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La Imparcialidad e Independencia Judicial en la República Dominicana: Una

Evaluación de las Dimensiones Formales y Materiales


Introducción
El acceso a la justicia es uno de los pilares fundamentales para el mantenimiento de un
Estado de derecho que garantice la protección de los derechos civiles y humanos de la
ciudadanía. Esta concepción parte del entendimiento de que el órgano jurisdiccional no
solo debe ser accesible sino también garantizar la imparcialidad y la independencia
judicial en el proceso. Estos componentes se traducen en dos dimensiones, la formal y
la material, que son fundamentales para el debido proceso. El presente ensayo tiene
como objetivo examinar estas dimensiones en el marco de la República Dominicana,
utilizando instrumentos normativos nacionales e internacionales, doctrina relevante, y
precedentes jurisprudenciales.
Desarrollo
Dimensión Formal de la Imparcialidad Judicial
La dimensión formal de la imparcialidad implica el deber del juez de actuar sin
prejuicios personales, emocionales o de cualquier otra índole que puedan afectar el
resultado de una decisión judicial (European Court of Human Rights, 1998). En este
contexto, la Constitución de la República Dominicana establece en su artículo 69 que
toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en los tribunales
preexistentes según la Constitución y las leyes.
Dimensión Material de la Imparcialidad Judicial
La dimensión material de la imparcialidad se refiere al establecimiento de garantías
institucionales que permitan que los jueces tomen decisiones libres de cualquier
influencia externa (Shapiro, 1981). El Consejo del Poder Judicial, en la República
Dominicana, tiene como una de sus funciones velar por la imparcialidad de los jueces,
lo que asegura la integridad del sistema judicial.
Doble Dimensión de la Independencia Judicial
1. Independencia Individual: Implica que el juez pueda tomar decisiones sin
interferencias directas en su autonomía (Russell, 2001).
2. Independencia Institucional: Se refiere a las garantías que deben existir a nivel
sistémico para preservar la autonomía del poder judicial como un todo
(Markesinis, 1997).
Contexto Dominicano
En la República Dominicana, la independencia e imparcialidad judicial se han estado
fortaleciendo a través de diversas reformas legales, pero todavía enfrentan desafíos
como el clientelismo y la interferencia política.
Conclusión
La imparcialidad e independencia judicial son componentes clave del sistema legal que
garantizan el debido proceso y la protección de los derechos humanos. En la República
Dominicana, aunque se han logrado avances importantes, persisten desafíos que
requieren una atención urgente para fortalecer tanto la dimensión formal como la
material de estos principios.
Referencias
European Court of Human Rights. (1998). Case of Incal v. Turkey.
Shapiro, M. (1981). Courts: A Comparative and Political Analysis. University of Chicago
Press.
Russell, P. H. (2001). Toward a General Theory of Judicial Independence. In P. H.
Russell & D. M. O'Brien (Eds.), Judicial Independence in the Age of Democracy.
University of Virginia Press.
Markesinis, B. S. (1997). Judicial Style and Judicial Reasoning in England and
Germany. Cambridge Law Journal, 55(1), 294-312.
Constitución de la República Dominicana. Artículo 69.
Consejo del Poder Judicial de la República Dominicana. (n.d.). Funciones y objetivos.
Recuperado de sitio web oficial.

