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LA COSA JUZGADA EN EL JUICIO EJECUTIVO:

La sentencia firme dictada en el juicio ejecutivo acogiendo o rechazando las


excepciones produce cosa juzgada como cualquier otra sentencia firme.

Sin embargo, el problema requiere un análisis específico en relación a las


dos situaciones particulares que pueden darse: (a) el efecto que esa cosa juzgada
va a producir frente a una nueva demanda ejecutiva y (b) el efecto que esa cosa
juzgada va a producir frente a una demanda ordinaria posterior.

I. Nueva Demanda Ejecutiva:

La sentencia firme del primer juicio ejecutivo produce excepción de cosa


juzgada. Esto significa que la nueva demanda ejecutiva en que se ejecuta el mismo
título deberá ser rechazada acogiéndose la excepción de cosa juzgada del artículo
464 N°18 del CPC.

Sin embargo, según opinión uniforme de la doctrina, el efecto de cosa


juzgada de la sentencia ejecutiva firme tiene una excepción: la renovación de la
acción ejecutiva, caso en el cual, la nueva demanda ejecutiva no deberá ser
rechazada no alcanzando a este nuevo juicio la excepción de cosa juzgada
proveniente de la primera sentencia. Esta renovación está específicamente
normada en el artículo 477 del CPC:

477: “La acción ejecutiva rechazada por incompetencia del tribunal,


incapacidad, ineptitud del libelo o falta de oportunidad en la
ejecución, podrá renovarse con arreglo a los preceptos de este
Título.”

La jurisprudencia ha interpretado en sentido amplio el término “falta de


oportunidad en la ejecución”, el cual incluye, según los tribunales, “no sólo una
cuestión de tiempo, sino que todas las condiciones o requisitos externos que debe
reunir el título para tener mérito ejecutivo y que pueden ser subsanados.” Tendrá
gran aplicación en la excepción del N°7 del artículo 464.

Para que pueda demandarse nuevamente por la vía ejecutiva, no hay


necesidad de que el demandante efectúe reserva alguna de derechos en el primer
juicio ejecutivo, siempre podrá renovar la acción ejecutiva. Y ello es de toda lógica
porque lo único que ha dicho el tribunal que falló el primer juicio es que era
incompetente, el demandante era incapaz o el plazo a que estaba sometida la deuda
estaba pendiente. Solucionado ese defecto, no debiese haber problema en aceptar
una nueva demanda ejecutiva.

En consecuencia, cabe preguntarse: ¿Estamos en realidad en presencia de


una excepción al efecto de cosa juzgada? Nosotros creemos que no: la cosa
juzgada de la primera sentencia que rechazó la ejecución no se ve restringida o
disminuida por la renovación de la acción ejecutiva. Pensemos en qué pasaría si el
artículo 477 que autoriza la renovación de la acción ejecutiva no existiera: ¿la cosa
juzgada que emana de la primera sentencia impediría que entablara nuevamente la
acción ejecutiva? Creemos que la respuesta clara es que no. Si la primera
sentencia rechaza la ejecución basada en que el tribunal ante el que se interpuso la
demanda ejecutiva era incompetente, ello no impide en caso alguno intentar a
continuación la demanda ejecutiva ante el tribunal competente. En ese caso, no se
está contraviniendo la cosa juzgada que emana de la sentencia ejecutiva. Por el
contrario, se le está dando plena aplicación a esa sentencia que ordenó concurrir
ante el tribunal competente. En el mismo sentido, si la primera sentencia rechaza
al ejecución porque la obligación que se cobraba estaba sometida a un plazo aún
pendiente, no se contraviene esa cosa juzgada si, transcurrido ese plazo, el actor
presenta una nueva demanda ejecutiva: se está dando plena aplicación y efecto, no
contradiciendo, al primer fallo.

La razón de todo lo anterior es que, como vimos en Derecho Procesal I, lo


que produce cosa juzgada es “lo decidido”, “lo juzgado”, “la cosa juzgada” y no otra
cosa. “Lo fallado” por la primera sentencia es que el primer tribunal era
incompetente o que la deuda estaba sometida a un plazo que vencería tal día.
Jamás se ha fallado que el demandado nada debe o que no puede ser demandado.

