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TEMA 17: LA ORACIÓN: CONSTITUYENTES, ESTRUCTURA Y MODALIDADES.

LA
PROPOSICIÓN.

1. INTRODUCCIÓN

Conocer una lengua implica saber construir oraciones. Suponen un acto de constante
creación individual, a la vez que actúan como eje vertebrador de las restantes unidades
lingüísticas. En la oración se condensa y organiza todo el conocimiento que el hablante posee de
su lengua.
La relevancia que adquiere el concepto de oración dentro de la Gramática Generativa (GG)
no tienen parangón con la que posee en otras escuelas lingüísticas. Tanto en la gramática
tradicional como en la estructural, el punto de confluencia entre los dos polos “externos” de
cualquier manifestación lingüística –sonido y significación- reposa en unidades inferiores de la
oración. Para la gramática tradicional es la palabra. De ahí que durante siglos el análisis
gramatical por excelencia se centrara no tanto en la oración misma como en las “partes de la
oración”, concepto que en la práctica se asimila al de “clases de palabras”. El estructuralismo
(especialmente el europeo) no variará especialmente las cosas. Doctrina anclada en el signo,
tiene como centro de análisis prioritario el análisis de enunciados en una sucesión de morfemas
más que la síntesis de elementos así delimitados en unidades mayores.
Con la GG se invierten radicalmente estos planteamientos. La oración no se define a partir
de unidades de nivel inferior como la palabra, sino que, por el contrario, representa el punto de
partida de la descripción gramatical. La oración constituye el símbolo inicial del sistema de reglas
de que consta la gramática.

2. ORACIÓN Y ENUNCIADO

Es frecuente referirse a la oración con dos sentidos bien distintos que conviene diferenciar
en el plano terminológico: como una realidad ligada a la conducta lingüística o como una entidad
teórica resultado de la elaboración de un modelo de la gramática del hablante. En la primera
acepción es equivalente al término enunciado y en la segunda al de oración propiamente dicha.
La oración, entonces, es una unidad gramatical que, al igual que otras unidades abstractas como
el fonema o el morfema, no viene dada de antemano, sino que se abstrae a partir de los
enunciados emitidos en el seno de la enunciación, definida por Benveniste como “la puesta en
funcionamiento de la lengua mediante un acto individual de utilización”.
Oración y enunciado no siempre se han delimitado , sin embargo, con suficiente nitidez.
Como consecuencia de ello, durante siglos se ha mantenido viva la polémica, dentro de la

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gramática tradicional, en torno a la definición de “oración”. Para algunos autores, esta debía
cimentarse sobre la existencia de propiedades sintácticas específicas como la presencia de un
verbo en forma personal; para la mayoría, en cambio, debía prevalecer un criterio semántico
como el del “sentido completo”. Los primeros parten de premisas estrictamente sintácticas y
conciben la oración como una unidad gramatical. Los segundos se atienen a una lógica basada en
la enunciación y asimila “oración” a “enunciado”, con lo cual el alcance que esta adquiere excede
en mucho los límites impuestos por la existencia de un verbo flexionado. Así, por ejemplo, desde
una óptica nocional, basada en el sentido completo, tanto Malta es una isla como ¡Qué
maravilla! son oraciones. Por el contrario, si nos ceñimos a criterios más restrictivos, el segundo
ejemplo quedaría excluido del concepto de oración.
Ante esta situación, cabe preguntarse si no es posible llegar a una caracterización sintáctica
de la oración que no sea tan excluyente como la basada en la presencia de un verbo flexionado.
Bloomfield lo intenta con una propuesta basada en términos distribucionales: la oración sería
toda forma lingüística no incluida en una formación más amplia. Pero según esta definición,
ambos enunciados vistos anteriormente serían oraciones, lo cual también es demasiado
generalizador y mantiene a la larga la misma falta de certeza.
La RAE considera que las oraciones son unidades mínimas de predicación, es decir,
segmentos que ponen en relación un sujeto y un predicado. Este predicado puede ser verbal,
como en Los pájaros cantaban, o no serlo, como en Muy interesante el partido de ayer. Las
palabras, los grupos de palabras y las oraciones pueden constituir enunciados por sí solos si se
dan las condiciones contextuales y discursivas apropiadas. El enunciado, por tanto, no es una
unidad necesariamente oracional, sino la unidad mínima de comunicación. Puede estar
representado por una oración y ser un enunciado oracional, o estar formado por muy diversas
expresiones que, pese a no ser oracionales, expresan contenidos similares a los oracionales. Son
los que en la propuesta de Bloomfield se considera como una emisión en posición absoluta:
¡Juan!, a diferencia de las emisiones en posición incluida (los enunciados oracionales de la RAE),
como Juan salió. Esos enunciados no oracionales o en posición absoluta también llevan el
nombre de frases: ¡Enhorabuena!.

