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Fundamentos para el aprendizaje y


el éxito profesional

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“Reaprender a aprender en un entorno digital”

En la actualidad, el desarrollo sociocultural ha impuesto cambios con celeridad debido a que el


conocimiento caduca frecuentemente y resulta indispensable que las personas aprendan durante
toda su vida (Fariñas, 2014).

Resulta importante definir que el concepto de aprendizaje ha estado asociado en sus inicios a los
cambios relativamente permanentes en la conducta humana debido a la experiencia o práctica, pero
posteriormente se utilizó para hacer referencia a la adquisición de conocimientos de todo tipo, lo
cual sucede durante toda la vida de una persona (García, Fonseca y Concha, 2015). El aprendizaje es
un proceso cognitivo que implica necesariamente a otros procesos psicológicos básicos, tales como
la atención, memoria, percepción y motivación.

Sin embargo, debido a los cambios diversos acontecidos en la sociedad a través del tiempo, las
personas deben desarrollar competencias nuevas que les permitan adaptarse a dichos cambios para
facilitar así la adquisición de aprendizajes nuevos o ya adquiridos; es decir, las personas deben
aprender a aprender.

Una competencia se define como el conjunto integrado de conocimientos, destrezas, habilidades,


aptitudes, actitudes, rasgos de personalidad y motivaciones que posee una persona, las cuales
pueden ser innatas o adquiridas; resultan importantes porque le permitirán desempeñarse con éxito
en el ámbito académico, profesional y laboral (Goleman, 2009).

Siguiendo la línea sobre los cambios mencionados previamente, éstos han tenido lugar en la ciencia
y en la educación, los cuales conllevan a las personas a vivir situaciones nuevas, cambiantes y muy
competitivas; que a su vez se caracterizan por grados importantes de incertidumbre que deben
enfrentar.

Estos cambios se han originado por el fenómeno de la globalización, la era de la información y los
cambios tecnológicos, de hecho, debido a éstos, las instituciones educativas y por ende el
aprendizaje también debe ser distinto (Martín y Moreno, 2014). Ante un mundo que se ha
transformado profundamente, resulta evidente la urgencia de los estudiantes de aprender a
aprender.

Anteriormente predominó un modelo educativo tradicional que se caracterizaba por estudiantes


que recibían el conocimiento acabado y por profesores que buscaban transmitir conocimiento por
medio de rutinas para evadir la incertidumbre de lo desconocido (Fariñas, 2014). En cambio, el
modelo educativo actual busca promover y facilitar el desarrollo de competencias en los estudiantes
para enfrentar las circunstancias de su vida personal, laboral y profesional.

Tanto la evolución actual de los tiempos, como la consolidación de las nuevas perspectivas
psicológicas y educativas sitúan al aprendiz como figura central del proceso de aprendizaje, en el
cual su motivación, creencias y procesos mentales básicos resultan cruciales (Martín y Moreno,
2014).
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Es así que el modelo educativo actual requiere una actitud activa, comprometida, interesada,
motivada, independiente y autónoma del estudiante con respecto a su lugar de aprendiz, lo cual
promueve un dinamismo en el conocimiento que podrá compartirse entre el estudiante y el
profesor.

Los cambios mencionados previamente y las demandas del desarrollo contemporáneo de la


sociedad requieren que los estudiantes desarrollen la competencia de aprender a aprender para
tener una mejor capacidad de aprendizaje autoorganizado, lo cual implica que el aprendiz es capaz
de aprender por sí mismo a lo largo de la vida (Fariñas, 2014), que a su vez les permita proseguir y
persistir en ello para organizar el aprendizaje mediante un control eficaz del tiempo y la información
necesaria, lo cual puede realizarse tanto individual como grupalmente. Dicha competencia implica
la conciencia de las necesidades propias y los procesos personales del aprendizaje, a partir de la
identificación de las oportunidades disponibles y la habilidad para superar obstáculos, con el fin de
aprender con éxito. Aprender a aprender requiere obtener, procesar y asimilar nuevos
conocimientos y habilidades. Así como compromiso del aprendiz para construir su propio
conocimiento con motivación y confianza (Martín y Moreno, 2014). Además, implica mecanismos
de autorregulación en el plano afectivo e intelectual, esto significa que el aprendiz debe tornarse
introspectivo, reflexivo y observador de él mismo, del contenido de la tarea que debe realizarse y
de las mejores estrategias para aprender; lo cual en conjunto permite la regulación y control del
aprendizaje. Y a su vez le permitirá autodirigirse para ser capaz de conocer cómo aprende y cómo
aprender.

