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SUPREMO CONSEJO DEL GRADO XXXIII

PARA LA REPÚBLICA DE CHILE

Nombre del Cuerpo Escocés: HIRAM NRO 17


Grado del Cuerpo Escocés: IV N°: 17 Ciudad: Los Angeles
Título del Tema: PODER. Definición, enfoque Psicologico y Sociologico
Formación Científico Cultural

N° del Tema según el Plan General de Docencia: C-15 (P. Ej.: C-5)

Tipo de - Individual: x Sólo si es Grupal, indique el Tipo de Trabajo:


Trabajo:  Seminario  Simposio
(marque - Grupal:  Mesa Redonda  Foro
con una X)  Panel  Otro (indicar):
Fecha de ______________________
Presentación: 17/10/2020
(dd-mm-aaaa)

Nombres de los Autores del Trabajo: Firmas de los Autores:


1: Guillermo Alejandro Quintero Letelier _____________________________________

2: _____________________________________

3: _____________________________________

4: _____________________________________

5: _____________________________________

6: _____________________________________

7: _____________________________________

8: _____________________________________

9: _____________________________________

10: __________________________
(Si participan más de 10 hermanos (lo que no es recomendable), use el reverso de esta hoja).
Remitido al Sob Trib Gr XXXI el (dd-mm-aaaa):

Nombre del Presidente: HUGO MENA VALDEBENITO Grado: 32


Título del Presidente: PODEROSO MAESTRO
Firma del Presidente: __________________________________________________

E. Moreno M. – Abr.2011
U.·. T.·. O.·. A.·. A.·. G.·. I.·.
Universi Terrarum Orbis Architectonis Ad Gloriam Ingentis

Ordo ab Chao
“Orden desde el caos”

INTRODUCCION

¿QUÉ ES EL PODER?

Hay dos maneras de abordar el concepto de poder:


I.-Contemplando el poder como algo externo e independiente a la persona (visión
sustantiva).
II.-Contemplando el poder como una relación social (visión estratégica).

I.-Visión sustantiva del poder (algo externo e independiente a la persona):


Desde esta perspectiva, se concibe el poder como algo externo e independiente a la
persona.
Estas son las definiciones de “poder” que algunos autores hacen desde esta
perspectiva:
a).-Weber: “Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una
relación social aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa
probabilidad”.
b).-Blau: “Poder es la capacidad de personas o grupos para imponer su voluntad a
otros, a pesar de la resistencia, mediante disuasión bien en la forma de otorgar
recompensas bien castigando”.
c).-Robbins: “Poder es la capacidad que tiene A de influir en el comportamiento de B,
de modo que B actúe de acuerdo con los deseos de A”.

II.-Visión estratégica del poder (como relación social):


Desde esta perspectiva, el poder se concibe con las siguientes características:
Entre A y B debe existir algún tipo de interdependencia, vínculo, conexión o interacción
reales.
a).-Es una relación probabilística: el ejercicio del poder por A siempre supone un
cierto margen de maniobra de reacción por parte de B. Esa mayor o menor
probabilidad de que éste actúe según las demandas de A depende no sólo de los
atributos de este último, sino también de la situación en que se desarrolla esa relación
de poder. Por ejemplo, la probabilidad de que B haga lo que A le ordene es,
obviamente, mayor en un campo de concentración que si A y B interaccionan como
vendedor-cliente o profesor-alumno.
b).-La dependencia: B depende de A respecto a algo. Y tanto más poder tendrá A
cuanto mayor dependencia tenga B respecto a él.
c).-Relación asimétrica: entre A y B hay una relativa desigualdad, de algún tipo.
d).- Relación condicionada por la situación. El hecho de que la relación de poder
esté afectada, constitutivamente, por la situación nos hace ver también cuáles son los
niveles de la conducta de B controlados por A: pensamientos, sentimientos, o acciones,
o los tres a la vez, como pretenden los gurús de ciertas sectas. Asimismo, el factor
situacional señala la duración temporal que puede tener el ejercicio del poder de A
sobre B.
e).-Relación causal. B no actuaría como lo hace si antes A no hubiera intervenido.

