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Bodegón

Un bodegón, también conocido como naturaleza muerta, es una obra de arte


que representa animales, flores y otros objetos, que pueden ser naturales
(frutas, comida, plantas, rocas o conchas) o hechos por el hombre (utensilios
de cocina, de mesa o de casa, antigüedades, libros, joyas, monedas, pipas, etc.)
en un espacio determinado. Esta rama de la pintura se sirve normalmente del
diseño, el cromatismo y la iluminación para producir un efecto de serenidad,
bienestar y armonía.
Francisco de Zurbarán: Bodegón con
cacharros (1636). Museo del Prado,
Con orígenes en la antigüedad y muy popular en el arte occidental desde el
Madrid.
siglo XVII, el bodegón da al artista más libertad compositiva que otros géneros
pictóricos como el paisaje o los retratos. Los bodegones, particularmente antes
de 1700, a menudo contenían un simbolismo religioso y alegórico en relación
con los objetos que representaban. Algunos bodegones modernos rompen la
barrera bidimensional y emplean técnicas mixtas tridimensionales, usando
asimismo objetos encontrados, fotografía, imágenes generadas por computadora
o sonido y vídeo.

Índice Juan Fernández el Labrador: Bodegón


Historia con cuatro racimos de uvas (siglo
Antecedentes XVII). Museo del Prado, Madrid.
Edad Media
Transición de la Edad Media al siglo XVI Siglo
XVII
Siglo XVIII
Siglo XIX
Siglos XX y
XXI
Referencias
Enlaces externos

Historia

Antecedentes
Los bodegones ya adornaban el interior de las tumbas del antiguo Egipto. Se creía que los objetos relacionados con la comida y
la vida doméstica se harían reales en el más allá, dispuestos para que los muertos los usaran. Las pinturas sobre jarras de la
Antigua Grecia también demuestran gran habilidad, al representar objetos cotidianos y animales. Bodegones parecidos, más
simples decorativamente, pero con perspectiva realista, se han encontrado en pinturas murales de la Antigua Roma y en
mosaicos en Pompeya, Herculano y la Villa Boscoreale, incluyendo el motivo posteriormente tan familiar de un bol de cristal
con frutas. Los mosaicos decorativos llamados emblema, que se han encontrado en casas de romanos ricos, demuestran la
variedad de comida de la que disfrutaban las clases superiores, y también funcionaban como signos de hospitalidad y
como celebraciones de las
estaciones y de la vida.1

En el siglo XVI, la comida y las flores reaparecerán como símbolos de


las estaciones y de los cinco sentidos. También desde la época romana
existe la tradición del uso de cráneos en las pinturas como símbolo de
mortalidad y de fugacidad, a menudo acompañada por la frase Omnia
mors aequat («La muerte iguala a todos»). 2 Este motivo de la vanidad de
las cosas vanitas, cobrará un gran auge en la pintura barroca
posteriormente, en especial con los pintores holandeses de alrededor del
año 1600.3
Tazón de fruta transparente y jarros.
Frescos romanos en Pompeya (c.
La apreciación popular del realismo en el bodegón se relaciona con la
70 d. C.).
leyenda griega antigua de Zeuxis y Parrasio, de quienes se dice que
compitieron por crear los objetos más parecidos a la realidad, siendo
éstas las descripciones más antiguas de la historia de pintura de
trampantojo.4
Como Plinio el Viejo relataba en los tiempos romanos, los artistas griegos de siglos antes ya eran muy diestros en el retrato y
el bodegón. Distinguió a Peiraikos, «cuya maestría muy pocos sobrepasan... Pintó tenderetes de zapateros y barberías, asnos,
plantas y cosas semejantes, y por esa razón le llamaron el «pintor de los objetos vulgares»; aun así estas obras eran en conjunto
deliciosas, y se vendían a precios más altos que las más grandes [pinturas] de muchos otros artistas».5

