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Historia de la farmacia
Edward Jenner
e Ignaz Philipp Semmelweis
Vacunas y antisépticos antes de la teoría microbiana
debía producirse la enfermedad y era preciso que ni identificado. Jamás supieron el nombre del germen
pudieran identificarse nuevamente los mismos gérme- que producía la viruela o mataba a las parturientas, no
nes en sus tejidos. Una vez demostrado que un deter- dispusieron de los cultivos de esos gérmenes previa-
minado germen era el causante de la transmisión de mente identificados para desarrollar vacunas, antisépti-
una enfermedad, empezaba la búsqueda de opciones cos, quimioterápicos o antibióticos. Pero su capacidad
terapéuticas: identificar sustancias que destruyeran los de observación, en ausencia de teoría microbiana, le
cultivos de los gérmenes y desarrollar vacunas que permitió a Jenner introducir la primera vacuna y a
inmunizasen contra la enfermedad. Semmelweis, el primer antiséptico.
A partir de la formulación de la teoría microbiana Algunos autores atribuyen ambos descubrimientos al
los investigadores tienen el camino despejado: conocen azar, a la serendipia. Sin embargo, son dos aportaciones
el germen, le dan nombre, lo colorean para observarlo basadas en la observación y la reflexión sobre lo observa-
mejor y ensayan sistemáticamente sustancias que inhi- do, por lo que no debe restarse mérito alguno a Jenner y
ban el crecimiento bacteriano y más tarde intentan Semmelweis. Antes al contrario, las condiciones en que
convertir esas sustancias en medicamentos. El camino realizaron su aportación, sin teoría microbiana y con la
fue largo y complicado y los primeros antibióticos no oposición de sus colegas, hace más meritoria su obra.
aparecieron hasta el siglo XX. Jenner y Semmelweis no disponían de la teoría micro-
biana para justificar la vacunación y la antisepsia, no
Observación, reflexión y serendipia podían demostrar que la viruela y la fiebre puerperal se
debían, respectivamente, al virus variola y a diversos
Resulta sorprendente, en cambio, que con anteriori- estreptococos, enterococos y proteus, entre otros gérme-
dad a la teoría microbiana, sin haber sido postulados nes que pueden causar infecciones del tracto genital
sus principios y sin saber qué microbio concreto era el femenino después del parto o del aborto. Sólo sabían
causante de la enfermedad, se produjeran dos avances que se podía vacunar contra la viruela y destruir con
de gran trascendencia: la vacunación antivariólica de cloruro cálcico el veneno que según Semmelweis causa-
Edward Jenner y la introducción del cloruro cálcico ba las fiebres puerperales. Por ello hubieron de soportar
como antiséptico contra la fiebre puerperal por parte críticas, descalificaciones y burlas, sobre todo Semmel-
de Semmelweis. Estos dos autores no conocían previa- weis, que sufrió en vida la incomprensión general y
mente el germen patógeno, que no había sido aislado murió deprimido y al borde de la locura.
Historia de la farmacia
Estatua de Jenner,
en Tokio. Retrato de Semmelweis.
Historia de la farmacia
Semmelweis.
Semmelweis,
según Louis-Ferdinand Céline
«La forma carece de importancia, lo que cuenta es el fondo.
Y éste, supongo, es todo lo rico que se quiera. Demuestra el
peligro que existe en pretender demasiada felicidad para los
hombres. Es una vieja lección, siempre actual.
Suponed que, de la misma manera, surge hoy día otro ino-
cente que se dedica a curar el cáncer. ¡Ni siquiera puede ima-
ginarse a qué son tendría que bailar de inmediato! ¡Resultaría
verdaderamente fenomenal! ¡Ah, que se arme de prudencia!
¡Ah!, más le valdrá ser precavido. ¡Que mantenga perramente
sus precauciones! ¡Más botín ganaría alistándose al instante en
cualquier legión extranjera! Nada se da gratis en este bajo
mundo. Todo se expía; el bien, como el mal, tarde o tempra-
no se paga. El bien, forzosamente, resulta mucho más caro».
Louis-Ferdinand Céline.
Historia de la farmacia
Idealización de la aplicación de la
vacuna.
Solicita que los estudiantes de la sala de Klein pasen a la pesar de que el remedio era una simple cubeta de clo-
sala de Bartch: la mortalidad sube del 9 al 27%. Decide ruro cálcico en la que lavarse las manos. Sólo le apoyan
preparar una solución de cloruro cálcico y obligar a que Skoda, Rokitansky, Hébra, Heller y Helm. Prevalece la
se laven las manos los estudiantes que hayan trabajado en opinión del influyente Klein y el 20 de marzo de 1849
el pabellón de disecciones ese día o el anterior. La mor- Semmelweis es expulsado de la Maternidad.
talidad desciende al 12%. Consulta los archivos de la Se traslada a Budapest en plena revolución contra los
Maternidad de Viena desde 1784 hasta 1848 y cruza los húngaros y vive en condiciones penosas. Tiene hambre
datos de partos, defunciones y tasas de mortalidad. Él y un brazo y una pierna fracturados. Su amigo, el doc-
mismo es el causante de varias defunciones: en junio de tor Markusovsky, consigue que lo acepten en la Mater-
1848 asiste de cáncer de útero a una mujer y a continua- nidad de San Roque de Budapest, dirigida por el doc-
ción explora a cinco parturientas. Las cinco mueren de tor Birley. Allí redacta su obra fundamental: De la etio-
fiebre puerperal. En consecuencia, los vectores de la logía, el concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal. Sus
enfermedad son las manos, que hay que limpiar minu- consejos higiénicos son ignorados también en Budapest
ciosamente, y no sólo contaminan los cadáveres sino y Semmelweis se desespera y comienza a deprimirse y
también a los enfermos. Decide que se laven las manos a utilizar un tono desequilibrado, como en la carta que
con cloruro cálcico todas las personas que examinen a dirige a todos los profesores de obstetricia: «Mi descu-
las embarazadas: la mortalidad cae al 0,23%. brimiento, ¡ay!, depende de los tocólogos. Y con esto
La demostración es irrefutable, pero no le hacen ya está todo dicho (...) Llamo asesinos a todos los que
caso: Semmelweis es un modesto médico húngaro que se oponen a las normas que he prescrito para evitar la
está acusando de suciedad y descuido a las celebridades fiebre puerperal. Contra ellos, me levanto como
médicas de la próspera y poderosa Viena. Se le acusa resuelto adversario, ¡tal como debe uno alzarse contra
de haber falseado las estadísticas y de que su experi- los partidarios de un crimen! Para mí no hay otra
mento es erróneo y no puede ser reproducido. forma de tratarles que como asesinos. ¡Y todos los que
tengan el corazón en su sitio pensarán como yo! No es
Rechazado y enfermo necesario cerrar las salas de maternidad para que cesen
los desastres que deploramos, sino que conviene echar
Mientras los médicos polemizaban y se negaban a dar a los tocólogos, ya que son ellos los que se comportan
su brazo a torcer, las parturientas seguían falleciendo, a como auténticas epidemias...».
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