Está en la página 1de 8

Estudios Públicos 171 (2023), 241-248

DOI: https://doi.org/10.38178/07183089/2008230627

Reseña

Irus Braverman (ed.). Laws of the Sea. Interdisciplinary Currents. London: Routledge,
2023. US$48.95 (ISBN: 9781032070629), 318 pp.

Juan Pablo Restrepo


Universidad de Buenos Aires, Argentina

U na característica del Antropoceno (o el nombre que se quiera usar


para designar la actual crisis global) es la emergencia de ‘zonas
metamórficas’ (Latour 2012, 2017) que ponen en cuestión las tajantes
divisiones de la modernidad. Ya sea que se hable de la manera en que
descripción y prescripción se confunden con respecto a la ciencia y la
política del cambio climático (Latour 2017), del colapso (o al menos del
acercamiento) entre la historia natural y la historia humana (Chakrabar-
ty 2009) o incluso de la manera de considerar la vida del mundo (Kohn
2021; Coccia 2017), lo que queda de manifiesto es que las fronteras que
la constitución moderna instituyó en su intento por purificar los diversos
campos de conocimiento se franquean en diversos escenarios.
Laws of the Sea constituye un esfuerzo por mostrar lo impropio de
mantener la comprensión de una ley centrada en la estabilidad terrestre
contrapuesta con el océano siempre en movimiento; es decir, nos invita
a pensar el derecho más allá del binario tierra/océano. Como bien lo
presenta el libro, este dualismo instaurado en los espacios jurídicos por
el holandés Hugo Grotius convirtió el océano en un espacio más allá
de la soberanía de los Estados. La doctrina del mare liberum consolidó
un imaginario imperial según el cual “la libertad para usar del mar se ha
convertido en una licencia para abusar de él” (4), en palabras del aboga-
do maori Moana Jackson. Los artículos que componen el libro reflejan la
necesidad de crear nuevas categorías que permitan modificar el derecho

Juan Pablo Restrepo es filósofo por la Universidad del Valle, Cali, Colombia, y doctorando en
Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Es miembro activo del Núcleo de Etnografías
Amerindias (NuetAm) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Dirección: Puan 480, C1420 CABA, Argentina. Email: juanacroyoga@gmail.com.
242 JUAN PABLO RESTREPO / Reseña

desde dentro para dar espacio y brindar hospitalidad a los territorios y a


las entidades marítimas.
El libro nació en la cúspide de la pandemia, producto de una serie
de encuentros y talleres que se realizaron entre 2020 y 2021. Se compo-
ne de una introducción y doce capítulos que constituyen cada uno de
ellos un estudio sobre los desafíos que presenta el océano al derecho
y sobre cómo puede plantearse una modificación que desestabilice el
‘terracentrismo’ que lo fundamenta. La estrategia y metodología es trans-
disciplinar: entre algunos de los autores encontramos a artistas (Andreas
Philippopoulos-Mihalopoulos), a expertos en derecho oceánico interna-
cional (Surabhi Ranganathan), críticos literarios (Elizabeth Deloughrey),
geógrafos (Philip Steinberg) y ecólogos (Shannon Switzer Swamson).
Casi la totalidad de los autores del texto hacen parte de instituciones
académicas europeas y estadounidenses, con la excepción de Susan
Reid, quien pertenece a la Universidad de Sydney.
La editora Irus Braverman sostiene en la introducción que el texto
en conjunto responde a dos desafíos principales: por un lado, pretende
mostrar cómo el derecho, a través de un proceso de abstracción propio
de la tradición occidental, deviene una “arquitectura de la explotación”
(2), el cual legitima e incentiva las diversas prácticas extractivistas del
capitalismo tardío. El segundo movimiento-tema que el libro propone
consiste en el desarrollo de nuevas categorías que den cuenta de los ex-
tractivismos oceánicos contemporáneos así como también de un marco
legal donde el derecho considere central el cuidado de la vida del océa-
no y de quienes lo habitan-transitan. Para atender el primero de estos
objetivos, Braverman analiza críticamente el tratado denominado Con-
vención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM).
Según Braverman, este texto, que busca una relación global entre
océano y derecho, es en un comienzo utópico y deviene distópico en
el Antropoceno (9). El CDM (UNCLOS por su sigla en inglés) se convierte
así en el texto legal emblemático que permite el traspaso de la última
frontera por parte del extractivismo. Como exponen los diversos capítu-
los del libro, somos testigos hoy en día del avance de las corporaciones
hacia entidades y lugares no reconocidos por el derecho clásico, tales
como las fuentes hidrotermales (Ranganathan), la plataforma continen-
tal (Henry Jones), el lecho marino (Reid), la biodiversidad más allá de la
jurisdicción nacional (Vito De Lucía) y los genes en cuerpos marinos (Bra-
Estudios Públicos 171 (2023), 241-248 243