Edad Media
A partir de 1300, comenzando por Giotto y sus seguidores, la pintura de bodegón
revivió en las pinturas de tema religioso en forma de objetos de la vida cotidiana
que acompañaban a las figuras protagonistas.6 Este tipo de representación pictórica
fue considerado menor hasta el Renacimiento, por cuanto aparecía generalmente
subordinada a otros géneros, como la pintura religiosa o los retratos, conllevando a
menudo un significado religioso o alegórico. Esto era particularmente patente en la
obra de los artistas del norte de Europa, cuya fascinación por el simbolismo y el
realismo óptico muy detallado les llevó a prodigar gran atención en el mensaje
general de sus pinturas.7 Pintores como Jan van Eyck a menudo usaron elementos
de bodegón como parte de su programa iconográfico.
Petrus Christus: San Eligio
orfebre (pareja burguesa con
El desarrollo de la técnica de pintura al óleo por van Eyck y otros artistas del norte
un orfebre), 1449).
de Europa permitió pintar objetos cotidianos en un estilo hiperrealista, debido a su
secado más lento, y la posibilidad de mezclar y trabajar por capas los colores al
8
óleo.

El retrato que hizo Petrus Christus de un novio y una novia visitando a un orfebre es un ejemplo típico de un bodegón de
transición que representaba tanto un contenido religioso como secular. Aunque su mensaje es principalmente alegórico, las
figuras de la pareja son realistas y los objetos que se muestran (monedas, vasijas, etc.) están minuciosamente descritas; pero el
joyero es en realidad una representación de san Eligio y los objetos son intensamente simbólicos. En esta época, las
representaciones sencillas de bodegones sin figuras empezaban a pintarse en la parte externa de las puertas de pinturas de
devoción privada, con función principalmente decorativa.5 Otro paso hacia el bodegón autónomo fue pintar flores en jarros u
otros objetos con un contenido heráldico o simbólico en la parte posterior de retratos seculares alrededor del año 1475.9

Transición de la Edad Media al siglo XVI


Entre los primeros en liberarse del significado religioso del bodegón estuvieron Leonardo da Vinci, quien creó estudios a la
acuarela de fruta (alrededor de 1495) como parte de su incansable examen de la naturaleza, y Alberto Durero, quien también
hizo dibujos detallados de la flora y la fauna.10

Jacopo de’ Barbari dio un paso más allá con su Bodegón con perdiz, guanteletes y flechas de ballesta (1504), uno de los
primeros bodegones trampantojo firmados y datados, con un contenido religioso reducido al mínimo.11

El siglo XVI vio una explosión de interés en el mundo natural y la


creación de lujosas enciclopedias botánicas que documentaban los
descubrimientos del Nuevo Mundo. También impulsó el comienzo de la
ilustración científica y la clasificación de las especies. Los objetos
naturales comenzaron a apreciarse como elementos de estudio
individuales aparte de cualquier asociación mitológica o religiosa. La
temprana ciencia de los remedios a base de hierbas comenzó igualmente
en esta época, una extensión práctica de este nuevo conocimiento.
Además, los patronos ricos comenzaron a financiar la colección de
especies animales y minerales, creando amplios «gabinetes de Annibale Carracci, Carnicería (1583).
curiosidades». Estos ejemplares sirvieron como modelo para los pintores
que buscaban realismo y novedad. Empezaron a coleccionarse y
comercializarse conchas, insectos, frutas
exóticas y flores, y la llegada de plantas nuevas, como el tulipán (importado a Europa desde Turquía), se plasmaban fielmente
en los bodegones.12 La explosión de la horticultura despertó amplio interés por toda Europa, tendencia que los artistas
capitalizaron produciendo miles de bodegones. Algunas regiones y cortes tenían intereses particulares. La representación de
cítricos, por ejemplo, era una pasión particular de la corte de los Médicis en Florencia.13 Esta gran difusión de los ejemplares
naturales y el creciente interés en la ilustración natural por toda Europa, dio como resultado la creación prácticamente
simultánea de bodegones
modernos alrededor del año 1600.14

A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI había evolucionado el bodegón autónomo.15 Gradualmente, el contenido
religioso disminuyó en tamaño y lugar en estas pinturas, aunque las lecciones morales siguieron estando implícitas. Un
ejemplo es La carnicería de Joachim Beuckelaer (1568), con su representación realista de carnes crudas dominando el primer
plano, mientras que la escena del fondo transmite los peligros de la ebriedad y la lascivia.16 El tratamiento de Annibale
Carracci del mismo tema en 1583 comienza a eliminar los mensajes morales, como hicieron otras pinturas de bodegón de
«cocina y mercado» de este período.17

