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CUERPOS EN·

. MOVIMIENTO.
ANTROPOLOGÍA DE Y
DESDE LAS DANZAS

¡ !
168 Silvia Citro y Adriana Cerletti

necesitemos de un medio estétic9. que nos permita suscitar una experiencia


de communi�as compartida. Probablemente por esta razón, el nmi y los bailes
paisanos"haii'permanecido vivos en la memoria de los tobas y mocovíes, y hoy
han retornad.o a sus rituales. Respecto de este punto, quisiéramos llamar la
atención sobre·:el hecho de que en la actualidad las danzas colectivas circul ares
son ejecutadas no·sólo entre grupos étnicos tradicionales, sino que en los últi­
mos años una práctica multicultural denominada "danzas circulares" también "Cuando las danzas construyen la nación"
ha comenzado a difundirse entre performers de grupos urbanos. 28 En Buenos
Aires, estas danzas comenzaron a practicarse a fines de los 90, mayormente · Los repertorios de danzas folclóricas en Argentina,
entre la clase '.media y en sectores vinculados a las prácticas alternativas del Bolivia y Perú
movimiento ntfw age, y combinan coreografias provenientes de diversas cultu­
ras, especialmente del folclore griego, hebreo, hindú, celta, musulmán e inclu­ Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer
so de diferentes d anzas circulares folclóricas europeas, aunque no de nuestro
país. Más allá de los procesos d!,3 exoti1ación y fetichización que muchas veces
se ven involucrados en estas Jpropiaciones selectivas, cabe destacar que el
propósito d� estos performersJll"ban?s es propiciar, a través de la danza circu­ Introducción
lar, experiertcia'Ei0de.communitasy estados "espirituales" o "sagrados".
En este trabajo nos proponemos reflexionar sobre la conformación Y la
1:­
Quizá algún día, cuando en nuestro país las expresiones aborígenes sean
un c po en perm e e
mejor conocidas y revalorizadas, el nmi o el manik sean reconocidos como par­ gitimación de repertorios en danzas folclóricas como am
.� �
·, en dos moment os h 1s onco­
te de aquello que la UNEsco hoy denomina "patrimonio cultural intangible",24 o tension Y redefinición• poniendo especial énfasis
las
incluso tal vez se an incorpor�das a algún exótico "repertorio" posmoderno. Si culturales. El primero comprende las décad�s .de l940 Y 1950 • durante
ios hegemoru cos d danzas en e l marco de
eso ocurriera, seguramente será porque nuestro imaginario identitario como cuales se constituyeron los repertor : .
y políticos de relevanc 1 , que te ron or
nación habrá cambiado, y los argentinos nos consideraremos no sólo descen­ procesos económicos, sociales _ � � ¿
lidad pretend idament e umvoco s en a gen a,
dientes "de los barcos" sino también "de esta tierra". delinear modelos de naciona .
, perdurab le impacto en el sentido común y en la percepció n
p Bolivia de
s de estos países. El segundo moment o correspo nde a al � as
d:�:Ciudad�o
os Ai�es
Agradecimientos reapropiaciones actuales que hemos relevado en las ciudades d��ue�
Rosario en el marco de una creciente crisis respecto de los mo e os e �cio­
Quisiéramos expresar nuestro profundo agradecimiento a los colaborado­ �alidad �tes referidos, la cual se expresa por diversos procesos �� etnic �da�
ma or ª enc1on c1a e
res tobas y mocovíes, y a la profesora Irma Ruiz, quien guió esta investigación cambios en las políticas culturales que prestan una � , � �
es histonca s sunudos en
durante varios años de trabajo conjunto en sus proyectos UBACYT de la Uni:ver­ �econocimiento de las diversas identidades o alteridad
. sidad de Buenos Aires. • los modernos Estados americanos (Segato, 2007).
En Sudamérica, a mediados del siglo XX la disciplina del folclor� �plio
.,
SUS
alcances: se organizaron diversas reunione s científic as Y se crearo � mstitu �� de
investigación y educativ os dedicado s, entre otros bie e
� � � , estudio de � �icas
u
danzas Desdé su surgimie nto en el siglo XIX, esta dise1plin a se caracteri zo por
:ecopilar.y conserva r todo lo que se percibía a punto ?e desapare cer por � os cam
;
es decir todas aquellas práctica s que quedab an afuera
bios de la Moderni dad '
del progreso, a las que denonun · aron "superviv · s" ,1 y además estuvo fuerte-
· enc1a

23. Esta práctica comenzó en· Alemania en los 70 en el marco del trabajo .
del bailarían y co-
reógrafo Bernhard Wosien. Es practicada actualmente en Alemania, Estados
Unidos, Reino
Unido, España, México, Argentina, Colombia, Chile, Uruguay y Brasil,
entre otros países. ·· · res" de la antropo-
24. En un artículo 'h!ciente (Citro y Torres Agüero, e/p), analizamos la ausencia
y la invisibi­ 1. Basándose en el concepto acuñado por Ty1_ or,_ uno d7 1os "padres fundado
lización de estas expresiones en las políticas de salvaguardia del patrimon logía que formó parte de la corriente evoluciom sta (Fischma n, 2007).
io cultural intan­
gible impulsadas tanto por el gobierno nacional como por el gobierno provincia [ 169 J
l de Formosa.
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"Cuando las danzas construyen la nación"


171
170 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer

mente influenciada por el Romanticismo.2 Asimismo, dio fundamento tanto a la tas, intelectuales, instituciones) y, finalmente, las legitimaciones y exclusiones
conformación de los patrimonios nacionales, como a la caracterización del ideal operadas a través de la institucionalización de tales repertorio�.
.
de ciudadano que imaginaron los sectores dominantes de cada nación. Los mo­ · Como señala Silvia Citro (2009), entendemos que estas res1gnificaciones Y
delos de nacionalidad así constituidos pueden ser sintetizados en las siguientes recontextualizaciones forman parte del devenir de toda danza en tanto "género
metáforas: "la tradición gaucha y el anhelo de nación blanca y cosmopolita en performático", pues en ellos "es posible detectar ciertas. marcas que evidencian
la Argentina", ei'''Perú criollo y folclórico" y la "Bolivia mestiza y folclórica". Si conexiones con otros géneros y prácticas histórico-sociales, y es justamente en
como afirman varios autores, la danza es un elemento eficaz para dar cuerpo � las formas como los sujetos se apropian de estas marcas (descontextualizándolas
las ideologías nacionales a través de la creación de sujetos que las actúen y las y recontextualizándolas, combinándolas, resignificándolas, invisibilizándolas)
actualicen en su práctica, su representación y sentir emocional, la constitución donde pueden develarse parte de sus posicionamientos sociales más amplios Y
de los repertorips de "danzas folclóricas nacionales" respondió a necesidades también sus intentos por legitimarlos o modificarlos" (112).
tanto estéticas como políticas (y de gobemabilidad). En este sentido, durante Por ello, como veremos, los actuales bailarines de estos géneros dancísti­
las décadas mencionadas, se crean programas dedicados a la investigación, la cos negocian estos sentidos, seleccionando y promoviendo ciertos as:pectos del
preservación y la difusión de los patii�onios folclóricos nacionales, los cuales género y rechazando otros, según el legado de las influencias afro, indígenas,
tendrán un papel preponderan� en la ··construcción de los repertorios de las criollas y andinas, así como las nuevas corporalidades emergentes que dan
danzas folclóricas en cada país. Estos prbcesos llevan a retirar las danzas del cuenta de sµs actuales intereses y luchas identitarias.
flujo normal. 9e l�__ vida cotidianf!. para pasar a integrar, en modo reificado, la
dinámica específicá de la cultura IiaciÓnal que crean las instituciones de preser­
vación y difusión cultural. Danzas argentinas y el "drama de la nación"
Para este mismo período, presentamos además una reseña crítica de los al­
cances de la labor de folclorólagos de estos países a mediados del siglo xx, quie­ La constitución de un repertorio de "danzas argentinas" respondió a ne­
nes se nutrieron tanto de las teorías evolucionistas como de la Escuela Histórico­ cesidades tanto estéticas como de gobernabilidad que fueron promovidas por
Cultural alemana. Especialmente, la obra de Carlos Vega en la Argentina tuvo diversas políticas culturales implementadas entre principios y me�ados del
una fuerte impronta cuya influencia se extendió a Perú y Bolivia. Este autor xx, que tuvieron como escenario un capitulo inaugural del drama de la Nación
criticado por Romero en Pení y retomado por Fortún en Bolivia, fue un seguí� Argentina, caracterizado por la masiva inmigración europea y las migiacione�
dor de las ideas en boga y un convencido de que los sectores indígenas y negros internas hacia la capital, Buenos Aires.3 Carlos Vega (2010b), cuya obra marco
del c �n�ente tuvieron un rol periférico en la constitución de los repertorios, el rumbo de las danzas folclóricas, alude a este drama señalando que "hubo
convutiéndose el estudio sobre los orígenes y las difusiones de las danzas en un un cambio más o menos inofensivo hasta 1850; pero la enorme agresión de
corolario· de exclusiones, incorporaciones y adaptaciones definidos en última ins­ hombres e ideas que padece el país después, hasta 1914, conmueve las bases
tancia sobre la base de los intereses políticos, econó:ihicos y culturales de clase espirituales mismas de la nacionalidad y enciende la heroica reacción tr��cio­
.
hegemónicos. nalista que se le opuso desde entonces" (21). Los inmigrantes eran per':1b� dos
. En suma, para dar cuenta de las políticas culturales que funcionaron cómo como una amenaza por los tradicionalistas quienes, como parte del movuruen­
4

aglutinadoras, por un lado, de los intereses de los grupos dominantes que defi­ to nacionalista, 6 expresaron activamente los intereses de la elite terrateniente
nieron los contenidos de lo nacional durante las décadas analizadas y, por otro
lado, de las distintas apropiaciones actuales en Rosario y Buenos Aires, procu­
ramos describir y analizar el contexto político-económico de la construcción de en 1895 la p1:°porci�n de extranje­
8. Así, según datos censales reseñados por varios autores,
los repertorios, el papel de los distintos sectores y actores involucrados (artis- ón total del país; en 1914 el total se habm duplicado, en tanto
ros era del 84% sobre la poblaci
y en Buenos Aires, escenario principal
que la proporción extranjera había aumentado al 48%
adultos no había nacido en este territo rio (Blache, 1991: 70).
del drama, tres de cada cuatro
osos ciudadanos de la Nación [ ... ]
2. "Quienes se hallaban dentro de las tendencias del romanti�ismo afirmaban la positividad 4. Vega (2010b) define a los tradicionalistas como "fervor
, todas las tradici ones argentinas, aunque jamás las h�­
de la estética de las manifestaciones folclóricas por su inspiración genuina en lo telúrico, sienten como suyas, vivas y activas
ayan vis� y sentido en_ su m.::dio
resultado de la ancestral relación del campesino con su tierra[ ... ] Para las posturas románti­ yan animado sus propios antepasados, aunque nunca las ?
eros, y hasta extran Jeros arrru�a�os ellos nusmos .' �u
cas, �a p�cularidad de los diseños decorativos, las materias primas locales empleadas y la original, aunque sean hijos de extranj 1ento de las tradic10·
el conocim
funcionalidad acon!� a las necesidades de la actividad de quienes se desenvuelven en contac­ función es "logar la integración espiritual del ciudadano por
to directo con la naturaleza, intervendrían en la conformación de una estética distintiva del nes nacionales" (12-19).
o por una actitud de reacción Y
folclore por su arraigo a la tierra -autoctonía- y por ser representativa de un estilo de vida 5. El movimiento nacionalista fue heteróclito y estuvo definid
o frente a los pueblo s indigenas que consideraron
social rural en r �tirada" (Dupey, 2007: 10). rechazo frente a los extranjeros, el silenci
172 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 173