verman). El CDM, el cual anhelaba la libertad y conservación del mar bajo


la categoría ‘herencia común de la humanidad’ consolida, según Surabhi
Ranganathan, el imaginario extractivista en dos pasos (31): primero, di-
vide el océano en parcelas de actividad económica, de manera tal que
“la ley construye una geografía del océano, aun cuando reivindique ser
simplemente un reflejo de este” (31); segundo, incentiva la explotación y
actividad económica marítima, convirtiendo la extracción en una “obliga-
ción normativa, no solamente en algo que debe ser permitido y regula-
do, sino también promovido” (32).
Frente a esta situación y de cara al segundo movimiento-tema del
libro, se presentan ciertos desarrollos creativos y originales que siguen
el impulso de las ‘ontologías húmedas’ (Steinberg y Peters 2015) y los ‘es-
tudios oceánicos críticos’ (Deloughrey 2019) con el propósito de concep-
tualizar el derecho de modo tal que favorezca los espacios de cuidado y
florecimiento humano y más que humano. Tal como expresa Braverman:
pensar con los océanos y sus creaturas vivientes a través de los lentes de
la solidaridad y el cuidado provee una oportunidad novedosa de desafiar
los modos existentes de gobernar los océanos, trayendo de esta manera
modalidades regulatorias más fluidas y adaptables, aquello que llamo
‘geografías legales anfibias’. (14)

Así, varios de los estudios que componen el libro desean situarse de


manera ‘ecotónica’, en ese espacio liminal en donde las categorías que
fija el derecho clásico tienden a confundirse. Uno de los ejemplos de
donde se muestra esta característica es en el estudio de las fuentes hi-
drotermales realizado por Surabhi Ranganathan, quien enfatiza que ellas
no se circunscriben a un lugar definido, ya que surgen de las grietas del
fondo del lecho marino y por tanto se asientan justamente en las líneas
divisorias que marcan las clasificaciones del CDM.
Al respecto, dice Vito de Lucía:
Las fuentes hidrotermales atraviesan materialidades múltiples y habitan
mundos múltiples: agua, gas, roca, suelo, lo viviente y no viviente; lo fluido
y sólido. Su complejidad elude la legalidad soberana, la cual se obsesiona
en declarar a qué zona marítima pertenecen las fuentes, a qué dominio
(vivo o no vivo) y por tanto qué sistema legal se aplica. (132)

Por ello, De Lucía considera que las fuentes hidrotermales del fondo
del lecho marino producen una dimensión ‘heterotópica’ que elude y
desestabiliza la dimensión normativa clásica. Según el autor, estas he-
244 JUAN PABLO RESTREPO / Reseña