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Las oraciones son unidades mínimas de predicación, es decir, segmentos que ponen en
relación un sujeto con un predicado. Este puede ser verbal, como en Los pájaros volaban bajo, o
no serlo, como en ¡Muy interesante el partido de ayer! o en Una vez en casa toda la familia…
(oración absoluta). En español es posible omitir el sujeto de las formas personales del verbo, de
manera que la información ausente se recupera (parcial o totalmente) a partir de la flexión
verbal: Yo canto ~ Canto. Esta propiedad permite que los grupos verbales así constituidos puedan
interpretarse a la vez como oraciones, como el segmento subrayado en Dices que canto mal.
Las palabras, los grupos de palabras y las oraciones pueden constituir enunciados por sí solos
si se dan las condiciones contextuales y discursivas apropiadas. El enunciado no es, por tanto,
una unidad necesariamente oracional, sino la unidad mínima de comunicación. Puede estar
representado por una oración, pero también puede estar formado por muy diversas expresiones
que, pese a no ser oracionales, expresan contenidos modales similares a los de las oraciones. Así,
constituyen enunciados similares ¡Enhorabuena!, que es una interjección, y la oración ¡Te
felicito!
Tradicionalmente se dividen las oraciones en función de tres criterios: la actitud del
hablante, la naturaleza de su predicado y su dependencia o independencia respecto de otras
unidades. En los apartados siguientes se considerarán por separado esos tres criterios.
Se llama modalidad a la expresión de la actitud del hablante (modus) en relación con el
contenido de los mensajes (dictum). Se distinguen habitualmente dos tipos de modalidades: las
de la enunciación y las del enunciado. Las modalidades de la enunciación son las estructuras
mediante las que se realizan los diferentes actos de habla o actos verbales, tales como
preguntar, ordenar, saludar, prometer, rechazar, etc. Es este criterio el que permite distinguir
entre oraciones declarativas (Está lloviendo), interrogativas (¿Qué hora es?), exclamativas (¡Qué
coche te has comprado!) e imperativas o exhortativas (No te muevas de donde estás). Las
modalidades del enunciado se manifiestan por medio de ciertos valores de la flexión verbal (en
particular el subjuntivo) y de los verbos auxiliares (poder, deber, etc.). Algunos adverbios aportan
informaciones modales relativas a la enunciación, es decir, al acto verbal mismo, como en
Francamente, no entiendo tus razones, mientras que otros afectan al propio contenido del
enunciado: Posiblemente, las causas no se conocerán nunca.

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Por la naturaleza del predicado (es decir, atendiendo a ciertas propiedades del verbo con el
que se construyen), las oraciones se dividen en transitivas (Los pájaros sobrevuelan los campos),
intransitivas (Su segundo hijo nació ayer) y copulativas (El día está fresco).
El tercer criterio es la dependencia o independencia sintáctica de las oraciones. Las
oraciones simples no contienen otras que ocupen alguno de sus argumentos o modifiquen a
alguno de sus componentes. Las oraciones subordinadas dependen de alguna otra categoría a la
que complementan o modifican. Se halla inserta o incrustada en la principal, en lugar de
concatenada a ella. Así, la oración principal en Ella dijo [que no estaba de acuerdo] no es el
segmento ella dijo —que no constituye por sí solo ninguna oración, ya que está incompleto—,
sino toda la secuencia que aparece en cursiva. El segmento entre corchetes constituye la oración
subordinada, que se interpreta como una parte de la principal. Se denomina tradicionalmente
oración compuesta la que contiene una o varias subordinadas, las cuales se dividen
tradicionalmente en tres grupos: sustantivas (o argumentales, porque, con escasas excepciones,
son las únicas que constituyen argumentos de algún predicado): Mencionó que llegaría hoy;
Prometo estudiarme la lección; Dime cómo te va; adjetivas o de relativo: el color que te gusta,
las personas a las que me refiero, nada que decir; adverbiales o circunstanciales: Aunque no te lo
creas, me gusta la música que oyes; Si quieres, te espero; Este autor escribe como a mí me
gustaría escribir.

