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“DICE QUE UNA VUELTA LE CONTARON”

UNA MIRADA ETNOGRÁFICA A LAS CONTADAS MAPUCHE

Cristina Epullán y Lucrecia Reta


Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
Universidad Nacional del Comahue

Cuando dos pájaros vienen peleando y uno persigue al otro, hay


que defenderlo y dejarlo entrar, porque es un alma perseguida
Agustina Reuque
Nuestro punto de partida
Declarar desde el inicio nuestra postura epistémica tiene como intención evitar malos
entendidos y no alimentar falsas expectativas en relación con el tema que hemos decidido
acercar a este encuentro.
Una nativa y una nativa marginal, las autoras de esta comunicación, nos hemos
introducido en el mundo de las contadas desde los presupuestos de una perspectiva
etnográfica activa. Por ello, en un primer momento nos trasladamos a sitios donde
pudiésemos encontrarlas en vivo y en directo, donde pudiésemos impregnarnos del sentido
que sus dueños le otorgan a sus palabras, donde pudiésemos escuchar no sólo la palabra,
sino también el silencio.
A ese viaje etnográfico por barrios, casas, ranchos, patios, galpones lo posibilitó un
encuentro y lo signó una preocupación, una intención. El encuentro de ambas autoras en el
marco de un proyecto de investigación de la UNCo: El imaginario popular y la comunicación
humana, dirigido por Rodolfo Casamiquela. Encuentro que alumbró otros encuentros. Y la
preocupación de una nativa, una mapuche-maestra que necesitaba y necesita hacer saber en
qué medida las contadas dan testimonio del patrimonio cultural de un grupo humano que, a
pesar de la persecución y el hostigamiento lucha por encontrarse en una oralidad cotidiana,
ritual, vivificante. Preocupación e intención que pretende trascenderse a sí misma, pues a ella
le seguirá un trabajo de devolución, no a quienes nos prestaron sus sentidos, sino a otros
destinatarios a quienes se pretende que otorgándoles la palabra en el aula puedan hablar
desde sí y no desde lo instituido. Pues las contadas, según la maestra-mapuche, aparecen en
el aula cuando se provoca su aparición y quienes las narran “se mueven como pez en el agua”
y permite a quienes las escuchan tener acceso a una cultura que no es la propia.
Dos momentos, hasta ahora solo uno concluido: el viaje y este informe etnográfico. En
él daremos cuenta de qué se entiende por etnografía activa, definiremos las contadas desde
nuestra aproximación a ellas en el trabajo de campo, estableceremos el grupo humano al que
pertenecen y las condiciones que han de reunirse para que se dé el ánimo de la contada,

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precisaremos si son o no literatura, si son o no literatura fantástica y finalmente diremos cuáles
son las funciones que cumplen para el grupo. Del otro momento inherente a todo estudio
etnográfico, es decir, de la prospectiva de actuación, referiremos algunos pasos y esperamos
dar cuenta de otros en futuros encuentros.

Una mirada etnográfica


Tal como asevera Aguirre Baztán existen dos tipos de etnografía:
La etnografía meramente descriptiva, cuyo destinatario es la comunidad académica
y el mundo universitario. Para ella se producen paper, monografías, informes que duermen en
anaqueles o leen los colegas y obligatoriamente los alumnos y que abultan nuestros
antecedentes “Solo escribe para sí misma, para la endogamia académica” (Aguirre Baztán,
1995; 16) y se ahoga en su propio relato, pues “se lee, se publica, se reseña, se cita, se
enseña” (Geertz, 1989; 139) Tiende a considerar lo hallado en el campo como material, como
fuente a la que una vez que se sale de allí se lo diseca con el auxilio de teorías científicas y
críticas. Tiende a comparaciones isomórficas que disuelven la realidad en beneficio de
teorías o principios. Pues “toda construcción teórica es una abstracción que homologa la
realidad (la des-cualifica) para poder manipulearla” (Aguirre Baztán, 1995; 5) Dirían otros para
domesticar la cultura investigada.
La etnografía activa es aquella que encargan los etnografiados, los nativos, a un
investigador. Es considerada una mirada que les puede ayudar a reconocer sus
potencialidades culturales, a resolver un problema, a realizar un diagnóstico cultural. Implica la
inmersión del investigador, convertido en nativo marginal, en el mundo que pretende mirar.
Por ello, demanda ir al campo, un “estar ahí” observacional El etnógrafo ha de impregnarse
de los temas que ha de abordar y su impregnación en la cultura observada es la única vía de
acceso al modo de conocimiento que pretende dotar de sentido a los datos dentro de la
semiótica cultural de la comunidad que se estudia. Pues “involucra una aprehensión de la
sociedad tal como es percibida desde dentro por los actores sociales con los cuales el
investigador mantiene una relación directa”(Laplantine 1996; 21) Luego de este contacto
directo en el campo, el producto etnográfico es devuelto a la comunidad solicitante en forma
de informe, razón por la que ha de ser inteligible para los nativos, quienes otorgarán o no
validez al trabajo del investigador.

