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¡Hola! te damos la bienvenida al cuarto período, nos acercamos poco a poco al cierre de un
ciclo, es por ello que esperamos mayor compromiso y entrega puntual de las actividades,
además de una escritura con mayor grado de profundidad que dé cuenta de todos los
aprendizajes y avances. Nosotros, los y las docentes, siempre estaremos dispuestos/as a
escuchar dudas y aportes a través de whatsapp.
OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
Reconocer los procesos de inmigración y emigración en los desarrollos históricos de los países, con el
fin de analizar e interpretar afectaciones y fortalezas que tienen en los seres humanos, desde un
proceso interdisciplinario reconocimiento la propia historia e incentivando la empatía por el otro y la
otra.
AMBITOS CONCEPTUALES
LOS DESPLAZAMIENTOS HUMANOS + LAS MIGRACIONES + ÉTICA Y MORAL + HÁBITOS DE VIDA + RESPETO
POR LA VIDA
COMPETENCIAS A DESARROLLAR
CIENCIAS SOCIALES
Plantea formas de convivencia pacífica entre las diferentes culturas del mundo.
Manifiesta indignación frente a cualquier discriminación o situación que vulneren los derechos; apoyo
iniciativas para prevenir dicha situaciones
CATEDRA DE LA PAZ
Propicia la cooperación y solidaridad desde un compromiso por lo público: orientado hacia una
conciencia e identidad ciudadana
Muestra interés en la realización de eventos que contribuyen a unir lazos familiares y de amistad.
LENGUA CASTELLANA
Analiza el lenguaje literario como una manifestación artística que permite crear ficciones y expresar
pensamientos o emociones.
Evalúa sus propios textos atendiendo a las características del género, el léxico empleado y el propósito
comunicativo.
Reconoce las posiciones de sus compañeros en un debate, a partir de la comparación entre lo que
escucha y lo que piensa en torno a un tema.
IDIOMA EXTRANJERO
Redacta textos de mediana longitud en los cuales realiza recomendaciones o sugerencias sobre
situaciones de interés personal, escolar o social.
Identifica el propósito, las partes y tipo de textos en una lectura o audio cortos y los comparte con sus
compañeros.
TEXTO I
La historia del ser humano es indisociable de la migración. Desde nuestros orígenes como especie hasta las
noticias que nos llegan esta mañana, los flujos migratorios humanos no se han detenido nunca: decenas,
cientos o miles de personas salen a cada momento del lugar donde nacieron para dirigirse a otro punto, en
apariencia por razones diversas pero, en el fondo, por un único motivo: la búsqueda de bienestar.
Historias de la emigración:
Que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración ensuciándole el árbol
genealógico…
Tal como en la fábula del lobo malo que acusaba al inocente corderito de enturbiarle el agua del riachuelo
donde ambos bebían, si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque
tu abuelo, antes que él, no tuvo otro remedio que irse, cargando la vida sobre las espaldas, en busca del pan
que su tierra le negaba.
Muchos portugueses murieron ahogados en el río Bidasoa cuando, noche oscura, intentaban alcanzar a nado
la orilla de allá, donde se decía que el paraíso de Francia comenzaba.
Centenares de miles de portugueses tuvieron que someterse, en la llamada culta y civilizada Europa de más
allá de los Pirineos, a condiciones de trabajo infames y a salarios indignos. Los que consiguieron soportar las
violencias de siempre y las nuevas privaciones, los sobrevivientes, desorientados en medio de sociedades
que los despreciaban y humillaban, perdidos en idiomas que no podían entender, fueron a poco a poco
construyendo, con renuncias y sacrificios casi heroicos, moneda a moneda,
centavo a centavo, el futuro de sus descendientes.
Otros muchos, la mayoría, cortaron los puentes que los unían a las horas
sombrías, se avergonzaron de haber sido ignorantes, pobres, a veces
miserables, se comportan, en fin, como si una vida decente, para ellos, sólo
hubiese comenzado verdaderamente el día felicísimo en que pudieron
comprar su primer automóvil. Esos son los que estarán siempre dispuestos a
tratar con idéntica crueldad e idéntico desprecio a los emigrantes que
atraviesan ese otro Bidasoa, más ancho y más hondo, que es el
Mediterráneo, donde los ahogados abundan y sirven de pasto a los peces, si
la marea y el viento no prefieren empujarlos hasta la playa, mientras la
guardia civil no aparece para levantar los cadáveres.
