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Paradigmas de producción
de conocimientos
Positivista
Realista
Hermenéutico
Interaccionista
Positivista Predicción
Realista Explicación
verificación-cuantitativa
Hermenéutico Interpretación
Interaccionista Asociación
comprensión-cualitativa
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El paradigma positivista
El primer paradigma es el llamado positivista. Algunos lo
identifican también como paradigma naturalista, en tanto
que se asocia a las ciencias naturales. Se caracteriza por el
alto interés en la verificación del conocimiento, sobre todo a
través de las predicciones.
Algunos lo han llamado también el paradigma “predic-
cionista”, pues lo importante en éste es plantear una serie de
hipótesis futuras, con base en datos elaborados empíricamen-
te, esto es, con base en la observación de fenómenos repe-
tidos y comprobados exhaustivamente, por lo que ha sido
el paradigma sobre el que históricamente se ha erigido el
desarrollo de las ciencias naturales o exactas. Por los duros
criterios de exhaustividad y comprobabilidad que exige este
paradigma, lo que le importa, ante todo, es la cuantificación
y la medición. Por medio de la cuantificación y medición de
los resultados de largas secuencias de repeticiones, se llega
a distinguir tendencias y regularidades, a plantearse nuevas
hipótesis y a construir nuevas teorías. En ese sentido es un
paradigma que se basa en procedimientos estrictamente
cuantitativos.
En tanto, todo debe contarse y medirse, el paradigma
positivista se ancla en la estadística, que es una forma de
acercarse a la totalidad de un universo por medio de mues-
tras representativas. La estadística, como se sabe, se basa
en la teoría de probabilidades, a través de la cual se corren
ensayos probabilísticos en diferentes disciplinas, como la
física y la biología, y hoy se pueden hacer precisiones muy
finas sobre el impacto de elementos en la materia o en el
diagnóstico puntual de enfermedades concretas, por pro-
poner tan sólo dos ejemplos.
Uno de los mayores aprendizajes derivados de este pa-
radigma es la comprobación de las hipótesis formuladas,
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Un paréntesis: lo científico,
lo no científico y lo acientífico
Vale la pena hacer un paréntesis en la descripción de los cua-
tro paradigmas anunciados para entender este punto de lo
científico. Se debe aclarar muy bien que lo científico y lo no
científico es una cosa y lo acientífico, otra. Si se sigue pen-
sando que sólo el conocimiento científico, en el sentido de
positivista, es el único “válido”, entonces mejor ni intentar co-
nocer otros paradigmas. Pero si se entiende que otros modos
de crear conocimiento no cuantificado ni replicable también
son “productivos” —es preferible no utilizar la palabra válido,
porque es un término incubado desde el positivismo—, en-
tonces debe abandonarse la discusión acerca de si los otros
paradigmas son o no científicos, porque, sencillamente, des-
de ese parámetro de mensuración “objetiva”, no lo son.
No son científicos en el sentido estricto del positivismo,
pero eso no significa que no generen conocimiento tan útil,
aplicable y pertinente a sus propios objetos como el positi-
vismo a los suyos. Y atención, porque no se trata de decir
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El paradigma realista
El paradigma realista es, en cierta forma, una variante del
positivismo, aunque tiene su propio estatus. Aquí no es tan
importante la predicción, pues se asume que no es lo mismo
que la explicación. Ésta es una divergencia aparentemente
menor, pero en realidad ha sido motor de grandes debates
en la historia de la filosofía y sigue siendo un punto nodal
de la epistemología contemporánea (Scheffler, 1983).
El paradigma realista asume la búsqueda de causas co-
mo lo central en la generación de conocimiento científico,
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El paradigma hermenéutico
El paradigma hermenéutico se diferencia del positivista y
del realista en que atribuye mayor peso a la interpretación
que los sujetos dan a los hechos que a la búsqueda de causas
o consecuencias puntuales, objetivas y neutrales que perma-
necen fuera de la subjetividad de éstos. En relación con este
punto, sería muy útil una reflexión de William Thomas: “da
lo mismo si una situación es verdadera o no: lo importante
es que si los sujetos definen una situación como real esta
será real en sus consecuencias” (Thomas: 1928: 571).