Sostener lo contrario sería tan absurdo como sostener que, rechazada la


demanda en un juicio ordinario por incompetencia del tribunal, el demandante no
puede volver a presentar su demanda nuevamente ante el tribunal verdaderamente
competente. O que rechazada la demanda en un juicio ordinario porque la deuda
aún no era exigible en virtud de un plazo aún pendiente, no puede el mismo
demandante volver a interponer su demanda ordinaria una vez que haya
transcurrido el plazo que reconoció el primer tribunal. Jamás alguien ha planteado
ello en relación al juicio ordinario. Y cuando estudiamos el juicio ordinario, vimos
que no había ninguna norma que estableciera la misma regla o “excepción a la cosa
juzgada” que establece el artículo 477. Pese a ello, a nadie se le ocurriría plantear
que rechazada la demanda ordinaria por incompetencia, el demandante no podría
renovar su acción ordinaria ante tribunal competente.

En consecuencia, resulta que la norma del artículo 477 es totalmente


superflua e innecesaria. El demandante ejecutivo a quien se le ha rechazado su
acción por las causales a que se refiere el artículo 477 siempre podrá interponer
nuevamente su demanda ejecutiva una vez que se haya subsanado el problema,
sin que por ello esté afectando a la cosa juzgada de la primera sentencia. De la
misma manera, no es correcta la afirmación uniforme de la doctrina en cuanto a que
estamos en presencia de una excepción al efecto de cosa juzgada. No es excepción
sino completa aplicación de la cosa juzgada que emana de la primera sentencia.

II. Demanda Ordinaria Interpuesta con Posterioridad a la Sentencia


Ejecutiva:

Ahora bien, otra cuestión que se plantea es la cosa juzgada que produce la
sentencia ejecutiva en relación a una demanda ordinaria posterior en que se discuta
la misma cuestión. Este tema quiso ser especial y detalladamente abordado por el
Código. En su mensaje, se dejó expresa constancia que “Ha sido materia de duda
el valor de cosa juzgada que corresponda a las sentencias de juicios ejecutivos con
relación a la acción ordinaria en que se ventilen los mismos derechos, y ha parecido
oportuno consignar reglas precisas que resuelvan aquella duda.” A este respecto,
el artículo 478 del CPC dispone que:

“La sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce cosa juzgada en


el juicio ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado.”

A continuación, el artículo 478 regula la institución de la reserva de acciones


y excepciones que es una excepción a ese efecto de cosa juzgada en el sentido
que el ejecutante o ejecutado que hizo reserva de acciones o excepciones puede
substraerse a la cosa juzgada de ese primer juicio que le desfavoreció y discutir en
un juicio ordinario posterior las mismas cuestiones.

Pero, vamos por parte. Lo primero que señala el 478 es que la sentencia
ejecutiva produce cosa juzgada respecto del juicio ordinario posterior. En
consecuencia, por ejemplo, si la acción ejecutiva es rechazada en el primer juicio,
el antiguo ejecutado, demandado en un juicio ordinario posterior, podría oponer la
excepción de cosa juzgada. Ahora, ¿cómo analizaremos en ese caso si procede o
no acoger la excepción de cosa juzgada? La primera respuesta es acudir a la triple
identidad. Ese es precisamente el criterio que sigue una gran cantidad de tribunales
y el criterio que sigue la Corte de Apelaciones de Santiago en el juicio “Banco Bhif
con Dellafiori” que examinamos en clase.

