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Como característica especial, al igual que los testículos, puede explorarse por palpación. Es una
de las glándulas endocrinas más grandes y la única que posee la capacidad de almacenar grandes
cantidades de hormona en un sitio extracelular dentro de un material proteináceo, que se llama
coloide tiroideo. Las hormonas tiroideas son las únicas que requieren de un oligoelemento, el
yodo, para su síntesis.
La glándula tiroides se compone de dos lóbulos, izquierdo y derecho, que se conectan por un
puente de tejido, el cual se conoce como istmo, y en 50% de las personas existe un lóbulo
pequeño: piramidal que surge del istmo hacia la laringe. La glándula está irrigada en abundancia
y es uno de los órganos con mayor flujo sanguíneo por gramo de tejido, después del glomus
carotídeo y el riñón.
La glándula la conforman numerosos folículos. Cada uno tiene una cavidad central rellena de
una sustancia coloide y la rodea una Desde el punto de vista histológico, la glándula está
formada por la agrupación de folículos. El folículo tiroideo es la unidad funcional. Cada
folículo tiene una apariencia más o menos esférica con una cavidad central, rellena de una
sustancia coloide y rodeada de una capa de células epiteliales cuboideas llamadas tirocitos o
células foliculares. La cara apical está en contacto con el coloide, el cual constituye un almacén
de tiroglobulina, proteína que sintetizan estas células. El coloide almacena suficiente
tiroglobulina yodada para asegurar al organismo una cantidad adecuada de hormona durante tres
meses. La cara basolateral está en contacto con los capilares sanguíneos fenestrados. Estas
células epiteliales son de origen policlonal, por lo que diversos folículos pueden responder de
forma distinta ante un mismo estímulo. Fuera del folículo están las células parafoliculares o
células C, las cuales secretan calcitonina, son de mayor tamaño y tinción más pálida que las
células foliculares.
La unión a las proteínas plasmáticas prolonga la vida media tanto de T 4 como de T3. La T4 tiene
una vida media de ocho días y la T 3 de 24 horas. Los periodos de latencias de las hormonas
tiroideas para los efectos en el metabolismo también son largos por la unión de ellas a las
proteínas plasmáticas e intracelulares, por su lenta liberación y por el mecanismo de acción
intracelular. Al administrar T3 y T4 exógenas, el periodo de latencia es de 6 a 12 horas para
T3 y de 2 a 3 días para T4.
La T4 y la T3 pueden metabolizarse por diferentes vías en los tejidos, pueden ser desyodadas,
conjugadas, descarboxiladas y desaminadas. La T4 y la T3 son desyodadas por las enzimas
desyodasas en los siguientes tejidos: hígado, riñones, tiroides, hipófisis, cerebro y placenta.
Desyodaciones sucesivas producen residuos de tironina libres de yodo. También pueden sufrir
desaminación o descarboxilación en la cadena de la alanina de modo similar a otros aminoácidos
o pueden conjugarse en el hígado y forman sulfatos y glucurónidos, para excretarse en la bilis y
después al intestino.
La mayor parte de la T4 liberada se convierte a T3 (la forma más activa de la hormona) en los
tejidos periféricos por el retiro de una molécula de yodo del carbón 5 en el anillo externo de T4.
En el cuadro 63-1 se enumera las características fundamentales de la regulación y función
tiroideas.
No hay una prueba única que pueda excluir todos los tipos de enfermedad tiroidea. Las pruebas
de función tiroidea deben usarse en estrecha unión a la observación del estado clínico del
paciente. La medida de la TSH plasmática es actualmente la mejor prueba para valorar la función
del tiroides. EI nivel de TSH puede estar disminuido por el hambre, glucocorticoides, estrés,
dopamina o fiebre. La T4 libre puede ayudar en el diagnóstico en estas circunstancias. La
historia y el examen físico son esenciales para excluir el compromiso de la vía aérea en relación
con el bocio.
