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Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de
Ciencias de la Salud

Depto. De Enfermería para la atención, desarrollo y


preservación de la salud comunitaria

Licenciatura en enfermería

Enfermería comunitaria
Martes, jueves 11:00 – 12:55
NCR 79967 Sección E04

Dra. Norma Araceli Rosales Rosales

Alumna: Correa Covarrubias Emma Ileany


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Cuento
Lunes 05 de septiembre de 2022
Correa Covarrubias Emma Ileany
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Perdón, cuerpo
Hola, mi nombre es Bianca, y te voy a contar la historia de cómo me enojé con mi
cuerpo. Mi cuerpo y yo nos conocemos desde que tengo memoria, hemos crecido
juntos, sobre todo él. Mi cuerpo no está mal, pero pienso que los hay más bonitos,
como el de mi prima Diana.
-Vamos, puedes cambiar, ¿qué es lo que necesitas? - Le dije a mi cuerpo
-Tal vez podríamos intentar hace ejercicio en vez de ver televisión. - me contestó.
Si mi cuerpo me dice que hagamos ejercicio, lo haré. Reemplacé las tardes de
televisión por rutinas de saltar la cuerda y jugar basquetbol con mi vecino. Lo hice
una semana seguida, pero no vi resultados. Enojada le reclamé a mi cuerpo.
-Hice lo que me pediste, ¿porque no has cambiado? - Reclamé frente al espejo
- ¿No he cambiado? ¿no has notado que tenemos más energía? Además, es para
prevenir que te enfermes cuando seas mayor, ya me lo agradecerás. - Dijo mi
cuerpo, pero no era ese tipo de cambio al que me refería. Enojada, decidí
preguntarle a Diana que hacía para verse así, ella amablemente me pasó una hoja
con varias instrucciones que debía seguir.
-¿Es lo único que vas a desayunar?.- Escuché a mi cuerpo hablar después de
recoger mi plato de la mesa.- ¿Una manzana? Agradezco tus intentos de mejorar
tu alimentación, pero para funcionar necesito más que eso.
-Si, Diana dijo solo una manzana, has que te dure porque va a ser lo único que
comeremos hasta mañana. - Dije, pero no bastó porque el resto del día estuvo
quejándose. No lo culpo, yo también tenía hambre, pero es el pequeño precio por
pagar si quiero verme como Diana.
Al día siguiente seguí la misma rutina.
-Bueno, te advierto que he tenido que quemar nuestra reserva de energía, si sigues
así esa reserva se acabará y estaremos en problemas. - Ni siquiera me esforcé en
contestarle y solo lo ignoré. Pasaron los días y pese a sus advertencias, seguí con
la rutina de Diana. Comenzaba a sentirme sin energía, pero podía ver pequeños
cambios en mí. Un buen día mi cuerpo se hartó y me confrontó frente al espejo.
-He hecho tantas cosas por ti, ¿Por qué me quieres cambiar? Estamos bien,
estamos sanos. - Dijo mi cuerpo, insistiendo.
- ¿Por qué no puedes ser como los demás? Ya no quiero verte en el espejo, no me
gustas. - Dije, sin medir la gravedad de mis palabras, porque desde ese día mi
cuerpo no volvió a hablar.
Pasaron semanas y estaba aliviada de no escuchar su voz. Al mes, por fin tenía el
cuerpo que había soñado, aunque me sentía cansada la mayor parte del tiempo.
Para recuperar mi energía, puse música en mi cuarto y quise bailar. Antes, cuando
Correa Covarrubias Emma Ileany
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me sentía apagada y sin energía, bailar era un trago de energía que me duraba el
resto del día. Puse la música alta, pero mi cuerpo no respondió. Se quedó inmóvil
frente a la radio. Decidí salir a caminar al parque frente a mi casa, algo de aire fresco
me haría bien. Salí mareada de mi casa, la luz me molestaba y el ruido hacía que
me doliera la cabeza. Caminé lentamente y como pude, crucé la calle y cuando
estuve en el parque me recargué en un árbol. Mi cabeza comenzó a dar vueltas,
hasta que sin darme cuenta caí al suelo. Intenté levantarme, pero mi cuerpo
permanecía inmóvil. Comencé a llorar desesperada.
-Cuerpo, ayúdame a pararme por favor. - No recibí respuesta. - Cuerpo, te lo suplico,
no me dejes aquí. - Estaba al borde del llanto, cuando sentí como mi mano se movía,
después mis piernas, y cuando menos lo pensé ya estaba sentada. Con mis ultimas
fuerzas me levanté y volví a casa, me recosté en mi cama y me quedé dormida.
Cuando desperté, mi madre, mi tía, mi prima y un doctor estaban al borde de mi
cama.
-Lo siento tanto Bianca, no tenía idea el daño que te hacía. - Dijo mi prima entre
lágrimas. El doctor nos dijo que la dieta que me recomendó Diana era sumamente
peligrosa, mi cuerpo no estaba recibiendo nutrientes y por eso dejó de funcionar.
Diana cuidó de mí, me llevaba comida y la medicina que el doctor recetó. Cuando
pude ver su cuerpo me di cuenta de que no era el mismo de antes, ahora su rostro
se veía iluminado, su cabello pasó de ser seco y rasposo a sedoso y brillante. Esa
Diana se veía feliz y con energía.
- Cambiaste desde la última vez que te vi. - Le dije a mi prima.
- Me di cuenta de que me estaba haciendo daño. Tu cuerpo hace tantas cosas por
ti que es cruel exigirle ser algo que no es a costa de su salud. - Una lágrima rodó
por su mejilla y entonces me di cuenta de que todo este tiempo había estado
enfermando a mi cuerpo.
Esa misma noche decidí volver a hablarle a mi cuerpo, le pedí disculpas por el daño
que le hice, le agradecí por todo lo que hace por mí, y prometí no volver a hacerme
daño, mantener una dieta acorde a mis necesidades. Esa misma noche mi cuerpo
me contestó.
-Entiendo que es difícil darse cuenta, nos recuperaremos juntos, gracias por buscar
ayuda. - sus palabras se sintieron como un cálido abrazo, y entonces entendí que
mi cuerpo me amaba, y debía hacer lo mismo por él.

Almaraz Ramírez Alma Jimena


Bautista Arrayga Cristina
Emma Ileany Correa Covarrubias

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