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Trastornos de la comunicación

Relación de afirmaciones.
Presentado por Sharon Enciso

Uno de los aspectos más importantes para comprender los


trastornos de comunicación es entender que la principal
diferencia entre las alteraciones del habla y de las del
lenguaje es que las alteraciones del habla afectan a la
expresión y las del lenguaje a la comprensión.
El lenguaje expresivo se ve afectado tanto en caso de alteraciones del habla como en las
alteraciones del lenguaje. La mayor diferencia se vería en que en las alteraciones del lenguaje se
ven afectados en mayor o menor medida todos los componentes del lenguaje: Morfología,
semántica, sintaxis y pragmática, mientras que las alteraciones del habla consisten exclusivamente
en la articulación de los sonidos.

La principal diferencia entre una afasia y un Trastorno


Específico del Lenguaje es que la afasia es adquirida y el
Trastorno Específico del Lenguaje es congénito.
Efectivamente, la afasia no es de carácter congénito sino que se adquiere debido a un daño
cerebral, por lo cual, sería acertado afirmar que tiene una base orgánica, asímismo, es posible que la
afasia se presente en estadios más tardíos del desarrollo como la adultez o la vejez. Por otro lado, el
trastorno específico del lenguaje es de carácter evolutivo y se presenta desde la niñez sin una causa
particular identificable. En el caso del TEL se usa el término "disfasia evolutiva del lenguaje".

A pesar de no existir un acuerdo total entre los autores


acerca de los criterios diagnósticos del Trastorno Específico
del Lenguaje, es necesario que el niño presente evidencia
de algún trastorno neurológico para llegar a este
diagnóstico.
En oposición a la afirmación anterior, uno de los criterios diagnósticos para el TEL es no tener
una causa orgánica identificable, en otras palabras, los síntomas del TEL no se explican mejor por
otra condición médica o psicológica.

En la evaluación para un posible diagnóstico de disfemia,


es imprescindible valorar los errores de fluidez del habla,
las variables fisiológicas y las circunstancias en las que se
producen las disfluencias.
Sin lugar a dudas, a la hora de evaluar la disfemia se debe tener en cuenta el ritmo de la
expresión verbal, la relación con el entorno y posibles componentes orgánicos. Las variables
fisiológicas está el funcionamiento de los músculos involucrados en el proceso del habla así como la
respiración. La relación con las circunstancias es importante tenerlas en cuenta ya la dismemia suele
agravarse en situaciones de estrés, lo cual hace indispensable el abordaje de el área afectiva asi
como social. Finalmente, en referencia al ritmo se debe incluir en la evaluación las repeticiones de
sonidos, sílabas, palabras o frases, prolongaciones de sonidos y bloqueos o pausas inadecuadas al
hablar.

En todos los casos de intervención en la disfemia se


interviene con el niño de forma directa y sesiones muy
estructuradas.
En realidad, el abordaje terapeutico varia directamente en función factores como la edad del
niño. Cuando se interviene a niños menores de 6 años se llevan a cabo sesiones de baja
estructuración y de forma indirecta dado a las características propias de este momento madurativo.
La intervención a esta edad suele ser de tipo preventiva teniendo en cuenta que en esta etapa, es
muy común que se presente disfemia y luego desaparezca en la medida en la que el niño va
madurando. Asimismo, es imprescindible trabajar mucho con los cuidadores tanto para tranquilizarlos
com para darles pautas para el manejo de las situaciones relacionadas con la disfemia con el
objetivo de evitar que se consolide como un trastorno a largo plazo.

Por otro lado, con niños mayores de 6 años, si bien también se trabaja con lo padres y los niños, las
sesiones serán más estructuradas, de mayor duración y dirigidas ya que usualmente a estas edades
el niño suele ser suficientemente maduro para ello. Se trabajan las demandas sociales, la
motivación, exigencia de los padres y expectativas además de los aspectos propios de la fluidez del
lenguaje.

El PPVT (Test de vocabulario en imágenes Peabody) es


una prueba estandarizada de evaluación del lenguaje que
nos aporta información acerca de la comprensión de
estructuras morfosintácticas.
Efectivamente este test se enfoca en la evaluación del lenguaje receptivo y dificultades de la
aptitud verbal como lo son la fonología, morfología-sintaxis, contenido y uso del lenguaje. Esta
prueba es útil como un primer filtro para detectas posibles problemas del lenguaje y se puede aplicar
desde los 2 hasta los 90 años.

La Escala Reynell para Evaluar el Desarrollo del Lenguaje


sería la adecuada para valorar el nivel lingüístico de una
niña de 6 años.
En concordancia con la afirmación anterior, la escala de Reynell es útil para evaluar la
comprensión verbal y el lenguaje expresivo de niños pequeños de edades comprendidas entre los 18
meses a 7 años.

La capacidad para interactuar con el adulto y un


adecuado desarrollo del juego son habilidades previas
imprescindibles en un niño para poder llevar a cabo una
intervención centrada en el lenguaje.
Indudablemente es necesario desarrollar habilidades prelingüísticas, juego simbólico y de
interacción ya que son recursos que utilizaremos en la intervención del lenguaje. Es por ello que, en
caso de haber un déficit en ellas, es preciso tomar un espacio para trabajar en ellas con el fin de que
la intervención del lenguaje sea efectiva.

En la intervención en los problemas del habla


(articulación del lenguaje), es siempre necesario realizar
praxias bucofonatorias para mejorar el control de los
músculos del habla
Es muy útil la implementación de movimientos que ayudan a ejercitar y trabajar todos los órganos
relacionados con el habla ya que contribuyen a la atención observación y propiocepción bucofacial lo
cual es indispensable teniendo en cuenta que en la intervención del habla los dos factores
fundamentales son: cómo se producen los sonidos y cómo se perciben.

En la intervención en el contenido del lenguaje debe


iniciarse la intervención a partir de conceptos abstractos,
ya que son los más difíciles de adquirir.
Por el contrario, la intervención del contenido del lenguaje se enfoca en enriquecer y expandir el
vocabulario del niño, así como en profundizar y ajustar el significado de las palabras que ya conoce.
Se busca que el niño conozca las características, la manera en la que funcionan las palabras, asi
como las relaciones entre palabras. Esto le permitirá más adelante hacer un correcto uso de ellas.
Iniciar la intervención con los conceptos más difíciles de adquirir es contraproducente ya que llevará
al niño a la frustración y entorpecerá todo el proceso terapeutico y su autoestima. Lo más adecuado
es iniciar desde lo que ya conoce e ir avanzando poco a poco en función de sus capacidades y a su
ritmo.

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