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GENERAL
Melisa Barletta
Didáctica General
2° año PEM
Escuela Normal Superior “Gral. Manuel
Belgrano”
CONOCIMIENTO DIDÁCTICO
LA DIDÁCTICA
La didáctica, como espacio curricular de construcción de conocimientos
se asocia a las prácticas pedagógicas, pero hoy día supera su connotación de
arte y práctica de enseñar. Desde Comenio, Herbart, Pestalozzi, Rousseau, su
fundamento es una concepción tridimensional integrada por contenido,
estudiante y docente; no obstante, ha prevalecido en el tiempo la connotación
disciplinaria, desconociendo su carácter transdisciplinar y su vinculación con la
escuela. Se han dado en este siglo intentos sostenidos de cambiar este
esquema. Hopmann, citado por Sevillano (2011), considera que debe ser
estudiada desde tres dimensiones relevantes: teórica, tecnológica y
práctica, y ocuparse de la comunicación de saberes y de las intervenciones
docentes en las prácticas de enseñanza; otros autores se han dedicado al
estudio de propuestas como la didáctica institucional, la didáctica crítico-
constructiva, la didáctica medial y una línea de trabajo centrada en la
enseñabilidad de la ciencia. Acota Sevillano (op. cit.) que “la didáctica es una
ciencia aplicada que tiene por objeto la enseñanza y el proceso de instrucción
formativa integral e integrada, posibilitando la aprehensión de la cultura y el
desarrollo individual y social del ser humano” (p. 110).
Camilloni (2007) concibe a la didáctica como una disciplina teórica que
“se ocupa de estudiar la acción pedagógica, es decir, las prácticas de la
enseñanza, y que tiene como misión describirlas, explicarlas, además de
fundamentar y enunciar normas para la mejor resolución de los problemas que
estas prácticas plantean a los profesores” (p. 22). La reducción de la didáctica
a la vertiente metodológica, en efecto, deriva su identidad a un ángulo
eminentemente prescriptivo, desdeñando la dimensión de teorizar acerca de
los fenómenos de la enseñanza y generar productos investigativos. Mientras
Manterola (2002, p.30) señala que “en la dirección de la enseñanza se dan al
menos dos ejes: uno que es el continuum disciplinar-interdisciplinar y el que
cruza perpendicularmente al acto didáctico al tratar el contenido como tema o
problema”.
Díaz Barriga (1977), preocupado por la articulación de la didáctica y el
curriculum, diagnostica la situación de la siguiente forma y propone restaurar
la dimensión teórica del pensamiento didáctico, para no sucumbir al
pensamiento normativo y rígido, propio de la escuela de comienzos del siglo
XX: El desarrollo del campo de la didáctica se halla en una encrucijada. Su
dinámica instrumental se encuentra fuera de sitio, ante el desarrollo de técnicas
derivadas de la psicología en sus diferentes vertientes. A la vez, la propia
dinámica instrumental de la didáctica ha ahogado este pensamiento,
impidiéndole que explicite su dimensión teórica.
Entonces, corresponde a la didáctica: investigar cuáles teorías serían
su fundamento, reconocer los nuevos entornos de aprendizaje, reflexionar
sobre las prácticas de enseñanza y las propuestas que emergen, hacer del
discurso didáctico una vía comunicativa cautivadora, sensible a cada
realidad, formativa, de consenso simbólico.
EL DISCURSO DIDÁCTICO
El discurso didáctico habla de y se dirige a determinados sujetos: los
docentes (maestros, profesores, enseñantes). Destinatarios de la propuesta,
son, sin duda, individuos reales. Y por sobre todo, individuos. Con
particularidades que devienen de sus historias personales y, en especial, de su
formación y experiencia profesionales.
