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Joseph Aguilar Diaz

X. LA NUEVA POLÍTICA
Cuando los ingleses asumieron el control de la India en 1818, heredaron un país
muy diferente al del esplendor de los grandes mogoles. Enfrentaron una tierra
devastada, con ruinas que recordaban tiempos más prósperos: fortalezas
desmanteladas, palacios abandonados y sistemas de agua en deterioro. Las
guerras prolongadas habían causado estragos en la estructura social y económica
de la región. Aunque los ingleses reconocieron el potencial latente detrás de la
cultura india, muchos percibieron el territorio como una tierra moribunda,
fragmentada y carente de esperanza. El sistema político anterior, basado en la
supremacía mogola, había colapsado, y aunque los marathas intentaron reemplazar
a los mogoles, fracasaron. La India central estaba sumida en la anarquía, mientras
que en la India británica, aunque había orden, la población se sentía pasiva y
desesperanzada. Las políticas fiscales y los monopolios británicos provocaron
descontento entre las clases altas y bajas, y el gobierno británico era visto como
remoto y desconectado de la población local. Solo en Calcuta, hubo indicios de un
renacimiento intelectual y económico.

Durante un periodo tumultuoso en la India, el deterioro económico reflejó la


inestabilidad política del país. Las prácticas de pillaje por parte de los ejércitos
dificultaron el comercio, llevando a la paralización del intercambio entre distritos y
ciudades, aunque los grandes puertos aún mantenían cierta actividad centrada en el
comercio indio-británico. Simultáneamente, la industria textil manual se vio afectada
por las importaciones procedentes de Lancashire. Social y culturalmente, la nación
enfrentaba numerosos desafíos: bandidaje endémico, prácticas religiosas extremas
como el culto a los thugs y el rito del sati, y una oleada de ascetas armados,
incluidos los sikhs, que pasaron de prácticas pacíficas a militantes. Las artes y la
vida intelectual también sufrieron debido a la falta de patrocinio e inspiración, con
excepciones como el surgimiento del urdu y la influencia teológica de Shah
Wali-ullah. Mientras tanto, los británicos, al observar la situación, debatían
intensamente sobre el futuro de la India y las responsabilidades de su dominio.

A mediados del siglo XIX, el debate sobre cómo Inglaterra debía gobernar y
relacionarse con la India atravesó diversos puntos de vista antes de llegar a una
directiva política. Mientras que los conservadores, representados por figuras como
Hastings y Wilson, proponían mantener la situación y las tradiciones existentes,
otros grupos, como los evangélicos, buscaban propagar la fe cristiana y combatir las
prácticas que consideraban inhumanas. Por otro lado, los radicales y utilitaristas
defendían la adopción de ideas occidentales basadas en la razón y la ilustración.
Una generación más joven de funcionarios de la compañía británica en India
abogaba por cambios graduales y considerados. Eventualmente, la combinación de
visiones de radicales y evangélicos prevaleció, marcando un giro significativo en el
desarrollo indio y estableciendo un precedente para las relaciones entre Europa y
Joseph Aguilar Diaz

Asia durante el siglo XX. Esta decisión no solo afectó a Inglaterra e India, sino que
tuvo repercusiones en todo el mundo.

Lord William Bentinck, gobernador general de India entre 1828 y 1835, dirigió las
políticas coloniales británicas durante un periodo de cambio significativo. Aunque
anteriormente los esfuerzos por promover la actividad misionera cristiana y abordar
cuestiones como el sati (ritual de quemar a las viudas) habían sido pospuestos, bajo
el liderazgo de Bentinck, la administración británica comenzó a tomar medidas
decididas contra estas prácticas. Nombrado gobernador debido a sus conexiones
políticas y la necesidad de austeridad financiera, inicialmente se centró en la
economía, transformando un déficit considerable en un superávit. Reformó la
administración agraria y el sistema judicial, permitiendo a los indios ocupar altos
cargos judiciales. Sin embargo, sus acciones más destacadas fueron la prohibición
del sati y la erradicación del thug (asesinatos rituales en honor a la diosa Kali),
reflejando un intento de imponer valores occidentales en la sociedad india. Sin
embargo, respetó muchas otras costumbres locales, mostrando cierta tolerancia
hacia las tradiciones indias.

Bentinck implementó medidas en la India que sentaron las bases para la


introducción de ideas e instituciones occidentales en el país, especialmente en el
ámbito educativo. Hasta 1813, la educación en la India se basaba en modelos
tradicionales. Sin embargo, la Charter Act de 1813 destinó fondos para revitalizar la
literatura y promover el conocimiento científico entre los indios. Aunque se generó
una controversia sobre si se debía priorizar la instrucción oriental u occidental,
Bentinck y sus aliados, incluido Macaulay, decidieron promover la educación en
lengua inglesa y el conocimiento occidental. Como resultado, se establecieron
escuelas que enseñaban en inglés y el inglés reemplazó al persa como lengua
oficial. Además, se introdujo la ciencia y la tecnología occidentales, y el derecho
público indio comenzó a ser codificado basándose en procedimientos ingleses.

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