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SOCIEDAD Y CULTURA 2
FORMAS CULTURALES Y PERSONALIDAD 2
Alguna vez se ha dicho que extender la educación a todos los ciudadanos es la forma más eficaz,
aunque sea silenciosa, de revolucionar las sociedades para hacerlas justas e igualitarias. Además,
tan pronto como un partido político consigue, como representante de un grupo o clase social, el
poder en la sociedad, declara la educación sector prioritario y la cambia haciendo reformas.
Considera que la escuela debe seleccionar a los mejores o integrar la sociedad y apuesta por un
modelo clasificador y selectivo o comprensivo e integrador; cambia los programas y pone o quita
el latín o la música, amplía o recorta la participación de los padres en la gestión, cambia los
procedimientos de nombramiento de la dirección, apuesta por el sector público o por el privado.
También los ciudadanos demandamos más y mejor educación porque la consideramos clave en
nuestras vidas: cada vez estamos más años en el sistema de enseñanza. Si las generaciones
anteriores no fueron a la escuela o estuvieron poco tiempo, lo normal para una gran parte de las
actuales es estar en torno a los veinte años de su vida dentro del sistema formal de enseñanza.
SOCIEDAD Y CULTURA
Cuando hablamos de sociedad nos referimos a la red de relaciones sociales que se establecen
entre seres humanos que comparten un determinado espacio social, en cambio cuando hablamos
de cultura nos referimos a la información que almacenan en el cerebro, que han aprendido de su
propia experiencia o bien a partir de la instrucción, y que organiza sus relaciones con el medio
natural y con los semejantes.
La cultura contiene información sobre cómo son las cosas (creencias), si debemos considerarlas
deseables o indeseables (sentimientos, valores) y cómo debemos comportarnos ya sea en relación
con la naturaleza (rutinas técnicas), ya sea con nosotros mismos y los demás (normas morales y
sociales).
La estructura de un grupo se refiere a la red estable de relaciones con los otros y con el entorno
teniendo en cuenta la posición de los actores en una jerarquía definida por el distinto control de
los recursos de que dispone cada uno.
Las relaciones sociales se establecen desde diferentes posiciones, unos son los padres y otros son
los hijos, por ejemplo, las cuales se ejercen a partir de poner en funcionamiento unas conductas
aprendidas que responden a las expectativas y normas sociales para cada posición y que
denominamos roles. Los distintos roles disponen de niveles diferentes de recursos, lo cual los sitúa
en una posición jerárquica diferente.
Así pues, los individuos que ocupan roles institucionalizados en los distintos grupos humanos,
como la familia, una empresa, un club de amigos, una iglesia, desarrollan distintas actividades que
están fijadas socialmente. El hecho de que estén socialmente fijadas no excluye la posibilidad de
una cierta variabilidad de ejecución según las características de los individuos que desempeñan el
rol.
El control de los recursos confiere a los distintos roles un determinado poder entendido como la
capacidad de las personas para afectar con sus incentivos o coacciones los pensamientos,
sentimientos o acciones de otros cuando esta capacidad no está vinculada a atributos individuales
sino a atributos institucionales (Runciman, 1997).
Esta interrelación entre cultura y personalidad plantea que en la mayoría de las situases se reflejan
las influencias del contexto social y este puede ser reflejado a través de los sistemas de
personalidad. Así la comprensión de la estructura social deberá pasar por la comprensión de los
factores de personalidad.
Estudios sobre las sociedades desarrolladas dan como tipo en los medios agrarios a la
personalidad dirigida por tradición, en aquellos en fase de industrialización con el tipo dirigido
internamente por sus propios criterios y el dirigido por otros que se encuentra en las sociedades
terciarizadas.
Las instituciones sociales transmiten los valores básicos y realizan el control social para minimizar
el comportamiento desviado. La personalidad contribuye al mantenimiento de los sistemas
sociales y determina las características de las instituciones.
En toda sociedad existen unas características de comportamiento y funciones iguales a todos los
individuos, una universalidad de terminadas exponencias comunes. Los desajustes culturales
existentes hoy en día lo cual demuestra que:
La sociedad actual es pluricultural con lo cual existe la posibilidad de que un individuo cumpla y a
la vez realice una transgresión actuando sobre la misma norma. Se dan asimismo actuaciones de
carácter grupal y criterios de conformismo en los cuales se busca la seguridad en esas pautas de
actuación.