Intentamos definir las contadas


Cuando la perspectiva etnográfica logra plasmarse en una descripción densa, tal como
designa Clifford Geertz al producto de aquella, dicha descripción tiene como tarea “perseguir
estructuras de significación, que desde luego, aparecen muchas veces irregulares, no
explícitas, extrañas unas a otras, y que el investigador debe conectar de alguna manera”
(Velasco y Díaz de Rada:; 1997:49) Perseguir estructuras de significación socialmente

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establecidas implica a veces interpretar a partir de lo que los actores sociales cuentan o
hacen; implica a veces traducir, en tanto ordenar en secuencia; a veces explicar, a veces
definir.
Vaya nuestra definición. Las contadas a las que nos referiremos, desde un plural
adrede, son narraciones orales enunciadas por la voz de gente paisana, en su mayor parte
mapuche, que habita zonas rurales o urbanas de las provincias de Río Negro, Neuquén y
Chubut. Luego de mucho andar, hemos optado por no limitarlas al poblador rural, ya que
también se comprueba su existencia en determinados sectores populares de ambientes
urbanos. Sucede que el campo expulsa y cada quien arrastra consigo lo propio, lo que es
posible acarrear. El patrimonio cultural guardado en la tradición oral, espacio de encuentro y
reconocimiento, no pesa, es propio, no se puede expropiar con facilidad. Por ello, llega al
ámbito urbano y aflora en el poblador de los sectores populares que antes habitó el campo o
que es hijo o nieto de alguien que lo habitó. A veces aflora enseguida, otras veces con los
años, mas no siempre, ni en todos.
¿Entre quiénes surge el contar? O ¿Cuáles son los rasgos del grupo al que pertenecen
las contadas? Es un grupo humano disperso, no compacto en el espacio físico, por pertenecer
a lugares distantes o por haber sufrido y sufrir continuas diásporas. No obstante, conforman
un grupo, pues existe un vínculo que supera distancias y permite el encuentro.
La visita a la comadre Margarita en el hospital; la llegada, por un trámite legal, con el
chivo o el corderito recién carneado, a lo de un pariente o a lo de un paisano que está en el
pueblo; la estadía en lo del peñi Santo Huaiquinao “pa´ verse nomá”, empujan a la charla, al
relato.
Y así en re-unión la comunicación, como práctica social espontánea, configura
espacios de interacción entre estos seres no tan dispersos. Emisión y escucha, muchas
veces roles signados por la fugacidad del encuentro casual, son instancias intercambiables,
nadie es mero receptor, no hay una transferencia unidireccional. Cada miembro “es un actor
sin cuya acción el sentido quedaría en suspenso” (Mata;1994 ) Envueltos por el sonido de lo
propio, cara a cara, alma a alma comparten la anécdota cotidiana: el dolor, la alegría, su
historia no legitimada, sus saberes técnicos. Comparten lo propio, se reflejan en el sentido
que la interacción comunicativa produce.
En estos encuentros, todos conversan, “se pisan por hablar”, aunque es inherente a
esta modalidad comunicativa compartir también el silencio, largos silencios, pues vale tanto la
palabra que se dice como la que se calla. “El silencio también dice, y dice tanto....Hay que
saber escuchar... Hablar por hablar cualquiera habla hasta el choroy -loro-“, suele decir
Crispina Pereyra a los suyos.
La historia del grupo humano es registrada por las contadas y su inscripción temporal
podemos ordenarla en cuatro instancias: un pasado mítico, un pasado remoto, pero próximo,
un pasado cercano, un quasi presente.

