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SUJETOS DE DERECHO

Todas las relaciones jurídicas cuentan con los siguientes elementos esenciales:
sujeto, objeto y causa.

El sujeto es el titular de los derechos y obligaciones; puede ser una persona


humana o una persona jurídica.

PERSONA

El Código Civil derogado definía a la persona como todo ente susceptible de


adquirir derechos y contraer obligaciones. Se debe observar, por un lado, que se
empleaba el término ente para sustantivar al sujeto de la relación jurídica, y por el
otro, para ser considerado persona a ese ente se le exigía tener la aptitud
suficiente para adquirir derechos y contraer obligaciones.

El legislador había utilizado la palabra ente debido a que posee la suficiente


amplitud para contener una idea de persona que excede a la del ser humano. Sin
perjuicio de ello, se refería a las personas físicas como aquellos entes que
poseían signos aparentes de humanidad.

Hoy, el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación no contiene una definición de


persona humana, pero sí define en el artículo 141 a las personas jurídicas como
“todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para
adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los
fines de su creación.”

En este sentido, el ordenamiento jurídico argentino reconoce la existencia de dos


tipos de personas, las humanas y las jurídicas. Las primeras aluden a los seres
humanos por igual, sin ningún tipo de distinción ni discriminación, y las segundas,
a los entes ideales susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones.

PERSONA HUMANA

Como ya expusimos, el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación no prevé el


concepto de persona por no resultar necesario, dado que son persona todos los
individuos de la especie humana desde el instante de su concepción.

Es de vital importancia para el derecho establecer cuándo comienza la existencia


de la persona humana porque desde dicho momento gozará personalidad jurídica,
tendrá un status jurídico propio y podrán existir otras personas cuyos derechos
patrimoniales dependerán del nacimiento.

En este orden el artículo 19 establece que “la persona humana comienzo su


existencia con la concepción”. Es decir, se es persona desde el momento de la
concepción y el artículo 20 dispone que “la época de la concepción es el lapso
entre el máximo y el mínimo fijados para la duración del embarazo. Se presume,
excepto prueba en contrario, el máximo de tiempo del embarazo es de 300 días y
el mínimo de 180 días”.

Ahora bien, esa personalidad reconocida desde la concepción, es de carácter


precario y/o condicional. El concebido va a gozar de la protección jurídica
únicamente si ocurre el nacimiento con vida. En caso contrario, es decir, si no
nace con vida, se considera que la persona humana nunca existió. Con el
nacimiento con vida, todos los derechos condicionales que había adquirido el
concebido quedan definitiva e irrevocablemente adquiridos, constituyéndose como
sujeto de derecho.

Si se recurre a técnicas de reproducción humana asistida, también es importante


establecer el comienzo de la existencia de la persona toda vez que, mediante
prácticas de laboratorio, se propicia la formación de embriones por fuera del
cuerpo de la mujer. El Código Civil y Comercial de la Nación considera, en estos
casos, que la existencia de la persona humana comienza con la implantación del
embrión en el cuerpo materno. Y desde entonces y no antes, se le reconocerá su
personalidad jurídica.

También resulta de vital importancia establecer el fin de la existencia de la


persona humana, y tal como lo reconoce el artículo 93 ´del Código Civil y
Comercial de la Nación ello ocurre con la muerte que debe ser comprobada según
standares médicos.

Se trata de un hecho biológico que reviste la máxima trascendencia en el orden


legal, al modificar de manera irrevocable la totalidad de relaciones jurídicas que la
persona mantenía en tanto sujeto de derecho.

Toda persona es titular de un complejo vastísimo de derechos de muy distinta


naturaleza. La muerte extingue muchos de ellos, pues son propios de cada
persona y no se concebiría que nadie sino ellas mismas los puedan ejercer. Por
ejemplo todos los derechos extrapatrimoniales o inherentes a la personalidad
como lo son los derechos de familia – las facultades propias del estado de padre,
esposo, hijo- o los derechos personalísimos. Otros, en cambio, los derechos
patrimoniales se transmiten a los herederos.

PERSONA JURIDICA

Nuestra Constitución Nacional reconoce a todos los habitantes el derecho a


asociarse con fines útiles. De este modo, las personas podemos agruparnos para
desarrollar diversos emprendimientos que, en forma individual resultaría muy
dificultoso y aún imposible, y que en forma asociativa lo hacen posible.

El Código Civil y Comercial de la Nación define a las personas jurídicas como


“todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para
adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los
fines de su creación.”