Los sobrevivientes de los nuevos naufragios, los que pusieron pie en tierra y
no fueron expulsados, tendrán a su espera el eterno calvario de la explotación, de la intolerancia, del racismo,
del odio por su piel, de la sospecha, de la humillación moral. El que antes había sido explotado y perdió la
memoria de haberlo sido, explotará.
El que fue despreciado y finge haberlo olvidado, afinará su propia manera de despreciar. Al que ayer
humillaron, humillará hoy con más rencor. Y ahí están, todos juntos, tirándoles piedras al que llega a la orilla
de acá de este Bidasoa, como si nunca hubiesen emigrado ellos, o los padres, o los abuelos, como si nunca
hubiesen sufrido de hambre y de desesperación, de angustia y de miedo. En verdad, en verdad os digo, hay
ciertas maneras de ser feliz que son simplemente odiosas.
Como vemos, en su apunte Saramago no reflexiona únicamente sobre el hecho de que todos procedemos de
alguien que en algún momento tuvo que salir de su tierra natal para buscar oportunidades en otras latitudes,
sino especialmente, en la segunda mitad de su apunte, en el olvido al que se margina dicha circunstancia y
los efectos que esto provoca en la manera en que se recibe a otros migrantes.
El maltrato que alguna vez se recibió se repite entonces, acaso inconscientemente, sin ver que es posible
romper con ese ciclo y actuar de otra manera.
ACTIVIDADES A DESARROLLAR
LENGUA CASTELLANA
1. Luego de leer el texto “Si tú no emigraste, emigró tu padre”, de José Saramago, realiza un mapa
conceptual que refleje los conceptos aprendidos y las partes más importante del escrito.
2. Teniendo en cuenta el texto “Si tú no emigraste, emigró tu padre” de Samago, realiza una creación
literaria: cuento, leyenda, fábula entre otras. Debe tener como como mínimo una página elaborada en
letra arial #12 y el interlineado de 1.5.
CIENCIAS SOCIALES
3. “Construyendo puentes”
Teniendo en cuenta la reflexión que realizaste de la lectura “Si tú no emigraste, emigró tu
padre”, de José Saramago.
Elabora un listado de las herramientas necesarias para construir puentes que unan personas y
culturas.
Deberás construir la estructura del puente con el material que desees y se te facilite (Icopor,
cartón palillos, plástico, entre otros)
Luego colocarás a lo largo de la estructura del puente de forma creativa el listado que
realizaste en el primer, punto ya sea por medias imágenes o conceptos.
5. Expresa por medio de un escrito lo que más te haya impresionado, lo que no sabías o lo que te haya
hecho pensar o sentir las lecturas de la guía, además plantea cómo podrías cambiar la situación que se
presenta en los textos.
6. Después de haber leído el texto “si tú no emigraste, emigro tu padre “de José Saramago, ordenas
las siguientes imágenes y justifica el porqué de la secuencia.
Orden de las ilustraciones:
Ilustraciones
Orden :
IDIOMA EXTRANJERO
ACTIVIDAD 1.
Selecciona 10 verbos del siguiente listado y construye sólo la Voz Pasiva en forma AFIRMATIVA, NEGATIVA
E INTERROGATIVA en inglés, iniciando con la versión en ESPAÑOL como en los ejemplos dados.
BASES CONCEPTUALES
Emigración: Se conoce el fenómeno social que constituye la salida de personas de su país, región o
localidad de origen, para establecerse en otro país, región o localidad que les ofrezca mayores
perspectivas en cuanto a ingresos económicos, calidad de vida y posibilidades de desarrollo a nivel
personal y familiar.