Imparcialidad e Independencia Judicial: Su Doble Dimensión y Relevancia en el


Ordenamiento Jurídico Dominicano
Introducción
El derecho de acceso a la justicia constituye un pilar fundamental en cualquier
democracia. Sin embargo, el acceso no es suficiente por sí solo; se necesita que los
órganos jurisdiccionales actúen con imparcialidad e independencia. Estas condiciones
son esenciales para el debido proceso y, por ende, para la legitimidad del sistema legal.
Este ensayo analiza la doble dimensión de la imparcialidad e independencia judicial,
basado en instrumentos normativos, doctrina y precedentes jurisprudenciales, para
comprender su relevancia y aplicación en el contexto del ordenamiento jurídico de la
República Dominicana.
Desarrollo
Dimensión Formal de la Imparcialidad Judicial
La dimensión formal se refiere a las garantías legales y estructurales que se han
establecido para asegurar la imparcialidad del juez. En términos internacionales, la
Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 10 establece que toda
persona tiene derecho "a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal
independiente e imparcial" (Naciones Unidas, 1948). Asimismo, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14 asegura este principio (Naciones
Unidas, 1966).
En el caso dominicano, la Constitución de 2010, en su artículo 69, sostiene la garantía
de la independencia e imparcialidad de los tribunales, como pilar del debido proceso.
Dimensión Material de la Imparcialidad Judicial
La dimensión material aborda la actuación real del juez en un caso concreto. Se trata
de la necesidad de que los jueces no tengan prejuicios personales o intereses en el
asunto en cuestión (Shapiro, 1981). Precedentes jurisprudenciales en el Tribunal
Constitucional Dominicano han destacado la importancia de esta dimensión para la
justicia efectiva.
Doble Dimensión de la Independencia Judicial
La independencia judicial comprende dos dimensiones: una externa y otra interna. La
dimensión externa está relacionada con la independencia del poder judicial frente a los
demás poderes del Estado (Venice Commission, 2010). La dimensión interna, por otro
lado, implica la independencia del juez en relación con sus colegas y superiores dentro
del propio sistema judicial (Cohen-Eliya & Porat, 2014).
En la República Dominicana, los procesos de selección y designación de jueces
intentan salvaguardar esta doble independencia, aunque aún existen desafíos
significativos en la práctica.
Conclusión
La imparcialidad e independencia judicial no son simplemente ideales abstractos, sino
condiciones necesarias para la realización del debido proceso y la legitimidad del
sistema legal. La República Dominicana ha hecho esfuerzos por institucionalizar estos
principios, aunque aún enfrenta desafíos significativos.
Referencias
 Naciones Unidas. (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos.
 Naciones Unidas. (1966). Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
 Shapiro, M. (1981). "Courts: A Comparative and Political Analysis". University of
Chicago Press.
 Tribunal Constitucional de la República Dominicana. Casos varios.
 Venice Commission. (2010). "Report on the Independence of the Judicial System
Part I: The Independence of Judges". European Commission for Democracy
Through Law.
 Cohen-Eliya, M., & Porat, I. (2014). "Proportionality and Constitutional Culture".
Cambridge University Press.

La Imparcialidad e Independencia Judicial en la República Dominicana: Una


Evaluación de las Dimensiones Formales y Materiales Reforzada por las
Contribuciones de Cáceres Valencia
Introducción
La justicia es un sosten crucial para el bienestar y la estabilidad de cualquier sociedad
democrática, y su eficacia radica en gran medida en la imparcialidad e independencia
judicial. En la República Dominicana, un país con una rica historia de lucha por la
democracia y el estado de derecho, estas dimensiones toman una importancia
especial. No obstante, a ello, varios factores han puesto en duda la robustez de estas
características en el sistema judicial dominicano. Este ensayo se propone ofrecer una
evaluación crítica de las dimensiones formales y materiales que subyacen a la
imparcialidad e independencia judicial en el país, apoyando su análisis con las
contribuciones académicas de reconocidos juristas como Cáceres Valencia, Ferrajoli,
Alexy, Atienza, Russell, Pérez Dayán y Sebastián Linares.
La primera parte se enfoca en analizar la dimensión formal de la imparcialidad judicial,
con especial atención en teorías de Luigi Ferrajoli, Robert Alexy y Manuel Atienza. La
segunda parte del ensayo se adentrará en la dimensión material, poniendo en contexto
las disposiciones relevantes del Código Procesal Penal, la Constitución Dominicana y
el artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Finalmente, el
ensayo profundizará en la dualidad de la independencia judicial —la individual y la
institucional— en el contexto de la República Dominicana, señalando desafíos
contemporáneos como la interferencia política y el clientelismo.

La Relevancia de la Dimensión Formal de la Imparcialidad Judicial


La dimensión formal de la imparcialidad judicial se centra en el estricto cumplimiento de
normas y garantías procesales que blindan la actuación judicial de cualquier tipo de
prejuicio o favoritismo. Ferrajoli argumenta que este estricto cumplimiento normativo es,
de hecho, la única fuente legítima de autoridad para los jueces en el ejercicio de su
función jurisdiccional (Ferrajoli, 2007). Pero la importancia de esta dimensión formal va
más allá del mero procedimiento.
De igual forma, y tal como sostiene Robert Alexy, ésta incorpora principios
fundamentales que son el pilar de cualquier sistema jurídico en una democracia, tales
como el derecho a un juez natural, la independencia y competencia judicial, y el
principio de contradicción, entre otros (Alexy, 2002,). Estos fundamentos están
estrechamente vinculados a lo que Atienza ha denominado como 'derechos de la
argumentación', los cuales no solo permiten, sino que requieren un proceso judicial
ajustado estrictamente a la imparcialidad formal (Atienza, 2006).
La formalidad en el actuar del juez es una característica esencial de cualquier sistema
judicial robusto. La Constitución de la República Dominicana, en su artículo 69,
establece el derecho de toda persona a ser juzgada por jueces naturales en tribunales
establecidos por ley. Cáceres Valencia (2016) añade que esta formalidad es crucial
para garantizar que el juez actúe sin prejuicios personales, emocionales o de otro tipo,
lo que resulta vital para un juicio justo.