Tratamiento y consideraciones anestésicas
El tratamiento del hipotiroidismo sintomático es con restitución hormonal. Sigue habiendo
controversia sobre la atención anestésica preoperatoria del individuo hipotiroideo. Aunque,
dados los efectos multisistémicos de la hormona tiroidea, parece lógico recomendar que a todos
los pacientes hipotiroideos elegibles para tratamiento quirúrgico se les restablezca un estado de
eutiroidismo antes de la cirugía, tal recomendación, en general, está basada en informes de casos
individuales. Se han realizado pocos estudios con grupo testigo que respalden la postura de que
la mayoría de los pacientes hipotiroideos son extraordinariamente sensibles a los fármacos
anestésicos, tienen tiempos de recuperación prolongados o una mayor incidencia de inestabilidad
o colapso cardiovascular.
MANEJO ANESTESICO
Aunque se ha propuesto la ketamina como fármaco ideal de inducción, todos los fármacos de
inducción IV se han utilizado en el paciente hipotiroideo. El mantenimiento de la anestesia puede
lograrse sin riesgo con anestésicos intravenosos o inhalados. Al parecer hay una disminución
pequeña, si la hay, en la concentración alveolar mínima de fármacos volátiles. La anestesia
regional es una buena opción en el paciente hipotiroideo, siempre y cuando se mantenga bien el
volumen intravascular. La monitorización se dirige hacia el reconocimiento temprano de la
hipotensión, la insuficiencia cardiaca congestiva o la hipotermia. Debe prestarse atención
especial al mantenimiento de la temperatura corporal normal
CLASIFICACIÓN.
I. Hipertiroidismo (aumento de hormonas tiroideas endógenas)
A. Autoinmune (Enfermedad de Graves-Basedow), causada por anticuerpos estimulantes
del receptor de TSH o TRAb.
1. Del paciente.
2. Maternos (gestación): Enfermedad de Graves fetal, neonatal.
B. De origen tiroideo:
Nódulos tiroideos autónomos (adenoma tiroideo único o múltiple; carcinoma
tiroideo).
Asociado al síndrome de McCune- Albright (mutación de la subunidad a de la
proteína G).
Mutaciones activadoras del receptor de TSH.
C. Hipersecreción de TSH hipofisaria:
Adenoma tiroideo secretor de TSH.
Resistencia hipofisaria a hormonas tiroideas.
D. Destrucción de tejido tiroideo (tiroiditis) con liberación de hormonas tiroideas:
Subaguda o vírica.
Fase tirotóxica de la tiroiditis linfocitaria de Hashimoto (hashitoxicosis).
E. Exceso de gonadotrofina coriónica (HCG). Coriocarcinoma, mola hidatídica.
F. Inducida por sobrecarga de yodo (efecto yodo-Basedow): povidona yodada, contrastes
yodados, amiodarona, empleo de yodo para la profilaxis del bocio endémico.
G. Tormenta tiroidea o crisis tirotóxica. Puede aparecer en situaciones de stress (cirugía,
infecciones graves), por la suspensión brusca de tratamiento con antitiroideos y después
de terapia con yodo radiactivo.
II. Tirotoxicosis por ingesta de hormonas tiroideas (accidental, yatrógena, facticia).
III. Hipertiroxinemia sin tirotoxicosis (hipertiroxinemia eutiroidea clínicamente)
A. Resistencia generalizada a las hormonas tiroideas.
B. Hipertiroxinemia eutiroidea por deficiencia de 5´- monodeiodinasa
C. Hipertiroxinemia transitoria en enfermedades no tiroideas:
enfermedad psiquiátrica aguda (descrita en el adulto)
síndrome de la enfermedad eutiroidea (en enfermedades agudas)
hipertiroxinemia por fármacos (amiodarona,anfetaminas, heparina, propanolol,
contrastes iodados) por disminución en la conversión de T4 a T3.