Hay también casos de personas de clase baja que triunfan en la escuela. La Sociología ha tratado
también de ver en qué condiciones es esto posible o de otra manera cómo ha de ser la escuela
donde en lugar de producir el fracaso de las personas pertenecientes a clases sociales de escaso
capital cultural, sea posible el triunfo de todos.
¿La evolución del mercado de trabajo se caracteriza por exigir una mayor cualificación y formación
en los trabajadores, que se verían así obligados a una mayor y más larga formación para lograr una
inserción laboral y social satisfactoria? No parece claro ni parece haber datos concluyentes. Hay
estudios de la década pasada que apuntaban a una «dualización» en el mercado de trabajo y en
sus demandas: se exige una minoría altamente cualificada que realiza las innovaciones científicas y
tecnológicas y para los demás, que se limitan a aplicar esas innovaciones, no es necesaria mucha
cualificación.
Hoy investigamos la incidencia que pueda estar teniendo en esta cuestión el auge de la llamada
«sociedad del conocimiento» o «de la información» no faltando quienes plantean que con la
extensión de la automatización potenciada por la informática hemos llegado al «fin del trabajo». Sí
que parece que están incidiendo en una mayor cualificación las nuevas formas de organización de
las empresas («empresa red»). En lugar de la gran empresa que incluía todos los procesos de
producción y distribución de los productos, hoy tenemos una «red de empresas» que asumen por
separado los distintos elementos del proceso de la producción y de la distribución con el fin de
responder mejor y con mayor eficacia a situaciones de demanda cambiante. Aquí sí que parecen
necesarias personas con una mayor formación y capacidad de interpretar la información, innovar
los procesos y productos, asumir responsabilidades y tomar decisiones con rapidez. De todas
maneras, hay quien piensa que los problemas del mercado de trabajo se han de resolver actuando
sobre él, y proponen medidas como el reparto del empleo a través de la reducción de la jornada
laboral, años sabáticos para los trabajadores o rebajar la edad de jubilación.
La escuela es la institución socializadora por excelencia que configura la identidad de los sujetos
con los valores centrales de la cultura dominante de la sociedad. Cada sociedad configura el tipo
de escuela que le resulta eficaz para producir el tipo de personas que necesita. Hay estudios que
tratan de ver a través de qué mecanismos (y hablan de «currículo oculto» en las aulas que remite
a las prácticas concretas socialmente definidas y las experiencias que se viven y no a los principios
oficialmente declarados) funciona esta producción de los individuos y cómo la sociedad o la clase
dominante en ella impone a la escuela el modelo de organización y funcionamiento que resulta
favorable a sus intereses de clase. Así, por ejemplo, cómo logra la escuela hacernos «buenos
trabajadores asalariados», ordenados, obedientes, puntuales, dispuestos a hacer no importa qué
con tal de obtener un salario. O cómo la escuela inculca la laboriosidad y la moral compulsiva del
trabajo, la competitividad y el individualismo. Pero también hay estudios que muestran la
posibilidad de que la escuela se comprometa con la defensa de la ciudadanía y que forme
individuos críticos y solidarios, capaces de comprender e interpretar su mundo de manera libre y
de llegar a comprometerse en la construcción de una sociedad con mayor igualdad, más justa y
democrática. Hay sociólogos como H. Giroux que han elaborado toda una teoría sobre la escuela
que la presenta como el ámbito privilegiado para la formación del sentido de lo público, lo común,
lo de todos sin exclusiones y como el ámbito propicio para construir personas comprometidas con
la democracia.
sus reacciones, sus posibilidades y desde la que tratamos de explicar las estrategias de resistencia
y cambio que desarrolla. Es modélica en este punto la investigación de P. Willis (Aprendiendo a
trabajar) para explicar el comportamiento «antiescuela» de un grupo de chicos de clase obrera de
una ciudad industrial inglesa.