El discurso didáctico constituye la mejor expresión comunicativa que
permite pensar y reelaborar el conocimiento producido y divulgado por las
comunidades de especialistas e investigadores para que sea aprehendido,
comprendido y reinterpretado por los estudiantes; es la conversión del
conocimiento de otros y del propio en una elaboración académica orientada a
su comprensión por la audiencia. Los docentes adscritos a esta modalidad se
preocupan por saber cuáles son las formas expresivas que permiten a los
estudiantes construir sus propios modelos y el sentido apropiado de ese
conocimiento, traducido en contenido enseñable, de allí la trascendencia de
esta forma comunicacional en la formación del profesorado. Desde esta
perspectiva, el discurso didáctico involucra un impulso para la reconfiguración
tanto del conocimiento científico como de los saberes, experiencias previas y
sentido común con los que vienen provistos los estudiantes para adentrarse en
el proceso educativo, pero este empuje puede fortalecerse o soslayarse en
atención al modelo educativo predominante, así como a la concepción sobre la
teoría y práctica educativa y a la formación individual del profesor. El discurso
didáctico es una construcción del profesor, es su interpretación del
conocimiento científico, es la vía más expedita (al menos en el ámbito escolar)
para que los estudiantes intercambien experiencias, resuelvan problemas,
tomen decisiones de aprendizaje y, en fin, participen de la reconstrucción del
conocimiento. El discurso didáctico es relevante para la formación docente
debido a que se deben visualizar los cambios curriculares desde ángulos
distintos a los ya acostumbrados; es decir, desde el núcleo del problema:
cambios de menor impacto global pero profundos y sostenidos (el discurso
didáctico corresponde al microcurriculum, a las prácticas pedagógicas),
mediante experiencias y aproximaciones que garanticen efectivamente
alcanzar las deseadas transformaciones en la práctica pedagógica y en la
escuela.
Construcción metodológica
Las construcciones metodológicas suponen un docente autónomo que,
sustentado en orientaciones curriculares, toma decisiones estratégicas
respecto de qué enseñar y cómo enseñar. Dichas construcciones son
situacionales, pues son ad-hoc, en ciertos contextos, con determinados sujetos
y con ciertos contenidos o, dicho de otro modo, son casuísticas.
En los casos que analizamos se advierten matices al interior de lo que los
maestros hacen ocasión de gestionar la producción de conocimiento en la sala,
algunos más próximos y otros más lejanos a las nociones en torno de las
construcciones metodológicas. Así, el docente parece expresar dos maneras
de entender al sujeto que aprende, según cuál sea la escena en la que se sitúa
el aprendizaje, sujeto receptor y poco interactivo en ocasiones, sujeto activo y
protagónico en otras.
La distinción entre una y otra clase de sujeto parece estar de la mano respecto
de qué es lo que debe aprender. Si el objeto está en vínculo con lo planificado
para el aula, el sujeto recibe información del maestro transmisor en un
esquema de clase más o menos rígido, independientemente de qué se esté
enseñando. Si por el contrario, el contenido surge espontáneamente, la
flexibilidad impera y el sujeto se expresa libremente. Pareciera que el contenido
pautado, prescripto y planificado impone restricciones a las que el maestro se
debe atener. Para ello recurre a formas invariantes donde los conceptos en
juego no definen sus acciones, cuestión que se advierte como un verdadero
obstáculo para el logro de construcciones metodológicas pertinentes
El saber erudito o científico es aquel que ha sido obtenido y elaborado
por las instituciones especializadas en un determinado campo del saber, como
por ejemplo la biología, la química, la psicología, entre muchas otras. Al ser un
conocimiento muy técnico, es necesario que sea modificado de tal manera que
pueda ser aprendido por personas no especializadas en el tema.
La transposición didáctica implica una serie de fases en las que el
conocimiento científico es adaptado progresivamente al nivel de los
estudiantes. Este conocimiento se va moldeando de acuerdo a los objetivos
del currículum propuesto por los autoridades de la educación y, tanto los
autores de los libros escolares como los propios profesores en la propia aula se
implican en este proceso, dotando al conocimiento de utilidad para los
alumnos.
El conocimiento científico es sometido a dos transformaciones
principales. En primer lugar, es modificado de tal forma que pueda ser
enseñado y transformarse en objeto de enseñanza. En esta primera
transformación se implican los didactas y los expertos en el campo de la
educación.
Posteriormente, se da la segunda transformación, en la que el docente
toma este conocimiento que ya le ha venido modificado y lo adapta en función
de las características de su aula.
Es de fundamental importancia que el docente, como partícipe en la
transposición didáctica, tenga en cuenta las características de los alumnos que
componen el aula: diferencias socioeconómicas, estadio del desarrollo,
diversidad cultural, dificultades en el aprendizaje, diferencias lingüísticas,
cantidad de alumnos en clase.