ANOMALIAS EN EL METABOLISMO DEL YODO
El yodo es un componente esencial de la hormona tiroidea, pero la ingesta muy baja o muy
elevada de yodo puede producir enfermedad; sin embargo, varios fármacos pueden interferir con
la capacidad de la hormona tiroidea para concentrar yodo. El perclorato es un contaminante que
puede encontrarse en bebidas, agua de pozo y en ocasiones en la leche de vaca. La ingestión de
altas concentraciones, por ejemplo, con el consumo de aguas de pozo, puede ocasionar la
inhibición del transporte de yodo hacia las células foliculares. El metimazol, la forma activa del
carbimazol, inhibe la captación de yodo y su organificación. El tiouracilo y el propiltiouracilo
inhiben la organificación de yodo.
a. Bocio
El bocio se define como el aumento de tamaño de la glándula tiroides, puede asociarse con
disminución (deficiencia de yodo o enfermedad de Hashimoto) o incremento (enfermedad de
Graves) de la función tiroidea. El aumento de tamaño de la glándula puede ser consecuencia del
incremento en la estimulación del receptor de TSH que ocasiona hiperplasia tiroidea o un
proceso inflamatorio y/o autoinmunitario localizados.
b. Tiroiditis
La tiroiditis o inflamación de la glándula tiroides, puede producir anomalías en el estado de la
hormona tiroidea. Este trastorno puede ser agudo, subagudo o crónico. La tiroiditis crónica
(tiroiditis de Hashimoto, tiroiditis linfocítica crónica, tiroiditis autoinmunitaria) es una
enfermedad autoinmune de la glándula tiroides que se caracteriza por infiltración linfocítica y
autoanticuerpos circulantes. Estos anticuerpos inhiben al transportador paralelo de Na+/I–, con lo
que evita la captación de yodo y en consecuencia, la síntesis de hormonas tiroideas. La tiroiditis
de Hashimoto es la causa más común de hipotiroidismo en adultos; es más frecuente en mujeres
que en varones con incidencias máximas entre los 30 y 50 años de edad.
c. Tormenta de tiroides
La tormenta tiroidea es una exacerbación potencialmente mortal del hipertiroidismo precipitado
por un traumatismo, una infección, una enfermedad médica o una cirugía. La tormenta tiroidea y
la hipertermia maligna pueden presentarse con signos y síntomas intraoperatorios y
posoperatorios similares (es decir, hiperpirexia, taquicardia, hipermetabolismo); la diferenciación
entre los dos puede resultar extremadamente difícil.
La tormenta tiroidea ocurre con mayor frecuencia en el período posoperatorio en pacientes con
hipertiroidismo no tratados o tratados inadecuadamente después de una cirugía de emergencia.
Los pacientes manifiestan ansiedad extrema, fiebre, taquicardia, inestabilidad cardiovascular y
alteración de la conciencia. El tratamiento incluye el alivio rápido de la tirotoxicosis y cuidados
de apoyo generales. La deshidratación se maneja con la administración intravenosa de soluciones
cristalinas que contienen glucosa y se utilizan medidas de enfriamiento (p. ej., manta de
enfriamiento, bolsas de hielo, administración de oxígeno humidificado frío) para contrarrestar la
fiebre. Los bloqueadores deben titularse para disminuir la frecuencia cardíaca a menos de 90
latidos por minuto. Dexametasona 2 mg cada 6 horas o cortisol 100-200 mg cada 8 horas pueden
usarse para disminuir la liberación de hormonas y la conversión de T4 para T3. Los fármacos
antitiroideos (PTU 200 a 400 mg cada 8 horas) se pueden administrar a través de una sonda
nasogástrica, por vía oral o rectal. Si hay choque circulatorio, está indicada la administración
intravenosa de un vasopresor directo (fenilefrina). Se recomienda el bloqueador adrenérgico o
digital para la fibrilación auricular acompañada de una respuesta ventricular rápida. Los niveles
séricos de hormona tiroidea generalmente vuelven a la normalidad en 24 a 48 horas y la
recuperación se produce en una semana. La tasa de mortalidad por tormenta tiroidea sigue siendo
sorprendentemente alta, aproximadamente el 20%.