Para que las personas sean capaces de aprender a aprender deben comprender sus fortalezas y sus
áreas de mejora, deben determinar sus demandas particulares, sus habilidades, sus conocimientos
y sus capacidades; pero además, deben estar dispuestas a adaptarse a los entornos existentes y a
las necesidades cambiantes que el mundo provoca, con el fin de aprovechar siempre los recursos
que resulten disponibles.

Martín y Moreno (2014) refieren que aprender a aprender incluye tres aspectos: el cognitivo,
afectivo y social.

1) Cognitivo: para aprender a aprender se requieren habilidades básicas como la atención,


memoria, razonamiento, toma de decisiones y selección de información que le permitan a
una persona obtener y procesar nuevos conocimientos. Además requiere rasgos como la
flexibilidad, apertura, curiosidad, imaginación, creatividad y crítica.
El aspecto cognitivo implica que los estudiantes se muestren activos, se esfuercen y realicen
decisiones sobre su propio aprendizaje, lo cual se facilita a partir de una evaluación sobre
los aspectos que se conocen y aquellos que se desconocen para determinar un examen
activo de los propios recursos mentales del aprendiz. Cuando un estudiante determina estos
aspectos puede planificar y organizar el tiempo, esfuerzo y recursos que requerirá en sus
tareas, lo cual a su vez le permitirá tomar decisiones sobre cómo enfocarlas.
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Este aspecto también involucra la identificación y uso de estrategias de aprendizaje, las


cuales se definen como un conjunto de pasos específicos y encaminados que tienen el
objetivo de determinar la mejor manera de aprender algo. Dichas estrategias deben elegirse
de forma personalizada para que cada aprendiz pueda utilizar la que le resulte más
conveniente, a fin de que se puedan planificar, examinar, verificar y ensayar las dificultades;
es decir, le permiten evaluar si el aprendizaje resulta eficaz o si se requiere un cambio de
enfoque para lograrlo (Martín y Moreno, 2014).

Una estrategia general de aprendizaje se conforma de tres momentos ordenados y


consecutivos: la planeación, la autorregulación y la autoevaluación.
 La planeación resulta útil para determinar las características generales de una tarea
antes de iniciarla (objetivo, conocimientos, tiempo y recursos necesarios, resultado
esperado y forma en que se evaluará).
 La autorregulación hace referencia a todos los aspectos que deben controlarse al
realizar una tarea para asegurar el cumplimiento del objetivo estipulado (obstáculos,
eficacia de técnicas y procedimientos).
 La autoevaluación implica la forma de examinar los resultados alcanzados, las
dificultades presentadas y el procedimiento utilizado.

Las estrategias de aprendizaje resultan indispensables para que el estudiante logre alcanzar
sus objetivos y evaluar sus dificultades, que en conjunto le permitirá obtener éxito
académico.

2) Afectivo: este aspecto incluye la motivación (impulso que conduce a realizar algo) y la
autoeficacia (control de la situación) del aprendiz, lo cual sin duda facilitará el aprendizaje
al tornarse autónomo, reflexivo y creativo. En la percepción de la autoeficacia influye la
vulnerabilidad al estrés, la angustia que despiertan las tareas, el autoconcepto y la
autoestima del aprendiz. Cuanto más autoeficaces se sientan los estudiantes y cuanto más
confíen en que ellos mismos podrán influir en su futuro, plantearse metas más altas y tener
mayor compromiso para cumplirlas. Aunado a esto, en este aspecto resulta vital identificar
las emociones porque pueden estimular, desencadenar, mantener o eliminar los
aprendizajes.
3) Social: este aspecto retoma la idea de que aprender es una tarea colectiva, que se facilita a
través de la guía y apoyo de otras personas. Para aprender a aprender se requiere la
presencia de otros, para que las personas aprendan a conocerse, hablarse, escucharse e
intercambiar puntos de vista diversos; lo cual resulta la base del proceso de socialización y
que a su vez permite tomar conciencia de pensamientos y emociones propios y ajenos, así
como el control de la propia conducta para participar en el grupo.