terotopías producen heterolegalidades (133), ya que ofrecen lógicas y


espacialidades alternativas y desestabilizadoras de la dimensión norma-
tiva. Sin embargo, como el mismo De Lucía nos advierte retomando los
planteos de Foucault, las heterotopías no necesariamente son espacios
de resistencia donde emerje un orden que se opone a las lógicas extrac-
tivistas. En efecto, como queda claro a lo largo del libro, el diálogo entre
estas zonas heterotópicas y el desarrollo extractivista-colonial es mucho
más difuso y contradictorio de lo que se pensaría en primera instancia.
La promulgación de Áreas de Protección Marina (APM) ofrece un
ejemplo de esta relación compleja, que queda claramente expuesta
en el artículo de Annet Pauwelussen y Shannon Switzer Swanson. En
Indonesia, uno de los objetivos de las APM es proteger la reproducción
de las tortugas (especie en peligro de extinción). A pesar de la loable
aspiración, su implementación impacta directamente al pueblo bajao,
para quienes los huevos de tortugas y su predación son inherentes a su
subsistencia tanto material como cultural. El artículo muestra cómo el ré-
gimen de protección y delimitación de áreas propuesta por el CDM actúa
en detrimento del pueblo bajao, reproduciendo así lógicas colonialistas.
Tal como lo dice un poblador de las islas Berau: “Es difícil ver cómo puede
ser algo bueno [el establecimiento de una estación de control]. Las ONG
vienen de lejos para prohibirnos lo que hacemos para sobrevivir: comer
y vender huevos de tortuga” (262). Es así como estos espacios, donde se
pueden pensar otras lógicas que desestabilizan la demarcación moder-
na, se presentan al mismo tiempo como “islas de naturaleza salvaje que
son concebidas solo sobre la base de una violencia ecológica generaliza-
da y continua” (134).
Por ello, una de las mayores contribuciones del libro es la propuesta
de un pluralismo legal que tome en serio el rol del derecho indígena y su
posibilidad de “desestabilizar la ley internacional existente” (13). El desa-
fío del pluralismo legal permitiría pensar un derecho que no se limite a
garantizar las lógicas extractivistas y los procesos de abstracción caracte-
rísticos de la modernidad y del binario tierra/océanos.
El artículo ‘Navigating the Structural Coherence of Sea Ice’ de
Steinberg et al. pone esto claramente de manifiesto al mostrar cómo el
conflicto entre empresas mineras que pretenden atravesar el hielo ártico
en sus buques, afectando a las poblaciones indígenas que habitan estas
regiones, no se reduce a un arreglo legal sino que encarna justamente un
Estudios Públicos 171 (2023), 241-248 245

conflicto ontológico (sensu De la Cadena y Blaser 2018). Lo que en el tras-


fondo se dirime es un campo donde interactúan mundos para los cuales
el océano y el hielo presentan realidades completamente diferentes. El
hielo, en particular, actúa como una “autopista” (167) que conecta dife-
rentes comunidades del pueblo inuit, además de ser parte fundamental
de sus tradiciones: “el hielo marino enseña importantes lecciones de pa-
ciencia, resistencia, coraje y buen discernimiento” (167). El hielo y el océa-
no constituirían “emplazamientos colectivos” y “proyectos de vida” para
el pueblo inuit, en palabras de Mario Blaser (2019, 87), mientras que para
los navegantes y las corporaciones el hielo es un obstáculo que debe ser
atravesado para lograr mayores rendimientos económicos. De esta for-
ma, nos dicen Steinberg et al. (2015):
el obstáculo fundamental para la implementación de una protección
efectiva del hielo marino es ontológica. Para poder proteger la integridad
estructural del mar se necesita un cambio en la manera en que el territorio
y los océanos son entendidos en el imaginario geográfico occidental. (172)

Un pluralismo legal tal como el que Laws of the Sea propone no pue-
de entrañar la partición moderna entre naturaleza y cultura o, más espe-
cíficamente y como nos invita a pensar este volumen, el binario océano y
tierra. Tales dicotomías, propias del derecho clásico, difícilmente pueden
dar cuenta de las particularidades de pueblos (humanos y más que hu-
manos), cuyas formas de vida dependen de otras composiciones espa-
ciales y temporales.
Sin embargo, el pluralismo legal por el que este libro aboga preten-
de ir incluso más allá y ser más amplio, incluyendo también a aquellas
entidades que la tradición moderna ha declarado como ‘no humanas’, en
un intento por abrir caminos hacia un derecho más allá de lo humano. La
contribución de Susan Reid con su artículo ‘Imagining Justice with the
Abyssal Ocean’ busca justamente un acto de justicia con las entidades
del fondo marino, concebidas como dignas de consideración ética y le-
gal. Tal como explica la autora, la transición energética y la búsqueda de
metales raros tales como el manganeso, necesarios para dicha transición,
han traído consigo los comienzos de la minería en aguas profundas en
las cuales se encuentran los denominados nódulos polimetálicos, com-
puestos de minerales indispensables para la construcción de baterías
eléctricas. Este nuevo ‘capitalismo azul’, legalizado y promovido por orga-
nizaciones amparadas en el CDM, tales como la Autoridad Internacional
246 JUAN PABLO RESTREPO / Reseña