TRATAMIENTO
La primera línea de tratamiento para el hipertiroidismo es un fármaco antitiroideo, ya sea
metimazol o propiltiouracilo (PTU). Estos agentes interfieren con la síntesis de hormonas
tiroideas al inhibir la organificación y el acoplamiento.
PTU tiene el agregado ventaja de inhibir la conversión periférica de T4 a T3. Casi
siempre se puede alcanzar un estado eutiroideo en 6 a 8 semanas con cualquiera de los
medicamentos si se usa una dosis suficiente.
El yoduro en altas concentraciones inhibe la liberación de hormonas de la glándula
hiperfuncionante. Las concentraciones altas de yoduro disminuyen todas las fases de la
síntesis y liberación de la tiroides y dan como resultado una reducción del tamaño de la
glándula y posiblemente una disminución de la vascularización. Sus efectos ocurren
inmediatamente, pero son de corta duración. Por lo tanto, el yoduro generalmente se
reserva para preparar a los pacientes hipertiroideos para la cirugía, tratar a los pacientes
con tormenta tiroidea real o inminente y tratar a los pacientes con enfermedad tirocárdica
grave. No es necesario retrasar la cirugía en un paciente con tirotoxicosis bien controlada
para iniciar la terapia con yoduro.
El yoduro se administra por vía oral como una solución saturada de yoduro de potasio
(SSKI), 3 gotas PO cada 8 horas durante 10 a 14 días. Fármaco antitiroideo la terapia
debe preceder al inicio del tratamiento con yoduro, porque la administración de yoduro
solo aumentará las reservas de hormona tiroidea y exacerbará el estado tirotóxico. Se
pueden administrar 300 mg de carbonato de litio por vía oral cada 6 horas en lugar de
yoduro o ipodato de potasio a pacientes alérgicos al yoduro.
Los antagonistas adrenérgicos no afectan la anomalía tiroidea subyacente, pero pueden
aliviar los signos y síntomas del aumento de la actividad adrenérgica, como ansiedad,
sudoración, intolerancia al calor, temblores y taquicardia. El propranolol ofrece las
características adicionales de perjudicar la conversión periférica de T4 a T3.
Terapia ablativa con yodo radiactivo 131 (131Yo) o cirugía se recomienda para pacientes
con enfermedad de Graves en los que el tratamiento médico ha fracasado, así como para
pacientes con bocio multinodular tóxico o un adenoma tóxico. La tasa de remisión es del
80% al 98%. Una desventaja importante de la terapia es que 40% -70% de los pacientes
tratados presentan hipotiroidismo en 10 años.
La cirugía (es decir, tiroidectomía subtotal o posiblemente tiroidectomía total) da como
resultado un control rápido de la enfermedad y se asocia con una incidencia más baja de
hipotiroidismo (10% -30%) que la terapia con yodo radiactivo. La tiroidectomía subtotal
corrige la tirotoxicosis en más del 95% de los pacientes.
El hipertiroidismo durante el embarazo se trata con dosis bajas de fármacos antitiroideos.
Sin embargo, estos medicamentos atraviesan la placenta y pueden causar hipotiroidismo
fetal. Si la madre permanece eutiroidea mientras toma pequeñas dosis de un fármaco
antitiroideo, la aparición de hipotiroidismo fetal es poco común. El tratamiento con yodo
radiactivo está contraindicado durante el embarazo, al igual que la terapia con yodo oral,
porque puede causar bocio e hipotiroidismo fetal. El uso prolongado de propranolol
durante el embarazo es controvertido, ya que se ha atribuido a su uso un retraso del
crecimiento intrauterino. La tormenta tiroidea que ocurre durante el embarazo se maneja
de la misma manera que en las pacientes no embarazadas.