y gobernante· que veía con desconfianza el rápido ascenso social y económico Compañía de Bailes Criollos, integrada por músicos, cantantes, bailarines y za­
que much9s de . estos extranjeros empezaban a tener. Así, por un lado, se fo­ pateadores del monte santiagueño. Realizó presentaciones entre 1911 y 1935 en
mentaba la inmigración y por otro, se renegaba de la multitud de identidades varias ciudades argentinas y en Montevideo (Uruguay) y en 1921 triunfó final­
y la creciente movilidad social de los recién llegados. En el contexto de esta mente en Buenos Aires. Este hecho constituye un hito fundamental en diversos
actitud ambigua, se evocó al gaucho como arquetipo nacional y su expresión volúmenes que historizan la constitución de los repertorios de las danzas argen­
a través de la lit�ratura popular de signo criollista proporcionó "símbolos de tinas, en tanto representación de la causa tradicionalista y de las "verdaderas"
identificación" a los pobladores de la nueva nación.º Entre las obras literarias danzas folclóricas (Vega, 2010b; Fernández Latour de Botas, 2008; Ruiz, 1998).
que tuvieron amplia aceptación entre el público, se destacan los personajes Durante la década de 1940 se toma visible en las ciudades otro sujeto, de­
de Martín Fierro (publicado por José Hemández entre 1972 y 1979) y Juan nominado despectivamente como "cabecita negra", el protagonista de la "Ter­
Moreira (public¡ido por Ricardo Gutiérrez entre 1878 y 1880). Ricardo Ka.li­ cera fundación de Buenos Aires", es decfr, del proceso de migraciones desde las
man (2008) critica el uso ideológico que hizo la oligarquía de comienzos del llamadas "provincias pobres" hacia la absorbente capital. 7 Esta nueva realidad
siglo XX de la figura del gaucho como ícono de la tradición argentina y señala demográfica, cultural y política fue encauzada por la gestión estatal del justi­
que Martín Fierro es "un gaucho a lá� medida" de sus intereses, ya que con cialismo durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1945-
la entronización de este personaje que<Íf excluido el indio, al que decl araron 1955), a través de diversas acciones que condujeron a la promoción y la difusión
"extinto" luego del genocidio consumado ·por el Estado de fines del siglo XIX, y del folclore,,en tanto la definición de "cultura nacional" entroncaba la búsqueda
subordinado·eliw!iigrante. h . ;. de ribetes nacionales propios, autoafirmativos y contrapuestos a las anteriores
En pos de la tradición, se celebró e imitó al "gaucho de las pampas" (su modo tendencias cosmopolitas en el arte. Así, se promocionaron y financiaron inves­
de vestir y de recitar y cantar) y su modo de vida (tomar mate, andar a ca­ tigaciones folclóricas, se incluyó el folclore dentro de la enseñanza escolar, se
ballo, cocinar sus comidas típicas, etc.) tanto en las ciudades, entre decorados crearon comisiones nacionales para tales fines y a fines de 1949 se promulgó
de escenas rurales en los teatros o centros criollos, como en otras regiones del el decreto 33.711 que obligaba a difundir en lugares públicos y en la 1·adio una
recién consolidado territorio nacional, eclipsando y excluyendo cualquier otro proporción igualitaria de música nacional y extranjera, hecho que repercutió
personaje que podría ser típico o representativo de estas regiones. Como parte en la proliferación de conjuntos de raíz folclórica y que anticipó el de11.ominado
de este proceso, Juan Moreira fue puesto en escena por la compañía de circo de boom del folclore de los años 60 (Gravano, 1985: 90-94). Respecto de las danzas,
los Hermanos Podestá -a partir de 1884 y pudo difundirse aun entre quienes no Perón dedicó una nota a la edición de 1952 de Las danzas populares argentinas
tenían acceso a la literatura. Asimismo, el circo criollo se constituyó como vector de Vega, en la cual expresaba la voluntad política de "conservación por tradi­
de propagación de algunas danzas que formaban parte de la representación del ción de nuestra cultura popular" como constitutiva de la cultura nacional, la
drama y el resultado fue la "tradicionalización" de las mimas. El pericón es el cual debía ser transmitida y engrandecida por la gestión estatal en todas las
caso paradigmático de este proceso pues, como conse�uencia de la gran difusión instituciones de la sociedad, desde la universidad hasta la familia.
que le otorgó el circo, llegó a ser reconocido como "danza nacional". De este modo, entre las décadas de 1940 y 1950 se organizaron analítica­
Andrés Chazarreta, músico tradicionalista y empresario santiagueño, tam­ mente y se institucionalizaron las danzas folclóricas argentinas. Si bien estas
. bién contribuyó a crear "símbolos de identificación" a través de la creación de la acciones formaron parte de un mismo proceso general, con el primer término
t nos referimos a las investigaciones, en especial a través de las tareas de recopi-

extintos y una actitud romántica frente al gaucho, figura que era exaltada precisamente .por­
que su modo de vida y su carácter de sujeto social se encontraba desapareciendo (Prieto, 1988;
7. Hugo Ratier (1971) ha realizado reflexiones antropológicas sobre la emergencia de este
Blache, 1991). Blache nombra entre los principales nacionalistas a Honorio Pueyrredón, Luis
actor social en la escena urbana, a través de un análisis muy acertado que pone el acento en
V. López, Lucio V. Mansilla, Miguel Cané y José M. Ramos Mejía, quienes además ocuparon
la configuración del racismo en la Argentina y "contrasta con la pretensión constitucional" de
posiciones de poder econ�mico y político durante las primeras décadas del siglo xx (72).
que éste "no es un país racista" (Guber, 2002: 360). Gravano (1985) enfatiza caracteres cultu­
6. El "discurso criollista" era percibido diferencialmente según de qué sector de la población rales del "cabecita negra" al observar que éste era el joven que llegaba a la gran ciudad para
se tratase: mientras que para: los grupos de la elite dirigente significó "el modo de afirmación abastecer el apetito de mano de óbra industrial y que "junto a su juventud como asalariado
de su propia legitinúdad y el modo de rechazo de la presencia inquietante del extranjero"; trajo su herencia ancestral como hijo de la vieja América campesina" (94). Según este autor,
para los sectores populares, en su mayoría migrantes internos, "desplazados de sus lugares los contingentes de "cabecitas negras" aumentaron nueva y drásticamente la concentración
de origen e instalmJqs en las ciudades [ ...] pudo ser una expresión de nostalgia" en el nuevo poblacional en los centros urbanos, principalmente en Buenos Aires y su conurbano, "donde
e impuesto escenario urbano; en tanto, que para los extranjeros la adopción del discurso y su población llegó a sobrepasar el 50% del total del país, con las consabidas consecuencias
el modo criollista pudo significar una vía para su progresiva integración y asimilación, como transformadoras en lo que hace a costumbres, hábitos y por consiguiente a las expresiones
ciudadanos arg�ntinos" (Prieto, 1988: 13). musicales" (87) y de las danzas, agregaríamos nosotros.
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174
Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 175
. .
!ación y cqnservación que realizaron estudiosos del folclore, mientr
\

as que con peruano y boliviano, que los indios y los negros "vitalizan �l ambiente ameri­
el segundo, a las tareas de enseñanza de estas danzas en los estable
cimientos cano con imponderable inyección de temperamento, de aptitudes, de maneras
oportunament� creados para tales fines y a su representación a
través de los de hacer" pero "no de formas" (Vega, 1977: 10). Así al analizar la procedencia
espectáculos de_ compañías consagradas.
Los estudios folclóricos argentinos fueron llevados adelante por investi del carnavalito, danza colectiva que aún se baila en el Noroeste argentino, el
, ga­ autor jerarquiza los rasgos provenientes de las contradanzas europeas y de los
dores pertenecientes al "folclore como ciencia", cuyos principales
referentes sectores medios y altos, por sobre los aportados por las poblaciones indígenas,
fueron: Carlos Vega, Juan Alfonso Carrizo, Augusto Cortazar, Félix Colucci
oe cuando afirma que "gérmenes de la ronda indígena primitiva se enriquecieron
Isabel Aretz. Con los documentos, obtenidos por estos investigadores
en distin­ durante el siglo pasado con figuras de -la contradanza, de la cuadrilla, y en Ju­
tas campañas,,se iniciaron archivos textuales con descripciones de costum
bres juy del pericón[ ...] el carnavalito es una contradanza suburbana del Al.to � erú
y fiestas, sonor�s, fotográficos y colecciones de artesanías e instrumentos
musi­ y del Noroeste argentino, una de las muchas contradanzas que en el ambiente
cales, que, junto a bibliografia especializada y a otros documentos relevan
tes, folclórico de América prolonga los laberintos de la célebre progenitora anglo
constituyeron los principales bienes del Instituto Nacional de Musicología
y del francesa. Esta vez y aquí con música aborigen" (10-15).
Instituto Nacional de la Tradición, las·dos instituciones nacionales
más impor­ En esta misma línea, desestimó los elementos aborígenes que pudo obser­
tantes que condujeron las investjgaciones en este campo de estudio.ª Vega

l
inau­ var al registrar esta danza en los ámbitos serranos y los caracterizó como "su­
guró las investigaciones coreológicas y efulomusicológicas en la Argenti
na y su pervivencias" o "arcaísmos", tal es el caso del uso de tallos de maíz, que la
influencia se..exte_ndió a otros Pl:J.Íses latinoamericanos. Utilizó abundantes
da­ rueda gire en tomo de pequeños objetos que simbolizan el ganado o la extensa
tos proveniente·s de·fuentes histórica� primarias y de la recopilación de
músicas duración de la danza (Vega, 1977: 8). Este ejemplo sirve, además, para ilustrar
y danzas obtenidas en sus diversas campañas. Respecto de las danzas,
1 1 su prin­ las críticas que han realizado en la Argentina Blache (1983, 1991), Ruiz (1998)
cipal preocupación teórica se _centi·ó en el estudio de sus orígenes,
su difusión, y Reynoso (2006b) sobre las principales tesis de Vega, a las que consideraron
las formas y las vitalizaciones, en tanto adhería a los postulados difusio
nistas plagadas de prejuicios etnocentristas y racistas, en especial su hipótesis de

.1
¡
· 1
de la Escuela Histórico-Cultural alemana y tomó como principal referen
cia la que las danzas de los salones "bajaron" a los sectores populares Y el rol se­
obra de Curt Sache ([1944] 1980), Al estudiar el "origen de las danzas
folclóri­ cundario atribuido a estos sectores que , según Vega, sólo podrían, imitar Y
cas argentinas" ([1952] 1956, 1977), concluyó que éstas provienen de
los bailes conservar pero no tenían la capacidad de crear y trasformar sustanci�mente
cortesanos europeos, que llegaron a América en distintas épocas desde
España los bienes culturales.
y desde otros países europeos, especialmente desde Francia, para instala
1
rse en La institucionalización de las danzas folclóricas alcanza una primera con-
las ciudades virreinales. Lima, Río de Janeiro y Buenos Aires fueron
los prin­
1./ cipales focos donde se transformaron y desde donde se difundieron las creción en 1948 con la creación de la Escuela Nacional de Danzas Folclóricas
danzas Argentinas a cargo de Antonio Barceló. La relación entre folclore académico y
populares. Sustentó, además, que los bailes "descendieron" desde los
salones a la enseñanza de las danzas folclóricas en esta escuela se expresó en "las luchas
1 ¡ los sectores "inferiores" como corolario de que las clases rurales (o inferior
es) por definir el repertorio de danzas nacionales", en tanto la utilización de los
imitan a las urbanas (o superiores) (Vega, 1956; Ruiz, 1998); lo contrari
o no materiales producidos por Vega y sus discípulos no era lo más frecuente cuan­
. habría ocurrido; es decir, su marco teórico no le permitió constatar
·¡ que hayá ha­ do se fundó esta escuela sino que "cada profesor transmitía lo que había apren­
bido danzas que "ascendieran" desde alguna aldea o ámbito rural a los
1 salones dido en la práctica empírica" (Hirose, 2010: 191). Lo que nunca parece haberse
para alcanzar dispersión continental. Respecto de las influencias negras
o indí­ puesto en discusión es que estas danzas pudiesen guai·dar nna impronta rele­
genas que se observaban en las danzas incluidas en los repertorios nacion
1
1, ales, vante del pasado indígena prehispánico o del negro colonial, así como tampoco
señaló, a diferencia de lo planteado por otros autores que estudiaron
los casos se refutaron la� teorías que explicaron sus orígenes y su difusión, según el
modelo desarrollado por Vega. Además, en la definición de este repertorio, las
danzas provenientes de diversas provincias y regiones argentinas legitimaron
8. A instancias de Vega, en'1931 se creó en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Ber­ su "nacionalidad" en Buenos Aires para, de este modo, ser reconocidas como
nardino Rivadavia" el Gabinete de Musicología Indígena. En 1944 el Gabinete creado por "danzas argentinas" y proyectadas como patrimonio nacional, dando una vez
Vega se constituyó en el Instituto de Musicología Nativa (decreto del presidente Edelmiro más pruebas de la dinámica ce�tralizada y centralizante de producción de
Farrell 32.456/44). En 1948 se separó del museo con el nombre de Instituto de Musicología sujetos y bienes culturales nacionales y como permanente puesta en escena
(decre� del presidente Juan D. Perón 20.082/48). Creado en 1943 bajo la dirección de Juan
del drama nacional.
Alfonso Carrizo, Elµ, la actualidad lleva el nombre de Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoámericano. Entre los principales documentos guardados en esta institu­
Para completar esta genealogía sobre la institucionalización de las danzas,
ción se encuentra la Encuesta de Folclore realizada en 1921 y la biblioteca personal de Juan es útil recordar el caso de la "Compañía santiagueña de bailes criollos" diri­
Adolfo Carrizo. gida por Andrés Chazarreta, cuyos integrantes, al haber triunfado en Buenos
176 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 177

