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UNIVERSIDAD CIUDADANA DE NUEVO LEON

LICENCIATURA EN DERECHO

ASIGNATURA: DERECHO PROCESAL CIVIL

MATRICULA: 31451

AULA: PERIODO 2023-2

TETRAMESTRE: 5° TETRAMESTRE

TEMA: LAS NORMAS JURIDICAS PROCESALES

ACTIVIDAD: 2 CAPITULO II

ALUMNA: Ma. TERESA JIMENEZ TORRES

TUTOR: JORGE TADEO MORENO YEVERINO

FECHA: 04 DE JUNIO DE 2023

LUGAR: MONTERREY NUEVO LEON


ENSAYO

IDEA DE LA NORMA JURÍDICA PROCESAL:


El concepto de norma jurídica procesal comprende no sólo la ley, sino a las demás
manifestaciones del derecho a las que el legislador atribuye esta calidad.

Ley y norma jurídica no son conceptos idénticos. La ley es una especie de norma,
pero no todas las normas jurídicas son leyes. Sin embargo, las palabras ley y
norma se utilizan con bastante frecuencia corno equivalentes, aunque, realmente,
no lo sean, por constituir las leyes el mayor volumen del derecho positivo, tanto en
el orden general, corno en el del derecho procesal en particular CHIOVENDA dice
que la ley procesal es la que regula la relación procesal y agrega que la naturaleza
de una ley no debe deducirse del lugar en que aparece incluida, sino de su objeto.
Por ley procesal se sostiene que debe entenderse toda norma jurídica que regula
la relación procesal, pero, evidentemente, su objeto es mucho más amplio.
CHIOVENDA dice que la ley procesal es la que regula la relación procesal y
agrega que la naturaleza de una ley no debe deducirse del lugar en que aparece
incluida, sino de su objeto. Según el maestro italiano, la ley procesal puede tener
dos objetos y todas se hallan ligadas a uno u otro), que son la formación de los
órganos jurisdiccionales y la regulación de las normas de actuación de la ley.
Para CARNELUTTI la norma jurídica procesal -que puede ser instrumental o
material- es aquélla que regula o disciplina la realización del derecho objetivo.

Un estudio de conjunto de la legislación procesal de cualquier Estado nos permite


distinguir en ella, leyes procesales formales (procedimentales o de procedimiento),
leyes procesales materiales (que regulan la capacidad de las partes, los requisitos
de los actos procesales, la eficacia de las, resoluciones judiciales, etc., y leyes
procesales orgánicas (que atienden. a la constitución de los órganos de
jurisdicción, y que no pueden consideradas como meramente administrativas).
La norma jurídica procesal, como cualquiera otra, actúa en cuanto se manifiesta
por signos exteriores, aptos para representar o, cuando menos, para indicar el
contenido; el complejo de estos signos representa su forma.