Las necesidades formativas de la sociedad y el devenir de las instituciones universitarias requieren


una acción docente total o parcial en los entornos virtuales de aprendizaje. De hecho, la
competencia de aprender a aprender facilita el aprendizaje en estos entornos, en los que el principal
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motor del proceso es el estudiante, quien suele ser activo y responsable de sí mismo para aprender
(Bautista, Borges y Forés, 2011).

Los entornos virtuales de aprendizaje se apoyan en el uso de la tecnología, favorecen la colaboración


y ayuda entre los estudiantes, permiten aprovechar oportunidades del entorno virtual y requieren
una comunicación estratégica transmitida en los momentos y dosis adecuados. En estos entornos
se busca favorecer el aprendizaje de los estudiantes por medio de dinámicas colaborativas para que
todos aprendan de los demás a través del intercambio de experiencias y perspectivas personales,
es decir, se busca “enseñar a los demás y aprender de los demás” (Bautista, Borges y Forés, 2011,
p. 28).

Los entornos virtuales de aprendizaje son distintos a los entornos presenciales de aprendizaje en
cuanto a la didáctica, presentación de contenidos y estrategias de enseñanza, ya que en los primeros
se busca principalmente la planificación de actividades que permita a los estudiantes aprender los
aspectos deseados; en cambio los segundos se basan primordialmente en las clases magistrales
clásicas del profesor.

Otra diferencia importante entre estos entornos de aprendizaje, hace alusión a las formas de
comunicación entre los participantes. En el entorno presencial, la comunicación es unidireccional,
se remite a lo verbal, especialmente del profesor al estudiante cuando el primero imparte su
cátedra; y a lo textual, particularmente del estudiante al profesor en la entrega de trabajos escritos,
los cuales reciben una calificación numérica como respuesta.

En cambio, en los entornos virtuales de aprendizaje se busca crear posibilidades de comunicación


multidireccional, que incluso permiten formas de expresividad de sentimientos entre los
participantes. Bautista, Borges y Forés (2011) sostienen que la comunicación en los entornos
virtuales de aprendizaje puede ser expresiva, cercana y cálida porque está dada por la voluntad de
los participantes.

Los mismos autores establecen una diferencia entre el rol del alumno y el estudiante, la cual es
alusiva al entorno de aprendizaje en el que se desenvuelven. El alumno tradicional suele mostrarse
dependiente a la acción docente, en cambio el estudiante requiere funcionar fundamentalmente
con autonomía y madurez.

Para concluir las diferencias clave mencionadas de los entornos de aprendizaje, se presentarán las
características del rol del estudiante en el entorno presencial y el rol del estudiante en el entorno
virtual mediante un cuadro comparativo retomado sustancialmente del texto Didáctica universitaria
en entornos virtuales de enseñanza-aprendizaje de Bautista, Borges y Forés (2011).
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Características Alumno- tradicional Alumno-estudiante


(entorno presencial) (entorno virtual)
Actitud Tiende a ser reactiva, ya que Tiende a ser proactiva, porque
está más condicionada la requiere iniciativa para tomar
dirección y decisiones del decisiones respecto a su propio
docente. aprendizaje y desempeño.
Implicación en su propio Suele mostrarse más pasivo Suele mostrarse más activo con
aprendizaje con su aprendizaje. su aprendizaje.
Metas Se muestra más interesado en Busca establecer metas
la aprobación de asignaturas. personales que no se limitan a
la aprobación de materias.
Reflexión y aplicación de Suele aplicar estrategias Tiende a ser más consciente de
actitudes, estrategias y relacionadas primordialmente sus propias características y de
destrezas para aprender con un aprendizaje dirigido a lo cómo debe aplicarlas para
solicitado. aprender. Busca un aprendizaje
autónomo y continuo durante
toda su vida.
Desarrollo de destrezas Predominan destrezas Las necesidades de aprendizaje
memorísticas y de replicación. les demandan estrategias de
comunicación, búsqueda,
selección, producción y
transmisión de conocimiento.