POSTOPERATORIO
1. La vigilancia postoperatoria es esencial, ya que se pueden presentar situaciones críticas, como
serían los síndromes asfícticos por un hematoma compresivo sobre la tráquea o por la lesión
inadvertida de nervios cercanos a la zona de exéresis tumoral.
2. La complicación posoperatoria más temida que surge generalmente por un hipertiroidismo no
diagnosticado o poco tratado es la tormenta tiroidea. La tormenta tiroidea puede ocurrir en
cualquier momento durante el período perioperatorio, aunque generalmente se produce durante la
intervención o bien en las primeras 48 h tras la intervención. La mortalidad de tormenta tiroidea
es del 10 al 75%y el paciente debe ser monitorizado en un entorno de cuidados críticos. Los
síntomas son inespecíficos e incluyen hipertermia (hasta 41°C), taquicardia y delirio.
3. El tratamiento de la tormenta tiroidea consiste en tionamidas, b-bloqueantes (frecuencia
cardíaca objetivo de 90 lpm) y antipiréticos (o medidas externas de enfriamiento). El
paracetamol es preferible a los salicilatos, ya que estos pueden agravar la tirotoxicosis al
disminuir la proteína de unión a hormonas tiroideas y aumentar la T3 y T4 libres.
4. La búsqueda de la causa precipitante de la tormenta tiroidea debería realizarse de inmediato.
La causa más común en el período perioperatorio es la sepsis. Deberían obtenerse cultivos de
sangre, orina y esputo, aunque no se recomienda la antibioterapia empírica.
PLAN ANESTESICO EN PACIENTES TIROIDEOS
Medicación preanestésica: Se puede iniciar el día anterior, con benzodiacepinas. En bocios de
grandes y con posible obstrucción de la vía aérea se evita la sedación excesiva. Evite el uso de
anticolinérgicos, por el aumento de la frecuencia cardíaca y la disminución en la sudoración; si el
paciente lo precisa, podría utilizase glicopirrolato que tiene menos efecto cronotrópico.
Inducción anestésica: Se pueden usar agentes inductores como benzodiacepinas y propofol. Se
contraindica la ketamina porque estimula el sistema nervioso simpático. El agente anestésico
utilizado no debe sensibilizar el miocardio a la acción de los simpaticomiméticos, ni debe
producir secreciones salivares. Los pacientes hipertiroideos pueden estar crónicamente
hipovolémicos y vasodilatados, con tendencia a la hipotensión exagerada en la inducción.
Intubación: Si se prevé una intubación difícil hay que valorar la intubación con paciente
despierto o tener a mano un fibroscopio; si no lo hay o no se tiene el entrenamiento para su uso,
la relajación neuromuscular puede hacerse con succinilcolina. De no haber vía aérea difícil, se
debe tener un adecuado plano anestésico antes de la laringoscopía, para evitar taquicardia,
hipertensión y disritmias ventriculares
Bloqueo neuromuscular: Se puede utilizar succinilcolina y la mayoría de los relajantes. El
único con contraindicación relativa es el pancuronio, porque incrementa la frecuencia cardíaca y
estimula el SNS. En el Graves Basedow se descartará la existencia de efectos musculares, ya que
pueden ser una contraindicación relativa a los relajantes musculares
Mantenimiento anestésico: El método de elección es la anestesia general; puede optarse por
una anestesia total endovenosa o por una técnica inhalatoria pura o balanceada. Debe descartarse
el halotano en el paciente con cuadro endocrino ya que incrementa la secreción de TSH y T3
además de sensibilizar el miocardio a la acción de las catecolaminas. El hipertiroideo puede
presentar una aparente resistencia a los agentes anestésicos, debido a la rápida distribución del
agente a causa del aumento del gasto cardíaco y a la rápida difusión tisular, pero no aumenta los
requerimientos de los anestésicos inhalatorios, pues no hay cambios en la concentración alveolar
mínima (CAM).
