del proceso que debe asumir
un juez tiene límites, incluso si lo que se dice buscar es
preservar la supremacía constitucional”69.
El TC ha fijado los términos de aplicación del
principio iura novit curia afirmando que en ningún caso el
juez puede apartarse de la pretensión expuesta por las
partes, pues de lo contrario atentaría contra otros
principios básicos del proceso como el contradictorio y el
principio de congruencia.70
El profesor Luis Castillo Córdova71 explica la
suplencia de queja deficiente de este modo: “institución
de origen mexicano72 muy estrechamente relacionada al
principio iura novit curia. Aquel principio complementa a
éste debido a que el iura novit curia se circunscribe al
derecho no invocado o invocado erróneamente, mientras
que la queja deficiente se amplía a otros supuestos como
son la correcta precisión de los actos lesivos o del
petitorio. (…). Los errores que pueden ser objeto de
corrección a través del principio de queja deficiente son
los relacionados con la identificación del derecho
fundamental agredido, o con los actos lesivos o con los
fundamentos de derecho de la pretensión.73
Para el profesor de la Universidad de Piura 74 el
Principio de Interpretación conforme a las Normas
internacionales sobre Derechos Humanos se
69
Espinoza-Saldaña Barrera, Eloy. Op. Cit. Pág. 37-38.
70
STC Exp. N° 2094-2005-AA/TC Fj. 2
71
Op. Cit. Págs. 64 y 65.
72
Carpio Marcos, Edgar. La suplencia de queja deficiente en el amparo: un análisis comparativo. En
Castañeda Otsu, Susana. Coordinadora. Derecho procesal Constitucional. Tomo II Jurista editores. Lima,
2004. Pág. 697.
73
Cfr. Expedientes N°s 8078-2005 PA/TC Fj 2; 2397-2003-AA/TC Fj. 4 y 0509-2000-AC/TC Fj. 6.
74
Castillo Córdova, Luis. Op. Cit. Pág. 65 y 67.
encuentra recogido en el artículo V del TP del CPCo.,
concordante con el artículo 55 de la CP y con la Cuarta
Disposición Final y Transitoria de la misma Carta Magna.
En palabras del TC “el ejercicio interpretativo que realice
todo órgano jurisdiccional del Estado para determinar el
contenido constitucionalmente protegido de los derechos
fundamentales, debe estar obligatoriamente informado
por las disposiciones de los tratados internacionales de
derechos humanos y por la interpretación de éstas
realizada por los tribunales internacionales sobre
derechos humanos a través de sus decisiones”.75

IV. NOTA CONCLUSIVA

En esta ponencia se han tratado los (i) fines de los


procesos judiciales, artículo II; (ii) los principios procesales,
artículo III; (iii) la interpretación de los derechos
constitucionales desde la Declaración Universal de Derechos
Humanos y los Tratados sobre la materia, artículo IV; (iv) la
doctrina jurisprudencial y el control difuso, artículo VI; el
precedente vinculante, artículo VII; el iura novit curia, artículo
VIII; y los códigos procesales complementarios, si fuere del
caso, artículo IX. El artículo I sólo hace referencia a los siete
procesos constitucionales regulados en el Código; y el
artículo IV a que ellos son de conocimiento del Poder Judicial
y del Tribunal Constitucional con arreglo a ley. En suma, ha
sido tratado todo el Título Preliminar.

75
Exp. N° 01458-2007-PA/TC Fj. 3.

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