Las bases del poder:


En una serie de artículos, French y Raven (1971) propusieron su abundantemente
citado modelo según el cual existen hasta cinco fundamentales bases del poder:
– Poder coercitivo. A posee la capacidad de utilizar la amenaza y el castigo frente a B
– Poder de recompensa. En este caso, A tiene los recursos para premiar la conducta
de B.
– Poder legítimo. El poder deriva ahora de la posición de A en la estructura formal de
autoridad, de modo que B cree que A está legitimado para ejercer el poder.
– Poder referente. Esta base radica en los sentimientos de lealtad, admiración y afecto
que B tiene hacia A.
– Poder del experto. Son los conocimientos o habilidades de A en algún campo lo que
le autoriza para ejercer el poder sobre B.
– Poder de información. Raven (1965) añadió esta sexta base, según la cual A
controla el acceso y distribución de información relevante para B.

Parece que el poder del experto y el legítimo son los más destacados, seguidos del
referente, la recompensa y, comprensiblemente, el coercitivo, que ocupa el último
lugar. Todo ello, naturalmente, dependiente del propio contexto situacional donde
acontece el ejercicio del poder, pues no cabe esperar, por ejemplo, demasiadas
muestras de poder de recompensa o referente en un campo de exterminio nazi.

Solo a modo de ejemplo, de los muchos poderes existentes

¿Por qué se origina el poder político?:


Autores como Hobbes consideran que la sociedad construye el sistema político y lo
dota de poder por tres motivos principales:
– Para contrarrestar el miedo de la sociedad a la violencia y el conflicto.
– Por razones de supervivencia, los hombres llegan a acordar que cada uno
renunciará a ejercer su propia fuerza –su derecho– en aras de la paz y la cooperación
sociales.
– El Estado se constituye a si mismo y se legitima en su exclusivo monopolio de
la violencia, ya que ahora nadie puede disputarle su situación en lo más alto de la
pirámide del poder y la autoridad.

DESARROLLO

EL PODER DESDE LA PSICOLOGIA

Relevancia de tratar el poder


Lo que se denomina psiquismo, a más de las premisas biológicas propias de nuestra
especie, se constituye en una matriz de relaciones intersubjetivas (familia de distintas
configuraciones). Consecuentemente, el sentido de la existencia de cada uno, en tanto
ser humano, es la forma de sentirse -de ser- intersubjetivo. A partir de ese aserto es
que sostenemos que el meollo de la calidad de vida de una sociedad radica en la
pobreza o riqueza de las mediaciones simbólicas de la intersubjetividad en la vida
pública.

Justamente una afirmación central del presente trabajo es que, más allá de lo intuitivo,
esto es de la satisfacción de las necesidades básicas y variedad de consumo de la
población, el indicador por excelencia del grado civilizatorio de una cierta sociedad 3 es
la calidad en las mediaciones intersubjetivas de la vida pública. O dicho de otra
manera: en la medida en que el poder es el tipo de vínculo más determinante, más
pobres son las mediaciones simbólicas entre los sujetos en la vida pública.

Es esta relevancia de la categoría poder lo que justifica avanzar más allá de un nivel
descriptivo. Se trata entonces de fundamentar qué es el poder, cuál es su sentido y las
formas de manifestarse; todo esto es posible, así lo consideramos, desde el
conocimiento aportado por la psicología.

La necesidad de resignificar la definición de Max Weber

En la definición de Weber (1979) el poder, como hemos apuntado, aparece como una
relación social caracterizada por la eventual imposición de la voluntad de uno sobre
otro(s).

Ahora bien, desde nuestro marco teórico (Benbenaste, 1998; 2003), el poder no es sólo
una relación social sino algo estructurante de la subjetividad. En efecto, no se trata sólo
de una relación social puesta en juego volitiva y eventualmente sino que es la
disposición a un tipo de vínculo. Esa disposición puede ser más intensa o relativa
según el tipo de desarrollo afectivo y cognitivo de cada uno(a) y las condiciones
sociales de un cierto momento histórico y lugar.

