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Sentido de la vista
Te explicamos qué es el sentido de la vista, para qué sirve y cómo funciona. Además, la
anatomía del ojo y por qué vemos colores.

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Para el ser humano, la vista es el sentido más importante.

Índice temático 

¿Qué es el sentido de la vista?


Llamamos visión, percepción visual o sentido de la vista a uno de los cinco sentidos a
través de los cuales el ser humano y muchos animales perciben la realidad circundante.
En el caso de nuestra especie, la visión es el más importante y el más privilegiado de los
sentidos, empleado no sólo en la observación del entorno y de nuestros interlocutores,
sino en el acto de la lectoescritura, fundamental en las sociedades humanas.

La percepción visual puede definirse como la capacidad de extraer información a partir


de los efectos de la radiación electromagnética en los objetos del entorno. La radia-
ción que se percibe se encuentra en el espectro de la llamada “luz visible”, que com-
prende longitudes de onda de entre 380 hasta 780 nanómetros. Por esa razón es impo-
sible ver en ausencia de luz.

La información que ofrece la vista es de forma, color, posición, movimiento, textura. Por
otro lado, la visión es un sentido activo, que puede dirigirse y suprimirse a voluntad
(basta con cerrar los párpados), a diferencia de otros sentidos de corte más pasivo, como
el olfato o la audición, que depende principalmente del funcionamiento de los ojos, pero
en el cual intervienen también distintos componentes y procesos fisiológicos internos.

Se trata de un proceso complejo, en el que intervienen diferentes factores ambientales,


corporales y mentales para producir una percepción más o menos objetiva de los
objetos.

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 Puede servirte: Comunicación visual

¿Para qué sirve el sentido de la vista?


La visión es un sentido muy poderoso, en la medida en que revela enormes cuotas de
información sobre el entorno. Las dimensiones de las cosas y los espacios (ancho, alto y
profundidad), los colores, el movimiento, la textura y otras experiencias similares de lo
real son posibles gracias a ella.

Además, nos permiten prever futuros acontecimientos a partir de su percepción le-


jana: un ser humano en la línea del horizonte puede percibir objetos hasta a 5 kilóme-
tros de distancia, si las condiciones climáticas son favorables.
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Por otro lado, la vista juega un rol fundamental en la composición de la sociedad hu-
mana, permitiendo el reconocimiento rápido de nuestros interlocutores y además dis-
tintas formas de comunicación corporal y no lingüística, o más importante aún, la co-
municación escrita.

Las personas desprovistas de sentido de visión cuentan con significativas dificultades


para desenvolverse en la sociedad, y además no pueden experimentar la estética visual,
es decir, no pueden mirar un cuadro, una fotografía o un paisaje y deleitarse con su con-
tenido poético o simbólico. Hasta cierto punto, la entera civilización humana está cons-
truida sobre la percepción visual del universo.

¿Cómo funciona el sentido de la vista?


Para que la percepción visual se produzca, debe haber luz visible alrededor, o sea, on-
das electromagnéticas de suficiente amplitud para ser captadas por el ojo humano. Di-
chas ondas impactan la superficie de los objetos y, dependiendo de su naturaleza, son
reflejadas de una u otra manera. Ese reflejo es captado por nuestros ojos, al penetrar
sus capas transparentes más superficiales.

Esto no ocurre de manera incontrolada, sino que, al contraerse o expandirse, el iris y la


pupila se encargan de modular la cantidad de luz que ingresa al ojo: en abundancia
de luz, la pupila se contrae, mientras que si la luz es escasa, la pupila se abre para dejar
entrar la mayor cantidad posible de la misma. Una vez hecho esto, el cristalino se enfoca
en el objeto percibido, para proyectar su imagen sobre el telón de fondo de la retina.

La retina opera como una pantalla, cuyas células sensoriales (bastones y conos) son,
justamente, las encargadas de transformar la energía lumínica en impulsos nerviosos,
que viajan al cerebro a través del nervio óptico. Una vez allí, estas señales nerviosas son
interpretadas por el cuerpo geniculado del lóbulo occipital, un proceso clave para la
comprensión de lo que se ve.
De hecho, las imágenes en la retina se proyectan invertidas, tal y como ocurre con las
llamadas «cámaras oscuras» (el principio detrás de la técnica de la fotografía), y es el ce-
rebro el encargado de “enderezarlas”.

Así, el proceso de la percepción visual comprende a su vez tres procesos distintos:

Un proceso físico u óptico, de ingreso de las ondas lumínicas al aparato ocular.

Un proceso bioquímico, en el que las células de la retina “traducen” la luz a


información eléctrica nerviosa.

Un proceso neurológico, en el que el cerebro reconoce e interpreta lo percibido a la


luz de la inmensa cantidad de información que ya tiene almacenada.

Anatomía del ojo

La vista es posible gracias a la interacción de los diversos componentes del ojo.

El ojo es un órgano complejo, que abarca mucho más de lo que percibimos a simple
vista, y que a grandes rasgos puede dividirse en tres segmentos diferenciados: el globo
ocular, las vías ópticas y los anexos del aparato visual.