Siglo XVII
Aunque la pintura de bodegón italiana estaba ganado en popularidad,
permaneció históricamente menos respetada que la pintura de «gran estilo» de
temas históricos, religiosos y míticos. Destacados académicos de principios de
los años 1600, como Andrea Sacchi, sentía que la escena de género y el
bodegón no portaban la gravitas que hace que la pintura sea considerada
grande. Por otro lado, exitosos artistas de bodegón italianos encontraron
amplio mecenazgo en su tiempo.18 Más aún, las pintoras, siendo pocas,
normalmente elegían o se veían constreñidas a pintar temas como el bodegón,
como ocurría, por ejemplo con Giovanna Garzoni, Laura Bernasconi y Fede
Galizia.

Abraham van Beyeren: Bodegón de Muchos artistas italianos destacados en otros géneros, también produjeron
banquete (1667). algunos cuadros de bodegones. En particular, Caravaggio (1573-1610) fue uno
de los primeros artistas que representó naturalezas muertas con conciencia de
obra pictórica. Aplicó su influyente forma de naturalismo al bodegón. Su
Cesto
con frutas (h. 1595-1600) es uno de los primeros ejemplos de bodegón puro, presentado con precisión y ubicado a la altura del
ojo.19 Aunque no abiertamente simbólica, esta pintura era propiedad del cardenal Borromeo y pudo haber sido apreciada tanto
por razones estéticas como religiosas. Jan Brueghel el Viejo pintó su Gran buqué milanés (1606) también para el cardenal,
señalando que la pintura era «fatta tutti del natturel» («hecha entera del natural») y aumentó el precio por el esfuerzo extra. 20
Eran unos bodegones más en la colección del cardenal, junto con su amplia colección de curiosidades. Entre otros bodegones
italianos, La cocinera, de Bernardo Strozzi, es una «escena de cocina» a la manera holandesa, que es por un lado un detallado
retrato de una cocinera, y por otro, la representación de las aves de caza que está preparando.21 En una manera semejante, uno
de los escasos bodegones de Rembrandt, Muchacha con pavos reales muertos combina de igual manera un simpático retrato
femenino con imágenes de aves de caza.22

Este género fue muy cultivado en la pintura nórdica del siglo XVII, tanto
en los Países Bajos septentrionales como en los meridionales donde
nacen muchas de las diversas variedades del género, como el bodegón de
cocina, con objetos de caza, de lo que pueden servir de ejemplo los
bodegones de Frans Snyders, el bodegón de desayuno del que son
ejemplo Osias Beert, Clara Peeters o Jacob van Es, y el «bodegón
monócromo» que hace su aparición en el norte hacia 1625 y tiene en
Willem Heda y Pieter Claesz. a sus más representativos autores. El
bodegón se independizó en el nuevo clima artístico de los Países Bajos,
con el nombre de stilleven («naturaleza tranquila»), mientras que en las
lenguas romances, y en ruso, se prefieren términos relacionados con la Bodegón, Cristoforo Munari (1667–1720).
«naturaleza muerta». Mientras los artistas encontraban oportunidad
limitada para producir la iconografía religiosa
que durante mucho tiempo había sido su principal industria, ya que las imágenes de temas religiosos estaban prohibidas en la
iglesia protestante reformada holandesa, la tradición septentrional de realismo detallado y símbolos ocultos atraían a las
crecientes clases medias holandesas, que estaban reemplazando a la iglesia y el estado como los principales mecenas del arte
en los Países Bajos.