2. EL CONCEPTO DE SINTAGMA

Un sintagma es una unidad con capacidad para desempeñar funciones gramaticales en una
unidad superior, ya sea la oración, ya sea otro sintagma que tenga una función de rango más
elevado. Se articula en torno a un núcleo o palabra fundamental, imprescindible y en torno a la
cual se organizan los demás componentes de la estructura sintagmática. Los sintagmas
nominales se forman en torno a un sustantivo, como en esa carta que me enviaron; los
sintagmas adjetivales expanden un adjetivo, como en demasiado cansado de esperar; los
sintagmas verbales se construyen en torno a un verbo: No sabíamos nada. Análogamente, los
sintagmas adverbiales están constituidos en torno a un adverbio: muy lejos de ti. Menos
reconocido como unidad sintáctica es el sintagma pronominal (quién de ustedes), que se suele
asimilar al sintagma nominal en varias propiedades. Más polémico es el sintagma preposicional,
que se usa para designar unidades como hacia el cielo. La preposición (hacia) no puede

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prescindir en ellas de su término (el cielo). En razón de esta limitación entienden algunos
gramáticos que la preposición no puede ser el núcleo de estas unidades. Otros sostienen, por el
contrario, que el criterio de la supresión no es determinante, como ponen de manifiesto los
grupos verbales formados con verbos que no prescinden de su complemento directo (preparar,
dilucidar…). Tampoco es unánimemente aceptado el llamado sintagma conjuntivo, formado por
una conjunción y su término, como los subrayados en No iremos el lunes, sino el martes; La gente
como tú no atiende a razones o más lento que todos los demás. El sintagma interjectivo es el
segmento que forman algunas interjecciones con su complemento, como en ¡Ay de los vencidos!.
Los grupos sintácticos o sintagmas admiten diversos modificadores y complementos. Sin
embargo, no es obligatorio que los lleven, por lo que pueden constar de una sola palabra, como
en Lo hará Alicia. Los grupos sintácticos pueden contener otros de su misma clase: esa carta que
me enviaron (grupo nominal contenido en otro), demasiado cansado de esperar (grupo adjetival
contenido en otro), muy lejos de ti (grupo adverbial contenido en otro), por entre los álamos
(grupo preposicional contenido en otro). Igualmente, el grupo verbal subrayado en No sabíamos
nada está contenido en otro grupo verbal (No sabíamos nada). Nótese que en demasiado
cansado de esperar el adverbio demasiado no modifica únicamente a cansado, sino al grupo
adjetival que cansado forma con de esperar. Por otra parte, los grupos sintácticos pueden formar
parte de otros distintos de los que les dan nombre; por ejemplo, los grupos nominales se
insertan en los verbales o en los preposicionales: esperar tiempos mejores, durante estos años.

3. LA ESTRUCTURA DE LA ORACIÓN: NIVEL FORMAL, SEMÁNTICO E INFORMATIVO

La oración es un tipo de unidad lingüística caracterizada por su forma, por su estructura,


independientemente de que tenga en sí misma un sentido completo y de que se incluya o no en
otra unidad más amplia. En este sentido, se distingue del enunciado, que, en tanto unidad de
comunicación, sí ha de tener independencia sintáctica y semántica. La Tierra, en efecto, da
vueltas alrededor del Sol es una oración gramatical, pero solo constituye un enunciado si se
articula como una unidad independiente y completa; en cambio, en Galileo demostró que la
Tierra, en efecto, da vueltas alrededor del Sol, es una oración subordinada dentro de otra oración
más amplia, pero ahora no constituye un enunciado. Lo mismo sucede en La Tierra, en efecto, da
vueltas alrededor del Sol y, por el contrario, la Luna gira alrededor de la Tierra: ahora se trata de
una oración coordinada con otra para forma las dos juntas un enunciado.