Importancia de la Dimensión Material de la Imparcialidad Judicial


La imparcialidad judicial emerge no solo como un valor ético, sino también como un
mandato constitucional y legal ineludible. El artículo 5 del Código Procesal Penal de la
República Dominicana sostiene que los jueces están únicamente vinculados a la ley y
deben mantenerse ajenos a cualquier forma de interferencia. Además, el artículo 69.4
de la Constitución Dominicana garantiza el derecho a un juicio público, oral y
contradictorio, reforzando la equidad y el derecho de defensa. A nivel regional, el
artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos respalda estas
disposiciones al afirmar el derecho a ser juzgado por un tribunal competente,
independiente e imparcial.
En este marco, la dimensión material de la imparcialidad se enfoca en el rigor y
objetividad con los que el juez emite sus decisiones, fundamentadas en la ley y en una
valoración lógica y justa de las pruebas. Esta dimensión es crucial para la legitimidad y
calidad de la justicia en la República Dominicana y tiene un impacto directo en la
confianza que la ciudadanía deposita en su sistema judicial. Cáceres Valencia (2016)
subraya que la actuación de pruebas y la autonomía en este aspecto representan una
dimensión material de la imparcialidad judicial. En la República Dominicana, el Consejo
del Poder Judicial tiene la función de asegurar la imparcialidad de los jueces, lo que el
autor señala como una garantía institucional para la integridad del sistema.

Doble Dimensión de la Independencia Judicial: Un Análisis Ampliado


Independencia Individual
La independencia individual del juez para tomar decisiones sin interferencias es vital
(Russell, 2001). Los tribunales tienen la responsabilidad de y el deber de promover la
importancia que reviste el debido proceso, especialmente en naciones como la nuestra,
donde se entiende un sistema judicial democrático. Es precisamente, tal y como
plantea Pérez Dayán (2016), que se logra la confianza en las instituciones encargadas
de impartir justicia; es por ello por lo que el juez debe, siempre, ceñirse cabalmente a
las reglas de juego previamente establecidas y actuando siempre con la debida
imparcialidad.
Para Sebastián Linares la doble dimensión debe ser vista desde dos esferas, una
positiva y otra negativa. La dimensión positiva se refiere al hecho de que el juez decida
un caso concreto basándose en el significado de la ley, la verdad de los hechos y sus
propias convicciones axiológicas; mientras que, por su parte la negativa se refiere a la
ausencia de vínculos o injerencias impropias de otros actores (gobierno, legislatura,
partes, sociedad civil, etc.) sobre el juez individual (Linares, 2004).
En ese mismo orden, Cáceres Valencia (2016) enfatiza que esto es especialmente
importante en casos que reciben un alto grado de atención mediática o política. Sobre
todo, si se parte que en todo proceso hay envueltos intereses encontrados, donde
inevitablemente una parte obtendrá ganancia de causa y la otra no.
Independencia Institucional
La independencia institucional de la justicia es esencial para garantizar un sistema de
gobierno democrático donde los poderes del Estado estén equilibrados. Esta
independencia permite a los jueces y a los tribunales cumplir su función de forma
autónoma e imparcial, sin interferencias de los demás poderes del Estado, como el
ejecutivo o el legislativo.
En el caso de la República Dominicana, la última reforma constitucional importante en
2010 ha dejado explícitamente asentada la independencia judicial en su Constitución,
en el artículo 149, donde se declara a la justicia como una función pública que se
administra por los tribunales.
Las decisiones sobre el presupuesto y administración de los tribunales son decididas
por el Consejo del Poder Judicial, el cual vela por la correcta administración y
funcionamiento de los organismos judiciales. A su vez, el Consejo está compuesto por
magistrados de alta jerarquía, cuyo presidente es el de la Suprema Corte de Justicia.
Según Cáceres Valencia (2016), garantías institucionales que protejan al poder judicial
como un todo son necesarias para complementar la independencia individual de los
jueces. En el contexto dominicano, aún existen muchos retos que sortear, tales como el
clientelismo y la influencia política, sobre todo de los gobiernos de turno.
Conclusión
La imparcialidad e independencia judicial son piedras angulares para cualquier sistema
democrático. Este ensayo ha proporcionado una evaluación detallada de estas
dimensiones en el contexto de la República Dominicana, enriquecido por las
contribuciones de Cáceres Valencia, Ferrajoli, Alexy, Atienza, Russell, Pérez Dayán y
Sebastián Linares.
Hemos destacado la importancia tanto de la dimensión formal como de la material en la
imparcialidad judicial, argumentando que ambas son cruciales para asegurar un
sistema de justicia que sea tanto justo en su procedimiento como en su sustancia.
Además, hemos discutido la importancia de la independencia judicial desde una
perspectiva dual —individual e institucional— y los desafíos que esto representa en un
país donde la justicia a menudo está sometida a presiones políticas y sociales.
Los desafíos en torno al clientelismo y la influencia política hacen evidente la necesidad
de reformas estructurales y garantías institucionales, un punto también destacado por
Cáceres Valencia. Asimismo, la obra de otros académicos como Russell, Pérez Dayán
y Sebastián Linares ofrece perspectivas valiosas sobre la complejidad y la necesidad
de abordar la independencia judicial de manera comprensiva.
En resumen, la República Dominicana ha hecho avances significativos, pero aún queda
mucho por hacer para establecer un sistema judicial plenamente imparcial e
independiente. Este ensayo aspira a haber contribuido al discurso necesario para
impulsar reformas que refuercen la integridad del sistema judicial dominicano. Con esta
conclusión, se cierra este análisis y se abre el camino para futuras investigaciones y,
más importante aún, para iniciativas de reforma concretas en la República Dominicana.