Aires, legitimaron su modo de bailar y se convirtieron en
profesores de danzas, tación e intercambio con otras disciplinas artísticas- que emergió durante la
en especi� p�r su técnica de zapateo. En el mismo sentido
, vamos a conside­ última década en la ciudad de Rosario. Este circuito se abrió, en un primer
rar las compañías dirigidas por Santiago Ayala, conocido
como "el Chúcaro",º momento como alternativa a los modos de hacer folclore y danzar institucio­
quien estuvo é�trechamente vinculado a las artes del espectá
culo, al entrete­ nalizados' en el profesorado de Danzas Nativas y Folclore (Instituto Superior
nimiento y a 1� industrias cinematográfica y televisiva,
en particular a las Provincial de Danza Isabel Taboga) y en los centros tradicionalistas de la ciu­
transmisiones d�l Festival Nacional de Folclore de Cosquín
. Esto determinó en dad (El Hornero, Martín Fierro, entre otros), pero sobre todo como instancia
gran medida, según critica Fernández Latour de Botas (2008),
las elecciones de 1·esistencia ante la crisis social, política y económica de 2001. Según nos
estéticas que definieron el estilo y la estética de sus espectá
culos, ya que los explicó Jakas en una entrevista:
lugares donde· se presentaban eran "clubes nocturnos, teatros
de revista don­
de lo suyo deb�a competir con los brillos, las plumas y la
frivolidad del show Se posicionan como espacios de combate y se resignifican constan­
internacional" (362); así, se incorporaron figuras acrobáticas temente en la búsqueda de nueuos sentidos de identidad y de libertad
en los malambos
y coreografias que se alejaban del ideal de danza tradicional en nuestra cultura como fruto de un proceso histórico que uiene desde la
legitimado en la
Escuela de Danzas y por los estudios.. folclóricos académicos. apertura democrática en nuestro pats, en un intento de reconstruir un
La pareja que
conformaron junto a la bailariná.Norma,Viola fue la de mayor tejido social da1i.ado por la dictadura militar, contra la implementa�ión
trascendencia y,
una vez consagrados en los escenarios nacionales y en el exterior de un modelo neoconseruador y neoliberalista de la década menemista,
, se constitu­
yeron en íconos de la danza argentbla, con una fuerte impronta luego"del descreimiento en la representatiuidad política del Estado Y sus
en baiÍarines instituciones tras la crisis del 2001, con el surgimiento de movimientos Y
de todo el país que los imitaron. Así que cuando finalmente se
creó el Ballet organizaciones sociales autogestiuas, desde los intersticios. (Entrevista,
Nacional en 1990, fueron sus directores indiscutidos.
mayo de 2011)
En síntesis, hemos identificado las décadas de 1940 y 1950 como
el período
en que se legitimó el repertorio de danzas folclóricas argenti
nas, en la con­ Este circuito expresó entonces acciones creativas frente al contexto de cri­
fluencia de tres procesos: los estudios sobre danzas del folclore
como ciencia, sis y, desde una perspectiva genealógica, podríamos vinc�arlo con o�s espa­
los profesorados de danzas nativas y folclóricas, y los diversos
ballets que las cios de resistencia política y cultural que en décadas antenores (especialmente
representaron y difundieron, que tuvieron como principal referen
cia a la pa­ durante la última dictadura militar, en experiencias en el país y el exiµo) gra­
reja de El Chúcaro y Norma Viola. Si bien cada uno de estos proceso
s tuvo su vitaron en tomo al folclore, desde una concepción "latinoamericanista" que se
propia dinámica, aquello que nos interesa destacar es que el
fin último de la oponía al "avance del imperialismo".
constitución de este repertorio era difundir las danzas nacion
gesto ª1:ID ales, quizá como
necesario para terminar de cumplir con, el mandato moderni
zador
Los posicionamientos políticos se expresaron, además, en el plano orga­
nizativo a través de la autogestión y la solidaridad, y en el plano estético,
y nacionalista en el cual se embarcó el Estado arg�ntíno a fines
del siglo XIX, por poner el acento en la "experiencia de encuentro con el otro que la d��a
en tanto promoción de modelos legítimos y públicos de los cuerpos
nacionales. enmarca", expresado en la creación de espacios de enseñanza y aprendizaJ�
A continuación, y como parte de un contexto nacional que viene
revisando su que buscan "descolonizar la transmisión de las danzas"ª (García, 2007). As1,
· historia a partir de la crisis de 2001, veremos cómo en la actuali
dad son cues­ desde este perspectiva, la "tradición" tiene mucho más que ver con los cuerpos
tionados tales repertorios en busc� de versiones más inclusivas.
y las expetjencias contemporáneos de los jóvenes en el contexto urbano, que
con la copia o la imitación fiel de cuerpos del pasado. Asimismo se buscaron
fervientemente "otras versiones" sobre los orígenes de las danzas folclóricas,
"Danzas tradicionales en cuerpos actuales"
que reconocieran la importancia de las poblaciones indígenas y negras del con-
tinente en su constitución.
La expresión de·nuestro título pertenece a Carolina Jakas10 y sintetiza una
Este circuito implica la circulación de músicos y bailarines a través de los
búsqueda estética co:qipartida por bailarines y músicos que forman parte de
principales centros urbanos del país, con especial conexión entre Córdoba, La
un circuito folclórico -constituido por talleres, peñas y espacios de experimen-
Plata, Buenos Aires y Rosario, y también con otros centros del folclore, como

9. Compañía de � Folclórico, el Ballet Folclórico Argentino y el Ballet Popular Argentino.


11 Ese intento por "descolonizar" respondió a que la "pedagogía utilizada para la transmi­
10. Jakas es bailarina, docente de danzas folclóricas y organizadorá de la peña La Machadera sión de las da,izas folclóricas era considerada como verdad absoluta", por lo tanto, "el cuerpo
en Rosario. Agradecemos a Carolina por haber compartido su experiencia y sus reflexiones individual de cada sujeto, era como el envase para traer una danza que se expresó de un modo
sobre el tema. en otro tiempo, en 1850, ¡en el 2005!" (entrevista Carolina Jakas, mayo de 2011).
1 179
178 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación"
,1,

La Banda, Santiago del Estero, CÓsquín y San Antonio de Arredondo, entre Salamancas, vinculados a un tiempo y espacio infernal y satanizado (ídem:
otros. La inay_oría de los participantes de este circuito son jóvenes, en general 284). Los bailarines y músicos suelen aludir a la Salamanca para explicar
de clase media, muchos de los cuales son universitarios o han pasado por la la excepcionalidad y el virtuosismo de algún intérprete; 12 Juan Saavedra,
universidad. En este sentido, Jakas relata que viajar a fines de los 90 al festejo también conocido como "el bailarín de los montes, nacido en la Salamanca",
conmemorativo,del "cumpleaños de la abuela Carabajal", en La Banda (San­ según la chacarera de Peteco Carabajal, acepta este apodo con condiciones.
tiago del Estero), fue una experiencia que le abrió el panorama de las danzas Como explicó durante una charla que dio en el marco de un seminario que
folclóricas, ya que por primera vez se encontró con "la cantidad de jóvenes que dictó en Rosario en 2011, la Salamanca no representa para él un lugar dia­
iban de La Plata, de Córd�ba, de todos lados y eran como yo, no se disfrazaban bólico ni maléfico, sino de resistencia de saberes y prácticas de las "culturas
de gaucho y de.paisana para bailar, ¿entendés? La danza cobraba otra dimen­ genuinas de toda Latinoamérica" que fueron perseguidas por la Iglesia Cató­
sión, no sé, popular, una dimensión viva, no era la academia ni el ballet, ni el lica desde la colonia y por los poderes que ella vehiculizó. Las prácticas y los
festival" (entrevista, mayo de 2011). saberes "salamanqueros" procederían de las culturas indígenas y africanas
Es usual entonces que bailarines jóvenes, como Carolina, viajen en busca sometidas, o en palabras de Saavedra, de "la cultura de todos esos pueblos
de experiencias que enriquezcan su dapza y que les abran otras posibilidades que han subsistido, no masivamente, pero sí han sido rescatadas por linajes
más allá de las documentadas\.en los libros de las décadas de 1940 y 1950, y clanes que hasta hoy han sido la base de la cultura liberadora y del futuro
Este circuito es muy dinámico y por él transitan, como dijimos, bailarines y latinoamericano y universal" (seminario de Rosario, 2011). Al ser interro­
músicos dé todo,.eJ_país, actti.ando .en peñas o enseñando en talleres y cen­ gado por las influencias de los ritmos afro en la chacarera, la zamba y otras
tros culturales. Asimismo, y como parte de este circuito, en Rosario tuvieron danzas, Juan Saavedra respondió que la misma "es total, es total... la base
Y tienen una gran influencia algunos bailarines santiagueños, en especial rítmica es una derivación de los ritmos africanos" y destacó una vez más el
Juan Saavedra y sus discípulos quienes han dictado clases de percusión de origen africano del bombo. 13 Los conceptos expresados por Saavedra tienen
bombo legüero, zapateo y diversas danzas del repertorio regional (chacare­ una amplia resonancia entre los bailarines rosarinos que, si bien empezaron
ra, zamba, remedio atamisqueño y escondido, entre las más bailadas). Lo a organizar peñas y talleres alrededor de 2001 como propuesta alternativa a
distintivo de estos seminarios no radica en las formas coreográficas, que no un sistema político en crisis y a un modo institucionalizado de bailar, al pre­
difieren demasiado con las enseñadas en las escuelas o academias, sino en sente aquello que fue un emergente ha ido ganando espacio y reconoc(miento
el modo de transmitir los sentidos que las danzas vehiculizan. En el caso en el nivel institucional, produciendo cambios al interior de las escuelas Y los
de la chacarera, la tran smisión se contextualiza con relatos como los de "la profesorados de danzas oficiales.
Telesita" o "la Salamanca". Como indica Carolina existen muchas versiones Así, los rasgos ''negros" e "indígenas", desestimados en los registros de los
sobre la Telesita, entre ellas la entrevistada prefi�re "creer como que era una folclorólogos de mediados del siglo xx y sobre cuyas versiones se institucionali­
mujer en estado puro de la relación con la naturaleza y eso la hacía ser má­ zaron las danzas nacionales, son hoy resignificados y recontextualizados (Citro,
gica". En Santiago del Estero, en especial en el Departamento de Figueroa, 2009). Es decir, a través de relatos como los de la Telesita o la Salamanca, trans­
se bailan chacareras como parte de las "Telesíadas" que, como nos explicaba mitidos en la enseñanza de una danza, se van incorporando versiones alterna­
· nuestra entrevistada: "Son fiestas que se hacen en honor a esta santa, si yo tivas y disidentes a las que se pueden leer, sobre la chacarera en los textos de
soy creyente de la Telesita le pi<Ío que me devuelva.,, no sé, si estoy muy. en­ Vega. En téizminos coreográficos, estas disidencias se expresan, por ejemplo, en
ferma, y que me devuelva la salud. Entonces le hago una promesa... son siete el "bailar en ruedas" danzas que, como la chacarera o el gato, en los repertorios
chacareras. Es un número muy significativo y de chacarera en chacarera se coreográficos tradicionales se indican para "pru·ejas sueltas e independientes";
toma un trago de aloja o un trago de ginebra, whisky, lo que sea". Así, bailar
chacareras como "una Telesita" tiene, para algunas bailarinas rosarinas un
sentido profundo vinculado a exploraciones estéticas personales que iin'pli­ 12. La destreza en los malainbos, zapateo masculino solitario y en contrapunto, acompañado
can una relación más,directa con el movimiento y la danza, antes que con las de toques de bombo, seria un don de los "salamanqueros" y los relatos entorno de la Salaman·
figuras y los desplazamientos en el espacio. Otro relato que a veces es refe­ ca ejercen gran fascinación entre los músicos y bailarines santiagueños.
rido en las clases es el de la Salamanca, que se encuentra muy extendido en 13. Asimismo, para demostrar los· vínculos rítmicos africanos con las danzas argentinas, Sa­
el Noroeste argentino, con mayor intensidad en Santiago del Estero y, según avedra tocó la base rítmica de la cha.carera y concluyó: ªEso es África". Estos vínculos estarian
José Luis Grosso (2008), "se remonta al período colonial y tal vez se hayan corroborados para el bailarin, además, históricamente ya que "en Santiago del Estero... ha
transformado éh· él antiguas creencias o rituales indígenas, y se hayan incor­ habido, antes de la Guerra de la Tripe Alianza, ha habida más negros que blancos, que raza
nativa, parque también la han exterminada [... ] entonces la influencia es total, negra, en el
porado otras, negras" (147). Así, si bien "lo negro" fue negado en la historia
sentimiento es total... y en el santiagueña ha quedado muy fuerte en la chacarera.. , la chaca­
oficial argentina,
.
en Santiago del Estero reaparecería en los relatos sobre las rera es el alma, el corazón del santiaguerlo... ".
r"""