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La oración es, por tanto, una unidad estructural. Sus elementos constituyentes no se
agrupan desordenadamente, sino que forman una red de relaciones o funciones. Como los
sintagmas, consta de un elemento central o nuclear, que transmite el contenido fundamental (la
Tierra da vueltas alrededor del Sol) y, opcionalmente, de otros elementos que lo modifican,
matizan o valoran (en efecto).
El elemento central, que no puede faltar en ningún caso porque es lo que configura la
estructura misma de la oración, es doble: está constituido por un sujeto (función desempeñada
siempre por una unidad de carácter nominal: pronombre, sintagma nominal o alguna variedad
equivalente) y por un predicado (función desempeñada siempre por un sintagma verbal). De esta
manera, la forma más simple de una oración es aquella en la que el sujeto y el predicado constan
de una sola palabra: Ella pasea. No obstante, por lo general, tanto el sujeto como el predicado
suelen ser sintagmas complejos; contienen un núcleo del que dependen otros elementos: Los
abuelos de Ricardo viven ahora en Mérida.
Las oraciones son unas unidades lingüísticas que admiten diversos niveles de análisis. El
primero es el nivel sintáctico, es decir, el que atiende al comportamiento o función de los
elementos internos que constituyen la oración. El segundo nivel de análisis es el semántico, el
nivel del significado. Desde el punto de vista sintáctico, la oración es una estructura jerárquica,
no lineal. Esto quiere decir que el cerebro, al procesar una oración, no suma uno tras otro los
significados de las palabras que la integran para obtener el significado global, sino que reconoce
vínculos más o menos estrechos entre unas y otras de las palabras que la integran. Así, en la
oración Juan se compró una mesa metálica, metálica guarda una relación sintáctica y, por tanto,
semántica, más estrecha con mesa que con compró o con Juan. Como puede apreciarse, los
vínculos sintácticos son expresión de los vínculos semánticos. Por todo lo visto, deben
reconocerse niveles intermedios dentro de la jerarquía oracional entre el nudo “oración” (el
nudo superior) y cada una de las palabras que la conforman (nudos del nivel inferior). Los
diagramas arbóreos constituyen un método gráfico de representar esos vínculos más o menos
estrechos entre palabras. A cada uno de los niveles intermedios dentro de la jerarquía los
denominamos sintagmas o constituyentes.
Pero, ¿cómo sabemos que, efectivamente, el cerebro procesa jerárquica y no linealmente?
Ello lo demuestran las secuencias (o series ordenadas) de palabras que admiten más de una
interpretación sintáctica, es decir, las oraciones estructuralmente ambiguas. En realidad, no
debería hablarse de una oración estructuralmente ambigua sino de dos oraciones

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estructuralmente diferentes que coinciden en presentar las mismas palabras dispuestas en el


mismo orden, es decir, de dos oraciones diferentes coincidentes linealmente. La ambigüedad no
es un fenómeno muy frecuente y, además, muchas veces pasa desapercibida porque el contexto,
la situación, informa al cerebro de cuál de las dos o más interpretaciones es la procedente. Una
oración como El profesor habló en la biblioteca de la Facultad admite dos interpretaciones: una
según la cual de la Facultad es el tema del que habló el profesor (con lo que la función sintáctica
de de la Facultad sería complemento del verbo hablar del tipo complemento de régimen verbal
–“hablar de algo ”-), y otra según la cual de la Facultad es el lugar en que se ubica la biblioteca
(por lo que “de la Facultad ” actuaría como complemento del nombre “biblioteca”, del tipo
modificador indirecto).
Las oraciones, además de poder ser analizadas en los planos sintáctico y semántico, admiten
ser analizadas en el nivel informativo. La necesidad de un tercer nivel de análisis se desprende
del hecho de que dos oraciones pueden ser iguales sintáctica y semánticamente y, sin embargo,
ser diferentes linealmente. Así, Mi prima detesta la televisión y La televisión mi prima la detesta
son semántica y sintácticamente iguales. Los sintagmas realizan exactamente las mismas
funciones. Mi prima es, en ambos casos, sujeto; en la primera oración, detesta la televisión es el
predicado, con detesta como núcleo y la televisión como complemento directo del verbo. En la
variante, el pronombre personal átono la es simplemente una duplicación del complemento
directo la televisión, como demuestra la solidaridad de número y género entre ambos
(El periodismo mi prima lo detesta). El significado proposicional o lógico es exactamente el
mismo en las dos oraciones, pues cada constituyente tiene el mismo rol de significado con
respecto a la acción de “detestar”: mi prima es el ente que siente el odio y la televisión es lo
detestado. Si bien parece que, en español, el orden de palabras no es, por regla general, libre (la
mesa de metal, pero no *la mesa metal de o *mesa de metal la), sí lo es frecuentemente el
orden de constituyentes.
Si dos oraciones son iguales semántica y sintácticamente reciben el nombre de variantes
temáticas; si solo son iguales semánticamente, constituyen entre sí meras variantes discursivas
o informativas (como ocurre, por ejemplo, con la versión pasiva de una oración con verbo
transitivo).
El nivel informativo analiza el contexto o contextos en que las oraciones pueden aparecer y,
por tanto, analiza su mayor o menor libertad en el discurso. Esta libertad guarda relación con el
carácter conocido o el carácter nuevo de la información que aporta cada constituyente oracional.