Vea también
Inmigración: Supone la llegada a un país, región o localidad por parte de un individuo o un grupo de
personas procedentes de otro país, región o localidad, con perspectivas de optar por una mejor calidad de
vida, mejores oportunidades, mayores ingresos económicos y posibilidades de desarrollo tanto a nivel
personal como familiar.
Moral es el conjunto de reglas que se aplican en la vida cotidiana y todos los ciudadanos las utilizan
continuamente. Estas normas guían a cada individuo, orientando sus acciones y sus juicios sobre lo que
es moral o inmoral, correcto o incorrecto, bueno o malo.
Las obras literarias pueden ser organizadas y distinguidas de acuerdo a diferentes elementos. En primer
lugar, la forma y duración de las mismas influye en la clasificación: mientras la división más común es la de
prosa y poesía, también podemos mencionar como subgrupos la novela y el cuento. Al mismo tiempo, las
obras pueden distinguirse de acuerdo al tema que toquen: tragedias, comedias, policiales, románticas, etc.
Las obras literarias dramáticas son aquellas que se escriben para ser representadas especialmente a
través del teatro.
Las obras literarias generalmente siguen un esquema, una estructuración general símil a la propuesta por
el teatro clásico que consta de: planteo, nudo y desenlace. Todas las obras, sin excepciones, presentan
esta estructuración y es importante que así sea así se puede leer una historia organizada que ayuda a la
comprensión por parte del lector.
ANEXO
Aunque Colombia es uno de los países con más leyes y normas en materia de desplazamiento forzado, Pedro Carrasco
lleva 11 años sin recibir la ayuda a la que tiene derecho.
Pedro Carrasco no habría lavado toda la ropa de un solo envión si hubiera sabido que la
guerrilla iba a venir a sacarlo de su casa. Lo último que recuerda de Chiscas, en el
departamento de Boyacá, es haber visto unos pantalones escurriendo agua en el tendedero,
y entre la certeza de saber que la ropa se le iba a podrir si la empacaba y los empujones de
su sobrino que le rogaba que se fueran de una vez, salió de su casa con lo que tenía puesto
antes de que aclarara el día.Aunque no hubo disparos, la guerrilla sí le dejó claro, a las
patadas, que lo dejaba ir porque no valía la pena gastar una bala en un viejo como él. Lo
único que alcanzó a sacar fue el sancocho de cinco gallinas que se quedaron preparando con su sobrino esa noche para
velar el sueño; como ninguno podía dormir con el susto encima, y como no sabían para donde iban, ni cuando volverían
a comer, se levantaron a media noche y despertaron a las gallinas para echarlas a la olla. Lo otro, los marranos, caballos
y las vacas, se les quedó entre el afán y el cansancio de buscar quien les diera algo para poder salir de la vereda y pagar
los primeros gastos.
Parece que fue el 7 de agosto de 1999. Don Pedro dice que parece porque reconoce las trampas que sus 82 años le
ponen a la memoria. Tiene que cerrar los ojos para tratar de acordarse de las banderas de Colombia meciéndose con el
viento, esas que vio desde la flota, en los primeros días de agosto, pero que ya no recuerda con precisión. “Esa no es
una fecha que uno quiera visitar con el pensamiento”. Cree recordar que su sobrino le dijo que era la fiesta de la
independencia, por eso las banderas en todas partes.
Caminaron hacia el pueblo sin decir nada, con la cabeza cruzada al mismo tiempo de rezos y maldiciones. Don Pedro
lamentó haberle regalado a unos soldados del batallón contra guerrilla, la semana anterior, una caja de fósforos y un
balde con agua, porque como dice él, uno debe hacerse matar por algo grande, pero nunca por una pendejada.
Cargando la olla del sancocho todavía tibia, y suplicando no cruzarse con nadie, se encontraron de frente con doña
Concia Rodríguez, que iba cubierta por una mezcla de barro y mierda, con la garganta rota de llorar a tres generaciones
de muertos, todas suyas y todas al mismo tiempo. Ni su esposo, ni sus hijos, ni sus nietos pudieron, como ella,
escaparse de la guerrilla por un desagüe. Concia pasó gritando, desorbitada, su desgracia; no se dio
cuenta que dejó a don Pedro y a su sobrino clavados en la orilla de la carretera, sintiendo otra vez en la nuca los fusiles
del día anterior. Se subieron al primer bus que pasó, y sólo después de dos horas de ver por la ventana veredas y vacas,
se enteraron de que ese bus iba rumbo a Bogotá.