Monitorización transanestésica: La habitual en cualquier cirugía, en caso de alteraciones
musculares es aconsejable monitorizar la relajación muscular para evitar sobredosificación. Se
puede utilizar monitoreo más sofisticado como el BIS y la entropía para una mejor vigilancia.
Emersión: En cualquier técnica utilizada hay que procurar un despertar rápido, tranquilo, sin tos
ni agitación; la extubación debe hacerse en quirófano, comprobando la movilidad de las cuerdas
vocales mediante laringoscopía directa.
CONTRAINDICACIONES
1. No utilizar adrenalina con los anestésicos locales: los niveles altos de hormona tiroidea
aumentan los receptores adrenérgicos, como tampoco anticolinérgicos que agravarían la
taquicardia.
2. Evitar fármacos que estimulen el sistema nervioso simpático como la atropina,
efedrina, ketamina, pancuronio y otros agonistas adrenérgicos.
3. Tener presente al administrar bloqueantes neuromusculares que la tirotoxicosis se puede
relacionar con disfunción neuromuscular: miopatías o miastenia gravis.
EXAMENES DE LABORATORIO EN PACIENTE TIROIDEO
Todo procedimiento quirúrgico electivo indica que el paciente esté eutiroideo. La evaluación
preoperatoria debe incluir pruebas normales de función tiroidea junto a las habituales de
cualquier intervención: análisis bioquímicos, hemostáticos, hematológicos y los exámenes
complementarios: ECG y Rx de tórax, que nos permitirán ver las repercusiones locales
(desviación traqueal, invasión mediastininal). El TAC cervical permite valorar el grado de
compresión de las estructuras anatómicas vecinas y la posibilidad de una intubación difícil.
Pruebas diagnósticas
Los exámenes de la tiroides incluyen análisis de sangre, entre los que se encuentran:
1. Tirotropina (TSH).
También conocida como hormona estimulante de la glándula tiroidea, es una prueba habitual en
los análisis de sangre que se utiliza para evaluar lo bien que está funcionando la glándula
tiroidea. La TSH se fabrica en la hipófisis, una glándula del tamaño de un guisante localizada en
la base del cerebro.
La hipófisis tiene una extraordinaria sensibilidad a las hormonas tiroideas, esto explica las
relaciones fisiológicas que se mantienen entre las concentraciones de unas y otras hormonas y,
especialmente, el que, en las fases iniciales de las disfunciones tiroideas, las concentraciones de
TSH estén alteradas aun cuando las concentraciones de hormonas tiroideas se encuentren dentro
del intervalo de referencia de la población de individuos eutiroideos.
La concentración de TSH continúa siendo la prueba de mayor uso para la tamización de una
alteración tiroidea, así como para el monitoreo de la terapia de reemplazo hormonal. La
secreción de TSH varía durante el día hasta en un 50%, y responde a cambios sutiles de la
concentración sérica de hormonas tiroideas; además, sus niveles dependen de otros factores
como la edad y el sexo.
También es importante tener presente que después de los 40 años de edad, por cada incremento
de 10 años, se espera un aumento fisiológico de la TSH de 0,3 mUI/L, con valores que pueden
ascender hasta 6 mUI/L a 8 mUI/L en la séptima y octava décadas de la vida. Esto indica que no
solo se debe interpretar un valor normal como tal, sino en el contexto general del paciente y la
población.
2. Tiroxina no unida a proteínas (FT4).
Ayuda a evaluar la gravedad inicial del proceso, y una vez iniciada la terapia resulta
imprescindible su cuantificación para ajustar la dosis y controlar el tratamiento tanto sustitutivo
con hormonas tiroideas, como supresor con antitiroideos, ya que en ambos casos reajustar los
niveles de TSH puede llegar a tardar meses en lograrse.