Un subgénero, dentro del bodegón, es el bodegón floral, que representa floreros y guirnaldas, género que contó también con
especialistas, como Jan Brueghel el Viejo y Daniel Seghers en Flandes, Mario Nuzzi o Margarita Caffi en Italia, y en España,
Pedro de Camprobín, Gabriel de la Corte, Juan de Arellano y su yerno Bartolomé Pérez de la Dehesa, entre otros. En Holanda
se produjo una obsesión por la horticultura, particularmente el tulipán. Considerar las flores, a un tiempo, como objeto estético
y símbolo religioso, llevó al surgimiento de un gran mercado para este tipo de bodegón.23 El bodegón, como la mayor parte de
las obras de arte holandesas, se vendía generalmente en mercados abiertos o por marchantes, o por los artistas en sus estudios,
y raramente eran encargos; Por lo tanto, los artistas normalmente elegían el tema y la disposición. 24 Tan popular era este tipo
de pintura de bodegón, que gran parte de la técnica de la pintura de flores holandesa fue codificada en el tratado de 1740
Groot Schilderboeck por Gerard de Lairesse, que daba amplios consejos sobre color, arreglo, pinceladas, preparación de los
ejemplares, armonía, composición, perspectiva, etc.25

El simbolismo de las flores había evolucionado desde principios de la época cristiana. Las flores más comunes y sus
significados simbólicos eran: rosa (la Virgen María, fugacidad, Venus, el amor), lirio (Virgen María, virginidad, seno
femenino, pureza de mente o justicia), tulipán (presunción, nobleza), girasol (lealtad, amor divino, devoción), violeta
(modestia, reserva, humildad), aguileña (melancolía) y amapola (poder, sueño, muerte). En cuanto a los insectos, la mariposa
representa la transformación y resurrección, mientras que la libélula simboliza la fugacidad y las hormigas, el trabajo duro y la
atención a las cosechas.26

Los artistas holandeses también se especializaron y revivieron el antiguo género griego del bodegón de trampantojo,
particularmente la imitación de la naturaleza o mímesis, que ellos llamaron betriegerje («pequeño engaño»).4 Además de estos
tipos de bodegón, los artistas holandeses identificaron y desarrollaron separadamente pinturas de «cocina y mercado», desayuno
y comida, vanitas y colecciones alegóricas.27
Especialmente popular en este período fue la pintura de «vanidad» o vanitas, en las que suntuosos arreglos de fruta y flores,
libros, estatuillas, jarras, monedas, joyas, pinturas, instrumentos musicales y científicos, insignias militares, cristal y plata
finos, estaban acompañados por recuerdos simbólicos de la fugacidad de la vida. Así, un cráneo, un reloj de arena o de bolsillo,
una vela consumiéndose o un libro con las páginas vueltas, servirían como un mensaje moralizante de lo efímero de los
placeres de los sentidos. A menudo varias de las frutas y flores se muestran comenzando a pudrirse o decaer para insistir en la
misma consideración.

Otro tipo de bodegón, conocido como «pinturas de desayuno», representan tanto una presentación literal de las delicadezas
que las clases superiores disfrutaban como un recordatorio religioso para evitar la glotonería. 28 En otra innovación holandesa,
alrededor de 1650 Samuel van Hoogstraten pintó uno de los primeros cuadros con estanterías, bodegones tipo trampantojo que
representa a objetos atados, clavados o pegados de otra manera a una tabla, un tipo de bodegón que se hará muy popular en los
Estados Unidos en el siglo XIX.29 Otra variedad de trampantojo representaba objetos relacionados con una profesión dada,
como en la pintura de Cornelis Norbertus Gysbrechts Caballete de pintor con pieza de fruta, que muestra todas las
herramientas del oficio del pintor.30 También popular en la primera mitad del siglo XVII fue la pintura de un amplio surtido de
especímenes en forma alegórica, como los «cinco sentidos», los «cuatro continentes» o las «cuatro estaciones», mostrando una
diosa o figura alegórica rodeada por los correspondientes objetos naturales o realizados por el hombre.31 La popularidad de las
vanitas y estas otras formas de bodegón, pronto se difundieron desde Holanda a Flandes y Alemania y también a España y
Francia.

