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La cura al conflicto

Devoción del 26 de marzo


De sus amigos en RayStedman.org

Lea: Filipenses 4:2-5

Ruego a Evodia y a Síntique que sean de un


mismo sentir en el Señor. Filipenses 4:2

En estos pocos versículos Pablo enciende el foco sobre el problema


que ha sido débilmente discernible a lo largo de toda esta carta.
Había en la iglesia de Filipos dos encantadoras señoras que se
estaban peleando la una con la otra. Estaban en algún tipo de
desacuerdo, y la disputa se había extendido a otros en la iglesia.
Algunos estaban tomando partido, y estaba empezando a amenazar
la unidad de la iglesia. No se habían dividido todavía, no era una
división de iglesia, pero estaban a punto de ello.

Él dice lo que se necesita para resolver la dificultad; es la base de la


maravillosa revelación que se da en esta carta de la vida que
tenemos en Jesucristo. Ahora se trata de tomar acciones prácticas;
hay dos cosas que deben hacerse: primero, ser de un mismo sentir
en el Señor. Eso significa encontrar intereses comunes. Tú sabes
cómo son las cosas cuando tienes una disputa con alguien o su
personalidad te cae gorda ―son una de esas personas irritantes que
siempre hacen las cosas de forma distinta o es difícil vivir con ellas―
y nuestra tendencia es a decir: “Oh, no tenemos nada en común con
ellos”, y nos vamos cada uno por su lado. Pero el apóstol dice que
esto está absolutamente mal para los cristianos. La separación entre
los creyentes en Jesucristo nunca debe permitirse, así que está mal
el decir que no tenéis nada en común. Los cristianos siempre tienen
algo en común en el Señor. Por lo tanto, deben estar de acuerdo y
llevarse bien en el Señor.
Es imposible saber de qué se trataba este pleito, pero no es
necesario que sepamos. Para cualquier área de desacuerdo, siempre
hay grandes áreas de acuerdo en el Señor para los creyentes. El
apóstol está animando a estas dos mujeres a juntarse y conversar
acerca de ellas, y desde ese acuerdo empezar a tratar los problemas
en los que no están de acuerdo. Pronto encontrarían que, al empezar
desde esa base, las áreas de desacuerdo empezarían a disminuir
hasta desaparecer y ellas quedaran de acuerdo en el Señor.

Lo segundo que hay que hacer es el tema de la carta: “Gozaos en el


Señor”. Esto también es necesario. Para poder estar de acuerdo es
necesario encontrar el sitio donde puedas empezar a regocijarte en
lo que está ocurriendo. “Regocijáos en el Señor siempre. Otra vez
digo ―esta es la marca de la madurez espiritual―: ¡Regocijáos!”
(4:4). “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para
con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18), les escribe a
los tesalonicenses. Aprende que todo lo que entra en tu vida, incluso
aquellos irritantes desacuerdos con otros, es mandado por el Señor
para revelar algo en tu corazón que no has visto, o para darte la
oportunidad de manifestar la dulce sensatez del Señor Jesús.

Padre, en los conflictos y los desacuerdos en los que me encuentro


con mis hermanos y hermanas en Cristo, enséñame a estar de
acuerdo con ellos, juntos en el Señor, y a regocijarnos de que
mediante estas luchas puedas obrar Tu buen propósito en cada uno
de nosotros.

Aplicación a la vida

¿Estamos aprendiendo a ver los desacuerdos con otros cristianos


como oportunidades para afirmar nuestra unidad espiritual en Cristo
y a ahondar nuestro mutuo júbilo en ser Sus sirvientes?

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