180 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 181

( . .
o en "bailar·entre mujeres" esas mismas danzas que son indicadas para parejas
(hombre-:i;nujé.r). Esta variabilidad respecto de los géneros, cuyos roles e inten­
ciones estaban fijados en los repertorios hegemónicos, puede ser ejemplificada
• 1
también en el �echo de que las mujeres actualmente se entrenan en la ejecu­
ción del bombo '!f en el zapateo, destrezas reservadas en el pasado sólo para los
hombres, abriendo posibilidades que, con el tiempo podría provocar cambios en
los esquemas coreográ:ficos. 14 Asimismo, en este circuito se busca bailar danzas
que no se encuentran entre las enseñadas en el Profesorado de Danzas, como el
huayra-muyoj; que sí se bailan en Santiago del Estero y que han sido llevadas al
escenario por '\t�os ballets. Otra transformación que se advierte, es que quie­
nes forman parte de este circuito entienden que danzar, cantar y hacer música Zamba, por Carolina Jaleas y León Meotto. Peña La Machadera, mayo de 2010.
forman parte de una misma expresión, por lo cual tratan de integrar estas accio­ Club Unidad y Tesón, Rosario. Foto: Daniel Godoy.
nes, o bien rotan los roles (cantan mié�tras bailan, o tocan y cantan y luego en
el tema siguiente, bailan), siendo éste � rasgo de las performances indígenas,
tempranamente señalado por Ruiz (1985). Finalmente, consideramos que dicho 2009: 35). :Qurante el gobierno de Bustamante y Rivero (1945-1948) existió un
circuito posibilitó l;lll ámbito para reyisar y reformular el modo legítimo de bai­ interés por la población indígena, lo cual se expresa en el auge que adquirió el
lar, establecido institucionalmente en Rosario y en otras ciudades del país, pre­ estudio de sus manifestaciones culturales, tarea en la que se embarcaron los et­
guntándose política y estéticamente por los criterios con los cuales se delimitan nólogos y los maestros. Así, desde el Ministerio de Educación Pública, a cargo de
las danzas "folclóricas", "populares" y "tradicionales" a partir de atender a las Luis Valcárcel, uno de los principales intelectuales del movimiento indigenista
experiencias de los cuerpos actuales que, al encarnar otros personajes y escribir provinciano, se diseñó un plan cultural por el que se creaba el fustituto Etnológi­
otras tramas, redefinen el drama de la nación. co de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, así como también, den­
tro del ministerio, un Departamento de Folclore en la Dirección de Educación
Artística, siendo José María Arguedas quien dirigió la tarea de recopilar mate­
La construcción de la nación peruana "criolla y folclórica" riales folclóricos y literatura oral en todo el país. En 1947, Arguedas fue nomb­
a través de la música y la danza rado conservador general de folclore en la sección de folclore y artes populares
1
y en 1950 asumió la jefatura de la sección Folclore, Bellas Artes y Despacho,
Las. investigaciones sobre danzas andinas en P�rú, en el período que va de encargándose de emitir opinión para el auspicio de actividades relacionadas con
1940 hasta 1950, reciben la influencia de la antropplogía culturalista15 recubre este campo (Arana Romero, 2007: 36). Esta iniciativa tuvo influencia en las re­
una tradición intelectual deudora del indigenismo kstatal y manifiesta la afir­ cientemente creadas academias de folclore en Lima, que emplearon a represent­
mación de una identidad nacional sustentada básicamente en lo andino (.I='arra, antes culturales calificados -principalmente campesinos andinos, pero también
algunos negros- para que enseñaran las tradiciones culturales "auténticas",
definiéndose éstas por la fidelidad a las artes regionales de la época, lo cual llevó
a que los artistas andinos abandonaran sus "disfraces" y actuaciones "incaicos"
14. Agradecemos los comentarios de Claudia Sánchez por iluminar puntos sustanciales de (Feldman, 2009). Esta suerte de neoindigenismo estatal rompió la imagen de
esta temática, en especial en lo que refiere a la dinámica de los repertorios de danzas en San­ la cultura como. patrimonio exclusivo de "élites" intelectuales y artísticas, para
tiago del Estero, la cual expresa en especial a partir de la década de 1980 una fuerte crítica poner la cul�a indígena en el centro del debate (Ansión en Arana Romero,
a la cristalización de repertorios en danzas operada tempranamente por Andrés Chazarreta, 2007: 38). Según Romero (2004), Arguedas fue el factor unificador entre el Es­
expresión del tradicionalismo en esa provincia. tado y la búsqueda de autenticidades locales en un tiempo cuando la mayor
15. La influencia culturaÍista norteamericana tiene que ver con el origen de la Antropología parte de Lima era hostil a la presencia andina. Los artistas andinos miraron y
en el Perú, manifestando una visión integral y totalizante de la cultura, según la cual son encontraron en él a su guía espiritual y a una fuente de validación de sus sensi­
culturales todos los aspectos de la existencia. Así, las nociones de "cultura", "subcultura", ''in­
bilidades regionales. 16 Arguedas estaba involucrado en un proyecto de construc-
tegración", "desintegración", "aculturación", "cambio cultural", más las de ''tradicionalidad"
y "modernidad", fueron útiles para constatar la "desintegración" del país y contribuyeron
directamente a ln,1 gestación del "dualismo" y su aplicación política en la teoría explícita del
"cambio cultural" entendido como un proceso de "integración de'la población aborigen" a la
"sociedad nacional". Esta corriente contribuyó también a resaltar tipologías que se expresan 16. Es pertinente señalar que en Peiú el mestizaje nunca llegó a ser un proyecto explícito
en términos raciales-culturales: indios, cholos, mestizos, criollos (Montoya, 1975). de construcción de la nación, permaneciendo los proyectos populistas mestizos confinados en
•r-·

182 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 183

ción de iiación a largo plazo buscando la autenticidad, vinculada al desa1Tollo asociaciones etimológicas y descripciones de los siglos XVIII y XIX, Romero dedujo
de cultu(as r�gionales mestizas emergentes, vehiculizando prácticas culturales que la zamba peruana, que él identificaba como antecesora de la zamacueca, era
y materiales sígnicos anclinos y siguiendo los procesos populares que estaban en descendiente de la quizomba africana (Angola) debido a las características coreo­
ese momento ·e? curso. A su vez, estos procesos se insertan dentro de lo que fue gráficas similares, especialmente el golpe de frente (impulso pélvico) o m'lemba
la dinámica de. los estudios sobre el folclore de la época. Cusco fue uno de los bantú (Feldman, 2009). Los principales argumentos que Romero sostenía para
ejes de la actividad intefectual que tenía como objetivo los estudios de folclore, confrontar la tesis de Vega tenían que ver con reconocer que las danzas cliollas
entendido como la recuperación sistemática de la "cultura". En estos ámbitos peruanas, de las cuales las argentinas habían resultado ''herederas", tenían un
la teoría provenía de Estados Unidos, pero también de la Argentina y de Bra­ "origen" africano. Si bien Romero se oponía a Vega, resulta interesante señalar
sil, dado el in:i-portante desarrollo que los estudios de folclore tenían por ese las similitudes de los métodos que ambos aplicaban a su investigación. Romero
entonces. El f9lclore, en cuanto reservarlo de expresiones auténticas, aparece también se interesó por buscar los "orígenes" y las "derivaciones" de las danzas y
como una línea de resistencia de las elites peruanas de provincias y se consti­ por reconstruir sus "viajes", advirtiéndose perspectivas evolucionistas y difusio­
tuyó en el vehículo de una buscada identidad nacional sobre base provinciana nistas ya reseñadas. Así, al precisar el "origen" de la danza peruana marinera,
(Roel Mendizabal, 2000: 79), contrapopiéndose a la concentración de prestigio explicaba que ésta era "nieta" de la zamba e hija de la zamacueca. La palabra
y poder cultural alrededor de Lima (Macera, 1987, en Degregori, 2000). Así, se "zamba" remitía a una voz frecuentemente usada en lenguas africanas para
llegaron a oficializar espacios para el arle folclórico, como el "día del Cusca" y expresar música y danza, y una de sus "formas coreográficas", el "golpe de fren­
la "semana-del C�sco", que se establecieron en 1944 y 1945 respectivamente. te", estaba presente tanto en la zamacueca como en la marinera. Con relación
Estos procesos de reconsideración de lo "andino" tuvieron como anteceden­ a esta última, el autor se preguntaba por su "nacimiento" y por el momento y el
te el "indigenismo cultural", corriente que Mirko Lauer (1997) define corno lugar en que se la encontraba por "primera vez", alegando que esta danza era
un movimiento cultural-creativo que no desafiaba abiertamente al poder, en peruana dada la mayor cantidad de esclavos que tuvo Perú en comparación con
el que se englobaban las expresiones literarias, plásticas, arquitectónicas y Chile y el envío casi continuo de esclavos durante tres siglos de Perú hacia ese
musicales, que se desarrolló entre 1919 y mediados de los años 40. Lauer ex­ país. La ''nacionalidad" peruana de esta danza también era atribuida a la nece­
plica que este movimiento, "más que una propuesta negadora de lo criollo, sidad de imitar lo peruano por parte de Chile, dada la situación continental de
era[ ... ] un esfuerzo por expandir lo criollo por los bordes", es decir, adquirió Perú, precisando que hubo períodos en los que fue bailada por las aris�cracias
connotaciones nacionalistas que apuntaban a mimetizarse con una supuesta chilenas y peruanas, así como por sectores "plebeyos". Otro de los fundamentos
''tradición nacional" o "criolla" que incorporaba el aporte indígena. En el "in­ de los que se valía Romero para oponerse a las posturas de Vega tenía relación
digenismo político" (desarrollado entre fines del siglo XIX y la década de 1920 con el desconocimiento de este último respecto del peso que tuvieron los ritmos
y cara�terizado por ser movilizador, modernizado� y reivindicativo) que sirvió y las danzas africanos durante los tres siglos de coloniaje peruano, período en el
de base a propuestas políticas como las de Haya �e la Torre y Mariátegui, el que' además' los elementos musicales africanos, españoles y aborígenes podían
indígena era una metonimia de campesino. En contraste, en el "indigenismo encontrarse diferenciados. En contraste, los estudios de Vega hacían referencia
cultural", indígena era una metonimia de autóctono. a prácticas musicales y dancísticas a partir del momento en que termina la es­
En las décadas de 1940 y 1950 también se llevaron a cabo investigaciones clavitud del negro, es decir, el período republicano, que se caracterizaba, según
sobre danzas cliollas y afroperuahas. Ejemplo de esto lo constituyen los tra�ajos Romero, por prácticas "criollas" que amalgamaban estos tres elementos y se ge­
de José Gálvez sobre la marinera y los artículos de Fernando Romero sobre la neraban asl los bailes ''nacionales", e ilustra este proceso con la frase del escritor
evolución de esta danza (Parra, 2009). Este último buscaba refutar las afirmacio­ peruano Ricardo Palma: "El_que no tiene de Inga tiene de Mandinga".
nes del musicólogo argentino Carlos Vega, quien sostenía que los bailes criollos, Otra labor que merece ser señalada con relación a la música y las dan­
como la zamacue�a, tenían un origen fundamentalmente europeo. Utilizando zas afroperuanas en este período es la de José Durand, folclorista y profesor
universitario que fundó la compañía Pancho Fierro, integrada en su mayoría
,.,,,.,.-· por músicos y bailarines negros de zonas rurales de la costa. Durand recogió,
órbitas regionales. Mientras los Estados mexicano y boliviano desarrollaron proyectos asimi­ teorizó sobre los orígenes y escenificó música y danzas, algunas de las cuales
lacionistas para resolver el' "problema indio", el ministro de Educación peruano promocionó no se practicaban desde tiempos de la colonia (Feldman, 2009). Si bien se ha
las manifestaciones puristas de "folclore indígena", una política que fue complementada por atribuido a estas primeras escenificaciones del patrimonio afroperuano las ca­
la ausencia de la promoción estatal de una nación mestiza. La razón por la cual estos es­ racterísticas de un proyecto de memoria de la "nostalgia criolla" (Parra, 2009),
fuerzos no result!iron en movimientos indígenas de "orgullo nacional" en Perú se explica en Durand abrió un nuevo espacio público para la actuación de los negros en el
virtud de que dichos proyectos fueron liderados por los intelectuales de la élite, que se vieron -
Perú y alentó a otros criollos blancos a que miraran las tradiciones negras
a sí mismos como guardianes y promotores de una tradición invadida por la modernización y
despreciada por la hispanización (De la Cadena, 2004). como "tesoros culturales" (Feldman, 2009: 32). Estas primeras escenificaciones
184 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 185

