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Los límites y fronteras con los Estados vecinos, principalmente

las peculiaridades de la Zona de Adyacencia con el vecino


Estado de Belice.
La zona de adyacencia que separa a Guatemala y Belice, esa línea imaginaria que
dibuja una frontera que no existe sobre el papel, está azotada por el hambre y la
miseria, mas también por el olvido.
Las comunidades que la habitan son las más perjudicadas en un litigio que dura ya
más de un siglo. Los derechos a la salud, la alimentación, la vivienda digna, la
electricidad o la educación no son una realidad para ellos.
Las decenas de comunidades que habitan esta zona son las más alejadas de las
carreteras asfaltadas del departamento de Petén, en el norte de Guatemala.
A nivel general, son el maíz y el frijol la principal fuente de ingresos económicos y
alimento a las familias; constituyéndose en el 86 y el 81 por ciento de los elementos
que sostienen la economía, respectivamente.
No obstante, agrega el documento, hay un segundo grupo de actividades que aportan
ingresos económicos al 31, 25 y 24 por ciento de las familias, siendo estas la
ganadería, cultivo de pepitoria y jornales, respectivamente.
La debilidad de las instituciones del Estado también ha provocado distanciamiento con
las comunidades, una situación que según la asociación ha sido aprovechada por
estructuras de tráfico de productos forestales maderables y no maderables, así como
recursos minerales provenientes de áreas protegidas en el territorio beliceño.
La "zona de adyacencia" se trata de apenas una franja de un kilómetro de territorio
"neutral" -uno del lado guatemalteco y otro del beliceño- y es en ella donde, según las
autoridades de Guatemala, las tropas de Belice han asesinado a una decena de
personas en los últimos años.
Guatemala reclama unos 12.272 kilómetros cuadrados del territorio de Belice, casi la
mitad de ese país, nacido de una antigua colonia del Imperio Británico. Un litigio
centenario que pone en riesgo a los más vulnerables. A los "don nadie".
La mayoría de los habitantes de la "zona de adyacencia" son mestizos que migraron
desde los departamentos de Zacapa, Jutiapa e Izabal hacia las nuevas fincas hace
más de 20 años. Pero no han podido encontrar un método sostenible de vivir, ni
desarrollo social. Solo la explotación de los recursos de la selva beliceña.
Según el Gobierno de Guatemala, solucionar el diferendo con Belice es, entre otras
cosas, evitar la muerte de más campesinos en la zona de adyacencia, fijar una frontera,
mayor desarrollo económico, incremento de las relaciones comerciales, incremento de
las inversiones, mejor aprovechamiento del turismo y mejor coordinación en materia de
seguridad. EFE
Fronteras a nivel nacional
Dentro del país, en el interior de las ciudades y los pueblos, existe una frontera
heredada y consensual que cantona a los individuos en una genérica oposición radical:
la de "indígenas" y "ladinos". El estado guatemalteco se cimentó en este apartheid y
ello gracias a la aplicación de un sistema infalible de discriminación que consistió en
excluir al indígena de la educación, al menos de una educación entendida no sólo
como un somero aprendizaje de la escritura sino como una formación de futuros
ciudadanos. Esta línea de exclusión es un eje fundamental de la subalternidad y fue
mantenida en el pasado, tanto por los conservadores como por los liberales, con la
consecuencia esperada: el mundo ladino radicado en centros urbanos —o al menos en
relación— con acceso a la educación, organizó sus redes económicas y consolidó el
control social gracias a la explotación de mano de obra indígena, en su mayoría
analfabeta.

A partir de la firma de Acuerdos de Paz el importante aumento de ONGs con ayuda


logística y económica significó otro paso hacia adelante. Estas ONGs, que ya habían
empezado a implantarse a raíz del terremoto de 1976,11 fueron posiblemente el primer
detonador para modificar la política educativa ya que intervinieron sobre todo en el
ámbito indígena para incrementar las posibilidades de acceso a la educación, no sólo
de los jóvenes sino de la población en general y de las mujeres en particular.
Las ONGs aportan divisas y organizan talleres orientados hacia problemas técnicos
(agricultura, artesanías, prevención de enfermedades, control de la natalidad, etc.) y
también culturales (recolección y valoración de saberes autóctonos, apreciación y
difusión de las lenguas mayas a través de folletos, libros, radios, etc.).

Conclusión
Referidos a las fronteras, los calificativos "simbólicas", o "imaginarias", hacen alusión a
representaciones mentales, a un carácter inmaterial e invisible de límites, pero no
excluyen una fuerza operacional, es decir tangible, que se traduce en comportamientos
y en actos. Uno de ellos, el de organizar redes sociales y, en definitiva, permitir —o
impedir— el ejercicio del poder.

La información se centra en el análisis de las fronteras simbólicas, en las líneas


imaginarias que separan, a nivel social, cultural, étnico, económico, religioso y político,
el "nosotros" de "los otros"," lo propio" de "lo ajeno", hasta consolidar el eje
hegemonía / subalternidad /que separa a los no-indígenas de los indígenas. En un
segundo momento, yendo más allá, se busca demarcar las fronteras instauradas en el
interior del mundo maya mismo.
Recomendación
Dicha consulta se ha realizado en medio de un ambiente de incertidumbre,
desconocimiento y desinformación, los Estados de Guatemala y Belice se sujetarán
voluntariamente a la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para resolver
el diferendo territorial del «zona de adyacencia», que abarca 11.030 kilómetros
cuadrados más salida al mar y área insular de los 22,966 kilómetros cuadrados del
territorio beliceño.

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-
57662010000200006

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