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 un pasado mítico, el ab initio, lejano, intangible de las cosmogonías. Y
entonces, Trentren y Caicaifilú o Kai Kai pelean “según lo que decían los
abuelos que a ellos les habían contado... hace tantísimo tiempo cuando sólo
existían los mapuches” (Curruhuinca en Fernández; 1989:24)
 un pasado remoto, pero próximo. Y entonces, el cacique Bartolomé Curruhinca
es llevado con su gente al regimiento de Choele Choel cuando “dentraron la
guardia nacional” (informante M.L.Q. en Waag; 1982: 236)
 un pasado cercano, individual pero compartido por varios miembros del grupo.
Y entonces, Alsira cuenta cómo un camionero la llevó desde Menuco Negro a
la casa de un turco para trabajar a los 11 años; o la abuela Elvira relata cómo
llegó a Maquinchao para sacar a sus cuatro hijos de la miseria, el hambre y el
frío; o Crispina cuenta, como le contaba el finadito abuelo Celestino, la
desaparición de su hermana Petrona por ir a buscar agua a la vertiente al
mediodía, hora no aconsejada.
 un quasi presente. Y entonces, la abuela Lucía relata cómo recuperó una
porción de tierra en Rañicó, Neuquén, y está allí con su familia, (testimonio oral
recogido de la Radio Antena Libre); o E. F. de C. cuenta, según contaba el
padrastro del marido en Lonco Luán, cómo a los cuatro días de muerta una
viejita su alma volvió a trajinar su ropa, sus cosas; o cómo gracias a la
intervención de la machi que ruega en castilla o en lengua, da remedios, soba
con yerbas, golpea, el wekufü se aleja y el compadre se salva.
Al ser registro de historia y de historias, las contadas dan testimonio de la
representación y de la significación de los procesos socioculturales que a este grupo le
toca padecer. Consecuencias de la llegada del hombre blanco, proceso de lucha por la
recuperación de la tierra, emigración y abandono del hogar, posibilidades laborales,
dependencia del turco, creencia en la dualidad cuerpo-espíritu , convicción de la lucha de las
fuerzas del bien y del mal, forman parte, entre otros, del inmenso repertorio al que podríamos
mencionar para dar cuenta de tales representaciones y significaciones.

¿Cómo surge el contar?


“Está el ánimo de la contada”. Don Antonio, su esposa Crispina y sus cuatro hijos están
en su casa en el barrio Villa Obrera de General Roca. Don Antonio ha venido desde Chacay
Huarruca, paraje de la provincia de Río Negro, luego de un largo peregrinar tras trabajo. De
repente, junto a los suyos, se detiene el tiempo, el contar surge como una necesidad. Y Don
Antonio Epullán comienza, las palabras fluyen con libertad. Este hombre mapuche, alto, muy
alto, trabajado por el tiempo, el viento y el campo, tranquilo, taciturno, cuenta. Cuenta y se
transforma. El fervor se adueña de él, adopta posturas, su cuerpo doma tropillas, sus manos

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alambran. Cabalga en la noche clara, trabaja para un turco y corre alambrados. Lo persigue
el anchimallén. Anda bien empilchado.

“Está el ánimo de la contada”. Ha sido un largo día de señalada en Menuco Negro,


paraje cercano a Ñorquinco o de esquila en cualquier paraje de la Línea Sur. Las rondas de
descanso llaman a la charla, al recuerdo, al relato. Al llegar la noche, después de cenar,
empanadas, codero al asador, pulkú y un fuego vivo reúnen al grupo. Van cayendo de a
poco. Y las contadas fluyen como sin querer, como respuesta a un: “¿Usted escuchó hablar
del reforó?”. El chonchón, el tuetue, el cuero vivo pueblan ahora la noche. Los narradores se
pisan por hablar, cada uno tiene una versión, todos quieren participar. Se encuentran en el
relato de la creencia compartida. Y la especularidad es fiesta, es vida. Lo que narran les
pertenece. Tienen propiedad y autoridad.

