Está en la página 1de 2

El obstáculo del orgullo

Devoción del 21 de enero


De sus amigos en RayStedman.org

Lea: Marcos 11:1-25

Por tanto, os digo que todo lo que pidáis


orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis
algo contra alguien, para que también
vuestro Padre que está en los cielos os
perdone a vosotros vuestras ofensas.
Marcos 11:24-25

Lo que Jesús está diciendo es: “El gran obstáculo para poder tener
fe en Dios es el orgullo, un orgullo que se niega a perdonar. Eso es
como una montaña que llena toda su vida, y todo lo que puede
ver usted es esa enorme montaña que aparece ante usted y que
está bloqueando la vida de Dios en su vida. Usted tiene el poder
para hacer que eso sea eliminado si, cuando usted se pone en pie
y ora, perdona usted a aquellas personas que le han ofendido”.
Porque lo único que impide que nos perdonemos los unos a los
otros es el orgullo. Creemos estar justificados en desear que otros
nos perdonen a nosotros, pero también sentimos que debemos
exigir un precio por el daño que nos han causado a nosotros. Así
que, de muchas maneras, de modo sutil o directo y abiertamente,
insistimos en que no perdonaremos, que los que nos han ofendido
deben pagar por lo que nos han hecho. De alguna manera, vamos
a obligarles a que se arrastren, hacer que supliquen o que se
humillen pidiendo perdón. “Y eso”, dice Jesús, “es una gran
montaña que es preciso quitar de en medio, porque está
bloqueando el fluir de la vida de Dios en su fe”. De modo que
cuando se ponga usted en pie y ore, la vida fluirá de Dios cuando
pueda usted reconocer que también usted necesita el perdón. Dios
le ha perdonado a usted; Dios se lo ha ofrecido a usted
gratuitamente; así que concédalo usted de la misma manera a la
persona que le haya ofendido.

Después de muchos años de ministerio, yo puedo insistir en que


esto es verdad. La cosa que por encima de ninguna otra bloquea
el fluir de la vida de Dios a la persona, a la iglesia o a la nación, es
que seamos incapaces de perdonar, el que nos aferremos a
nuestros rencores, este deseo de humillar a alguien a fin de que
nos sintamos bien, el que no estemos dispuestos a dejar a un lado
estas cosas y a permitir que Dios sane lo que nos ha hecho daño
en la vida.

Es por ello que Jesús da en el blanco sobre una cosa. ¿No es esto
asombroso? La nación de Israel perdió su vida porque no quiso
perdonar a los gentiles, a los romanos, que les habían ofendido y
causado dolor. En lugar de ello, se empeñó en su propia justicia al
respecto y miró con orgullo a Dios, diciendo: “Doy gracias a Dios
porque no soy como esas otras personas”. Dios dice que esto es lo
que acaba con la vida de una nación, que es lo que acaba con la
vida de la iglesia, y además es lo que acaba con la vida espiritual
de la persona, haciendo que quede separada.

Padre, cuántas veces me he negado a pronunciar una palabra de


perdón, a realizar un acto de restauración, sólo para sentirme
atormentado por los temores, las ansiedades y las
preocupaciones. Te doy gracias porque Tú me has perdonado por
medio de Jesucristo. Enséñame a conceder este mismo perdón a
los que me rodean.

Aplicación a la vida

¿Cuál es el mayor obstáculo para el perdón que todos necesitamos


conceder y recibir para sanar las relaciones? ¿Cómo podemos
nosotros ser un conducto de la asombrosa gracia y misericordia de
Dios?

También podría gustarte