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ANALISIS DE LA EXHORTACION APOSTOLICA

POSTSINODAL
“PASTORES DABO VOBIS”
De su Santidad SAN JUAN PABLO II.
Nombre: Amílcar Oswaldo Valladares Pereira.

En la exhortación apostólica postsinodal “Pastores Dabo Vobis” tiene su


fuente de inspiración con la cita Bíblica: “Os daré pastores según mi corazón”.
Estas palabras han sido muy relevantes para la Iglesia, que hasta la fecha los
fieles vemos que es una promesa que nuestro Señor Jesucristo hacer para con
su Iglesia y que hasta el día de hoy lo va cumpliendo. Promesa que por su
infinito amor, nos hace el llamado de responderle de una manera, dando nos
cuenta la precariedad que se ve reflejado a la falta de vocaciones sacerdotales
en donde se continúa la misión de Cristo en la tierra.
En esta exhortación nos muestra ese panorama donde podemos ver la manera
de vida que ejercer los sacerdotes, la ausencia que hacer los sacerdotes dentro
de la Iglesia y los diferentes problemas o situaciones en que se enfrentan día
tras día, así como nos dice el evangelista San Mateo, no habiendo sacerdotes no
se podría cumplir en plenitud la obediencia que ha sido siempre el mandato de
hacer discípulos a todas las gentes.
Hay una peculiaridad de la vida en la sociedad al momento que va
cambiando, y evolucionando cuando se habla de la vocación que tampoco es la
excepción, ya que las nuevas generaciones muestran una gran diferencia al
momento de sentirse llamados al discernimiento de una vida religiosa, es decir
al llamado de Dios, ya que se demuestra la inseguridad al momento de tomar
este tipo de decisión, que no se parece en lo absoluto en las generaciones
pasadas.
Al momento de tomar una decisión a la vocación, y ya profundizando en este
sentido a los laicos más se demuestra lo que es propio al sacerdocio, es decir
que cuando hablamos de situaciones sacerdotales no son vistas de una manera
regular que tienden a darle un sentido distinto, como ejemplo tenemos el tema:
“El Celibato”, cuyo tema es muy cuestionado dentro de la Iglesia, y ya que es
la diferencia de la vida que tiene un sacerdote y los laicos, y a su vez lo acercar
más a Dios.
También podemos decir que con esta exhortación apostólica, será de nuestro
conocimiento, cómo es la formación de los sacerdotes en la actualidad y como
era antes, y esto para que se la fuente impulsadora de seguir orando por nuestros
sacerdotes y párroco para que junto a nuestra Santa Madre Iglesia se cumpla la
misión de Cristo, y también por todos aquellos que sienten la necesidad de
emprender este camino de discernimiento para la vida religiosa bajo el
ministerio sacerdotal.
CAPITULO I
Tomado de entre los Hombres.
La formación sacerdotal ante los desafíos del final del segundo milenio.

Dios hace el llamado a los hombres para que ejerzan su ministerio, la forma
en que llama a cada uno es variada y de manera particular ya que el llamado
proviene de diferente contexto humano y eclesial, según la cotidianidad que
cada uno lleva o más bien llevaba.

Los hombre deben de tener ese compromiso de asemejarse a Cristo desde su


misma fragilidad humana para que sea puesto al servicio de los demás,
haciéndoles ver también que la única diferencia sea que Jesucristo no cometió
pecado alguno. Es decir: “todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres
y puesto en favor de los hombre en lo que se refiere a Dios”.

Lo que hoy en día se vive en la sociedad, puede ser un factor negativo en este
ámbito, sin embargo, Dios siendo misericordioso con nosotros puede cambiar
lo mal visto por nuestros ojos y transformándolo en bendición. Por lo tanto las
cosas que mal influencia a la sociedad, nos pueden ayudar a ser más virtuosos
y encaminarnos a ser más apacibles, y así demostrando tener valores religiosos
y a tener un mayor criterio de justicia.

Al hablar del concepto del materialismo y el comunismo que va arraigado


con la sociedad, un factor que puede ser visto negativamente que influencia a
los jóvenes a buscar su propio bienestar en la seguridad que va rumbo al futuro,
pero esto cambiara al momento que se descubre el verdadero significado y el
valor de la santidad y como practicarla día con día, se puede lograr una
seguridad y libertad de ir al encuentro de su autenticidad, que por medio de la
vocación al ministerio del orden se puede también se alcance esa santidad
deseada y logrando que los feligreses alcance ese camino bajo la guía del
sacerdote.
Todos los factores negativos y positivos están presto a la ayuda del
discernimiento. Si se proyecta de acuerdo al evangelio podemos interpretar que
se obtiene un sentido bueno para la formación y tomándolo como un reto a
vencer en lograr ese objetivo al estar motivado por la esperanza de la fe que lo
impulsa a seguir adelante no perdiendo ese espíritu de seguir a Cristo. Los
mismos factores buenos y malos pueden ser vistos de manera positiva ya que
ayuda a la autoconocimiento que lo lleva a la madurez de sí mismo y que desde
su propia voluntad consiente siempre inspirado bajo a la luz del evangelio se
logre ser buen cristiano.
CAPITULO II
Me ha ungido y me ha enviado.
Naturaleza y misión del sacerdocio ministerial.

