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Universidad Central De Venezuela

Facultad de Medicina
Escuela de Salud Pública
Licenciatura en Fisioterapia

Estudiante: Karla Escorche

Efectos fisiológicos del ejercicio aeróbico

En las actividades de resistencia aeróbica que implican a grandes grupos musculares, la


presión arterial sistólica aumenta en proporción directa a la intensidad del ejercicio, desde
las cifras de reposo, se pueden alcanzar hasta 200 mml lg o más, durante el ejercicio.

El aumento de la presión arterial sistólica es el resultado del incremento del gasto


cardíaco que se produce con el ejercicio, este contribuye a que la sangre fluya más
rápidamente a través de los vasos sanguíneos.

Además, la presión arterial determina cuánto líquido abandona los capilares entrando en
los tejidos para proporcionar los nutrientes necesarios. Por tanto, una presión arterial
sistólica aumentada facilita el proceso de distribución.

Hablando del gasto cardíaco este, aumenta durante el ejercicio, como se dice
anteriormente, ya que los mecanismos reguladores inducen cambios tanto en la
frecuencia cardíaca como en el volumen sistólico.

Cuanto mayor sea la intensidad del ejercicio dinámico, más elevado será el gasto cardíaco.
Sin embargo, el aumento del gasto cardíaco no es proporcional al aumento de la
intensidad del ejercicio, Sólo hasta una intensidad de alrededor del 70% del ejercicio
máximo, el gasto cardíaco presenta una relación lineal con la intensidad del ejercicio.

A intensidades superiores, no obstante, los aumentos del gasto cardíaco se ven limitados
a la capacidad del individuo de aumentar el volumen sistólico, y, en la mayoría de los
casos, dependerán únicamente del aumento de la frecuencia cardíaca. De manera que, a
intensidades de ejercicio muy elevadas, el gasto cardíaco tiende a estabilizarse.

Durante el ejercicio se produce en líneas generales una activación de las vías nerviosas
simpáticas a la vez que se inhibe el control parasimpático. Estas modificaciones de control
con respecto a la situación de reposo se deben a una serie de señales que recibe el centro
vasomotor procedentes de diversos lugares del organismo y que se desencadenan cuando
se inicia el ejercicio.

Se ha observado que el entrenamiento de resistencia aeróbica se asocia con una mejora


de la función dilatadora del endotelio

En la adaptación periférica, se ha observado que el entrenamiento de resistencia aeróbica


se asocia con una mejora de la función dilatadora del endotelio y esta adaptación es casi
máxima después de un período corto (cinco semanas) de entrenamiento.

Probablemente, la principal adaptación del sistema vascular periférico es la angiogénesis,


es decir, la formación de nuevos capilares en el tejido muscular que suponen un aumento
de la densidad capilar y el aumento del diámetro de las arterias de conducción en los
grupos musculares adaptados.

También se ha descrito este fenómeno de capilarización en el miocardio, junto con un


aumento del calibre de las arterias coronarias, lo cual posiblemente se debe a la necesidad
fisiológica de mantener acorde la vascularización a la masa miocárdica.

también se hace evidente un aumento en la vascularización pulmonar y una redistribución


homogénea que llega incluso a campos pulmonares superiores. Diversas razones apoyan
la hipótesis de que estas adaptaciones son debidas al mayor flujo sanguíneo circulante
durante el ejercicio.

Hablando de los mecanismos relacionados con las respuestas en el volumen plasmático,


se ha establecido que el ejercicio de larga duración y el entrenamiento diario originan
como adaptación una expansión fisiológica del volumen sanguíneo, principalmente del
volumen plasmático de hasta un 25%.

Esta expansión del volumen plasmático inducida por el ejercicio es una adaptación precoz
que ocurre a los pocos días de iniciar un entrenamiento regular.

Este incremento del volumen plasmático disminuye la viscosidad de la sangre y mejora la


hemodinámica cardiovascular, además de contribuir a facilitar la oxigenación periférica
muscular.

Si este aumento del volumen plasmático cursa conjuntamente con ausencia de


incremento de la masa globular total, tendrá como consecuencia una hemodilución.

Hablando un poco del pH en el ejercicio, Se ha propuesto que los cambios en el pH


puedan regular el tono vascular, de manera que una reducción del pH pudiera disminuir la
concentración intracelular de Ca +, provocando una relajación de las células musculares
lisas.

En humanos, el pH intersticial es de ~ 7,4 en reposo, disminuyendo durante el ejercicio en


función de la intensidad desarrollada (alcanzados niveles de 7,0 después del ejercicio).

Sin embargo, no parece haber relación directa entre el pH y la hiperemia en ejercicio, Por
consiguiente, puede que los cambios en el pH puedan modificar otros mecanismos
vasodilatadores, pero no determinan el flujo de sangre al músculo esquelético durante el
ejercicio.

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