De alguna manera, tanto el paradigma positivista como el
realista han basado la verdad de su conocimiento en des-
cubrir los elementos que intervienen objetivamente en de-
terminados acontecimientos o procesos, en tanto que el
hermenéutico explica que no le interesa llegar a un cono-
cimiento objetivo, sino a uno consensuado. Lo que importa
es entender que existen acuerdos en que algo es de tal o
cual forma, independientemente de que lo sea, porque la
interpretación de un hecho es lo que dispone sus últimas
dimensiones (el hecho de que los gérmenes no fueran co-
nocidos en el xvii no quiere decir que las personas no tuvie-
ran consensuada una interpretación, por más errónea que
fuera, de las enfermedades y sus causas, interpretación que
llevaba a prácticas con consecuencias puntuales, muchas de
las cuales, por ejemplo, resultaban más nocivas que la en-
fermedad misma).
Lo importante, desde ahí, es la interpretación del inves-
tigador sobre las interpretaciones de los otros que se inscri-
ben en el fenómeno (pues, que quede claro, el investigador
no está, no puede estar, fuera del marco de interpretación,
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El paradigma interaccionista
Este paradigma retoma las mismas premisas que el herme-
néutico, pero lo lleva un grado más adelante, al buscar la in-
terconexión interactuante entre los elementos contextuales
de un fenómeno. También se le identifica como paradigma
asociacionista, en la medida que su objetivo reside en aso-
ciar elementos que a simple vista no lo están. Aquí, al igual
que en el paradigma hermenéutico, no importa llegar a un
conocimiento objetivo: lo importante es comprender qué
elementos están interconectados con otros e interactuando
para dar lugar a determinado fenómeno: aprehender las co-
nexiones o desconexiones entre unos y otros.
Desde esta perspectiva, el trabajo del investigador con-
siste en asociar ciertos elementos, cuya relación no es obvia
ni evidente, para producir un conocimiento nuevo basado
en esa relación invisible. Por ejemplo, ¿qué pasa entre lo
que piensa una madre de familia respecto de la educación
formal de sus hijos y la cantidad de horas que ellos pasan
conectados a las diversas pantallas? A simple vista, para la
madre, la escuela educa formalmente y los videojuegos di-
vierten, sin que advierta que ciertos procesos cognitivos
(detonados por el videojuego) tengan importante inciden-
cia en la forma de aprovechar la lectura de un libro de texto,
que se supone instaura conocimientos formales. A simple
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Lo particular y lo general
en la metodología cualitativa
La descripción de los paradigmas de producción de co-
nocimiento invita a seguir formulando preguntas, cuyas
respuestas redundarán en un análisis más rico y profundo
de aquéllos. Una de las interrogantes posibles es ¿el para-
digma asociacionista no corre el riesgo de ser demasiado
específico?
En la investigación cualitativa se ha multiplicado el tipo
de objetos de investigación; por ejemplo, hay estudios que
se centran en ver a la señora Martínez, a los cuarenta años,
durante el mes de agosto. ¿Cómo ve la telenovela de tal
canal? De ahí surgen múltiples relaciones, pero sigue tra-
tándose de una sola persona, de un solo caso. Es decir, se
alcanza un conocimiento tan detallado de algo, que no sir-
ve para relacionarlo con otro, a menos que se multiplique y
entonces se concluyera: “pareciera que el caso de la señora
Martínez es igual a otros veinte más”.
El estado en que se encuentra actualmente la investiga-
ción cualitativa es de una enorme dispersión, a veces exage-
rada, en la que casos tan irrepetibles y únicos imposibilitan
comparar y situar lo obtenido como parte de un conglome-
rado mayor.
Esto no significa que los casos específicos no tengan
otro valor: tienen uno que permite ver a detalle; por ejem-
plo, en el caso específico de una persona, observar a profun-
didad su relación con el melodrama televisivo nos permite
generar datos para intuir otras hipótesis y otros plantea-
mientos, pero ¿cuál es la relevancia que tiene para el cono-
cimiento en general del fenómeno sociotelevisivo? En sí
mismo, muy poco, porque es un caso irrepetible y único,
que sería el de esta señora, pero no necesariamente el de
alguien más. Como imaginamos, siempre hace falta tiempo
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