“¿Está el ánimo de la contada?” En el living de una casa del Barrio Villa Obrera, de
visita, creada ex profeso, mate dulce bien caliente, televisor prendido, Alsira y Crispina
conversan. Alsira, una vecina del barrio a quien hace bastante que no ven, ha caído de
casualidad. . Es marzo y uno de los primeros fríos del año es el tema que sin querer dispara el
monólogo de Alsira. Chiquita, muy morocha, dientes manchados, manos en febril actividad de
una revista que dobla, desdobla y plancha, a su pollera que alisa. No se interrumpe cuando
Crispina intenta decir algo. Se superponen. Charla corrida y natural que enhebra imágenes de
la niñez de esta mallinera, como le dicen por haber vivido en un mallín. Pies congelados,
pues la arpillera no es suficiente resguardo, chupasangres -espinas de hasta diez
centímetros- enterrados en la carne cuando sale a juntar leña luego de la nevazón. Enhebra
imágenes de una niña de cuatro años que junto al resto, un todos indefinido, corre a perseguir
al anchimallen que llora como una criatura. Enhebra imágenes del traslado de niñas de 11 o
14 años desde Prahuanilleu, Colipilli, Fitamiche, Neneo a la cuidad o a los pueblos donde
llegan para...

¿Pero cómo surge el contar? El contar surge como una necesidad individual y grupal y
se da cuando está “el ánimo de la contada”. Al contar lo rige una pauta compartida, no
enunciada, ni establecida, no hay horario, ni ley de protección al menor. Lo que se va a contar
es de todos y entonces pueden estar todos. Los viejos, los niños, los padres, cada uno de los
integrantes de la familia extensa o del grupo que se congregue en torno al contar.
Y así la memoria colectiva se encarnará en Don Antonio, Alsira, Crispina quienes
serán voceros de un relato que pertenece al grupo y a ellos mismos como integrantes de
aquél. No habrá una transmisión sistemática, racional de la tradición, ésta se desgranará
espontáneamente, cuando presten su voz frente a los oyentes y sólo si está el ánimo de la
contada. Hoy serán ellos, mañana la abuela Elvira, Doña Damiana Llanca. No son autores, ni

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les interesa serlo, ellos son como en todos los relatos populares “intérpretes de una creación
colectiva en la que el módulo inicial es modificado y enriquecido al pasar de boca en boca”
(Colombres; 1987: 46)
No sólo habrá tantas versiones como veces que las contadas se narren, sino que cada
narrador contará su versión en cada oportunidad que narre. Ventaja del relato no momificado
que anda, corre, avanza, en el sonido y el gesto de uno u otro. No momificado en tanto no
escrito. Relato oral que no sufre “el cerco extraño de la escritura”, relato oral que “no debe
imponer, en la unidad y en la sombra de sus signos, la imagen de una palabra construida
mucho antes de ser inventada” ( Barthes; 1967: 35 )