En el juicio referido, el Banco Bhif había concedido un mutuo a Laboratorio


Baden compareciendo el señor Dellafiori como codeudor solidario. Para hacer más
efectiva la deuda, junto con el contrato de mutuo, los deudores suscribieron
pagarés. La deuda no fue pagada y el banco interpuso demanda ejecutiva en contra
de Dellafiori por $20 millones. Esa demanda fue rechazada al acogerse la
excepción de prescripción opuesta por Dellafiori: en efecto, la demanda ejecutiva
se había interpuesto pasado el plazo de un año que la ley establece como
prescripción especial de la acción para el cobro del pagaré. Pero, junto con el
pagaré prescrito, el banco tenía el contrato de mutuo: es por ello que luego de
fracasada la acción ejecutiva interpuso demanda ordinaria en contra de Dellafiori,
pidiendo ahora que éste fuera condenado a restituir los $20 millones que había
recibido en virtud del contrato de mutuo. Dellafiori, enfrentado a esta nueva
demanda, opone la excepción de cosa juzgada. La Corte de Apelaciones rechaza
la excepción de cosa juzgada y condena a Dellafiori a restituir los $20 millones.
Para resolver de esa forma, la Corte concluye que no existe la triple identidad: no
hay identidad de causa de pedir ni de cosa pedida entre el nuevo juicio y el anterior:

Sentencia ejecutiva Demanda ordinaria


Causa de pedir Pagaré Obligación contraída en contrato de
mutuo
Cosa pedida Ejecución del pagaré Condena al demandado a restituir $20
millones que le habían sido entregados
en mutuo.
El análisis de la Corte de Apelaciones es correcto en el sentido que no existe
identidad de cosa pedida y causa de pedir. Sin embargo, creemos que se equivoca
la Corte de Apelaciones al exigir que concurra la triple identidad del artículo 177 del
CPC para acoger la excepción de cosa juzgada. Es imposible que entre una
sentencia ejecutiva y una demanda ordinaria exista triple identidad. Jamás la cosa
pedida podrá ser la misma: en un caso se pide la ejecución de un título ejecutivo, y
en otro la condena a dar o hacer algo.

La situación que se produce en esta dualidad sentencia ejecutiva-demanda


ordinaria es muy similar a la que se da en la dualidad sentencia penal-demanda
ordinaria de indemnización de perjuicios. La ley declara también en ese caso que
la sentencia criminal (condenatoria y la absolutoria en algunos casos) produce cosa
juzgada en materia civil. Y para esos casos, es imposible exigir la concurrencia de
la triple identidad: es imposible que concurra: nunca habrá identidad de cosa pedida
entre un juicio penal (aplicación de una pena) y un juicio civil (condena a dar algo)
ni tampoco de causa de pedir. Es por ello que para esos casos, la jurisprudencia
ha establecido uniformemente que no se necesita que concurra la triple identidad.
Por el contrario, lo que hay que examinar es simplemente si el hecho en que se
funda la demanda civil es el mismo que fue juzgado en la sentencia criminal. Si el
hecho es el mismo, debe acogerse la excepción de cosa juzgada.

Creemos que esa es la solución más adecuada a aplicar en este caso para
analizar la procedencia de la excepción de cosa juzgada opuesta en juicio ordinario
y basada en la sentencia ejecutiva precedente. Ese es, por lo demás, el criterio que
adopta el juez de primera instancia en el juicio “Banco Bhif con Dellafiori”: éste
acoge la excepción de cosa juzgada sin exigir la triple identidad, sino que bastando,
según él “que es la misma situación jurídica la que se pretende someter nuevamente
a la decisión judicial.” En consecuencia, podemos concluir que el inciso primero del
478 modifica el 177 del CPC de manera que ya no es exigible la triple identidad que
esta disposición exige, debiendo sólo analizarse si es la misma “situación jurídica”
la que se analiza en uno y otro juicio.