Forma/Contenido
La selección del contenido a enseñar que realiza el maestro es
necesaria porque es imposible o no es conveniente presentar a los alumnos
absolutamente todos los contenidos tal y como están delineados en el
currículum. Y aunque sean muy exhaustivas, las directrices curriculares no
pueden determinar el contenido preciso de los temas, las aplicaciones y las
actividades que serán objeto de enseñanza cotidiana. Para realizar la selección
de los contenidos que efectivamente se quieren presentar a los alumnos, los
docentes deben tener un conocimiento profundo de los mismos. Cuando esto
no ocurre, se ven obligados a depender de la selección realizada por otros.12
El desarrollo de un tema, la enseñanza de técnicas o actitudes implica una
selección de informaciones y de elementos para proponer al alumno. Para esto
es necesario, ante todo, ubicar y reconocer al contenido dentro del contexto de
la especialidad, conocer su evolución histórica, sus derivaciones y relaciones
con la vida cotidiana. El docente, antes de seleccionar un contenido, debe
investigar, leer, profundizar acerca de lo que va a incluir como objeto de su
enseñanza. De más está decir que no debería restringir su indagación a los
libros que usarán los alumnos (manuales, libros de texto) sino que siempre es
conveniente recurrir a distintas fuentes, enfoques, perspectivas, para luego
tomar la decisión de seleccionar un cierto contenido. La selección se hace a
partir de un cierto “menú de opciones” que, por lo general, se encuentra en el
documento curricular. Pero esta selección no debe basarse en un texto único;
debe surgir de la confrontación entre diferentes alternativas y perspectivas.
Lo que parece claro es que el diseño debe tomar en cuenta,
simultáneamente, los tres tipos de contenidos. Aunque esto no necesariamente
será escrito, es conveniente que el docente, al planificar una clase, una unidad
o una semana de trabajo, tenga en cuenta estas dimensiones de lo enseñado y
las piense como cosas que se seleccionan y que deben ser destacadas. Nunca
se selecciona un contenido, sino contenidos, en plural. La precisión y
delimitación de los contenidos, lo que generalmente se llama el alcance de los
contenidos, depende sobre todo del tiempo disponible para desarrollarlo. El
tiempo escolar siempre es insuficiente frente al cúmulo de conocimiento
existente y por eso el tiempo afecta a la selección de contenidos que se realiza.
Frente a la selección que se impone cabe adoptar dos puntos de vista que son
polares: a) se puede elegir entre tratar muchos temas, donde el problema
consiste en la forma superficial en que deberán tocarse los diversos aspectos o
la imposibilidad de detenerse en aquellos que susciten mayor interés o
requieran otro tipo de tratamiento
b) o se puede elegir tratar unos pocos temas en la creencia que estos
serán profundamente formativos y sustanciales. La necesidad de la selección
nos confronta con la cuestión de la extensión y la profundidad, con el problema
de la cantidad y la calidad. Generalmente, en los curricula de los sistemas
educativos se elige la primera opción. Brindar panoramas amplios o promover
trabajos temáticamente más acotados y complejos; no hay una regla para
decidir en forma objetiva. La decisión depende de muchos factores: la
disciplina, los recursos disponibles, los intereses y capacidades del docente y
del alumno, la amplitud de textos y materiales con los que se cuenta, la
posición de los directivos, la tradición de la escuela, etcétera.
CURRICULUM
El curriculum escolar expresa un proceso de construcción cultural, un
proyecto político que encarna el modelo de sociedad que se desea transmitir a
través de las instituciones educativas. Es un dispositivo de regulación de la
actividad académica en la institución educativa que se materializa, reinterpreta
y resignifica en las prácticas. Ambas formas de expresión de lo curricular -la
prescripción y las prácticas- suelen recorrer caminos paralelos, a veces
irreconocibles hasta prescindentes uno del otro, más allá de que en el
delineado de políticas curriculares se inviertan importantes esfuerzos por
establecer formas de “concreción”, “control” o “regulación” , de acuerdo con la
concepción que oriente dichas políticas en las escuelas.
Presentación PREZI
https://prezi.com/p/edit/p2ky0kshvbr7/
Bibliogrfía