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antologia de mitos

Tabatha Angelina Gonzalez Gutierrez


Escuela: Esc. Sec. Eligio N. Granados
Maestro: Elmer Lopez Lopez

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Introduccion

Los mitos son creencias muy comunes en la gente, estás


se suelen pasar de generación en generación y son muy
importantes en la cultura de un país o continente.

En esta antología hay diferentes mitos de México aunque


hay algunos que también son de otras partes de América
Latina.

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Indice

El conejo de la Luna..............................................................4

El Charro negro......................................................................8

El Dios
Quetzacóatl..........................................................................12

El Chupacabras....................................................................14

La Diosa de la Luna Ixchel..................................................15

Conclusión...........................................................................16

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El conejo de la Luna

El conejo de la luna es una leyenda náhuatl que narra la


historia de Quetzalcoatl, una de las deidades más
importantes para todas las culturas originarias de México
y de cómo un paseo por el mundo se convirtió en un
momento que atesoró la humildad de un pequeño ser para
siempre.

La leyenda del conejo en la luna era contada por los más


antiguos de los aztecas, aquellos que aún eran muy
jóvenes cuando su gente llegó del mítico Aztlán.

El conejo de la luna, leyenda náhuatl

Un día, el gran dios Quetzalcóatl decidió visitar la tierra,


pues quería observar de cerca el mundo que con tanto
amor ayudó a crear. Al bajar de los cielos, adoptó la forma
de un hombre común y así pasar invisible ante los ojos de
otros hombres.

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El dios y sus hermanos eran venerados en todos los
rincones del Anáhuac, nombre con el que se le conocía al
territorio que hoy es México. Quetzalcóatl encontró a un
pueblo feliz y próspero, lo que alegró su corazón.

Después de visitar varios poblados a pie, se maravilló con


la belleza de la naturaleza. Camino a través de verdes
campos, escaló las montañas, nadó en los más tranquilos
lagos y corrió a través de los furiosos desiertos.

La emoción de examinar y bendecir cada árbol, cada


campo y cada bestia hizo que Quetzalcóatl se olvidara de
comer y descansar por varios días. La noche llegó al gran
valle en el que se encontraba, así que se sentó a admirar
el paisaje.

A su lado se fue a sentar un pequeño conejo gris que


había salido a cenar. El pequeño ser movía sus bigotes
entre la maleza y sus enormes ojos reflejaban el cielo
estrellado y una gran luna plateada. Quetzalcóatl le
preguntó:

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– ¿Qué estás comiendo?

– Un poco de zacate, también hay para ti; si quieres.

– Gracias, pero yo no como zacate. – Le dijo el dios


convertido en hombre.

El estómago del dios sonaba como los truenos que caen


del cielo y el conejito le preguntó:

– Entonces ¿Qué vas a hacer? Aquí tengo una zanahoria


que podemos compartir.

– Te agradezco, pero yo no podría quitarle su comida a


ningún ser. Creo que tal vez muera de hambre, cansancio
y sed.

Quetzalcóatl sabía que su cuerpo mortal podría perecer,

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pero su espíritu continuaría vivo y retomaría su verdadera
forma, la serpiente emplumada. Entonces, el conejo le dijo:

Mira, yo solo soy un pequeño conejo y tú eres un joven


viajero; cómeme, recupera tus fuerzas y continúa tu
historia. Aquí estoy.

Sus palabras tocaron el corazón del dios. Tomó al conejito


entre sus brazos y le regaló un viaje por los cielos para
observar de cerca las estrellas que observaba con tanto
amor. Al final, lo acercó tanto a la luna que pudo ver su
reflejo en ella.

Su sorpresa fue muy grande al darse cuenta que al llegar a


la tierra, su reflejo se quedó plasmado en la luna que tanto
amaba.

Puede que solo seas un pequeño conejo, pero ahora todos


te recordarán para siempre por tu bondad

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El Charro negro

El Charro provenía de una familia humilde. Sus padres,


aunque lo amaban, nunca pudieron cumplirle sus
caprichos. Al Charro siempre le gustó ir bien vestido, a
veces incluso, no comía durante días para ahorrarse unos
pesos y con lo juntado, poder completar para un buen
sombrero.

Sin embargo, estaba cansado de su inagotable pobreza.


Por más que trabajaba, el dinero nunca le alcanzaba y
tenía que andar todo el día con las manos llenas de tierra.

Tiempo después, murieron sus padres. Al quedar solo, la


miseria del Charro aumentó considerablemente por lo que
tomó una decisión que cambiaría su vida: invocar al diablo
para pedirle riqueza.

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No se sabe cómo lo consiguió, pero finalmente, Lucifer se
apareció. Aquella entidad supo leer los ojos y el espíritu
del hombre que lo había llamado, así que de inmediato le
ofreció cantidades de dinero que ni siquiera en dos vidas
podría gastar. Lo único que pedía a cambio, era su alma.

El Charro, en ese entonces era altivo y valiente así que la


Estrella de la Mañana no había logrado asustarlo y aceptó.

Pasó el tiempo y poco a poco la juventud del Charro


comenzó a despedirse. De repente, se dio cuenta de que
estaba cansado de gastar sus riquezas en mujeres,
apuestas, vino y costosos trajes. A la par, la sensación de
soledad le oprimía el pecho y apenas lo dejaba respirar.
Nadie lo quería por lo que era sino por las riquezas que
poseía.

El Charro ya se había olvidado de aquel trato que lo


maldijo. Por eso, cuando se le apareció el diablo para
recordarle que la hora del cobro estaba cerca, se asustó
como nunca.

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El terror invadió a nuestro protagonista hasta el último
rincón de sus entrañas. Recordó su deuda y, por cobardía,
comenzó a ocultarse. Mandó al personal de su hacienda a
poner cruces por toda su propiedad y a construir una
pequeña capilla.