Pero con ello tenemos solucionado solo la mitad del problema. Una vez que
tenemos resuelto que la sentencia ejecutiva produce cosa juzgada en el juicio
ordinario, debemos decidir qué implica ello. El juez de primera instancia en el juicio
“Banco Bhif con Dellafiori” determina, una vez que le reconoce el efecto de cosa
juzgada al primer juicio, acoger la excepción opuesta y rechazar la demanda
ordinaria. Recordemos que la sentencia ejecutiva había rechazado la acción
porque los pagarés estaban prescritos (prescripción de un año). ¿Correspondía
rechazar la demanda ordinaria del mutuo que tenía una prescripción de 5 años?
Creemos que no. Y por una razón muy parecida a la que referimos en el capítulo
anterior: reconocer el efecto de cosa juzgada no implica necesariamente rechazar
la acción sino que darle plena fuerza a lo que ya fue fallado en el juicio anterior: que
los pagarés estaban prescritos. Nunca se falló en el juicio anterior que la acción
ordinaria del mutuo estaba también prescrita (y no lo estaba). Es por ello que estaba
equivocado el juez de primera instancia cuando rechazó la demanda ordinaria del
Banco Bhif.
Resulta bastante útil a este respecto revisar el artículo 180 del CPC que se
refiere al efecto de cosa juzgada de la sentencia criminal en materia civil: “Siempre
que la sentencia criminal produzca cosa juzgada en juicio civil, no será lícito en éste
tomar en consideración pruebas o alegaciones incompatibles con lo resuelto en
dicha sentencia o con los hechos que le sirvan de necesario fundamento.”
Siguiendo este mismo principio, lo que no puede hacer el juez frente a la demanda
ordinaria, si la sentencia ejecutiva produce cosa juzgada, es contravenir lo fallado
en el juicio ejecutivo; en nuestro caso, que los pagarés estaban prescritos. Pero
ello no implica necesariamente rechazar la acción ordinaria.

Ahora bien, habrá casos en que lo fallado en el juicio ejecutivo produzca


necesariamente el rechazo de la acción ordinaria. Esto sucede generalmente en
los casos en que la excepción del ejecutado ataca no tan solo el mérito ejecutivo
del título sino que la obligación misma que está detrás de ese título. Así, si en el
juicio ejecutivo se acogen las excepciones de caducidad de la fianza (N°5), el pago
de la deuda (N°9), la remisión de la misma (N°10), la novación (N°12), la
compensación (N°13), la nulidad de la obligación (N°14), la transacción (N°16) o la
prescripción de la deuda y no de la mera acción ejecutiva (N°17) la sentencia
ejecutiva que acoja o rechace esas excepciones muy probablemente provocará
necesariamente el rechazo de la demanda ordinaria posterior. Así, si la demanda
ejecutiva es rechazada porque se declara la nulidad de la obligación, la excepción
de cosa juzgada que se oponga en contra de la demanda ordinaria posterior deberá
ser acogida. De la misma manera, si en el juicio ejecutivo el ejecutado opone la
excepción de nulidad de la obligación y esta excepción es rechazada, la excepción
de cosa juzgada que se oponga posteriormente a la demanda ordinaria de nulidad
que interponga el antes ejecutado y ahora demandante ordinario, deberá ser
acogida y rechazada la demanda.

Para esos casos en que la sentencia ejecutiva va a afectar sustancialmente


un juicio ordinario posterior existe la institución de la reserva de acciones y
excepciones. Así, por ejemplo, si el ejecutante advierte que la excepción de nulidad
de la obligación puede ser acogida en el juicio ejecutivo, podrá formular reserva de
acciones para un juicio ordinario de manera de impedir que la sentencia que declare
la obligación nula produzca cosa juzgada en el juicio ordinario dañando de esta
manera irremediablemente su posición.

En los demás casos, no debiese ser necesaria la reserva de acciones y


excepciones porque lo que se falle en el juicio ejecutivo no debiese afectar
sustancialmente las acciones y excepciones ordinarias (ej: prescripción de la acción
ejecutiva). Sin embargo, no es claro que estos conceptos y distinciones estén
claramente expuestos en el CPC1, pareciendo que el legislador no estuvo a la altura

