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DERECHO CIVIL UNIDAD 3

PERSONAS JURÍDICAS. Concepto. El art. 141 dispone: “Son personas jurídicas todos los entes a los
cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones
para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación”. De esta definición legal surgen sus
elementos característicos: a) La persona jurídica es un ente, un ser, algo que tiene existencia no
humana; b) Tiene la aptitud de adquirir derechos y contraer obligaciones conferida por el
ordenamiento jurídico; c) Tal aptitud está orientada el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación .

Comienzo de la existencia de las personas jurídicas: Acto constitutivo: Toda persona jurídica
requiere para comenzar a existir un acto fundacional o constitutivo, o un contrato social, que
resultan creadores de su vida jurídica. El art. 142 dispone: “La existencia de la persona jurídica
privada comienza desde su constitución...”. En dicho acto fundacional inicial se establecerán los
Estatutos como requisito indispensable de las personas jurídicas tales como asociaciones,
fundaciones y sociedades anónimas (las sociedades civiles o comerciales -excepto las anónimas-
pueden reemplazar el estatuto por un contrato social).

Estatutos: Los Estatutos constituyen el conjunto de reglas fundamentales que organizan y


estructuran la vida de las personas jurídicas. En ellos se establece el objeto de la entidad, su
nombre, su domicilio, la conformación y destino de su patrimonio, así como también los órganos de
gobierno, sus características, funcionamiento, forma de adoptar las decisiones, los derechos y
obligaciones de los miembros que componen la entidad, los requisitos de su ingreso, el régimen
disciplinario, etc. Un Estatuto es el instrumento que contiene las reglas básicas sobre las cuales se
estructurará la organización y funcionamiento de las personas jurídicas, conformando su ley
fundamental a cuyas disposiciones deben ajustarse todas las actividades de la entidad. Es el
conjunto de reglas de carácter interno que rige la vida de las personas jurídicas.

Autorización para funcionar: La regla general sentada por el nuevo Código es la de que las personas
jurídicas requieren autorización legal para funcionar solo en los casos en que la ley así lo establezca.
Dispone el art. 142 que la persona jurídica “No necesita autorización legal para funcionar, excepto
disposición legal en contrario. En los casos en que se requiere autorización estatal, la persona
jurídica no puede funcionar antes de obtenerla”.

Requieren autorización del Estado para funcionar: las asociaciones, fundaciones, las cooperativas,
mutuales, entidades financieras, etc.

No requieren de dicha autorización estatal: las sociedades en general, los consorcios de


propietarios, etc.

Clasificación. Las personas jurídicas son públicas o privadas (art. 145). Las primeras son creadas por
una ley especial, en cambio las segundas nacen de la voluntad de sus miembros.

Tienen carácter público (art. 146): a) el Estado nacional, las Provincias, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, los municipios, las entidades autárquicas y las demás organizaciones constituidas en
la República a las que el ordenamiento jurídico atribuya ese carácter (Ej. Banco de la Nación
Argentina, universidades nacionales, etc.);
b) los Estados extranjeros, las organizaciones a las que el derecho internacional público reconozca
personalidad jurídica y toda otra persona jurídica constituida en el extranjero cuyo carácter público
resulte de su derecho aplicable;

c) La Iglesia Católica. Sólo la Iglesia Católica es considerada de existencia necesaria y de derecho


público, por ser el culto sostenido por la C.N. y profesado por la mayoría de los habitantes. Las
iglesias pertenecientes a otras religiones son privadas para nuestro derecho. De acuerdo a la
Constitución Nacional, el Gobierno Federal sostiene el culto católico apostólico romano (CN, art. 2).
Sólo a la Iglesia Católica cabe la calificación de persona jurídica de carácter público, aunque de
carácter no estatal. Las personas jurídicas públicas se rigen en cuanto a su reconocimiento,
comienzo, capacidad, funcionamiento, organización y fin de su existencia, por las leyes y
ordenamientos de su constitución (art. 147).

Tienen carácter privado (art. 148): a) las sociedades; b) las asociaciones civiles; c) las simples
asociaciones; d) las fundaciones; e) las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas; f)
las mutuales; g) las cooperativas; h) el consorcio de propiedad horizontal; i) toda otra contemplada
en disposiciones del Código o en otras leyes y cuyo carácter de tal se establece o resulta de su
finalidad y normas de funcionamiento.