Los códigos civiles suelen contener preceptos de esta naturaleza, aunque ello no
signifique que deban tenerlos. Se trata, simplemente, de vestigios de conceptos
jurídicos que, superados por la doctrina, se resisten a desaparecer del campo de
la legislación.
INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL DERECHO:
La aplicación del derecho exige, en todo caso, su interpretación y, a veces, su
integración. Interpretación e integración del derecho son dos actividades distintas,
aunque ambas importantísimas, encaminadas, desde el punto de vista de la
función de los jueces, a la aplicación del derecho La interpretación es, en todo
caso, una actividad previa y siempre necesaria a la aplicación del derecho; la
necesidad de la integración se presenta cuando hay que suplir alguna laguna o
insuficiencia de la ley.
Los temas de la interpretación y de la integración del derecho no son exclusivos
de nuestra disciplina, sino propios del derecho en general.
INTERPRETACIÓN:
La interpretación de las normas jurídicas procesales, como la de las normas
jurídicas, en general, se realiza por los órganos legislativos (interpretación
auténtica), por los tratadistas (interpretación doctrinal o científica) o por los
órganos jurisdiccionales (interpretación judicial). La variedad de órganos y
personas de quienes procede la interpretación no influye en su naturaleza.
La interpretación del derecho y, consiguientemente, del derecho procesal, tiene
por objeto hallar el verdadero sentido de la norma y el exacto alcance que debe
atribuírsele. La aplicación judicial del derecho exige una previa interpretación de la
norma. El derecho procesal no escapa a esa necesidad ineludible La
interpretación judicial se lleva a efecto por los jueces y magistrados en el ejercicio
de la función jurisdiccional, y adquiere la máxima importancia cuando el órgano
que la realiza está facultado para sentar jurisprudencia.
1º. El principio lógico del proceso representado por esta fórmula: selección de los
medios más seguros y expeditos para buscar y descubrir la verdad y evitar el
error.
2º. El principio jurídico que tiende a proporcionar a los litigantes la igualdad en la
contienda y la justicia en la decisión.
3º. El principio político que se propone introducir en el proceso la ¿máxima
garantía social de los derechos con el menor sacrificio de la libertad individual.
4º. El principio económico que exige que los pleitos no sean materia de graves
impuestos, y tiende a evitar que por su duración y por los gastos sean sólo
accesibles a las personas que ocupan una situación económica privilegiada.
La interpretación del derecho procesal debe tomar como objetivo hallar en cada
caso la solución que mejor satisfaga las exigencias del proceso como institución
de derecho público.
INTEGRACIÓN:
El tema de la integración del derecho es actualmente uno de los más interesantes
de la ciencia jurídica. No obstante, en el derecho procesal tiene una importancia
extraordinaria, por su tangencia con la cuestión de la naturaleza de la actividad
profesional del juez.
La generalidad de los tratadistas, especialmente en los libros de Introducción al
estudio del derecho, presentan este tema con una confusión verdaderamente
lamentable.
La integración es una actividad intelectual del juez encaminada a hallar y aplicar la
norma adecuada para cubrir una laguna de la ley, ante la obligación rigurosa de
decidir un caso concreto y determinado. Para hablar de la integración -escribe
ALSINA - hay que comenzar por admitir la existencia de lagunas en el derecho
positivo, porque de lo contrario sólo se trataría de un problema de interpretación.
En realidad, más que de admitir la existencia de tales lagunas, de lo que cabe
hablar es de no negar la posibilidad de que se presenten, aunque éste sea en todo
caso un acontecimiento bastante raro.
Al abordar este problema hay que pensar, desde luego, que para redactar los
códigos o leyes el legislador tiene a su disposición, con el saber de los juristas
especializados en esta rama del derecho, la experiencia de siglos, y que, si
procede con la discreción debida, en estos cuerpos legales la presentación de una
laguna será siempre un acontecimiento tan extraordinario como lo es, en efecto,
en los demás órdenes de la legislación. El legislador atiende a las exigencias de
