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EL DEBIDO PROCESO EN EL SISTEMA INTERAMERICANO DE

PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Autor

Ccayahuallpa Quispe, Edgar

CURSO: DERECHOS HUMANOS, CONSTITUCIÓN Y DERECHO


PENAL

Docente: HENRY JOSE AVILA HERRERA

Lima – Perú

2022
AGRADECIMIENTO

Deseo agradecer encarecidamente la labor que usted desempeña, toda vez que, sus
enseñanzas nos han proporcionado nuevos conocimientos que serán de gran utilidad
en nuestras vidas profesionales y por su esmero, paciencia y compromiso en sus
clases impartidas.
Finalmente, la comprensión que tuvo para con nosotros para ampliar en plazo de la
presentación de la presente tarea.
EL DEBIDO PROCESO EN EL SISTEMA INTERAMERICANO DE
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

1.- EL DEBIDO PROCESO

Principio que garantiza la seguridad jurídica de los habitantes del Estado, donde
se garantice el respeto a la dignidad humana, la presunción de inocencia, el
derecho de defensa, ser oído en un plazo razonable, así como la independencia
e imparcialidad del juzgador, entre otros.

El debido proceso exige al Estado que se brinden las garantías necesarias para
el respeto de la independencia judicial, lo cual conlleva a que se tenga tribunales
suficientes para el ejercicio de la función jurisdiccional, que exista una
distribución geográfica y una serie de medidas compensatorias para que puedan
acceder los diversos grupos en situación de vulnerabilidad.

Según la Corte Interamericana es sinónimo del debido proceso el derecho de


defensa procesal, la cual fue afirmada por la misma en la Opinión consultiva CC-
9/87 del 6-10-1997, sobre las Garantías Judiciales en Estados de Emergencia.
La relación entre ambas también es apreciada en los axiomas del garantismo
penal desarrollados por Luigi Ferrajoli donde algunos de estos expresan que el
Derecho Penal requiere del Derecho Procesal Penal, mientras otros axiomas
expresan la importancia de la garantía del derecho de defensa. La misma señala
que el estado dote de condiciones materiales, así como de una legislación que
permita el acceso a la justicia.

La Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 8 inciso 1 hace


referencia a que el debido proceso se respete en todo asunto que se realice para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o
de cualquier otro carácter. Por ejemplo, en el caso Baena y otros contra Panamá
con sentencia del 2 de febrero del 2022, afirmó que cualquier actuación u omisión
de los órganos dentro de un proceso, sea administrativo sancionatorio o
jurisdiccional, debe respetar el debido proceso legal. Además, se afirmó que, en
cualquier materia, inclusive laboral y administrativa, la discrecionalidad de la
administración tiene límites infranqueables, siendo uno de ellos el respeto de los
derechos humanos.

Hay aspectos a ser considerados con respecto al debido proceso:

a) Un estado de derecho requiere del respeto al debido proceso.


b) El debido proceso requiere el respeto de los derechos humanos.
c) Es una exigencia del principio de dignidad de la persona humana.
d) Se rige como un límite a las mayorías.
e) Rige en los diversos tipos de procesos.
f) Opera también en los procesos administrativos.
g) Protege a los imputados, víctimas y demás intervinientes en el proceso
penal.
h) Debe contener regulaciones y condiciones especiales que permitan el
acceso a la justicia de los sujetos que se encuentran en situación de
vulnerabilidad.

La Corte Interamericana en diversos fallos ha resaltado la obligación del


estado de adecuar su legislación interna al respeto de las garantías del
debido proceso.

EL DEBIDO PROCESO EN LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE


INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.

El debido proceso ha intervenido regulando los quebrantamientos hacia los


derechos fundamentales ay que muchas veces los diferentes países han tendido
gobiernos militares y otros problemas sociales, estos estados para enfrentar
dichos problemas han recurrido a prácticas relacionadas al quebrantamiento de
los derechos fundamentales como, por ejemplo: ejecuciones extrajudiciales,
torturas, privaciones arbitrarias de la libertad, entre otras.