Atributos de las personas jurídicas. Las personas jurídicas poseen similares atributos que las
personas humanas (nombre, capacidad, domicilio y patrimonio), con excepción del estado civil que
es privativo de estas. Nombre de las personas jurídicas. Al igual que las personas humanas, las
personas jurídicas tienen el derecho y el deber de llevar un nombre para su debida identificación,
que en este caso es su denominación social. La persona jurídica debe tener un nombre que la
identifique como tal, con el aditamento indicativo de la forma jurídica adoptada.

El nombre debe satisfacer recaudos de veracidad, novedad y aptitud distintiva, tanto respecto de
otros nombres, como de marcas, nombres de fantasía u otras formas de referencia a bienes o
servicios, se relacionen o no con el objeto de la persona jurídica. No puede contener términos o
expresiones contrarios a la ley, el orden público o las buenas costumbres ni inducir a error sobre la
clase u objeto de la persona jurídica.

Domicilio y sede social de las personas jurídicas. Las personas jurídicas tienen un domicilio, de
similar trascendencia al de las personas humanas. Al respecto el art. 152 sienta como principio
general que “El domicilio de la persona jurídica es el fijado en sus estatutos o en la autorización que
se le dio para funcionar. La persona jurídica que posee muchos establecimientos o sucursales tiene
su domicilio especial en el lugar de dichos establecimientos sólo para la ejecución de las
obligaciones allí contraídas. El cambio de domicilio requiere modificación del estatuto.

El alcance del domicilio reviste suma importancia en materia de notificaciones, pues se tendrán por
válidas y vinculantes para la persona jurídica todas las notificaciones efectuadas en la sede inscripta
(art. 153).

Patrimonio. Duración. Objeto. La persona jurídica debe tener un patrimonio. La persona jurídica en
formación puede inscribir preventivamente a su nombre los bienes registrables. La duración de la
persona jurídica es ilimitada en el tiempo, excepto que la ley o el estatuto dispongan lo contrario
(art. 155). El objeto de la persona jurídica debe ser preciso y determinado (art. 156), lo cual surge
de sus propios Estatutos.

Capacidad de las personas jurídicas. Principio de especialidad. A partir del derecho constitucional
de asociarse con fines útiles, las personas jurídicas tienen aptitud para adquirir todos los derechos y
obligaciones acordes con su finalidad, y en general pueden adquirir aquellos de los que pueden ser
titulares las personas humanas, con excepción claro está de los derechos personalísimos o los que
derivan de las relaciones de familia. También se les ha reconocido la capacidad de ser titulares de
numerosos derechos de contenido extrapatrimonial, tienen derecho a estar en juicio, como
demandantes o demandadas, en sede civil, comercial o penal; tienen la posibilidad de asociarse
formando grupos de empresas, federaciones o cámaras, o de tener participación accionaria en
otras entidades; poseen el derecho de enseñar; pueden crear una fundación, derechos
intrasocietarios respecto de los asociados e integrantes de los órganos permanentes del ente
(régimen disciplinario, aceptación o expulsión de socios, aplicación e interpretación del estatuto,
designación y remoción de autoridades, etc.).Las personas jurídicas tienen amplia capacidad desde
el punto de vista patrimonial y en consecuencia pueden ser titulares de derechos reales, personales
e incluso intelectuales.

En contraposición, no se puede hablar de capacidad de ejercicio con referencia a las personas


jurídicas, ya que este es un concepto que solo es aplicable a la persona humana.

La actuación de las personas jurídicas está regida por el principio de especialidad según el cual solo
pueden realizar aquellos actos vinculados a los fines de su institución, es decir, cumpliendo los fines
para los cuales fueron creadas y que están determinados en sus estatutos, de donde el límite de la
capacidad de las personas jurídicas está dado entonces por su objeto.(art. 141).

La regla de especialidad determina que la capacidad de la persona jurídica solo puede ejercerse en
orden a los fines de su constitución, es decir, de acuerdo a aquellos objetivos que, en su momento,
el Estado valoró y en función de los cuales “reconoció al ente como sujeto de derecho.