la integración del derecho cuando al señalar las fuentes formales de éste agrega a
la ley un orden de normas aplicables como supletorias, de acuerdo con la
prelación que el mismo establece, que permite al juez, en cualquier caso, una
decisión jurídicamente fundada.
Esta función integradora no cambia la naturaleza de la actividad profesional del
juez, de aplicadora, en creadora del derecho. El juez, cuando cubre una laguna de
la ley no crea norma jurídica, sino que, sencillamente aplica aquélla que, según las
previsiones del legislador, puede encontrar entre las que, con carác ter subsidiario,
está autorizado para utilizar.
No es, por lo tanto, creador de derecho. El sistema político constitucional que
acepte el principio de la división o separación de poderes constituye un obstáculo
realmente insuperable a la presencia del juez legislador. Este es el caso, por
ejemplo, de México. La tesis que atribuye a la integración la naturaleza de una
actividad creadora del. derecho es incompatible con los principios políticos de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sin embargo, la literatura
jurídica mexicana se muestra lastimosamente influida por esta tesis. Es ésta Una
tesis definida, por lo general, por tratadistas carentes de toda experiencia jurídica
EFICACIA DE LA LEY PROCESAL EN EL TIEMPO:
La. separación sustancial que existe entre el derecho y el proceso, da vida al
principio de que la ley procesal aplicable en cada caso es la del tiempo y el lugar
en que el derecho se hace valer en juicio. El tiempo y. el lugar en que ha nacido el
derecho que se hace valer en juicio no tiene, por tanto, importancia en lo que se
refiere a la ley procesal aplicable.
El problema de la eficacia de la ley procesal en cuanto al tiempo y en cuanto al
espacio contiene diferencias que conviene estudiar por separado. El problema de
la eficacia de la ley procesal en el tiempo se resuelve en el sentido de que es
suprimidos por la ley algunos modos de actuación de la ley sustancial o algunos
medios de actuarla, desaparece el problema jurídico de pedir su aplicación.
Bajo el imperio de la nueva ley procesal no se puede pedir la actuación de la ley
sustancial con aquellos medios y aquella forma. En cambio, si la nueva ley admite
nuevas formas de actuación o extiende las ya existentes a casos no admitidos
antes o introduciendo nuevos medios ejecutivos, pueden servirse de la extensión
también los titulares de los derechos preexistentes. Dada la consideración actual
de la prueba como materia propia del derecho procesal, encaminada como se
halla a formar la convicción del juez, sólo puede admitirse de acuerdo con la ley
procesal del tiempo en que sea necesaria, porque sólo ésta puede determinar
cuáles son los medios idóneos para formarla actualmente.
Si realmente un derecho, subjetivo no puede probarse sino con un solo medio de
prueba y éste queda suprimido por la nueva ley, débase esto a cambio de
condiciones del tiempo (económicas, morales, religiosas) a las cuales
precisamente se acomoda la nueva ley. Los procesos terminados bajo la ley
precedente no están influidos por el derecho nuevo. En cambio, es difícil la
cuesti6n referente a los procesos pendientes en el momento en que se pone en
vigor, La ley nueva. Teóricamente son posibles dos soluciones extremas aplicar la
ley antigua hasta el término del proceso (solución sugerida por el deseo de evitar
complica, Respecto a este tema debe aclararse, sobre todo que, aunque se haya
querido presentar a la ley procesal como retroactiva, como una de las excepciones
al principio general de la irretroactividad de las normas jurídicas, en realidad, las
leyes relativas al proceso y al procedimiento judicial nunca lo han sido, ni lo son en
realidad.
El Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal contiene diferentes
artículos transitorios encaminados a este fin. El articulo 2' dispuso que los
negocios de jurisdicción contenciosa pendientes en primera y única instancia al
entrar en vigor dicha ley, se ajustarían a la legislación anterior hasta pronunciarse
la sentencia que la tramitación de la apelación contra ésta se sujetase a la nueva
ley, pero que la procedencia del recurso se regulara por la ley anterior. Dictó
también normas especiales para la conclusión rápida de todos los procesos
pendientes.