Referencias
Cáceres Valencia, J. M. (2016). [Título del artículo]. Postgrado Scientiavm, 2(2), 35-38.
ISSN 2411-8826.

Constitución de la República Dominicana. Artículos 69 y 149.

Consejo del Poder Judicial de la República Dominicana. (n.d.). Funciones y objetivos.


Recuperado de [sitio web oficial].

European Court of Human Rights. (1998). Case of Incal v. Turkey.

Markesinis, B. S. (1997). Judicial Style and Judicial Reasoning in England and


Germany. Cambridge Law Journal, 55(1), 294-312.

Russell, P. H. (2001). Toward a General Theory of Judicial Independence. In P. H.


Russell & D. M. O'Brien (Eds.), Judicial Independence in the Age of Democracy.
University of Virginia Press.
Shapiro, M. (1981). Courts: A Comparative and Political Analysis. University of Chicago
Press.

El autor Sebastián Linares propone un marco referencial del concepto de


independencia judicial que distingue entre dos dimensiones: una negativa y otra
positiva1. La dimensión negativa se refiere a la ausencia de vínculos o injerencias
impropias de otros actores (gobierno, legislatura, partes, sociedad civil, etc.) sobre el
juez individual. La dimensión positiva se refiere al hecho de que el juez decida un caso
concreto basándose en el significado de la ley, la verdad de los hechos y sus propias
convicciones axiológicas2. El autor sostiene que ambas dimensiones están
entrelazadas por el fenómeno del poder, que debe ser ejercido de forma legítima y legal
por el juez y por los demás actores. El autor también expone las distintas formas de
medir la independencia judicial, tanto en su dimensión positiva como negativa,
utilizando diferentes enfoques metodológicos.

La dimensión formal de la imparcialidad judicial se centra en el estricto cumplimiento de