Jhovana Rojas no conocía la historia de don Pedro. Desde que empezó a trabajar con desplazados, hace dos años,
prefiere meter la cabeza entre leyes y documentos porque un día descubrió que, atorado en la mitad del pecho, tiene el
corazón de papel: “Lo que pasa es que me da muy duro; si conociera las historias que hay detrás no podría ni
levantarme”. Al Ministerio del interior llegó en septiembre del año pasado, y a través del grupo de coordinación territorial
ha ido fijando en la tierra, a golpe de estaca, la legislación que se quedó firmada entre los archivos del gobierno.
Olvidar una conversación con Jhovana es imposible por una razón: es una mujer contundente, con una memoria bíblica.
Habla de la ley 387 de 1997 como si la estuviera leyendo en el aire, y con virtud de trapecista se mueve entre
organigramas y estructuras estatales, para tratar de explicar la lógica que está por detrás de la legislación. Al final, de lo
que se trata es de reconocer oficialmente la condición de Desplazamiento y de restituirle los derechos fundamentales a
los Desplazados; el derecho a la vida, salud, educación, alimentación, una vivienda digna, y el derecho al trabajo. Fue
entre las contorsiones que debía hacer el Estado para canalizar y entregar los recursos, que se crearon nuevos decretos
y nuevas instituciones. “Siempre es bueno hablar con Ángela Bohórquez, ella sí que ha estado cerca de todo eso”, dice
Jhovana.
Ángela Bohórquez tiene en los ojos la cordialidad de saber decir que no sin ofender a nadie. “lo vine a aprender hasta
ahora, trabajando con los desplazados”, dice. Y es que muchas veces tuvo que decirles que no había recursos, o
alimentación, o techo. Ángela, que cuando no está trabajando en su oficina del Ministerio del interior, se galopa el país
sobre el lomo de leyes y decretos, ha ido comprobando, con disciplina de hormiga, que una cosa es el papel y otra la
carne del problema. Es la misma mujer que le lidió la fiebre al fenómeno del desplazamiento, desde la dirección de una
Unidad de Atención y Orientación a la población desplazada (UAO), cuando en el 2002 casi revienta los termómetros a la
temperatura insoportable de 412,553 desplazados.
“Lo complicado es saber que ya perdimos a una generación de desplazados”, y lo dice pensando en
todos los que ya venían corriendo con la tula al hombro, cuando en 1985 la televisión recibía los
fogonazos del Palacio de Justicia, o quedaba salpicada con el lodo de Armero. “Cada vez que hay
cambio de gobierno, volvemos a quedar en ceros. En el pensamiento político, no hay continuidad que
garantice el éxito”. Para Ángela, aunque Colombia es uno de los países con mayor desarrollo
legislativo en materia de Desplazamiento, la dificultad está en trasladar las leyes al territorio
nacional, en conseguir los recursos, en hacerlos llegar a cada uno de los Desplazados; habría que descentralizar
verdaderamente el poder, reestructurar la manera en la que se realizan los presupuestos y se otorgan los recursos, opina
ella. Habla de Europa, de la segunda guerra mundial, de Alemania destruida por las bombas. “¿Por qué ellos sí pudieron
levantarse, y nosotros en 12 años parece que casi no hemos avanzado nada?”. Ángela suelta la pregunta porque le
rasguña la garganta, porque en los años que lleva trabajando con los Desplazados, no ha logrado limarle las uñas al
tigre.“Por eso es bonita la tierra, no se la pueden llevar”
Desde que se montó, don Pedro no ha dicho nada. Cerró la puerta del carro y se quedó mirando por la ventana todavía
con el sombrero blanco puesto. Es domingo y viene de misa. La carretera destapada va subiendo la montaña entre el
olor de los árboles y de la hierba removida. “Son pinos ingleses”, dice de pronto don Pedro, que tiene las manos
cruzadas sobre las piernas. En la silla de atrás va el mercado de veinte mil pesos que le acaba de hacer un amigo:
panela, una libra de espagueti, media libra de arroz y media de fríjoles entre otras cosas. “Hay tres clases de pinos. El
inglés, el criollo y el ciprés. Estos de acá son cipreses. Allá en mi casa hay de los tres, ahorita va a ver la diferencia”.