El bodegón alemán siguió de cerca los modelos holandeses. El pintor alemán Georg Flegel fue un pionero en el bodegón puro
sin figuras y creó la novedad compositiva de colocar los objetos detallados en gabinetes, armarios y mostrar cajas, y producir
puntos de vista múltiples simultáneamente.32

La importancia que adquirió el bodegón en la España del siglo XVII sólo


ha empezado a ser reconocida en fechas recientes. La escasa
representación de bodegones pintados por artistas españoles en las
colecciones reales (donde no eran escasos los llegados de fuera) y, en
consecuencia, su reducida representación en los primeros momentos del
Museo Nacional del Prado, pudo ser un factor determinante del olvido
que pesó sobre este género hasta bien entrado el siglo XX. La
revalorización comenzó en 1935 con la exposición Floreros y bodegones
en la pintura española organizada por la Sociedad de Amigos del Arte,
donde destacó la presentación del Bodegón de caza, hortalizas y frutas de
Juan Sánchez Cotán, y prosiguió en 1941 al llegar al Prado por donación
el Bodegón de cacharros de Zurbarán.33 El franquismo encontró en la Juan Sánchez Cotán, Membrillo, repollo,
melón y pepino (1602).
severa austeridad de estos bodegones de Sánchez Cotán y de Zurbarán un
estímulo para su visión esencialista de España, profundizando en las
diferencias con el
bodegón holandés o flamenco, e insistiendo en la naturaleza mística del bodegón español, enlazándolo con la literatura mística
del Siglo de Oro y con lo que se quería que fuese la identidad colectiva y permanente del ser español.34

Paradójicamente, el tópico creado por la literatura nacionalista más conservadora a la vista de un reducido número de
bodegones, que aunque fuesen excelentes no podían ser representativos del conjunto de la pintura de bodegón practicada en
España, fue asumido por buena parte de los estudiosos extranjeros, como Ebert-Schifferer, quien, insistiendo en esa austeridad
y diferencia con lo holandés, explicaba que incluso cuando tanto los bodegones holandeses como los españoles a menudo
tuviesen un propósito moral implícito, la austeridad, próxima a la desolación de la meseta española, parece rechazar los
placeres sensuales, la plenitud y el lujo de los bodegones holandeses.35 No será el caso de Peter Cherry, quien siguiendo a
August L. Mayer, ha sabido apreciar la rica versatilidad del bodegón español.36
Al igual que ocurrió en Italia y en Francia, en España los tratadistas de pintura como Francisco Pacheco o Antonio Palomino,
consideraron la pintura de bodegón como un género secundario, al colocar la representación de la figura humana en la cima de
la representación artística. Sin embargo, los inventarios de pintura que solían hacerse por motivos testamentarios, revelan que
las naturalezas muertas estaban bien representadas en las colecciones de pintura de todos los grupos sociales. En el Toledo del
siglo XVII, lejos ya del esplendor que había conocido la ciudad en el pasado, donde Paula Revenga ha analizado 281
inventarios, con 13 357 pinturas, 1013 eran naturalezas muertas (7,58 %). Pero este porcentaje era mayor en algunos grupos
sociales y, en particular, era el preferido por el bajo clero. 37 En consecuencia, además de ser practicado por algunos pintores
destacados en otros géneros, como Blas de Prado y Juan Sánchez Cotán, tenidos por los iniciadores del género en España, o
Zurbarán, Mateo Cerezo y Antonio de Pereda, que también cultivó las vanitas, el bodegón contó en España con auténticos
especialistas, como Juan van der Hamen, Juan de Espinosa, Antonio Ponce, Francisco Barrera o Ignacio Arias en Madrid,
donde también trabajó Francisco de Burgos Mantilla, relacionado con Velázquez; Pedro de Camprobín y Pedro de Medina
Valbuena en Sevilla o Tomás Yepes en Valencia. Muy significativo es el caso de Juan Fernández el Labrador, pintor recluido
en su aldea, cuya fama llegó hasta la corte inglesa.

En líneas generales, en la Europa meridional se prefirió el naturalismo de Caravaggio y se puso menos énfasis en el minucioso
detallismo propio del norte de Europa. 38 En Francia, los pintores de bodegones se vieron influidos tanto por la escuela
septentrional como por la meridional, tomando prestado de la pintura de vanitas de los Países Bajos y de los arreglos libres de
España.