La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha


ocupado de diferentes aspectos como el derecho de defensa material,
correlación entre acusación y sentencia, entre otros. Las garantías que han
tenido un mayor desarrollo gracias a la Corte Interamericana son la
independencia judicial, la imparcialidad del juzgador y el juez natural, las cuales
son básicas para el respeto al debido proceso.
La importancia de estos principios consiguió que se lleven a cabo una serie de
instrumentos internacionales tendientes a garantizarlos y establecer los
presupuestos en que se basan, por ejemplo los principios básicos de la ONU
sobre la independencia de la judicatura, aprobado en 1985, el cual parte de del
juez independiente, para desarrollar los principios del juez imparcial y el juez
natural, donde el presupuesto más elemental del debido proceso es el principio
del juez imparcial. Sobre el principio de imparcialidad del juzgador la Corte
Interamericana menciona lo siguiente: el derecho a ser juzgado por un juez o
tribunal imparcial es una garantía fundamental del debido proceso, lo cual
significa que el juzgador cuente con la mayor objetividad para enfrentar el juicio,
a la vez hace que los tribunales inspiren confianza a ambas partes en el caso así
como a los ciudadanos.

La corte Interamericana también resalta la importancia del principio de


independencia judicial, por ejemplo en el caso Apitz Barbera y otros, señala lo
siguiente: el objetivo de la protección radica en evitar que el sistema judicial en
general y sus integrantes en particular se vean sometidos a posibles
restricciones indebidas en el ejercicio de su función por parte de órganos ajenos
al Poder Judicial o incluso por parte de aquellos magistrados que ejercen
funciones de revisión o apelación. Destaca además la importancia de la
separación de los poderes públicos, así como la estabilidad y permanencia, entre
otros.

Respecto al principio de juez natural la Corte Interamericana ha desarrollado


diversos fallos como en el caso de Ivcher Bronstei, resuelto por sentencia el 6 de
febrero de 2001. Es fundamental que los criterios de competencia sean
establecidos legalmente y no permitan la manipulación de la misma. En el caso
de Castillo Petruzzi, resuelto por la misma el 30 de mayo de 1999 se hizo
referencia al quebranto del principio del juez natural ya que se hizo el traslado
de la competencia de un tribunal común a uno militar, ello en el juzgamiento de
un civil, por lo cual señala lo siguiente: cuando la justicia militar asume
competencia sobre un asunto que debe conocer justicia ordinaria, se ve
afectando el derecho al juez natural.

3.- DESAFÍOS ACTUALES CON RESPECTO AL RESPETO AL DEBIDO


PROCESO.
Existen grandes desafíos en Latinoamérica, con mayor impacto en aquellas
personas en situación de vulnerabilidad, como el problema de la larga duración
de los procesos judiciales, lo que quebranta el derecho a una resolución en un
plazo razonable, otro a mencionar son los elevados honorarios de los abogados
y las tasas a pagar para acudir a los tribunales lo cual atrasa el acceso a la
justicia civil.

Otro gran problema presente en Latinoamérica es el deterioro de la seguridad


ciudadana, los altos índices de homicidios los revelan, donde se le atribuye la
culpa de la criminalidad a la lenidad del sistema penal, que tiene el lema de que
no se debe de proteger los derechos de los delincuentes, solo de las víctimas; lo
cual ha fomentado políticas de encarcelamiento masivo. Esto tiene la base de
que el sistema penal favorece solo la los derechos de los delincuentes y los
defensores de los derechos humanos, donde muchas veces se ha justificado el
hacerse justicia por mano propia y desconocer los derechos de las personas
acusadas de un delito. Sin embargo, se debe de respetar los principios de un
Estado Social de Derecho y el debido proceso donde se tiene que investigar de
forma sería los quebrantos de los derechos humanos.

El debido proceso a través de los años ha tenido un desarrollo considerable en


la corte Interamericana de Derechos Humanos con especial énfasis en a justicia
penal.