En la casa de don Pedro, el agua de panela se toma con el sabor oxidado de la canal que, con un chorro grueso, va
guardando el agua lluvia en una caneca. Aunque la casa ha cambiado desde que se la arrancaron al monte, cuando
llueve le siguen bajando por las paredes, el agua de siempre. Como piensa en voz alta, lo que más le molesta a don
Pedro son las detonaciones del granizo en el techo de Zinc, que no lo dejan ni escuchar sus propios reclamos; en el piso
de tierra, ha ido tallando unos canales para evacuar el agua, y así ir formando islas en las que hay que pararse a esperar
que deje de llover. Once años de estar esperando le han enseñado a don Pedro que en Gachancipá no hay sol que dure
todo el día, por eso ha ido cogiendo el hábito de tapar, todas las mañanas, su cama con un plástico. Al frente hay tres
pinos que le abren paso a una loma que nuca se ha dejado cultivar; el costal que guarda para él en la cocina está lleno
con la cosecha del huerto de atrás, que se ha negado a dar otra cosa más que mazorcas.
Hoy don Pedro vino a misa de doce envuelto entre su ruana blanca y con el sombrero clarito. Escampando el sol en una
tienda, dice que lo justo en un día como este es levantarse tarde, a las seis de la mañana, y lavarse la cara como los
gatos. Lo que más le gusta de venir al pueblo en Gachancipá es encontrarse con los amigos y hablar sobre cualquier
cosa. Sobre Gonzalo Rivera, por ejemplo, que le tiene las tierras de Chiscas en arriendo. No hay un contrato escrito, sólo
la palabra empeñada y la confianza de recibir, cuando más los necesite, quinientos mil pesos por año. El mismo Gonzalo
Rivera le contó a don Pedro cómo fue que la guerrilla le tumbó la casa para que no volviera. Ese día, por primera vez, se
le ocurrió pensar que él era un desplazado, que le iba a hacer caso a sus amigos, que era mejor no volver nunca más a
Chiscas. “Por eso es bonita la tierra, no se la pueden llevar”, dice don Pedro. Cuando le cuento que existen
organizaciones de apoyo para los desplazados, lanza una mirada que parece revolverle por dentro, en un segundo, los
últimos diez años. “No, no sabía”, responde. Al fondo suenan las campanas que llaman a misa.
Don pedro ha ido siguiendo toda la misa desde los labios, tarareando las oraciones con el párroco y apretando fuerte los
ojos cuando se dedica a reflexionar. Se pone el sombrero, busca entre los bolsillos del pantalón y suelta unas monedas
en el tarro de las limosnas. La misa se acaba, atraviesa el umbral del pórtico y sale al bochorno vertical del medio día.
La muerte de Carmen Olaya, hace dos años, puso a temblar a don Pedro. Y es que la nueva generación de los Olaya
está mandando zarpazos para ver quién se queda con la tierra donde vive. El lío ya pasó por la estación de policía, por el
ICBF y por la Personería de Gachancipá, y aunque el personero falló a favor de don Pedro, él no deja de acordarse de la
vez que la Corporación Autónoma Regional (CAR) también vino, hace 8 años, a sacarlo de ahí, porque es una zona de
patrimonio forestal. Esa vez le tomaron la declaración y don Pedro firmó, con una equis, la historia que no se ha cansado
de contar. Desde su casa mira la carretera, aguanta un poco el aire y dice: “nada de esto va a pasar a mal, porque en la
vida yo siempre he estado así, como una pluma, flotando en el aire por la gracia de Dios.”
BIBLIOGRAFÍA