En este apartado habla de una mirada al sacerdocio, desde los comienzo


cuando Jesús nos habla por medio de San Lucas: “ungido para anunciar a los
pobres la Buena Nueva”, es decir: “El Mesías”, Jesucristo es sacerdote, profeta
y rey. Este apartado podemos identificar que todos somos Cristianos y que
somos llamados a la evangelización que por medio del Espíritu del Señor. Así
de la misma manera que nuestro Señor Jesucristo les hablaba a las personas,
enseñanza de su padre y que así nos atrevemos a predicar el evangelio, sin
temor, miedo, ni mucho menos vergüenza. En todo caso nos suscita que nos
apoyemos de nuestra fe para que con valor y confianza seamos auténticos
cristianos defensores de la fe. El Sacerdocio nace de la profundidad del amor
de Dios en el misterio total del Padre para que los Presbíteros puedan servir al
pueblo, que es la Iglesia misma con el fin de atraer a las almas para ponerlas al
servicio de nuestro Señor Jesucristo. Y en la comunión integral de la Iglesia se
incentiva las relaciones que surgen de la Santísima Trinidad como instrumento
de Cristo uniendo a todo el género humano en uno solo.

En cuanto la Misión de Cristo nos dice que la alianza que se debe instaurar
entre todos los discípulos y el servicio perfecto y definitivo al igual que él lo
hizo mostrándose como ejemplo el mismo y la conversación que se hizo para
establecer el mismo ministerio del Orden que es Cristo. El mejor ejemplo de
cómo ejercer el ministerio sacerdotal es Cristo, el Buen Pastor, al ser nosotros
su rebaño. Cristo Buen Pastor no solo se encarga de pastorear las ovejas que lo
siguen, sino que con amor cuida y va en busca de aquellas que aún no lo
reconocen como su Señor.
CAPÍTULO III
EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ
La vida espiritual del sacerdote.

En este capítulo nos recalca que el Espíritu del Señor se manifiesta como
fuente de santidad y llamada a la santificación, así que podemos decir que el
Espíritu está también sobre el Pueblo de Dios y no solo en nuestro Señor
Jesucristo, ya que somos nosotros parte de su Iglesia y nos incluye con su gracia.

Por medio de la consagración del sacramento del Orden, los sacerdotes se


configuran en representación de Cristo, como Cabeza y Pastor de la Iglesia, bajo
la Gracia del Espíritu Santo que los reviste con un don dándoles la autoridad de
nuestro Señor Jesucristo. Por con siguiente, en una actitud y vida del sacerdote
ordenado que emplea una caracterizada y definida en cuanto al verdadero
comportamiento que nos ejemplifica Cristo.

Bajo la misericordia de nuestro señor Jesucristo de llegar al punto de entregar


su vida en el madero, por nuestro pecado, rebajándose a la humillación por
nosotros. De la misma forma el sacerdote debe de renunciar su vida para que
sea Cristo sea quien habite en él, tal como San Pablo nos dice: "y ahora no vivo
yo, es Cristo quien vive en mí. Todo lo que vivo en lo humano lo vivo con la fe
en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí." (Gálatas 2, 20). La nueva
vida consagrada esta llamada a dar servicio partiendo desde el amor y caridad
pastoral, que es en virtud a la imitación de Cristo, es decir que la entrega total
de manera que nos despojamos de nosotros mismo.