Desde el punto de vista jurídico, persona es tanto la persona humana como los
entes de existencia ideal a los que el orden jurídico les reconoce la capacidad de
adquirir derechos y contraer obligaciones.

La persona jurídica es un sujeto de derecho de existencia ideal. A diferencia de lo


que ocurre con las personas humanas, es un sujeto carente de existencia física.
Es precisamente el orden jurídico el que, reconoce a determinados actos jurídicos
la virtualidad de dar vida a un sujeto de derecho distinto de las personas que lo
otorgan. Merced a esta ficción legal, aparecen en la comunidad las personas
jurídicas como actores fundamentales. Son, al igual que las personas humanas,
sujetos de derechos dotados de los atributos propios de la personalidad y por
ende, con la capacidad de celebrar actos jurídicos, adquiriendo derechos y
contrayendo obligaciones.

Y el Código Civil y Comercial de la Nación clasifica a las personas jurídicas como


públicas o privadas (artículo 145).

Son personas jurídicas públicas conforme lo dispone el artículo 146:

a) el Estado Nacional, las Provincias, la ciudad Autónoma de Buenos Aires, los


municipios, las entidades autárquicas y las demás organizaciones constituidas en
la República a las que el ordenamiento jurídico atribuya ese carácter;

b) los estados extranjeros, las organizaciones a las que el derecho internacional


público reconozca personalidad jurídica y toda otra persona jurídica constituida en
el extranjero cuyo carácter público resulte del derecho aplicable;

c) la iglesia católica.

Las personas jurídicas públicas, en cuanto a su reconocimiento, comienzo,


capacidad, funcionamiento, organización y fin de su existencia, se rigen por las
leyes y ordenamientos de su constitución.

Son personas jurídicas privadas conforme surge del artículo 148:

a) las sociedades,

b) las asociaciones civiles,

c) las simples asociaciones,

d) las fundaciones,

e) las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas,

f) las mutuales,
g) las cooperativas,

h) los consorcios de copropiedad horizontal,

i) toda otra contemplada en disposiciones de este Código o en otras leyes y cuyo


carácter de tal se establece o resulta de su finalidad y normas de funcionamiento.

Las personas jurídicas privadas se rigen por las leyes imperativas impuestas por
leyes especiales o por el Código Civil y Comercial de la nación, por sus actos
constitutivos y estatutos, y por último, por las normas supletorias contenidas en el
mencionado código.

La existencia de las personas jurídicas privadas comienza desde su constitución.


No necesitan autorización del Estado para funcionar, salvo el caso de las
asociaciones y fundaciones. En estos tipos de personas jurídicas la autorización
estatal marca el comienzo de la existencia de la persona jurídica.

Las personas jurídicas tienen una personalidad distinta de sus miembros. Los
miembros de una entidad son el substrato humano indispensable para la
existencia de la persona jurídica; pero una vez otorgada ésta, adquiere una
individualidad jurídica totalmente independiente de las de sus miembros. Como
consecuencia de ello, existe también una entera independencia patrimonial: las
obligaciones de los socios no afectan a la entidad y viceversa.

Resulta necesario establecer una diferencia fundamental entre las personas


físicas y las personas jurídicas en cuanto a su capacidad. Mientras que las
primeras tienen plena capacidad civil desde los 18 años, pudiendo por ello
celebrar todos los actos jurídicos que crean convenientes, las personas jurídicas
sólo pueden realizar aquellos actos jurídicos vinculados a los fines de su
institución. Por ejemplo, una compañía de seguros no puede dedicarse a
operaciones de importación y exportación, ni una asociación con fines educativos
puede ejercer el comercio. Este es el llamado principio de especialidad. Toda la
actividad vinculada con el objeto de la institución, todos los actos y hechos
tendientes a la consecución de su objeto, deben considerar lícitos.

El fin de la existencia de las personas jurídicas ocurre con la disolución y


liquidación de las mismas. En este sentí el artículo 163 del Código Civil y
Comercial de la Nación enumera las causales de disolución de las personas
jurídicas: por decisión unánime de sus miembros, por haberse logrado su objeto,
por vencimiento del plazo, por declaración de quiebra, por fusión, absorción de
otra persona jurídica, por revocación de la autorización para funcionar, entre otras.

Una vez decidida la liquidación, corresponde proceder a la liquidación del


patrimonio. Luego, se cancela su personería o inscripción registral según el caso.

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