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“El Príncipe de Maquiavelo podría ser estudiado como una ejemplificación histórica del
"mito" de Sorel, es decir, de una ideología política que no se presenta como una fría utopía,
ni como una argumentación doctrinaria, sino como la creación de una fantasía concreta que
actúa sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad
colectiva. El carácter utópico de El Príncipe reside en el hecho de que un Príncipe tal no
existía en la realidad histórica…”
La obra de Maquiavelo tiende a ser o verse como una autorreflexión del pueblo, que es sin
embargo un pueblo que comparte la postura del autor y del que él mismo se siente parte.
“El moderno príncipe, el mito-príncipe, no puede ser una persona real, un individuo
concreto; sólo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en el cual
comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la
acción. Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo histórico y es el partido político:”
Ese “moderno príncipe” serà eficaz en tanto su tarea sea restauradora o ordenadora de una
voluntad colectiva ya existente, pero no podrà crear y encauzar una voluntad colectiva
desde cero tal como lo hace en la obra de Maquiavelo.
Maquiavelismo y anti-maquiavelismo.
La ciencia de la polìtica.