EFICACIA DE LA PROCESAL EN EL ESPACIO:


El problema de la eficacia de la ley procesal en cuanto al espacio, plantea
cuestiones jurídicas que se resuelven con el concurso. de las convenciones y
tratados internacionales, que si bien, una vez que son ratificados por las cámaras
legislativas, tienen el carácter de norma legal en el país en que son aceptados, no
se puede olvidar su naturaleza de actos jurídicos internacionales.
Conviene sentar, para resolver estos conflictos de leyes, principios generales que
nos faciliten la labor. Así podemos afirmar que el proceso debe ser regulado por
las normas vigentes en el lugar en que actúa el órgano que juzga o el órgano que
ejecuta lo juzgado, es decir, por la ley vigente en el lugar en donde se desenvuelve
el proceso mismo (el juicio o la ejecución No existe ninguna necesidad lógica en
virtud de la cual el proceso deba seguir la ley del juez (CARNELUTTI), pero existe
un principio de conveniencia política referido al fin inmediato del proceso.
Precisamente porque cada uno de los diferentes Estados organiza el proceso con
el fin de asegurar la paz social, y, por lo mismo, en la forma que considera más
conveniente para conseguirlo, conviene que dentro de cada Estado el proceso se
desenvuelva según las normas establecidas el mismo. La capacidad para ser
parte, como derivada de la capacidad civil, tiene en el derecho mexicano carácter
rigurosamente territorial.
La convención internacional de La Haya de 17 de julio de 1905 (art, 14) faculta al
juez que ha de llevar a cabo un acto por suplicatorio de otro juez extranjero, para
que, si éste lo pide, aplique las normas procesales extranjeras, siempre que no
estén prohibidas por la ley de su Estado. La sumisión a la de las formalidades del
procedimiento se basa en la consideración de que la, justicia no podría funcionar
sin enormes dificultades si tales reglas cambiasen con los litigantes.
La perturbación que la solución contraria produciría en el funcionamiento de los
órganos jurisdiccionales, no estaría compensada por ninguna ventaja lo
suficientemente eficaz para imponerla. La capacidad para ser parte como
derivada de la capacidad civil, tiene en el derecho mexicano carácter
rigurosamente territorial.
La convención internacional de La Haya de 17 de julio de 1905 (art, 14) faculta al
juez que ha de llevar a cabo un acto por suplicatorio de otro juez extranjero, para
que, si éste lo pide, aplique las normas procesales extranjeras, siempre que no
estén prohibidas por la ley de su Estado. La sumisión a la ”lex tori” de las
formalidades del procedimiento se basa en la consideración de que la justicia no
podría funcionar sin enormes dificultades si tales reglas cambiasen con los
litigantes. La perturbación que la solución contraria produciría en el funcionamiento
de los órganos jurisdiccionales, no estaría compensada por ninguna ventaja lo
suficientemente eficaz para imponerla.
LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN
Al tratar de la eficacia de las normas jurídicas procesales, con relación a las
personas, se plantea el problema de la llamada inmunidad de jurisdicción, que
constituye un límite, muy restrictivamente unánimemente reconocida a los
Estados, como sujetos de derecho internacional, así como a los jefes de Estado y
a los agentes diplomáticos en el exterior, aunque en cuanto a sus límites se
presentan problemas respecto a los cuales la uniformidad de criterio para
resolverlos no se ha logrado. Tiene la inmunidad de jurisdicción la naturaleza de
una prerrogativa que impide a un Estado someter a otro, a sus jefes y agentes
diplomáticos, a la jurisdicción de sus tribunales. La inmunidad es renunciable,
pero, por lo que respecta a los diplomáticos, para formular la renuncia se requiere
la autorización del gobierno de que dependan.
Los principios de derecho internacional en- que se funda la inmunidad de
jurisdicción tienen una vigencia de siglos. Esta inmunidad no ampara a los
cónsules, pero se admite describe ARCE que los actos que realizan como
funcionarios de gobierno extranjero deben considerarse fuera de la jurisdicción
ordinaria, aunque los relativos a la vida privada se sometan al derecho común,
salvo lo que determinen loso tratados que se hayan celebrado sobre esta materia.
La inmunidad puede hacerse valer bien por representaciones diplomáticas
cursadas por la vía administrativa, bien mediante el ejercicio de la excepción de
inmunidad, opuesta en el proceso de que se trate. Procede la inmunidad no sólo
respecto a, toda clase de procesos, sean ordinarios, ejecutivos, sumarios, etc.,
sino, igualmente, frente a las medidas 'precautorias o de garantía, pues, de no
extenderse a éstas mediante ellas, se podría burlar fácilmente la eficacia de la
prerrogativa
BIBLIOGRAFIA:

Libro base: Título: Instituciones de Derecho Procesal Civil

Autor: Rafael de Pina, José Castillo Larrañaga

Editorial Porrúa Edición: 1era edición País: México


Compañeras, deben elaborar un ensayo breve sobre el presente tema, con portada y fuentes de
donde sacaron su trabajo, si lo sacaron de internet la información, sean honestos y pónganlo como
fuente, éxito.

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