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Tópicos Selectos de Derecho Constitucional

Víctor Manuel Vázquez Durán

CASO KIOBEL VS ROYAL DUTCH PETROLEUM.

El diecisiete de abril de dos mil trece, la Corte Suprema de los Estados


Unidos falló sobre el caso denominado "Kiobel, individually and on behalf of her
late husband Kiobel, et al. vs Royal Dutch Petroleum Co. et al".

Como vimos en casos anteriores, el Alien Tort Statute cobra relevancia a


partir de los años 80 del siglo pasado, a raíz del caso Filartiga v. Peña-Irala, en el
que la Corte señaló que para fines de responsabilidad civil, el torturador ha
llegado a ser como el pirata y el comerciante de esclavos, un enemigo de toda la
humanidad, sin embargo, este caso ha sido discutido en gran medida por dos
cuestiones de gran trascendencia que surgieron del mismo: la jurisdicción
extraterritorial de los Estados y las condiciones para que pueda ejercitarse, y la
posible responsabilidad de las corporaciones a quienes se atribuyan actos
relacionados o complicidad en casos de violaciones de derechos humanos
cometidas por el Gobierno del país donde operan las mismas.

Los hechos investigados corrieron en una región de Nigeria. Personas


nacionales nigerianos con residencia en Estados Unidos presentaron una
demanda invocando el Alien Tort Statute, y durante procedimiento, entre diversos
Amicus Curiae, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, hizo notar que las víctimas de violaciones de derechos humanos debían
tener derecho a compensación por las atrocidades cometidas contra ellos y que
esta compensación era necesaria.
Los hechos denunciados implicaban actos relativos a una serie de crímenes
que incluían ejecuciones extrajudiciales, tortura, además de detenciones
arbitrarias y prolongadas. Los denunciantes sostenían que la corporación había
colaborado con el gobierno de Nigeria para que se violasen sus derechos, en
respuesta a las manifestaciones contra la explotación de petróleo en la zona.

El problema central que se sometió al estudio de la Corte Suprema consistía


en establecer si existía un fundamento para que un tribunal de Estados Unidos
conociera de acciones contra violaciones al derecho de gentes, ocurridas en el
territorio de un Estado soberano distinto a los Estados Unidos, y bajo qué
circunstancias los tribunales estadounidenses podrían aplicar el ATS, en caso de
esas alegaciones.

La resolución de la Corte Suprema se resume en que las presunciones


contra la extraterritorialidad se aplican a las reclamaciones a que se refiere el ATS,
y nada de lo ahí establecido contradice esa presunción. En Kiobel, la Corte
Suprema puso de relieve que el ATS no tenía por objeto hacer de los Estados
Unidos un foro de hospitalidad para la aplicación de las normas internacionales.

Entonces, la enorme controversia que este caso suscitó en el mundo


académico y judicial, radica en que se discutía si las cuestiones planteadas tenían
consecuencias en materia de política exterior, debido a que la demanda requería
la atención del poder judicial, en cuya esfera de competencia no se encuentran
este tipo de controversias. Asimismo, se debatía si los tribunales de Estados
Unidos debían aplicar una especie de jurisdicción civil universal, ya que las
conductas ilícitas habían sido realizadas en un país extranjero.

La decisión en que la Corte Suprema había aplicado el ATS antes de esta


decisión, fue cuando se pronunció sobre si la ley entregaba al tribunal la
competencia para poner en ejecución una norma de derecho internacional que
aparecía transgredida por un ilícito civil. O sea, la aplicación de la ATS fue
examinada bajo el ángulo de que se trataba de una norma relativa a la jurisdicción
de los tribunales estadounidenses.

El Juez Roberts externó que: “la presunción de que las leyes de los Estados
Unidos no se aplican extraterritorialmente, es la regla general. Al mismo tiempo, la
historia de la ley o su texto, no indican que se pretendiese aplicar la
extraterritorialidad de forma de superponerse a la presunción en contrario.
Igualmente, la referencia a que el reclamante debe ser extranjero, no significa que
la violación al derecho internacional debe ocurrir en el exterior”.

La conclusión, por tanto, fue la siguiente: “toda conducta relevante tuvo lugar
fuera de los Estados Unidos, e incluso donde los reclamos tocan y conciernen el
territorio nacional, deben hacerlo con suficiente fuerza para desplazar la
presunción contra la aplicación extraterritorial”, negando así la procedencia de la
acción intentada por los quejosos.

Los Jueces Breyer, Ginsburg, Sotomayor y Kagan concurrieron a la


sentencia, pero no a su razonamiento en lo relativo a la presunción contra la
extraterritorialidad arguyendo los tribunales de Estados Unidos carecían de
jurisdicción porque las partes y la conducta relevante no tenía suficiente
vinculación con los Estados Unidos, como para que la ATS sirviera de base de
jurisdicción. Diferente sería el caso cuando este país es parte de una convención y
ha adoptado legislación de implementación, lo cual obliga a perseguir y castigar
delitos contra el derecho internacional.

Con la posibilidad de que en este caso no haya tenido la sensibilidad o


hambre de justicia suficiente, en este caso, no encuentro suficientes elementos
para considerar que el fallo de la corte debía ser en otro sentido, ya que se
denunciaba a corporaciones extranjeras, los denunciantes eran extranjeros y los
hechos habían ocurrido en el exterior, sin que les hayan sido atribuidos a las
compañías, sino que éstas habrían colaborado con el gobierno que fue quien los
cometió, también no estadounidense.

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