La persona jurídica y sus miembros. Personalidad diferenciada. Dice el art. 143: “La persona jurídica
tiene una personalidad distinta de la de sus miembros. Los miembros no responden por las
obligaciones de la persona jurídica, excepto en los supuestos que expresamente se prevén en este
Título y lo que disponga la ley especial” (por ejemplo, socios de una sociedad colectiva .

En principio, los actos que realice la obligarán económicamente hasta los límites de su propio
patrimonio, que es distinto al de cada uno de los miembros que la componen, en la medida del
cumplimiento de sus fines. Los derechos y obligaciones de la persona de existencia ideal son
imputados a esta y no a sus integrantes. Este fenómeno se conoce como de independencia o
separación de personería.

El reconocimiento de la persona jurídica produce las siguientes consecuencias jurídicas: a) la


entidad es una persona distinta de los miembros que la componen; b) posee patrimonio propio,
distinto e independiente del de los socios, de modo que los bienes pertenecientes a ella no
pertenecen a los individuos que la integran, y viceversa; c) los deudores o acreedores de la
sociedad lo son de ella y no de los socios; d) el socio que celebra un contrato con la sociedad es
considerado como un tercero.
Teoría de la penetración. Inoponibilidad de la persona jurídica. Dado que la sociedad es una
persona distinta de los socios que la componen, y que su patrimonio es independiente del
patrimonio de los socios, los acreedores de la sociedad solo podrán, en principio, accionar contra
esta para hacer efectivo el cobro de sus créditos. Sin embargo pueden existir casos en los que se
utilice a la sociedad como una pantalla o como un velo, para violar la ley, frustrar derechos de
terceros o perseguir fines extrasocietarios o ajenos a la sociedad. En estas situaciones el juez podrá
romper o “descorrer el velo societario” de esa persona jurídica, dejando a un lado la valla de su
personalidad, y “penetrar” en la realidad, atribuyendo a los socios la responsabilidad por los actos
antijurídicos, lo que implica que estos responderán ante los acreedores con su propio patrimonio.

Por ello, la prescindencia de la personalidad jurídica es excepcional y sólo cuando se ha buscado o


logrado fines contrarios a la ley, por lo cual el juez atraviesa el velo de la personalidad jurídica con
la finalidad de corregir el fraude.

Funcionamiento de la persona jurídica. Creada la persona jurídica mediante el acto fundacional o


constitutivo, o contrato social, que le da vida jurídica (art. 142), se establecerán allí mismo sus
Estatutos que constituyen el conjunto de reglas fundamentales que organizan y estructuran la vida
de las personas jurídicas.

El estatuto es, por tanto, la ley fundamental de la persona jurídica a cuyas disposiciones deben
ajustarse todas las actividades de la entidad. Es, en suma, el conjunto de reglas internas que rige la
vida de las personas jurídicas. El estatuto de las personas jurídicas puede ser modificado en la
forma que el mismo o la ley establezcan. Tal modificación produce efectos desde su otorgamiento.
El estatuto debe asimismo contener normas sobre el gobierno, la administración y representación
y, si la ley la exige, sobre la fiscalización interna de la persona jurídica.

La ley establece deberes y estándares de conducta para los administradores de la persona jurídica,
a quienes se impone el deber de obrar con lealtad y diligencia, siéndoles vedado perseguir o
favorecer intereses contrarios a los de la persona jurídica. Les corresponde también implementar
sistemas y medios preventivos que reduzcan el riesgo de conflictos de intereses en sus relaciones
con la persona jurídica (art. 159).

Los administradores a su vez responden en forma ilimitada y solidaria frente a la persona jurídica,
sus miembros y terceros, por los daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus
funciones, por acción u omisión.

Representación de las personas jurídicas: Para desenvolverse en la vida jurídica las personas
jurídicas precisan inexorablemente de personas humanas. Estas, en nombre de aquellas, realizan
todo tipo de actividad vinculada al cumplimiento del objeto de la entidad.

