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obligaciones
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10 de mayo de 2023
Por la compensación
Por la novación”
Junto a las causas enumeradas, existen otras causas particulares de extinción aplicables a
ciertas relaciones obligatorias y no a la generalidad de las obligaciones. Por ejemplo, la muerte
del deudor en caso de obligaciones de hacer personalísimas.
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2. La pérdida de la cosa debida o la imposibilidad sobre-
venida de la prestación
Dado que la imposibilidad de cumplimiento puede afectar tanto a las obligaciones de dar
cuanto a las de hacer (y, por extensión, pero indiscutiblemente, a las de no hacer) la doctrina y
la jurisprudencia han acabado por imponer, de forma acertada, la expresión “imposibilidad
sobrevenida de la prestación”.
El Código civil regula la imposibilidad sobrevenida de la prestación que tenga carácter total,
es decir, que haga absolutamente imposible el cumplimiento de la obligación En caso de que
la imposibilidad sobrevenida de la prestación sea sólo parcial, habrá que dejar la decisión
en manos del acreedor de la prestación, en las relaciones jurídico-obligatorias de carácter
oneroso, y predicar la extinción parcial de la obligación en los supuestos a título gratuito
(sin contraprestación).
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2. Cuando la imposibilidad sobrevenida de la prestación se produzca con anterioridad a la
eventual constitución en mora del deudor. En caso de deudor moroso, éste responderá
incluso del caso fortuito.
3. Que, en caso de obligaciones de dar:
La cosa sea específica o determinada; pues, para las cosas genéricas, sigue rigiendo
el principio genus nunquam perit.
Que la cosa específica no proceda de delito o falta, (por ejemplo, objeto robado
que debe ser restituido a su legítimo propietario), ya que en tal caso no se exime al
deudor del pago de su precio, cualquiera que hubiese sido el motivo de la pérdida,
a menos que, ofrecida por él la cosa al que la debía recibir, éste se hubiese sin
razón negado a aceptarla.
No obstante, la tradición histórica y algunos datos normativos permiten afirmar que, con
carácter general, condonar equivale a perdonar una deuda o renunciar a exigirla, ya se haga:
4. La confusión
Inter Vivos: Ejem: cuando un grupo empresarial estructurado en una S.A. adquiere
una factoría o fábrica del sector, y, cuando el arrendatario que adeuda algunas rentas,
por no habérsele ofrecido tanteo, ejercita posteriormente el retracto y se convierte en
dueño del piso.
Mortis causa: La sucesión hereditaria origina desde antiguo frecuentes casos de con-
fusión, por deber los herederos al causante o viceversa.
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5. La compensación
1. Que cada uno de los obligados lo esté principalmente, y sea a la vez acreedor principal
del otro.
2. Que ambas deudas consistan en una cantidad de dinero, o, siendo fungibles las cosas
debidas, sean de la misma especie y también de la misma calidad, si ésta se hubiese
designado.
5. Que sobre ninguna de ellas haya retención o contienda promovida por terceras personas
y notificada oportunamente al deudor.
Cuando alguna de las deudas proviniere de depósito o de las obligaciones del depositario
o comodatario.
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5.3. Efecto de la compensación
6. La novación
Por el contrario, en otros artículos, el CC parece estar presidido por la idea de que
la alteración de la obligación preexistente o primitiva no supone necesariamente su
extinción, sino que sólo ocasionará su modificación. (Novación modificativa).
Novación subjetiva cuando se produce la sustitución del acreedor o del deudor por
otra persona diferente con intención claramente novatoria. (De escasa aplicación prác-
tica en la actualidad).
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6.3. Requisitos de la novación extintiva
Que la voluntad o intención novatoria de los sujetos de la obligación (animus novandi)
no deje lugar a dudas. La voluntad novatoria puede darse de forma expresa o tácita.
La cesión del crédito es una facultad del acreedor que éste puede ejercitar por sí mismo y por
propia iniciativa, con independencia de la voluntad del deudor. El acreedor puede disponer
de su crédito aun cuando el deudor no lo sepa o no lo consienta en caso de que llegue a
conocer la cesión.
La cesión del crédito puede encontrar su causa tanto en una compraventa, cuanto en los
actos de liberalidad típicos (esto es, un legado o una donación). Igualmente, pueden cederse
los créditos con finalidad solutoria, es decir, en pago de una obligación preexistente, como
en el caso de la dación de pago y el pago por cesión de bienes.
La regla general de transmisibilidad del crédito quiebra en algunos supuestos que conviene
tener presentes:
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Es una regla de carácter dispositivo (norma dispositiva) que, por tanto, puede ser derogada
por las partes
De forma general y por principio, son intransmisibles los derechos personalísimos derivados
de una relación obligatoria cualquiera (precisamente por el hecho de que ésta se estableció
con particular atención a los sujetos de la misma: por ejemplo, el derecho a cobrar una
pensión de viudedad)
De forma particular, no pueden cederse créditos a ciertas categorías de personas que tengan
una especial relación con el eventual cedente o ciertas funciones públicas en relación con el
crédito de que se trate.