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En el orden normal u objetivo, las oraciones progresan desde la información conocida hacia la
información nueva, de tal modo que la información conocida tiende a aparecer al principio y la
nueva, al final, donde se halla la cima melódica de la oración. La cima melódica es el acento
nuclear, es decir, el acento asociado a la palabra de mayor prominencia perceptiva dentro de la
oración. Compárense, a este respecto, Juan hizo los exámenes ayer con Los exámenes Juan los
hizo ayer. Ambas oraciones no resultan igualmente apropiadas en un punto dado del discurso. La
segunda es una variante discursiva de la primera que, a diferencia de ella, está limitada
contextualmente. La primera oración admite que todos sus constituyentes sean considerados
como aportadores de información no presupuesta en el discurso, como demuestra el hecho de
que puede ser contestación a una pregunta tal que ¿Qué pasa?. Las preguntas virtuales de las
que las oraciones que se analizan constituirían una respuesta proporcionan un modo de
representar los contextos o situaciones en que esas oraciones pueden aparecer, es decir, un
modo de representar qué informaciones se toman como presupuestas o no en un punto
determinado del discurso. En nuestro ejemplo Juan hizo los exámenes ayer, toda la oración
admite ser interpretada como aportadora de información nueva independientemente de si
efectivamente es así o de si solo aporta información nueva el predicado (siendo la oración,
entonces, contestación posible a una pregunta como ¿Qué pasa con Juan?) o de si, incluso, solo
la aporta el complemento circunstancial (siendo la frase, entonces, contestación a la pregunta
¿Cuándo hizo Juan los exámenes?). Se dan las tres posibilidades porque estos tres constituyentes
(oración completa, predicado y complemento circunstancial) presentan como último
componente la palabra que porta la cima melódica. En las oraciones enunciativas, la cima
melódica de la oración recae normalmente sobre el último elemento léxico. A este orden se le
denomina orden objetivo. Todos los constituyentes dentro de la jerarquía estructural de la
oración que tengan como último elemento la palabra que porta el acento nuclear admiten ser
interpretados como aportadores de información nueva. En nuestro ejemplo Juan hizo los
exámenes ayer, esos constituyentes son la oración completa, el predicado hizo los exámenes ayer
y el circunstancial ayer. La libertad contextual de la variante Los exámenes Juan los hizo ayer es
mucho menor, pues no solo no admite aparecer en contextos totalmente libres (como tras ¿Qué
pasó?) sino que, además, únicamente puede aparecer en contextos en que se entienda como
información presupuesta (es decir, presente en la conciencia de los interlocutores) la
información aportada por el complemento directo los exámenes: se está hablando,
necesariamente, de unos exámenes concretos y la frase podría ser, pues, respuesta a una

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pregunta como ¿Qué pasa con los exámenes?. La información que, contextualmente, debe ser
interpretada necesariamente como consabida o presupuesta recibe el nombre de tema y el
constituyente que la expresa es un constituyente temático. La información que no deba ser
interpretada necesariamente como consabida, lo sea o no de modo efectivo, recibe el nombre de
rema y el constituyente que la expresa es denominado constituyente remático.