¿Son Literatura?
Esta es una preocupación compartida por estudiosos y compiladores que se han
encargado del relato oral mapuche: César Fernández, Lucía Colluscio, Rodolfo Lenz, Hugo
Carrasco, Alberto Salas,... Ellos además se preocupan por clasificar en géneros: géneros
araucanos, narrativos, cuentos de ficción, historial, no narrativos, con canto, sin canto.
¿Pertenecen, nuestras contadas, a la literatura oral? ¿Son literatura? Todo depende de
cómo definamos, pues a toda definición la signa la época en que se la formule y quien la
proponga. Revisemos sólo algunas de ellas.
Para Walter Ong, y tal como refiere Fernández, sólo es literatura la producción escrita
conforme una definición ajustada a la etimología. En el caso de las narraciones que nos
ocupan, por pertenecer a la tradición oral de una cultura ágrafa, no serían literatura.
Estela Dos Santos en Las literaturas orales afirma: “Estamos llamando literatura a
toda la cultura verbal de ciertos pueblos: todo el material que fue recogido por etnólogos y
folkloristas, todo lo que fue dicho y recogido por la memoria colectiva o la memoria de elite
profesionales o semiprofesionales.” En este caso parece como que se extiende el concepto,
se lo hace abarcativo para que en él entre toda manifestación verbal, parece ser que si se le
pone el mote de literatura a una producción verbal ésta adquiere relevancia o jerarquía y entra
en los volúmenes de la Literatura universal. Pensamos ¿jerarquía para quién? ¿Es necesario
para Don Antonio o la abuela Alsira identificar sus contadas como literatura?
El concepto de lo literario, académicamente canonizado, define en la actualidad
formas textuales que tienen como ingredientes la ficción y la intención de provocar un efecto
estético. La práctica ficcional implica que todo lo que leemos como literatura no tiene
referencia directa al mundo real, se proclama así la autonomía del discurso con respecto a lo
real La intencionalidad estética implica que el texto está estéticamente marcado, es decir, su
emisor ha utilizado intencionalmente una serie de recursos estilísticos desde metáforas a
imágenes para provocar tal efecto estético. Podría pensarse ésta como una caracterización
que asfixia al fenómeno literario, pero no siempre la amplitud caracteriza a quien usa o repite
definiciones impuestas.

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Por ello, y tal la perspectiva etnográfica que declaráramos, creemos que hablar de las
contadas como un hecho literario es aplicar una categoría foránea a una manifestación oral
que es vivida con estatus de realidad. Para quienes las cuentan y las escuchan en rondas
familiares o comunitarias no hay escisión entre el cosmos narrativo propuesto y el cosmos
cotidianamente vivido. Nada más lejos de la noción de ficción o de la narración como práctica
ficcional. Nada más lejos de una finalidad estética para la cual el narrador utilice tropos. En
las contadas no se ficcionaliza la vida, no se literaturaliza la vida Lo que se cuenta es la vida,
una porción de ella, no un cuento, no se hace un cuento con la vida.
Sí podemos decir que estos relatos orales comparten su especificidad con otros relatos
de la tradición oral , pues poseen los siguientes rasgos:
 la situación contextual en que se producen,
 las actitudes que generan en quien las escucha, en quien las narra,
 la utilización de fórmulas discursivas en el relato,
 la presencia de lo individual en el marco de una situación comunitaria
compartida,
 la canalización de sentimientos de angustia, de placer, de resistencia o de
resignación, de miedo,
 la vehiculización de una intencionalidad velada o manifiesta. Y si bien cada
relato oral tiene independencia en tanto historia con principio, medio y final, es,
en cuanto conjunto que forman, como adquieren significación para el grupo y
como devuelven una imagen, una identidad compartida .

¿Quiénes conviven en las contadas? ¿Son Literatura fantástica?


Luego de mucho escuchar y preguntar hemos organizado a los seres que conviven en
las contadas, hemos ordenado materia tan esquiva con el fin de transmitir el producto
etnográfico y siempre conservando nuestra mirada. Hallamos a :
 los responsables del origen , aquellos de las grandes acciones que- Kai Kai y
Tren Tren, Futachao-
 los hacedores de la historia aquellos del pasado remoto, pero próximo, aquellos
del pasado cercano y del quasi presente. - Curruhinca, el regimiento, la abuela
Elvira, Lucía, Martina Ayelef-.
 los seres maravillosos o encantados -tal como los nombra la gente paisana-
que remiten a seres del agua, caballos, burritos, carneros, ...
 los seres extra-ordinarios o sobrenaturales, categorías que emplean los
estudiosos, con diferentes matices semánticos, que remiten a seres malignos,
entre los que se presentan el anchimallén (cabeza de nenito,, forma de
criatura, arde por la boca y los ojos), el wichalalwe (sombra negra, alta o

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esqueleto viviente), el reforó (el puro hueso), el choñchoñ (cabeza alada), el
cherufe (bola de fuego con cola)-