de Fondos Marinos (AIFM), busca franquear una de las últimas fronteras


de la minería. Lo que Reid pretende mostrar en su contribución es que el
impulso e imaginario extractivista, representado de manera paradigmá-
tica en el CDM y llevado a cabo por el AIFM, desconoce la materialidad
ecológica del mar, porque niega las relaciones entre las diferentes enti-
dades que han habitado estos ecosistemas por millones de años. Al ser
comprendidos simplemente como recursos minerales, se desconoce la
relación entre los nódulos y los demás seres del océano. Es necesario en-
tonces reconocer que estos nódulos son más que un material deposita-
do en el fondo de los océanos para ser extraído y utilizado en actividades
humanas, ya que las comunidades vivas que habitan las zonas abisales
mantienen relaciones de dependencia y parentesco con estas entidades:
el fondo marino no es solo un sedimento al servicio de la minería. Tiene
agencia, está vivo y es constituido de relaciones materiales, proveyen-
do humus para los huevos y larvas de los organismos que viven en lo
profundo; además generan condiciones de habitabilidad para los peces
adultos. (77)

La pregunta que surge, entonces, es si el marco legal tal como está


en la actualidad puede considerar relaciones como las que los distintos
artículos en esta compilación evidencian o, en todo caso, cuál sería la
forma en que tendría que modificarse el derecho para abrir este espacio
a otros humanos y más que humanos. Reid lleva la cuestión más allá del
derecho y propone que el problema de la extracción de nódulos (y, tal
vez, de buena parte de las demás prácticas extractivas que el libro bien
describe) es una pregunta por la clase de depredadores que son los
humanos. Si bien la actual dependencia de gran parte de la población
humana con la tecnosfera (Haff 2014) hace indispensable la búsqueda y
extracción de minerales, es urgente cuestionar las lógicas subyacentes y
el impulso que las guía. Hay que recordar, como lo hace Reid siguiendo
a Donna Haraway, que cada cosa “viene con su mundo” (81), que no hay
entidades aisladas extraíbles sin que sean afectadas diversas formas de
vida. La pregunta-problema que Reid identifica reconoce el ineludible
carácter violento del estar en el mundo, pero nos lleva también a buscar
maneras en la cuales se puede ser un ‘buen predador’. Comer a los otros,
tal como lo proponía Derrida, entraña el deber de extender la hospitali-
dad a sus mundos. Reid, en un gesto que llama ‘veracidad oceánica’ (Sea-
truthing), nos alerta sobre los riesgos y la violencia implícita en la minería
Estudios Públicos 171 (2023), 241-248 247