Iniciamos el análisis para elucidar la categoría poder lo que, a la vez, conlleva mostrar
lo que entendemos como una limitación en la definición de Max Weber.

Poder y poder

Para mostrar que el poder no es sólo una relación social sino un tipo de vínculo que
hace a una de las dimensiones de la estructura misma del psiquismo, necesitamos, en
principio, discriminar dos significaciones que se hallan solapadas en el uso corriente de
ese significante, al menos en el habla hispana.

Las significaciones que se hallan indiferenciadas en el uso del significante poder se


corresponden, respectivamente, con una acepción verbal y otra con una acepción
predominantemente sustantiva del término.
La acepción verbal del término remite a “capacidad de”, tal como en el enunciado
“poder caminar” o “poder deducir”; pero en expresiones tales como “tomar el poder” o
“vacío de poder” prevalece la acepción sustantiva. En realidad, como lo muestran estas
últimas expresiones, la acepción sustantiva contiene subsumida la acepción verbal. Por
ejemplo en “tomar el poder”, el poder –esto es la capacidad de disponer, o llegar a
disponer, de gente, bienes y otros recursos– se halla implícito.

La discriminación entre las dos acepciones es el primer paso que nos permitirá avanzar
en la demostración de que el Poder –en el uso sociopolítico del término– compromete a
la estructuración misma de la subjetividad de los actores.

En el discurso habitual del pensamiento político, el tema de “quién tiene el Poder” es


visto como el problema crucial pero ello es así en tanto se maneja la noción intuitiva del
término que, desde nuestra perspectiva, en rigor, no es superada por la definición de
Weber. En cambio, si entendemos el Poder como una relación social pero que entraña
un tipo de vínculo estructurante de la vida subjetiva de los actores, entonces el
problema es distinto: ya no se trata tanto de quién tiene el Poder sino de cuánta
vigencia tiene el vínculo Poder como característica de la relación social o, por el
contrario, en qué medida se halla relativizado respecto a las posibilidades de mediación
simbólica entre los actores .

Génesis del Poder

Los estudios de los más diversos conglomerados humanos, incluso aunque se vaya
muy atrás en la historia o prehistoria, constatan la presencia del Poder. Así pues la
génesis del Poder no se da en un determinado momento histórico; en consecuencia,
epistemológicamente considerada, se trata de una categoría que tiene status
antropológico. Por consiguiente, para explicarla es menester encontrar aquello que ha
permanecido común a lo largo de las distintas épocas y culturas. Encontramos que esa
invariante es la condición del nacimiento. Al nacer, la situación que presenta el recién
nacido, cualquiera que sea la cultura o época, es de indefensión. El neonato carece de
la capacidad para simbolizar sus necesidades o pulsiones y, menos aún, para operar
sobre la realidad externa. Es esta ausencia de poder en el neonato lo que determina un
tipo de estructura vincular con el adulto que, como justificaremos, se erigirá en
arquetipo de lo que, en el ámbito político-social, llamamos vínculo Poder. A pesar de
que con el desarrollo ontogenético la indefensión disminuye, el modo vincular de
dependencia absoluta queda como una disposición posible. En el futuro esa disposición
tendrá importancia en proporción a los otros tipos de vínculos dables en la vida de cada
individuo.

En el vínculo dado por la indefensión aparece una posición de estructurante y otra de


estructurable, la primera ocupada por el adulto –padres o equivalente– y la segunda
por la niña(o). Analizando ese tipo de vínculo determinado por la indefensión del
nacimiento podemos describir tres caracteres (Benbenaste, 2003):

A) Inmediatismo
B) Asimetria
C) Dualismo

A)El primero, el inmediatismo, se refiere a la insuficiencia del recién nacido para


simbolizar sus necesidades o impulsos y, por ende, cualquier otro atributo del mundo;
los padres lo hacen por él. Durante los primeros días y los primeros años, en general,
la indefensión del infante es significada por el adulto; por ejemplo la madre interpreta el
llanto o los gestos como indicadores de ciertas necesidades según el momento del día
o la situación. Así los padres, en tanto representantes del mundo simbólico, suplen el
escaso poder del infante ayudándolo a madurar como sujeto capaz de simbolizar sus
pulsiones y necesidades y, gradualmente, las características y conductas de los otros y
de los objetos circundantes.

