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No 178
CIENCIA ECOLOGÍA HISTORIA JUEGOS CUENTOS TURISMO CULTURA
Javier Villafañe
H oy Pirueta te presenta en
su col ección "Los l ibros
d e Piru eta", u n cu ento d el
escritor arg entino J avier
Vil l afañe.
El texto fu e tomad o d el l ibro:
Clásicos de la literatura infantil-
juvenil de América Latina y el
contad ores d e cu entos y estas
Caribe . Sel ección, pról og o y
narraciones nu trieron hermosas
notas: Vel ia Bosch. Ed itorial
historias d ed icad as a l a infancia
Bibl ioteca Ayacu cho. Col ección
y l a ju ventu d .
Cl aves d e América (2000).
Al g u nas d e su s obras son:
Javier Villafañe (1909-1996) El Gallo Pinto (1947),
N ació en Bu enos Aires. Poeta,
Libro de cuentos y leyendas
cu entista y titiritero. Du rante su
(1945), Historia de pájaros
vid a con el el teatro d e títeres
(1957), La gallina que se volvió
La And arieg a recopil ó historias,
serpiente y otros cuentos (1977),
l eyend as y vivencias q u e l u eg o
El caballo celoso (1983),
se convirtieron en l os temas d e
Maese trotamundos por el
su obra.
camino de Don Quijote (1983)
Vivió d iez años en l os And es
El hombre que debía adivinarle
venezol anos y más tard e en l a
la edad al Diablo (1991).
reg ión d e l a M ancha, en España
(el pu ebl o d e Don Qu ijote , Si deseas escuchar nuestro
otro personaje famoso d e l a cuento, puedes buscarlo en
l iteratu ra), en ese pu ebl o esta diercción:
recopil ó material proveniente https://bit.ly/3fh7DhB
d e l a viva voz d e niños o haz clic aquí
Libros de Pirueta 3
E ra u n hombre q u e estaba en el
monte, cerca d e u na peña, y d e
pronto se l e apareció el Diabl o, él
—Señor, q u iero hacer u n pacto
con u sted —d ijo el Diabl o, y
preg u ntó—: ¿Qu é l e parece?
mismo en persona, así como es él . El —Vamos a ver d e q u é se trata
hombre no tu vo mied o porq u e l o —contestó el hombre.
conocía. U na vez l o había visto en u n —Se trata d e q u e u sted será
su eño y eran exactamente ig u al es, riq u ísimo, mu cho más rico q u e el
cortad os con l a misma tijera: ni al to ni presid ente. ¿Qu é l e parece?
bajo, el pel o chamu scad o, l os cu ernos —M e parece bien, ¿y?
pu ntiag u d os, l a col a rabona y l as patas —Tend rá u n pal acio, carru ajes. Lo
d e chivo. q u e q u iera. ¿Qu é l e parece?
—M e parece
bien, ¿y?
—Si tod o l e
parece bien, ¿por
q u é no hacemos
u n pacto?
— ¿Y cu ál es el
pacto?
—U sted tend rá
l o prometid o y
mu cho más, pero
d eberá ad ivinarme
l a ed ad en u n
4 Libros de Pirueta
—Yo
también
—respond ió
el hombre.
El Diabl o
l o miró con
u na mirad a
fil osa y
d esapareció.
Cu and o el
hombre l l eg ó
a su rancho,
el rancho no
estaba. En su
pl azo d e veinte años. Si ad ivina, l u g ar había
q u ed a l ibre y d u eño d e esa inmensa u n pal acio tod o il u minad o y u n
riq u eza, y si no ad ivina será mi g entío con u niforme su biend o y
escl avo. ¿Qu é l e parece? ¿Está d e bajand o escal eras.
acu erd o? El hombre tampoco se reconoció.
—Sí, estoy d e acu erd o. Era otro. En vez d e al parg atas tenía
El Diabl o l e entreg ó u n papel y d ijo: botas. También, sin d arse cu enta, l e
—Lea y firme. habían cambiad o el sombrero y el
— ¿Para q u é voy a l eer, si no sé? poncho por u n sombrero al u d o y u n
Firmar, sí. Y, con l a pl u ma q u e l e d io poncho l istad o. N u evos, fl amantes.
el Diabl o, firmó. La firma era u na Le aparecieron d e g ol pe cu atro
espiral q u e terminaba en u n pu nto. anil l os, d os en cad a mano, y d e oro.
