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Curva del olvido

Formas de enfrentar a la curva del olvido


Implementa un buen habito de estudio.

Para combatir la curva de olvido, necesitas crear y mantener buenos hábitos de estudio.
Elaborar una rutina adecuada que te permita mantener la concentración. Establece un tiempo
fijo en el día para estudiar y apégate a él.

Refuerza la información y repasar regularmente.

Está demostrado que es mucho más fácil recordar conceptos nuevos cuando se relacionan con
algo que ya se conoce. En este aspecto, repasar e introducir nueva información ampliando la
que ya dominamos fortalecerá la memoria y facilitará el aprendizaje, consolidándose mediante
el recuerdo activo.

Otorga relevancia.

Cuanto más relevante y significativa sea la información, más difícil nos resultará olvidarla. En
este sentido puedes utilizar reglas mnemotécnicas, como la creación de historias, para aplicar un
enfoque diferente a la forma de repasar que resulte significativo.

Mejorar la claridad.

Como ya hemos comentado, la información clara y organizada será mucho más fácil de
recordar. Para ello puedes realizar esquemas, resúmenes, diagramas y utilizar diferentes colores
para subrayar y clasificar los distintos elementos del texto.

Utilizar diferentes vías para procesar la información.

Si bien se trata de un método para aprender, también pueden utilizarse diferentes tipos de
ayuda. La visualización de videos, el uso de audios y ejercicios a través de los cuales poner en
práctica los conocimientos adquiridos son de gran ayuda.
Realizar un aprendizaje activo.

Las personas son capaces de recordar mejor la información cuando en el aprendizaje se


involucran varias partes, es decir, cuando se utiliza el aprendizaje activo. Por ejemplo, puedes
interactuar con el objeto de estudio añadiendo elementos sonoros, como canciones que
fomenten el recuerdo, o visuales, como imágenes o bocetos entre otros.

Explicar a otros/estudiar en grupo.

El hecho de tener que exponer ante otros el material a memorizar fuerza a trabajar con la
información, de modo que su retención es mayor. Además, el hecho de trabajar de manera
colaborativa hace que la visión del tema pueda enriquecerse con las perspectivas de otros y
ayuda a adoptar otros puntos de vista.
Asimismo, también facilita tomarse el estudio de una manera más relajada o seria, según el tipo
de persona que nos acompañe, pudiendo motivar al estudio o rebajar el nivel de tensión.
Sin embargo, también se corre el riesgo de desviarse demasiado o de mantener posturas
demasiado opuestas al respecto de un tema específico, de modo que debe valorarse el tiempo
disponible y el tipo de vinculación con la otra persona.

Repaso final.

Los estudiantes recurren a realizar un repaso final. Sin embargo, la mayoría lo hacen minutos
antes del examen con los nervios a flor de piel.
Se recomienda organizar los momentos de repaso final antes de empezar con el estudio. De esta
manera, podremos dejar un día o dos de margen antes del examen para exclusivamente repasar.
También es aconsejable no esperar a acabar el temario para empezar a trabajar, sino que realizar
un pequeño repaso al final del día de estudio ayudará a que puedas saber si has sido eficaz ese
día o si, por el contrario, necesitas reforzar aquello estudiado.
El repaso puede combinarse con la autoevaluación para conseguir un mayor control acerca de la
materia aprendida.

Tomarte un descanso para descansar.

Asegúrate de no sobrecargar tu cerebro con demasiada información o preocupaciones


innecesarias. De lo contrario, acelerarás el proceso de olvido y te será difícil aprender nuevos
contenidos. Para lograr esto, debes respetar los momentos de descanso y no exceder el tiempo
recomendado por revisión.
Esto puede provocar ansiedad, pero también puedes usarlo para tu beneficio. Porque puedes
crear buenos hábitos de estudio que te ayuden a retener la información durante mucho tiempo.

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