En la Eucaristía es donde se sigue haciendo presente el sacrificio de la cruz


ofrecido por Nuestro Señor Jesucristo. El ministerio del sacerdocio es
sumamente importante que siga ofreciendo este memorial al sacrificio para
nuestra salvación, ya que es el único que puede consagrar su vida y puede
realizar ese milagro de manera constante todos nuestros días y aclarando que se
puede repetir varias veces durante el día para diferentes momentos. El sacerdote
esta debe siempre estar dispuesto a vivir una estrecha colaboración junto al
Obispo, así como está llamado a cumplir con los votos de obediencia, castidad
y pobreza. Todo esto se resumen en el amor a Dios y en la plena y total renuncia
de sí mismo y el de despojarse de todo viene o placer, ya sea de aspectos
materiales para que lleven a la persona ordenada a una santidad y una fiel
imitación a Cristo.
CAPÍTULO IV
VENID Y LO VERÉIS
La vocación sacerdotal en la pastoral de la Iglesia
En este capítulo hare la referencia a la cita bíblica donde Jesús nos dice:
“Vengan y lo Verán” (Juan 1, 39), y es donde nos muestra que el sacerdocio
llama la atención de manera que en la forma de vida que cada uno lleva día a
día, ahora bien nos podemos preguntar de la misma manera que los apóstoles le
dijeron a Jesús “Maestro, ¿Dónde vives?” (Juan 1:38), de esta misma forma se
le puede hacer esta interrogante a lo que es en la vida sacerdotal y empieza con
una simple curiosidad o pequeña inquietud interna en la vida del hombre, Jesús
realmente nos hace esa invitación a que experimentemos más de cerca la vida
del sacerdocio y no es para especular sino para ser empático de la verdadera
preparación que se lleva para conocer más profundamente el verdadero estilo
de vida de un sacerdote comprometido con su vocación llevando un verdadero
discernimiento más completo para esta vocación cristiana, que de la misma
manera que los demás todo es parte de la voluntad de Dios y que está destinado
a la edificación de la Iglesia, comenzando desde una libertad propia y consiente
ofreciendo la vida como un sacrificio para Dios, y a su vez haciéndonos a todos,
de alguna manera responsable de las vocaciones sacerdotales.

CAPÍTULO V

INSTITUYÓ DOCE PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL


Formación de los candidatos al sacerdocio

Al momento de la formación de los apóstoles, Jesús hizo el llamado uno por


uno a los doce apóstoles y los instruyo por un tiempo de formación antes de
salir a evangelizar. De la misma manera en que los seminaristas deben tener
antes de una preparación o formación para que puedan ser dignos de adquirir el
ministerio sacerdotal.

Al momento de hablar la formación consiste en trabajar ciertas dimensiones


que ayudan a fortalecer las áreas de la vida en especialmente en el área espiritual
y humana, ya que a pesar que también están las dimensión intelectual y pastoral.
En base las diferentes formaciones para los seminaristas de hoy en día, las
cuatro dimensiones son los pilares en cuanto se deben fortalecer en el área
Espiritual, Humana, Intelectual y Pastoral las definimos de la siguiente manera:

 Formación Humana: es una de las formaciones que tiene mucha


importancia para la formación de los seminarista que están discerniendo
y también al momento de ejercer el ministerio de Cristo, de manera que
ayuda a los demás el llegar a la santidad y de la misma manera
santificarse a sí mismo, con su humanidad bien discernida puede atraer a
las almas y ponerlas al servicio de Dios y no alejar a las que ya están, es
decir, ser puente e inspiración para sus comunidades y no impedimento
ni obstáculos.
 Formación Espiritual: se puede decir que desde la antropología, la
naturaleza del hombre está siempre la búsqueda de Dios, el hombre
siempre ha tenido el deseo empírico de la búsqueda a Dios, el hombre
tiene deseo y ansia a Dios, incluso aquellos que no lo reconocen como un
ser supremo, de una manera directa o indirecta ciertamente siempre lo
buscan. Al encontrar a Cristo hasta en el más minúsculo detalle siempre
es parte de la Espiritualidad, al momento de encontrarlo en los hombres
es aún mayor, pero esto solo puede realizarse con la oración que se puede
practicar fielmente de diferentes maneras. Esta formación en si nos ayuda
a vivir íntimamente con Cristo y al encontrarlo lo logramos conocer y
más aún nos asemeja más a Él, y sobre todo nos ayuda a vivir una vida
digna y perfectible en cuanto a cumplir los votos de obediencia, castidad
y pobreza.
 Formación Intelectual: en esta dimensión académica el hombre es
participe de la inteligencia divina en la fe, cuando hablamos de obtener
una sabiduría que le permita, por medio del conocimiento de Dios, abrirse
y sumergirse más en Cristo. Para la preparación de los seminarista el
estudio es lo más fundamental para posterior convertirse en sacerdote,
especialmente en las ramas que en un futuro cercano serán las
herramientas claves para que fortalecerse humanamente ya sea en la
Psicología, Pedagogía, Sociología, y en la doctrina eclesiales, mejor
dicho todo lo que el seminarista aproveche hoy, será también
aprovechado en un futuro por las comunidades parroquiales donde sea
designado ya cuando sea Sacerdote.
 Formación Pastoral: el hombre cuando se habla de su formación pastoral
es una manera de ayuda para prepararse para su sacerdocio, viviendo
como un verdadero pastor en donde transmita las virtudes teologales como
la caridad, así como la misericordia y el amor de Dios como vivo ejemplo
de Jesucristo el Buen Pastor. La Formación Pastoral debe de darle mucho
sentido al momento de ejercer su servicio a las comunidades así mismo el
impulso que da el pastor a sus fieles atravez del consuelo, consejo,
escucha y todo el apoyo que este les brinda a caminar juntos con los laicos
en la Santa Madre Iglesia que por ende es misionera de Cristo.