normas y garantías procesales que blindan la actuación judicial de cualquier tipo de
prejuicio o favoritismo. Ferrajoli argumenta que este estricto cumplimiento normativo es,
de hecho, la única fuente legítima de autoridad para los jueces en el ejercicio de su
función jurisdiccional (Ferrajoli, 2007, p. 87). Pero la importancia de esta dimensión
formal va más allá del mero procedimiento. Según Alexy, ésta incorpora principios
fundamentales que son el pilar de cualquier sistema jurídico en una democracia, tales
como el derecho a un juez natural, la independencia y competencia judicial, y el
principio de contradicción, entre otros (Alexy, 2002, p. 53). Estos fundamentos están
estrechamente vinculados a lo que Atienza ha denominado como 'derechos de la
argumentación', los cuales no solo permiten sino que requieren un proceso judicial
ajustado estrictamente a la imparcialidad formal (Atienza, 2006, p. 112)."
Referencias en formato APA 7.ª edición:
 Ferrajoli, L. (2007). Principia iuris: teoría del derecho y de la democracia.
Editorial Trotta.
 Alexy, R. (2002). Teoría de los derechos fundamentales. Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales.
 Atienza, M. (2006). Las razones del derecho: Teorías de la argumentación
jurídica. Universidad Nacional Autónoma de México.
Revista Postgrado ISSN 2411-8826 Scientiarvm P. 35 - 38 Julio 2016 Volumen 2 -
Número 2 EL JUEZ NATURAL Y SU IMPORTANCIA EN LA DEMOCRACIA Johnny
Manuel Cáceres Valencia (1) Presidente de la Corte Superior de Justicia de Arequipa
RESUMEN: Brevemente pretendemos ocuparnos del Juez natural, su independencia e
imparcialidad para señalar cómo tales tópicos —característicos de él— son relevantes
para consolidar la Democracia. Palabras clave: Juez natural, competencia,
independencia, imparcialidad, democracia. ABSTRACT: This essay succinctly describes
the natural Judge, his independence and impartiality. The thesis underlined it is how the
precedent topics are directly related to the enhance of Democracy. Key words: Natural
judge, competence, independence, impartiality, Democracy.
INTRODUCCIÓN Correspondencia a: 1°. Cualquiera sea el proceso en que uno se vea
envuelto, la normativa supranacional tutela y, claro está, garantiza, a manera de
principio básico, el que toda persona sea juzgada por Tribunales de Justicia ordinarios,
competentes, independientes e imparciales, sujetos a los procedimientos estatuidos por
el Legislador para tramitar y resolver la causa 1 que les sea sometida . Así, el artículo
8.1 de la Convención es claro al señalar lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a ser
oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un Juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”. 2°. Tal derecho, no obstante no estar explícitamente
incorporado en el texto de nuestra Carta Fundamental, ha sido entendido por el
Tribunal Constitucional como parte del derecho al debido proceso bajo el nomen iuris
de 'Juez natural'. 3°. Es que, en tanto derecho poliédrico del justiciable, cuanto principio
orientador de la función jurisdiccional, el derecho 2 fundamental al 'debido proceso'
(artículo 139.3 constitucional ) 3 exige —en su faceta procesal, formal o adjetiva — el
pleno respeto, entre otros, al derecho a ser juzgado por un 'Juez natural', vale decir, por
un Juez a quien la Ley, de manera previa al hecho objeto de juzgamiento, le haya
atribuido competencia jurisdiccional para decidir y resolver tal materia. De hecho, dicho
Juez, además.
JUEZ NATURAL 5°. Aquí, el primer escollo a superar es el que se refiere a la disputa
terminológica que el nomen iuris —Juez natural— ocasiona. Sobre el particular hay
quien prefiere hablar del derecho a ser juzgados por 'el Juez predeterminado por Ley'
en vez de referirse al 'Juez natural'; quienes así distinguen a uno y otro Juez señalan,
además, que el último —natural— es aquel que antiguamente juzgaba a los que
pertenecían a su grupo (se cita los casos de los fueros 'castrenses' y 'eclesiales' como
aquellos 4 en los que habría tenido intervención el 'Juez natural') . Aunque el propósito
diferenciador es digno de elogio, y ciertamente debe seguirse para dotar de contenido
“nuestro” a 5 un sinfín de instituciones jurídicas, tanto procesales como 6 materiales ,
no compartimos los motivos de la precedente distinción. Por nuestra parte, nos basta
con señalar que la escisión que distaría a uno y otro 'Juez' es artificial y ajena, por lo
demás, a la praxis, pues —en términos sencillos— cuanto interesa a dicho derecho
realmente no es su nombre, sino el no ser desviado de 7 la jurisdicción predeterminada