B)La asimetría alude a que el neonato, y en general el infante, aparece como objeto
estructurable mientras el adulto cuidador lo hace en la posición de estructurante, pero
no a la inversa.

C)El tercer carácter, el dualismo, significa que desde la posición del bebé, el otro,
literalmente, lo es todo; el bebé no puede simbolizar y es el adulto quien simboliza todo
por él. Esa insuficiencia para simbolizar provoca que la ausencia del cuidador
desencadene angustia –desestructuración– en el bebé y su presencia, por el contrario,
le hace calmar, sentirse estructurado.

Estos tres caracteres (o propiedades) que hemos descrito, nos permiten una cierta
formalización del vínculo que se da entre el neonato y el adulto, condicionado por la
indefensión del primero. Cuando en la vida social percibimos que se halla en juego un
vínculo de Poder verificamos que, justamente, tienden a manifestarse esos tres
caracteres que observamos como normal en el vínculo entre el bebé y el adulto,
determinado por la indefensión del primero.

EL PODER DESDE LA SOCIOLOGIA

Poder Sociologico o Sociologia del poder

Giddens, Nisbet, Parsons, Balandier, Marcase y Giménez, hacen interesantes


aportaciones desde una mirada sociológica del poder, reconocen las implicaciones de
éste en la estructura y funciones sociales, donde las concepciones de autoridad,
dominación, jerarquía y política se hacen presentes y se explican de manera más
profunda.
Para A. Giddens (1998), desde una teoría reconstruida del poder, se partiría de la
premisa de que el poder no necesariamente se enlaza a un conflicto en el sentido o
una división de intereses o de una lucha activa, y el poder no es intrínsecamente
opresor. El poder es la capacidad de alcanzar resultados; que estos se relacionen con
intereses puramente sectoriales no es esencial a su definición. Como tal, el poder no es
un obstáculo a la libertad o emancipación, sino que es su verdadero instrumento,
aunque sería insensato, desde luego, desconocer sus propiedades coercitivas. La
existencia de un poder presupone estructuras de dominación por los cuales opere un
poder que “fluya parejamente” en procesos de reproducción social (y que sea, en cierto
modo, “invisible”).
En el mismo sentido, Robert Nisbet (1996) menciona que profundamente incorporada a
las funciones sociales, parte inalienable del orden interno de la familia, el vecindario, la
parroquia y el gremio, ritualizada en toda circunstancia, la autoridad esta unida de
modo tan estrecho con la tradición y la moralidad que apenas se le advierte más que el
aire que los hombres respiran. Aún en manos del rey, tiende a mantener en una
sociedad de esa índole su carácter difuso e indirecto. Tal es la tendencia del poder
monárquico a sumergirse en el ethos total del patriarcalismo, que el poder del rey
parece a sus súbditos poco diferente del que ejercen los padres sobre los hijos, los
sacerdotes sobre los feligreses y los maestros sobre los aprendices. Todo el peso de la
moralidad hace que la autoridad sea un aspecto indiferenciado del orden social, y el
gobierno, poco más que una superestructura simbólica. Nisbet, en el contexto de una
autoridad perdida, se hace dos interesantes preguntas: ¿Qué autoridad sería suficiente
para reemplazar a la autoridad perdida por las grietas de la ley y la moralidad? ¿Cuáles
serían los medios para controlar el tipo de poder que siempre amenaza levantarse
sobre las ruinas de la autoridad constituida?
Por su parte, Talcott Parsons (1997) concibe el poder como un medio
simbólico generalizado, que circula de modo muy parecido al dinero, cuya posesión y
uso permiten desempeñar más eficazmente el cometido de un cargo con autoridad en
una colectividad. Autoridad es la cualidad políticamente decisiva de un status de una
estructura social. En cambio, el poder es, a mi modo de ver, un instrumento primordial
para el desempeño eficaz en esa posición.
Georges Balandier (1994) nos dice que, un poder establecido únicamente a partir de la
fuerza, sobre la violencia no domesticada, padecería una existencia constantemente
amenazada; a su vez un poder expuesto a la única luz de la razón no merecería
demasiada credibilidad. El objetivo de todo poder es el de no mantenerse ni gracias a
la dominación brutal ni basándose en la sola justificación racional. Menciona además
que, el poder utiliza, por lo demás, medios espectaculares para señalar su asunción de
la historia, (conmemoraciones), exponer los valores que exalta (manifestaciones) y
afirmar su energía (ejecuciones).
En un ámbito más de política, Herbert Marcuse (1993) dice que hoy en día el poder
político se afirma por medio de su poder sobre el proceso mecánico y sobre la
organización técnica del aparato. El gobierno de las sociedades industriales avanzadas
y en crecimiento solo puede mantenerse y asegurarse cuando logra movilizar,
organizar y explotar la productividad técnica, científica y mecánica de que dispone la
civilización industrial.
Por último, en este contexto de ideas, Gilberto Giménez (1989) menciona que cuando
hablamos de poder, nos referimos por lo general, a cierta capacidad (física y no
jurídica) de acción, es decir, a una modalidad del hacer. Poder algo es tener la
posibilidad de realizarlo, es estar en condiciones de reunir los medios para lograr un fin.
Es, por ejemplo, la capacidad de modificar el medio ambiente para arrancarle los
recursos necesarios para la subsistencia. En este caso hablamos del “poder” del
hombre sobre la naturaleza. Pero poder, nos dice, no es solamente la capacidad de
hacer algo por sí mismo. Es también la capacidad de hacerlo por medio de otros, la
posibilidad de disponer de la capacidad de acción de otros para lograr determinados
fines. Lo que supone alguna forma de dominio sobre los otros y la emergencia de
disimetrías y desequilibrios en las relaciones sociales.
CONCLUSIONES