del fondo marino para recordarnos que los nódulos “son más que mine-
rales; ellos vienen con otras entidades múltiples implicadas” (83).
Considero que los artículos reunidos en Laws of the Sea avanzan
considerablemente en el primero de los ya referidos objetivos plantea-
dos por Braverman en la introducción: analizar las maneras en que el
derecho funciona como una ‘arquitectura de la explotación’ y extracción.
En particular, resulta enriquecedor el análisis sobre los diversos tratados
globales sobre el mar y el impacto que estos tienen sobre las poblacio-
nes locales y los habitantes más que humanos del territorio oceánico.
La pregunta sobre si es posible que el marco legal moderno, y el CDM
en particular, dé cabida a un pluralismo que supere el extractivismo,
es transversal a la obra y aparece como una cuestión fundamental. El
segundo tema que el libro busca abordar, aquel referido a la creación
de categorías que permitan un pluralismo legal y favorezcan el floreci-
miento de la vida marítima, ha sido trabajado con menor profundidad
y resulta menos convincente. Si bien, como ya he indicado, algunos ar-
tículos incluyen menciones a perspectivas indígenas y locales, no logran
mostrar convincentemente cómo estas pueden constituirse en espacios
y herramientas de resistencia frente a los procesos de abstracción del de-
recho internacional. Tampoco se tematizan a lo largo de toda la obra las
maneras en que otras ontologías desarrollan marcos legales alternativos
al derecho occidental. En su mayor parte, el libro pareciera considerar el
derecho como una cuestión aún ‘demasiado humana’. Incluso cuando se
intuye la posibilidad de un derecho más que humano y un marco legal
que tome a las otras entidades ‘en serio’, no se desarrolla esta línea con la
profundidad y potencia con la que podría haber sido hecho.
La última crítica a Laws of the Sea que quisiera remarcar tiene que
ver con la ausencia de pensadores y académicos latinoamericanos. Si
bien uno de los mayores logros de esta compilación es reunir a autores
de diversas disciplinas, es llamativa la ausencia de representantes de
nuestra región en este libro. Creo que la inclusión de autores latinoa-
mericanos habría permitido dialogar y nutrir las ‘categorías anfibias’ que
la obra propone, reconociendo el desarrollo en nuestra región, con sus
aciertos y desaciertos, de los derechos de la naturaleza.
A pesar de lo anterior, recomiendo la consulta de Laws of the Sea
puesto que los estudios que lo componen, aun con sus diferencias, de-
nuncian claramente los problemas que ocasiona la arquitectura de la
248 JUAN PABLO RESTREPO / Reseña

explotación constitutiva del derecho internacional global con respecto


a los océanos y, al hacerlo, abren un camino que tal vez permita, en un
futuro, encontrar otras narrativas de florecimiento multiespecies tales
como las que ya han surgido en otros contextos. Considero que el libro
hace justicia a la crítica necesaria al derecho clásico y sus procesos de
abstracción. Al mismo tiempo, reconoce la necesidad de nuevos marcos
legales que devengan sensibles a las materialidades oceánicas. Si, en
medio de la catástrofe ecológica y los diversos colapsos que acontecen
a nivel planetario, necesitamos más que nunca buscar vías de sanación,
este libro contribuye a ello haciendo del derecho y los marcos legales
instancias para recomponer interdependencias.
En el epígrafe que da comienzo a Laws of the Sea, Teresia Teaiwa
dice: “sudamos y lloramos agua salada para que reconozcamos que el
mar está realmente en nuestra sangre”. La escucha atenta al océano no
solo proveerá un vocabulario ‘anfibio’ que transforme el derecho, sino
también el reconocimiento, expresado en nuestros marcos legales, de
nuestro ser en relación e interdependencia con el mar.

Bibliografía
Blaser, M. 2019. On the Properly Political (Disposition for the) Anthropocene. Anthro-
pological Theory 19(1), 74-94.
Chakrabarty, D. 2009. The Climate of History: Four Theses. Critical Inquiry 35, 197-222.
Coccia, E. 2017. La vida de las plantas. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores.
De la Cadena, M. y Blaser, M. 2018. A World of Many Worlds. Durham, NC: Duke Uni-
versity Press.
Deloughrey, E. 2019. Toward a Critical Ocean Studies for the Anthropocene. English
Language Notes 57(1), 21-36.
Haff, P. 2014. Technology as a Geological Phenomenon: Implications for Human Well-
Being. Geological Society London Special Publications 395(1), 301-309.
Kohn, E. 2021. Cómo piensan los bosques. Buenos Aires: Hekht Libros.
Latour, B. 2012. Nunca fuimos modernos. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Latour, B. 2017. Cara a cara con el planeta. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Steinberg, P. y Peters, K. 2015. Wet Ontologies, Fluid Spaces: Giving Depth to Volume
Through Oceanic Thinking. Environment and Planning D: Society and Space 33,
247-264. EP

También podría gustarte