por Ley . 6°. Dicho lo anterior, concierne ya delimitar un poco más el contenido
protegido del derecho al 'Juez natural'. En dicha órbita, pues, es preciso destacar que
tal contenido se vincula, porque no puede ser de otro modo, con la 'competencia' que le
es asignada al Juez por la Ley, cosa que en Perú viene dada por la Ley Orgánica del
Poder Judicial y también mediante Resoluciones Administrativas del Consejo Ejecutivo
del Poder Judicial al disponer, por ejemplo, la conformación de Tribunales 8 con sub-
especialidades . A fuer de lo señalado, cabe ahora destacar dos aspectos puntuales de
este Juez. Veamos: El primero atiende a señalar que el derecho a no ser desviado de
la jurisdicción predeterminada por Ley pretende evitar cualquier intromisión política o
circunstancial que pueda repercutir en la asunción de la decisión final. El derecho en
mención pretende, pues, realzar y, más que nada, recordar a todos la independencia
que tiene el Poder Judicial frente a los otros Poderes del Estado y frente a las
presiones políticas y a aquellas otras oportunistas. En rigor, la Ley (pre)determina al
Juez que habrá de conocer el mérito de la causa independientemente de que al
Legislativo o Ejecutivo pueda incumbirles el asunto. Y ello mismo se predica —o así
debería ser, aunque las más de las veces no lo sea— con respecto a la presión
mediática. El segundo aspecto relevante del derecho al 'Juez natural' implica respetar
otro derecho igual de fundamental: la igualdad 9 (artículo 2.2 constitucional ). En
puridad, el derecho objeto de estudio recuerda al Legislador que tampoco es totalmente
libre de crear jueces 'naturales', con competencia, ni de predeterminarlos a su antojo —
por medio de Ley— en atención a razones que comporten tratamientos diferenciados
injustificados, es decir, razones espurias como serían, entre otras, las raciales,
sexuales, sociales, políticas, religiosas, económicas, étnicas. 10 Los límites que impone
la igualdad en el trato a los ciudadanos se extienden también al Legislador a la hora de
determinar competencias o, incluso, al asignar éstas a jueces ordinarios. De allí la
proscripción de crear juzgadores ad-hoc de la que trata el artículo 139.3 de la
Constitución. 7°. En suma, lo importante para dar por cierta la configuración de la
violación al derecho a ser juzgado por un 'Juez natural', más allá de la nomenclatura
con que a éste se le designe, estriba en dilucidar si el asunto controvertido corresponde
a la justicia ordinaria —o no—, e importa determinar, a su vez, si, siendo afirmativa la
respuesta al interrogante anterior, tal causa fue sometida a conocimiento de otra
justicia, no ordinaria por supuesto, sino extraordinaria o derechamente creada para tal
fin (ad-hoc), pues de constatarse esto último habrá lugar a señalar la vulneración del
derecho in comento.
INDEPENDENCIA E IMPARCIALIDAD DEL JUEZ NATURAL 8°. La independencia
judicial es también una garantía del justiciable y, a su turno, un principio orientador de
la noble labor 11 jurisdiccional. Como tal, se halla prevista en el artículo 139.2 del Texto
Fundamental. Y, no es que se halle consolidada así solo por la imposición de la Carta
Fundamental; antes bien, la jurisprudencia de la Máxima Instancia de Justicia Ordinaria
del país, al igual que la del Custodio de la Constitución, es notoriamente clara al
respecto. Para muestra, sirva la Casación N° 3054-2010 Cusco —fundamento quinto—.
En dicha Resolución la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República, refiriéndose al principio de independencia judicial, señaló enfáticamente
que: “La doctrina autorizada señala sobre dicho principio que los integrantes del Poder
Judicial decidirán sobre las materias que se le someten a juicio con arreglo a derecho
sin que puedan recibir ningún tipo de órdenes, instrucciones, sugerencias o directrices
relativas a los hechos materia de juzgamiento, a la norma a aplicar y su sentido, o la
resolución que en definitiva cabe adoptar…”. 9°. Esta independencia, como enseña
ALVARADO VELLOSO, aparece frente al justiciable a manera de expresión de la
imparcialidad del juzgador que, como tal, no es parte en el proceso, sino tercero con
autoridad para juzgar y, en su momento, resolver —“disolver” en la terminología del
precitado autor— el conflicto subyacente a las pretensiones, claramente 12 opuestas,
de las partes en litigio . En suma, pues, tanto una como otra son, como refiere el
Máximo Intérprete de la Constitución, “garantías consustanciales y necesarias para una
correcta administración 13 de justicia” . 10°. Una conquista, quizá la más preciada, de