perduran· en fa memoria popular como un hito en la "invención" de una tra­ De algún modo, existiría una "realidad en Perú" a imitar, configurada por las
dición actuaqa de la música negra peruana y constituyen un cimiento para el regiones, los espacios geográficos que incidirían en la conformación de "esta­
renacimiento de la conciencia negra diaspórica en las décadas de 1960 y 1970. tus" o "personalidades sociales" y en la forma de interpretar las danzas. Cabe
Esta revitalización de las tradiciones afroperuanas y criollas debe situarse precisar que la distinción del territorio en tres "regiones naturales": la costa,
en el contexto de la creciente migración de zonas rurales hacia las ciudades de la sien·a y la selva, a la que aluden los bailarines y coreógrafos, se basa en una
la costa que se incrementa notoriamente a fines de la década de 1940. Como clasificación oficial que se enseña en las escuelas. 18 De la Cadena (2004) señala
bien señala Cotler, este desplazamiento demográfico "agudizó los sentimientos que la construcción racial del Perú moderno corrió paralela a un �roceso político
ambivalentes de desprecio y temor de los tradicionales sectores medios urba­ de construcción espacial, en la medida en que las razas eran asignadas a unos
nos y de la cl�se dominante hacia los sectores populares campesinos" (289), espacios geográficos jerarquizados según los esquemas evolucü1nistas. La defi­
que ya había (enfrentado a los limeños criollos blancos con los intelectuales nición de "razas peruanas" que surge en el siglo XIX, influida por el lamarckismo
provincianos y los indígenas peruanos (Cotler, en de la Cadena, 1998: 145). En y el ambientalismo, conectaba con imágenes geográficas que corrían desde la
esta coyuntura aquellas tradiciones "negras" que habían sido rechazadas como costa del Pacífico hasta las selvas amazónicas. La imagen de la costa, en tanto
"primitivas" fueron reclamadas por 1613 criollos blancos, al mismo tiempo que, emplazamiento histórico de la cultura colonial, se evocaba como el ambiente
en tanto clase dominante de la 'socieda� peruana, tendieron a buscar su propia natural de los españoles y sus descendientes criollos, los que desde el siglo XIX
versión del criollismo frente a la creciente presencia de población indígena pro­ habían sido.etiquetados como blancos, independientemente de su color de piel
veniente de•los;_½des. Sigui�ndo a Lloréns Amico (1983), esta circunstancia (Barragán, 1998, en De la Cadena, 2004). La sierra, por su parte, la región
llevó a un reforzamiento de la imagen de la "Lima criolla", la Lima anterior a donde había :florecido el imperio incaico, fue considerada el hábitat natural de
aquella de la que se apropiaban los pobladores andinos, la "Lima señorial", que los "indios". Por último, el bosque tropical amazónico, conocido como "la selva",
se completa con una admiración paternalista hacia la "finísima y pura raza estuvo asociado con tribus "primitivas", "salvajes", imaginadas como una "raza
negra", oponiéndola a la "mezclada y degradada raza india". Así, el presente de indígena" distinta que, a diferencia de los descendientes de los incas,jamás ha­
la nacionalidad popular debía ser criollo y negro en sus contenidos culturales bía producido contribución alguna a la historia peruana. Los mestizos incluían
y artísticos, quedando relegado a un segundo plano lo andino. En este sentido, a individuos ambiguos de todo tipo que podían vivir en cualquier lugar de la
hacia 1944 se oficializaba el "día de la canción criolla" y el conjunto musical sierra o de la costa. Los negros eran considerados como una "raza extr,anjera"
Los Embajadores Criollos tuvo una fuerte presencia en el Palacio de Gobierno. y, por tanto, carecían de un lugar de origen específico en la geogr�a nacional,
A continuación, mostramos cómo son apropiados actualmente estos géneros si bien fueron asociados a las cálidas áreas costeñas. Al respecto, Alvarez No­
por los migrantes peruanos bailarines en la ciudad, de Buenos Aires. voa (2005) señala que ella ha sido una separación mutilante, traumáticamente
aislante y excluyente para la gran mayoría de peruanos, enfatizando que los
Apropiación de géneros de la costa, afro-peruanos andinos i intereses de quienes han gobernado han concebido la segmentación territo­
rial de Perú tipificándolo, a manera de cuerpos aislados unos de otros. Esta
por migrantes peruanos en Buenos Aires diferenciación de las tres regiones naturales ha llevado a una esencialización
de la relación entre identidad cultural y región natural, la cual ha sido funcio­
Una de las grandes diferencihs entre las danza� devocionales y las dapzas nal al mantenimiento de determinados grupos en ciertos lugares, instaurando
"folclóricas" peruanas es que mientras en las primeras difícilmente se pueda "ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda". El relato de un coreógrafo
establecer una distancia entre el ·género coreográfico y la identidad regional, resulta ilustrativo de cómo se asimilan regiones geográficas, estilos musicales
en las segundas, en cambio, el bailarín, cuando interpreta una danza, no ne­ y "personalidades sociales":
cesariamente se está representando a sí mismo. Así, estas danzas establecen
una distancia, un·espacio ambiguo -a la vez que inclusivo-, por lo que se pue­ Nosotros estamos divididos, el Perú está dividido en tres regiones, cos­
den interpretar danzas procedentes de diferentes regiones de Perú sin que el ta, sierro y selva. La parte criolla en realidad se toca mayormente en lo que
bailarín se asuma·como proveniente de alguna de esas regiones.17 es la costa peruana, como que en la parte andina, en la parte sierra se toca
Las danzas y los géneros folclóricos peruanos interpretados por los migran­ la música andina, la mú¡¡ica folclórica, más profunda; la parte selvática en
tes peruanos en Buenos Aires dan cuenta de la existencia de un sistema cla­
sificatorio que se desprende del territorio, con fuertes referentes regionales.
�} .,
18. Con relación al peso de la diéotonúa criollo-andino/costa-sierra en la conformación de los
repertorios musicales, Camilo Pajuelo (comunicación personal) sugiere que estas fronteras
se impusieron a lo l argo del siglo xx, debido a factores como los idearios nacionalistas o los
17. Agradecemos a Gisela Cánepa Koch por sus reflexiones sobre esta temática.
intereses comerciales de una industria fonográfica transnacional en constante crecimiento.
t'"

186 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 187

lo que es, tiene otro juego de música, en lo que nosotros diferenciamos entre estoy diciendo: "Aquí estoy", es eso, mostrar y decir: "Aquí estoy", y como
criollo; andino y selvático [...] El cholo, el cholo es de los andes. El cholo no lo hablo lo tengo que transmitir con un cuerpo, con mis gestos, es eso.
es mm/andino, el cholo es más serrano, porque el Perú tiene tres regiones, (Lucía, coreógrafa, 2008)
costa, sierra y selva. Y el criollo, el criollo es la gente de la costa y el cholo,
el serrano es la gente de la sierra y el chuncho o el carapacho es la gente de Para el género "andino", los entrevistados relatan que los bailarines deben
la selva, eso sí está bien asentado. (Carlos, director de grupo de baile, 2008) moverse "como la mujer y el hombre serranos, de los Andes". Así, para la dan­
za andina huaylash, una coreógrafa hace este comentario:
Las danzas en tanto "arquetipos" que aluden a "estatus" que remiten a
regiones geográficas, pueden abordarse teniendo en cuenta el concepto de En el huaylash chacra [danza "andina] yo me paro y les digo, y me
mímesis. Despe la historia del arte (Ramperez, 2004, entre otros), se plantea pongo yo como un hombre recio, y como se mueve el serrano... y ellos
que en el art� contemporáneo asistimos a la "quiebra de la representación", toman, adoptan esas posturas.
por la que se ha llegado a romper con la noción clásica y canónica del arte que
estaba envuelta en torno al concept!) de mímesis, en tanto la "imitación" de Bailo el andino y soy otra, soy una chola ruda, ¿viste?, y pongo toda mi
la realidad deja de ser posible, cuando la propia realidad deja de ser unívoca. fuerza y mi cuerpo cambia, cambia la postura y cambia todo [... ] la chola
es una mujer fuerte, fuerte en todos los sentidos te digo, eh, aunque es
Por otro lado, también se destaca cóni_o la noción de subjetividad, como con­
medio complicado, porque si bien está bien fuerte, es una mujer que si tie­
cepto WÚ}"oco, también se ha quebrado, y cómo los dos polos de la oposición
ne que salir a trabajar el campo, lo hace, está atenta con sus hijos y todo,
total plante�·cfds ·por Descartes, siijeto y objeto, yo y mundo, van desmoro­ todo porque es una mujer que hace todo, por ahí también es muy sumisa
nándose. Así, estas rupturas impedirían que se pueda distinguir claramente al hombre, es... es la cultura, qué vamos a hacer; todavía en Perú hay
dónde acaba la realidad y dónde comienza la representación. mucho machismo, pero yo creo que en el baile la chola es cuando muestra
No obstante, en el caso �e las danzas estudiadas, se aprecia que la míme­ lo que es, esa fuerza que tiene. (Lucía, coreógrafa, 2008)
sis seguiría actuando como un recurso clave para la construcción de la repre­
sentación, en consonancia con las tradicionales herencias del romanticismo Además, en relación con el género "afro", también se encuentran caracterís­
que aún persisten en este· folclore. Por un lado, en los ensayos los artistas ticas en los movimientos que aludirían a "personalidades sociales". El erotismo
migrantes muestr� que la "mímesis" es una de las modalidades de transmi­ que debe mostrar el bailarín a través de sus movimientos cuando interpreta
sión y de enseñanza de este arte por excelencia. Por otro, los géneros dancís­ una danza "afro" estaría mostrando el "carácter" del negro.
ticos, en tanto principios ordenadores de los movimientos, brindarían formas
de interpretar las danzas de maneras diferenciaies según cada "personalidad El "landó" [danza afro-peruana] por ejemplo, es una danza muy, muy
social 1', existiendo al mismo tiempo una equivalencia entre los "géneros" y erótica, los movimientos, en realidad, tendrían que ser así, ¿no? Movi­
estos "estatus" o "personalidades sociales". Así, suelen distinguirse el "géne­ mientos muy, muy sensuales, pero el hombre, el hombre, el hombre afro es
ro afro", el "andino" y el "de la costa". 19 En la alu'sión a cómo debe moverse y más mandado, o sea, por ahí no hay que cuida las formas. La cultura es
diferente, ¿no? Porque por más que todos seamos peruanos, como te digo,
qué debe expresar la mujer en la danza "de la costa" marinera limeña, una.
la serranita es más así, más tímida, los afro no, el afro es más mandado.
entrevistada nos decía: � La mujer también, la mujer no es de quedarse ni nada por el estilo. (Lu­
cía, coreógrafa, 2008)
La limeña tiene mezcla, es una criolla, ¿viste?, que tiene indígena,
que tiene ... que tiene afro... [.:.], si bailo marinera limeña[... ] soy como
La relevancia de la mímesis como modo de transmisión de las danzas
yo les digo a las chicas: "Soy la mejor". Es lo que quiero que se crean ·
cuando bailan eso, y a todo el mundo lo miro por debajo, o sea, la idea, habla de la existencia de referentes fijos e inmutables -en los que habría
es como para que ellas tengan esa cosa, ese donaire que tiene que tener una continuidad entre lo físico y lo moral-2º que actúan como significado
la mujer limeñ�a, yo voy tomando, yo me transformo, yo bail o la mari­ último (o primero) de todo lo demás. De aquí que podamos afirmar que las
nera limeña y me transformo así en eso, [...] la limeña es diferente [ ...] ideas de "origen", "reserva", "principio", "depósito" se encuentran presentes
tiene un garbo e[!pecial, o aquellas limeñas, ¿no?, tiene un garbo, e13 en las concepciones de los cpreógrafos. Así, cada danza mostraría la "raíz" de
mucho más creída, mucho más fina por ahí, ¿no?[...], si yo camino así ... las "personalidades sociales" y sería representativa de situaciones ancladas
en el pasado pero también del "cuerpo cotidiano" de los bailarines. La mari-
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19. Si bien los bailarines suelen denominar "música criolla" a la música de la costa, las dan:
zas de la costa no reciben esta denominación. Es decir, existiría la "música criolla" en tanto
denominación y, en forma menos frecuente, la "danza criolla". 20. Tzvetan Todorov (2000) denomina "racialismo" a este proceso.
r