La teoría de la ficción sostiene que al tratarse la persona jurídica de un ente ficticio que no tiene
vida propia, no puede actuar por si misma sino que solo puede hacerlo por medio de los
representantes que le asigna la ley. Por tanto, entre la persona jurídica y sus administradores existe
una relación de representación donde estos son los representantes de aquella.
Las teorías de la realidad, en cambio, parten del supuesto de que las personas jurídicas no son
ficticias sino reales, y por ello los administradores deben ser considerados como los “órganos
naturales” de ellas. Desde este ángulo los administradores forman parte de la entidad, integrándola
orgánicamente. Entre ellos no existe vínculo contractual sino una relación institucional derivada de
la propia organización interna de la persona jurídica, de modo que sus administradores están
dentro de la entidad y no fuera de ella. Esta doctrina es conocida como la teoría del órgano.

Responsabilidad de las personas jurídicas. Se entiende por responsabilidad la posibilidad de


sancionar a un sujeto por la realización de un acto antijurídico que le es imputable y que produce
determinada consecuencia perjudicial para otro sujeto. Es necesario distinguir entre la
responsabilidad civil (emanada tanto del incumplimiento de un contrato como de la ejecución de
actos ilícitos que pueden ser o no delitos civiles), y la responsabilidad penal de las personas
jurídicas.

Responsabilidad civil de las personas jurídicas. Conforme al art. 1763 “La persona jurídica responde
por los daños que causen quienes las dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus
funciones”. De este modo las personas jurídicas quedan equiparadas a las personas humanas en lo
que respecta a los hechos ilícitos.

a) Las personas jurídicas son responsables de los actos de sus representantes legales mientras estos
actúen dentro de los límites del mandato, y ese mandato que contiene las facultades del
representante, así como sus límites, puede surgir directamente del propio Estatuto de la entidad, o
bien indirectamente de las decisiones emanadas de asambleas o actas de directorio que hubieran
otorgado el mandato o el poder.

Las personas jurídicas responden así por la falta de cumplimiento de los contratos que sus
representantes celebraron en nombre y representación de ellas. Responden contractualmente por
los actos jurídicos de sus representantes de acuerdo con el alcance de los poderes que tengan para
obligarlas y hasta ese límite, superado el cual la persona jurídica no tiene responsabilidad alguna.
En lo que exceda estos poderes, el representante queda obligado respecto de los terceros en forma
personal, salvo que el tercero supiera de la insuficiencia de esos poderes. . El mandato es el poder
que la persona jurídica da a sus representantes para que ejecuten un acto o una serie de actos
jurídicos.

Desde ya que si la persona jurídica ratifica el acto celebrado por el representante aun fuera de los
límites de su mandato, será plenamente responsable por sus consecuencias.

b) La persona jurídica responde también por los hechos ilícitos que cometan sus representantes,
administradores en ejercicio o con ocasión de sus funciones (responsabilidad directa) e incluso sus
dependientes o subordinados (responsabilidad indirecta). Ello sin perjuicio de la responsabilidad
personal que le cabe al representante, administrador o dependiente. La expresión “en ejercicio de
sus funciones” significa que el hecho ilícito se produce durante el cumplimiento de esas funciones o
dentro del campo de las funciones específicas de la actividad involucrada; mientras que “en ocasión
de sus funciones” debe entenderse que se refiere a aquellos eventos dañosos que se vinculan
indirectamente a la actividad, pero que sin ella no se hubieran producido. Si el conductor del
camión de una empresa, mientras ejercita sus funciones, causa daños a un automóvil, la empresa
debe responder por tales daños. Si, en cambio, el daño se produce mientras el conductor del
camión utiliza el vehículo para cuestiones personales, fuera de su horario de trabajo, la persona
jurídica no será responsable y en tal caso responderán el conductor y el titular de dominio del
camión, que puede ser o no la misma empresa, y la compañía de seguros. Ahora bien, si el siniestro
se produce cuando el conductor, aun fuera del horario de trabajo, lleva al camión a un taller para su
reparación o mantenimiento, responderá la persona jurídica porque el hecho se ha producido “en
ocasión” de las funciones del conductor.

Responsabilidad penal de las personas jurídicas.

Cuando el principio general en nuestro derecho positivo es que las personas jurídicas carecen de
responsabilidad penal, pues los hechos ilícitos solo pueden ser cometidos por las personas
humanas, deben sin embargo responder por las consecuencias de ellos respecto de los daños y
perjuicios civiles producidos por el accionar de quienes dirijan, representen o administren la
persona jurídica. El hecho ilícito genera dos tipos de acciones: la penal, en la cual si el hecho es
delito se determina una sanción para el autor del mismo, y la civil que tiene por objeto el
resarcimiento de los daños materiales y morales causados y que se rige por el derecho civil.