la incorporación de estas garantías en los procesos judiciales es la contenida en la
Casación N° 2992-2007 Callao. Allí, en cuanto a la temática 14 probatoria, problemática
por excelencia , se estatuyó que, 15 respecto al artículo 194 del Código Procesal Civil ,
el Tribunal de Alzada en vía de apelación no puede anular la decisión objeto de
impugnación por considerar que el Juzgador de mérito no actuó pruebas que resulten
suficientes. En dicha tónica de respeto al principio de independencia jurisdiccional, la
Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia señaló, además, que el Órgano
Revisor tampoco puede conminar al Juez de instancia a actuar nuevas pruebas pues, a
fin de cuentas, aquél tiene iguales facultades que éste 16 para determinar la actuación
oficiosa de pruebas . 11°. Asunto muy crispante es, en cambio, el relativo a la
imparcialidad del Juzgador. Es que, en definitiva, sin la connatural imparcialidad del
juzgador pierden sentido tanto su sometimiento mismo a la Ley como su previa
determinación o designación por ésta y, por último, la prédica que, respecto a él, se
hace de su independencia. No obstante, decir esto es tan solo decir cuanto se pretende
realizar por medio de este principio. No equivale ello, pues, a absolver el problema
planteado in toto. Es que, las más de las veces se olvida que el Juez, cualquiera 17 sea
su competencia, debe fallar secumdum ius . Y fallar de este modo, recuerda NIEVA
FENOLL, implica hacerlo con respecto a cuestiones de hecho y de derecho no
escindidas, 18 sino intrincadas, que forman una sola realidad . Pues bien, para lograr
dicho cometido el Juez, sin sustituir a ninguna parte, ha de ordenar la actuación de la
prueba oficiosa 19 para cumplir cabalmente su rol en el proceso ya que “[Cuando los
jueces no realizan debidamente la actividad probatoria, están siendo infieles al
ordenamiento jurídico globalmente 20 considerado” . Visto así, queda por resaltar
todavía que las Codificaciones de tradición Europea-continental —pertenecientes, por
tanto, a 21 Sistemas “Mixtos” — aceptan la apuesta por la prueba oficiosa, incluso en
materia procesal penal al ver en ella, en suma, la mejor salvaguarda del interés público
ínsito en la 22 persecución penal . 12°. Esta breve reflexión no agota, por supuesto, el
asunto de la imparcialidad del Juez. Cabe, asimismo, acotar que el asunto de ciernes
analizado en cuanto a la concesión de medidas cautelares por jueces —y árbitros—
que luego conocerán el 23 mérito de la causa ha merecido los más variados
tratamientos doctrinales y jurisprudenciales en torno. Sin embargo, sobre este último
tópico no cabe hacer ya mayor anotación en razón al espacio que dicha cuestión
significaría.
JUEZ NATURAL INDEPENDIENTE E I M P A R C I A L Y D E M O C R A C I A .
ANOTACIONES FINALES 13°. Con mucho acierto MUÑOZ CONDE decía que la
independencia, el sometimiento a la Ley por parte del Juez y su responsabilidad (a la
hora de determinar la Ley y fijar los hechos a los que aplicarla) son los ejes en torno a
los cuales “gira, o debe girar, el ejercicio de la potestad jurisdiccional en el 24 Estado
de Derecho” . A ello, sin duda, cabe agregar cuanto se ha señalado sobre el deber que
tiene el Juez —en tanto Juez natural independiente e imparcial— de cuidar la no
injerencia política o mediática (o la que fuere) en la asunción de su decisión o sobre el
sentido que 25 la misma tendría . Tales directrices, como se sabe, se concretizan en la
praxis cuando el Juez realiza una interpretación correcta —y acabada— del Derecho
aplicable y fija, conforme a la prueba actuada, los hechos sobre los que ha de decidir.
14°. No basta, por tanto, que a los ciudadanos de una nación como la nuestra (o, en sí,
de cualquier otra) se les asegure que el Juez natural se halle establecido por Ley de
manera previa a la ocurrencia de los hechos objeto de litigio. Antes bien, es preciso que
el mismo ostente las cualidades de ser independiente e imparcial, se sepa sometido a
la Ley y obligado a fallar secundum ius, tanto como responsable por el peso que sus
desaciertos a la hora de decidir significarán ya que solo de este modo —aunque, por
obvio, sea innecesario recordarlo— su actuación sí que importa para la consolidación
26 del Estado Social y Democrático de Derecho al reforzar la 27 imagen de la Justicia a
los ojos de los ciudadanos , renovando 28 así la confianza de la sociedad en los
Jueces , y, a partir de ello, recordando al ciudadano que se encuentra protegido del uso
29 abusivo del poder (judicial) del Estado .