188 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 189

nera -danza"de la costa"- mostraría cómo se introdujeron los movimientos El proyecto nacionalizador y el surgimiento de
corporales d.�,los negros y los indígenas en los amplios salones de las casas una "Bolivia mestiza y folclói·ica"
coloniales limeñas. El· huaylash -danza "anclina"- expresaría el "carácter"
"tosco" del ch(?lo, hombre de los Andes, del campo, situado simultáneamente Hacia fines del siglo XIX, las comunidades indígenas en Bolivia permanecían
en el pasado y. en el presente. Y las danzas afro reflejarían el momento de herederas de un cócligo colonial tributario,22 pero la subasta incliscriminada de
cliversión que tenían los esclavizados luego de sus duras faenas. Tanto en el tierras2ª y la posterior Guerra del Chaco permitieron la organización de fren­
género afro como en el andino, habría una equivalencia entre el movimiento tes campesinos sinclicalizados y la revolución agraria de 1952, encabezada por
corporal para algunas fases del trabajo y el movimiento para la danza. En el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).24 El nuevo gobierno, bajo
todos los cas�s, los relatos de los coreógrafos expresan que las danzas esta­ la ideología capitalista imperante, buscó la modernización y el surgimiento
rían mostran�o que existe una relación clirecta entre las técnicas corporales de una nueva nación boliviana, a partir de universalizar y mestizar las tracli­
extracotidianas y las coticlianas, es más, las técnicas extracotidianas se apo­ ciones indígenas. El contexto posrevolucionario boliviano ilustra el panorama
yarían en las coticlianas y se vería reforzadas en las danzas, en un tipo de de muchos países latinoamericanos enfrentados al avance de las pautas del
vínculo que, como pudo verse en el capítulo introductorio, ha sido destacado nuevo mercado liberal, su "progreso" y la incipiente mercantilización de las
por diferentes estucliosos. Entonces,"' sobre estos supuestos vínculos que, se tareas. Las teorías evolucionistas en boga en Europa impregnaron la visión
va construyendo y legitimando una determinada representación simbólica futurista del mundo, ubicando al inclio en el menor estrato y al blanco en la
e ideológica que ,fija estas ''personalidades sociales". No obstante, adverti­ forma social más perfecta. Los nuevos sectores culturales y políticos se nu­
mos también que la referencia a las regiones geográficas y la existencia de trieron además de la nueva escuela alemana "histórico-cultm·al" inaugurada
"estatus" vinculados a los géneros dancísticos variarán según las modali­ por Federico Graebner en 1911 en su libro Methode der Ethnologie (Imbelloni,
dades 01·ganizativas de los grupos de danza (que incluyen el producto que 1953: 40), que sostenía la idea de ciclos culturales por difusión.
es resultado del entrenamiento, así como los mecanismos de clistribución y El proyecto nacional folcló1ico consistió en manipular y legitimar determina­
consumo del mismo), y los modelos artísticos que tomen de Perú en el nuevo dos repertorios y suprimir otros, utilizando la "música andina" y algunas danzas
contexto.21 Así, si bien los migrantes en su elección del repertorio tienden (en especial el bailecito y la cueca así como el yaraví y el triste) para "domesticar"
a reproducir algunas de las dicotomías con las que se construyó la Repú­
blica peruana, como traclición/modernidad, cultura andina / cultura criolla,
también encontramos que en su práctica dancística en este nuevo contexto,
están comenzando a desafiar estas tradicionales geografías de la identidad, 22. Este código trataba de un pacto de reciprocidad que sostenían a cambio de permanecer en
cuestj,onando algunas de las relaciones entre l9s géneros, tal como fueron sus tierras, que representaban su sustento y su dominio geopolítico sobre el ayllu.
seclimentados en su institucionalización. 23. Las nuevas ideas positivistas y darwinistas instaladas en el seno del macizo andino jus­
tificaron el racismo y el advenimiento de la modernidad frente a una supuesta anunciada
desaparición del indio. El gran miedo de la clase oligárquica eran los levantamientos indios
y negros que podrían terminar con un orden liberal. Luego de la guerra civil de 1899 Y la
21. Los grupos de baile toman como mbdelo y buscan reproducir las danzas y coreografías que rebelión del mallku aymara Pablo Zárate Willka -como respuesta a la nueva Bolivia exporta­
se hacen en Perú en diferentes contextos, lo cual incide en el repertorio que se interpreta en dora y sus con/jecuencias tributarias y ofensivas contra las comunidades "indias"-, el aparato
Buenos Aires. Específicamente, los directores de los grupos han mencionado los sigujentes ideológico de la segunda república, ahora liberal, reinstala la cuestión indígena en el plano
ámbitos: 1) clubes y asociaciones deportivo-culturales de migrantes provenientes de la región principal, aduciendo su inevitable extinción y el necesario reordenamiento de las tierras co­
andina en Lima, en los que los migrantes se aglutinan según el departamento -división polí­ munales tan añorl}das por la oligarquía.
tica equivalente a la de la provincia en la Argentina- del cual provienen. Estas asociaciones 24. Hacia 1930, la pérdida de legitimidad de la oligarquía liberal reinante, frente a la crisis
interpretan básicamente danzas andinas que se consideran representativas de cada una de económica mundial en 1921 y la caída del estaño y el caucho -principales materias primas de
esas provincias, en fiestas patronales y devocionales pero también en festivales y peñas con exportación-, derivó en la Guerra del Chaco (1932-1935). Su efecto "nacionalizador" (Rivera
fines comerciales; 2) Eséuela Nacional de Folclore José María Arguedas, en la que se enseñan Cusicanqui, 1984: 55), producto de la convivencia de indígenas, criollos, mestizos y de distin­
danzas que son clasificadas como de la costa -que incluyen las danzas afro-peruanas-, de la tas regiones del país, comenzó a cambiar el rumbo de las precedentes ideas evolucionistas.
sierra y de la selva; 3) ballets folclóricos, profesionalizados e insertos en circuitos comercia­ En este contexto de reacción contra la oligarquía, emergen los nuevos partidos populares Y
les, en los que también se interpretan danzas de la costa, "de la sierra y de la selva, algunos de izquierda, entre los cuales el MNR encarnaba la ideología antioligárquica y comunal, tanto
exclusivamente afro-peruanos; 4) academias de danzas, donde el alumno efectúa un pago del sindicalismo obrero como de las clases medias intelectuales. La reforma llevó a la paula­
para aprender '4na danza. Por lo registrado, la mayoría de las academias enseñan sólo una tina restitución de tierras comunales por parte del nuevo gobierno reformista, que abolió el
danza: la marinera, aunque también podrían considerarse academias las instituciones comó sistema de haciendas (aunque persistieron sus focos clientelistas), la educación universal, la
el Museo de Arte de Lima, en cuyo centro cultural se imparten clases de danzas "de la costa" nacionalización de las minas (fuertemente sindicalizadas), el sufragio universal y la mencio­
y "de la sierra"; 5) las fiestas familiares, escolares y del barrio (Benza, 2009). nada unión campesina (Rivera Cusicanqui, 1984; Bigenho, 2006: 269).
190 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 191


las desigualdades culturales y sociales. La imagen nacional encarnaba la ambi- tigador Antonio Paredes-Candia publicó La danza folclórica en Bolivia, donde
valencia: exis,tencial boliviana. Las tres regiones que abarcan el valle, la sierra y realiza una descripción de las danza s populares basándose en crónicas de la con­
la selva presentaban en s u interior grandes diferencias étnicas, a las que s e su­ quista e investigaciones del momento, dando cuenta de los modos antiguos de
maban las desigualdades sociales traducidas en una clase eliti sta criolla liberal, bailar, las danzas desaparecidas y sus "supervivencias". Influenciado por Carlos
la clase hacen(lada y las comunidades indígena s mencionadas que constituían Vega, clasificó las danzas actuales según sus orígenes, su coreografia y su perte­
la mayoría popular. De una manera ambigua y a pesar de los relevamientos del nencia de género, que diferencia en mestiza s, indígenas y criollas. Allí, asevera
folclore regional, el contexto ideológico imperante producía una nrirada que con­ que la danza es mayormente coya (región del Kollasuyu habitada por ayrnaras
denaba al indígena a la "tristeza", la "melancolía" e incluso al aislamiento, lo cual y quechuas) y que para el indígena boliviano "la danza es una necesidad vital,
era interpretado como el lado negativo del "ser boliviano",25 a más de significarle una mística" (Paredes -Candia, 1991: 11). Entre los folclo­
Como sostµvo Zavaleta Mercado, el Estado boliviano se nutiió del pensa­ rólogos de la época, se destacaron Jesús Lara, Ismael Sotomayor, Antonio Gon­
miento indigenista en boga, frente a la necesidad de integrar y clasificar la otre­ zález Bravo y Roger Becerra. Por su parte, compos itores prolíficos como Manuel
dad (en Bigenho, 2006: 270), así "el indigenismo no sólo s irvió para ''transformar Elías Coronel y Jo sé Bravo (al igual que Adrián Patiño, Manuel Luna, Fede1ico
las actitudes de mestizos-criollos haci!3- los indígenas, sino también para influir Otero de la Peña y De Simeón Roncal, entre otros) propiciaron la originalidad
en las opiniones que los extranjeros pÓFan tener sobre Bolivia" (267). El indio y el estilo propio a partir de la extensa producción de música popular, como ser
encarnaba una conexión telúrica con el medioambiente, siendo repre sentado en cuecas, way;ios, fox-trots, pasacalles y otros. E stas piezas simb olizaron el "mes­
las artes de lasJe�as , plásticas y �us ical-dancísticas según su región y paisaje, tizaje musical" y cultural de la época, conformando el repertorio legitimado y el
su vestimenta y labores diarias. Según Bigenho, además de este determinismo patrimonio cultural boliviano (Paredes-Candia, 1991: 33; Ros sells, 1996: 81).27
ambiental, otra cualidad fue la esencialización tanto del indígena como del mes­ Estos estudioso s y estas instituciones nacionales proveyeron los instrumentos
tizo, en una ecuación binaria de dominantes-dominados. Esta visión exageró necesarios para clasificar y promover un tipo de folclore mestizo que po stulaba
características de unos sobre otros, en un proceso de negación de la exclusión la desaparición de la danza indígena y la emergencia de lo mestizo-criollo como
social y los conflictos propios de estas formulaciones colonialistas, y, visto en es­ lo representativo de las danzas "antiguas" u "olvidadas" indígenas supuesta­
tos términos, el indigenismo invisibilizó el racismo. Además, se hacía eco de las mente no existente s en el momento.
teorías latinoamericanistas del momento que comprendían la realidad cultural La creación del Departamento de Folclore en 195428 y del Instituto Boli­
s egún "procedencias" europeas, indígenas y africanas. En lo que fue un proce so viano de Cultura hacia la década de 1960, dirigidos por la antropólogá, . histo­
doble, lo indígena se volvió "arte", un espacio imaginario de creación, y su pro­ riadora y etnóloga Julia Elena Fortún, a sí como la realización de numeros os
ducto, el folclore, una mirada exotizante de e stos tres polos. festivales , obedecen el objetivo de alentar y promover el "mejoramiento" de las
U:i:i,o de los precur sores del denominado "folcl9re andino" fue Manuel Rigo­ músicas indígenas en un proceso de formación de la "cultura nacional genuina"
berto Paredes Iturri, quien realizó una gran recopilación de danzas, músicas y (Fortún, 1957, en Ríos, 2010: 285). Según s us propias palabras, se generó un
costumbres hacia principios del siglo xx. 26 Siguiendo las teorías evolucionistas proceso de folclorización29 de sonidos, ritmos, vestimentas, géneros y corporali­
y difusionistas , buscó el origen de las danzas, sus particularidades y prf?ceden­ dade s propios de una mayoría indígena ancestral (Ríos, 2010: 284), a través de
cias y su relación con los movimientos corporales cotidianos laborales ., Como la cual la elite paceña también ju stificaba "racionalmente" la usurpación y no
apunta Citro en la introducción de este volumen, las investigaciones de, Curt restitución de tierras a las comunidades. Así lo define Sánchez Patzy (1999):
Sachs tuvieron gran influencia hasta la década de 1950, y en Bolivia se éxten­
derían incluso avanzados los años 60. Los viajeros, folclorólogos, intelectuales y
curiosos recopilaron tempranamente las danzas en sus contexto s de realización,
participando de las ceremonias y festejos . Hacia fines de esta década, el inves- 27. Por su parte, la Sociedad Geográfica de la Paz, la Sociedad Aimarista y la Academia Ai­
mara de fines del siglo XIX y principios del xx adoptarán ambivalentes pero decisivas posicio­
nes frente a lo nativo, incluyéndolo como la parte "enferma" u oscura del "ser boliviano" pero
25. El "problema indio", visibilizado a partir de las rebeliones como la de Pablo Zárate Willka también como el nutriente del mestizaje que simbolizaba la nación.
y Slli! numerosos focos a lo largo del país, impulsaría a las clases mestizo-criollas a intentar 28. Creado en el seno del Ministerio de Educación y Cultura, el Departamento de Folclore fue
controlar y ordenar lo que se temía como una "guerra de razas". El MNR vino a "apaciguar las unos años d�spués ampliado como Departamento de Arqueología y Etnograña y Folclore, con­
aguas" en un contexto de incipiente levantamiento popular campesino y minero. vertido posteriormente en la Dirección Nacional de Antropología y, finalmente, en el Instituto
26. Su libro ampl,iado titulado Arte folclórico de Bolivia (1949) significó un importante rele­ Nacional en 1975 (Rossells, 2005).
vamiento de expresiones folclóricas jamás igualado, donde distingue "un mestizaje" de las 29. Un término acunado por Katherine Hagedorn en su estudio sobre música sagrada afro.
danzas (como sofisticación y diferenciación) y un proceso de "blanqueamiento" o criollización cubana, donde da cuenta de la transformación de tradiciones participativas y no mercantili­
(adaptación de ritmos y significados, transformaciones de los bailes). zadas "en puestas de presentacióD:" mercantilizadas (Ríos, 2008: 175).
r