3. Trioodotironina no unida a proteínas (FT3).
Cuando los niveles de TSH son bajos y la FT4 normal, el laboratorio generará una determinación
de T3. Si está elevada confirmará el diagnóstico de hipertiroidismo T3, si está normal debemos
sospechar un hipertiroidismo subclínico o una inhibición de la TSH por causas farmacológicas,
yatrógenas o alimentarias (ingesta de yodo).
4. Concentración sérica de T3 y T4 total
Para determinar la concentración de T3 y T4 total se pueden utilizar tanto el radioinmunoanálisis
como las pruebas quimioluminométricas o técnicas inmunométricas similares. Estas pruebas
miden la concentración de hormona total, tanto la unida a proteína como la libre. En los
pacientes hipertiroideos usualmente se encuentran elevados los niveles de ambas hormonas, en
tanto que en los hipotiroideos se encuentran disminuidos. Los valores de referencia para la T4
total son de 4,6 μg/dL a 11,2 μg/dL, y los de la T3 total son de 80 ng/dL a 200 ng/dL, con
variaciones dependiendo de cada laboratorio, de la técnica usada, y de la edad de paciente.
5. Concentración sérica de T3 y T4 libre
Debido a que las fracciones libres son las metabólicamente activas, las pruebas de T3 y T4 libres
vienen reemplazando las totales. Se han utilizado diferentes pruebas para la valoración de la T4
libre, pero ninguna mide la T4 libre directamente, por lo que se recomienda llamar a estas,
pruebas de estimación de la T4 libre. La fracción T4 libre es la más importante para determinar
cómo está funcionando la tiroides, pero debe interpretarse en conjunto con la TSH. El uso de la
concentración de T3 libre no ha sido tan validado como el de la T4 libre, pero cuando es
obtenida mediante radioinmunoanálisis o pruebas radioinmunométricas, ha mostrado utilidad
para diagnosticar hipertiroidismo cuando la TSH está suprimida con la T4 libre normal, y
además, para determinar la gravedad del mismo.
6. Captación de resina T3 (T3RU)
La prueba de captación de resina T3 o T3RU (del inglés, T3 Resin Uptake) es una prueba
utilizada para estimar de forma indirecta la capacidad de unión de la TBG, y para calcular el
índice de unión de hormona tiroidea (THBR, del inglés, Thyroid Hormone Binding Ratio).
Se realiza incubando el suero del paciente con una cantidad determinada de T3 marcada con
I125. Luego se agrega esta solución a una resina insoluble que atrapa las hormonas contenidas en
la mezcla. Posterior a la incubación se remueve el sobrenadante y se cuantifica la actividad de la
T3-I125 unida a la resina. La actividad de la T3-I125 unida a la resina, dividida por el total de la
T3-I125 agregada, y luego multiplicada por 100, define el porcentaje unido a la resina, T3RU.
Cuanto mayor sea el nivel de TBG, menor será el valor de la T3RU. Un nivel de T3RU más alto
significa que hay menos disponibilidad de TBG. Los valores normales van de 25% a 50%. En un
estado hipertiroideo, la TBG estará relativamente saturada, por lo tanto, la mayoría de la T3-I125
se unirá a la resina. De manera alterna, en un estado hipotiroideo, menos cantidad de T3-I125 se
unirá a la resina, ya que la TBG tendrá más sitios de unión disponibles. Un aumento en la
concentración de TBG, también tendrá como resultado una T3RU disminuida, pero en este caso
será debida a un exceso de TBG y no a una concentración baja de hormona tiroidea del paciente.
Pruebas opcionales:
1. Inmunoglobulina estimulante del tiroides (TSI).
Aparece en un 70-80% de los pacientes con enfermedad de Graves-Basedow, sin embargo, no es
necesaria su cuantificación habitualmente; tan sólo resulta útil en el diagnóstico diferencial de
otras formas de hipertiroidismo, como criterio de remisión de la enfermedad, para el diagnóstico
de la oftalmopatía de Graves y para el diagnóstico y control evolutivo del hipertiroidismo
neonatal.