Solamente en ciertos casos determinados se les puede aplicar sanciones penales, como ser
infracciones a las leyes cambiarias, de abastecimiento, impositivas, aduaneras, etc., lo que puede
acarrear sanciones consistentes en multas, clausuras, suspensión o supresión de personería
jurídica, decomiso de mercadería, etc.

Fin de la existencia de las personas jurídicas privadas. La regla general es que la duración de la
persona jurídica es ilimitada en el tiempo, excepto que la ley o el estatuto dispongan lo contrario
(art. 155). Las personas jurídicas pueden transformarse, fusionarse o escindirse en los casos
previstos por el Código o por la ley especial. En todos los casos es necesaria la conformidad
unánime de los miembros de la persona o personas jurídicas, excepto disposición especial o
estipulación en contrario del estatuto.

Disolución y liquidación. Son causales de disolución de la persona jurídica (art. 163): a) la decisión
de sus miembros adoptada por unanimidad o por la mayoría establecida por el estatuto o
disposición especial; b) el cumplimiento de la condición resolutoria a la que el acto constitutivo
subordinó su existencia; c) la consecución del objeto para el cual la persona jurídica se formó, o la
imposibilidad sobreviviente de cumplirlo; d) el vencimiento del plazo. Como vimos, el plazo de
duración de una persona jurídica es ilimitado excepto que el estatuto o la ley dispongan lo contrario
(art. 155). Si el plazo fuera limitado puede ser prorrogado, para lo cual se requiere: 1. decisión de
sus miembros, adoptada de acuerdo con la previsión legal o estatutaria; 2. presentación ante la
autoridad de contralor que corresponda, antes del vencimiento del plazo (art. 165). e) la
declaración de quiebra; la disolución queda sin efecto si la quiebra concluye por avenimiento o se
dispone la conversión del trámite en concurso preventivo, o si la ley especial prevé un régimen
distinto; f) la fusión respecto de las personas jurídicas que se fusionan o la persona o personas
jurídicas cuyo patrimonio es absorbido; y la escisión respecto de la persona jurídica que se divide y
destina todo su patrimonio; g) la reducción a uno del número de miembros, si la ley especial exige
pluralidad de ellos y ésta no es restablecida dentro de los tres meses; h) la denegatoria o
revocación firmes de la autorización estatal para funcionar, cuando ésta sea requerida. La
revocación de la autorización estatal debe fundarse en la comisión de actos graves que importen la
violación de la ley, el estatuto y el reglamento. La revocación debe disponerse por resolución
fundada y conforme a un procedimiento reglado que garantice el derecho de defensa de la persona
jurídica. La resolución es apelable, pudiendo el juez disponer la suspensión provisional de sus
efectos (art. 164). i) el agotamiento de los bienes destinados a sostenerla; j) cualquier otra causa
prevista en el estatuto o en otras disposiciones de este Título o de ley especial.

Reconducción. La persona jurídica puede ser reconducida mientras no haya concluido su


liquidación, por decisión de sus miembros adoptada por unanimidad o la mayoría requerida por la
ley o el estatuto, siempre que la causa de su disolución pueda quedar removida por decisión de los
miembros o en virtud de la ley (art. 166).

Liquidación y responsabilidades. Vencido el plazo de duración, resuelta la disolución u ocurrida otra


causa y declarada en su caso por los miembros, la persona jurídica no puede realizar operaciones,
debiendo en su liquidación concluir las pendientes. La liquidación consiste en el cumplimiento de
las obligaciones pendientes con los bienes del activo del patrimonio de la persona jurídica o su
producido en dinero. Previo pago de los gastos de liquidación y de las obligaciones fiscales, el
remanente, si lo hay, se entrega a sus miembros o a terceros, conforme lo establece el estatuto o lo
exige la ley. En caso de infracción responden ilimitada y solidariamente sus administradores y
aquellos miembros que, conociendo o debiendo conocer la situación y contando con el poder de
decisión necesario para ponerle fin, omiten adoptar las medidas necesarias al efecto (art. 167).

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