¿Debe la escuela adecuar su proyecto de centro a las características sociales y culturales del
contexto social (barrio, centro, medio rural...) en que funciona? ¿De qué manera? ¿«¿Debe la
escuela rural formar alumnos rurales» o debe estar al servicio de unos «valores universales», los
de la cultura científica y abstracta en principio válidos para todos? M. Subirats (1987) refiriéndose
a la escuela rural catalana habla de que su función hoy es aportar a las personas que viven en ese
medio los saberes modernos necesarios para que les sea posible organizar su vida propia de una
manera digna en ese su medio. Lo que en sociología nos planteamos es la necesidad de partir en la
educación del conocimiento de las situaciones concretas que influyen y configuran a los sujetos
que educamos, por tanto, las dinámicas del barrio, de la ciudad, del medio concreto... Y aunque es
una línea que cuenta con pocos trabajos hechos creemos que tiene una gran importancia.
Cada vez más a corto plazo hablaremos de «ciudad educadora», de abrir la escuela a la
participación del barrio, de diversificar los saberes y las actividades escolares, los profesionales de
las escuelas, etc. precisamente como exigencia y resultado de esa apertura y diálogo de las
organizaciones escolares ante las demandas de los públicos y los contextos a que sirven.
– ¿Por qué existe una doble red escolar, centros públicos y privados? ¿Qué diferencia hay entre
ellos? ¿Responden a públicos diferentes? ¿Qué función o qué efectos sociales tiene esta
estructuración del sistema educativo? ¿Hasta qué punto el asistir a una u otra red condiciona el
futuro escolar y social del alumnado?
– ¿Hay mucha violencia en las escuelas? ¿Por qué existe esa violencia? ¿Por qué se produce el
rechazo, la objeción, el absentismo escolar? ¿La objeción escolar tiene el mismo significado en
todos los casos o puede tener un significado diferente según la clase social? ¿Son estos fenómenos
más propios de ciertos grupos sociales, los más alejados de la cultura escolar y que cuentan con
menos apoyos en su medio para hacer frente a las exigencias escolares y sociales en general?
– ¿Por qué esta pasión por el cambio y la reforma permanente que caracteriza a las
administraciones educativas y a los políticos? ¿Actúa la retórica de las reformas educativas como
sustitutivo de las reformas sociales que es lo que habría que hacer pero que no se hace por su
mayor dificultad?
– ¿Puede realmente el sistema educativo hacer realidad las elevadas esperanzas y «funciones»
que se le asignan en las sociedades actuales: hacer posible la democracia formando ciudadanos
activos, el pleno empleo, la justicia social...? ¿Hasta qué punto?
– ¿Tener muchos estudios ayuda a conseguir buenos trabajos? ¿Cómo es hoy la inserción laboral
de la juventud?
– ¿Qué conocimiento debe transmitir hoy la escuela: ¿disciplinas científicas, «saberes socialmente
útiles», habilidades como la capacidad de análisis, construcción de sentido y de crítica (puesto que
toda la información está en Internet)?
– ¿Qué escuela necesita una sociedad como la nuestra donde los cambios son tan profundos y tan
rápidos, a nivel tecnológico, económico, social, etc.?
Parece pues que la sociedad como contexto donde funcionan los procesos educativos es el
referente fundamental para su definición, organización y gestión, y que los profesores han de
conocer ese marco sistémico en cuya dinámica están las claves básicas para comprender y definir
el trabajo profesional que realizan en los centros educativos con su alumnado.
Aunque trabajen con personas y por ello deban tener conocimientos de psicología, e impartan un
saber científico concreto (matemáticas, lengua o física) del que también deben poseer
conocimientos suficientes, además su actividad viene definida por los cambios y exigencias de la
sociedad sobre los que han de tener mucho más conocimiento del que hasta ahora se les facilitaba
(prácticamente ninguno), dado que la Sociología y la Sociología de la Educación han estado
ausentes de los planes de estudio. Lo están oficialmente en la formación del profesorado de
Secundaria precisamente el que más lo necesita, y en el de Primaria e Infantil se le ha concedido
una presencia insuficiente por mínima.
A todas las cuestiones anteriores, entre otras, trata de ayudar a responder la sociología como
ciencia que estudia la sociedad y pretende construir un conocimiento cierto y objetivo
suficientemente contrastado, en nuestro caso sobre estos aspectos de la realidad educativa como
realidad social.
Fuentes de consultas
Casal, J., Feito Alonso, R., Fernández Palomares, F., Flecha, R., García, C., García Gràcia, M., . . .
Guerrero Serón, A. (2003). Sociología de la educación. Madrid: Pearson Educación S.A.