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Pensamiento mágico: los niños pueden estar preocupados por números de la suerte o
mala suerte, colores, palabras, acciones, dichos o supersticiones y relacionarlos con
catástrofes o “cosas malas” que puedan llegar a pasar. Los niños realmente creen en
estos pensamientos y los viven como verdad-consecuencia. En el pensamiento
obsesivo mágico los pacientes creen que el mero acto de pensar puede prevenir o
controlar un evento nocivo o algo malo. Por ejemplo, los niños creen que pensar en
una persona “mala” como ser un compañero de clase molesto, los convierte en malos
chicos; o tienen la idea que se pueden enfermar si vuelven a usar la ropa que se
pusieron cuando estuvieron enfermos aún si ésta es lavada reiteradamente. Se
produce una fusión pensamiento-acción, esto significa que los chicos creen que el solo
hecho de tener un pensamiento implica la misma responsabilidad moral que ejecutar
una acción o que el hecho de pensar que puede ocurrir un hecho incrementa la
posibilidad de que ese hecho se produzca.
Necesidad de simetría, precisión, finalización: los chicos describen este impulso como
una inexplicable necesidad de sentir “lo correcto” “lo adecuado” “que esta bien”.
Tienen una sensación interna de que el balance, el equilibrio, orden, lugar, frecuencia
o posición de algo es inadecuado y debe ser corregido. Algo que fue dicho, leído,
escrito o tocado no fue “exacto, adecuado, correcto, justo o completo”. El tacto,
sentido, textura, sonido u olor de algo es intensamente displacentero hasta que sea
“arreglado”. El niño puede atormentarse por estas singulares e idiosincrásicas reglas
que impresionan irracionales o triviales a otros. Las compulsiones que puede generar
la finalización o cierre de esta sensación incluyen conductas repetitivas, tocar, contar
arreglar, acomodar (se describen en detalle en Compulsiones). Uno de los primeros
investigadores clínicos que describió estas sensaciones fue el Dr. Leckman, quien las
denomino “just-right”, observándolas en pacientes con trastornos por tics como es e
Necesidad de decir, confesar, preguntar o saber con certeza: Muchos chicos con TOC
experimentan la necesidad de decir a alguien, usualmente los padres, los detalles de lo
que ellos están pensando, que va desde lo fútil a lo bizarro. Esto se puedo extender al
impulso de “confesar” transgresiones menores que ellos perciben como grandes
ofensas imperdonables. Un pensamiento pasajero sobre alguna persona o el temor de
haber faltado el respeto a alguien por alguna ideación o acto, puede generar intensa
angustia. Frecuentemente, los niños con TOC sienten la necesidad de saber con certeza
temas nimios, sin trascendencia. Experimentando malestar hasta no saber con
precisión las actividades del día de la madre, un dialogo entre los padres, que habrá de
comer, etc.