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La Shemá
En hebreo, el nombre del objeto y el propio objeto designado son una misma cosa, de hecho se
utiliza una misma palabra: דבר (dabar) para designarlos. Partiendo de la vinculación entre las
palabras y las cosas, la hermenéutica cabalística busca relaciones y significados ocultos en
la Torah o, en un sentido profano, en cualquier otra manifestación escrita. Las letras del alefato no
son símbolos convencionales sino los “ladrillos” con que Dios ha creado el universo, tal y como
manifiesta el Sepher Yetzirath (“Diez sefirot de la Nada y 22 letras fundamento”). El poder creador
de la palabra es una herencia divina que nos convierte en cocreadores de nuestra realidad. Es
el sujeto, con su palabra creadora, quien da lugar a los objetos, tanto internos como externos.
Teniendo en cuenta que “cosa” u “objeto” es aquello de lo que podemos decir algo y a lo que
podemos nombrar, el Sujeto, llámese Conciencia o Dios, no puede ser definido ni limitado, pues
entonces sería un objeto. Tan solo podemos “apuntar” hacia Eso, pues ninguna palabra puede
designarlo. Aquí vemos la correspondencia con otras enseñanzas, como el Taoísmo (“El Tao que
puede nombrarse no es el verdadero Tao…”)
El Alefato
El idioma hebreo es de origen semítico y es uno de los más antiguos que se conocen. Se constituye
por un alfabeto –el Alefato- de 22 letras consonantes, que se complementan con 5 letras finales,
que son variaciones de determinadas letras cuando van al final de una palabra. El hecho de
carecer de vocales determina que la pronunciación correcta de una palabra –dependiente de los
indispensables fonemas vocálicos- se considerara un conocimiento oculto y de gran poder.
Para poder pronunciar las palabras de uso común se inventaron los llamados puntos masoréticos.
Una misma palabra puede tener distintas pronunciaciones, y con ellas, diferente significado.
El texto se escribe de derecha a izquierda, y cada palabra se forma en base a un conjunto de letras
consonantes a las que se les llama Raíz. De una Raíz, que como mínimo cuenta con dos letras,
pueden formarse varias y diversas palabras. Esta característica de derivar múltiples palabras de
una misma raíz es básica para realizar permutaciones con significado. Las raíces más comunes son
ternos de consonantes que expresan una idea concreta, al agregar vocales se obtienen variaciones
de esa idea y, según el contexto en que se encuentra la palabra, se conoce el significado correcto y
por tanto los fonemas vocálicos a utilizar. Si la palabra se toma aisladamente entonces pueden
aplicársele todos los significados según su pronunciación, es decir; será un concepto distinto según
los fonemas vocálicos utilizados.
El Alefato hebreo se conoce también como el “Alfabeto de Fuego”, por los bellos trazos de las
letras y, quizás, porque la letra ש corresponde al 22 sendero del Arbol de la Vida, por donde entra
el Rayo Relampagueante. Su significado es precisamente Fuego y Espíritu, y su forma recuerda a
una triple llama.
Las 22 letras se complementan con 5 letras finales, que son una variación del símbolo que
corresponde a 5 determinadas letras cuando se escriben al final de la palabra.
Existen 3 letras madres, llamadas los 3 orígenes, pues a partir de ellas se inicia el proceso de la
creación. Cada una de ellas se asocia a un elemento:
Gerard Encause, conocido como Papus, afirma que “Al ser cada letra un poder, está vinculada con
las fuerzas creadoras del universo. Así, la combinación de palabras en el idioma hebreo viene a ser
como una oración sobre el mismo universo.”
Por otro lado, existe una explicación de por qué el alfabeto hebreo tiene 22 letras, derivada de
la Ley de La Octava: las 7 notas musicales que conforman una octava no tienen entre sí intervalos
regulares, a causa de los semitonos, de modo que existen realmente 20 notas teóricas:
7 notas + 10 intervalos (5 intervalos dobles) + 2 (intervalos lentos) = 20 notas teóricas.
Si agregamos al comienzo el Do primordial o En Sof, o Principio Vibratorio Primordial, también
conocido por ANI, y al final, el otro Do primordial, denominado AIN (Nada), se habrán completado
las 22 notas correspondientes a las 22 letras del alfabeto hebreo.
Las técnicas hermenéuticas
El conocido dicho de “hacerse cábalas” alude sin duda a las técnicas hermenéuticas que permiten
encontrar significados ocultos en las palabras de textos sagrados, como la Toráh, si bien pueden
utilizarse para cualquier otro texto escrito. Cada letra puede tomarse como: un grafema (la letra
como tal), un número (su valor numérico) o una idea (su-s significado-s). Existen tres técnicas
hermenéuticas básicas: Guematria, Temurá y Notarikón.