El seminario es donde se debe trabajarse estas cuatro dimensiones ya que


espera la formación de los futuros Sacerdotes que atravez de la actualización
constante que se le da conforme a los cambio de la Iglesia se viene
perfeccionando cada vez más y a exigirles a los seminarista que deben encarnar
la palabra de Dios cumpliéndola siendo empático con el pueblo. El seminario
es una formación educativa en la comunidad que complementa todas las
dimensiones para una mejor realización de la persona que está dispuesta a
entregar su vida para que Cristo viva en él, aunque ciertamente es
responsabilidad de toda la Iglesia que la realización se alcance con éxito, aunque
el principal liturgo es el Obispo, seguidamente por los sacerdotes formadores
(quienes deben de ser elegidos, principalmente por su madurez y su vida
ejemplar) y posterior por la comunidad orante.

CAPÍTULO VI
TE RECOMIENDO QUE REAVIVES EL CARISMA DE DIOS
QUE ESTÁ EN TI
Formación permanente de los sacerdotes

Para la renovación que va dentro del ministerio sacerdotal de Cristo es de


manera constante en lo que son los dones o carismas que el Espíritu Santo ha
ungido en los presbíteros, y pues el sacerdote como ser humano siendo
imperfecto por naturaleza, además por ser sacerdote que lucha para asemejarse
a la perfección y realiza una renovación de lo que se le ha otorgado al momento
de la ordenación sacerdotal, así mismo representándolo como una fidelidad
eterna y aceptación de su naturaleza humana. La formación permanente del
sacerdote debe llevarlo a creer cada vez más lo que es, lo que ejerce mediante
Dios y que proviene solamente de su infinita gracia.
La permanencia en la formación es más que un deber, que sin importar el
sacerdote, en su edad o alguna distinción, lo debe ayudar a comprender y vivir
de mejor manera para desarrollar sus potencialidades y aptitudes ministeriales
que puede ser completadas desde una motivación en particular, así como los
sacerdotes de mayor edad, en todo caso que sufre alguna enfermedad son un
ejemplo vivo de la fidelidad a Cristo en el ministerio desde sus mejores años
entregados a Dios hasta algunos no tan buenos. Por eso la Santa Madre Iglesia
vive en comunión con Cristo, por eso mismo que debe ser una demostración de
esa unión para que pueda estimular, inspirar y cuidar con un respeto junto a la
oración de la formación permanente, a pesar que el sacerdote sea por sí mismo
el primer responsable de su propia formación constante y de su permanencia en
el ministerio. A todo eso existen muchos ejercicios espirituales por os cuales
son métodos que un sacerdote fielmente debe de apegarse ya sea para cultivarse
espiritualmente y también para acrecentar esa fe de los fieles.

CONCLUSIÓN

Todo el pueblo de Dios debe trabajar incansablemente para que la promesa de


Dios se siga cumpliendo y siga enviando pastores a su rebaño. La necesidad de
la Iglesia es sin duda mucha, pero Dios aún sigue llamando a hombres a ser
obreros de su mies, especialmente a jóvenes que se atreven a hacer la diferencia
y a renunciar a sí mismos para que se realice la voluntad del Padre en ellos.
María es el mejor ejemplo de una vocación desde la humanidad, por eso,
debemos pedir su intercesión para que nos ayude a corresponder a la vocación
que Dios nos llama, especialmente si se trata de la vocación al orden sacerdotal.
Dios promete dar pastores a su Iglesia según su corazón; el corazón de Dios es
un corazón perfecto y lleno de amor, que entiende perfectamente la necesidad
de que se siga realizando el milagro de bajar a Cristo a la tierra para la salvación
y santificación de los fieles. Roguemos pues al Padre que siga mandando
sacerdotes santos a su pueblo, que los forme a ejemplo de Jesús el Buen Pastor,
especialmente aquellos sacerdotes que a través de su ministerio forman a los
que en un futuro serán los nuevos Pastores de la Iglesia.

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