El debido proceso.

regulación en la Convención Americana sobre Derechos Humanos

El debido proceso es un límite a la actividad estatal y esta conformado por


requisitos que se deben tener en cuenta en las instancias procesales para que
las personas puedan defenderse frente al Estado.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos cuando resuelve un caso


establece precedentes para que lo estados miembros de la convención
americana de derechos Humanos o Pacto de San José, y su importancia radica
en ello y es un conjunto de normas, medios e instrumentos nacionales e
internacionales.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuando resuelve un caso ya
sea contencioso o se solicite la situación consultiva en determinado caso es
dotado de una fuerza vinculante. Al tribunal interamericano cuando se le solicita
una opinión consultiva a cerca del debido proceso señala que se coloca en una
difícil convergencia entre el interés individual y el apremio social.

Estados parte de la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto


de San José, han aceptado la competencia contenciosa de la corte, tomando en
cuenta la amplia admisión del Pacto de San José en los ordenamientos internos
y la función de la corte como intérprete de la convención. Los temas del debido
proceso han figurado con gran frecuencia en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, tanto contenciosa como
consultiva. Aquélla está dotada de fuerza vinculante para los fines del caso sub
judice, así como de trascendencia en la formación de normas, resoluciones y
prácticas nacionales, y la segunda funge como criterio relevante para la
interpretación de disposiciones internacionales aplicables en los Estados
americanos.

También la Corte Europea ofrece testimonio sobre la abundante presencia de


cuestiones vinculadas con el debido proceso, con gran acento en la vertiente
penal. Algunos analistas nacionales destacan la frecuencia de casos planteados
a esa corte sobre puntos del enjuiciamiento, como también la de asuntos
conocidos por la jurisdicción nacional a partir del artículo 6o. de la Convención
de 1950, concerniente al tema que ahora nos ocupa. De hecho, esta materia se
halla presente en la mayoría de las sentencias sobre asuntos contenciosos y en
un buen número de opiniones consultivas del tribunal interamericano.

Todo hace suponer que la reflexión jurisdiccional acerca del debido proceso, un
concepto crucial para la tutela de los derechos humanos, colocado en la difícil
convergencia entre el interés individual y el apremio social, no disminuirá en el
futuro cercano. Desde luego, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, así como la comisión, que exploran las cuestiones del debido proceso
frente a los casos de los que conocen o a las consultas que se les dirigen, no
son ajenas al estudio y a la solución de los problemas que aquél suscita en el
propio procedimiento interamericano de protección de los derechos
humanos. En fin de cuentas, ahora existe un panorama mundial renovado
acerca del debido proceso, en constante revisión y precisión, que se ha visto
fuertemente influido por el derecho internacional de los derechos humanos y por
la jurisprudencia proveniente de los tribunales que tienen a su cargo la
interpretación y aplicación de los tratados sobre esta materia. Por ello se ha
considerado que tenemos a la vista un nuevo paradigma del debido proceso y
que es preciso replantear éste al amparo de las novedades que trae consigo
aquella rama notable del derecho de gentes.

En buena medida, el problema central de la justicia penal en nuestro tiempo, que


se proyecta sobre las contiendas acerca de derechos humanos, gira en torno al
dilema entre debido proceso y contención del crimen , o bien, a la eficacia de la
persecución penal instalada sobre el respeto a los derechos humanos, por una
parte, y la seguridad pública, por la otra. Esto se advierte en los casos sometidos
al conocimiento de la corte, en los que se aduce la existencia de crímenes
gravísimos como motivo para la reacción severa del Estado. Desde luego, la
corte ha sostenido que el Estado debe combatir el delito y proteger a la
sociedad, pero ha de hacerlo con respeto a los derechos humanos y estricta
observancia de los principios y las normas del Estado de derecho, orientación
que también campea en otros actos de la comunidad interamericana. Nos
hallamos, pues, ante argumentos fincados en el «estado de necesidad», tema
ampliamente explorado en el derecho penal e invocado lo mismo por regímenes
autoritarios que por defensores de la democracia.