Siglo XVIII
En el siglo XVIII, las
connotaciones religiosas y
alegóricas de bodegón se
abandonaron y las pinturas de
mesa de cocina evolucionaron
hasta ser calculadas
representaciones de variado
Jean Siméon Chardin, La raya
color y forma, mostrando
(1728). Bodegón: un trozo de salmón, un
comidas cotidianas. La
limón y tres vasijas (1772), de Luis
aristocracia francesa contrató a Egidio Meléndez.
artistas para ejecutar pinturas de pródigos y extravagantes bodegones que
honraban sus mesas, también sin el mensaje moralista de la vanitas de sus
predecesores holandeses. El amor rococó por el artificio llevó a un auge en la apreciación francesa por el trampantojo (llamado
en francés trompe l'oeil («engañar el ojo»). Los bodegones de Chardin emplean una variedad de técnicas desde el realismo al
estilo holandés a armonías más suaves.39

En los Estados Unidos, en la época revolucionaria, los artistas estadounidenses formados en el extranjero aplicaron estilos
europeos al retrato y los bodegones. Charles Willson Peale fundó una familia de prominentes pintores estadounidenses y
también una sociedad para la formación de artistas, así como un museo de curiosidades naturales. Su hijo Raphaelle Peale fue
integrante de un grupo de bodegonistas que también incluyó a John F. Francis, Charles Bird King y John Johnston.40 En la
segunda mitad del siglo XIX, Martin Johnson Heade introdujo la versión estadounidense de la pintura de biotopo o hábitat, que
colocaba flores y pájaros en un entorno de exteriores simulado.41 Los trampantojos también se cultivaron durante este período,
con autores como John Haberle, William Michael Harnett y John Frederick Peto. Peto se especializó en una pintura nostálgica
de estanterías mientras que Harnett logró el mayor nivel de hiperrealismo en sus celebraciones pictóricas de la vida
estadounidense a través de objetos cotidianos.42
Siglo XIX
Con el surgimiento de las academias europeas, muy destacadamente de la Academia francesa, que tuvo un papel central en el
llamado arte académico, el bodegón comenzó a decaer. Las academias establecieron una jerarquía de los géneros (o «jerarquía
del tema tratado»), que consideraba que el mérito artístico de una pintura radicaba ante todo en su tema. Según este sistema, la
forma más alta de pintura era la denominada Pintura de historia, aquella que representaba temas históricos, alegóricos,
mitológicos o religiosos, quedando el bodegón en el rango más inferior del reconocimiento artístico. En lugar de usar el
bodegón para representar a la naturaleza, algunos artistas, como John Constable y Camille Corot, eligieron los paisajes,
prefigurando movimientos posteriores como el impresionismo.

Cuando el neoclasicismo comenzó a declinar en los años 1830, la pintura de género y


el retrato se convirtieron en los géneros preferidos por las corrientes artísticas
romántica y realista. Muchos de los grandes artistas de la época incluyeron el bodegón
en sus obras. Los bodegones de Francisco Goya, Gustave Courbet y Eugène Delacroix
conllevan una fuerte corriente emocional y están menos preocupados con la exactitud
y más interesados en el estado de ánimo. 43 Aunque siguieron el modelo de los
bodegones de Chardin, los bodegones de Édouard Manet son fuertemente tonales,
apuntando al impresionismo. Henri Fantin-Latour, usando una técnica más tradicional,
fue famoso por sus pinturas de flores, viviendo casi exclusivamente de encargos de
este tipo para coleccionistas.44

Con el declive final de la jerarquía


académica en Europa y el auge de los
pintores impresionistas y
posimpresionistas, la técnica y
Édouard Manet, Claveles y
armonía de color triunfaron sobre el
clemátides en una jarra de
cristal (1883). tema, y el bodegón volvió a ser tratado
y versionado según las nuevas
corrientes pictóricas. En sus primeros
bodegones,
Claude Monet muestra la influencia de Fantin-Latour, pero fue uno de los
primeros que rompió con la tradición del fondo oscuro, que Pierre-Auguste
Renoir también descarta en su Bodegón con ramo y abanico (1871), con su
brillante fondo naranja. En el bodegón impresionista, el contenido alegórico y
mitológico está completamente ausente, importando más la armonía cromática
y el tratamiento luminoso.
Vincent van Gogh, Los girasoles o
Es curioso comprobar cómo impresionistas y posimpresionistas, aunque Vaso con quince girasoles (1888).
inspirándose en el color de la naturaleza, reinterpretaron su visión del mismo,
de modo que a veces sus cuadros resultaban marcadamente antinaturales.
Como
afirmó Gauguin, «Los colores tienen sus propios significados». 45 También se intentaron variaciones en la perspectiva, como
puede verse en Fruta mostrada en un perchero de Gustave Caillebotte, «una pintura de la que se burlaron en la época como
una muestra de fruta a vista de pájaro».46