La imparcialidad judicial es un principio fundamental que garantiza el derecho a un juez justo,


independiente y objetivo. La dimensión material de la imparcialidad judicial se refiere al
contenido de las decisiones judiciales, que deben estar basadas en el derecho y en la valoración
racional de las pruebas, sin influencias externas o internas que puedan afectar la rectitud del juez.
La importancia de esta dimensión radica en que es la que determina la legitimidad y la calidad de
la justicia, así como la confianza de los ciudadanos en el sistema judicial.
Según el Código de Ética Judicial de México, los jueces deben observar una serie de deberes
para asegurar la imparcialidad material, tales como1:

 Evitar toda conducta que pueda generar dudas sobre su imparcialidad o que pueda afectar su
credibilidad o prestigio.
 Abstenerse de emitir opiniones públicas o privadas sobre los asuntos que conozcan o puedan
conocer en el ejercicio de su función.
 Respetar el principio de igualdad procesal y tratar con cortesía y equidad a todas las partes,
testigos, peritos y demás intervinientes en el proceso.
 Fundar y motivar sus resoluciones conforme a las normas jurídicas aplicables y a los hechos
acreditados en el expediente.
 Resolver los asuntos sometidos a su conocimiento con prontitud, sin dilaciones indebidas ni
retardos injustificados.

La imparcialidad material es, por tanto, un requisito indispensable para el cumplimiento del
deber de impartir justicia con apego al derecho y a la verdad.

Introducción
La justicia es un sosten crucial para el bienestar y la estabilidad de cualquier sociedad
democrática, y su eficacia radica en gran medida en la imparcialidad e independencia
judicial. En la República Dominicana, un país con una rica historia de lucha por la
democracia y el estado de derecho, estas dimensiones toman una importancia
especial. No obstante a ello, varios factores han puesto en duda la robustez de estas
características en el sistema judicial dominicano. Este ensayo se propone ofrecer una
evaluación crítica de las dimensiones formales y materiales que subyacen a la
imparcialidad e independencia judicial en el país, apoyando su análisis con las
contribuciones académicas de reconocidos juristas como Cáceres Valencia, Ferrajoli,
Alexy, Atienza, Russell, Pérez Dayán y Sebastián Linares.
La primera parte se enfoca en analizar la dimensión formal de la imparcialidad judicial,
con especial atención en teorías de Luigi Ferrajoli, Robert Alexy y Manuel Atienza. La
segunda parte del ensayo se adentrará en la dimensión material, poniendo en contexto
las disposiciones relevantes del Código Procesal Penal, la Constitución Dominicana y
el artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Finalmente, el
ensayo profundizará en la dualidad de la independencia judicial —la individual y la
institucional— en el contexto de la República Dominicana, señalando desafíos
contemporáneos como la interferencia política y el clientelismo.
Con este análisis, este ensayo tiene como finalidad contribuir tanto al debate
académico como a las iniciativas de reforma política y legislativa que buscan fortalecer
un sistema judicial más robusto, imparcial e independiente en la República Dominicana.
Conclusión
La imparcialidad e independencia judicial son piedras angulares para cualquier sistema
democrático. Este ensayo ha proporcionado una evaluación detallada de estas
dimensiones en el contexto de la República Dominicana, enriquecido por las
contribuciones de Cáceres Valencia, Ferrajoli, Alexy, Atienza, Russell, Pérez Dayán y
Sebastián Linares.
Hemos destacado la importancia tanto de la dimensión formal como de la material en la
imparcialidad judicial, argumentando que ambas son cruciales para asegurar un
sistema de justicia que sea tanto justo en su procedimiento como en su sustancia.
Además, hemos discutido la importancia de la independencia judicial desde una
perspectiva dual —individual e institucional— y los desafíos que esto representa en un
país donde la justicia a menudo está sometida a presiones políticas y sociales.
Los desafíos en torno al clientelismo y la influencia política hacen evidente la necesidad
de reformas estructurales y garantías institucionales, un punto también destacado por
Cáceres Valencia. Asimismo, la obra de otros académicos como Russell, Pérez Dayán
y Sebastián Linares ofrece perspectivas valiosas sobre la complejidad y la necesidad
de abordar la independencia judicial de manera comprensiva.
En resumen, la República Dominicana ha hecho avances significativos, pero aún queda
mucho por hacer para establecer un sistema judicial plenamente imparcial e
independiente. Este ensayo aspira a haber contribuido al discurso necesario para
impulsar reformas que refuercen la integridad del sistema judicial dominicano. Con esta
conclusión, se cierra este análisis y se abre el camino para futuras investigaciones y,
más importante aún, para iniciativas de reforma concretas en la República Dominicana.

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