1 Por ejemplo, ocasiona serias dudas la frase del inciso segundo del 478: “Siempre se concederá la
reserva respecto de las acciones y excepciones que no se refieran a la existencia de la obligación
misma que ha sido objeto de la ejecución.” De acuerdo a nuestra tesis, en esos casos no sería
necesaria la reserva porque la excepción no se refiere a la existencia de la obligación misma (ej:
prescripción de la acción ejecutiva). Sin embargo, el CPC sostiene que procede la reserva y que
esta necesariamente debe ser concedida. Sin duda, el CPC adopta esta posición porque asume
que no siendo objeto de la sentencia ejecutiva la existencia de la obligación misma, lo que allí se
falle no debiese afectar al juicio ordinario posterior, que es justamente nuestra postura. Pero, la
solución del CPC es distinta: allí donde nosotros sostenemos la falta de necesidad de la reserva
quedando automáticamente libre la vía para el juicio ordinario, el CPC postula, con el mismo
efecto, que la reserva debe ser declarada para dejar la vía libre al juicio ordinario posterior.
del objetivo especificado en el Mensaje de “consignar reglas precisas que resuelvan
aquella duda [de los efectos de la cosa juzgada de la sentencia ejecutiva en relación
a la acción ordinaria].” De esta manera, el consejo práctico es efectuar siempre
reserva de acciones en el juicio ejecutivo con el objeto de dejar abierto el camino
para el juicio ordinario posterior en caso que la acción ejecutiva o la excepción
opuesta en el juicio ejecutivo fracase. Si no se ha efectuado esa reserva, creemos
que existen fuertes argumentos para limitar los efectos de esa cosa juzgada en caso
que el fallo de la ejecución no haya afectado a la obligación misma a que se refiere
el título.

Reserva de acciones del ejecutante: puede hacerlo en dos oportunidades:

(a) al evacuar el traslado de las excepciones del ejecutado (4 días) (467):


“puede desistirse de la demanda ejecutiva, con reserva de su derecho para
entablar acción ordinaria sobre los mismos puntos que han sido materia de aquella.
Por el desistimiento perderá el derecho para deducir nueva acción ejecutiva, y
quedará ipso facto sin valor el embargo y demás resoluciones dictadas.
Responderá el ejecutante de los perjuicios que se hayan causado con la demanda
ejecutiva, salvo lo que se resuelva en el juicio ordinario.” No hay plazo para deducir
la demanda ordinaria.

(b) antes de dictarse sentencia en la causa (478): “Con todo, si antes de


dictarse sentencia en el juicio ejecutivo, el actor pide que se reserven para el
ordinario sus acciones, podrá el tribunal declararlo así, existiendo motivos
calificados. Siempre se concederá la reserva respecto de las acciones que no se
refieran a la existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución.
En los casos del inciso siguiente, la demanda ordinaria deberá interponerse dentro
del plazo [de 15 días desde que se notifique la sentencia definitiva o del cúmplase].”

Reserva de excepciones del ejecutado: puede hacerlo en dos oportunidades:

(a) al oponer excepciones (473 y 474): “Si, deduciendo el ejecutado oposición


legal expone en el mismo acto que no tiene medios de justificarla en el término de
prueba, y pide que se le reserve su derecho para el juicio ordinario y que no se
haga pago al acreedor sin que caucione previamente las resultas de este juicio, el
tribunal dictará sentencia de pago o de remate y accederá a la reserva y caución
pedidas.” 474: “Si, en el caso del artículo precedente, no entabla el deudor su
demanda ordinaria en el término de 15 días, contados desde que se le notifique la
sentencia definitiva, se procederá a ejecutar dicha sentencia sin previa caución, o
quedará ésta ipso facto cancelada, si se ha otorgado.”

(b) antes de dictarse sentencia en la causa: (478): “Con todo, si antes de


dictarse sentencia en el juicio ejecutivo, el reo pide que se reserven para el ordinario
sus excepciones, podrá el tribunal declararlo así, existiendo motivos calificados.
Siempre se concederá la reserva respecto de las excepciones que no se refieran a
la existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución. En los
casos del inciso siguiente, la demanda ordinaria deberá interponerse dentro del
plazo [de 15 días desde que se notifique la sentencia definitiva o del cúmplase].”

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