Guematria
Una cualidad única del hebreo es que cada una de las veintidós letras tiene un valor numérico, por
medio del cual puede ser calculado el valor numérico de cualquier palabra. El uso hermenéutico
de este valor numérico se basa en la creencia de que dos o más palabras con la misma guematria
deben tener una relación entre sí.
Veamos algunos de los ejemplos más significativos:
Nada, ain ( אין ) y yo, aní ( אני ) tienen el mismo valor: 61. Esto es justamente lo que podemos
encontrar en distintas enseñanzas, como el budismo o el vedanta advaita: el “yo”, el ego, no es
nada, no tiene una existencia real.
Amor, ahaváh ( אהבה ), uno, ejad (אהד ) y vacío, bohú ( בהו ) suman 13. La identidad entre el
Uno o Dios y el Amor es evidente. Más allá de la dualidad de la manifestación existe la unidad de la
divinidad, llámese Dios, Conciencia, Noúmeno, Fuente o el nombre que queramos darle. Y el vacío
puede hacer referencia a dos cosas: a lo inmanifestado, que es el origen de toda la manifestación
fenoménica, y a la necesidad de “vaciarnos de nosotros mismos”, de nuestro ego, para poder
llenarnos con el amor. El número 13 por otra parte es muy significativo, pues podemos asociarlo al
Cristo, en medio de los 12 apóstoles.
Naturalmente, para poder trabajar con esta técnica necesitamos un diccionario hebreo español y
un diccionario de guematria, en el que aparecen las palabras agrupadas por su valor numérico de
modo ordenado. Ambas cosas podemos obtenerlas en el excelente Diccionario Numérico
Cabalístico de Jaime Villarrubia.
Temurá
Si en la guematria atendemos al valor numérico de cada letra, en la temurá utilizamos las letras en
sí, haciendo permutaciones con ellas dentro de una misma palabra, dividiendo ésta en grupos de
letras que formen palabras o transponiendo el orden de las letras para formar una palabra
diferente. Una modalidad, llamada atbash consiste en sustituir cada letra por la correspondiente a
su opuesta en el orden alfabético del alefato, es decir; la primera por la última, la segunda por la
penúltima etc…
Mesías, Mesiaj ( משיח ) podemos descomponer esta palabra en dos: moaj ( מח ) cerebro,
y iesh ( יש ) realidad, lo que nos habla de un cerebro que puede percibir la realidad tal y como es,
es decir; ha transcendido la ilusión, que es lo que consiguen todos los hombres “despiertos”.
Una trasposición del orden de las letras puede verse en ain ()אין, nada, y aní ()אני, yo, que
lógicamente comparten la misma guematria al tener las mismas letras. Esto reafirma el carácter
ilusorio del yo, pues las dos palabras se relacionan tanto por guematria como por temurá.
Otra temurá de especial interés para los españoles, donde floreció especialmente la Cábala en la
Edad Media hasta el triste episodio de su expulsión es la del nombre que daban ellos a
España: ּספרד, Sefarad, y cuya temurá es Pardés, פרדס , Paraíso, pues España era para ellos su
segunda patria y en muchos aspectos un auténtico paraíso en la tierra. Como puede verse ambas
palabras tienen las mismas letras, compartiendo por ello también la misma guematria.
Es posible también hacer una temurá numérica, trasponiendo por ejemplo las cifras de los valores
numéricos de dos palabras. Un ejemplo muy interesante es el del episodio de Moisés junto a la
zarza ardiente en el Sinaí, cuando pregunta a Dios cual es su nombre:
Moisés (ּמּשּה ), que pregunta, tiene una guematria de 345.
Dios, que responde: “Yo Soy El que Soy” ( ּאּהּיּה ּׂשּר ּאּהּיּה ) tiene una guematria de 543.
Notarikón
El notarikón permite realizar algo similar a los acrónimos, tomando las letras iniciales de diversas
palabras para formar otras palabras o frases. Por otro lado, cada una de las 22 letras tiene un
significado propio, lo cual permite encontrar frases significativas a partir de algunos de estos
significados de las letras.
ב (beth) Casa. Templo. Dentro de. מ ם (mem) Madre. Agua. Nacimiento.
ו (vau) Hombre. Hijo. Enlace. Unión. פ ף (pe) Boca. Hombre humilde.
ט (teth) Bien. Ombligo. Serpiente que ר (resh) Cabeza. Soplo. Espíritu vital.
ataca.
ך כ (kaf) Copa. Cáliz. Mano abierta. ת (tau) Materia. Cruz. Misión.
Pentagrammatón