A partir de este cuadro se puede rescatar que en un entorno virtual de aprendizaje el estudiante
será capaz de adquirir las competencias necesarias para trabajar y aprender en el ámbito académico
y profesional.

Finalmente es importante enfatizar que la autoorganización está involucrada en el buen


aprendizaje, la cual debe originarse por el aprendiz y se determina por cuatro dinámicas (Fariñas,
2014):

1. El planteamiento y solución de problemas


2. El planteamiento y consecución de metas
3. La comprensión y búsqueda de información, y
4. La expresión y comunicación

Para fines de este escrito, nos avocaremos al segundo punto, el cual implica la organización
intencionada y temporal de la vida a partir de la historia personal, actitudes, valores, acciones y
sentimientos. Que los estudiantes realicen esto les permitirá hacer proyectos de vida, planificar
actividades personales y organizar su tiempo libre; lo cual permitirá el cumplimiento de metas
académicas y profesionales.
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Un plan de vida y carrera es una herramienta que les permite a las personas reflexionar hacia dónde
ir, con qué recursos cuenta y cuáles estrategias son las mejores para conseguirlo, implica una
visualización de lo que se desea a futuro, lo cual facilita lograrlo. Dicho plan sirve para darle
estructura al camino a seguir, para plantearse una ruta, las metas personales y los objetivos
profesionales.

Ríos y Alarcón (2014) refieren que para cumplir las metas y objetivos del plan de vida se debe
aprender a planear las actividades y a administrar el tiempo y los recursos. Es así que las personas
deben programar sus actividades en tiempos determinados, para realizar jerárquicamente y de
forma priorizada todas las acciones concretas que permitan realizarlas.

Es importante que las personas piensen, sueñen y fantaseen lo que desean en la vida, justo esto se
facilita a partir de la realización de un plan de vida y carrera para encauzar todos los pasos necesarios
hacia la consecución de las metas personales, académicas y profesionales.

Planear la vida requiere reflexionar con antelación, establecer prioridades y jerarquías, organizar
tiempo, prioridades, compromisos y responsabilidades, analizar obstáculos, prever y evaluar las
consecuencias de los actos propios, responsabilizarse de éstas, indagar, poner en práctica
alternativas para los propósitos planteados y aprender a tomar el control de todas las acciones
necesarias (Ríos y Alarcón, 2014).

Para elaborar un plan de vida y carrera puedes aplicar la planeación estratégica (Flores, Vargas, y
Domínguez, 2014), la cual se utiliza comúnmente en el ámbito administrativo para definir las metas,
objetivos y estrategias de una organización. A continuación se muestra un ejemplo adaptado del
texto Plan de vida y carrera de Flores, Vargas y Domínguez (2014):
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Referencias:

 Bautista, G., Borges, F. y Forés, A. (2011). Didáctica universitaria en entornos virtuales de


enseñanza-aprendizaje. Madrid, España: Narcea S.A. Ediciones.
 Fariñas, G. (2014). Aprender a aprender en la educación universitaria (curso 5). La Habana:
Ministerio de Educación Superior.
 Flores, G. Lucrecia, Vargas, J. y Domínguez, K. (2014). Plan de vida y carrera. Manual de
desarrollo humano. México: Pearson.
 García, F., Fonseca, G. y Concha, L. (2015). Aprendizaje y rendimiento académico en
educación superior: un estudio comparado. Revista Electrónica "Actualidades Investigativas
en Educación", 15, 3, 1-26.
 Goleman, D. (2009). La inteligencia emocional en la empresa. USA: El Cid Editor.
 Martín, E. y Moreno, A. (2014). Competencia para aprender a aprender. Difusora Larousse -
Alianza Editorial.
 Ríos, M. R. y Alarcón, M. E. (2014). Orientación educativa. Plan de vida y carrera. México:
Grupo Editorial Patria.

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