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La joven de la perla de Johannes Vermeer

Andrea Imaginario
Especialista en artes, literatura e historia cultural

El cuadro La joven de la perla es una de las obras más famosas del pintor Johannes
Vermeer de Delft, quien la elaboró hacia 1665. Conocida también como Muchacha con
turbante o La Mona Lisa holandesa, es una de las piezas más representativas del barroco
flamenco.

La joven de la perla ganó gran notoriedad gracias a su belleza expresiva y su perfección


técnica. Además, la obra resultó enigmática para el público moderno, al punto de inspirar
una novela y una película homónimas. ¿Con qué propósito Vermeer habrá dado vida a este
lienzo tan pequeño y tan esmerado al mismo tiempo? ¿Cuáles son los misterios que se le
atribuyen?

Historia del cuadro


Johannes Vermeer: La joven de la perla, h. 1665, óleo sobre tela, 46,5 x 40, Galería Real de
Pinturas Mauritshuis, La Haya.
La Joven de la perla fue pintada por Vermeer hacia 1665. Su primer propietario fue el
mecenas de Vermeer, y luego pasó a manos del yerno. Sin embargo, no se supo de su
paradero durante los dos siglos siguientes.

La obra apareció en una subasta en La Haya en 1881. Andries des Tombe, oficial de la
armada holandesa y coleccionista de arte, la adquirió entonces para impedir que cayera en
manos extranjeras. Al coleccionista le costó la ridícula suma de dos florines, que equivalen
actualmente a un dólar.

Tras la muerte del oficial, el lienzo fue donado a la Galería Real de Pinturas Mauritshuis en
La Haya en 1902, donde ha permanecido desde entonces, con excepción de las exhibiciones
itinerantes que se han realizado alrededor del mundo.

Por ejemplo, la pieza se exhibió en la Galería Nacional de Arte en Washington DC, en 1965
y 1966. Más recientemente, se exhibió en el Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio
en 2012. Entre 2013 y 2014 regresó de nuevo a los Estados Unidos, y se exhibió en el High
Museum de Atlanta, en el Young Museum en San Francisco y en la Colección Frick en
Nueva York. Su última exhibición itinerante ocurrió en 2014 en Bolonia.

Análisis del cuadro


El cuadro La joven de la perla fue pintado con la técnica de óleo sobre tela. Sus
dimensiones son pequeñas: apenas 46,5 cm de alto por 40 cm de ancho. Representa el busto
de una joven (cabeza y hombros). El cuerpo aparece totalmente de perfil, mientras su
cabeza se ladea suavemente en medio perfil, orientando la mirada al espectador.

Los rasgos de la joven son caucásicos: piel muy blanca, ojos grandes y claros y nariz fina.
Como la Mona Lisa, pareciera que la joven no tuviera cejas. En cambio, sus labios se
muestran entreabiertos y relajados, encarnados, húmedos y brillantes como una fruta fresca.
Apenas se sugiere la dentadura en la pequeña apertura de su boca, mientras una delicada
pincelada en la comisura de los labios le otorga vivacidad.

Su nariz tiene una particularidad: el tabique no es visible sino una ilusión visual. Este se
funde con la mejilla iluminada. Con este recurso, Vermeer deja al espectador la capacidad
de completar la imagen en la mente. De hecho, en una vista al descuido no logramos
percibir la omisión, pues nuestro cerebro nos hace imaginar la presencia del tabique.

Vestimenta
El aspecto europeo de la joven contrasta con su vestimenta: la chica lleva un turbante
oriental en su cabeza con los colores azul y amarillo. Viste una chaqueta exótica en paleta
de ocres, en el que Vermeer logra un tratamiento exquisito de la textura de la tela. A la
altura del cuello, destaca una gola blanca.
En aquella época, no era costumbre que las mujeres llevaran turbantes a la turca. Lo más
probable es que Vermeer le haya facilitado a la modelo este accesorio para poder realizar su
estudio. En medio de ese conjunto, la atención se dirige al pendiente, cuyo brillo sobresale
en una atmósfera oscura.

El pendiente, ¿una perla?

Desde 1995, esta pieza es llamada La joven de la perla a causa del pendiente que luce.
¿Pero es verdaderamente una perla? Hace algunos años, el investigador Vincent Icke,
astrónomo y artista, concluyó que las dimensiones y el brillo del pendiente no corresponden
con el verdadero aspecto de una perla. Fue entonces cuando sugirió otra posibilidad: podría
tratarse de un pendiente de metal pulido en forma de lágrima, hecho en plata o estaño.

La hipótesis más aceptada sostiene que sí es una perla, pero podría ser una perla de
imitación o una perla que ha brotado de la imaginación del pintor. Esto explicaría el gran
tamaño del pendiente. Pero se trate de una perla o no, lo interesante es cómo Vermeer crea
otra ilusión visual: la presencia de un pendiente.

Si nos detenemos con atención, veremos que el pendiente no tiene ni siquiera un gancho
para sostenerse. Vermeer aplica apenas dos pinceladas maestras en blanco: una en la base y
otra más arriba, reflejando la luz que entra por la izquierda. Solo con eso, Vermeer nos
ofrece todo un tema a debatir. Vermeer es, pues, un maestro de la ilusión y el efectismo.

Obras de Vermeer. De izquierda a derecha: Estudio de una mujer joven; Joven con
sombrero rojo; Ama con su sirvienta sosteniendo una carta.

En cualquier caso, no es la primera vez que Vermeer usa pendientes brillantes y perlas para
ataviar a sus personajes. Lo vemos en Estudio de una mujer joven; Joven con sombrero
rojo o Ama con su sirvienta sosteniendo una carta.

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