Habrá que tomar en cuenta, en todo caso, las orientaciones que se desprenden
de los propios instrumentos internacionales, entre ellos la Convención
Americana, sobre limitaciones, restricciones y suspensiones de derechos y
libertades, tema que la corte ha examinado en algunas ocasiones, como
adelante se verá. Es preciso destacar las orientaciones que la jurisdicción
interamericana ha definido y reiterado en esta materia y la creciente recepción
que han tenido en la normativa, la jurisprudencia y las prácticas nacionales. Nos
hallamos, pues, frente a una doctrina jurisprudencial apreciable, abundante y útil
para orientar las soluciones que es preciso arraigar en estos temas, de cuya
oportuna y adecuada solución depende, a menudo, el tratamiento de los
problemas que surgen en torno al respeto y la garantía de los derechos
sustantivos en general. De esta circunstancia proviene el gran alcance que se
asigna al concepto del debido proceso.

Esta consideración se aloja también en las reflexiones de la corte acerca de la


naturaleza de los derechos y las garantías, y la relación que aquéllos guardan
con éstas, concebidas como medios de defensa. Si se consideran las llamadas
obligaciones generales de los Estados, acogidas en los primeros artículos de la
Convención Americana, y se toma en cuenta que aquéllos asumen, en virtud del
artículo 1,46 deberes de respeto y garantía acerca de los derechos contenidos
en el pacto, como ha establecido la Corte Interamericana a partir de sus primeros
pronunciamientos en cuestiones contenciosas se llega a la conclusión de que el
debido proceso posee cierto carácter programático e implica la
«existencia, suficiencia y eficacia de un sistema judicial y procesal idóneo para
garantizar ese derecho fundamental a la justicia». En cambio, no es materia
principal de este ensayo la vertiente «material» o «sustantiva» del debido
proceso, que posee, por supuesto, la más destacada importancia. De estas
referencias indispensables y de la consecuente construcción jurisprudencial
proviene el concepto del debido proceso.

En esta materia, la jurisprudencia de los Estados Unidos de América ha recogido


tendencias restrictivas que limitan el alcance del debido proceso a la tutela de la
vida, la libertad y la propiedad, y tendencias expansivas que lo amplían a la
protección de otros bienes jurídicos. Conviene mencionar que la jurisprudencia
de la Corte Interamericana ha llevado la protección jurisdiccional a este segundo
ámbito, como es natural, aunque al hacerlo no ha invocado el debido
proceso, sino otros conceptos y disposiciones a los que me referiré. No existe
definición universalmente aceptada acerca del debido proceso. Algunas
Constituciones nacionales reciben esta idea, a su manera, con diversas
expresiones que acentúan o incorporan, con tendencia extensiva, elementos
relevantes de la compleja figura destinada a la defensa de los derechos
fundamentales, y en ocasiones la proyectan hacia órdenes externas al
estrictamente judicial, cosa que también sucede en la jurisprudencia
interamericana.

La ausencia de mención expresa sobre el debido proceso no significa, por


supuesto, desconocimiento de la figura. En todo caso, la ley suprema aloja los
principios del debido proceso a título de bases, referencias, normas
rectoras, instrucciones, fundamentos del enjuiciamiento penal. Esta es una
«materia clásica» de los textos supremos, a partir de las declaraciones del siglo
XVIII. En fin de cuentas, el debido proceso se instala entre las «grandes
decisiones» constitucionales, cualesquiera que sean su denominación o
tratamiento, deducidas de la determinación política fundamental de colocar al
hombre en el centro de la escena, honrar la dignidad humana, asegurar la
libertad y la igualdad de los individuos, todo lo cual acredita la calidad
antropocéntrica de la Constitución y del Estado.

Acerca de la dimensión sustantiva del debido proceso, la jurisprudencia


estadounidense ha aportado sucesivas elaboraciones. Al respecto es posible
tomar en cuenta las disposiciones que contiene la CADH en ciertos ámbitos
pertinentes para esta reflexión, que son de observancia obligatoria para los
Estados partes en el pacto.

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