192 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 193

: . Podemos entender a la folclorización de la cultura boliviana (no sólo buscó diferenciarse de sus referentes, proponiendo llevar a la práctica lo que
d� la música) como el resultado de un proceso cultural y artístico reciente, aquéllos, en su afán clasificatorio, realizaron de manera teórica y con datos no
iniciad? durante la revolución nacionalista, que, vencedor de una lucha siempre contrastables.
por el se:1-tido musical de la nación, generó un nuevo tipo de ordenamiento En conclusión, el proyecto de folclorización definió el devenir de la imagen
imaginario de la sociedad boliviana, donde lo folclórico pasó a ser una nacional boliviana, del cual derivaría hacia fines de los años 60, el folclore na­
categoría del sentido común e, incluso, un habitus ampliamente natura­
cional actual. Para ejemplificar este proceso, nos detendremos especialmente
lizado.[.;.] En ese esfuerzo, los artistas jugaron un rol privilegiado, por
cuanto su labor se dirigió hacia aspectos simbólicos, metafóricos e imagi­ en el caso de la cueca, danza criolla y nacional de Bolivia, bailada en todo fes­
narios de la sociedad. (69, subrayado del autor) tejo y celebración por bolivianos y migrantes en Buenos Aires.

Fortún entendía el patrimonio folclórico como "realidad de vida, arma de


conocimiento íntimo para edificar la existencia de nuestra nación [...], base El baile andino-boliviano y las apropiaciones de la cueca en Buenos Aires
de la auténtica :fisonomía nacional", como un sustento que "insuflaría la fuer­
za" que requería: el país (Fortún, Ü�_57, en Rossells, 2005). Influenciada por Sabemos que la música ha cambiado y que el baile va
Curt Sachs y Carlos Vega (d'e quien \fue discípula), ambos pertenecientes a cambiando, evoluciona de fonna global.
Víctor, director del grupo de baile Aires de mi Tierra
las escuelas evolucionista e histórico-�ultural descriptas, se propuso un rele­
vamiento· científi�o y clasifirlatorio;de las expresiones vivas mediante estudios
comparativos y determinación de áreas de expansión (Fortún, 1967-1968: 5).ªº En los últimos treinta años en la Argentina, las danzas bolivianas han atra­
Dentro de las corrientes folclóricas, Fortún adhería a la idea del "fenómeno vesado profundas.transformaciones como consecuencia del mapa migratorio y
folclórico" como un hecho total, donde la región y la coreografía debían anali­ el sistema capitalista global. Estos cambios de orden étnico-político, cultural
zarse como una totalidad, en cualquier capa social, sea campesina o urbana31 y social iniciaron tanto la institucionalización (y con ella la homogeneización y
(Blache, 1983: 137). Su aporte no sólo fue valioso en cuanto a la conformación exotización) de danzas andinas tradicionalmente inscriptas y contextualizadas
del repertorio folclórico boliviano sino también en sus clasificaciones de danzas en rituales y ceremonias, como la apertura de redes culturales de migrantes y la
folclóricas americanas que continuó incluso entrada la década de 1970, con el importación de grandes festividades católico-populares. En Buenos Aires, exis­
afán de dejar registro de los distintos puntos de creación y difusión cultural.82 ten numerosas fraternidades y grupos de baile que persiguen la recuperáción de
A partir de estos sistemas de clasificación, buscó analizar las danzas según la lo que consideran las danzas características de Bolivia. Estos últimos tienen la
forma, el estilo y los movimientos, aunque también incluyó los intérpretes el particularidad de dedicarse a cultivar, a través de la danza, varios géneros mu­
tema.(el significado), la adscripción y el origen/que consideraba la primi�e­ sicales provenientes de diferentes zonas andinas, a las que denominan "danzas
nia fuente donde todo investigador debe aspirar llegar, aunque también di­ autóctonas", como las llameradas y las kullawadas de los valles o zonas bajas de
ficilmente accesible. Por todo esto, perseguía "objetivos" que le permitiesen los Andes y las pallapallas, quena-quenas, khantus y tinkus de la zona andina
arribar a datos fehacientes y verificables, basándose en la coreografia de la alta. En algunos casos, también se ejecutan géneros "afro-bolivianos" como el
danza Y menos en la historiografía de datos inciertos. En este sentido, Fortún caporal y la morenada, que se considera proceden de los yungas y también se in­
t tegran al folclore boliviano nacional. En cuanto al repertorio "criollo", se danzan
principalmente cuecas de diferentes regiones. Según Víctor, director de grupo
Aires de mi Tierra, los pasos y las coreografias son cuestiones básicas que pue­
30. Según Reynoso (2006b), pnra'la Es�uela Histórico-Cultural "no cualquier música[. .. ] se
den ser variadas sin alterar el ritmo. Sostiene, además, que la técnica del baile
¡1
corresponde con cualquier orden cultural" (109). En este sentido, Fortún se abocó a"buscnr
1
las especificidades folclóricas en sus contextos de actuación, recopilando la riqueza de las tra­ boliviano-andn{o es fundamental pero no debe ser condicionante en el momento
diciones andinas desde lo artístico hasta sus sistemas de cultivo y organización comunal, ya de bailar pues, antes, "lo emocional" debe imprimir los pasos del danzante:
que el objetivo de las recopilaciones
,,., era tener un registro general del folclore y de las danzas
nacionales. Yo a veces a los chicos les digo que cada cueca tiene un ritmo distinto,
31. Otras vertientes folclói;icas, como la de Redfield y posteriormente Vega, sostenían que el· fol­ una presencia distinta. [... ] Depende mucho de la persona, de cómo sienta
clore sólo sucede en sectores campesinos y marginales y que los mismos no producían el folk. (el el baile. Si el que está bailando sabe... trasladarse imaginariamente a
o�jeto del folclore) sino que se apropiaban a su modo de expresiones en desuso de clases supe­ un lugar determinado, seguramente va a aceptar la música, va a captar
nores. A pesar 9-f que Fortún sostenía que toda clase social puede producir folclore, al igual que la vivencia y eso influye_mucho. (Víctor, director de Aires de mi Tierra)
sus predecesores diferenció elfolk del lore (el objeto del sujeto), omitiendo análisis subjetivos y
contextuales más amplios del fenómeno folclórico total (Blache, 1983: 137). En el proceso reflexivo del baile, cada sujeto le da sentido a una danza
32. Conversación personal con Irma Ruiz. en particular, apropiándose a través de elementos discretos asociados con su
194 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 195

mundo imaginado. La emoción de· bailar esta música les permitiría evocar y/o tener "mucho punteo... y ser liviano". En la cueca cochabambina, se realiza
imaginar mi�vas melodías y paisajes, pudiendo así "conocer sus culturas". En un acompañamiento mientras la pareja camina realizando pocos movimien­
este imaginario constituido a través de los procesos de selección de lo tradicio­ tos con extrema galantería. En cambio, la cueca paceña se caracteriza por
nal folclórico, también están presentes los relatos acerca de los orígenes de las "un ritmo más suave, más melódico", siendo "más esbelta", "personal" e "im­
danzas, su autenticidad, los modos "tradicionales" de bailarlas y los contextos pactante", a diferencia de la cueca chaqueña, de "ritmo más fuerte, alegre y
de actuación. Por ejemplo, la llamerada y la kullawada son danzas de pare­ vivaz". 34 Considerada una danza "ligera" como el taquirari, y de "pareja suel­
jas interrrelacionadas que se representan en las procesiones devocionales, son ta e independiente" (Fortún, 1967-1968: 8, 9), tiene la particularidad de tener
danzas "agrarias y de oficios" (Fortún, 1967-1968: 15), cuya temática gustan varfa.ciones en todo el país y ser bailada en toda celebración. Estas distintas
recordar los propios bailarines, ya que representan a la gente del campo reali­ apropiaciones influyen positivamente en la caracterización de su postura cor­
zando sus la�ores diarias. Así, la evocación del contexto performático resulta poral, en la representación de los bailarines sobre las danzas e incluso sobre
imprescindible para la eficacia de la danza. Por todo esto, muchos consideran las identidades de bolivianos y argentinos, a pesar de las discriminaciones
que el folclore es el "legado cultural andino" que hay que "preservar" frente a imperantes en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.
otros géneros "internacionales" o "demoda", como los ritmos afro, y suelen con­ Para describir estos procesos perceptivos y reflexivos, Csordas (1993) ape­
traponerlos a las danzas consideradas1 "autóctonas" u "originarias", como las ló al concepto de "imaginación sensorial" (147), en este caso, se trataría de
kullawadas. No se trata entonces sólo de una oposición entre lo "indígena" y lo imágenes yjsuales a las que los participantes e incluso los directores apelan
"nacional",•sino también entre la Iij¡Úsica "de moda" -los ritmos afrobolivianos­ durante la práctica, a la manera de una proyección consciente a espacios del
y la música tradicional "que despierta emociones" -como los ritmos andinos-. mundo cultural. Así lo expresa una participante: "La música es lo más lindo,
Frente a esta diversidad de géneros, el Estado promovió políticas cultura­ a mí me alegra. Me divierte mucho. A mí me llega[. .. ] Yo cuando estoy bailan­
les que respondieron a distintos intereses nacionalizadores, entre los cuales se do me emociono. No es un papel en blanco [ ...] es un cable a tierra". Es decir,
destacó el caso de la cueca� considerada no sólo danza y música sino además como expresa Csordas, es en este interjuego donde las diferentes sensaciones
"manifestación espiritual" del ser boliviano (Hidalgo Claure, 2005: 20). La re­ de cada sujeto -como parte de su experiencia empírica y corporal- se recrean
contextualización de este género dancístico es sin embargo reciente, dado que, y renuevan, conformando el mundo imaginado subjetivo y particular, o sea,
frente al mencionado proceso de indigenización de las expresiones tradiciona­ la concepción de realidad que cada uno construye como parte de las percep­
les bolivianas, no sería apropiado como "baile boliviano" hasta la década del ciones y apropiaciones de las músicas y sus danzas. Finalmente, cabe 'señalar
50. Como hemos descripto, aquí se produce el auge de las nuevas músicas na­ que los grupos de baile boliviano están conformados por personas de distinta
cionales y se construye un aparato ideológico en el que el folclore se convierte procedencia, lo que hace aun más diversas estas apropiaciones. La selección
en la .música hegemónica. Si bien la cueca bolivi�na se hace conocida a pru'tir de los repertorios realizada mayormente por los directores de baile demues­
de la década de 1860, recién en 1930 tendrá su aµge junto a composiciones de tra hasta qué punto el proceso de folclorización ha determinado la inclusión y
músicas mestizo-criollas, como el triste y el yaraví.33 No obstante, la música exclusión de músicas y danzas. Así, para los bailarines "lo andino" remite al
nativa era considerada "triste", "nostálgica" y "solemne", y como los indios, "paisaje indio" y la vida en "comunidad", mientras que lo folclórico-nacional
"melancólica y dolorosa": "Quien la oye, ve por ella en el indio un existir árido como la cueca, a los espacios populares y de "salón y galantería". Siendo
y espinoso" (Zarco, en Rossells, 4.1.996: 94). A pesar de reconocerles algún ances­ ambos invenciones urbanas en los períodos históricos analizados, conforman
tro hispánico, la cueca y el bailecito eran tan descalificados como otros géneros ese amplio ·espectro de lo "mestizo" que, ocultando o visibilizando (según el
considerados ancestrales. caso, lo indígena, lo criollo y lo afro, conforman el mapa de lo boliviano en
El contexto histórico de constitución de los repertorios folclóricos bolivia­ Buenos Aires)._.
nos da cuenta de procesos de asimilación y apropiación que, en el nuevo hábi­
tat migrado, toman nuevas configuraciones. Los bailarines dicen cambiar su
"postura" porque "en la cueca tenés que ser coqueta", "es señorial", hay que