Las pinturas de Los girasoles de Vincent van Gogh son algunos de los bodegones del siglo XIX más conocidos. Van Gogh usa
tonos amarillos y ocres y una representación bastante plana para hacer una memorable contribución a la historia del género. Su
Bodegón con tabla de dibujo (1889) es un retrato de su propia cotidianidad en forma de bodegón, representando objetos
personales, incluyendo su pipa, comida, (cebollas), un libro y una carta de su hermano, sin su propia imagen presente.
También pintó su propia versión de la vanitas: Bodegón con Biblia abierta, vela y libro (1885).45
Siglos XX y XXI
Las primeras cuatro décadas del siglo XX formaron un periodo excepcional de
fermento y revolución artística. Los movimientos de vanguardia evolucionaron
con rapidez y se superpusieron en su marcha hacia la abstracción total, lo no
figurativo. El bodegón, así como otros géneros, continuaron evolucionando
hasta mediados de siglo, cuando la abstracción total, ejemplificada por la
pintura de goteo de Jackson Pollock, eliminaron todo elemento reconocible.

El siglo comenzó con varias tendencias, a veces marcadamente contradictorias,


dominado el panorama artístico. En 1901, Paul Gauguin pintó Bodegón con
girasoles, su homenaje a su amigo van Gogh, que había muerto once años
Paul Cézanne: Bodegón con
antes. El grupo conocido como los Nabis, que incuía a Pierre Bonnard y
cebollas (1895-1900).
Édouard Vuillard, asumieron las teorías armónicas de Gauguin y añadieron
elementos inspirados por los grabados japoneses a sus bodegones. El artista
francés Odilon
Redon también pintó destacados bodegones durante este periodo, especialmente flores.47

Henri Matisse redujo la representación de objetos de bodegón a poco más que perfiles planos y marcados rellenados con
colores brillantes. También simplificó la perspectiva e introdujo fondos multicolores. 48 En algunos de sus bodegones, como
Bodegón con berenjenas, los objetos apenas destacan del fondo de la habitación. 49 Otros exponentes del fauvismo, como
Maurice de Vlaminck y André Derain, exploraron el color puro y la abstracción en sus bodegones.

Paul Cézanne encontró en el bodegón el vehículo perfecto para su revolucionaria búsqueda de la organización espacial
geométrica. Para Cézanne, el bodegón fue un medio de alejar la pintura de su función mimética o ilustrativa, mostrando
independientemente los elementos de color, forma y línea, un gran paso hacia el arte abstracto. Así, los experimentos de
Cézanne infuirán grandemente en el desarrollo del bodegón cubista a principios del siglo XX.50

Al adaptar los cambiantes planos y ejes de Cézanne, los cubistas atenuaron la


paleta de color de los fauvistas y en lugar de ello se centraron en deconstruir
objetos en formas y planos puramente geométricos. Entre 1910 y 1920, los
artistas cubistas como Pablo Picasso, Georges Braque y Juan Gris pintaron
muchas composiciones de bodegón, a menudo incluyendo instrumentos
musicales, así como creando las primeras obras de collage cubista sintético,
como en la obra oval de Picasso Bodegón con silla de mimbre (1912). En estas
obras, los objetos del bodegón se superponen y entremezclan manteniendo a
duras penas formas bidimensionales reconocibles, perdiendo la textura
superficial individual y fundiéndose con el fondo, alcanzando así logros casi
opuestos a aquellos del bodegón tradicional. 51 Fernand Léger introdujo en el
bodegón el uso de abundante espacio en blanco y formas geométricas que se
superponen, definidas con claridad, coloreadas, para producir un efecto más
mecánico.52

