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LA ENTREVISTA.
Las reales presentan a una o más personas reales que responden a una serie
de preguntas formuladas por un entrevistador.
Las imaginarias son en las que una persona adopta el papel del entrevistado
artista, escritor y el otro el de entrevistado puede ser un personaje histórico o
literario, y el entrevistador es el mismo o algún otro personaje.
Estudiar las manos del hombre escurridizo que tengamos ante nosotros.
Las manos hablan lo mismo que se hallan serena quietud como si están en
pleno y agitado movimiento, sin que lo sepa su dueño nos descubren el modo
mas intimo de su ser.
Una entrevista no debe hacerse para que el entrevistador luzca con facilidad
interrogatorio lo que debe buscar es la fuerza de la personalidad. Y un hombre
no se le descubre a la fuerza para interrogarle, si dejándole hablar, que es lo
mismo. Hay pues, que saber preguntar en su momento y saber callar cuando
es la ocasión lo exige.
La entrevista ha de ser reflejo del dialogo, que nunca exclusivamente una
suma de preguntas y respuestas, sino algo más complejo: afirmaciones,
negaciones, titubeos, gestos y reservas.
El tomar notas, depende del momento, del interlocutor, de nosotros mismos.
Pero muy buena retentiva que se tenga, siempre convendrá tomar alguna
rápida nota (mas o menos disimulada o, terminada la entrevista, al salir a la
calle). Tales notas nos servirán para recordar un gesto, una frase, algo
característico.
Otras veces, en un cambio, no preciso recurrir apenas a las notas, por lo que
nuestro interlocutor se presta más al trabajo de síntesis que al análisis.