4. LA IMPERSONALIDAD

El concepto de impersonalidad no se ha utilizado siempre de la misma manera en los


estudios gramaticales, de ahí que resulte ambiguo. Por un lado, desde el punto de vista
semántico, se ha hablado de oraciones impersonales para referirse a aquellas en las que no hay
un sujeto porque no se conoce al agente, se considera innecesario mencionarlo o, simplemente,
se desea ocultarlo. De acuerdo con ello, cualquier verbo que aparezca en voz activa puede
emplearse como impersonal: Te han llamado por teléfono, Dicen que el lunes no hay clase.
Sin embargo, en estos casos, más que de impersonalidad sería conveniente hablar de
indeterminación de agente: existe un sujeto gramatical, e incluso hay alguien que realiza la
acción expresada por el verbo; lo único que sucede es que el hablante no precisa quién es ese
agente.
Por otro lado, si atendemos estrictamente a la forma, no existen oraciones impersonales:
toda forma verbal personal implica un sujeto gramatical expresado en los morfemas de persona
y número. En este sentido, ni siquiera una oración como Llueve sería impersonal, puesto que
marca como sujeto la tercera persona del singular. Lo que sí es cierto es que este verbo y otros
similares se emplean normalmente en construcciones que no admiten sujeto léxico y cuyo
núcleo verbal aparece, por tanto, siempre en tercera persona del singular. Conviene reservar el
término impersonal para denominar estas construcciones. Entendido de esta forma, se
distinguen tres tipos de oraciones impersonales diferentes:
- Impersonales de fenómenos naturales. Se construyen con verbos que designan fenómenos de
la naturaleza, relacionados con alguna noción meteorológica como llover, tronar, nevar,
amanecer, lloviznar, relampaguear, granizar… Estos verbos, por su propio significado, no pueden
llevar un sujeto explícito y se usan en tercera persona del singular. No obstante, en sentido
figurado, pueden aparecer en otras personas gramaticales y admitir así un SN en función de
sujeto: Llueven las críticas al Gobierno, Amanecí en casa.

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- Impersonales existenciales. Ciertos verbos con variación gramatical no permiten en


determinados usos la alteración de persona y número. Son los verbos haber, hacer, ser, bastar,
sobrar, etc. en oraciones como No hay entradas, Hace calor, Es tarde, Basta con la mitad, Sobra
con un minuto. Los sintagmas que complementan a haber y hacer en estos casos son
complementos directos, tal como se comprueba al pronominalizarlos: No las hay, Lo hace. Ser en
construcción impersonal no admite sujeto léxico y lleva un atributo que designa nociones
temporales o meteorológicas. Prueba de que se trata de un atributo es que se puede
pronominalizar: -¿Es tarde? –Sí, lo es.
- Impersonales reflejas. Pueden construirse con cualquier verbo, transitivo o intransitivo. La
impersonalidad se marca con un pronombre, se, que acompaña al verbo. Este pronombre no es
un complemento verbal, sino que forma parte del núcleo del predicado, donde constituye un
índice de que la tercera persona del singular del verbo ha de interpretarse genéricamente: Se
eligió a los representantes en una votación a mano alzada, Se respira mejor en el campo, Aquí se
está muy bien.

5. LA PROPOSICIÓN

La proposición es una oración integrada en una oración compuesta, es decir, en una oración
formada por más de una oración. Marcos Marín y España Ramírez distinguen entre oraciones
compuestas (u oraciones compuestas por coordinación) y oraciones complejas (u oraciones
compuestas por subordinación):
- En las oraciones compuestas no se dan relaciones de dependencia funcional, ya que las
proposiciones que se integran en la oración son independientes. Pueden ser coordinadas
(¿Vienes al cine o sales con tus amigos?) o yuxtapuestas (Pau trajo un regalo a Jovita; es posible
que no se lo acepte)
- En las oraciones complejas, una de las proposiciones integradas depende de otra o está
subordinada a ella (dijo que me lo daría).

BIBLIOGRAFÍA

ALARCOS LLORACH (1994), Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe.


RAE (2010): Nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa.

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GUTIÉRREZ ARAUS, M. L, (2004), Problemas fundamentales de la gramática del español como


2/L, Madrid, Arco.

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