Nos detendremos en los últimos. Que habitante de campo adentro no ha escuchado


hablar de alguien que se encontró con un anchimallén; o sabe que a un hermano o a un
vecino le contaron de alguien que está enfermo por la acción de un Kal¨ku, persona que tiene
poder para provocar un daño o un mal; o no conoce o le hablaron de una mujer a la que se
le presentó un trelque wekufü, un cuero con uñas, y se salvó porque no estaba destinada.
“Han contado que han visto”,“ Dicen que vieron”, “Yo no he visto, pero me han dicho
que se ven”, “El finadito abuelo le contaba a sus hijos” introducen “lo otro”. ¿Fórmulas
discursivas presentes en el patrimonio oral de todo pueblo? Tal vez, más no para quienes
cuentan.
Con “lo otro” se convive y convivencia implica el cruce en el espacio y en el tiempo.
Así en lugares ordinarios o extraordinarios - renü , salamancas, laguna, olla de un arroyo,
vertiente, aguada, menuco- estos seres de existencia real aparecerán en la más absoluta
cotideaneidad para entrar en contacto con los otros seres que habitan las contadas. Por su
parte, la dimensión temporal de lo narrado, reciente o inmediata al informante o a algún
allegado habilita, la posibilidad de que “podrían suceder a cualquiera de los paisanos de la
zona mientras tenga vigencia el horizonte mítico” (Waag; 1982: 169) compartido
Vigencia del horizonte mítico compartido significa que el colectivo que se genera
entre narrador o narradores y auditorio acepta “la convivencia paradójica de lo normal y lo
anormal” (Barrenechea; 1985:45). Maman del mismo código cultural y se produce una suerte
de contrato tácito según el cual lo inadmisible para otros, es absolutamente admisible para
quienes comparten las contadas. Tal ingrediente, según Barrenechea, tira por tierra la noción
clásica de literatura fantástica que tantas veces se le ha adjudicado a los casos y que podría
adjudicársele a las contadas que tienen como seres al choñchoñ, al tuetue o al cuero vivo.
Con la más absoluta naturalidad y estatus de realidad los seres se aparecen para
cumplir su función. Y entonces “cuando aparecen en el relato desempeñan una acción
congruente con la función que deben desempeñar” (Barrenechea;1985: 46) De ahí que el
choñchoñ anunciará la muerte que llegará indefectiblemente para alguien de la casa que
visite, o el cuero vivo llevará a las profundidades de la aguada al desprevenido que se
acerque, o el wichalalwe se le meterá en el cuerpo y le robará el alma.
Tal vez, por eso la tradición compartida prepara a cada quien para mitigar la acción
de lo otro. Todos saben qué hay que hacer para correrse de las fuerzas negativas o no
padecer su acción: hacer una cruz con un cuchillo, o una cruz con una raya de sal gruesa y
una aguja sin usar, “hacer contra con el olor de lana negra con veri o con el humo que se
desparrama”, o colocar una calavera de yeguarizo con un puñado de sal en cruz para
cortarle el camino al choñchoñ . Convivencia con la otredad en la más absoluta cotideaneidad.

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El valor de realidad de lo extraordinario aparece reforzado por expresiones, “eso no
es cuento”, “eso fue cierto”, “llegó toda mojada a la casa”, “después de eso no quedó bien”,
“no es cuento es verdad”. Cuento remite a cosa que no sucedió, o a mentira, a simulación, o a
“apariencia de veracidad” (Borges,1989:223) No es cuento, no es ficción, no es literatura. Es
la pura vida