La sustitución del acreedor originario (cedente) por el nuevo acreedor (cesionario) y la per-
manencia del mismo deudor (al que, a veces, se le denomina deudor cedido) plantean una
serie de cuestiones:
Aunque la cesión de crédito sea válida y eficaz por el mero consentimiento entre ceden-
te y cesionario, se comprenderá que el deudor no puede considerarse vinculado a este
último más que cuando llegue a tener conocimiento de la cesión de crédito. Por ello, “el
deudor, que antes de tener conocimiento de la cesión satisfaga al acreedor (cedente),
quedará libre de la obligación”.
Dicha regla, con todo, no supone que la perfección del negocio de cesión requiera
la notificación al deudor en términos técnicos. Pese a ello, en términos prácticos, es
evidente que al cesionario el conviene poner en conocimiento del deudor la cesión
realizada a la mayor brevedad posible. Además, al cesionario le interesa también que
el deudor acepte la cesión.
El deudor puede enfrentarse a la cesión en muy diferente situación, según que:
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• La haya conocido, pero se haya opuesto a ella: sólo podrá oponer al cesionario
la compensación de los créditos que tuviera frente al cedente con anterioridad al
conocimiento de la cesión.
• La haya consentido: no podrá oponer al cesionario compensación de crédito alguno
que tuviera frente al cedente.
En los casos de cesión gratuita, hay que entender que el donante-cedente (y, en gene-
ral, el cedente a título gratuito), aun en el caso de que el crédito fuera incobrable, no
incurriría en responsabilidad alguna.
Para determinar la responsabilidad del cedente a título oneroso, hay que distinguir
entre cedente de buena y de mala fe. El cedente de mala fe responderá siempre al
pago de todos los gastos que haya realizado el cesionario y de los daños y perjuicios
que la falta de cumplimiento por el deudor (incluida su insolvencia). Por el contrario,
en principio, el cedente de buena fe sólo responderá de la existencia y legitimidad del
crédito al tiempo de la venta o cesión, pero no de la solvencia del deudor.
Atenuada: cuando cede el crédito como dudoso (o de dudoso cobro). En tal caso no
habrá de responder ni siquiera de la existencia y legitimidad del crédito.
Dado que la cesión del crédito es una simple novación modificativa de la obligación pre-
existente, ésta continúa subsistiendo conforme a su estado anterior: el derecho de crédito
pervive o sobrevive de forma exactamente igual a la que tenía antes del cambio de acreedor.
El cesionario se encuentra en la misma posición en que se encontraba el cedente y contará
con las mismas garantías y derechos accesorios inherentes al crédito originario.
El C.C. establece: «la venta o cesión de un crédito comprende la de todos los derechos acce-
sorios, como la fianza, la hipoteca, prenda o privilegio».
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El Código no se refiere para nada al valor o importe nominal del crédito cedido. El cesionario
puede reclamar al deudor el importe íntegro del crédito, aunque lo haya adquirido a título
oneroso por un precio menor (se establece una regla diferente para el caso de cesión de crédito
litigioso).
Subrogarse significa suceder a otra persona o a otra cosa en el caso de la subrogación real,
(frecuenten el régimen económico del matrimonio: dinero adquirido con la venta de un bien
privativo es igualmente privativo) en una determinada situación jurídica. Por tanto, en ciertos
casos, el solvente que paga o satisface al acreedor sucede a este en su posición jurídica,
pasando aquel a detentar la titularidad del crédito y sus accesorios. El efecto subrogatorio
no es una consecuencia automática del pago realizado por personas distintas al deudor.
Existe subrogación convencional en los supuestos de pago del tercero en que el solvente y el
acreedor llegan a tal acuerdo. Para ello se requiere: que se establezca con claridad y que el
solvente haya realizado el cumplimiento de la obligación con conocimiento del deudor.
De acuerdo con el art. 1.210 del C.C., existe subrogación por imperativo de la ley en los
supuestos siguientes:
“Cuanto un acreedor pague a otro acreedor preferente”: así, por ejemplo, para evitar
que la finca se saque a subasta, el segundo acreedor hipotecario paga primero.
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8.3. Efectos del pago con subrogación
No obstante, este procedimiento es mucho más complejo que la cesión de crédito por el
efecto que tiene sobre el deudor y el acreedor. Es muy importante tanto la identificación del
deudor o nuevo deudor como su capacidad de cumplimiento o solvencia. Por tanto, en la
transmisión de deudas es fundamental que la situación del deudor originario se lleve a cabo
con consentimiento del acreedor para que aquel pueda decirse liberado del cumplimiento de
la obligación. En tal sentido, se expresa en el C.C. que la sustitución “un nuevo deudor en
lugar del primitivo, puede hacerse sin el consentimiento de este, pero no sin el consentimiento
del acreedor”.
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10. La cesión del contrato
Además del crédito, la posición contractual que una persona ocupe en un determinado con-
trato puede ser objeto de transmisión. Por ejemplo, en el caso del comprador de un piso
en construcción que cede su posición contractual, como comprador a otra persona, en el
supuesto de un contrato de suministros, etc.
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