No obstante, el recuerdo de la deuda pendiente no lo


dejaba dormir ni disfrutar de los pocos meses que le
quedaban de vida. Así que, en un arranque de miedo tomó
a su mejor caballo junto con una bolsa que contenía unas
cuantas monedas de oro que no se había gastado.
Emprendió el viaje durante la noche, para que nadie lo
viera huir.

Sin embargo, el diablo se dio cuenta de que el Charro


faltaría a su palabra así que volvió a aparecer frente al
jinete y su caballo pero esta vez, con el fin de llevárselo.

—Iba a esperar a que murieras para cobrar la deuda que


tienes conmigo, pero, como te ocultas cobardemente, te

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llevaré ahora —dijo el diablo.

El Charro no tuvo tiempo de responder. Cuando se dio


cuenta, su caballo, encabritado, trató de patear al demonio
pero era tarde, los brazos de su amo habían comenzado a
secarse y su carne a desaparecer. Solo le quedaba el ajuar
de Charro encima de los huesos blanquecinos. El diablo
volvió a hablar:

—Veo que tu bestia te es fiel, por eso ha de ser maldita


igual que tú y condenada a acompañarte a tu viaje hacia el
infierno. Aunque, de vez en cuando, quiero que hagas algo
por mí, cobrarle a mis deudores. Si haces bien tu trabajo,
dejaré que el hombre que acepte esa bolsa con monedas
de oro que traes, tome tu lugar.

Desde entonces, aquel hombre fue condenado a sufrir


incontables tormentos en el infierno y a salir de ahí solo

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para cobrar a quienes tienen deudas pendientes con
Lucifer. Esto con la esperanza de que una noche, algún
viajero, traicionado por su avaricia, tomé su lugar. Solo así,
el Charro Negro y su caballo podrán descansar en paz.

El Dios Quetzalcoatl

La leyenda de Quetzalcóatl se remonta a la civilización


tolteca, una de las más antiguas culturas
mesoamericanas. Este dios fue representado en una
piedra tallada con la figura de una serpiente y un hombre a
sus pies y era descrito como un hombre de tez clara,
barba, cabellos rubios, con un dominio de diversas
prácticas como la agricultura, la orfebrería, la navegación
y la astronomía.

Denominado “Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl", este


hombre llegó al pueblo tolteca para compartir su
conocimiento con los habitantes de Tollan, la ciudad más
importante de esta civilización.

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Así, Quetzalcóatl se ganó el respeto entre los toltecas,
quienes lo llamaron “Serpiente Emplumada”, haciendo
referencia al dios de la naturaleza y la vegetación,
convirtiéndose en una especie de gobernante y semidios
para esta cultura.

Sin embargo, durante su periodo de apogeo Quetzalcóatl


fue engañado por tres dioses: Tezcatlipoca,
Huitzilopochtil y Xipe Tótec, quienes anhelaban la caída de
este. Por ello, hicieron que Quetzalcóatl se embriagara
con pulque y más tarde tuviera relaciones sexuales con su
hermana.

Avergonzado por su falta, Quetzalcóatl decidió


embarcarse hacia el mar y desaparecer para siempre, no
sin antes prometer que regresaría algún día. Este mito se
extendió entre las culturas mesoamericanas,
convirtiéndose en el dios más poderoso de estas.

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El chupacabras

Los primeros reportes de ataques ocurrieron en marzo de


1995 en Puerto Rico, cuando ocho ovejas domésticas
fueron encontradas muertas, cada una con tres heridas
punzantes en el área del pecho, por las que
aparentemente había sido succionada toda la sangre del
cuerpo. Algunos meses después, una testigo presencial
declaró haber visto a la criatura en el pueblo
puertorriqueño de Canóvanas, afirmando también que
alrededor de 150 animales domésticos habían sido
encontrados muertos. Poco después de los reportes de
Puerto Rico, empezaron a surgir reportes de muertes de
animales en circunstancias supuestamente similares
provenientes de otros países, como República Dominicana,
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, El Salvador,
Nicaragua, Panamá, Perú, Brasil, Estados Unidos, Ecuador
y México.

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La Diosa de la Luna Ixchel

La Leyenda de porqué es considerada la diosa de la luna


comienza cuando esta se enamoró de Itzamná el dios del
sol, de estos nació un gran amor hasta que un dia se
presento un príncipe de otro imperio y este se enamoró de
Ixchel, la hermana de Ixchel, Ixtab sin saber del amor entre
Ixchel e Itzamna, para solucionar el problema propuso que
se enfrentarán en una pelea a muerte y el sobreviviente se
quedará con el amor de Ixchel.

Los hombres comenzaron la lucha y justo cuando Itzamná


iba a vencer al príncipe, este lo hirió haciendo trampa y
murió. Al ver esto Ixchel se quitó la vida. El alma de
Itzamná fue elevada al cielo y pasó a ser el Dios del Sol y
este se casó en el cielo con Ixchel, lo que hizo que Ixchel
se convirtiera en diosa de la Luna; Itzamná también hizo
brillar la noche con las estrellas y desde entonces son
más brillantes. La leyenda también cuenta que las
doncellas que mueren a una temprana edad, suben a los
cielos para brillar por la eternidad.

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Se dice que, en cada fuego nuevo, la diosa Ixchel renace y
permite que las doncellas (las estrellas) se enamoren y
del fruto de ese amor dan a luz un hijo. Es por eso que
Ixchel es considerada también la diosa del parto y la
fertilidad.

Conclusion

Los mitos son demasiado importantes para una cultura,


hay algunos que tratan sobre deidades y hay algunos que
son de terror aunque estos son usualmente usados como
relatos de terror

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