No se debe olvidar que las ciencias humanas fundamentales dicen que la subjetividad y
los símbolos que interpreta todo ser humano son muy poco probables que se
puedan manipular exteriormente, y mucho depende de la coherencia entre la vida
material concreta y la vida simbólica representacional como elementos
interdependientes de un todo.

Los mecanismos de control, que gobiernan la conducta del hombre, no son creados por
un individuo y menos pueden ser considerados como el resultado del ejercicio del
poder, pues significaría entonces que el concepto del poder está basado única y
exclusivamente en la reducción de puramente ley y prohibición y sería de carácter
homogéneo, que se presenta solo en términos negativos, como aquello que dice que
no, cuya operación fundamental se presenta como un acto de palabras que enuncia la
ley a través del discurso de la prohibición, suponiendo la existencia de un soberano
cuyo papel es prohibir y por otra un sujeto que debe de algún modo decir sí a la
prohibición y además debe obedecerla.

Si bien la vida del hombre se halla con una presión constante de consagraciones y
prohibiciones, de observancias y tabúes, es claro que en toda sociedad y organización
el ejercicio del poder no supera, en cuanto al comportamiento de los individuos,
aquellas acciones que se logran por parte de éstos como un compromiso voluntario
resultado de una adhesión espontánea y plenamente consentida.

No es gratuito entonces que entre las características que debe poseer cualquier lider
actual se plantea su capacidad de inspirar respeto y confianza en sus iguales y
subordinados en la organización. Pues aunque el poder económico pertenece a los
capitalistas, la verdad es que éstos no pueden hacer nada sin los obreros.

Si el ejercicio del poder en las organizaciones es concebido como una fuente de fuerza
cuya función es lograr la cohesión de los individuos, éste debe ser sentido auténtica y
profundamente por la gran mayoría de ellos, pues de lo contrario, como lo demostró
Lewin citado por Board (1994) en sus experimentos sobre democracia y autocracia,
dicho ejercicio relacionado solo con la autoridad que aparentemente lo legitima,
ocasionará lala pérdida del sentido, de la iniciativa, y los hará ver como inquietos y
descontentos dando origen a actos de agresividad y desinterés por la metas grupales.

S:.E:.P:.

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