Rechazando el aplanamiento del espacio de los cubistas, Marcel Duchamp y


otros miembros del movimiento Dada, marcharon en una dirección
radicalmente diferente, creando esculturas de bodegón «de confección» en tres
dimensiones. Como parte de restaurar algún significado simbólico al bodegón, Bodegón, Juan Gris, 1913. Museo
los futuristas y los surrealistas colocaron objetos de bodegón reconocibles en Thyssen-Bornemisza, Madrid.

sus paisajes oníricos. En las naturalezas muertas de Joan Miró, los objetos
aparecen ligeros y
flotando en un espacio bidimensional ligeramente sugerido e incluso las montañas se dibujan como simples líneas.50 En Italia en
esta época, Giorgio Morandi fue el más destacado pintor de bodegones, mostrando un acercamiento a la realidad cotidiana al
representar botellas y cacharros de cocina. 53 El artista holandés M. C. Escher, más conocido por sus detalladas y aun así
ambiguas obras gráficas, creó Bodegón y calle (1937), su versión actualizada de la tradicional naturaleza muerta de mesa
holandesa.54

Cuando los artistas estadounidenses del siglo XX fueron conscientes del modernismo europeo, comenzaron a interpretar los
temas de bodegón con una combinación de realismo americano y abstracción cubista. Típicos bodegones estadounidenses de
la época son las pinturas de Georgia O'Keeffe, Stuart Davis y Marsden Hartley, y las fotografías de Edward Weston. Las
pinturas de flores vistas en primer plano de O’Keeffe revelan tanto la estructura física y el subtexto emocional de pétalos y
hojas de una manera sin precedentes.

En México, comenzando a
partir de los años 1930, Frida
Kahlo y otros artistas crearon
su propia forma de
surrealismo, representando
comidas nativas y motivos de
la cultura local en sus
55
bodegones. También a partir
de esa década, el
Un bodegón generado por
expresionismo abstracto redujo
ordenador.
fuertemente el bodegón a
crudas representaciones de
forma y color, hasta que en la
década de los cincuenta, la abstracción total dominó el mundo del arte.

Sin embargo, el Pop Art de los sesenta y setenta revirtieron la tendencia y


crearon una nueva forma de bodegón. Mucho arte pop (como las latas de sopa
Campbell de Andy Warhol) se basa en el bodegón, pero su verdadero tema es
más a menudo la imagen modificada del producto comercial representado más Bodegón fotográfico.
que el objeto de bodegón físico.

La obra de Roy Lichtenstein Bodegón con una pecera de peces de colores (1972) combina los colores puros de Matisse con la
iconografía pop de Warhol. La mesa de comida de Wayne Thiebaud (1964) no representa una sencilla comida de familia sino
una línea reunida de alimentos estadounidenses estándares. 56 El movimiento neodadaísta, incluyendo a Jasper Johns, volvió a
la representación tridimensional de Duchamp de ajuar doméstico cotidiano para crear su propio tipo de bodegones, como en el
Bronce pintado de Johns (1960) y Casa de locos (1962).57

El auge del fotorrealismo en los años setenta rafirmó la representación ilusionística, al tiempo que conservaba algo del
mensaje pop de la fusión de objeto, imagen y producto comercial. Típicas a este respecto son las pinturas de Don Eddy y
Ralph Goings.

En las últimas tres décadas, el bodegón se ha expandido más allá de los límites de un marco, con técnicas mixtas que emplean
objetos reales, fotografía, vídeo y sonido. Las obras generadas por ordenador han expandido las técnicas disponibles a los
artistas de bodegones. Con el uso de videocámaras, los creadores pueden incluso incorporar al espectador a su obra.

Referencias
Esta obra contiene una traducción derivada de Still life de Wikipedia en inglés, publicada por sus editores (http
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Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre el Bodegón.
«El bodegón y el desnudo. El deseo carnal frente a otros, deseos subliminales en el arte de la pintura (http://ww
w.historia-del-arte-erotico.com/bodegon/home.htm)».
Bodegones de Paul Cézanne (http://arte-historia.com/bodegones-de-paul-cezanne-2).

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