El globo ocular. Se trata del ojo propiamente dicho, o sea, una estructura semiesférica
de alrededor de 24 mm de diámetro, que se encuentra alojada en un par dentro de la
cavidad orbitaria del cráneo. Es lo que percibimos cuando vemos a otro a los ojos. Sin
embargo, el globo ocular se estructura en tres capas y tres cámaras diferentes, que son:
La capa exterior o esclerocórnea. La región más externa del ojo es una capa que lo
recubre y protege, y que a su vez abarca: la esclerótica, la parte “blanca” del ojo,
compuesta de material fibroso y recubierta de una mucosa protectora llamada
conjuntiva; y la córnea, la “ventana” óptica del ojo, una porción transparente de la
membrana externa que está muy poco vascularizada (no sangra) pero tiene
muchísimas terminaciones nerviosas.

La capa intermedia o úvea. Ubicada debajo de la capa exterior, es la capa vascular


del ojo, donde están la mayoría de los conductos sanguíneos, y que a su vez abarca: la
coroides, la región posterior del ojo, que aparte de nutrir con sangre oxigenada,
impide el escape de luz hacia regiones indebidas; el cuerpo ciliar, en donde se
segregan los líquidos que rellenan el ojo y también se controla el músculo ciliar que
permiten al cristalino enfocar la mirada; y por último el iris, la porción coloreada del
ojo, capaz de expandirse o contraerse dependiendo de la ausencia o presencia de luz.
Entre ella y la capa interna se halla el cristalino, la lente natural que permite enfocar
la vista, acomodándose en función de la lejanía o cercanía de los objetos.

La capa interna o retina. Esta es la región del ojo que es sensible a la luz y en donde
se forman las imágenes que vemos. Su zona anterior es ciega y aumenta conforme
se aproxima a la región posterior, en donde se encuentra la fóvea, una pequeña
hendidura donde se concentran la mayor cantidad de células visuales (conos y
bastones, llamados así por su forma, y encargados de la visión central y periférica
respectivamente) y se produce el punto de máxima concentración de la vista.
Además, posee una zona ciega llamada papila, donde se conecta al nervio óptico.

La cámara anterior. Es la región del globo ocular comprendida entre la córnea y el


iris, rellena por el humor acuoso, un líquido transparente producido por el cuerpo
ciliar con el fin de preservar la presión interna y la forma del globo ocular.

La cámara posterior. Situada entre el iris y el cristalino, es donde se dan los procesos
ciliares.

La cámara vítrea. La mayor cavidad del ojo, ubicada entre el cristalino y la retina, se
encuentra rellena de un gel transparente llamado humor vítreo. Este último fija la
retina en su lugar y mantiene la estructura del ojo intacta, además de preservar su
forma ante golpes o movimientos bruscos.

Las vías ópticas. Se trata del sistema de transmisión de los impulsos nerviosos de la re-
tina al cerebro, a través del nervio óptico.

Los anexos del ojo. Son el conjunto de músculos, cavidades, glándulas y mucosas que
envuelven, sostienen y protegen al globo ocular. Forman parte de ellas la cavidad ocular,
los párpados, las glándulas lagrimales y los conductos lagrimales, así como los seis
músculos distintos del sistema óculo-motor: el músculo oblicuo superior, el recto supe-
rior, el recto medial, el recto lateral, el recto inferior y el oblicuo inferior. A ellos se suma el
músculo elevador del párpado superior, ya que el inferior es inmóvil.

¿Por qué vemos en colores?


Lo que comúnmente llamamos “color” es cierta longitud de onda que los objetos re-
flejan, es decir, que la superficie de las cosas absorbe la mayor parte del espectro elec-
tromagnético mientras refleja otra porción, y esta última es la que podemos percibir
con nuestros ojos.

Similarmente, un objeto que no absorbe ningún rayo de luz, sino que lo refleja todo, será
blanco; y al contrario, uno que absorba todo el espectro y no refleje nada, será negro. Si
los rayos de luz ni siquiera inciden en el objeto, sino que lo atraviesan, será invisible o
transparente.

En cuanto al ojo humano, es importante saber que nuestras células fotosensibles son
capaces de percibir distintos modos de luz: los bastones se activan en la oscuridad, por
ejemplo, y nos permiten captar los contrastes: blancos, negros y grises intermedios.

En cambio, los conos se activan en presencia de luz y permiten percibir los colores: un
cierto tipo de cono es sensible a la luz roja, otro al azul y otro al verde, y combinando es-
tos tres colores primarios, nuestro cerebro recompone más de 20 millones de colores
diferentes.

 Más en: Color

Cuidados de la vista
El cuidado de la vista se centra en la protección y conservación de los ojos, y para ello es
importante seguir las siguientes indicaciones:

No mirar directa ni fijamente al sol bajo ninguna circunstancia, ni a fuentes


artificiales de luz que sean equiparables en intensidad.

Usar lentes cromados u oscuros en ambientes con exceso de iluminación o en días


con demasiada luz solar.

No forzar la vista continuamente, sometiéndola a la lectura en ausencia de luz o


exponiéndola únicamente a la luz de las pantallas (teléfonos celulares, tablets,
computadores, etc.).
Darle a la vista descansos durante sesiones particularmente prolongadas de lectura,
especialmente si son frente a una pantalla.

No introducir cuerpos extraños en el ojo, ni sustancias posiblemente irritantes o


tóxicas, y evitar no tocarse los ojos con las manos sucias.

Acudir al oculista u olfalmólogo con regularidad, o al percibir cualquier defecto en la


vista.

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