34. Estas concepciones del baile ·diferencian de algún modo las tres regiones geográficas de
33. Unas ilustraciones realizadas en el interior de varios platos de cerámica muestra que Bolivia -Llano, Altiplano, Chaco- y, así, sus músicas. De este modo, cada una de las cuecas
hacia principios del siglo XIX se bailaban varias danzas "mestizas", entre ellas presumible­ remite idealmente a un grupo aborigen homogéneo. La cueca tarijeña-chapaca es conside­
mente la cueca',,1Sin embargo, se desconoce qué tipo de cueca. La presencia de los ejércitos de rada festiva, mientras la chuquisaqueña y potosina más señorial, de salón (Radek Sánchez,
la Independencia en Bolivia en el período 1809-1828, provenientes de Colombia, Venezuela, conversación personal). Generalmente suele resaltarse su estilo coqueto y elegante, por lo
Perú y Argentina, nos permite suponer su origen híbrido producto de las jornadas festivas y que los bailarines señalan que no todos pueden bailar cueca, como si hubiera que tener cier­
del intenso interjuego cultural (Rossells, 1996). tas "condiciones" estilísticas y subjetivas especiales.
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196 Silvia Benza Solari,. Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 197

Reflexiones· finales En la vecina Bolivia, la nacionalización de los repertorios instrumentada


'· por políticas culturales posrevolucionarias, se produjo a partir de la folclo­
La Argentina, Perú.y Bolivia celebraron sus manifestaciones y expresiones rización de lo indígena, dibujada en la imagen de lo mestizo nacional. En la
culturales dé ·pianera ambigua, contradictoria y no exenta de conflictos. Estos selección y legitimación de repertorios, se expresaron los intereses yuxtapues­
procesos nutrieron y a su vez fueron el resultado de la constitución de "alte­ tos de la elite criolla paceña y la tradicional clase hacendada, representadas
ridades históricas", entendidas como una modalidad peculiar de ser-para-otro por intelectuales y. artistas que sostenían una visión romántica y racista del
en el espacio delimitado por la nación, con un estilo propio de interrelación indígena. En este contexto, se "andinizaron" costumbres y danzas nativas y se
entre sus partes y bajo la interpelación del Estado (Segato, 2007). A lo largo popularizó una fachada folclórica y exótica de una Bolivia "ancestral" -indó­
del artículo,' dichos procesos fueron reseñados en los repertorios de danzas mita al cambio-, dando lugar a arquetipos perdurables en las apropiaciones
folclóricas p$tualizando dos momentos: su conformación, legitimación e ins­ actuales de los géneros dancísticos.
titucionalización en las décadas de 1940 y 1950 y las reapropiaciones actuales En la Argentina, en cambio, fue el criollismo y no el indigenismo el conteni­
en las ciudades de Buenos Aires y Rosario, donde vimos cómo, especialmente en do que asumió la ideología nacional tradicionalista, expresada en diversas po­
el caso del folclore boliviano y peruano, se tienden a reproducir los fundamen­ líticas culturales. Así, las elites ten·atenientes bonaerenses -que controlaban
tos sobre los que se instituciónalizaro¡n repertorios (aunque en Perú tanto la la producción y la exportación de cereales y ganado de la región pampeana- to­
conciencia diaspórica afro de las décadas de 1960 y 1970 como la consolidación maron com9 ícono al gaucho y su modo de vida, colocándolo como legítimo ha­
de expres1ones.-ª1}dinas en la.c<>stij.lleven a una creciente refutación de aquel bitante de dicha región. Esta operación ideológica fue exitosa en dos sentidos:
proceso), mientras que en los casos analizados para la Argentina, se tiende a por un lado, borró e invisibilizó los aportes de indígenas y negros en los bienes
cuestionarlos. culturales, entre ellos las danzas folclóricas, y, por otro lado, subordinó las
Los procesos.de conformación de los repertorios folclóricos han sido ana­ identidades de los inmigrantes europeos y de los migrantes internos al gaucho
lizados desde la perspectiva de los "géneros performáticos" (Citro, 2009), como modelo ideal. Siguiendo el mismo patrón centralizante, las danzas de las
destacando cómo cada género se construye con relación a otros y a otras diversas regiones fueron modeladas en Buenos Aires, exportadas luego a Eu­
prácticas histórico-sociales, recurriendo a diversos grados de maximización o ropa donde se consagraron y luego vueltas a enseñar en regiones y provincias
minimización de estos vínculos. En las décadas y en los países analizados, la argentinas, cargadas, como hemos visto, de un discutible fundamentó histórico
visibilización o invisibilización de estas conexiones suele poner en juego las legitimado por los estudios científicos folclóricos y, además, reconfigurádas es­
propias adscripciones identitarias de los intérpretes y promotores del folclore tilísticamente en todo este devenir.
(Citro, Aschieri y Mennelli, 2009), proceso que .se repite en la actualidad en Por lo tanto, podemos concluir que, si bien los tres países atravesaron
la reapropiación de las danzas. procesos culturales y sociopolíticos diferentes -especialmente con relación al
S{ bien cada país plantea particularidades históricas bien distintas en lo acoplamiento/desacoplamiento entre patrimonio cultural y clase, raza, etnia,
que respecta a la constitución de sus alteridadefi, observamos que en los tres género, región-, existieron importantes puntos de contacto con respecto a los
casos analizados grandes contingentes de pobladores provenientes de los ám­ objetivos nacionalizadores de expresiones culturales que los sectores de poder
bitos rurales comenzaban a ocupar paulatinamente las zonas urbana,s, pro­ consideraban "supervivencias" en vías de desaparición. Es indudable que en
ducto de un acentuado procesó de industrialización y mercantilización, a los sus búsquedas de diferenciación, los tres países fueron nutriéndose y oponién­
que se vieron enfrentados durante las décadas referidas. dose en su intento por crear una imagen propia y real (aunque ficticia), distin­
En lo que respecta a Perú, el surgimiento del denominado "neoindigenismo ta pero no tanto de Europa y más cercana a una tierra imaginada o añorada.
estatal", uno de cuyos exponentes fue por José María Arguedas, consideraba No es casual que en la Argentina, que se jactaba de ser el país más blanco, mo­
necesaria la recopilación de las expresiones del "mestizaje emergente" (repre­ derno y cosmopolita de Latinoamérica, haya florecido la obra de Carlos Vega
sentado en el acervo cultural indígena andino), como una manera positiva de que invisibilizaba los aportes indígenas y afro. En cambio, Romero en Perú re­
construir una nacionalidad peruana, en respuesta a la identificación negativa futó los trabajos del autor argentino y Fortún, si bien los retomó en su carácter
de la elite limeña;·.ÁÍgunos años antes, un nacionalismo regionalista esperaba de discípula, le imprimió una impronta local de carácter latinoamericanista.
peruanizar el país teniendo a Cusco como un medio para construir µn Perú Otro aspecto que merece ser destacado en esta comparación, refiere a la
autóctono. En cambió, en la cosa, en lo que al folclore ser refiere, otra corriente relación que guardaron las· danzas con sus regiones de origen dentro de los
liderada por una minoría criolla revitalizó una conciencia negra frente a la repertorios institucionalizados. Así, aunque con distintas implicancias e in­
creciente pre��ncia de pobladores proyenientes de la sierra a la costa peruana. tensidades, en los tres países estuvo presente la dinámica centro-periferia,
Esta distinta construcción de nación marcaría el rumbo de los diferentes mo­ es decir, que una de las regiones, usualmente donde se emplaza la capital del
dos culturales de entender esta nueva diversidad. país, se constituyó en centro, transformando en periferia las restantes regio-
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198 Silvia Benza Solari, Yanina Mennelli y Adil Podhajcer "Cuando las danzas construyen la nación" 199

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nes. Gradualmente, el modelo centro-periferia fue más centralizado en la Ar- vas" del folclore en las ciudades argentinas, en tanto apelación a "lo lati­
gentina; donde las danzas nacionales se bailaron según modelos transmitidos noamericano" como horizonte común, estético e ideológico-político. Además,
y legitimados por los docentes formados en Buenos Aires o por artistas que esta apelación latinoamericanista vincularía la actual coyuntura política de
triunfaron en esta ciudad. En Perú, la estructuración del repertorio legítimo nuestros países con los contextos predictatoriales de las décadas del 60 y el
reconoce comq característica fundamental la existencia de particularidades 70, en los cuales las músicas folclóricas latinoamericanas funcionaron como
relacionadas c9n las regiones (reconociendo la producción cultural de Cusco, vehículos y catalizadores de ideas políticas que buscaban la transformación
Ayacucho, Huánuco y Junín), que han sido fomentadas desde Lima, creando de nuestras sociedades.
asimismo una relación centro y periferia. En cambio, en Bolivia la relación
centro-periferia es menós intensa y las danzas de cada región guardan parti­
cularidades � identidad propia dentro de la nación.
Es importante destacar que los escenarios constituidos a mediados del si­
glo xx, que dieron unidad de sentido a los discursos y las representaciones
hegemónicos sobre el patrimonio y la nación, muchas veces fueron retomados
y reelaborados por los sectores subalternos, coexistiendo aunque subordinada­
mente, junto a las versiones oficiales, dtras versiones, alternativas o disidentes
que, comoJa.�a:lamanca santiagu�ña en el caso argentino, son retomadas con
mayor vigor en la actualidad.
El caso de las reapropiaciones de las danzas bolivianas y peruanas en Bue­
nos Aires se produce en un contexto en el que los bienes culturales se trans­
nacionalizan, atravesando .fronteras nacionales y estableciendo nexos globales
donde antes no existían (Appadurai, 1991). Sin embargo, en tanto los sectores
que se apropian e interpretan estos géneros pertenecen a la clase baja y media­
baja de ciudades como Rosario y Buenos Aires, estos procesos no implicaron,
por ejemplo, ciertas dinámicas estéticas asociadas a la posmodernidad de las
clases medias urbanas, como el traspaso de los límites entre las categorías de
lo culto, lo popular y lo masivo. Si bien la divulgación de estas danzas en la Ar­
gentina no es masiva, especialmente la práctica de danzas andinas, indígenas
y afro ha ganado una mayor visibilidad, reconocimiento y legitimación que el
que existía años atrás, ofreciendo recursos para &quellos grupos que reclaman
derechos en nombre de sus identidades étnicas 'y/o nacionales. No obstante,
la esencialización de la relación entre danza, identidad y región geogi�ca, y
la existencia de "personalidades" y "estatus" asociados a ellas, tambi�n da
cuenta de la persistencia de "entidades monolíticas", identidades cerradas,
depuradas de ambigüedades y .fieles a sus orígenes, reivindicando la. "bon­
dad intrínseca del fragmento", propia de ciertas ideologías multicultur,alistas
(Grüner, 2002). Para el caso argentino, en cambio, si bien la exotización y mer­
cantilización del multiculturalismo son peligros siempre latentes, la mayor
visibilización de lo Íl)dígena y lo afro en las danzas folclóricas se asocia muy
fuertemente a escenarios donde confluyen la práctica artística y la militancia
política de clases medias urbanas, donde intentan superarse las concepciones
tradicionalistas y nacionalistas de lo folclórico popular.
Finalmente, nos parece interesante señalar a modo de hipótesis que la
creciente vi1;1j�ilidad de los repertori,os folclóricos de los migrantes peruanos
y bolivianos; que reconocen lo afro y lo indígena como parte constitutiva,
también habría influenciado la emergencia de las modalidades "alternati-

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