La naturaleza
En este ámbito en que lo ordinario y lo extraordinario, lo sagrado y lo profano cohabitan
sin fronteras definidas referiremos sintéticamente qué sucede con los elementos de la
naturaleza.
Ellos tienen tanta importancia como el hombre y merecen respeto, pues comparten
con él la sacralidad que otorga Futachao. “Todo lo que Dios ha dejado es para respetarlo”
Todo, el río, el arroyo, el cerro, la piedra, los árboles, los animales. Por respeto, hay que
pedirle permiso al dueño de la aguada para sacar agua, “al dador del agua”, como dice Ema
Queupil. Al dador, no al propietario de la tierra donde está la aguada, desde una concepción
capitalista.
“La naturaleza es muy sabia hijita” profiere la dulce voz de la abuela Regina a su nieta
Martina. Y el saber le otorga poder a esos elementos.. Por ello,“la picha, mujer del piche, es
una ullmen zomó” es poderosa en la tierra; las piedras “ dan saber, energía, suerte”.
Es posible, además, que estos elementos actúen con intencionalidad. “Esto tiene
sentido porque (la concepción mapuche) se basa en el supuesto de que todas las cosas de la
naturaleza son potencialmente numinosas por la energía en estado latente que contienen”
( Waag; 1982: 166) Tanto el hombre, la mujer, como la piedra, el pájaro o la picha pueden
causar lo bueno o lo malo. Por ello, hay paridad de potencialidad energética en la vida
cotidiana. Que la energía que encierran pueda manifestarse positiva o negativamente es
harina de otro costal.
En los relatos que nos ocupan no es necesaria una descripción demorada de la
naturaleza en la que la acción humana transcurre, ya que los lugares mencionados son
próximos, conocidos por todos. “Ahicito, atrás de la loma, junto al molle, en el ojo de agua de
ái”. A veces una mínima descripción aparece, pero es para orientar, ubicar a los oyentes del
relato, para que ellos puedan representarse en qué lugar Freda o Manuel se encontraron con
el anchimallén, en qué vertiente Pochi Reuque le tiró su cuchillo al cuero vivo. Localización
que refuerza el valor de verdad.

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Funciones y función de las contadas
Las contadas son manifestación oral de un acto del lenguaje humano y en tanto tal,
acción humana con una función. Tal función involucra un para qué explícito u oculto y
depende del contenido de cada una y del ámbito en el que se narren. Algunas se
circunscriben al ámbito familiar, pertenecen a la historia de algún miembro, por ejemplo la
búsqueda de novia; otras pertenecen al grupo, a la comunidad.
A modo de ejemplo, la siguiente enumeración, que cumple idéntica función que otros
intentos de orden que ya hemos planteado más arriba:
 enseñar o referir saberes de uso instrumental, tejer, escarmenar lana,
pentuquear (arte de curar de la abuela Carmen Nahueltripai), domar,...
 entretener, acortar el tiempo, pasar el tiempo,
 controlar, cuidar, proponer comportamientos modelos,
 transmitir cosmogonías.

Más allá de todas esas funciones pragmáticas que puedan desempeñar para el grupo,
creemos que fundamentalmente generan una imagen del mundo, cada quien se ve en la
narración o advierte algo que le es propio, que le pertenece o le perteneció a su familia, a un
abuelo, a un peñi. Una suerte de especularidad identitaria se produce con cada narración.
Frente a tanto bombardeo externo, en ellas es posible hallar el reflejo de lo propio. A veces
contaminado o aculturado, pero propio.
Las contadas crean una imagen del mundo, pero a la vez son resultado de ese mundo,
a veces pretérito, a veces presente, y, por ello, aportan un “lugar en el mundo”. Lugar
golpeado desde las instituciones o los centros de poder que descalifican los saberes
tradicionales, los saberes populares, los saberes familiares para imponer los saberes oficiales
con una fuerza y persistencia difícil de esquivar desde la transmisión espontánea de lo
propio.
Tal como lo expresa la abuela Regina Colimil de El Maitén, Chubut, “si hasta el yuyo
más humilde tiene su lugar, por algo Futachao lo dejó, como no tenerlo el hombre”. Lugar que
encontramos en la construcción discursiva, pero lugar al fin. La gente paisana se aferra al
relato oral como salvaguarda de la propia cultura, con placer, con dolor. “Tal vez por ello los
viejos, mis viejos cuando cuentan terminan llorando”, dice Cristina
“ La picha es poderosa en la tierra, se defiende, pero si la sacan de ahí es nada. Así
somos nosotros” , continúa la abuela Regina. Han sido y son sacados de ahí, de la propia
tierras y se trasladan a centrosurbanos ¿Perderán también sus contadas y se convertirán en
nada?