El Diabl o g u ard ó el papel y d ijo: El personal d e servicio estaba
—Dentro d e veinte años, ju sto a vestid o d e pu nta en bl anco. Los
l a med ianoche nos encontraremos hombres con g u antes, zapatos d e
aq u í, en este peñón. charol , pantal ón g ris, u na chaq u eta
—Yo soy pu ntu al en l as citas. azu l con ojal es y botones d orad os.
Libros de Pirueta 5
Parecían g eneral es en u n d ía d e Tenía un acolchado con pinturas de
d esfil e. Y l as mu jeres con g u antes, pájaros y flores. Almohadas y
zapatos d e charol , bl u sa rosad a y fal d a almohadones mullidos con bordados y
neg ra. El mismo peinad o y l a misma encajes. "Para dormir en esta cama
sonrisa. —pensaba el hombre— hay que
Cu and o el hombre entró en el pal acio, bañarse todos los días y usar un
u n cabal l ero d e barba q u e parecía el camisón que esté a la altura de las
patrón d e l os u niformad os d ijo
incl inand o l a cabeza:
sábanas".
—Señor, lo acompañarán a los De las paredes colgaban tantos
aposentos. tapices, espejos y cuadros que no
—Perfecto —contestó el hombre. alcanzaban los ojos para verlos. Mesas
—Pero antes deseo saber qué le recién lustradas con incrustaciones de
apetece para el almuerzo. nácar y piedras preciosas. Sillones y
— ¿Desea saber qué? sillas del mismo color y sin fundas,
—Qué ordeno para su almuerzo. como si esperaran visitas de
—Un caldero completo de guiso de importancia. "Así serán los 'aposentos'
carne, que no le falte nada. de los emperadores y los reyes," pensó
— ¿Y de postre? el hombre.
—Queso y dulce. Mantecoso y batata,
preferiblemente.
— ¿Y para beber?
—Vino tinto y
soda.
Lo que
llaman
"aposentos"
eran la
exageración de
lo increible. Una
cama donde
podía dormir y
soñar cómodamente
una familia entera.
6 Libros de Pirueta
U na noche d e tormenta se
d esvel ó. N o pod ía concil iar el su eño,
y mientras contaba ovejas para
d ormirse record ó l a cita con el
Diabl o. Ad emás, para no ol vid arse,
tenía escond id o en l a mesa d e l u z
u n cartón misterioso con nú meros y
d ibu jos q u e sol amente él pod ía
d escifrarl o: "El veinticinco d e abril
d e mil novecientos noventa a l as
d oce d e l a noche con el Diabl o en el
monte cerca d el peñón". Estad os U nid os y u n economista l o
U na tard e, el 15 d e octu bre d e envió a l a capital aseg u ránd ol e q u e
1989, al abrir el cajón d e l a mesa d e u n g ru po d e d iabl os se reu nía en
l u z, se encontró con el cartoncito. u na casa pintad a d e bl anco.
Sacó cu entas con l os d ed os y se Al l í no consig u ió ning u na
peg ó u n enorme ju l epe. Fu e l a información y l o enviaron a
primera vez q u e sintió tanto mied o, Ing l aterra para q u e viera en Lond res
u n mied o atroz, tembl aba d e frío y a u na metál ica Diabl esa, y el l a l e
l e su d aban l as pal mas d e l as manos. d ijo: "De años no sé, ni preg u nto;
"M e q u ed an sol amente seis meses y trato d e ocu l tar l os míos". Estu vo en
d iez d ías. N o hay tiempo q u e China, en l a Ind ia, y no l o conocían.
perd er", se d ijo. En Persia se entrevistó con u n
Y sal ió a bu scar l a ed ad d el matemático, q u e l e d ijo: "Tiene
Diabl o. Fu e u n viaje enl oq u eced or. tantos años q u e no al canzan l os
Tod o avión. Estu vo en Bol ivia, nad a. nú meros para contarl os". En
N ad a en Ecu ad or. N ad a en Al emania l e d ijo u n fil ósofo:
Venezu el a. En M éxico se enteró d e "Cu and o nació estaba cread o. Por l o
q u e el primer Diabl o l l eg ó a América tanto, no tiene ed ad ". En Francia u n
con Cristóbal Col ón y el ajetreo d e q u iromántico l e d ijo "De tanto
l a carabel a y l os ol ores d e a bord o apantal l ar fu eg o se l e borró l a ed ad
l e hicieron perd er l a memoria. Fu e a en l as l íneas d e l as manos".
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