Algunos pasos o de la prospectiva de actuación

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Si mantenemos nuestra perspectiva, debemos dar cuenta de la devolución a la
comunidad que originó nuestro viaje etnográfico. No podemos afirmar que la preocupación
inicial haya sido satisfecha, pero en ese rumbo estamos andando. Por ello, referiremos
algunos pasos recorridos en este sentido.
Para ingresar al mundo de las contadas hay que pensar en un viaje colectivo, convocar
al fuego sagrado y alrededor de él sentarse con unos buenos mates, que llamen a los seres
que lo habitan y los relatos brotan como agua de vertiente.
Un aula se puede transformar en un hermoso fogón en cuestión de minutos, se puede
volar al encuentro de los ancestros, que desde que el hombre tiene voz han narrado contadas
propias de la cultura, hechos sucedidos en esta mapu -tierra-, incluso antes de la llegada del
huinca, como se designa al hombre blanco. El Tonoi cushe, o protector del fuego, se encarga
de llevar las palabras al cielo azul para que en los buenos cielos se enteren que tenemos
memoria.
Y en el aula se puede comenzar diciendo algo así como: “mi abuelita sabía contar que
en aquellos tiempos... hasta las piedras hablaban... y actualmente la abuela Rosa Cañicul de
costa del río Malleo en Neuquen cuenta que conversa con la Piedra Azul que tienen los
Namuncurá, que viven en San Ignacio”
Sabemos que alumnos de escuelas rurales de Neuquen, Río Negro y Chubut y de
nuestras escuelas urbanas de la ciudad de General Roca también hablan del Tuetue, el
Chonchón, las Salamancas, dicen haber visto o escuchado al respecto, a veces son niños
nacidos en el pueblo, que en mucho de los casos no conocen el campo.
Algunas contadas se relacionan con el miedo, y al conversar sobre ellas, se las lleva al
plano conciente y se las puede dibujar o pintar, para sacarlas afuera, para reírse de ellas y
perderles el miedo. Y luego rescatarlas.
A partir de las contadas se pueden realizar distintas propuestas didácticas: realizar
pequeñas obras de teatro, exposición de dibujos, elaboración de historietas, cartas, afiches.
También se han usado las contadas para obtener datos y elaborar textos informativos
sobre elementos de la naturaleza o las propiedades de las plantas -ñanculahuen, neneo,
natre, palo de piche, etc- o la fauna de la Patagonia , los secretos de las guardas de los
tejidos mapuches o el concepto distinto de paralelas que se dan a las paralelas al urdir un
telar, donde un hilo sube y el otro baja ...
El Proyecto El imaginario popular y la comunicación humana, de la UNCo ha trabajado
con respecto a las contadas y se han realizado producciones de libros, libretas y ponencias.
Rubén Paolini y Alejandro Montero, dos maestros de la escuela Nº 317 de General Roca,
concretaron un libro de contadas como fruto de una recopilación hecha en su escuela. Juan
Raúl Rithner y Ana María Menni trabajan en la elaboración de un libro que pronto verá la luz.
Nuestro informe etnográfico que interpreta, ordena, traduce, explica y define intenta
convertirse en una herramienta que pueda enmarcar el trabajo con las contadas, no sólo de

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aquellos docentes y animadores socio-culturales que no pertenecen al pueblo mapuche, sino
también de esos maestros-mapuches que quizás necesiten una mirada respetuosa de su
tradición.
Si las contadas pudiesen entrar a los salones de clase, quizás comenzaría a
conocerse, respetarse y valorarse más esa cultura mapuche que ellas atesoran. Tal vez el
respeto por la diversidad sería más que meras palabras si defendiésemos esta parte de
nuestra identidad patagónica plural, dispersa, agónica, vivificante.

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Bibliografía
Aguirre Baztán (1995) Etnografía. Metodología cualitativa en la investigación sociocultural, en
Epistemología de las Ciencias Sociales, Programa de postgrado Maestría en Planificación y
Gestión Social
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